Última modificación: 07-06-2023, 07:54 AM por Shiva.
El día de celebración no tardaría mucho en llegar a su fin, todos los huevos habían sido cazados prácticamente y si quedaba alguno esparcido por la aldea ya se trataba de uno del grupo de huevos tan jodidamente escondidos que aparecerán al tiempo de forma accidental tras semanas de la festividad, porque fueron tan bien escondidos que ni los que los pusieron se acuerdan de donde los pusieron.
Ya no es que Shiva y Rudra aspiraran a ganar, pero sin duda buscarían rascar la más mínima posibilidad de ello, aunque solo fuera por diversión. Aunque en la cabeza de Shiva “Siempre podremos revender todos los que consigamos a esos que se quedaran cerca de ganar la competencia pero les faltaran unos pocos para coronarse, podemos llegar a sacar un gran precio por cada uno, Hehehe” Siempre con planes algo retorcidos en la cabeza, al contrario de su tierna hermana que si buscaba participar en el evento de una forma lúdica y festiva.
Y como se realizaría dicha jugada? La respuesta es sencilla y de las favoritas de Shiva. Con apuestas. La chica había reunido a un grupo de gente en un bar que al igual que ella habían reunido algunos huevos pero no tenían gran cosa que hacer con ellos. La premisa era fácil, apuestas en huevos y cada huevo tenia un valor al apostarse de mil ryos. De esta forma aunque se ponían los huevos misteriosos sobre la mesa, había también un valor monetario en ellos para fomentar que se apostaran en grandes cantidades.
El juego seria con dados, en la mesa se colocaría un huevo como apuesta mínima, tras lo cual dentro de unas cestas de paja trenzada se agitarían 3 dados por participante, todos colocarían al mismo tiempo la cesta con los dados boca abajo en el centro de la mesa. Entonces vendría el momento en que por orden dirían cuantas veces se repite alguna cifra entre todos los dados. Tras el turno de una persona se podía aumentar la cifra dicha por el anterior o levantar la cesta revelando los dados para confirmar las cifras. Si la cifra entre los dados era falsa ese jugador pierde y se retira habiendo perdido su apuesta, si era autentica ganaba y se llevaba toda la apuesta. Se trataba de un intrincado juego en el que había que estimar bien cuanto subir y cuanto plantarse, la ventaja parecía tenerla el apostador al revelar la primera cifra primero, pero se arriesgaba a perder también en el primer movimiento.
Al juego se sentaron un total de cinco personas. Cada uno puso su apuesta sobre la mesa, contando a Shiva eran un total de seis. Es decir que en la mesa había seis mil ryos de apuesta, no parecía una barbaridad pero sin duda a muchos les garantizaría una buena bebida aquella noche de festividad. Las cestas con los dados fueron agitadas y colocadas en el centro de la mesa. Eran un total de 18 dados entre todos, con 6 posibles números por dado, eran muchos pero al mismo tiempo muy poco.
El turno inicial era de Shiva que marcaría la tendencia con – Cuatro Unos – El numero uno había sido fijado, la apuesta mínima cuatro, el siguiente a ella podía levantarlo para comprobar si por lo menos había esa cantidad o había menos y hacer perder a Shiva, pero él siguió el juego – Cinco Unos – El siguiente a él tampoco dudo en su resolución – Seis Unos – Pero ahora ya la cosa cambiaba, decir que un tercio de los dados era un uno era muy arriesgado y en efecto el cuarto jugador alzo los vasos revelando que había apenas tres unos, así que jugador eliminado y uno menos sobre la mesa.
Los cinco restantes volvieron a agitar sus dados y colocar las cestas boca abajo en ese momento Shiva como cabeza de mesa proclamo – Cinco Unos – Una locura, una absoluta demencia, abría con una cifra más alta aun que antes, cuando había tres dados menos en la mesa. Evidentemente el siguiente jugador no iba a subir esa loca apuesta, así que levanto las cestas revelando la cifra exacta de cinco unos. Victoria directa para Shiva por haber acertado la cifra, con lo cual se llevaba los cinco huevos que habían apostado los demás y era cinco mil ryos más rica.
No es que fueran los mayores beneficios de la historia, pero eran suficientes, por lo menos en ese local, puesto que no eran del todo limpios aquellos beneficios. La dura realidad era que había hecho trampas, los dados eran en realidad fabricados con la arcilla que ella misma había moldeado con chakra, lo cual les da el color y textura perfectos para que parezcan dados y como cada persona manipula su cesta y la coloca ella dan la falsa sensación de que no son manipulados. Lo de los mil ryos también iba con esa intención, era una cifra adecuada, ni muy alta como para que la gente no quisiera intentarlo, ni muy baja como para que no tuviera interés, pero al mismo tiempo era una cifra por la cual perder no suscitaría mucha violencia o enfado que podían derribar en descubrir el truco de la joven.
Pero ella era consciente de que no podría jugar mucho con ese truco, puesto que si abusaba en el mismo lugar de ello acabarían por descubrir que en realidad estaban trucados. Pero bueno, eso a estas alturas daba igual, ahora tocaba pensar en que hacer con los huevos, entre los que reunió ella y los de su hermana no creía poder hacer mucho, pero se podían vender.
Ya no es que Shiva y Rudra aspiraran a ganar, pero sin duda buscarían rascar la más mínima posibilidad de ello, aunque solo fuera por diversión. Aunque en la cabeza de Shiva “Siempre podremos revender todos los que consigamos a esos que se quedaran cerca de ganar la competencia pero les faltaran unos pocos para coronarse, podemos llegar a sacar un gran precio por cada uno, Hehehe” Siempre con planes algo retorcidos en la cabeza, al contrario de su tierna hermana que si buscaba participar en el evento de una forma lúdica y festiva.
Y como se realizaría dicha jugada? La respuesta es sencilla y de las favoritas de Shiva. Con apuestas. La chica había reunido a un grupo de gente en un bar que al igual que ella habían reunido algunos huevos pero no tenían gran cosa que hacer con ellos. La premisa era fácil, apuestas en huevos y cada huevo tenia un valor al apostarse de mil ryos. De esta forma aunque se ponían los huevos misteriosos sobre la mesa, había también un valor monetario en ellos para fomentar que se apostaran en grandes cantidades.
El juego seria con dados, en la mesa se colocaría un huevo como apuesta mínima, tras lo cual dentro de unas cestas de paja trenzada se agitarían 3 dados por participante, todos colocarían al mismo tiempo la cesta con los dados boca abajo en el centro de la mesa. Entonces vendría el momento en que por orden dirían cuantas veces se repite alguna cifra entre todos los dados. Tras el turno de una persona se podía aumentar la cifra dicha por el anterior o levantar la cesta revelando los dados para confirmar las cifras. Si la cifra entre los dados era falsa ese jugador pierde y se retira habiendo perdido su apuesta, si era autentica ganaba y se llevaba toda la apuesta. Se trataba de un intrincado juego en el que había que estimar bien cuanto subir y cuanto plantarse, la ventaja parecía tenerla el apostador al revelar la primera cifra primero, pero se arriesgaba a perder también en el primer movimiento.
Al juego se sentaron un total de cinco personas. Cada uno puso su apuesta sobre la mesa, contando a Shiva eran un total de seis. Es decir que en la mesa había seis mil ryos de apuesta, no parecía una barbaridad pero sin duda a muchos les garantizaría una buena bebida aquella noche de festividad. Las cestas con los dados fueron agitadas y colocadas en el centro de la mesa. Eran un total de 18 dados entre todos, con 6 posibles números por dado, eran muchos pero al mismo tiempo muy poco.
El turno inicial era de Shiva que marcaría la tendencia con – Cuatro Unos – El numero uno había sido fijado, la apuesta mínima cuatro, el siguiente a ella podía levantarlo para comprobar si por lo menos había esa cantidad o había menos y hacer perder a Shiva, pero él siguió el juego – Cinco Unos – El siguiente a él tampoco dudo en su resolución – Seis Unos – Pero ahora ya la cosa cambiaba, decir que un tercio de los dados era un uno era muy arriesgado y en efecto el cuarto jugador alzo los vasos revelando que había apenas tres unos, así que jugador eliminado y uno menos sobre la mesa.
Los cinco restantes volvieron a agitar sus dados y colocar las cestas boca abajo en ese momento Shiva como cabeza de mesa proclamo – Cinco Unos – Una locura, una absoluta demencia, abría con una cifra más alta aun que antes, cuando había tres dados menos en la mesa. Evidentemente el siguiente jugador no iba a subir esa loca apuesta, así que levanto las cestas revelando la cifra exacta de cinco unos. Victoria directa para Shiva por haber acertado la cifra, con lo cual se llevaba los cinco huevos que habían apostado los demás y era cinco mil ryos más rica.
No es que fueran los mayores beneficios de la historia, pero eran suficientes, por lo menos en ese local, puesto que no eran del todo limpios aquellos beneficios. La dura realidad era que había hecho trampas, los dados eran en realidad fabricados con la arcilla que ella misma había moldeado con chakra, lo cual les da el color y textura perfectos para que parezcan dados y como cada persona manipula su cesta y la coloca ella dan la falsa sensación de que no son manipulados. Lo de los mil ryos también iba con esa intención, era una cifra adecuada, ni muy alta como para que la gente no quisiera intentarlo, ni muy baja como para que no tuviera interés, pero al mismo tiempo era una cifra por la cual perder no suscitaría mucha violencia o enfado que podían derribar en descubrir el truco de la joven.
Pero ella era consciente de que no podría jugar mucho con ese truco, puesto que si abusaba en el mismo lugar de ello acabarían por descubrir que en realidad estaban trucados. Pero bueno, eso a estas alturas daba igual, ahora tocaba pensar en que hacer con los huevos, entre los que reunió ella y los de su hermana no creía poder hacer mucho, pero se podían vender.