[Entrenamiento] Calibrando el radar [Priv. Yūgure]
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Todavía faltaban unos días para que llegase la ayuda prometida, y aunque suele decirse que la esperanza es lo último que se pierde y Yatako rehusaba hacerlo, no podía negar que las opciones eran cada vez más escasas. Si Gea no conseguía nada esa vez, no sabía a quién más acudir. La cadena de favores no era infinita, y más con las épocas en las que vivían. Con el Imperio acechante y el agarre más férreo jamás visto a la garganta de los disidentes, la mayoría de las personas o bien no quería dejar deudas a otros, o bien no respondían a la hora de pagarlas.

Yatako salió del refugio a tomar un merecido descanso. Bordeó el bosque que protegía la entrada a la fisura en la tierra, y alejándose casi un kilómetro, llegó a ver cómo los árboles dejaban paso abruptamemte a una inmensa pradera que desafiaba el oscuro mundo con un verdor esplendoroso. Un lugar de antaño, cuando por la gracia de la inocencia infantil ningún momento parecía peligroso.

Se sentó entre las briznas de hierba humedecidas por el rocío, y abrazó sus rodillas con los brazos, refugiándose en sí misma y en los recuerdos de un lejano pero reconfortante pasado.
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Última modificación: 08-02-2023, 02:34 AM por Gea.
Daría ya la hora del día siguiente cuando volvería de una expedición rápida. Hacía un tiempo que la búsqueda del hermano de la Uchiha era un principal objetivo entre las filas de Yugure, de hecho, admitía que era lo que había unido a un variopinto número de personas con un objetivo común. Conocía esa desesperación, el sentimiento por el que estaba pasando la joven, era el mismo que durante meses había pasado yo cuando el fallecimiento de mis padres, algo así como una negación a que la realidad fuera la que era. Quizás era lo que me había hecho implicarme tanto, eso y que realmente, al final, era un pilar fundamental en el grupo siendo la única con la habilidad sensitiva.

Una vez entrada por los bosque que rodeaban el templo en el cual nos resguardábamos de las miradas furtivas de cualquier civil, podría ver la figura de la chica salir del templo. Su paso era algo cansado, quizás por las horas de sueño que seguramente le faltaban, ya no solo de buscar el paradero de su hermano, si no de la falta de descanso que eso provocaba. Lo peor al final eran las voces que cada uno tenía en su mente. Seguramente para Yatako eso no era algo para obviar. Una vez que llegara hasta donde estaba la Uchiha, ésta estaría sentada en el césped, con las manos abrazando sus rodillas juntas y la mirada perdida. Me acercaría a ella de frente. – Una mala noche más, ¿verdad? – Preguntaría frenando su marcha y posando el peso en la pierna derecha. Sentía bastante lo que estaba pasando la Uchiha, por eso mismo me había propuesto ayudarla. – Quizás te venga bien distraerte, Yatako, y yo tengo los huesos un poco oxidados, ¿te parece que entrenemos un rato? – Expresaría tranquilamente mientras que cambiaba el peso a ambas piernas, bajando el centro de gravedad hasta estar de cuclillas para estirar un poco. Una pierna flexionada mientras que la otra estaría completamente estirada, y cuando hubiera terminado con esa, iría a la siguiente. Me pondría de nuevo recta para pasar mi brazo por encima de mi cabeza y flexionarlo por detrás de la nuca. – Que me dices, ¿te apuntas? – Incentivaría.


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Aunque no esperaba visitas a esas horas —y menos allí, tan alejada del refugio— la joven Uchiha solamente dirigió una apagada y cansada mirada a su nueva compañera, aunque quiso arreglarlo con una sonrisa que apenas enmascaraba la situación de sus sentimientos.

—Últimamente no hay muchas noches buenas. En cierta medida, cada minuto de sueño parece una pérdida de tiempo que podría ser mejor empleado de otra manera. ¿Alguna vez te ha ocurrido? —Yatako inspiró una bocanada de aire tan fresco que sintió como si invadiese todo su pecho. Un nuevo recuerdo la asaltó gracias a las palabras de Gea, y era uno agridulce. El País del Fuego, Konoha y sus amplias planicies de ensueño. Todo parecía un paraíso en aquellos años de infancia, e irónicamente, aún siendo ajena a las guerras humanas a su alrededor, Yatako se divertía luchando en los entrenamientos de su padre, sin saber cuán necesarios habrían sido para el futuro, cuando le verdadera pelea llamase a la puerta.

—Está bien, pero no hagamos mucho ruido. Prepárate —murmuró, apoyándose sobre una pierna para erguirse. Mientras realizaba sellos a una velocidad completamente inusitada para la parsimonia con la que se había movido, los ojos se volvieron una afilada mirada sin piedad y, desde diez metros a Gea, lanzó repentinamente una enorme bala de viento por la boca apuntando al pecho.

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Era completamente interesante aquella pelea, aquel entrenamiento dónde seguramente jugaría en mi contra el hecho de tener la empatía en un nivel que no me permitía emplearme a fondo en aquel encuentro. También era cierto que bajo el influjo del chakra de Yatako sentía algo, sentía su fuerza como superior, no sabía por qué, quizás se trataba de su fuerza de voluntad, aunque mi radar activado con apenas un sello no fue capaz de captar el motivo. El chakra de Yatako era algo sumamente delicado, como una fina línea a punto de romperse y volverse un cráter, su fuerza era algo admirable, y sabiendo su procedencia no era para menos.

La mujer me contestaría al tiempo que se levantaría y caminaría hasta colocarse a diez metros de mí. Yo aprovecharía para soltarme ligeramente el cabello de la coleta que llevaba y lo arremolinaría al lado izquierdo de mi cuello. Sus ojos comenzaron a brillar, su fuerza se multiplicó, y aunque no podía percibir la cantidad de chakra que almacenaría, si podía captar ese gran chakra que se estaba formando en su interior. Algo gran estaba por venir, por lo que antes de prepararme para ello, decidí actuar y contraatacar, aunque no me esperaba algo tan sumamente poderoso. A la vez que aquella técnica saliera desde la posición de Yatako, desde mi cuerpo, concretamente desde el cabello batido de un lado a otro, saldría una poderosa onda de choque reverberante que acortaría el espacio y golpearía con fuerza la técnica de la Uchiha. Para mi sorpresa, su fuerza fue tal que no solo ganó el choque sino que además me golpearía con fuerza lanzándome cinco metros atrás. Con mis piernas arrastrándose por el suelo dejando un surco y ayudadas por mi diestra que me echaría una mano – nunca mejor dicho – con el equilibrio, acabaría por terminar a quince metros de la Uchiha.

Así mismo, comenzaría a correr hacia ella al tiempo que mis manos demostrarían una gran velocidad en sellos para fulminar a la Uchiha con un poderoso dragón envuelto en una capa de rayos que volaría con energía hacia la militar. Cambiando de dirección mi carrera y comenzando a correr en semicírculo dejando a Yatako en medio, metería mi mano en los ropajes haciéndome con un kunai y un sello explosivo que juntaría para dejar allí por si lo necesitase en algún momento. Así mismo, mientras que preparaba el arma, una especie de gusano negro iría asomando por mi cuello saliendo de mi propia piel, habría estado ahí en todo momento, ayudándome a fortalecer mis ataques. Lo que yo mismamente no sabía era que aquel chakra que iría juntando en mi garganta sería visible para la Uchiha, definitivamente todavía me quedaba mucho por aprender de aquellas técnicas oculares.

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Lo que parecía una continuación del rito de calentamiento de Gea, en realidad fue un jutsu único, que Yatako jamás había visto pero comenzó a entender gracias a su Sharingan, aún cuando no sería capaz de replicarlo. Debería haber algo que se lo impidiese, quizá era un jutsu complejo, o un Kekkei Genkai. Sin embargo, no tenía suficiente poder contra el jutsu de la Uchiha. A pesar de todo, Gea retrocedió lo justo y volvió a la carga con una cadena de sellos y un flujo de chakra muy concreto que Yatako sí conocía. Su mano diestra comenzó a chisporrotear mientras el dragón eléctrico emergía, y cuando se lanzó a por ella, el Raikiri impuso su presencia con el ruido característico y la Uchiha siguió a su contrincante con la mirada, mientras destruía de un golpe seco el dragón con su mano imbuida en electricidad.

—Se llama... Raikiri. Cortador de Relámpago —comentó, como si intentase explicar por qué le había resultado tan fácil. La corriente no dejaba de fluir en la mano, y se antojaba altamente peligrosa. Cuando Gea paró, Yatako ya se había echado a la carrera, preparando una estocada al pecho de Gea —que obviamente, pararía en el último momento si ella se viese incapaz de esquivarla, pero algo le decía que el próximo jutsu de la kunoichi errante podría ser más potente—. Enséñame, ¿hasta dónde puede llegar tu jutsu?

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Era bastante increíble el hecho de que con una simple técnica de energía tan visible pudiera destrozar una de mis técnicas características en lo que agresividad se refería. Mis ojos se abrirían, mas no frenaría mi ataque y mi movimiento hacia delante. Podía ver como la mujer se acercaría también, y con una estocada hacia delante buscaría empalarme para hacer de mí una brocheta andante. Mis ojos se movían rápido, podía ver aquel candente color en sus ojos, su agresividad sin duda era bastante hipnótico. No sabía por qué pero me parecía que aquellos ojos no eran algo que debiese mirar, por lo que durante un segundo los observé y bajé mi mirada hacia el cuello de la militar para impedir la visión directa durante más tiempo del indicado.

La estocada de la joven sería esquivada hacia el lado contrario donde tuviera aquella amenazante lanza, es decir, hacia su lado izquierdo y mi derecho. Así mismo, buscaría esquivar el contacto directo a melee con la militar, sabía claramente que en cuanto a eso no tendría muchas posibilidades, aunque algo me decía que las posibilidades tampoco subían mucho de estar en distancia. > ¿Qué debería hacer ahora? < Pensaría mientras que me alejaba ligeramente de la militar. La sanguijuela se haría visible por mi cuello cuando, de un giro, enfocaría nuevamente a la Uchiha. – Prefiero que me expliques que tienen esos ojos, aunque si buscas que me emplee al máximo, tú lo has pedido – Expresaría mientras que agarraba aire, el suficiente como para saber que aquello armaría escándalo y quizás cualquiera que estuviera en el templo o los alrededores, lo escucharía. La distancia entre Yatako y yo sería de uno seis metros, y sería fácilmente barrida por aquel grito. – ¡AAAAAAAAAAAAH! – Explotarían mis cuerdas vocales cuando extendería aquella técnica. No me gustaba usarla, demasiado escandalosa a parte de su gran daño y poder. Cuando grité, por un momento pensé que quizás habría pasado demasiado el umbral que yo misma me había marcado. Era un entrenamiento, ¿en qué estaba pensando? Solo esperaba que la de ojos escarlata pudiera contrarrestarlo.


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Los ojos de ambas contendientes apenas pudieron encontrarse, porque Gea se apresuró a desviar la mirada y eso fue algo que a Yatako le sorprendió. ¿Conocería acaso las habilidades oculares de los Uchiha, o había sido un acto reflejo y nada más?

Sin embargo no había tiempo para pensar demasiado. La kunoichi sensor decidió hacerle caso y usar el que aparentemente era su jutsu más potente, y Yatako pudo comprobar que no era simplemente una ninja entrenada para el rastreo. Aunque el gasto de chakra había sido considerable, el impacto del jutsu era increíble, y suficiente como para chocar su Raikiri, deshacerlo e impactar en su cuerpo, mandándola a volar cinco metros, rodando por el suelo hasta quedar tirada, boca arriba. Podría haberse defendido mejor, pero quería probar el verdadero alcance de la técnica... y había arriesgado demasiado. En circunstancias normales, aquella extraña onda de choque la habría matado, probablemente. Yatako tardó un par de segundos, pero se levantó y se sacudió la ropa. Tenía los brazos visiblemente magullados y el maquillaje en los labios medio borrado por una gota de sangre.

—Culpa mía por pedírtelo —admitió. Al parecer, Gea no sabía del todo sobre los poderes del Sharingan, aunque Yatako desconfiaba de que sus palabras fuesen parte de un juego mental. Como su padreme había enseñado, los mejores shinobi peleaban también usando la información y la palabra—. Pero ya que al final hemos hecho ruido, ¿qué te parece si te muestro algo para rivalizar con ese jutsu? Katon —Yatako realizó posiciones de mano complejas rápidamente, terminando en el sello del tigre. Mientras, hinchaba el pecho con la mayor cantidad de aire que pudo reunir, y comenzó a inclinarse hacia delante como si el exceso de chakra que reunía pesase demasiado—¡Gōenkyū!

El chakra se convirtió en una llamarada que formó una inmensa bola de llamas que avanzó arrasando las hierbas a su paso, amenazando con destruir media pradera si no era detenida. La vena competitiva de la Uchiha había salido a relucir.

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Estaba poco acostumbrada a entrenamientos, hacía mucho tiempo que no entrenaba tan duro y que no me enfrentaba a un rival de calidad como era el caso. Quizás era por eso que mi respiración estaría un poco afectada, así como el cansancio que sentía por el sobre esfuerzo empezaba a notarse. Sonreí ante mi ofensiva y viendo como Yatako la recibía, quizás esto era una prueba para que se diese cuenta de que podía estar en la misma línea que ella, aunque claramente su ofensiva era más fuerte. Pude comprobar por mi misma que la Uchiha solamente se estaría reprimiendo, y que tras aquel ataque por mi parte, ya no lo haría más.

Abrí los ojos en demasía cuando vi aquella cantidad de chakra juntarse, mi radar me avisó rápidamente de aquella masa de chakra que estaría por convertirse en un ataque a gran escala. – Mierda – Expresé a la vez que colocaba una posición de defensa frente a lo que se estaba preparando. Respiré y cuando mis pies estuvieron colocados para mi defensa, empecé a juntar chakra de forma abismal en el centro de mi frente. Conocía mis límites, y sabía cómo usar aquello. En base a una técnica de medicina común es como había aprendido aquella de la versión oscura donde, aunque los tatuajes no correrían por mi cuerpo, el chakra acumulado en mi frente sería visible para cualquiera que tuviera una forma de rastrearlo. Mis ojos brillaron cuando vi aquella estela de fuego, aquella estrella inmensa acercarse a gran velocidad. Podría sentir su calor, su agresiva llamarada, ahora solo faltaba saber si todavía no estaba del todo oxidada. > Eres fuerte… Yatako < Pensaría mientras que cerraba los ojos para concentrarme mejor. Sentía un alivia a la vez que las ganas de arrancarme la piel a tiras, quemaba pero a la vez sanaba, mi piel iba calcinándose mientras que un aura aún mayor me ayudaba a curarme.

Una vez que todo pasó, miré directamente a la Uchiha a los ojos. Sabía que me estaría metiendo en problemas haciéndolo. ¿Hasta qué punto era real su afinidad con los genjutsus si todavía no había intentado ninguno? Un rápido sello se concentró en mis manos mientras que empezaba de nuevo a correr en dirección hacia mi izquierda, dejando a Yatako como punto central y sin acercarme de los seis metros, más o menos, debía guardar distancias. Así mismo, el chakra y las ondas corrían hacia la de ojos rojos, que aunque yo no era consciente, podía ver como unas ondas de chakra agresivo intentarían masacrar sus conductos auditivos así como dejarla sorda y confusa durante un tiempo.

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Una vez dado el combate por finalizado de ambas partes, entraríamos de nuevo al templo para asearnos y preparar comida. Estábamos exhaustas.

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