Estaba emocionado. La reunión anual de mangakas y empresas de ánime a nivel mundial sería este año en Konoha. Por meses estuve esperando este momento, y llegué a un gran edificio en el centro de la aldea, donde normalmente se llevaban a cabo exposiciones y eventos de todo tipo.
A su alrededor, enormes edificios comerciales, casualmente junto a ellos estaba otro edificio lleno de material "otaku".
Acompañado de algunos "sirvientes de tinta", con formas de personajes que había escrito. Yo mismo, con un henge no jutsu, parecía un estereotipo ninja pero con aspectos fantásticos, mientras cargaba un portafolio con varias copias de mis trabajos.
No sólo eran mangas, sino también ideas de dibujos animados variados, como la rata Michael, el perro Neptuno, el búho loco, etc. Todo para evadir derechos de autor, como es sabido.
Mientras estuve en el orfanato durante mis primeros años de vida, los dibujos animados fueron mi escape a la realidad. Mi fantasía crecía y crecía, y gracias al arte heredado por mis padres de utilizar los pergaminos y la tinta de chakra, podía hacer realidad mis sueños aunque fuera parcialmente.
Mis sueños, mi capacidad de dibujo y la inmensa capacidad de dibujar cosas complejas rápidamente, cosas que llevaría a otro mangaka horas o días, me permitieron crear varias historias que ahora iba a vender y a ofrecer a las empresas para llevar a cabo la animación.
Adentro, varias personas estaban disfrazadas de personajes, muchos de ellos vendían sus propias obras, impresas en sus casas con la calidad que podían costear, la cual era casi siempre decente. Para mi suerte, la máquina de tinta y la imprenta que construí me permitieron crear múltiples copias, aunque no las iba a vender al público.
Llegué a la zona en donde, en varias mesas, varios productores revisaban los mangas y los dibujos que les presentaba la gente, decidiendo si podían ser candidatos a publicar e, incluso, a animar. Varios eran rechazados, deshaciéndose de filas enteras en pocos minutos, sin decir mucho respecto a la crítica.
En cuanto me vieron llegar con mis sirvientes de tinta, caricaturas "vivientes" y mi aspecto, uno alzó una ceja. Le pareció prudente dejarme pasar para analizar mis obras. Otros productores junto a el también recibieron una copia, y fue la única obra que se quedaron leyendo por varios minutos.
-¿Como te llamas, muchacho?- me cuestionó el sujeto, el cual vestía con traje azul y lentes negros circulares pequeños.
-Nagato Emaki- le respondí. Él simplemente asintió con la cabeza, pero uno de sus compañeros, un hombre de unos sesenta años, rapado, vestido con traje y lentes redondos grandes, alzó su cabeza al oír mi nombre y alzó una ceja. Parecía que ese nombre le hizo sonar algo en su cabeza.
-¿Que les parece, chicos?- dijo el sujeto de lentes negros pequeños, viendo a los otros sujetos. Los otros sujetos asintieron con la cabeza, aunque ese sujeto tardó un poco en dar su visto bueno.
-Felicidades, chico. Publicaremos tus obras. Necesitaremos un volumen completo que se publicará este verano, y si las ventas resultan satisfacer las espectativas del semestre, haremos la animación- me dijo el señor. Agradecí, sonriendo, enseñándole el resto de obras que había escrito.
-Seguro son buenas. Podríamos publicar algunas más adelante, veremos como resulta primero la obra principal- dijo el productor. Otros autores me veían con recelo y celos, pues sus obras eran rechazadas en su mayoría.
Estaba feliz, agradecí otra vez y me dirigí a otro miembro del staff para dar mis datos y firmar documentos. Sin embargo, ese sujeto rapado seguía mirándome de vez en cuando, como si supiera algo de mí. Quizás "Emaki" le sonaba de algo, sería bueno interrogarlo más tarde. Por ahora, disfrutaría de mi sueño de publicar mis obras.
A su alrededor, enormes edificios comerciales, casualmente junto a ellos estaba otro edificio lleno de material "otaku".
Acompañado de algunos "sirvientes de tinta", con formas de personajes que había escrito. Yo mismo, con un henge no jutsu, parecía un estereotipo ninja pero con aspectos fantásticos, mientras cargaba un portafolio con varias copias de mis trabajos.
No sólo eran mangas, sino también ideas de dibujos animados variados, como la rata Michael, el perro Neptuno, el búho loco, etc. Todo para evadir derechos de autor, como es sabido.
Mientras estuve en el orfanato durante mis primeros años de vida, los dibujos animados fueron mi escape a la realidad. Mi fantasía crecía y crecía, y gracias al arte heredado por mis padres de utilizar los pergaminos y la tinta de chakra, podía hacer realidad mis sueños aunque fuera parcialmente.
Mis sueños, mi capacidad de dibujo y la inmensa capacidad de dibujar cosas complejas rápidamente, cosas que llevaría a otro mangaka horas o días, me permitieron crear varias historias que ahora iba a vender y a ofrecer a las empresas para llevar a cabo la animación.
Adentro, varias personas estaban disfrazadas de personajes, muchos de ellos vendían sus propias obras, impresas en sus casas con la calidad que podían costear, la cual era casi siempre decente. Para mi suerte, la máquina de tinta y la imprenta que construí me permitieron crear múltiples copias, aunque no las iba a vender al público.
Llegué a la zona en donde, en varias mesas, varios productores revisaban los mangas y los dibujos que les presentaba la gente, decidiendo si podían ser candidatos a publicar e, incluso, a animar. Varios eran rechazados, deshaciéndose de filas enteras en pocos minutos, sin decir mucho respecto a la crítica.
En cuanto me vieron llegar con mis sirvientes de tinta, caricaturas "vivientes" y mi aspecto, uno alzó una ceja. Le pareció prudente dejarme pasar para analizar mis obras. Otros productores junto a el también recibieron una copia, y fue la única obra que se quedaron leyendo por varios minutos.
-¿Como te llamas, muchacho?- me cuestionó el sujeto, el cual vestía con traje azul y lentes negros circulares pequeños.
-Nagato Emaki- le respondí. Él simplemente asintió con la cabeza, pero uno de sus compañeros, un hombre de unos sesenta años, rapado, vestido con traje y lentes redondos grandes, alzó su cabeza al oír mi nombre y alzó una ceja. Parecía que ese nombre le hizo sonar algo en su cabeza.
-¿Que les parece, chicos?- dijo el sujeto de lentes negros pequeños, viendo a los otros sujetos. Los otros sujetos asintieron con la cabeza, aunque ese sujeto tardó un poco en dar su visto bueno.
-Felicidades, chico. Publicaremos tus obras. Necesitaremos un volumen completo que se publicará este verano, y si las ventas resultan satisfacer las espectativas del semestre, haremos la animación- me dijo el señor. Agradecí, sonriendo, enseñándole el resto de obras que había escrito.
-Seguro son buenas. Podríamos publicar algunas más adelante, veremos como resulta primero la obra principal- dijo el productor. Otros autores me veían con recelo y celos, pues sus obras eran rechazadas en su mayoría.
Estaba feliz, agradecí otra vez y me dirigí a otro miembro del staff para dar mis datos y firmar documentos. Sin embargo, ese sujeto rapado seguía mirándome de vez en cuando, como si supiera algo de mí. Quizás "Emaki" le sonaba de algo, sería bueno interrogarlo más tarde. Por ahora, disfrutaría de mi sueño de publicar mis obras.