Ohona era una niña a veces pretenciosa, esa mañana estaba, peculiarmente, muy ansiosa, temía dar una mala impresión, así que, con su Jutsu activo, empezó a verse al espejo una y otra vez, practicando poses y expresiones de confianza, esperando poder dar con la mejor cara para lo que estaba por acontecer, sin embargo, los nervios eran mayores y sus ansias por salir de casa eran mayores, así que simplemente opto por terminar de vestirse y salir de casa en dirección a la academia ninja.
Estaba vestida con una falda de color azul oscuro, a conjunto, una camisa con botones del mismo color y un cuello que también hacia juego con su falda casual, sobre esto, un chal de color celeste adornaba sobre sus hombros, y su cabeza, estaba simplemente cubierta por un sombrero blanco con una cinta de la misma tonalidad de azul que el resto de su ropa, antes de salir de casa, se acercó a las flores del patio y escogió una color rosa pálido para adornar su sombrero, era imprescindible que esta joven se viese bien el día de hoy, pues tendría la cita más importante de su vida. Antes de salir por el portón de su hogar, tomo una de las palmetas sobrantes de la casa, una palmeta de 60 cm por lado y la llevo entre sus brazos sin mayores problemas. Camino directamente hacia su destino y se dirigió al patio del colegio, era un campo muy grande y hermoso, el sol bañaba las verdes praderas y los arboles estaban distanciados unos de otros.
Poso su palmeta de cerámico sobre el pasto, teniendo cuidado en donde esta quedaría, no quería dañar las plantas ni mucho menos… se quedó bajo la sombra de un árbol y empezó a recordar las enseñanzas de Izuku-sensei… - ahh… sensei… como quisiera que estuvieses aquí… - dijo en voz baja, mirando al cielo azul…
Pasaron unos minutos de indecisión hasta que por fin saco un cuchillo de su bolso, lo poso sobre el pulgar de su mano derecha e hizo un pequeño corte. Sobre la palmeta, escribió su nombre y titubeo… esperaba que el campo fuese lo suficientemente grande como para poder evitar un accidente… sabía que invocar a tu primer animal podría ser, en efecto, una maniobra de alto riesgo… no sabía que tan grande podría ser, y menos, que clase de ser podría aparecer… temía llamar a un insecto raro o alguna rata con su invocación, y también temía las palabras de su sensei al momento de explicarle la tecnica, ella podría hacer enfadar a su animal convocado y este terminar devorándola…
Empezó a realizar los sellos de mano, eran pocos, pero efectivos, los izo lentamente para no equivocarse, luego poso su mano sobre aquel cerámico, al centro del Kanji que representaba su nombre, en ese instante, sellos de color negro formaron un circulo y una red de información, ella dijo en voz baja – Kuchiyose no jutsu… - con algo de mío y cerro su enorme ojo.
Una nube blanca se extendió de aquel lugar, era enorme e hizo volar un montón de hojas por el campo travieso, Ohona Hyuga se echó para atrás y empezó a toser por la polvorera repentina, su cara se llenó de asombro y… de entre la nube de polvo… una paloma de no más de 40 centímetros estaba ahí, observándola y haciendo un saludo con su ala, su expresión seria era lo que más le llamaba la atención – Buenas tardes invocador, ¿estás listo para tu prueba? – dijo seriamente, para luego emprender el vuelo – sígueme, que te llevare con tu maestro de pactos, deberás presentarte y si ve potencial en ti, puede que te deje firmar un pacto conmigo – fueron sus palabras, para luego detenerse en seco y regresar frente a ella, le observo detenidamente mientras hacía sentir incomoda a la muchacha y luego dijo – que raro… debe ser que el maestro del pacto tenga una deformidad… pero es mejor, a los humanos les sienta mejor tener un gran ojo como tú – dijo sonriendo, para emprender nuevamente el vuelo en dirección a Izuku-sama.
Ohona estaba sorprendida y sonrojada, no sabía que decir, así que simplemente le siguió mientras gritaba que le espere…