Un cruce de misterio (ft. Karibachi)
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Última modificación: 18-01-2023, 04:10 PM por Kyoko Maeda.
Hace una semana, la joven que se ocultaba con una máscara de conejo emprendió un viaje por todos los países para buscar información respecto a su peculiar habilidad, puesto que, en un momento de investigación, supo que hubo habitantes como ella de hace más de 150 años que obtuvieron ese regalo de las estrellas. Antes, la joven estuvo merodeando por el país de las aves, yendo de pueblo en pueblo, no obtuvo ningún resultado convincente, pero, aun así, la joven no se rindió, en ese caso, empezaría tomando un bolso para llevar lo necesario para vivir y emprender su viaje de conocimiento. 

La joven no tenía ni un apuro de llegar al país, así que iba a pie, Kyoko se mantenía perdida en sus pensamientos mientras que la búsqueda se mantenía hasta poder descubrir algunas habilidades que la ayuden a mejorar y quizá a un futuro, encontrar aquel meteorito caído, por lo poco que supo de los habitantes, hubo un meteorito que cayó a la tierra cual otorgo su poder a todo un pueblo pero que este, desapareció de repente y nunca se supo cómo acabo todo. 

La joven anotaba sus pensamientos en una libreta, era su manera de distracción, debido a que, su viaje era largo, mantendría su cordura escribiendo todo lo que se venía a su mente –quizá debería descansar un poco, aun será temprano, pero es momento de almorzar- así que se detuvo un segundo y se subió a la rama de un árbol para poder comer y observar un poco el área. Mirando de lado a lado cada 10 minutos en caso de que apareciera alguien. 

-Bueno, hoy tengo panes, un tomate... pan- La joven se hizo un aperitivo, y empezó su almuerzo, revisando su mapa para ver cuanto faltaba para su llegada, sacando su conclusión de forma instantánea, día y medio, faltaba mucho la verdad, la joven bajo del árbol, para continuar con su ruta guardando su mapa. 

La joven de baja estatura siguió su ruta, esta vez más calmada, no podía desperdiciar más el tiempo con los almuerzos, a parte que debía caminar por otras dos horas para poder recién pasar el territorio de la lluvia

 

                                                                                              Habla//narrativa 



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En camino al fin hacia nuestro destino Akami y yo proveníamos desde el País de las Olas, surcando el mar y atravesando aquella poderosa niebla que cubría su aldea shinobi, tuvimos que usar todos nuestros conocimientos de orientación, no sería la primera vez que un insensato se perdía entre aquella bruma espesa y opaca. No solo eso, aquellas aguas podían ser peligrosas, tuvimos que sortear ciertas rutas controladas por la piratería, además de intentar evitar ciertas rutas vigiladas por el mismo imperio, no porque nos buscaran, sino para evitar tener que responder preguntas innecesarias. Cruzamos el seco e infernal desierto, luchando contra bestias nocturnas y temperaturas vertiginosas que no conocían el punto media, desde una temperatura helada hasta un calor castigador, sin embargo, pudimos salir de allí gracias a las estrellas, las cuales guiaron nuestro camino por aquel océano dorado de arena. 

El camino no había sido fácil, nada fácil pero ya estábamos cerca del País de la Lluvia, un paraje mucho mas compasivo con los viajeros y sus habitantes, si el agua caía incesante del cielo, pero eso era más difícil que te matara que escorpiones del desierto o piratas, que duda cabe. Debido al cansancio y las inclemencias del tiempo decididos apostarnos por un día en un pequeño pueblecillo cerca de la frontera, dormiríamos allí y lavaríamos nuestras vestiduras, por suerte para ambos allí habría una pequeña iglesia que nos acogería con unos cuantos sin techo, nos alimentarían y darían cobijo, la bondad humana no tenía límites, lo comprobé con la propia Akami años atrás, era ese el principal motivo por el que decidí que sería la indicada para venir conmigo y ayudarnos a Ryth y a mi en nuestro proyecto, y sería también el motor por el que nos embarcaríamos en tal viaje y aventura. 

Mientras mi querida descansaba en nuestros aposentos yo decidí caminar un rato, visitar el pueblo y su cultura, quizás caminar por sus zonas colindantes para maravillarme de los regalos que la propia naturaleza nos daba, en los últimos años las cinco grandes aldeas habían evolucionado tecnológicamente de una forma absurdamente rápido, eso trajo ventajas si, pero también volvió mas caótica la vida allí, la inmediatez les había obnubilado. Caminaría tranquilo y sin miedo alguno, con mis ropas habituales, vistiendo mis ropajes habituales, aunque solo se vería mi manto de un color arcilloso que cubría mi cuerpo desde el nacimiento del cuello hasta los tobillos, también mi cabeza esta coronada con un sombrero redondo y bastante plano para protegerme del sol, mas o menos de la misma anchura que mis hombros, pareciendo en conjunto una especie de seta, sabía que no era un ropaje habitual, ya me lo habían recalcado mas de una vez, sin embargo, su comodidad era incuestionable. Mientras paseaba, observando los árboles y los pájaros que volaban de rama en rama, bailando en el aire y buscando frutos de los árboles perennes, cantando melódicamente para ofrecer una hermosa orquesta en conjunto con el viento y el movimiento de las hojas. Allí desde la lejanía podía apreciar una joven enmascarada que iba en la dirección contraría hacia mi. "Si que aprovecha la mañana para viajar" Pensé mientras la observaba algo disimulado analizando su vestimenta, no tan rara como la mía, pero si vistosa, y aquella máscara, ¿de donde la habría sacado? Quién sabe, pero desde luego era un aspecto casi tan peculiar como el mío. Tal fue mi interés que el mundo me castigo por cotilla, sin darme cuenta había virado ligeramente mi rumbo, caminando sin darme cuenta hasta estamparme contra un árbol. El sonido fue bastante notorio, al igual que el dolor que comenzó a nacer en mi frente, tal fue el testarazo que caí de culo al suelo. -Me cachis, soy imbécil.- Dije mientras me llevaba la mano a la espalda y a la frente. 
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La mañana, a pesar de ser a temprana hora, ya se podía notar el cambio de clima notorio y característico del país, por algo se llamaba así, era reconfortante escuchar las gotas compactar contra el suelo y las hojas de los árboles, dando así una melodía suave y tranquila en todo su trayecto hasta el momento, la joven estaba tan calmada y algo distraída que no se percató que un joven de aspecto peculiar estaba caminando en dirección contraria. Aquellas vestimentas eran curiosas, sobre todo por el sombrero de gran tamaño, tampoco podría sacar la conclusión de donde podría ser –debería... No, mejor sigo mi ruta- pensó la joven de cabellos fantasía mientras trataba de hacer el paso largo, suerte que la máscara ocultaba sus ojos ya que no despegaba su vista del contrario hasta perderlo de vista temporalmente debido a una cosa realmente inesperada. 

Además del sonido suave de las gotas, se escuchó obviamente el impacto de algo contra el tronco de un árbol, logrando que se detuviera y girara completamente para observar al mismo sujeto que paso a su lado pegado a un árbol y después cayendo de nalgas al suelo –eso... ¿Ensuciara su ropa- Por cortesía obviamente empezaría a caminar hacia el chico y así detenerse a 15 centímetros de él y extender su mano hacia él, con una serenidad lo miró fijamente –¿estas bien? - 

Muy en el fondo se cuestionaba como una persona podría distraerse tan rápido para después chocar contra un árbol, normalmente pasaba con los niños, pero una persona relativamente adulta no podría simplemente hacer eso, a no ser, que lo haya hecho a propósito para captar su atención. La joven empezó a analizar las cosas inmediatamente mientras esperaba una respuesta. Si lo pensaba bien, el joven antes del impacto había pasado a su lado, dando la posibilidad que la observaba, y si era verdad, eso le daba más sentido al motivo de su choque, que sería porque le llamo la atención físicamente, y no lo negaría, su aspecto es algo peculiar sobre todo por sus cabellos, iniciando con un rubio y terminando en coral, además de su mascara y sus ropas hechas por ella misma, en ese caso, estaría justificado. 

Y en otra parte, podría ser que el chico se haya distraído en sus pensamientos y así de tanto pensar, perder el rumbo de camino y chocarse, aunque era menos probable, allí estaba la posibilidad de que eso ocurriera, recordando que una vez le paso cuando estaba por un pueblo y de tanto pensar se chocó contra una señora, realmente no era algo de lo que estaba a gusto, pero es una anécdota que se quedara con ella hasta el final de sus días. 
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Buen golpe, si señor, estaba claro que me iba a dejar marca por unos días, además del dolor de trasero que iba a llevar por todo el día debido al culetazo, desde luego... quien me viese, yo que había sido uno de los shinobi mas temidos de mi país ahora descuidaba tanto mi alrededor. -Ayy... Seguro que me saldrá un chichón.- Dije mientras masajeaba mi frente hasta que una dulce y tímida voz me sacó de mis quejas, aquella mujer que iba hacia el pueblo con aquella extraña máscara de burlesque me tendía una mano para ayudarme a levantarme, su voz era tan pura como la bondad de su actuar. Miré por un momento su mano extrañado, pero un segundo después sonreí con amabilidad e ilusión, ver gente así reconfortaba mi corazón.

-Te lo agradezco enormemente.- Dije mientras me dejaba ayudar, cogiéndole de la mano, mostrando los tatuajes de mi antebrazo y el del envés de mi mano mientras me levantaba. -Menudo golpe mas tonto eeh.- Comencé a sacudirme la ropa para limpiarla un poco, para mi desgracia me había embarrado la parte trasera del manto, bueno, al menos el color del propio manto lo ocultaría un poco y, a fin de cuentas era tierra, cuando secase podría sacudirla. -Discúlpame, iba sin prestar atención al camino.- Me agaché un momento para recoger el sombrero y limpiármelo, poniéndomelo después en la cabeza. -Jeje, listo.- Dije una vez me había recuperado. Miré a aquella chiquilla, no parecía demasiado mayor la verdad, ahora que me fijaba mas de cerca su aspecto era bastante mas vistoso de lo que creía. Agradecido por haberme ayudado saqueé un pequeño tarro lleno de dulce y dorada miel, el cual le ofrecería a la mujer. -Permite que te lo agradezca con esta miel, posee propiedades medicinales y esta deliciosa.- Tras darle aquel tarro le sonreiría amistoso.

Últimamente no paraba de tener este tipo de encuentros, ya había conocido a aquel shinobi de Kirigakure, a decir verdad... Casi todas las personas que había conocido, había sido de formas algo ridículas... Me preguntó que pensarían de mi aquellas personas. No podía evitar fijarme en aquella máscara ¿Sería algún accesorio típico de la Lluvia? -Interesante máscara, nunca había visto una sí.- Dije educado y amable, pretendía iniciar una conversación, no un problema. 
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Última modificación: 21-01-2023, 08:45 PM por Kyoko Maeda.
Después de unos segundos donde el chico se quedó perplejo mirándola, reacciono con una sonrisa y termino tomando su mano, ayudando a este a levantarse, era curioso puesto que una joven que ni llegaba la 1.60 pudiera tener la fuerza suficiente para levantar a alguien más alto que ella. Escuchar su agradecimiento la hizo feliz, mostrando una ligera sonrisa, bajo un poco la mirada y noto que su cuerpo tenía tatuajes, cosa que despertó el interés de la joven, pero no se atrevía a preguntar más que darle una respuesta –no hay de que- mientras que soltaba su mano, aquel de cabello fantasía sacudía su ropa para retirar los restos de tierra que se adhirieron, por suerte, aquella capa era casi del color de la tierra, así que pasaba desapercibido. 

-Puede pasar, todos tenemos accidentes repentinos- dijo la enmascarada recordando nuevamente el incidente que tuvo con un señor cuando estaba en un pueblo, aquel chico recogió su sombrero, lo sacudió y se lo puso. Su actitud era algo que le gustaba a primera vista, era agradable, cuando menos se lo espero, el joven saco un tarro de miel con propiedades curativas y se la entrego en agradecimiento mientras que le mostraba una gran sonrisa. La joven ante la gratitud y el regalo que recibió, se quedó perpleja ante la amabilidad y un pequeño sonrojo no tan notorio se formó en ella y por más que no se viera, sus ojos tenían un brillo –¡¡Una persona buena!! - pensó, un aura agradable rodeaba a la chica, quizá podía confiar en él. 

De repente, saliendo de sus pensamientos cálidos, escucho la pregunta de curiosidad de su mascara, y aunque le daba nostalgia, no podía dejarlo con la duda ya que le regalo un tarrito de miel que aún tenía en mano. Así que, antes de responder, en su bolso, guardo cuidadosamente el tarro, notándose a vista que tenía comida allí y también unos mapas, al guardarlo, alzo la mirada para mirarlo y con una pequeña sonrisa respondió –Mi mascara, bueno, es un regalo que hizo mi madre antes de que m... - se quedó en silencio por 2 segundos, no quería decir que su mama falleció, así que pensó bien las palabras y volvió a comentar –antes de que se fuera- tenía un pequeño tono de nostalgia su última frase, pero aun mantenía esa sonrisa, más que nada para no preocupar a su nuevo compañero.  

Su madre fue su mayor soporte al igual que su padre, y llevar la máscara era lo que lograba que la joven sintiera su compañía en este viaje, no estaba de más recordarla antes de la tragedia, una persona trabajadora y amable, toda una madre luchona por sus hijos, eso la llenaba de orgullo, como cualquier niño pequeño que tiene a su padre o madre de modelo a seguir. 
Eso duro unos segundos hasta que volvió a la realidad, recordando las palabras del primer chico que conocio, tenia que abrirse mas ante las personas, y esta no era la excepción, tomo una bocanada de aire para iniciar esta ves -Por cierto, no nos hemos presentado-  volvió a extender su mano con algo de vergüenza -soy Kyoko, y tu como te llamas?- Al no saber como iniciar, decidió mejor presentarse como cualquiera, de la mejor manera posible, asi, podria tambien superarse poco a poco, y no estaba mal hacerlo desde ahora con aquel desconocido de cabellos rosas.
   
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Conocía esa expresión y aquella tristeza destilada por la chiquilla, su madre ya no se encontraba entre los vivos, sabía lo que era eso, aunque era mas que posible que ella hubiera podido disfrutar de su progenitora, eso si que no lo conocía, a fin de cuentas yo quedé huérfano nada mas nacer, no sentí la pérdida de mis padres, aunque si su ausencia a lo largo de mi vida. -Comprendo lo que dices.- Dije con un tono solemne mientras sujetaba mi sombrero con una mano, dándole a entender que esa prenda era un equivalente a su máscara, un recuerdo que nos ataba al pasado. -Pues que sepas que tienes una máscara preciosa.- Dije volviendo a sonreír amable para que volviese en si. 

Duró unos segundos en sus pensamientos, no demasiados, pero si los suficientes para imaginar su dolor y agonía, en parte me entristecía que una persona tan joven estuviese tan triste, pero la tristeza era uno de los síntomas del apego, es imposible poseer a alguien o algo para siempre. No había nada inmutable, todo cambia, todo evoluciona y todo lo vivo muere, es una constante que mantenía un infinito ciclo de almas y de vida, esa condición efímera era lo que le daba realmente sentido a la vida, pues sin ella no apreciaríamos nuestra existencia ni lo que nos rodea. No obstante, aferrarse a la gente y a los bienes materiales no era disfrutar de la belleza, solo era encerrarse en unos deseos egoístas para crear una falsa realidad de felicidad. Ella preguntó mi nombre de forma simpática y educada, parece que habíamos empezado a hacer buenas migas por mi accidente. -Encantado Kyoko, mi nombre es Karibachi.- Giré mi cuerpo y señalé con mi mano la dirección a la que iba. -¿Vas al pueblo? Permite que te acompañe, debo volver para limpiar mi manto, jeje.- No solo era esa mi intención, aquello solo era un mero pretexto para poder seguir hablando con ella y conocerla un poco, quién sabe, tal vez tuviésemos pensamientos afines, algo útil para el futuro, seguro. Comencé a caminar hacia el pueblo, con la esperanza de que la rubia me siguiese. -Dime Kyoko ¿Eres del País de la Lluvia?-  Una pregunta inocente para intentar entablar una conversación interesante, quizás provenía de tierras desconocidas para mi, o tal vez fuera mi vecina sin saberlo. Las nubes parecían no tener intención de desaparecer del cielo, encapotándolo y manteniendo una eterna llovizna, al menos los pueblos y las aldeas del lugar adaptaban su arquitectura para ello. 
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Kyoko al escuchar su respuesta respecto a su máscara, lo miro nuevamente, esa aura de paz y calma apareció nuevamente, siendo comprendida por alguien que también perdió a un ser querido, noto que ante sus palabras tocaba aquel sombrero, él también tenía algo que los unía, aquel halago a su mascara la hizo sonreír y por poco se la quitaba hasta que recordó el problema de sus ojos -Muchas gracias, la primera vez que ella lo hizo, me pareció una obra de arte- Soltó una pequeña risa y suspiro, fue lindo hablar de su madre por un momento. 

Hubo un silencio por unos segundos, al parecer, ambos pensaban en las pérdidas a temprana edad, pero esas cosas, la perdida en si misma es parte de la vida misma, la vida no siempre será de tonos rosas, y eso lo entendió desde que su familia se fue para un mejor mundo. La chica escucho el nombre de su ahora acompañante -Karibachi, es un nombre interesante, y hasta podría decir que único- dijo halagando al peli rosado, notando que este giraba su cuerpo para poder mostrar el camino, recordando instantáneamente a la joven su misión principal, al escuchar su pregunta de ir al cuerpo asintió sin más para dar dos pasos –sí, vamos al pueblo, vere si obtengo un pequeño establecimiento para descansar, y de paso a atender tu manto- 

Ambos iniciaron la caminata, en ese momento supo que tenía un nuevo amigo, algo que la llenaba de orgullo personal –miren padres, yo puedo tener amigos nuevos- pensó en sus padres, imaginando que la miraban desde el más allá. Al escuchar aquella pregunta negó –de hecho, acabo de llegar, yo te iba a preguntar lo mismo, pero te adelantaste- Dijo con toda la honestidad, si era analizada a profundidad, era como un ser de luz, tan puro que ni mentir lo haría bien, y si le toca hablar de alguien, sería lo más honesta posible, esa era Kyoko. 

-Tu tampoco eres de aquí verdad?, porque si lo fueras, no me habrías preguntado eso- De la nada soltó la joven, mientras que seguía la ruta. De lejos, ya en unos metros se lograba ver el pueblo, y confirmo totalmente su teoría del porque “país de la luvia”, el cielo se mantenía nublado, y aunque salga el sol para dar algo de calentura, seria en vano ya que la lluvia seguiría cayendo, era realmente interesante –yo, no soy de ningún país, podría decir que soy una errante- dijo sonriente, su único lugar fijo estaba oculto en los bosques, y lo dejo vacío para emprender su viaje de conocimiento –más bien, ¿qué te trae por aquí? - dijo inocente, porque luego de analizar bien las cosas, ambos eran como turistas, quizá ambos buscan la misma cosa y podrían ayudarse mutuamente en el lapso de tiempo que estén en este curioso y llamativo país, como posiblemente todos los demás que aún no conoció o vio con sus propios ojos. 
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Aquella mujer era un mar de amabilidades, de igual forma que yo halagué su máscara ella lo hizo con mi nombre, decía que era un nombre único y realmente no se equivocaba. "Se dio cuenta" Pensé mientras ella hablaba. Ciertamente mi nombre era una formación muy particular, el nombre de una peligrosa y poderosa avispa que podía encontrarse en la naturaleza, su violencia y peligrosidad era lo que le hacían famosa, así me llamó mi madre con la esperanza de que yo lograse sobrevivir en un mundo tan hostil, je... Si ella supiese hasta donde había llegado. 

Por lo que mis propios abuelos me contaron hace años, mis padres eran hábiles y poderosos: Mi padre era un diestro espadachín de quien se decía que nada lograr atravesar su piel, mi madre, en cambio, se decía que era ducha en el ninjutsu, logrando atemorizar escuadrones enteros con sus técnicas, le llamaban la asesina de un solo golpe. Sin embargo, también me dijeron que hacía tiempo que había superado sus capacidades ¿Tan poderoso me había vuelto? Quizás no, puede que solo fueran los ojos de mis abuelos, que no eran capaz de verme en una mala posición, ellos, aunque estrictos, siempre pensaron que llegaría a lograr mis metas. Fue gracias a esos ojos que yo me esforcé en aprender y conocer el mundo, mi abuela siempre me dijo que el mundo era mucho mas grande de lo que nosotros podíamos imaginar y que conocer cuanto mas de él nos servía para comprender lo pequeños y nimios que somos, enseñándome que yo no era mas importante que los demás; mi abuelo me enseñó que la amabilidad abría mas puertas que la ira o la imposición, pues la bondad se requería en la confianza y amor, las armas mas poderosas que podía enlistar un shinobi. Aquellas dos lecciones fueron esenciales para ver el mundo de una manera amplia, con una perspectiva alejada de todo, con una mirada contemplativa y meditativa, fue cuanto hice, viaje como un peregrino por todo el continente, ayudé a la gente con sus problemas, fui un salvador para unos y un ladrón para otros, pero ninguno pudo negar que intentase comprenderlo. 

Hablando de trivialidades comenzamos nuestro caminar juntos, hablando de nuestros orígenes, ella decía ser nómada, no teniendo un lugar al que llamar hogar como tal ¿Sería Nómada cuando su familia estaba viva? Desde luego conocía esa forma de vida, te enseñaba muchas cosas si prestabas atención, aunque no era fácil, igual que en el mundo existía amabilidad también existía la otra cara de la moneda, personas deshonestas e interesadas y saber distinguir sus intenciones eran cruciales. -Acertaste, no soy de aquí.- Sonreí mientras le miraba. -La verdad es que estoy de paso por aquí, un lugar intermedio antes de mi destino.- No era demasiado claro, pero tampoco podía revelar a donde iba, ese misterio tendría que llevármelo conmigo. -Antes has dicho que tu madre hizo una obra de arte ¿Tu madre era artista Kyoko?-
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Ambos al empezar su ruta, empezaron a charlar de sus familias, de hecho, su familia no era muy interesante, y al parecer tampoco tuvieron un hogar fijo, por lo que recordaba en su niñez, toda su familia era agrícola, padre y madre enseñaron a los tres pequeños a cosechar y mantener vivos los cultivos para que estén grandes, frescos y sirvan para la comercialización, curiosamente, Maeda no sabía exactamente de donde era ambos, como nació en su hogar y no en un país o pueblo, tampoco se había atrevido a preguntarles a medida que fue creciendo, eso le daba a recordar que le hizo una pregunta a su hermano mayor y recibir el famoso “no sé, no les pregunte tampoco”. Esos recuerdos eran valiosos y aunque no sepa más que sus nombres y edad, supo de inmediato cuando su familia aprobó la idea de que ella se convirtiera en un ninja y la apoyo durante años de entrenamiento, hubo un momento donde su mama le hablo que lo físico no era todo, y que debía meditar, así que algo de sospechas despertaron en ella. Su mama sabia de esos temas, ¿ella fue un ninja? Ni idea, solo podría agradecerle por todas sus enseñanzas. 

Aquel pelirosado, primero le aprobó de que no era del país, al parecer la chica si sabía analizar las preguntas, le menciono algo respecto al destino...  “destino”, esa palabra tan misteriosa, interesante y profunda, iba a preguntar más al respecto, pero decidió reservarse, no quería meterse mucho en sus metas personales a no ser que él esté dispuesto a contarlas si llegara la ocasión. Ambos tenían sus propios motivos de pasar por esta zona y está bien, los secretos se guardan a no ser que tengas a una persona de confianza verdadera, lo entendió al instante –Entiendo, cada quien tiene sus motivos personales de dar estos viajes-. 

Cuando el joven pregunto por su madre, soltó una pequeña risilla, admiraba a su progenitora, pero aparte de la máscara, no logro ver si ella hacia más de estas, esto le daba curiosidad ya que el primer chico que conoció la confundió con un miembro de una organización, supongo que ahora tenía algo nuevo por aprender en su travesía, pero regresando a su charla casual hacia el pueblo –No, mi madre no es artista, a pesar de que hizo esta mascara para mí y la aprecie, realmente se dedicaba a la agricultura, al igual que mi padre desde que tengo memorias- soltó con toda sinceridad, también quería saber de su familia –Y tu familia, también se dedicaron a algo similar? ¿O era distinto? - pregunto la pequeña con curiosidad y algo de inocencia, algo común de ella. 
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Mis deducciones eran erróneas, su madre no era artista, sin embargo, logramos encontrar una similitud, por lo visto su madre, y por extensión su familia, se dedicaban al cultivo de la tierra; menuda casualidad. Resultó gratificante ver que, al menos, teníamos algo en común de que hablar. -Menuda coincidencia.- Dije sonriendo como un niño pequeño, la ilusión era notoria, no solo en mi rostro, también en mi andar, que mostraba gran entusiasmo. -Mi familia también se dedica a los cultivos.- Quizás no fuera igual la comparación entre lo que sus dos padres podían cultivar con la mía, a fin de cuentas el clan Kamizuru se encargaba de la cosechas y las flores del país de la Tierra, gracias a nuestras abejas lográbamos polinizar todas las plantas posibles, además de nuestra afinidad con el elemento tierra, permitiéndonos mantener el suelo fértil. 

Claro, loa Kamizuru no solo se encargaban de ello, también eran shinobi diestros y letales, expertos en venenos y el espionaje, aunque esa parte no era necesario desvelarlo, no necesitaba saberlo todo, sobre todo en el mundo actual, donde ser un ninja era algo tabú, prohibido por el mismo imperio. No conocía su posicionamiento sobre aquel tema, así que lo mejor era callar por el momento, si ella daba señas de ser una kunoichi o de apoyarlos sería el primero comentárselo a ella. -¿Y tu? ¿A que viniste a estos parajes? Debo decir que la Aldea de la Lluvia es preciosa y sus edificios genera un ambiente mágico y místico.- La muchacha parecía interesada en mantener la conversación conmigo, no obstante, parecía demasiado introvertida como para sacar algún tema de interés, tal vez no habíamos profundizado demasiado, a fin de cuentas tan solo hablábamos de banalidades triviales, poco nos faltaba para empezar a hablar del tiempo. 

Quizás el problema es que no había captado el suficiente interés por la mujer ¿Le estaría aburriendo? Quién sabe, solo ella podría decirlo ¿Tendría miedo? De ser así no me habría ayudado ¿O quizás si? La verdad es que los seres humanos eran lo bastante complejos como para no saber la respuesta a esa pregunta, creo que es lo único que aprendí durante todos mis viajes, que las personas son impredecibles y hermosas a su manera. 
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Última modificación: 25-01-2023, 04:08 AM por Kyoko Maeda.
Por  pura coincidencia, sus padres también eran agricultores, la chica estaba emocionada, y se notaba por como tomo acción, moviendo los puños  hacia el frente, también parecía estar como una niña emocionada –No sabía eso, esto es realmente una coincidencia- no se lo podía creer, pero el mundo es grande, así que más de una familia debe de haber en cada país, pero aun así, el mundo es tan pequeño como para toparse con alguien que también debe saber de los cultivos, quizá, él tenga unos buenos trucos para las cosechas que le pueden servir a ella ya que también hace sus propios bienes.  


De repente, escucho una pregunta respecto al motivo de su viaje, y, a decir verdad, empezó a tener algo más de confianza con él, así que se quedó en silencio por 2 segundos entrando en un pequeño debate si decirle o no, pero como solo estaban los dos, podría confiarle –bueno, te diré, pero con tal de que no reveles mi identidad- dijo la joven mientras que movía sus manos hacia atrás. Por lo que dice el del país de la lluvia podría confirmarlo por el pueblo a la cual casi habían llegado, maso menos para poder contarle, se quedó quieta esperando que también se detuviera el rumbo –la verdad es que estoy buscando información, o mejor dicho un lugar, aldea de la estrella- esa última frase la susurro.  
 

La joven se quedó por unos momentos pensando en cómo iba a decirle, pero si él tenía información respecto a su habilidad o algo relacionada con esta, le serviría mucho y le ahorraría el viaje, pero, aun así, ser un nómada no estaba tan mal. Desde aquel suceso donde medito en plena lluvia de estrellas hizo cambiar no solo su chakra, sino también su aspecto físico, tenía que saber cómo era posible esto, tenía que saber si también hubo antecedentes, y aunque tuviera habilidades, quería saber sobre todo las consecuencias, ella no utilizo mucho su poder, pero podía notar esos cambios en su cuerpo; pero, en vez de hablar, decidió tomar una acción pasiva, mostrando así su peculiar chakra de tonos purpuras. 
                                                                                             Habla//susurro

Kujaku Myohou, juudan
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Aquella mujer era tan energía y alegre como yo, eso como mínimo claro, solo de saber que ambos proveníamos del mismo gremio, labrando la tierra con nuestras manos, se entusiasmó tanto que tuvo que expresarlo físicamente, moviendo de forma alborotada y divertida, como la de un niño contento, pura e inocente. No pude evitar sonreír de forma cariñosa al verle, se notaba que aún no había conocido todo lo que este mundo, frío y cruel, podían tenerle preparado, solo esperaba que jamás perdiese aquella chispa que tanto le caracterizaba, esa luz dentro de su alma que le movía por el mundo. 

Ya cercanos a nuestro destino la mujer se detuvo, advirtiéndome de que no debía revelar quien era, sin embargo... No es que pudiera desvelar demasiado, solo conocía su nombre ¿Cuántas Kyoko podía haber en el mundo? Y eso si es que era su verdadero nombre, era muy común que las personas no dijesen quienes eran realmente a un desconocido. No obstante aquello despertó mi curiosidad, parecía estar envuelta en un halo de misterio, afirmé con un rostro de confusión a la par que detenía mi marcha, no sabía que esperarme de aquello, la verdad ¿Serían secretos de estado? Tal vez fuera una cruzada santa, tras tanto secretismo todo podía ser. Kyoko parecía estar en un largo viaje, uno absurdamente largo de hecho, pues se encontraba en la punta opuesta hacia donde se dirigía, mas aquello no fue lo más sorprendente, sino el extraño chakra que comenzó a emanar de su cuerpo, mostrándome una peculiaridad que hacía años que no veía. 

Sorprendido miré atento a su chakra, de un color púrpura y una densidad especial, Ya habían sucedido muchas lunas desde que vi a ninjas utilizando una técnica similar, pero tenía sentido con el destino al que quería llegar. Llevé una mano a mi mentón, con un rostro reflexivo y meditabundo.-Yo he visto algo así antes...- Estuve unos segundos pensando en ello hasta que logré recordar uno de mis viajes al País de la Luna, allí donde había una aldea de shinobi con técnicas únicas y especiales, su chakra era especial, pues su chakra tenía propiedades de materialización por encima de las normales. Recuerdo aquel viaje en el que buscaba iluminación y conocer su secreto, mas no me fue revelado, al menos no de una forma que yo entendiera. -Claro supongo que irás a ver a algún familiar.- Dije señalándole mientras sonreía al haber dado con una idea de su procedencia. -Ahora comprendo que tengas ese chakra tan excepcional.- Me detuve en mi hablar un segundo para apreciar la energía que brotaba de su cuerpo con timidez. -Si, lo recuerdo... - Volví a mirarle a las hendiduras de la máscara donde estarían sus ojos, no lograba verlos con aquella careta de conejo puesta, la verdad. -Sin embargo te encuentras lejísimos de tu destino, esta en la punta opuesta a esta del continente, en el este.- Señalé en la dirección adecuada, dándole a entender que la dirección que tomaba podía no ser la más rápida, de hecho no lo era ni por casualidad. 
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La joven, a pesar de ser ya una adulta, aún tenía esa afición de niña pequeña hablando, quizá debido a por estar sola por un tiempo, dejando a su primer encuentro con él siendo algo callada como una fachada, como una máscara para ocultar su verdadera persona, alguien que puede ser curiosa y alegre como una niña que conoce todo cuando pasea por una zona de juegos, maso menos se le puede describir así, pero aun siendo como es, aun puede ser consciente a medias respecto a su alrededor, como una doble personalidad que ella sola puede manipular, las dos caras de la moneda, pero  volviendo. 

Cuando Kyoko  mostró su chakra, se quedó esperando a que su acompañante le dé una idea de si conocía de donde podría venir, notando que estaba sorprendido, pero a la vez algo dudativo, por los gestos buscando algo similar en sus recuerdos confirmo que, si llego a ver esa peculiaridad en otros ninjas, cuando este confirmó que,  lo vio en otro país, la joven se emocionó por ello, respecto a su familia, esta no conocía más a parte de sus padres y hermanos –realmente no se si tengo familia aparte de la  mía, quizá sí, pero no sé nada de ellos- soltó algo ingenua, pero relativamente tiene razón, o que no recordaba si alguna vez  visitaron a una tía o parecido. 

El chico mencionó algo respecto al lugar donde tenía que ir, y cuando menos se lo espero, se dio cuenta que estaba a dirección contraria, realmente no se lo podría creer –¡¡GAHH!!- eso fue lo único que pudo soltar del impacto por la lejanía, al inicio sus manos también se pusieron al frente con una forma extraña pero clásica de cuando recibes un dato fuerte e inesperado para después estos se posaran en su rostro tapándose la cara, dejó de emanar el chakra para poder caminar un poco estando notoriamente avergonzada –no puede ser.... ¿Me equivoque?, pero... Si tengo mapas... ¿Eso quiere decir que lo leí mal? - por la situación, desgraciadamente también paso por lo mismo que el joven de cabellos rosados, chocándose con un árbol y cayendo al suelo –Ay...- se frotó la frente y se asustó, ya que toco su piel, eso quiere decir que se le cayó la máscara, tapando sus ojos con el antebrazo rápidamente -esto es malo, donde se cayó, mis ojos ahh.. - pensó mientras que su mano buscaba en el suelo embarrado su mascara, siendo consciente ahora que también debe lavar sus ropas –esta ya es mi culpa, no hay de otra, rayos-. 

                                                  habla//susurro//pensamiento  
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Aquella mujer se alegró al saber que conocía gente con habilidades similares a la suya, o bueno, mas bien los conocí en tiempos pasados, dudaba que alguno hubiera sobrevivido, pero era mas que posible que la Aldea de la Estrella hubiese sobrevivido, subyugados si, pero manteniendo sus enseñanzas sobre el ninjutsu, recordaba que sus defensas y sus técnicas eran lo bastante poderosas como para que nadie quisiera molestarlos así como así. No tenía muchos detalles de como funcionaban sus peculiares técnicas, pero si había visto a mas de uno en acción, mostrando bellas y peligrosas formas de chakra que salían de su espalda, como una cola de un pavo real abierta, algo único. 

Kyoko me dejó claro que era la primera vez que iba allí, no solo porque estuviese mas perdida que un pulpo en el desierto, sino porque ella misma decía que desconocía si ella tenía familia allí, mas con aquella aura que la rodeaba era más que evidente que así era. -Bueno, sea como fuere descubrirás si tienes familia cuando llegues, aunque no es que el destino sea mas importante que el camino.- Le diría ya mas calmado mientras miraba al frente y movía la mano hacia delante señalándole la senda que caminábamos como ejemplo de lo que decía. No es que fuese algo que la gente ignorase, al menos en su mayoría, pero de cuando en cuando era bueno que a uno le recordasen que no podíamos obsesionarnos con nuestros objetivos, eso solo nos llevaba a la desesperación y a no disfrutar de la vida, dejándolo todo por cumplir aquella meta. 

El ambiente cambió cuando le expliqué que estaba en la punta opuesta de nuestro mundo para llegar a su destino, al parecer la pobre estaba yendo en sentido contrario, menos mal que le avisé para que no se recorriera todo el continente tontamente, cierto que el camino era mas importante que el destino, pero tampoco era cuestión de recorrerse medio mundo cuando podía acortar por el medio. Quería calmarle, parecía que su nerviosismo había aumentado de forma exponencial, pero no llegué a tiempo, antes de que ninguno de los dos nos diéramos cuenta, habíamos empezado a caminar de nuevo y a desviar el rumbo inconscientemente hacia un lateral, chocándose ella también con un árbol. El batacazo fue épico, tal fue el golpe que hasta los pájaros que había en las ramas salieron volando asustadas del temblor de la madera, incluso su apreciada máscara se había caído de su cara, mostrando un aspecto jovial y dulce, con rasgos circulares y sutiles, hermosos y canónicos, aunque sus ojos no pude verlos, rápidamente se los tapo con un brazo mientras buscaba con su otra mano la máscara que se había alejado un poco de su posición. Miré algo extrañado "¿Qué le pasa en los ojos? ¿Por qué no los muestra?" Sin duda suscitaba muchas preguntas, pero ahora mismo, para que ella se sintiera cómoda, me acerqué hasta su máscara, agachándome con calma para recogerla y poder acercarla frente a ella. -Toma, la estoy sujetando delante de ti.-  Le dije tranquilizador y apacible, mi voz parecía tener pocas variaciones de tono y muchas menos de volumen, desprendiendo siempre calma, una vez se pusiera la máscara y volviese a ver, le preguntaría. -¿Tienes algún problema en los ojos? ¿Por eso llevas máscara?- Pregunté sin miramiento alguno, ya había suficiente confianza como para no tener que ir con pes de plomo en la conversación. 
[Imagen: yexpdWD.png]

[espe=GEN][maestria=YIN]
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Fue realmente inesperado darse cuenta de que estaba en dirección contraria, y en parte agradeció que le abrieran la mente, pero a la vez, solita se hecho de cabeza al ser consciente que su sentido de orientación le había fallado, curiosamente, debía saberlo, pero tampoco había sido instruida, no tuvo el tiempo suficiente para poder aprender algo de mapas con ellos. Aun así, pensó que sería una buena idea saber que podría tener familiares, como un tío o primo, familia de su padre o de su madre, quizá hasta podría tener un abuelo a la cual nunca conoció, las posibilidades de tener más parientes la llenaban de intriga y curiosidad, confundiendo más su mente perdida por la conmoción de casi perderse en el mundo que desconocía totalmente, algo realmente inesperado, sobre todo para ella quien creía conocer todo respecto a mapas y direcciones, demostrando así nuevamente su ingenuidad. 

Para desgracia, sus nervios atacaron y con la torpeza, se desvió totalmente ante la desesperación, llevándola así al mismo destino del cual paso su acompañante, el famoso árbol, tremendo fue el choque que espanto a las aves y las gotas empozadas en las hojas cayeran al suelo, mojando más a la joven, que también logro accidentalmente mostrar sus ojos sin abrirlos por el impacto y la caída, mostrando que tenía buenos rasgos, pero duro solo segundos antes de que se tapara el rostro –ay mier, ¿no me habrá visto? - pensó mientras que su otra mano buscaba desesperadamente la máscara, para suerte de ella, Karibachi ya la había tomado y le había alcanzado, agarro su mascara y se lo puso al revés, cosa muy cómica de hecho –Mu... Muchas gracias- comento con un pequeño tartamudeo. 

Ahora que despertó la duda ante el pelirosado, entro en un pequeño debate en si debería contarle o no, pero ahora, estaba con la espada contra la pared, ya fue arrinconada y no tenía más opción que decirle la verdad –hace años, cuando era una niña, tenía los ojos azules como el cielo- comento como era ella antes, dijo con seguridad y su respiración empezó a acelerarse un poco al igual que sus manos subían a la altura de su mascara para sostenerla –pero, cuando medite ante una lluvia de estrellas, además de tener un cambio en mi chakra, también tuve un cambio físico- su voz se volvía un poco más aguda, ya se notaban sus nervios y poco a poco movía su mascara para abajo, mostrando de a poco su rostro empezando con la frente –la verdad, me da algo de vergüenza mostrarlos porque es irreal, pero.. Solo estamos los dos- dicho esto, bajo la máscara hasta el punto de mostrar sus ojos, y vaya que, si era una locura por las tonalidades que estos tenían, mostrarlos la hizo avergonzar tanto que un rosado adorno gran parte de su rostro y a la vez ocultaba su boca con la máscara, dando esa apariencia de ternura acompañada de la vergüenza y la pena que sentía en estos momentos, lo único que no quería recibir eran burlas. 
   

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Aquella chiquilla se había dado un batacazo bastante fuerte, parecía incluso algo desorientada, tanto que se puso la máscara del revés sin darse cuenta, entrañable si, pero también me preocupaba que se hubiese causado una lesión mayor de lo que pudiese parecer a primera vista. Como fuere logró tener cognición suficiente como para poder responder a mi pregunta con cordura y su afirmación era mas inesperada de lo que creía, pues al parecer no se cubría los ojos por algún problema o porque fuera una fugitiva, sino porque tenía inseguridades con su propio aspecto, jamás pensé que un nómada se preocupara por esas cosas, la verdad. 

Estaba claro que el mundo aún podía sorprenderme, pues el como logró tener un aspecto fantasioso era surrealista, meditando bajo una lluvia de estrellas decía que su cuerpo había cambiado y que sus ojos, antes cristalinos y puros como el mar, ahora se tornaban en una amalgama de colores, algo único y espectacular si alguien me lo hubiese preguntado. Tal vez los shinobi de Hoshigakure no me tomaban el pelo como pensaba, sino que sus poderes provenían literalmente de las estrellas ¿Acaso era eso posible? Bueno... Había conocido a una persona medio demonio, pero no pensé que las estrellas tuviesen un poder así, asombroso, sin duda alguna. Ella se sentía mas en confianza conmigo, tanto que me mostró su mayor secreto, quitándose la máscara en un manojo de nervios y vergüenza, me enseñó sus preciosos ojos, los cuales mostraban la vida de la tierra y el espíritu del cielo, en una conjunción de azules profundos y colores anaranjados, los ojos que podían unir los dos planos. 

Los observé, mas no demasiado curioso, ella ya se sentía bastante juzgada por los demás y escudriñar su cara milímetro a milímetro solo hubiera empeorado al situación, en su lugar procuré observarlos sin prestar mas atención que la que se prestaría a cualquier persona cuando le mirabas a los ojos y sonreí amistoso mientras ladeaba la cabeza. -Qué puedo decir, a mi me parecen preciosos y únicos.- Puse mi mano en su hombro de forma tranquila y cercana. -No deberías tener miedo de enseñar tu cara, a mi me parece muy dulce y amistosa.- Proseguí nuestro camino, ya quedaba poco para llegar al pueblo, pero, al menos, ella se habría ido con un cumplido y una amistad nueva, además de conocer ahora la ruta correcta hacia su destino, por supuesto. La verdad es que era reconfortante que hubiera gente con el mismo sentido de la orientación que yo, no me sentía tan tonto, aunque no debiese consolarme con el mal de otros
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Fueron unos minutos largos de espera para que la joven se retirara su mascara, además se un notorio sonrojo, su frente tenía un tono rojizo tenue por el choque, se quedó mirando al peli rosado mientras que solo podía tener una lucha interna en su mente –no debiste hacer eso, mira cómo se queda mirando los ojos, sabía que no era buena idea, ahora que hago...- por unos segundos desvió la mirada hasta que escucho sus palabras, eso la conmovió, y regreso la mirada aun manteniendo la vergüenza, pero aun así –de verdad crees eso? - dejo que la mano de su acompañante se posara en su hombro y soltó sus palabras de aliento y apoyo, logrando mostrar un brillo en los ojos y sus manos bajaron con su mascara, mostrando su rostro en totalidad, aún seguía apenada y ruborizada, pero al final, supo que hizo un amigo nuevo, y eso la hizo entrar en calma después de una ardua batalla interna. 

Ella se levantó, se sacudió la tierra mojada que sobraba y empezó a caminar con Karibachi, pero esta vez no usaba su mascara por el momento mientras estaban los dos, ahora ambos debían lavar sus prendas, así que la espera de lavar y que sequen las ropas va a ser tardado estando en el país de la lluvia. -gracias, me siento más segura ahora mismo- dijo en agradecimiento ante sus palabras y cuando ya estaban a 3 minutos de llegar al pueblo se puso su mascara, de forma correcta esta vez, a pesar de que le dijeran que no debía tener vergüenza, no podía confiar en todo el mundo instantáneamente, es algo que tiene que cambiar con el tiempo a través de su viaje. 

Cuando era joven, curiosamente, su cabello cual puntas terminaban de un color coral, eso lo veía normal y su familia le decía que era especial, según sus padres, cada 2 generaciones de la familia por parte de su padre nacían un miembro con esa peculiaridad en su cabello, siendo antes de ella su abuela a la cual desconocía, pero justo cuando los perdió, no tuvo la oportunidad de saber a dónde ir, los perdió tan rápido y sin saber de otras familias, que estuvo como una errante durante un largo tiempo, olvidándose incluso de ir a pueblos, era un miedo constante el que la atrapasen, a pesar de no haber hecho nada, el miedo seguía allí desde el incendio –bueno, solo toca limpiar y esperar- dijo mientras pasaban por el pueblo, ella solo lo seguía, suponiendo que tiene una posada debido a que no es de por aquí, y aunque no sabía sus motivos de viaje, empezó a darle curiosidad de saber más de él. 

                                                    pensamiento//habla
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