[Misión] Muertes y Desapariciones
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Tenía al tipo totalmente controlado, aunque fue algo impactante ver como su brazo era separado del cuerpo producto de la lanza arrojada por Akío. Sin embargo, no tenía tiempo para sentir compasión por él. — Vamos, habla. — Lamentablemente, el rehén no le pondría mucha atención, ya que, aparentemente, había entendido que no tenía forma de liberarse y tomó una decisión bastante drástica. — ¿Qué estás diciendo? — Samuru no entendió del todo sus primeras palabras y lo vio con mucha incredulidad. Nuevamente usó la palabra sacrificio, la cual, si no tienes contexto, es rara. No es el tipo de vocabulario que puedas considerar cotidiano. Claro, un ninja muy experimentado podría decir que sí, pero nuestro querido protagonista no es uno de esos.

¡Ey! ¡Detente! — Gritó, e intentó apartar el kunai, pero fue demasiado tarde. Debido a la cercanía, el movimiento que necesitó el cultista fue mínimo, quitándose la vida. Si ya había mucha sangre en el piso por lo ocurrido con el brazo, ahora era mucho peor. Samuru empujó el cuerpo sin vida hacia un costado y se levantó. Su ropa había quedado un poco manchada con el líquido carmesí, lo cual le molestó, pero no estaba en la situación correcta para darle importancia a ese detalle.

Al levantarse, observó el cuerpo. Quería investigarlo, aunque le preocupaba dejar mucho tiempo solo a su compañero. — Jashin... Por lo que entiendo, le dedicó a esa persona su propio sacrificio. Ya sabía que estarían involucrados raritos, pero esto cada vez me perturba más. — Tomó de la punta del pantalón en la zona cerca de los pies, para jalarlo por el piso mientras caminaba tranquilo en dirección de donde vio al genin de Iwagakure usar su técnica de la lanza.

No tardaría mucho, independiente de solo caminar. Para ir más rápido, tendría que cargar de otra forma el cadáver y no quería ensuciarse más de lo que ya estaba, menos sentir tan cerca el olor que poco a poco comenzaría a aparecer. 

Una vez llegara hasta la posición en donde debería estar el otro tipo raro y su dupla, hablaría. — Ey, tu amigo se suicidó. ¿Podrías explicarnos qué sucede? — Obviamente, sus palabras fueron dirigidas al cultista. Aún mantenía su transformación y la voz era tal como la de chica imitada, pero esperaba que no fuera necesario revelarle la verdad a Akío y que entendiera rápido. Si no entendía, pues cosa suya. El tema es que es provechoso que uno de ellos dos finja ser mujer, después de todo, según el género, ocurre un destino u otro.

Mencionó a un tal Jashin. ¿Quién es? — Rezaba y deseaba por dentro que Akío, al ver que alguien intentaba sacarle información al enemigo que quedaba, lo deje en paz unos segundos y no lo ataque para matar. De todas formas, si intentaba escapar, deberían ser rápidos para impedirle la huida.


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Akío siguió el recorrido de la lanza con la vista hasta que se vio obligado a poner toda su atención al enemigo que tenía delante, por eso mismo se limitó a escuchar lo que podía sobre lo que estaba pasando con la chica y el cultista.

Cuando vio al rival realizar los sellos, apoyó su pierna buena contra el suelo, dirigiendo el flujo del chakra hasta sus extremidades inferiores, para después saltar apartándose de la dirección del dragón de rayo del cultista.

Dasshutsu suru


Ahora que se había alejado, pudo ver bien lo que había ocurrido entre la “chica” y el otro encapuchado. Parece ser que su mensaje había sido recibido, y había decidido hacerse pasar por una joven indefensa. Que fallo, se lo tendría que haber imaginado, aunque habiendo pasado antes otra persona no podía correr el riesgo de que aquél no fuera su compañero, y poner en peligro a otra persona totalmente ajena tal como estaban las cosas alrededor de aquellas desapariciones.

A pesar de los intentos de su compañero por capturarlo con vida, se había suicidado todo para no decir nada, no podían dejar que aquél se les escapara o pensara en hacer lo mismo, aunque ahora mismo más bien estaba entre la espada y la pared. Ahora que había reconocido a su compañero, asintió con la cabeza mirando hacia él, para hacerle saber que había comprendido la situación, y después se dirigió al enfadado religioso.

- ¡Ríndete, estás solo y rodeado! - Mientras le hablaba, se iba acercando poco a poco para estrechar el cerco,  le señalaba con la mano y no dejaba de mirarle. Por si intentaba hacer algo raro, aprovechó que su mano ya estaba encarada hacia él y sin necesidad de hacer ningún sello de nuevo, solo concentrándose un par de segundos, un torrente de agua brotó desde su mano hacia la zona del torso, concretamente cerca de sus hombros, en el hombro opuesto al cuadrante en el que se encontraba su compañera, o su compañero, Samuru. Así, en el caso de que se moviera el chorro de agua no impactaría por accidente en él.

Suihachi


- Todavía estás a tiempo de entregarte y colaborar, será mejor que seguir cometiendo crímenes y quizás la justicia se porte mejor contigo. Le diremos a las autoridades que has colaborado. - Dijo esta vez mucho más serio. Luego se dirigió a Samuru. - Cuidado a tu espalda, es probable que aún quede alguna trampa, se han esmerado bastante en asegurarse de que nadie se acerque a la entrada.

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Las intenciones originales de los cultistas habían sido totalmente arruinadas. Lo increíble era que, para fines prácticos, los resultados no habían sido del todo malos, de hecho, hasta se estaban cumpliendo las condiciones. Así lo entendió el hombre encapuchado que aún quedaba con vida y eso originó una gran sonrisa en su rostro a pesar de que se encontraba en una situación muy poco favorable.
 
Tranquilo, no tengo ninguna intención de oponer resistencia —. Comunicó en un tono calmado, hasta lento se podría decir. Se le notaba muy despreocupado. En todo momento tenía las palmas levantadas en alto para indicar sumisión y nunca intentó hacer algún movimiento extraño.
 
Poco después llegaría Samuru a la zona, aún disfrazado de la indefensa chica adolescente que, de tímida, no tenía nada. Era imposible que aquella chica que habían observado por días en la posada resultara ser una kunoichi entrenada y eso le resultaba sospechoso al hombre, pero solo suspiró y seguiría el flujo de la conversación.
 
No se suicidó. Se ha sacrificado por un bien mayor —. Respondió, corrigiendo, como si fuese lo más obvio del mundo.
 
Cuando de la boca del Kujaku salió la palabra Jashin, los ojos del sujeto se iluminaron con entusiasmo y ahora respondió un poco más apresurado, quizás presa de su propio ímpetu.
 
Jashin-Sama es nuestro dios —. Indicó — Nosotros somos simplemente sus fieles seguidores, quienes actuamos de acuerdo a sus enseñanzas —. Las palabras estaban cargadas de un orgullo que pocas veces podían percibirse de alguien, realmente se sentían embajadores de su señor.
 
Ahora, el cultista dirigió su mirada hacia Aíko antes de proseguir. — Ya que están curiosos, no me molesta para nada compartirles lo que ha pasado esta noche —. El ritmo de habla nuevamente se tornó cansino.
 
Queremos tener una audiencia con nuestro Dios para recibir su gracia y uno de nuestros obispos está encargado del ritual de invocación. Para esto es necesario desmembrar y sacrificar a 12 varones y colocarlos de acuerdo a los 12 puntos cardinales. También es necesario presentar a 12 doncellas vírgenes, que actuarán como recipiente para que la majestuosidad de nuestro señor descienda. Nos faltaba únicamente un sacrificio para completar nuestra labor y mi compañero, en un acto loable, dispuso de su cuerpo terrenal para nuestra causa —. Explicaba.
 
En cuanto a las doncellas — Nuevamente la mirada se desvío hacia Samuru versión waifu — Lamento mucho por ti que no pudieras tener el honor de participar en el ritual. Pero estoy seguro que nuestros compañeros restantes consiguieron a la última doncella en la posada —. Su participación al habla había culminado con una sonrisa retorcida. 
 
Ciertamente eran 4 los encapuchados al inicio de todo esto y solo dos estaban presentes. El otro par se encontraba merodeando en la posada. Ahora, sin los shinobis cerca, tenían luz verde para actuar sin contratiempo alguno. Así lo entendía el hombre y por eso se tomó la molestia de explicar todo, quería comprar cuanto tiempo fuese posible para sus aliados.
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Le agradaba ver que el cultista que quedaba no opondría resistencia. Ya vio con el otro que su nivel de fuerza no era muy alto, así que problemas no daría, pero ahorrar energía siempre viene bien. Sin embargo, lo que les iba a contar destruiría toda su calma y alegría. Finalmente pudo entender qué es ese tal Jashin. Desactivó su jutsu de transformación al no ser necesario más. — Qué enfermos son. Realizan actos atroces siguiendo a un Dios que probablemente nunca has visto. — Pues sí, Samuru no creía en tales divinidades. Sí creía que un hombre podía estar por encima de todos los demás, pero en ningún caso lo llamaría Dios. 

El de sombrero no reaccionó de manera preocupada ante lo dicho por el tipo ese. Akío demostró con anterioridad tener un fuerte sentido de la justicia, así que, si él decide salir a toda velocidad a la posada, Samuru se quedaría unos segundos. Él solo tenía intención de recuperar a la hija de quien lo contrató. Además, no tenía caso impedir que se lleven a la muchacha que el sin aldea le copió la apariencia. Debían descubrir cuáles eran esos puntos estratégicos en donde llevaban los cuerpos y las vírgenes.

Bueno, te haré un favor y te ayudaré a funcionar como sacrificio para tu Dios. Tal vez algún día nos veamos en el infierno. — Una leve sonrisa maléfica adornó su rostro mientras tomaba un pergamino y, tras abrirlo y realizar un sello, tomar una Wakizashi. Con velocidad y fuerza enterró el filo de la misma en el corazón del encapuchado, buscando darle la muerte y que tenga un pasaje solo de ida a ver a su compañero el suicida. Al finalizar, el arma cortante regresaría al pergamino.

Si todos sus amigos son iguales que estos, será bastante sencillo solucionar este enredo. — Una vez el trabajo ahí estuvo hecho, sus piernas se apresuraron a regresar a la posada. Como se dijo antes, su plan era intentar seguir a los tipos malos para saber a dónde llevan a las mujeres. Después de todo, la misión por la que le están pagando es de búsqueda y recuperación, no de protección. Si algo le enseñó su maestra sobre el arte ninja es que deben estar centrados en su deber y no desviarse siguiendo emociones. Al menos esta era la filosofía que ella seguía y le transmitió a él.

Una vez llegue al sitio en cuestión, subirá hasta el tejado y se agacharía, apegando la oreja derecha hacia el tejado. Buscaba escuchar algo desde el interior y también desde la altura revisar los alrededores. ¿Se encontrará con sus tan queridos nuevos amigos? 

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Akío observó cómo se iba acercando la chica, que en realidad era su compañero, mientras el cultista restante se ponía a hablar.

No le quería interrumpir, así que fue acercándose a él a un ritmo parecido al que Samuru se iba aproximando, para ir estrechando el cerco y que no tuviera ninguna posibilidad de hacer nada extraño. A pesar de que había manifestado sus intenciones de no dar más problemas, nunca se podía estar seguro del todo.

Una vez que ya no presentaba una amenaza realmente, le dejó hablar para escuchar lo que fuera que tuviera que decir.

Cuando escuchó cómo hablaban de aquella persona a la que había llamado dios un escalofrío recorrió su espina dorsal, pensó que aquellas personas estaban locas de remate,  y lanzó una mirada de preocupación a su compañero, rápidamente, devolvió la mirada al religioso loco, esta vez le miró de una forma que expresaba toda su repugnancia acerca de lo que acababa de contar.

- Bueno, eso lo podríamos decir del resto de religiones, si es que a esta porquería se le puede llamar como tal. Vaya dios será si no se puede dignar a hablar con sus seguidores sin exigencias. - Le comentó a Samuru, hasta que rápidamente tuvo una sensación de apremio cuando pensó en lo que había dicho sobre la posada. - Tenemos que volver a la posada! Puede que estén en peligro, cuando me he ido tras estos dos. - Dijo señalando en la zona general donde había encontrado a los cultistas. - Aún quedaban otro par en la posada. - Akío se giró para observar el camino que había recorrido hasta llegar a aquella zona semi boscosa.

- Compañero. - No utilizó su nombre por si había oídos indiscretos en las proximidades, quizás era una tontería pero era mejor que unos locos como éstos tuvieran la mínima información posible. - Si lo que dice este loco es cierto, no se quien será ese tal Jashin del que está hablando, pero están dispuestos a matar para conseguir una audiencia con él, dios sabe lo que significará eso. Tendría que quedarse alguien con él para atarlo y avisar a las autoridades. Quizás un shinobi sensor pueda conseguir más información que nosotros con los medios de los que disponemos actualmente. Volveré a la posada mientras si te parece bien. Después hablamos de lo que ha dicho este lunático. - Se acercó un poco a él y habló en voz baja. - Gracias por echarme una mano con estos dos, han puesto trampas por las inmediaciones cuidado, siento no haber deducido que eras tú con un henge, minutos antes había pasado otro civil directo a las trampas, ha sido un poco torpe por mi parte. - Se disculpó. - Visiblemente airado, se dirigió hacia la posada con bastante prisa, deshaciendo los pasos que había dado persiguiendo a las dos figuras encapuchadas para ver que se encontraba. De camino se mentalizó para encontrarse con cualquier cosa.


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Antes de que pudiera decir más, el corazón del fanático religioso había sido atravesado por el Kujaku. Los actos realizados por ese culto lo tenían asqueado y consideró que no era necesario escuchar más de ellos, al fin y al cabo ya habían obtenido suficiente información y, a su vez, perdido demasiado tiempo.
 
El iwanin había apresurado su marcha algunos minutos antes, pues sentía apremio por proteger a las potenciales víctimas en la posada. Después de que Samuru se encargara de lidiar con el cultista, también emprendió camino, aunque este último no parecía particularmente interesado en fungir como protector de las chicas de la posada.
 
Cuando Akío llegó, encontró que el sitio estaba muy tranquilo, prácticamente como si nada hubiese pasado. En la recepción se encontraba la amable mujer, registrando algunas cuentas en una libreta. El hombrecito gruñón se encontraba acomodando los asientos del comedor, que ahora se encontraba vacío, pues todos los huéspedes habían regresado a sus respectivas habitaciones.
 
De pronto, la calma se rompió cuando un hombre en mal estado se acercó rengueando hacia el lobby. — Ayu... ayuda por favor — Suplicó con mucha dificultad. Una de sus piernas estaba prácticamente fracturada y era la que arrastraba conforme caminaba, además, tenía la cabeza manchada de sangre producto de un golpe contundente. — Mi hija.... se han llevado a mi niña —. Alcanzó a decir antes de romper en llanto.
 
Tanto la recepcionista como el hombrecito corrieron para auxiliarlo. El hombre, como pudo y con mucha prisa, les comentó que el encapuchado restante irrumpió en la habitación para secuestrar a su hija. Él, al ser un simple civil, nada pudo hacer para evitarlo. Ni siquiera tuvo el tiempo suficiente como para gritar por auxilio, pues fue noqueado de inmediato. Era una suerte tremenda que aún continuara con vida. Lo peor de todo, de eso habían pasado ya 10 minutos y nadie se había percatado ni siquiera de ello.
 
Llama al doctor Tofu para que lo atienda. Iré a revisar la habitación —. Indicó la fémina para su trabajador. Posteriormente, corrió tan rápido como pudo hasta llegar al segundo piso de la posada. Allí, al final del pasillo, encontraría un agujero en la pared posterior, lo suficientemente grande como para que una persona cupiese por él. Habían escapado.
 
Maldición. Quizás si me apresuro pueda pedirle refuerzos al alcalde, solo espero que no sea demasiado tarde — Se dijo a sí misma antes de dar nuevamente media vuelta y correr con la intención de abandonar la posada. Si fuese, o no, a recibir ayuda era un enigma. Hasta entonces habían hecho la vista gorda a los incidentes, además, ni siquiera había certeza de que llegarían a tiempo. Todas las condiciones estaban cumplidas y no había nada que pudiera retrasar el ritual. Debían de encontrar, de alguna manera, algo que les diese un indicio suficiente de dónde se llevaría a cabo.
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Durante el trayecto estuvo pensando qué podría dar luego como excusa. Akío quería que el cultista ese se mantuviera con vida, pero a Samuru le desgradaba mucho la gente que mataba por motivos que no eran de peso. Por eso es que tomó la decisión de matarlo y hacerlo pagar por sus pecados. Probablemente diga que lo dejó amarrado y que, luego, cuando lo encuentren sin ningún amarre y muerto, se hará el tonto diciendo que no entiende o ya estará lo suficientemente lejos y nadie sabrá de que fue el autor.

Ahora, regresando a la posada. Para cuando Samuru esté sobre el tejado, la recepcionista revisaría el estado de las paredes y se encontraría con el agujero, el cual también vio el de sombrero. Descendió hasta donde estaba la zona en que debieron caer para luego marcharse. — Buscan un sacrificio de tal forma que harán lo que sea por obtenerlo. Además, si hicieron este agujero es porque van con prisa. Pistas debieron dejar sí o sí. — Huellas, sobre todo. Si lograba dar con ellas podría seguirles el rastro. Si se iban muy lejos, no daría con ellos, así que no podría tardar.

Akío, sepáremos unos cuarenta metros y vayamos en esta dirección. — Apuntó una en concreto, la cual indicaban las leves huellas que pudo encontrar lo más rápido posible. Más que eso no podía buscar y tampoco tardar. — Si uno de los dos da con ellos, que lance un kunai con un sello explosivo al cielo. Será la señal para que el otro vaya a esa dirección. — Sin decir nada más, Samuru se marchó.

De inmediato uniría el sello explosivo al cuchillo y lo guardó en un bolsillo derecho de su ropa. Luego, realizó dos secuencias diferentes de sellos manuales. Primero, chakra violeta emergería desde su cuerpo y crearían alas en su espalda. Luego, estas alas adoptarían un hermoso color verdoso y el sin aldea alzaría el vuelo a una altura de 40 metros. Desde ahí intentaría abarcar más terreno visual y dar con los cultistas restantes o al menos con más pistas que le digan desde dónde seguir.

Si los de la posada no se dieron cuenta es porque la chica no gritó. ¿Acaso la dejaron inconsciente? — Ese detalle era raro. En el caso de que ella pudiera intentar resistirse y al menos grite auxilio, sería algo más que ayude a la dupla protagonista a dar con ella. ¿Qué tanto tardará Samuru en encontrar un camino concreto? Necesita descubrir el sitio donde llevan a todos los sacrificios.

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Última modificación: 12-05-2023, 10:05 AM por Akío Homma.
Akío llegó a la posada primero, pues Samuru se había quedado atrás con el cultista que quedaba, aunque no se llevaban demasiada diferencia en el camino. Akío pensó en cómo estaban dispuestas las mesas cuando llegó al comedor por primera vez. No cabía ninguna duda, alguno de los encapuchados que se habían quedado aquí en lugar de seguir el camino hacia el bosque había terminado por salirse con la suya, y conseguir un cuerpo más para el sacrificio.

Akío se acercó al padre que a duras penas había llegado al lobby, e intentó tranquilizarle, colocó su mano derecha sobre su hombro, y le dijo algunas palabras de consuelo.

- No se preocupe, tenemos algunos… indicios, digamos, de lo que puede haber pasado, haremos lo posible por encontrarla, puede estar tranquilo, vaya a la enfermería, en cuanto tengamos noticias será el primero en saberlo. - Akío sonrió levemente, y pensó en lo mal que se estaría sintiendo el padre ahora mismo, una mezcla de impotencia y tristeza angustiante, al saber que se habían llevado a su querida hija sin poder hacer nada. No pudo darle más información, pues tampoco se habían revelado como shinobis. Tenían que encontrarla cuanto antes.

En aquél momento vio llegar a su compañero, que le daría unas instrucciones sobre la búsqueda.

- Entendido, si nos separamos cubriremos más terreno. ¿Has podido sacarle algo a aquél indeseable del bosque? Quizás eso acelere la investigación. - Le preguntó. Antes de seguir hablando, se acercó a su compañero hablando en voz baja para que los demás no le escucharan. - Antes ha dicho que necesitaban doce mujeres, probablemente todavía estén vivas, si van a reunir a una cantidad considerable de personas, necesitarán un espacio mínimamente amplio. - Le dijo.

Una vez que hubieron hablado, Akío preparó su kunai señuelo por si lo necesitaba. Observó como Samuru salía volando, era una técnica que nunca había visto, y las alas que utilizaba tenían una tonalidad muy bonita, parece que el ronin era muy habilidoso.

Aquello significaba que él mismo podía ahorrarse el volar, todavía estaba algo cansado por el encuentro de antes, así que aprovecharía para ahorrar chakra realizando la búsqueda a pie. Se separó unos cuarenta metros en dirección directamente opuesta a la que había salido.



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Contrario a lo que podría esperarse, los dos compañeros parecían entenderse a la perfección. Con sutiles diferencias en cuanto a óptica y modos de ver la vida cada uno trabajaba a un ritmo distinto, pero el objetivo les mantenía encarrilados en la misma dirección metafórica. Ahora uno volaba y el otro iba a pie, y con un conteo de muertes positivo parecía que la situación tendía a alejarse de la calma.

Akio desde su posición poco ventajosa no conseguiría mucho. Si bien la vegetación de los alrededores no era la más densa si complicaba un poco la vigilia desde tierra, especialmente para plagas tan escurridizas como parecían serlo los cultistas. Algo tenían que tener los desgraciados si habían conseguido zafar luego de tantos asesinatos y secuestros.

Samuru, por el contrario, sería quien contaría con la suerte -mala o buena- de conseguir algo de lo que hilar luego de un rato de vuelo. A la lejanía y por pura fortuna, su ángulo de visión le permitiría ver entre los árboles lo que parecía ser la entrada a una cueva. Desde el suelo sería vista como un simple muro de piedra aparentemente natural, pero los vértices y ángulos de la piedra vista desde arriba denotaban que, al menos, manos humanas habían tenido que ver con su creación.

Prestando la suficiente atención, además, Samuru notaría la presencia de símbolos extraños pintados en las cercanías a la entrada. Y según se acercara más, tendría la certeza de haber dado con el objetivo.



— Se-señor. — Titubeaba con cierta mezcla entre respeto y timidez una voz. Frente a la entrada de aquella cueva había alguien parado, con el torso completamente descubierto y unos pantalones anchos. El sujeto tenía una expresión de severidad, y la dirigiría a quien le hablaba.

Quien se anunciaba con timidez era el cultista que había desaparecido de la posada, y llevaba cargada en su hombro a la chica raptada. La fémina parecía estar ilesa, pero inconsciente. El sujeto de mirada severa hizo un gesto afirmativo al entender la situación, y quien sostenía a la chica soltó un suspiro de alivio. Víctima del cansancio de llevar a cuestas un cuerpo inconsciente se recompuso como pudo y a pasos apresurados entró a la cueva.

El Ronin podría llegar a tiempo para ver al cultista entrar a la cueva con la chica raptada, pero sólo lo lograría si no se desviaba a avisarle a su compañero de la situación. Si, por el contrario, decidían optar por la ruta previamente planificada y usar el sello explosivo, alertarán a los cultistas. De cualquier modo, la suerte estaba echada. Y las holguras en el tiempo para actuar se volvían cada vez más escasas.

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Su reconocimiento aéreo en cuestión de tiempo daría resultados. El paisaje fue monótono, así que, cuando ante sus ojos apareció algo distinto, no fue complicado captar su atención. Su vuelo lo llevó en sa dirección y una vez llegó a una distancia prudente, pudo percatarse de símbolos peculiares en la tierra. — No hay que ser muy inteligente para creer que hay algo raro. — Y esto no tardaría en confirmarse al ver al hombre extraño con la mujer en el hombro. Estaba a punto de entrar a la cueva y dejarlo huir podía ser complejo. Según la información que dijo el tipo que asesinó minutos antes, la fémina raptada era el último sacrificio femenino que necesitaban.

Perdón, Akío, pero si la muchacha que debemos recuperar está ahí, alertar a esos tipos podría quitarle la vida. Espero puedas dar con este lugar. — La decisión fue tomada. Samuru no se arriesgaría a avisarle a su compañero. Un último sacrificio conseguido y no tenía información sobre cuánto tardarán en matar a toda la gente cautiva. Confiar en que le daría tiempo a salvar al objetivo era demasiado optimista y la mujer que le transmitió los conocimientos ninjas al de sombrero le dejó claro que la precaución era indispensable.

Descendió fuera de la cueva y se paró a un costado de la pared, impidiendo que se le pueda ver desde el interior. Para entonces el cultista con la fémina ya habían ingresado. Cauteloso intentó asomar su rostro y ver un poco hacía dentro. La noche y que sea una cueva no le ayudaba mucho, pero quizás algún detalle pueda ver que le sirva.

Recuerdo la apariencia de la hija del jefe. Lo siento por las otras, pero ella es mi prioridad. Esos tipos son tan locos que pueden hacer cualquier cosa. — Y claro, no olvidemos que hace muy poco uno de ellos se suicidó simplemente para complacer a su supuesto Dios. — Deberé ser rápido... y violento. — Todo decidido.

Para ir rápido, volvó a cinco metros de altura a la vez que realizó una secuencia de sellos manuales. El plan era simple. Al entrar, intentaría ubicar con la mirada a la hija de quien lo contrató e ir por ella de inmediato, exterminando a cualquier rarito que quiera intentar algo en contra de ella. Estaba listo para priorizar una vida por encima del resto. Así es el mundo actual, y debía aceptarlo. Algún día lo cambiará.
Contenido Oculto

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Durante el momento en el que se separaron, Akío miraba por encima de su hombro cada ciertos metros para comprobar que su compañero seguía ahí. No era fácil de ver, pero el peculiar color de su jutsu hacía que seguir su rastro fuese algo ligeramente posible. Se planteó el alzarse a volar también, pero con cuatro ojos en el aire podrían pasar por alto alguna zona terrestre oculta entre la maleza, así que siguió a pie.

Avanzaba con una mano dentro de su kimono, agarrando el mango del kunai al que había añadido un sello explosivo para avisar a Samuru, por si encontraba algo. Por aquella zona terrestre no había huellas ni señales de que hubieran traído a personas en contra de su voluntad. Donde encontraron a los primeros cultistas había trampas y marcas evidentes en el suelo, contando con que necesitarían un área considerablemente grande para meter dentro a los cultistas que iban a realizar el ritual y a los doce sacrificios, no parecía que si seguía en esa dirección fuese a encontrar nada relevante, así que se dio la vuelta para probar suerte en la diagonal paralela a la que su compañero había ido.

Mientras caminaba en aquél nuevo rumbo, por un momento dejó de ver la silueta de su compañero en la lejanía, aquello podía significar que se había alejado lo suficiente como para que la esfericidad de la tierra hiciera que verle fuese imposible, o que había descendido por algún motivo y no le podía avisar todavía. Ambas opciones eran dignas de consideración, así que decidió acercarse a un árbol cercano para saltar entre sus ramas y colgarse de la copa para tener una mejor visual del cielo.

Escrutó entre las nubes unos minutos en dirección a Samuru para ver si por un casual seguía volando, pero no encontró nada. - Vaya, quizás ha tenido que bajar al ver algo, debería ir a echar un vistazo… - Había recorrido medio camino sin éxito, así que al no ver a Samuru en el cielo decidió ir corriendo en su dirección por si hubiera encontrado algo y no estuviera en situación de hacer explotar un sello, cosa bastante poco discreta en la situación en la que se encontraban.


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Para cuando Samuru llegó a la entrada de la cueva ya estaba despejada. El cultista que servía de guardia estaba dentro, muy cerca de la entrada y vigilando que ningún indeseable entrase. El peliazul, tras asomarse, podría ver con dificultad y a lo lejos una especie de jaula con velas alrededor. Dentro, un grupo de chicas difícilmente reconocibles a la lejanía. A la recién raptada también la colocarían dentro de la jaula, cosa que vería Samuru.

Todo lo demás estaría demasiado oscuro o simplemente el ángulo de visión le impediría ver más. Al menos desde fuera. De poner un poco de atención, el eco de la cueva rebotaría un sombrío murmullo que se escucharía hasta en la entrada. Las palabras eran irreconocibles, pero la maldad podía palparse en cada tono.

Una vez entrase, el panorama sería un poco más claro. Lo primero que vería sería al cultista descamisado que guardaba la entrada desde dentro. Este vería al ninja y actuaría enseguida para detenerle, poniéndose en posición de combate. Alzaría las manos para simular sostener un arco con su flecha, que tras un segundo daría lugar a un arco y flecha que iluminarían levemente los alrededores del cultista. Tras 2 segundos dejaría escapar la flecha en dirección al intruso que, con algo de suerte, no vería reaccionaría a la ofensiva a tiempo.

Amanoyumi Shiro

Ya dentro de la cueva habría más espacio del que podría esperarse. La cúpula se extendía hasta los 10 metros en el punto más alto, con el tejado adornado de estalactitas. La extensión total de la cueva era difícil de discernir, y no parecían haber más entradas o salidas que la usada por el oriundo de las estrellas. En algunos puntos de la cueva habían charcos de agua, y en el centro se erigía un altar cuya cima estaba a 4 metros del suelo, rodeado de escaleras. El lugar estaba levemente alumbrado por velas, y además del guardia se podrían ver otros tres cultistas. Dos de ellos cerca de la jaula y uno más sobre el altar del centro.

— ¡UN INTRUSO! — Gritaría uno de los cultistas de la jaula una vez la flecha de luz haya salido del arquero. Enseguida, el cultista que estaba sobre el altar ejecutaría un sello y el suelo de la jaula se iluminaría con un color rojizo. Algo había comenzado, y debía detenerse pronto.



Akio haría lo posible por conseguir algo más de información tras ser dejado atrás. Tras subir al árbol notaría la trayectoria tomada por Samuru, por lo que podría seguirla sin problemas. Poco después él también vería la cueva a lo lejos, y sería decisión suya entrar o no. Para cuando él consiga la cueva, ya Samuru habría entrado y el combate habría iniciado. Era su completa decisión si aproximarse velozmente o esperar un poco más, pero no sabría que ya su compañero estaba en la boca del lobo.

OFF
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Desde su posición en el exterior de la cueva pudo ver la jaula en que se encontraban las mujeres cautivas, sumándose también la más reciente adquisición. Sin embargo, identificar a la mujer que debe devolverle a su padre le era imposible. Al menos, si había un gran grupo encerrado ahí, podía asumir que también estaba su objetivo. — Así no estaré obligado a dejar que sacrifiquen al resto. — Luego, todo se dio como estaba planeado.

Una vez ingresó a la cueva, solo tuvo que girar un poco el cuello para percatarse del individuo que le apuntaba. Una ligera sonrisa iluminó su rostro. En su mano diestra se creó una espada de relámpago de un metro de largo, la cual fue usada para bloquear la flecha. Lo normal sería que Samuru vaya a atacar a ese individuo, pero no podía perder el tiempo con quien estaba más lejos de la jaula. Su objetivo eran las féminas, todo lo demás eran estorbos. — Hay varios de ellos. Quizás me cuesta solucionar todo esto.

No se dio cuenta de que el hombre en el altar ocasionó la iluminación del piso de la celda, pero aquel color rojizo sí fue notorio ante sus ojos. La lógica siempre lo decía, rojo significa peligro en la gran mayoría de los casos. Por consiguiente, sacar a las mujeres de ahí era la prioridad. A gran velocidad se dirigió hacia el cultista ubicado en C14. Cuando estuvo a cinco metros, arrojó una bomba de humo a sus pies usando la mano libre, la zurda. La diestra aún tenía la espada relámpago y esta buscaría acertar en alguna parte de su pecho. Obviamente, por el humo, no sería capaz de apuntar específicamente a un punto de vital, pues no tiene superojos. La bomba fue usada más que nada para dificultar una defensa enemiga.

Como ya había memorizado el sitio con anterioridad, sin tener el mejor rango de visión hasta que se disipe el humo, buscaría escalar la celda hasta pararse por encima. Para cuando haga esto, la espada desaparecería para liberar sus manos y realizar nuevos sellos de mano. No podía limitarse estando solo contra tanta gente, ya que a estas alturas deconfiaba si Akío podría dar con su paradero.
Contenido Oculto

Su nueva posición era, entonces, D16, volando un metro por encima de la celda. Ahí podría ganarle la espalda a los dos guardianes de la celda, al que no atacó y al que sí, que tal vez quiera seguir peleando. Además, podría ver al resto. Necesitaba deshacerse de los peligros mínimos antes de sacar a las futuras sacrificadas, ya que no tenía sentido sacarlas y que los locos esos las maten. Ya se vio antes que sus formas de proceder son bastante radicales.

¿Qué sucederá una vez el humo se vaya y todos recuperen la visión al 100%? Muy pronto lo sabremos.

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Última modificación: 18-05-2023, 03:16 PM por Akío Homma.
Akío fue acercándose siguiendo el rastro de su compañero, apeándose de vez en cuando en alguna rama un poco alta para tener una perspectiva más amplia y no equivocarse en el rastro.

Llegó un momento donde pudo ver desde la lejanía la entrada a algo que parecía una cueva, a los alrededores no había nada más indicativo de que alguien hubiera pasado por ahí, así que probablemente hubiera entrado ahí, por la forma de la montaña que soportaba la cueva, su interior podía ser perfectamente lo suficientemente amplio como para albergar a todas las personas secuestradas, toda su vida viviendo en Iwagakure le permitía hacerse una ligera idea de las distintas cuevas y cavernas que se encontraba.

A una distancia prudencial del lugar, adoptó una pose sigilosa de perfil bajo, agachándose ligeramente para hacer el menor ruido posible, hasta ir acercándose hasta la entrada de la cueva.

Muon Satsujin Jutsu


Una vez logró acercarse, echó un vistazo a los alrededores para asegurarse de que no había nadie. Desde la puerta escuchó varias voces distintas, no lograba distinguir muy bien quien era quien, pero ya no le quedaba ninguna duda de que aquél era el sitio que había estado buscando, su compañero debía estar en el interior si, o si.

Desde la puerta parecía que la iluminación era algo tenue, así que realizó un único sello. Una bola de chakra se formó a sus espaldas, cuando estuvo completa, empezó a emitir luz como si fuera una lámpara.

Shussan bōru no Jutsu


Era una técnica elemental que prácticamente todo el mundo de su aldea conocía, permitía explorar las cavernas sin tener que llevar otra fuente de luz. Ahora bien, tampoco quería que le vieran nada más entrar por la luz, así que la colocó a la máxima distancia que podía de él, para no delatar su posición.

Se asomó un poco a la cueva para ver su interior, escuchó algún que otro grito, y creyó poder ver a su compañero en medio de la refriega, pero había humo, poca luz y mucha gente en distintos lugares.

Los guardias cercanos a la jaula parecían estar ocupados, y lo primero que captó su atención fue el siniestro altar que coronaba el centro de la sala, su aspecto era bastante extraño.

Sus ojos buscaron por toda la sala a su compañero, miró cerca de las jaulas que era donde se encontraba concentrado casi todo el revuelo, y supuso que aquello había sido obra suya.

No lograba ubicarlo con la precisión que le gustaría debido al humo y la baja visibilidad, así que no quería arriesgarse a lanzar un jutsu a ciegas y correr el riesgo de darle a su compañero, en lugar de eso se dedicó a intentar distraer al sectario que estaba en el centro del altar, quería avisarle de alguna manera y decirle que había llegado, pero prefirió no llamar la atención más de la cuenta.

Aprovechando todo el caos que Samuru había provocado, Akío hizo unos sellos de mano lo más rápido que pudo, mientras atravesaba por unos metros la entrada a la cueva, con la bola luminosa a su espalda.

Cuando estuvo en posición, levantó la mano derecha en dirección al altar, y unos trocitos de papel afilados y cargados de chakra empezaron a llover sobre la zona. No sabía qué efecto iba a tener aquello en el hombre , pero esperaba por lo menos distraerle.

Amerigami



Resumen

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En un abrir y cerrar de ojos toda la situación se volvía hacia el desastre.Los cuatro presentes del bando cultista esperaban intrusos, pero no tan pronto y con tanta violencia. Samuru entró a la cueva y se deshizo de la flecha que atentaba contra su integridad con un movimiento preciso, y decidió ignorar a su atacante para ir en pro a su verdadero objetivo; rescatar a la damisela en apuros.

En una maniobra también logró asestar un golpe mortal a uno de los dos cultistas encargados de proteger la jaula. Todo el espacio alrededor de la estructura de metal estaba iluminado con un tono rojizo que permitía ver sin tener que esforzar mucho la vista, pero ahora en parte el humo entorpecía tal tarea. Sin saberlo, el cultista tomado por sorpresa se desplomaría al recibir la estocada de rayos en el estómago. El otro cultista estaba expectante al escuchar el grito gutural del primero, pero no podía hacer mucho por el humo.

Sobre el altar seguía postrado el cultista de apariencia más vieja. Para el momento que Samuru lanzó la bomba de humo y entorpeció la visión de la jaula, ejecutaría un único sello y se concentraría por un instante. A partir de aquí toda la cueva se iluminaría para él, pero solo donde hubiesen seres vivos que emitiesen calor. Con tal técnica pudo ver la aproximación de Akio, pero ya era tarde. Una lluvia de papeles afilados como agujas lloverían desde el tejado de la cueva y dañarían al pobre desgraciado que trataría de cubrirse el rostro con los brazos. — ¡HUJI! ¡LA PUTA MADRE! ¡Hay otro en la entrada! ¡Encargate! — Mientras gritaba trataría de salir de la zona de impacto corriendo hacia el otro extremo del altar y bajando. Con algo de suerte, nadie lo vería y lograría escabullirse.

Hebi no Okurimono


Una vez en el suelo empezaría a correr hacia G15 y extendería su propio chakra hacia todo el rango posible, cubriendo al cultista que seguía con vida y, más importante; a Samuru. — Solo tengo que retrasarlos… — Murmuró, para luego hacer sellos. Ambos objetivos verían caer pétalos y sus ganas de luchar se perderían en la oscuridad de la cueva.

expansión - Sasayakigoe



El Yoichi por su parte, luego de lanzar la flecha a Samuru y que esta resultase repelida chistó los dientes para buscar perseguir al peliazul. Pero el otro sería más rápido y alcanzaría al cultista que estaba cerca de la jaula. El avance del Yoichi se vería interrumpido por el grito del cultista del altar indicándole que había otro intruso cerca de la puerta, a lo que el arquero giraría de inmediato. A lo lejos, un sujeto con una bola de luz iluminando su espalda.

Estando en B5 el arquero ejecutaría una rápida sucesión de sellos de manos y un dragón eléctrico saldría desde su posición en busca de Akio. Con algo de suerte lograría tomarlo por sorpresa. Una vez la bestia partiera alzaría los brazos para preparar su arco con una flecha brillante que sostendría y dispararía en caso de que el ninja de papel se mostrase indefenso.

Rairyuu no Tatsumaki


OFF
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Última modificación: 23-05-2023, 04:36 PM por Akío Homma.
Parece que por fin habían dado con su presencia, a medida que el humo se iba disipando podía ver mejor en qué estado se encontraba su compañero, parecía que por el momento no estaba teniendo problemas, no obstante quería apresurarse para ayudar a liberar a las mujeres cautivas.

- ¡Samuru! ¿Ves algo, como están las chicas? - Preguntó al aire. No creía que pudiera responderle, desde su posición no lograba ver con claridad cómo se encontraban las secuestradas.

Aun así, se tuvo que concentrar en su propio rival antes de poder prestar ayuda a los demás, su técnica sobre el altar parece que había surtido efecto, y el cultista que estaba sobre él tuvo que bajar herido, en cuanto empezó a bajar deshizo la técnica, y se fijó en el cultista que ahora iba a tener delante, parece que sus objetivos se habían intercambiado posiciones, mientras la bolita de luz que había estado a su espalda anteriormente, avanzaba unos metros pasando por encima suya, como si se tratara de un candil flotante.

Un ruido familiar le alertó, cuando se fijó en que el yoichi había decidido cambiar de objetivo, entonces, Akío hizo lo mismo, dejó de fijarse en el que había sido el cultista del altar, para dedicar toda su atención al yoichi. Pudo ver cómo se formaba otro dragón eléctrico.

- ¿Otra vez ésta técnica? - Pensó.

Había podido comprobar que su velocidad para ejecutar sellos era ligeramente más rápida que la de su rival, no por mucho, sin embargo aquél segundo de más que podría llegar a ganar, quizás marcaría la diferencia a la hora de poder ejecutar su técnica antes de que el dragón rival le alcanzara. Se puso en marcha nada más pudo ver el chakra amarillo azulado condensarse en el aire alrededor del cultista, retrocedió unos pasos hacia la entrada mientras hacía sus propios sellos, tenía algo de soltura ya utilizando esa técnica, así que no le resulto difícil afianzar las piernas en su nueva posición mientras terminaba los sellos. En cuanto lo hizo, un dragón muy parecido al de su rival apareció para ir en la misma dirección que el otro, solo que este apareció de la propia humedad de la cueva mezclada con su propio chakra.

Suiryuudan no Jutsu


Este dragón no precisaba mantener el sello mientras se ejecutaba la técnica, por lo que no tenía que estar pendiente de eso, simplemente iría en línea recta hasta chocar con el dragón contrario, había decidido utilizarlo así para poder hacer uso de la bola de chakra luminoso que ahora se encontraba ligeramente por encima de él, la bola se acercó todo lo que pudo al cultista por el aire, mientras Akío, detrás de su dragón de agua hizo un único sello con la mano izquierda para activar otra técnica.

- Dudo que este Yoichi sea más hábil que él… - Pensó Akío. Su maestro en Iwa había sido un Yoichi jonnin de Suna que ahora era un renegado.

Cuando hizo el sello, la bola de luz se comprimió hasta implosionar en un estallido de luz cegadora, dejando unas bonitas partículas de chakra brillantes por la zona que daban un tono peculiar a la estancia que se había visto afectada por la explosión.

Hikari no bakuhatsu


Después del estallido, levantó una de sus manos a una altura algo por encima de la cadera, donde una tímida cantidad de papeles comenzaron a salir y a arremolinarse alrededor de su brazo.




Resumen

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Para comenzar, los sellos hechos luego de la bomba de humo fueron efectuados. Una capa similar a una armadura rodeó su cuerpo. Esto significaba que estaba listo para combatir en serio. Sin embargo, no podría activar el modo carry de inmediato. Cuando el humo se disipó, pudo ver varias cosas. Akío llegó al terreno de combate. El tipo que fue atravesado por su raiton fue a acompañar a los otros dos cultistas que murieron en el bosque. Otro tipo estaba herido, probablemente por un ataque del de Iwa, aunque tampoco descartaba que se hiriera a sí mismo. Sí, después del tipo que se suicidó, se esperaba cualquier cosa.

¿Hmm? ¿Qué son estas cosas? — Pétalos. De la nada comenzaron a caer y su cuerpo se relajó. Las intenciones que tenía de pelear y deshacerse rápido de los locos súbditos de Jashin para rescatar a las mujeres, desaparecieron. Toda esa adrenalina y determinación se esfumaron de un momento a otro. Sin embargo, una técnica de ese nivel no sería suficiente para sacarlo de la ecuación. Debido a su posición, apreciar las técnicas usadas por su aliado el oponente le permitirían darse cuenta, o recordar más bien que el descanso no era una opción. — Puedo moverme. No estoy paralizado... — Por lo que no tenía pinta de ser ninjutsu. La opción que quedaba era un genjutsu, por lo que tomó la decisión de realizar un único sello de mano y ejecutar Kai.

Efectivamente, el de sombrero regresó a la acción. Debido al leve tiempo perdido por la técnica rival, no pudo percatarse de la muerte de una de las mujeres cautivas. Sí pudo escuchar y entender que algo sucedió. Es lógico que el resto de las féminas reaccionen con horror al fallecimiento de una de ellas, ya que deberían entender que en cualquier momento podía caer otra.

Por ahora, Samuru ignoró al tipo que cubría la celda. Considerando que Akío estaba con el de la puerta y el restante era uno que estaba cerca del altar, este podría ser, por las pocas pistas obtenidas, uno a tener en cuenta. — Veamos qué tienes. — Ni siquiera una secuencia de sellos manuales fue necesaria. Un simple ademán con el brazo derecho y una ventisca de aire cortante fue disparada directamente hacia Noboyuki. Ese jutsu tendía a ser uno de baja categoría, pero podríamos decir que Samuru se ha especializado en él, consiguiendo que su potencia llegue a ser una mucho mayor. Se esforzó en transformar en grande lo pequeño.

Luego de su primera y veloz ofensiva, la zurda desenvainaría una Wakizashi que llevaba consigo, la cual usó con anterioridad en el bosque. Esta arma sería usada con el guardia que quedaba. Desconocía si este estaba de frente o de espalda a él luego de la bomba de humo, pero la idea fue enterrar dicha herramienta en él y sacarlo del combate. Mientras menos estorbos haya, mejor. Además, si conseguía deshacerse de él, estaría cerca de liberar a las prisioneras. Solo quedaría encargarse del tipo de los genjutsu. F14 sería la última posición de nuestro protagonista, considerando que aquí está su último intento de víctima. La idea es que la presa final sea Noboyuki, a quien vigila dentro de su rango de visión. 

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Entre la humedad y el olor a sangre el escenario empezaba a volverse más grotesco de lo que cualquiera de los implicados parecía señalar. Los violentos movimientos de los únicos dos cultistas que parecían tener la habilidad suficiente para hacerle frente a los dos recién llegados eran hábiles, pero no del todo coordinados. Sus planes de contingencia incluían algún que otro percance, si, pero ni en sus expectativas más pesimistas esperaban enfrentar a dos ninjas como el de Iwa y el de las estrellas.

El primero en notar el desbalance de poder fue Noboyuki. Sus intentos por detener al peliazul fueron tan fútiles como el supuestamente infalible plan que tenía para salirse con la suya. Sin embargo, y pensando que las cosas se decantarían a su favor tras sumir al objetivo en su técnica, concentró chakra por un par de segundos y con un sello de manos curaría parte de sus heridas, dejando el equivalente a una piel de serpiente detrás.

Koya Kahi

Pero, para el momento que su curación finalizaba, Samuru había salido de la ilusión y se disponía a atacar. — Mierd… — Murmuró mientras veía la corriente de aire ir hacia él. La velocidad de la técnica y la disposición del objetivo hacían que fuese prácticamente imposible reaccionar a ella, y el pobre viejo recibió los cortes mientras intentaba cubrirse el rostro con los antebrazos buscando aminorar instintivamente el daño.

Cuando alcanzó a alzar la mirada tras sentir los cortes sobre su piel notó al bendito por las estrellas acabar con la vida del otro cultista. Parte de la culpa la tenía el mismo Noboyuki, quien había sumido al pobre diablo en el mismo genjutsu que a Samuru y hasta el impacto de la técnica del peliazul se mantenía bajo tal efecto. Consiguió salir de la ilusión solo para ser asesinado al instante.

En ese preciso instante el pánico iluminó su rostro en aquella cueva oscura, sintiendo por primera vez que la bendición de su Dios estaba al alcance de su mano pero si la estiraba terminaría perdiéndola. Giró el cuerpo con presteza y tras ubicar un tramo que le permitiese escapar concentró chakra para desaparecer en un instante. Si lograba llegar a un punto lejano (Tentativamente L10) se ocultaría tras el altar esperando pasar desapercibido. Mientras tanto, el ritual seguía su paso y otras cuatro mujeres habrían muerto.

Shunshin no Jutsu



El Yoichi que había dedicado su atención a Akío había lanzado su ofensiva y, tras esta, preparaba su arco para disparar de nuevo. No contaba, sin embargo, con la contraofensiva del chico. El dragón de agua, aunque de similares capacidades, estaba hecho con mayor potencia y maestría, para terminar engullendo a su similar de rayos. El daño resultante llegaría al Yoichi como una corriente de chakra que le hizo fruncir el ceño pero estaba lejos de hacerlo trastabillar siquiera.

Con la flecha formada ya y al ver el sello de manos de Akío, dispararía de inmediato para intentar tomarle por sorpresa. La flecha partiría al tiempo que la bola luminosa estallaría. El Yoichi quedaría cegado, pero su ofensiva ya había sido dirigida y con la esperanza de alcanzar al contrario.

Amanoyumi Shiro
Chāji Shotto

— ¡Desgraciado! — Gritaría el cultista mientras se cubría los ojos con una mano y empezaba a alejarse por instinto, chocando contra la pared entre A6 y B6.

OFF
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Akío pudo ver como su rival cultista se llegó a cegar, aunque en ese mismo instante pudo ver como una flecha de chakra disparada por el arco del yoichi iba en su dirección. Todavía no sabía nada de las chicas que habían venido a salvar, toda aquella parte de la cueva estaba algo lejos, y el revuelo que había formado su compañero le impedía ver el desenlace en aquella zona.

Tras el destello de su bola de luz, desvió su chakra a sus pies para saltar verticalmente sin necesidad de hacer ningún sello, por lo que sabía de los yoichi, era poco probable que aquella flecha pudiera desviar su trayectoria en pleno lanzamiento, por lo que solo tendría que esquivar en un plano, es decir, saltando por ejemplo, parecía que había tardado un segundo más de lo normal en descargar aquella flecha, probablemente imbuyéndola de mas chakra, había que aprovechar cada segundo. Mantuvo la postura de su mano que había levantado tras lanzar el dragón, en la que se fueron arremolinando y formando varios papeles a medida que se elevaba en el aire.

Dasshutsu suru


Cuando saltó, la flecha quedó a sus pies, y pudo ver al cultista cegado con su espalda rozando la pared, tenía un tiro limpio desde el aire, los papeles que se fueron juntando durante el salto, dieron lugar a una lanza muy afilada, de nuevo, sin tampoco necesitar ningún sello, la lanzó con fuera en dirección al torso del cultista, esperando acertarle y que esta se clavara un poco en la roca para entorpecer su movimiento.

Tenshi no Fukuin


Una vez en el suelo, se preparó para contratacar en caso de ser necesario, mientras echaba un vistazo al resto de la cueva para ver si podía averiguar algo sobre Samuru.

Resumen

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Samuru se apuntó contra baja. Su Wakizashi quedó manchada de sangre, producto de haberse encargado de tres cultistas en total. Sin duda deberá limpiar su herramienta una vez toda la misión termine. Sin embargo, aún era pronto para relajarse. Por lo pronto, envainó de nuevo el filo.  Ahora, se pudo ver que su técnica de viento fue efectiva, pero no fue suficiente para exterminar al tipo que quedaba. Inclusive logró escapar, ocultándose en algún sitio donde el de sombrero no podía verlo. Al sin aldea le preocupaba, obvio, pero no jugaría a la escondidas en ese momento. Podía tardar mucho tiempo y tiempo es lo que menos tenía.

No queda de otra. Deberé arriesgarme a intentar sacar a las mujeres de aquí. — Su puño derecho concentró chakra, preparando una técnica que en rara ocasión utiliza ya que no es de su estilo. Gracias a ella, su fuerza bruta aumentó de forma notoria. La forma de uso fue simple, dio un fuerte golpe contra los barrotes de la celda buscando romperla y así crear una salida para las féminas que se mantenían con vida. De inmediato se concentró en verlas para reconocer a la hija del contratista y, lamentablemente, apareció ante sus ojos de una forma que no quería. — Mierda.

¡Akío! ¡Cúbreme! — Tomó el cadáver de la susodicha y comenzó volar a un metro de altura por la fila D. No iba a máxima velocidad, pues aunque no le importaba dejar morir al resto, no quiso dejar ver tan públicamente esto y quiso seguir manteniendo una imagen “buena”. Su mirada iba hacia la parte inferior del mapa, ya que desde ahí es donde podía aparecer el tipo que se mantenía oculto. En caso de su espalda, esperaba que su compañero fuera capaz de ayudarlo como le pidió.

Obviamente con un cuerpo en sus manos no sería capaz de hacer mucho, pero tenía uno que otro truco bajo la manga que podía ayudarle a llegar a la salida y no tener bajas. Le preocupaba el gasto de chakra, sobre todo, considerando que una de sus técnicas no podría ser mantenida por mucho más tiempo. Esto quedaba en evidencia también con la caída de unas cuantas gotas de sudor por su frente, en señal de cansancio.

Si logramos salir, podré encargarme fácilmente de ellos, pero necesito espacio. — Le habló en voz alta a su compañero. Si utilizaba sus mejores ataques en la cueva, el cadáver que debía llevar con quien lo contrató podía ser destruido. Siempre le ha molestado combatir en lugares cerrados, al menos cuando debe hacerlo en serio. En cierto aspecto, se sentía limitado.

Y así es esta escena, no tiene más. Samuru buscará salir de la cueva ayudado por el de Iwagakure. ¿Lo logrará?

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