Encontrando el sol bajo la Lluvia [priv Colt]
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Dos semanas, dos semanas era el tiempo límite para llegar al País de las Aves, conociendo a Ryth, si tardase mas tiempo saldría a buscarme, y tampoco quería preocupar a Bakura y los niños... Me moría de ganas por volver a verlos. La verdad es que no podía evitar pensar en ellos a menudo, era el motor que me hacía seguir avanzando, la esperanza que me hacía ver que había un futuro mejor; solo hacía esto por ellos, pues contaba con que yo no saldría vivo de todo lo que se acontecía. 

Tenía tan solo unos días, pero era imperativo hacer una parada antes, tenía concertada una cita en el País de la Lluvia con un chico de apuntado y rojizo cabello, de serrados dientes y duras facciones, un tipo que ya se había topado conmigo semanas antes; una persona capaz de ver mas allá de mis artimañas. Colt, el hombre que habla con los gatos, y yo tuvimos un encuentro en una cantina anónima que se alargó hasta un oscuro y sucio callejón, aquella vez que nos vimos tuvimos una despedida abrupta, pero si tuve tiempo para quedar con él aquí aquel día. No sabría si estaría allí, pero algo me decía que si lo vería, su curiosidad no le permitiría resistirse a acudir aquel día, recuerdo que la primera vez que nos vimos él no paraba de preguntar e indagar sobre la era shinobi y yo le ofrecí ser mas consciente de todo aquello y mas, pues también le ofrecí saber mas sobre el mundo actual y sobre lo que iba a suceder en el futuro. 

Mi plan era llevarlo con Ryth, él tenía mas labia que yo, estaba mas que seguro que él sabría convencerlo para unirse a nosotros mejor que yo, desde luego mis fuertes iban por otros campos, mi conocimiento y entendimiento era más útil que mi poder de persuasión, de hecho, aún no sabía como demonios había logrado que Bakura se fijase en mi, supongo que el tiempo de supervivencia juntos hizo gran parte de que eso fuese posible. 

Aquella vez fui mas centrado en el camino, pues sabía a donde debía dirigirme y era mas que posible que ya me estuviesen esperando, aunque eso no me impidió ir mirando por los escaparates y las pinturas y esculturas que había por lo edificios, la belleza de aquella ciudad era indescriptible, pero lo que más lograba captar mi atención eran aquellos túneles de cristal que conectaban las plantas medias y altas de las arquitecturas, dando la sensación que la gente caminaba en el aire; es tipo de fascinaciones no había en Iwagakure, por desgracia. La lluvia era suave, pero constante, siendo pequeñas gotas que casi ni se notaban las que caían del cielo, encapotado claro, Las farolas daban un alumbrado claro, la potencia de aquellas bombillas eran bastante alta, tenía sentido, pues los días de fuerte diluvio era muy difícil ver por donde ibas, mas de uno se habría estampado contra una farola, seguro. 

Cuando llegué a mi destino temporal miré a los lados, buscando al hombre indicado, dándome cuenta de que había sido el primero en llegar a la reunión. -Vaya, esto no me lo esperaba.- Dije con un rostro algo confuso, sinceramente pensé que él estaría el primero, ansioso por saber lo que tenía que decirle. No todo salía como había planeado, pero no podía hacer mas que esperar, así que me senté en el suelo y medité tranquilo, dejándome embelesar por el sonido de la lluvia caer, sintiendo su tacto contra mi piel, intentando hacerme uno con el todo. 
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Última modificación: 25-01-2023, 11:51 PM por Colt Tenbin.
Un par de horas antes de que Karibachi llegase a destino, el Tenbin se encontraba caminando por los mercados de la zona. Un lugar techado que se extendía a lo largo de la calle como una amplia avenida, llena de distintos puestos que vendían desde objetos varios hasta comida, incluso algunos los cuales no poseían puestos, habían dispuesto mantas alrededor del piso para ofrecer sus baratijas o mercancías. -Faltará una hora y media o dos para la llegada de Karibachi, aún tengo tiempo- Colt ya estaba ahi desde antes que el Kamizuru entrara a la ciudad, no podía contener su emoción, tampoco lo podía con la ansiedad que le recorría por el cuerpo, desde que entro a Amegakure, el pelirrojo se había bajado medio paquete de cigarros en un abrir y cerrar de ojos - ¿Que es lo que realmente pretende?-Los diferentes escenarios sobre lo que podía pasar ya se hicieron presente de antemano en el Tenbin, quien curioso por aquello fue el principal motor que tuvo para venir a dicho lugar -Entiendo lo del pasado y el presente ¿Pero futuro? ¿Que quiere decir con aquello?-De lo que dijo el monje, aquella era la palabra que mas le había enganchado, entendía el que le citara para contarle sobre como era la vida antes, como era la generación en la que se crio él y por ende también su padre ¿Pero el futuro? ¿Que tenia que ver eso con ellos? - ¿Quizás querrá armar una revuelta? ¿Una revolución?- Era factible, un sujeto que vivió las épocas antiguas de los Shinobi, la edad dorada, seguro quería recuperar aquellos días de gloria, incluso no solo para él, sino que también para las generaciones venideras, un mundo donde el yugo del credo imperial no existiera, sonaba tan utópico que hacía sonreír al pelirrojo cuando lo imaginaba. -De ser asi debo aprovechar la oportunidad. El imperio del agua caerá por lo que hizo, no voy a descansar hasta ver la cabeza de la zorra del agua colgada en una estaca, ¡Lo prometí sobre la tumba de madre!-Una determinación aterradora se apoderó del rostro del muchacho, sus objetivos estaban mas que claros.

Cincuenta minutos faltaban para la hora estimada, aún había tiempo y la mente del colorado ya parecía una noria de las vueltas que daba sobre el asunto -¿Debería aparecer sin mas?-Por alguna extraña razón(quizás porque ya no tenia otra cosa en que pensar) Colt había empezado a imaginar de que forma se presentaría en el lugar, la última vez intento parecer alguien "Cool" y resulto que el que había hecho algo interesante era el monje quien parecía ser un experto en el arte de las ilusiones -Hmm Creo que esto si hará que abra la boca- Su espectáculo estaba planeado, asi qué emocionado corrió a un puesto de pescado para comprar varios kilos del mismo. Con el primer paso listo, el resto fue moverse por las callejuelas de la ciudad, hablando con algunos seres particulares, estableciendo tratos a cambio de que fungieran como actores de la obra, ya todo estaba planeado, y en su cabeza se veía como una obra digna de ser relatada a las futuras generaciones. ¿A quien vamos a engañar? El mercenario errante todavía seguía siendo un adolescente que buscaba llamar la atención en el fondo.

Como era de esperarse, Karibachi encontró el callejón en su estado natural, desolado. El monje se había propuesto meditar, concentrándose en su mundo, sus pensamientos o lo que fuese que hacía cuando entraba en trance, pero el mismo sería interrumpido de pronto por un agudo sonido, un maullido. Si Karibachi abría los ojos vería en frente suyo un pequeño gato gris con motas blancas en todo su pelaje, el diminuto felino frotaría su cabeza sobre una de sus rodillas buscando que el monje le acariciase. Si cumplía con la petición, Karibachi de pronto vería como otro gato mas se le acercaría maullando, buscando lo mismo, y de pronto otro mas se sumaría a la comitiva felina, esta vez subiéndose a su falda, poniéndose boca arriba sobre la misma alzando las patas buscando jugar, mientras sumaba un tercer maullido, de mirar a los costados el Kamizuru vería como varios felinos mas bajaban desde los tejados, era una manada gatuna que se hacía presente en el lugar; varios se acurrucarían con el monje buscando que los mimasen como lo hizo el trío original, otros tan solo se moverían frenéticamente de un lugar a otro, a veces saltando para llamar la atención del hombre, ¡Incluso intentarían hacer piruetas! 
Era una veintena de gatos los que estaban en el lugar, unos pidiéndole jugar a Karibachi, algunos exigiéndole cariño, mientras otros solo buscaban que los observaran, todos unidos al son de un coro gatuno que se extendía por el estrecho callejón sin cesar, inundado las orejas del Kamizuru con una bella sonata felina.

-JE! Esta saliendo a la perfección-Colt quien se encontraba en la otra punta del callejón, observando su obra desde lo lejos, esperaría al momento junto que la atención de Karibachi estuviese completamente enfocada en los gatos, solo ahi cuando se olvidase que esperaba al Tenbin sería el momento de la épica entrada que planeo el muchacho -Lo cual me parece que es ahora- El joven se movió desde una de las paredes hasta la entrada del callejón, había 30 metros desde donde se encontraba Karibachi a donde estaba él, lo suficiente como para que se notase como una silueta borrosa, Colt apunto en dirección a donde se desarrollaba la obra gatuna, concentro chakra en sus pies -¡Es la hora!-Entonces desapareció.

-¡Karibachi-san! ¿Creyó que me había olvidado de su cita? ¡Nyoooo!-Había aparecido de sopetón a tan solo dos metros del monje, con una sonrisa en su cara, usando su mano derecha para imitar la pata de un gato, moviéndola de arriba abajo, entonces solo en ese momento los gatos cesaron con el acto y se quedaron en su lugar, los que estaban encima del monje se bajaron, y tan solo el que apareció primero se quedó con él, mientras que el resto se arremolinaba alrededor de Colt -Espero que no hayas tratado mal a mis nuevos amigos, eso seria Miauuuu malo de tu parte-

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Durante años había trabajado mi concentración y mi abstracción del entorno para meditar, sin embargo, aquella vez fue imposible meditar, un pequeño felino, cariñoso y juguetón se paró frente a mi y llamó mi atención con un lindo maullido, abrí los ojos para ver su precioso pelaje moteado mientras quitaba mis manos de la postura para acariciar su cabecita suave y adorable. -Hola pequeñín ¿Te perdiste?- Dije mientras lo acariciaba y colmaba de arrumacos y cariño hasta que un segundo gato apareció y se acercó a mi exigiendo mimos de la misma forma que el primero. -Anda, pero si tienes un amiguito.- Dije mientras acariciaba a este tambien, pero entonces apareció un tercero y un cuarto. -Vaya, si que tienes compañeros, pequeñín.- Me había quedado sin manos operativas así que los felinos se me amontonaban en las piernas, acurrucándose conmigo y restregándose, pero aquello no era lo peor. No paraban de llegar gatos por todas partes, por las calles, por los tejados, de entre los contenedores, aquello comenzó a parecer la escena de una película de terror. 

No pude evitarlo, comencé a agobiarle de que tantos animales se pusieran encima de mi, empezaba a costarme respirar y , Dios santo, que calor daban. - Maldita sea...- Dije previendo mi muerte por aquella gatería, muerto de amor, cuan irónico sonaba. No, no podía morir allí, eso le habría quitado la satisfacción a Bakura de matarme cuando me viese, no es que estuviera seguro de que iba a ser así, pero conocía a aquella mujer lo suficiente como para saber que contenta no estaría de haberme marchado así como así. Me levanté con dificultad y, como pude pegué un brinco para quitarme la mayor cantidad de gatos de encima, quedando adherido a la pared en la que se apoyaba el contenedor, parando en avance de los gatos, aunque aún portaba uno sobre el sombrero, el primero que había aparecido, sujetándose con fuerza y energía para no caerse; yo procuré mantenerlo en equilibrio para que no cayese, no buscaba hacer daño a ninguno de los animales, solo quería alejarme de ellos. 

Tras aquel ataque felino apareció en un abrir y cerrar de ojos Colt, burlándose de aquello con un gracioso gesto con su mano, yo solo pude mirar a todos aquellos gatos que se apelotonaban a su alrededor y después mirarlo con el mismo rostro de sorpresa a él, abriendo los ojos como platos. Ahora todo cobraba sentido, ya había visto que ese chico tenía afinidad con los animales, pero, sinceramente, no me esperaba aquello, podía manejar un ejército, y de gatos ni mas ni menos, los seres mas caprichosos del mundo, mas incluso que tiranos y reyes. -Eres toda una caja de sorpresas, rey de los gatos.-  Cogí al gatito de mi testa y pegué un pequeño salto para acabar al lado del hombre pelirrojo. -Imagino que todos estos pequeños son amigos tuyos.- Dejé al gato en el suelo para que este pudiera ir con sus compañeros a acosar a Colt y, al volver a erguirme miré al hombre sonriente y alegre de haberme sorprendido. -Tenemos una apretada agenda, joven amigo.-  Comencé a caminar hacia la salida del callejón, en dirección a la avenida principal de la ciudad, grande y lumínica. -Caminemos, así la conversación será mas fluida.-
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-Gracias Karibachi-San, has de admitir que esa entrada ha sido Miauuutastica-Volvió a usar el tono burlón mientras recibía al gato gris en sus brazos -La verdad que solo este pilluelo de aquí se ha vuelto mi amigo ¿No le recuerdas? Es el gato que mande a seguirte cuando nos conocimos, le he puesto Goku de nombre.- Ahora su voz volvía a sonar de forma amena, un tono cálido que buscaba connotar la calma que poseía el muchacho al estar acariciando el felino. Los gatos que estaban a su alrededor empezaron a maullar "Danos lo que nos debes, el trato, el trato." Era lo que reclamaban los animales mientras se arremolinaban cerca del pelirrojo -Oh es verdad, no crean que me he olvidado de ello - El joven llevaba a su espalda una mochila, y atada debajo de ella una bolsa que parecía bastante pesada -Si bien es cierto que tengo una peculiar afinidad con los animales, te sorprendería saber cuantos de ellos estan dispuestos a colaborar contigo si le das algo a cambio-De aquella bolsa húmeda empezó a sacar varios pescados crudos, los cuales fue arrojando uno a uno a cada gato que se encontraba presente allí, cada vez que alguno recogía la paga, se retiraba del lugar habiendo cumplido su cometido, quedando solo al último el gato que estaba acompañando a Colt -No creas que me he olvidado de ti pequeño amigo-Del fondo de la bolsa saco el último pescado, esta vez uno distinto al resto, era un salmón rojo, mucho mas sabroso que el resto, se notaba la preferencia por el gato de manchas grises.  -Dime Karibachi-san ¿A donde es que iremos?-La premura con la que el Kamizuru hablaba confirmaba las conjeturas del muchacho, iban a moverse ¿A donde? No lo sabía, pero si aquello resolvía sus dudas, y le aclaraba el rumbo que debia tomar, estaba dispuesto a seguirlo hasta el fin del mundo -Es una suerte que me haya preparado para un viaje largo, algo me decía que esto iba a ser asi.-Señalo la gran mochila que cargaba a su espalda, al costado de esta atada a la misma, había una funda larga que se encontraba cubriendo algo, alguien como el ilusionista podria dilucidar que se trataba del forro donde se guardaban las katanas, Colt en ese momento portaba un enorme camperon que le cubría hasta por debajo de la cintura, aquello no solo le protegía de la lluvia, sino que también ocultaba el cinturón donde sostenía los portakunais y los pergaminos. -¿Dime, hay mas gente metida en lo que sea que planeas hacer verdad? ¿O soy el primero que fichas?-Cada vez estaba mas convencido de que aquello no iba a ser una charla sobre viejas épocas, algo le decía en su interior que el viajero llevaba algo grande entre manos.
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Aquel chico tenía recursos, debía admitirlo, con aquella habilidad, aquel trato con animales que tenía, podría ser capaz de tener una red de vigilancia mayor que la mía, que demonios, puede que mas grande que la de Ryth incluso, solo de pensarlo daba miedo. CLaro que los animales debían estar dispuestos a ayudar, quizás los gatos no fueran la especie mas adecuada, aunque con aquel grupo se manejaba bastante bien, siempre que tuviese pescado a mano claro. Lo miré con ternura mientras alimentaba a sus pequeños subordinados, mas no diría nada, tan solo sonreiría, la verdad es que era una escena bastante tierna de ver, aunque no fuera mas que un mera transacción para ellos. 

Ya caminando el muchacho parecía rebosante de energía e ilusión, aquello era bueno, si, pero a su vez también conformaba un punto negativo, pues no estaba claro que era lo que llevaríamos a cabo, pero fuese lo que fuese sería en lo más clandestino posible, ir hablando de ello sin mas ni mas por las calles de una aldea no era lo más sabio. Fue por eso que no respondí a ninguna pregunta, tan solo lo escuché hasta que terminó de hablar, mirando al frente con un rostro inexpresivo, simplemente fijándome en el precioso paisaje que se descubría al salir del callejón. La sonrisa volvió a mi rostro al ver las luces y la gente "flotando" en el aire, verdaderamente era una ciudad que me tenía maravillado, si bien en el pasado era lúgubre y tenebrosa, ahora rebosaba de misticismo y un aire cosmopolita. -¿No es maravilloso todo esto?- Comencé a caminar por la acera entremezclándome con civiles que paseaban al igual que yo, procurando no dejar demasiado atrás a mi compañero, mi paso sería lento, así también podría apreciarlo todo con mayor detenimiento. -A veces nos centramos tanto en a donde vamos... Que se nos olvida donde estamos.- Mi rostro mostraba algo de melancolía, no por mis recuerdos en Amegakure, sino... Simplemente por los tiempos pasados, señalé uno de los tubos de cristal emocionado mientras me giraba hacia mi acompañante. -Antes eso no existía, es lo que mas fascinado me tiene de todo.- Era curioso como mis ojos lo miraban todo como un niño descubriendo el mundo aunque yo ya hubiera estado allí hace tiempo. Volví a girarme para reemprender mi marcha lenta. -Esa es una gran virtud de la juventud, ¿no?, siempre miran hacia delante, aunque también es su punto débil, ya que nunca miran hacia atrás. Aquí es donde entra la edad, que tras tanto correr comienzas a caminar y a darte la vuelta para ver todo lo que no disfrutaste plenamente por tu carrera.- Aquel discurso, profundo y tranquilo, solo eran divagaciones, pensamientos que me venían a la mente al ver el progreso del mundo y como todos se habían olvidado de donde venían, de una tierra de libertad, un lugar, que lejos de perfecto, era mucho mas esperanzador que este. -Te daré un consejo, de sabio y de viejo.- Volví a voltearme con un sonriente rostro, cariñoso y cercano, cálido y apaciguado. -No quieras correr demasiado, chico.- Ladeé un poco la cabeza manteniendo mi sonrisa, esta vez era algo más juguetona y burlesca. -Por cierto, solo estamos dando un paseo, no sé de qué me hablas.- Volví a mirar a los edificios y los escaparates, apreciando las tiendas, fijándome sobre todo en las de comida.
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Última modificación: 02-02-2023, 12:35 PM por Colt Tenbin.
El joven siguió al adulto por las calles que se encontraban abultadas por sus transeúntes,  en aquel momento solo eran dos civiles más transitando el lugar,  dos turistas apreciando la arquitectura local -La verdad que si, karibachi-san, es un paisaje muy bello, a pesar de ser opacado por el cielo gris y tormentoso, la gente caminando por el aire, le da un tono místico que le viene bien al lugar- comento en referencia a la gente que iba por los suelos de cristales, ante los ojos del tenbin veía solo pies que pisaban un suelo invisible , y también una que otra falda al descubierto de alguna jovencita, sonreía picaramente con esto, no podía evitarlo, estaba en la flor de su juventud con todas las hormonas brotando por sus poros-Un paisaje digno de admirar, he he he..- Si el monje lo observaba podría notar como sus mejillas se sonrojaron levemente.

Si hubo algo que resonó en el interior del pelirrojo, fue la moraleja que le había lanzado el Kamizuru, aquello sonaba a una de los dichos de su padre -Sabes? Padre decía algo similar  "Disfruta siempre de los pequeños de talles que te da la vida"- Aquello lo cual iba muy de la mano con lo que decía el religioso, hizo que Colt de remitiera a los últimos dos años de su vida, lo pensaba y tomaba conciencia, de apenas se había parado a disfrutar de la vida como tal, tan solo avanzaba, cumpliendo encargos como ronnin, pensando en su venganza-¿Sabes algo? Creo que nunca me pare bien a apreciar todos los detalles al mi alrededor, ni a vivir una vida que realmente disfrute, he salido de fiestas y compartido copas, pero nunca forme vínculos de amistad con aquellas personas,  ya he estado con una que otra chica, pero jamás me detuve a enamorarme de alguna, me he ofuscado tanto en huir y en vivir como Ronin, que aquello han sido nimiedades, entiendo que la vida del ninja suele ser así, pero mi padre por ejemplo,  hizo lo mismo y aún así, pudo tener amigos y encontrar el amor... Yo no se en que me estoy equivocando...- De pronto la calidad sonrisa del pelirrojo se desvaneció, sus ojos dejaron de mirar hacia el cielo para apuntar hacia abajo con un semblante tan triste como las nubes tormentosas que adornaban la ciudad.
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Ah la juventud, floreciente y ardiente, no podían pensar en lascividades por mas de diez minutos, como envidiaba ese estado enérgico y empoderante que mi acompañante portaba consigo, si tan solo pudiese recuperar unos cuantos años, volver a ver por primera vez, volver a descubrir... Volver a enamorarme de Bakura... . Sin duda era capaz de entender lo que significaba el sonrojado de sus mejillas cuando miraba al cielo, me pregunto que pensará la gente si mirase desde esa perspectiva bajo mi manto, tendría que ser gracioso, aunque seguramente de menor interés para el chico. 

Colt parecía entender a qué me refería sobre la quietud y la contemplación, parece que su padre tenía una filosofía similar a la mía, tendría que haber sido un tipo interesante si conocía a el general Pakura, desde luego, por no contar que compartía la misma opinión que yo sobre este. Sin embargo algo cambió radicalmente, el pelirrojo cambió su sonrisa mientras daba un discurso profundo y triste, parecía haberse dado cuenta de que había centrado su vida en deseos superficiales, tanto que no había logrado el fin último de la vida, querer y ser querido. Comprendía que aquello lo hiciera sentir vacío por dentro, sentirte esclavo de tus deseos es una de las peores cosas que podían ocurrirte, pues no había un amo o señor que enfrentarse, solo podías combatir contigo mismo, el peor de los enemigos. Lo miré algo apenado un par de segundos, pero sonreí de nuevo al caer en algo, coloqué mi mano en su hombro y seguimos caminando. -Eso solo significa que tu taza esta vacía, por lo que puedes llenarla cuando tu desees.- Podían notarse las arrugas alrededor de mis ojos, la edad ya no perdonaba, al igual que el haber sonreído tanto a lo largo de mi vida, era un rasgo que lucía con orgullo, pues no importaba cuan grande fuese la calamidad ocurrida, siempre hubo un motivo para sonreír. 

Mientras caminábamos vimos como unos shinobi de bajo rango de la Aldea de la Lluvia detenían a un mendigo, seguramente por encontrarse sin hogar en una calle concurrida y elegante, lo miré con un rostro inexpresivo un segundo y seguí adelante mientras miraba al suelo, ocultando mi rostro con el ancho sombrero. Estos llevaban en su brazo el símbolo del imperio, pero no dejaban de ser shinobi, personas que antaño juraron proteger los intereses de sus habitantes. -Cuan duro es ver la injusticia... ¿Sabes? Algunos piensan que si los shinobi volviesen a liderar la cosa cambiaría.- Durante nuestro caminar giré por otra calle, transitada también, aunque con menos gente, pudiendo ver mas las arterias de la ciudad. -Yo viví en aquella época... Y la verdad no creo que fuese a ser mejor con un gobierno anterior a este.- Solté una pequeña sonrisa sarcástica dándome cuenta de algo mas. -De hecho no creo que sean dioses, tan solo shinobis muy poderosos.- Procuraba actuar como siempre, observando puestos y cristaleras, apreciando esculturas y edificios, aunque mi voz denotara un tono de seriedad. -No, sin duda lo viejo no es mejor que lo nuevo y lo nuevo tampoco es que sea un paraíso.- Miré al chico de medio lado mientras sonreía de manera cómplice.-Eso debe cambiar, debemos ser mejores.- Procuré que el momento fuera fugaz, simplemente que el chico se diera cuenta durante un instante para proseguir con la conversación sin mediar palabra sobre aquel gesto.

Durante horas caminamos y trotamos, nos paramos a observar lugares y apreciamos cuanto pudimos la ciudad, pero al final nuestro paseo terminó por conducirnos cerca de las afueras del sur de la aldea, aunque aún dentro de sus límites. Durante la caminata él y yo seguimos hablando, aunque realmente era yo quien mas lo hacía explicándole el gobierno de los antiguos shinobi para que comprendiese que ser ninja no era el objetivo, sino el como usabas tus capacidades. -Como puedes ver, al final un shinobi fue quien consolidó el imperio del Rayo, ese tal Ryosuke, con apoyo de la Tsuchikage, que aunque poderosa era demasiado ingenua, dejándose embaucar por zalamerías.- Me detuve frente a él un momento, antes de salir de la aldea como simples viajeros. -Esa es una de las muchas historias que conozco sobre los tiempos pasados y lo que saco en claro de ella es que ser shinobi no es suficiente para gobernar, se necesita ser ético y correcto, se necesita ser justo y magnánimo, se necesita alguien que no oprima sino que amplíe. Ahora mismo el mundo es oscuro, pero no mucho mas de lo que era antes.- Alcé una mano a los cielos mientras miraba a las nubes, intentando agarrarlas. -Yo deseo a los tiranos un futuro gris, libertad en las calles, no quiero luchar por orden ni mandato.- Bajé la mano lentamente, observándola, viendo que no lograba tocar el cielo, cerrando el puño y dando un pequeño resoplido. -Pero mi sueño no puede llevarlo a cabo uno solo.- Comencé a sonreír de nuevo, mirando fijamente a mi compañero, una sonrisa amigable y sincera, una sonrisa que recordaba a la ilusión de un niño, una petición pura. -Dime Colt, ¿me acompañarás para escuchar mis historias y a cambio llevar a cabo ese sueño?- Lo miré expectante, interesado por saber qué diría, aunque algo dentro de mi ser decía que aceptaría, no se había pensado, bueno, eso y sus primeras acciones, claro. 
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-Llenar la taza eh?-Arqueo la ceja pensando en las palabras del Kamizuru, tratando de figurar lo que realmente quería decir, quizás se refería al hecho de buscar un norte, tener un objetivo en mente, el cual cumplir, no vivir una vida solo por inercia, viendo hacia donde te lleva el viento y tus pies -¿Sabe algo Karibachi-san? Podria decirse que si tengo un objetivo el cual cumplir, pero aún estoy muy lejos de querer concretarlo… Me falta poder y fuerza... Pero un día lo tendré-Las palabras resonaron con una determinación preocupante mientras su mirada dejaba de estar relajada para volverse severa y llena de rencor. Aún lo recordaba, lo que quería conseguir, la venganza contra la aldea que les hizo huir con el rabo entre las piernas, aquella que se había cobrado la vida de su madre y arruinado la de su padre, la niebla debia pagar por todo el daño que les habían causado, eso no lo olvidaba, Colt no iba a descansar hasta ver la cabeza de la "Diosa" del agua ardiendo en llamas y clavada en una estaca. 

El camino dejó de ser ameno cuando las autoridades aparecieron en escena abusando de su poder, molestando a un pobre mendigo harapiento y desnutrido, pernoctando en la acera, al pobre tipo lo habían levantado a las patadas del cartón que usaba como colchón, mientras le hostigaban a preguntas "¿Eh quien eres?" "¿Acaso no tienes otro lugar para dormir?" "Si te sacrificamos seguro te hacemos un favor tanto a ti como a la aldea". El Tenbin no podía evitar apretar los puños por la indignación, mientras al igual que el monje, pero sin disimular el asco en su rostro miraba hacia abajo mientras se mordía los labios en un intento de contener la ira que le empezaba a consumir como el fuego a un bosque, claro estaba que en aquel momento no debia actuar como lo haria de costumbre, si iba a darles una paliza lo mas seguro era que el Kamizuru se fuera del lugar, y ahi perdiera toda oportunidad de conectar con el pasado de su padre, y descubrir que es lo que tramaba aquel hombre de sombrero de paja. -Diez segundo es lo que me tomaría en derribar a esos dos hombres, ni mas ni menos, apenas son unos perros que ladran mas de lo que muerden .-Comento al par que el monje había pasado la hoja para hablar de temas mas trascendentales, como lo era el antiguo régimen que poseía el mundo, y como creía aquello tampoco era lo ideal para el bienestar común, debido a que Colt tenia que reprimir los genes de su madre los cuales afloraban en aquel momento, apenas y pudo prestar atención a la lección de Karibachi, era mejor tener que preguntarle de nuevo, que ver como el Tenbin se transformaba en un demonio gris de ojos negros como el abismo. -El poder corrompe, claro está, ya sea poder económico, social o el espiritual, ninjas que han superado todas barreras creyéndose superior que el resto de los mortales, eso es una falacia, nunca sabes cuando vendrá alguien mas fuerte que tú, ni mas inteligente o con mayor capacidad adquisitiva, creernos la cúspide de aquello es lo que nos termina devolviendo al abismo.-Hizo una breve pausa mientras sacaba un cigarro de sus bolsillos, esta vez encendiéndolo con un mechero como cualquier civil, estaba claro que mantener el perfil bajo al lado del Kamizuru era una condición de acompañarlo -¿Crees que haya alguna forma Kari-san? ¿De cambiar el transcurso de la historia y no corrompernos como lo hicieron nuestros antepasados?-Pregunto expectante a la respuesta, claro estaba que el planteamiento era fácil, pero resolverlo, ahi venía el problema.


Con la mitad de la aldea recorrida, Karibachi empezó a contar una historia, que aunque no lo pareciese, el Tenbin ya la conocía de antemano, por lo cual no pudo evitar corregir al monje -Ryuken, su nombre era Ryuken Arashi.-Volvió a mirar al monje mientras rebuscaba en su propia mente lo que le había relatado su padre en una lejana noche a la luz de la fogata. -Era un shinobi que escalo posiciones lamiendo culos y haciendo favores a la dieta imperial del rayo, incluso se teorizaba que era amante de la emperatriz mayu, y por eso llego a la posición que estaba, como ninja era mediocre y como estratega lo era aún mas, no tenia cualidades que destacaran mas allá de una labia que era capaz de endulzar los oídos de los mas incautos.-Suspiro al cielo mientras su mano jugueteaba en su bolsillo buscando de nuevo la etiqueta de cigarros-Nada mejor para caerle bien a alguien que decirle lo que esa persona quiere oír.-Continuó caminando atento a las palabras del Kamizuru, escuchando con suma atención lo que decía, tenia un ideal bastante utópico por asi decirlo, hablaba de la ética y la justicia, de un mundo libre donde se pudiera caminar en las calles sin miedo, donde los tiranos hayan sido reprimidos y que no reinaran mas sobre las aldeas, un lugar equitativo para todos, donde la desigualdad fuera cosa del pasado, aquello era algo verdaderamente digno por lo cual luchar. Colt lo había entendido, si existiera un mundo asi, no se verían mas escenas como la de los ninjas pateando a un mendigo, o un pobre niño con cualidades especiales no se vería obligado a huir de su patria por miedo a que experimentasen con él, aquello era algo... Idílico.

-Es un poco fantasioso pensar que llegaremos a un punto asi algún día.-Respondió mientras devolvía la sonrisa al hombre, Colt tenia los pies sobre la tierra, sabía que algo asi no se lograba de la noche a la mañana, ni que tampoco era trabajo para un solo hombre conseguirlo, aquello necesitaba de esfuerzo continuo y un par de cabezas para llevarlo a cabo, además de claro esta, un par de músculos para romper las garras de aquellos quienes se vieran perjudicado por tan bello objetivo -¿Hacía falta preguntarlo? Cuenta conmigo Karibachi-san-Solemnemente levanto su puño derecho para chocarlo con el del Kamizuru, aquello era su forma de demostrarle que estaba de acuerdo con su petición y que lo acompañaría en su travesía.

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