Benji And the Ink Machine [Monotema]
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La misión había acabado y reportado los resultados a los oficiales. Todo estaba bien, pero tenía aún esa inquietud en mi mente. Tras revisar la copia de aquel librucho que saqué, me dirigí hacia la "Casa de papel", a las afueras del bosque de Sakura. Se trataba de un antiguo palacio, residencia de un gran artista, quien falleció hace años. Tiempo después, fue rescatado por familia de ese artista, volviéndolo una escuela de arte hasta que un incendio lo consumió todo. Varios artistas murieron, y casi todas las obras se perdieron. 

Según Shin Emaki, la máquina de tinta original se encontraba en ese lugar. Llegué a ese lugar tras un tiempo de búsqueda, deteniéndome por ratos para descansar, tomar agua y comer, hasta lograr visualizar la enorme residencia quemada. Tenía un gran jardín, ahora lleno de hierba, y sus paredes, escalinatas de piedra y tejados se veían negros y dañados por el fuego y el tiempo.

Ingresé a ese lugar, mirando a todos lados. El piso de madera estaba dañado y ennegrecido. Obras de arte apenas visibles, muchas pinturas irreconocibles y otras formas de arte destruídas. La forma en que el fuego había atacado me hacía pensar que fue provocado.

Sentía que alguien me observaba, y, en algún momento, el crujido de la madera me hizo girarme rápidamente, lanzando un kunai en esa dirección. Una sombra negra, amorfa, se filtró dentro de la misma pared, aprovechando las grietas en la madera a causa del fuego y el tiempo.

-¿Que es eso?- me cuestioné, volviendo a tomar mis kunai. Me acerqué a la pared, analizando el muro por el cual apareció la sombra, notando un olor vegetal. Busqué el modo de llegar a la otra habitación, en donde también vi manchas negras en el piso, como pisadas, y ese olor vegetal. 

Avanzando con cuidado, volví a sentir esa sensación de ser observado, pero proveniente de todos lados, como si la misma pared me estuviera viendo. No veía nada, pero no podía bajar la guardia. Seguí el rastro de tinta hasta llegar a un sótano, en donde había varias esculturas no finalizadas, ennegrecidas por el humo.

Comencé a avanzar, cuando pude ver hasta el fondo del sótano una máquina similar a la que había construído. Me acerqué para verla. Se había estropeado por el humo, pero estaba completa. Abrí el depósito donde yacía la batería de chakra, pero estaba vacía.

Algo me arrojaron desde las sombras, y al esquivar, un shuriken de tinta se clavó en la madera de la máquina. Me giré, lanzando mi shuriken de regreso.

-¿Shin Emaki?- le cuestioné. Alguien rió desde las sombras del sótano. Algunos tigres de tinta se abalanzaron contra mí, pero los contraataqué con otros tigres de tinta, creando destrozos entre las obras de arte. Una lluvia de shuriken de tinta me atacaron, pero logré cubrirme con una escultura inconclusa.

-¿Shin? Ese inútil, lo único que pudo hacer bien fue la máquina de tinta, pero yo soy superior- dijo una voz masculina deformada, caricaturizada, que emergía desde la oscuridad. Una bola de tinta envuelta en llamas me atacó, pero lancé una poderosa patada de aire ascendente, desviando el golpe de la técnica hacia el techo. Comenzó a incendiarse el techo entre llamas de tinta.

-¿Que carajos?- gruñí, volviendo a lanzar tigres de tinta para atacar. Una especie de shinigami apareció, también de tinta, y tras luchar contra los tigres, apenas logró vencerlos, cuando se abalanzó hacia mí, también lo deshice con una patada de aire.

-También debes ser Emaki, ¿quién eres?- le cuestioné.

Un cuerpo de tinta comenzó a emerger desde el piso, borboteando, alzándose como una figura oscura. Sus ojos eran espirales y su boca enorme, sonriente, sus brazos apenas parecían espaguetis. Sus piernas eran largas. Era una figura humanoide, pero claramente inhumana.

-Me presento, Benji Mazda, conocido ahora como Benji Emaki-dijo aquél ente, haciendo una reverencia. Recordaba ese nombre, fue un mangaka famoso de hace muchos años, casi tan viejos como la 4ta guerra ninja, desaparecido tras formar un imperio comercial basado en la animación.

-Benji Mazda, ¿que te ocurrió?- le cuestioné.

-Buena pregunta. Fue esa máquina... pero ahora que logré controlarla, otros serán como yo. Se requerían unas cuantas vidas, y estos artistas fueron el combustible-dijo Benji, riendo con su enorme boca- tú, tu también manejas mi arte, el arte de la tinta de chakra, justo como yo o Shin... podemos trabajar juntos.

Estaba escéptico, pero no quería ser tal cual él. Comencé a retroceder hacia la puerta, pero una sombra corrió hacia mí.

Con la patada de aire, arrojé a una de las caricaturas que Benji había creado en su tiempo. Amarré un sello explosivo a un kunai y lo arrojé a la máquina, pero Benji se puso en medio. Explotó como una masa de tinta, salpicando el lugar, volviendo a unirse hasta formar de nuevo su cuerpo.

Yo ya había corrido hacia la planta superior, escapando del sótano. 

-Volverás a mí. Sé que viniste por respuestas, regresarás por ellas-dijo Benji. Unos tentáculos de tinta emergieron desde el sótano, comenzando a destruir lo que quedaba del palacio. Logré escapar de esos tentáculos y la destrucción del edificio, corriendo hacia las afueras, casi hacia el bosque. 

Una vez tomé distancia, me giré para combatir, pero nada sucedió. Ese edificio se desplomó, dejando nada de éste. Esos tentáculos regresaron de nuevo bajo tierra.

Aunque no lo había demostrado, ese ser era poderoso, y no había luchado en serio conmigo. Quería probar mis habilidades mientras jugaba conmigo. No estaba seguro de que hacer, pero decidí irme de ese lugar para regresar a Konoha y poder pensar en lo sucedido. Ojalá no fuera tan literal su idea, aunque era similar a la mía. 

Esperaría a ser mas fuerte y conocer más para poder regresar a aquél lugar y lograr confrontar a ese ser.
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La experiencia en la "Casa de Papel" había sido algo, agridulce. La fuerza de ese sujeto era bastante alta, incluso, parecía que él mismo podía volverse una caricatura. La esencia de sus dibujos la había logrado transmitir a su cuerpo,  lo cual era una técnica fuera de mi alcance... aún.

Por desgracia, el lugar colapsó y tuve que regresar hasta Konoha.

Una vez hubiera regresado a la aldea, me dirigiría hacia la academia ninja, en donde comencé a buscar todo lo relacionado con los Emaki, con el arte de crear dibujos "reales" y sus usuarios. Sólo decía lo mismo uno y otro libro, usando diferentes palabras u otorgando datos irrelevantes. La biblioteca de la academia no me sirvió de mucho.

Me dirigí a la biblioteca pública, pero la poca información que encontré fue meramente menciones esporádicas, todo lo que ya sabía.

Había mandado solicitud a la oficina del kage, pero debido a mi rango, mucha información me estaba vetada. Si un sólo libro de ahí me servía, necesitaba leerlo.

Tras unos cuantos días de investigación, decidí quedar en un descanso. Mi interés se tornó hacia la máquina de tinta, la cual era bastante interesante ¿que capacidades especiales tendría?

Busqué registros sobre el mangaka Benji Mazda, e incluso realicé una solicitud a la oficina del kage, y para mi sorpresa, un superior se vio interesado en mi investigación.

Mientras esperaba la respuesta en la biblioteca, en donde encontré una breve biografía del mangaka y algunas de sus obras, un cuervo entró por la ventana y, hablando, me indicó que regresara a las oficinas para hablar sobre mi requerimiento.

Rápidamente llegué al lugar, en donde un oficial me recibió.

-Interesante que te hayas interesado por el nombre de Benji Mazda. Por el estado del pergamino, debo decir que nadie lo ha leído en siglos, y debo preguntar ¿que interés tienes en él?- me cuestionó el oficial.

No podía inventar cualquier excusa, pues solicitar un registro a las oficinas del kage era cosa seria.

-Recientemente me encontré con un ninja enemigo, me dio ese nombre. Combatía con dibujos, como yo, creaciones de tinta. Me interesó que conociera ese arte, y que ahora era conocido como "Benji Emaki"- le respondí.

El oficial se quedó pensando.

-Nagato Emaki, Benji Emaki... si, así se les llamó a los que utilizaban el arte de tinta. Varios adoptaron el Emaki como apellido, aunque no fueran familia. No puedo darte el pergamino, pero puedo mencionarte algunas cosas de Benji- dijo el oficial, sentándose en la silla frente a mí, detrás de su escritorio.

-Por favor- le respondí emocionado.

-Benji Mazda fue un mangaka que vivió hace siglos, por ahí de la cuarta guerra mundial. Su industria comenzó a crecer de manera acelerada durante la "paz verdadera". Sin embargo, su imperio se cayó de la noche a la mañana. Antes de eso, creó en su residencia, en algún lugar del País de los Demonios, y lo abrió al público. Mucha gente desapareció en ese lugar, pero lo curioso eran los "dibujos vivientes" que habitaban ahí. Personajes de sus obras que vivían y convivían con los visitantes. Se decía que hablaban y que pensaban por sí mismos, a diferencia de cualquier creación de tinta. Fue un invierno cuando el País del Fuego mandó un equipo a buscar a unos comerciantes desaparecidos. El resultado del reporte fue incierto, y habla de la batalla que libraron contra esas creaciones y el incendio de la residencia. No se volvió a saber de Benji desde entonces- dijo el oficial.

-Increíble ¿algún otro detalle que quiera darme?- le pregunté.

-¿Y tu? ¿Cómo fue que se toparon?- me cuestionó.

-En el regreso de mi misión en la aldea rebelde, ahí me topé con ese ninja. Vio mi arte de tinta y decidió seguirme- le dije al oficial- batallamos un poco y luego escapó.

-Perfecto. En cuanto a algo más que puedo decirte, es que al parecer, Benji utilizaba a la gente para crear esos "dibujos vivientes"- dijo el oficial- si ese mismo Benji sigue con vida, debería ser perseguido y detenido. Enviaré a gente a que investigue el caso y la zona. Ese sujeto es poderoso, por lo que ví en el reporte, mejor mantente al margen. Agradeceré que, cualquier cosa que sepas de él me avises de inmediato.

Tras decir esto el oficial, asentí con la cabeza, le agradecí y salí del lugar. Mientras salía, alcancé a escuchar al oficial dirigirse hacia un subordinado que sostenía un pergamino.

-Maldita sea.. -alcancé a escuchar al oficial, antes de salir y cerrar la puerta. Los shinobis que me escoltaban me acompañaron hasta la salida, en donde me quedé pensando unos momentos.

Me estaban ocultando información, y algo importante había sucedido en torno a ese sujeto. Sabían de lo que era capaz y, si era tan fuerte como mencionaba el oficial, sólo había estado jugando conmigo en la Casa de Papel.

Dejaría pasar unos días para no llamar la atención, después de todo, debía enfocarme de nuevo en mi servicio como ninja antes de reanudar mi investigación. 

Esa tarde volvería a mi casa, y tras meditar un rato frente a la fuente de agua que había instalado en mi jardín, noté cómo un grupo de cuervos pasó cerca de mi casa. Quizás me estaban vigilando, pensando en que podría atraer a Benji a la aldea. Yo también debía estar alerta.
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La maquina de tinta tenía sus secretos. En primer lugar, por lo poco que podía averiguar de esos archivos, era que era tinta especial. En segundo lugar ¿que la hacía especial?
Era tinta irradiada en chakra? Tinta con materiales conductores de chakra? Para que servía la "batería de chakra" que requería de una persona sellada dentro para funcionar?
Hacía no mucho tiempo, mandé un par de clones hacia la "torre de papel", haciendo uso del henge no jutsu para pasar desapercibidos. 

Tras llegar al lugar, desplegaron un grupo de ratones y pájaros para rastrear la zona. Los ratones inspeccionaron el bosque por tierra y, después, se introdujeron al interior de las ruinas. Mis clones se introdujeron, siendo cuidadosos de no ser percibidos, sin embargo, sentían que algo los acechaba.

Además de los rastros del incendio, había rastros de tinta por doquier. Uno de los ratones regresó tras encontrar a "alguien". 

Rápidamente, convertidos en objetos, los clones descendieron por los escalones hasta los restos del sótano. Obras de arte dañadas e incompletas, rastros del incendio que destruyó el lugar. Otros ratones también llegaron, pero esta vez de distintas direcciones. Todos ellos habían detectado "gente".

Mis clones, cubriéndose las espaldas, se acercaron hasta un montículo de escombros, donde los ratones decían percibir a la gente. Con ayuda de un sirviente de caricatura, lograron remover los escombros, haciendo espacio como para poder ingresar a una cámara continua al sótano.

Una extraña sensación invadió a mis clones. La sensación de que les observaban, un dejo de nostalgia y de algo místico y antiguo dentro se apoderó de ellos.

Los ratones lograron guiarlos por aquella zona oscura, pasando frente a "prototipos" de la máquina de tinta, las cuales estaban hechas de madera dañada por el humo.

Finalmente, los ratones llegaron hasta una puerta de "caricatura", y se introdujeron por una grieta. Uno de los clones abrió la puerta lentamente, y del otro lado de la puerta le sorprendió.

Era una habitación enorme, con chorros de tinta que escurrían por las paredes y empapaban el suelo. Suspendidos del techo y las paredes, había cientas de hojas de papel con gente "caricaturizada", la cual se retorcía y hacía gestos terribles, suplicando ayuda. 

No podíamos creerlo. Mis clones retrocedieron y observaron hacia todos lados. No podía ser un genjutsu, sin embargo, podía ser un engaño. Lanzó un shuriken hacia un sujeto de nariz enorme y ojos diminutos, el cual parecía golpear la hoja a modo de "cuarta pared", queriendo escapar. Al dañar la hoja, la expresión de ese sujeto cambió a una aterrorizada, y de la hoja comenzó a escurrir sangre.

Uno de los ratones pisó un sello puesto en el piso, lo cual provocó que comenzara a recorrer chakra por el suelo empapado de tinta. Borbotones de tinta emergieron del suelo, formando posteriormente formas humanoides. Armas de tinta surgieron de sus cuerpos y cargaron contra mis clones.

Lanzamos una tanda de shuriken, destrozando fácilmente esos seres de tinta, pero conforme caían surgían más. Shuriken, kunai y a golpes de taijutsu, continuaron destruyendo a esos seres, evitando usar técnicas que pudieran dañar a la gente atrapada. 

Finalmente, el sello explotó y dejó de transmitir chakra, acabando con sus reservas y dejando de crear a esos seres. Rápidamente, uno de los clones se aventuró a buscar entre las hojas y herramientas de dibujo, buscando algo sobre Benji Mazda y su "imperio" de fantasía. Quizás podría averiguar algo de su paradero. 
Sin dar tiempo, logró tomar unos libros y escapó de ahí, mientras que el otro clon se quedó con las hojas con gente atrapada.

Creó un contrasello, buscando liberar a la gente de la hoja, pero al momento de tocar a otro sujeto caricaturizado, la hoja explotó en tinta y sangre. No era tan fácil como parecía.

Las otras personas se veían eso aterradas, con sus facciones deformes y caricaturizadas, más retorcidas aún por el miedo.

Creó varios sirvientes de tinta, los cuales tomaron esas hojas y las llevaron de regreso a Konoha. Su enorme responsabilidad de cuidar de esas delicadas hojas, sería respaldado por el clon, quien iría siempre detrás de ellos. 

La sensación de que alguien les observaba continuaba, incluso en el mismo bosque, pero no veía a nadie. Era extrañamente familiar, pero no del todo "común". 

Esa sensación de familiaridad, nostalgia y "magia" invadía sus sentimientos, como si estuvieran frente a algo muy extraño y antiguo, antiquísimo y casi sagrado. 

Cuando llegaron a las puertas de la aldea, los guardias de Konoha se acercaron a los clones y a sus sirvientes, en donde éstos les entregaron las hojas.

-Benji Mazda- dijo uno de mis clones- Benji Emaki...

Antes de poder finalizar lo que tenía que decir, los clones explotaron en tinta. No sé que jutsu se había utilizado, pero había hecho bien en enviar clones al lugar.
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Llovía tinta desde el cielo, desde nubes de negrura espesa y textura líquida y espesa. Los objetos se cubrían de tinta, y cuando esta escurría, manchando el suelo de negro, dejaba de lado la realidad misma, moldeándola hasta dejar una "caricatura" de lo que fue alguna vez. 
El bosque, sus árboles, rocas y animales se volvían de caricatura. Pero no eran los dibujos animados que me gustaba ver, eran negrura aberrante, tóxica y agónica que fingía ser lo que su forma representaba. 

Frente a mí, entre la negrura, apareció otro yo, emergiendo de la espesura negra, encapuchado, con sus ropas blancas pero su piel era negra, chorreante y espesa.

-¿Que es lo que quieres de mí?- le cuestioné a ese ser. El fuego comenzó a expanderse desde más allá del bosque, calcinando las aberraciones, las cuales parecían abrazar el cálido toque de la muerte.

Gente se veía entre las llamas, luchando contra otras aberraciones, quienes no querían luchar pero lo hacían de todos modos. 

Ese ser delante de mí extendió sus alas negras, y sus ojos anómalos, como espirales, me miraban bien abiertos, y su boca monstruosa sonreía, escurriendo tinta al sonreía.

-¿Que es lo que quieres?- le volví a gritar. Traté de moldear chakra pero no pude, tampoco tenía mis pergaminos ni mis armas. Corrí hacia él, pero no me movía de mi sitio. 

Ese ser seguía acercándoseme, avanzando de modo retorcido, como un ser claramente no humano que trata de mover un cuerpo que no es suyo. Sumergió su mano en su pecho y arrancó su corazón, el cual arrojaba tinta en vez de sangre.

Con la otra mano, abrió mi pecho, desgarrando mis carnes, rompiendo mis costillas y revelando que dentro de mí no había nada. Metió su corazón en mi pecho, y luego mi propio pecho se cerró, sin dejar vestigio alguno del desgarre.

Llevó un dedo hacia su boca, indicándome que me callara.

El fuego seguía avanzando, y aquellos sujetos también estaban cada vez más cerca. El fuego se apartó de golpe, revelando un parque de diversiones rodeado de bosque, todo ardiendo en llamas, mientras un grupo de ninjas heridos y cansados se abalanzaban hacia ese ser, con jutsus de ataque preparados en sus manos.

Antes de chocar contra ese ser, con sus rostros mostrando odio, furia y desesperación, como si se estuvieran inmolando en un ataque desesperado, aquel ente extendió sus alas y una explosión de energía negra emanó de él. 

....

Desperté cansado, agotado. Mis manos temblaban y mi cuerpo estaba sudando. Me paré de la cama, abrí el frigobar que tenía al lado de mi cama y tomé agua. Encendí la luz y me asomé a la calle. Las farolas alumbraban la calle, pero aún en la oscuridad no se veía nada sospechoso. No podía decir que se tratara de un jutsu, o genjutsu en este caso, sino de un sueño. Había sido el sueño más real que había tenido nunca, y de hecho, me dejó un dejo de nostalgia y la sensación de que eso ya había pasado antes, como un dejavú.

Cuando miré a mi cómoda, vi los libros que había estado estudiando, con temas relacionados al sellado. 

-¿Benji?- pensé. Quizás me mostró los últimos momentos de su parque, cuando fue destruido por el escuadrón de Konoha, en el País de los Demonios. 

Pero al darme su corazón, ¿habría sido una revelación? ¿Benji habrá muerto en ese momento y lo que vi era sólo una creación de él mismo?

Quizás había sido una pesadilla producto de la sugestión. Estiré mis brazos y me preparé para volver a dormir. 

Apagué la luz, regresé a la cama y, al acostarme, me llegó una idea a la mente. La idea de crear mi propio "mundo" de caricatura era mi sueño, y Benji lo había intentado ¿sería mala idea continuar con su legado? 

Con esa idea en mi mente me dormí, soñando con mis dibujos animados favoritos. Al despertar, habría olvidado lo de la noche anterior.
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