Shīkuretto [priv.Ryth]
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Aquella noche llovía en el Puerto Degarashi, y no tenía pinta de que fuera a parar hasta dentro de un buen rato. El viento prácticamente estaba helado, y la humedad del mar calaba los huesos, pero por suerte Kano se había preparado para el clima vistiendo un gran chaquetón que le tapaba casi totalmente, con una capucha que cubría su cabeza y rostro del agua. Se sentía un poco mareado, las últimas horas de viaje habían sido algo complicadas por la mala mar así que no era de extrañar que estuviera deseando llegar ya. Además durante el viaje no había podido descansar, ya que la misión que le había sacado de su aldea consistía en escoltar a un adinerado mercader que dentro de una semana asistiría a una importante reunión. No entendía muy bien qué tenía que ver Kirigakure en todo esto, pero prefirió no preguntar y simplemente acatar las órdenes de sus superiores, ya que al fin y al cabo es lo que le habían enseñado desde pequeño.

Cuando el barco atracó, el adolescente no pudo contener un corto suspiro de alivio. Haber llegado al puerto significaba que hasta el día siguiente su trabajo había terminado, ya que su compañero se encargaría de acompañar al escoltado hasta su hostal; por lo tanto, tenía vía libre para cenar y descansar. Sí que es verdad que estaba un poco nervioso, sería la primera vez que rondaría él sólo por territorio que no conocía, pero no creía que fuera a tener ningún problema si pasaba desapercibido.

Uhm señor... Me voy ya —informó el Kurama antes de unirse a la fila para bajar del barco—. Hasta mañana —se despidió con timidez, haciendo apenas un breve gesto con la cabeza, para acto seguido dar media vuelta y dirigirse a la salida. La verdad es que fue un placer volver a pisar tierra firme, aunque su estómago no dejó de estar revuelto. Quizá no era muy buena idea ir a cenar ya, así que se le ocurrió dar un paseo antes para conocer un poco la zona y ver si se encontraba un poco mejor. El clima no estaba muy a su favor, pero prefería mojarse a vomitar en frente de más de una decena de personas.

Ropa Kano
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País del Te || ???
??? || 0653 Hrs.

Las pistas que buscaba me llevarían al País del Te, no muy lejos de lo que había encontrado la última vez, una serie de documentos que había logrado obtener con un indeseado uso de Chakra que alertaría a unos cuantos... ¿En que se había convertido el mundo? Solo era una herramienta, no la usaba para mal, solo para encontrar las respuestas que buscaba. Pero esa era la realidad que vivíamos ahora, jurando lealtad a un dios falso, o huyendo como una rata de las fuerzas imperiales. Era irónico, pensar que no hace más de una década el imperio del Rayo caería por un esfuerzo colectivo, solo para que otros cuatro imperios se alzasen y las cosas cambien de un día para otro. Suspiré mientras revisaba que toda la información fuera la correcta para guardarla entre mis ropas y seguir con mis asuntos. " Esto es una copia... No me es muy útil realmente " Pensaría al mismo tiempo que empezaba a sentir las gotas de agua caerme en la cabeza, extendería mi brazo a la nada para asegurarme y me cubriría con la capucha por si acaso. " Pero no puedo dejar que esto aún exista... Así que el viaje no ha sido para nada. " Me dije mientras buscaba con la mirada un lugar donde poder descansar, esa posada al fondo sería un buen lugar, además... No molestaría mucho si dejaba el lugar en la noche.

País del Te || ???
Ese mismo día || 2035 Hrs.

Había llovido todo el día aparentemente, luego de pagar mi estadía por esa tarde me dispuse a ir por algo de comer, el lado bueno de dormir en este tipo de horario era que pagabas una tarifa ligeramente menor por horas en descanso. ¿Lo malo? Digamos que cada persona tiene un pequeño reloj en su mente que le dice cuando debe dormir... El mío estaba, por decirlo de un modo más comprensible... Roto. Me pondría la capucha de nuevo y me dispondría a estudiar la zona, un barco parecía acabar de atracar en aquel puerto, a juzgar por su apariencia no sería uno muy distinto al resto, suministros y comida, quizás algo de personal extra de los países del mar. Imposible saberlo realmente a menos que me molestara en revisar por cuenta propia, pero no tenía ni las ganas ni el tiempo para ello, el estómago me rugía demandando por tener algo dentro que no sea aire, suspiré y decidí preguntar a alguien, un muchacho encapuchado que andaba por la zona sería el elegido para la tarea. - ¿Disculpa? - Le saludaría alzando la mano con una sonrisa amigable. - Vine por algo de turismo... Pero me siento algo perdido y mi estómago pide comida. - Me expliqué. - Por casualidad no sabrás donde puedo encontrar un aperitivo ¿O si?
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Andar por el muelle se le estaba haciendo una tarea algo complicada, ya que estaba lleno de gente; tanto turistas como trabajadores descargando cajas de suministros. Pero una ventaja de ser bastante pequeño es que podía escurrirse entre las multitudes con más facilidad, así que al final consiguió salir de ahí y de una vez pisar tierra sólida—. Quizá no debería enseñar mucho mi rostro, seguro que llama la atención ver a un chico tan joven viajando solo y no tengo ganas de que me hagan preguntas —pensó el castaño, ¿aunque no llamaría más la atención llevando siempre capucha? Aquel día tenía la excusa de la lluvia, pero no siempre iba a ser así—. Y usar el Henge me parece una tontería y desperdicio de chakra, al fin y al cabo no he venido de incógnito —se encogió de hombros después de hacer ese razonamiento. Ya cuando tuviera el estómago lleno y pudiera tumbarse en una cama calentita, pensaría en ello con más calma.

Una voz le sacó de su ensimismamiento, ya que alguien se le había acercado. El Kurama dio un pequeño respingo cuando el desconocido le habló ya que no se lo esperaba, y le miró con sus ojos amarillentos. Era un hombre que tranquilamente le doblaba la edad, o más, con un rostro bastante serio—. Ah... Lo siento, no conozco la zona —habló en un tono bajo, casi en susurros, como tenía costumbre de hacer; a alguna gente le ponía de los nervios, pero no podía hacer nada para cambiarlo—. Yo también estoy buscando un sitio para comer —en un principio iba a seguir caminando, pero por alguna razón creyó que lo mejor era aprovechar la oportunidad y tratar de que le acompañara. No le gustaba comer solo y le daba miedo perderse por las calles; por lo menos, con la compañía de un adulto se sentiría más seguro.

Señaló con el pulgar a una pareja que también acababa de bajar del barco—. Mmm... Esos dos antes no paraban de hablar de un restaurante de aquí. Seguro que van para allí, así que podemos seguirlos —le comentó al más mayor. Como de costumbre, para hacer más ameno el viaje se había dedicado a escuchar las conversaciones de los demás pasajeros del barco, algo bastante útil en situaciones como aquella.
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El chico parecía tímido por el como se expresaba, al punto de susurrar lo que estuviera diciendo por lo que tuve que prestar un poco más de atención a lo que decía. También podía presentir una fuente de Chakra emanar del muchacho, y aunque en el exterior parecía bastante introvertido ese pequeño cambio solo había pasado en el momento que yo le había dirigido la palabra, pues la marca que veía era de alguien que en la mayoría de los casos sabía controlarse, calmado y concentrado. Era difícil encontrar gente de ese tipo en estos tiempos, especialmente tratando con alguien a quien probablemente le sacaba más de  veinte años, también tuve la chance de estudiarlo más de cerca, esos ojos ámbar no decían nada que ya habría sospechado de todas formas, y bajo esa manta asumía que habría equipo básico para alguien de su contextura. " Siento que ya he visto tu cara antes... Pero no, no eres él. " Pensaría recordando a un Shinobi de la arena hace tantos años, nada realmente importante siendo justos.

También parecía ser nuevo en el lugar, pues entre sus susurros e intentar leer sus labios entendería parte de su mensaje. - Hmm.. Parece que estamos en el mismo bote entonces Hehe. - Le respondería para seguir escuchando lo que tuviera que decir, probablemente habría venido por otros asuntos similares a los míos, quizás había pillado un trabajo en el camino, no lo sabía. Pero si algo era seguro es que venía del mismo barco que acababa de llegar, pues mencionaría que una pareja que acababn de sentar pies en tierra, se les notaba algo mareados. - Suena bien. - Le respondería con una pequeña risa al notar como casi se tropezaban por el cambio de nivelación.

- Supongo que no a todos les sienta bien la marea. ¿Verdad? - Señalé con una pequeña burla para empezar a seguirles desde lejos.
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El Kurama se sintió satisfecho cuando el desconocido le hizo caso, y ambos comenzaron a seguir desde una distancia prudencial a la pareja. Tan solo les quedaba cruzar los dedos para que el restaurante no fuera muy caro, ya que por lo menos Kano no tenía demasiado dinero encima, solo lo justo para aguantar los días que pasaría en el País del Té. Desde que se había unido a las tropas de Kirigakure, siempre mandaba la mayor parte de su sueldo a su abuelo así que estaba acostumbrado a arreglárselas con lo mínimo. 

Mientras caminaban con tranquilidad, disimuladamente el adolescente no podía evitar mirar de reojo al hombre con curiosidad. Por lo poco que había visto parecía ser educado; no sabía si era un buen tipo, apenas habían intercambiado un par de frases, pero con que no fuera un rebelde le valía. Sabía lo extrema que podía llegar a ser su familia si se enteraban de que había congeniado con uno de ellos, por lo que prefería no arriesgarse; además, no le hacía mucha gracia perder las facilidades que le daba ser parte del imperio—. A veces quisiera volver a casa del abuelo. Allí era todo más fácil, solo tenía que entrenar y estudiar.

Cuando el contrario hizo el comentario sobre la marea, Kano se fijó en la pareja, percatándose de que al igual que él estaban algo aturdidos por el mareo—. No me extraña, con esta mar el barco parecía una maraca —bromeó, aunque en sus labios no se esbozó ninguna sonrisa—. Yo estoy igual que ellos, p-pero caminando se me pasará —comentó mientras se encogía de hombros, resignado.

La piedra del suelo resbalaba un poco por el agua de la lluvia, aunque nada demasiado exagerado. A lo lejos, podían escucharse a las grandes olas de tormenta chocando contra la costa—. Uh... Soy Kano por cierto, vengo del País del Agua, ¿y tu? —queriendo evitar que se formara un silencio incómodo, algo inseguro se presentó. Socializar no era precisamente su punto fuerte, pero todos le habían repetido una y otra vez que debía esforzarse para aprender a hacerlo.
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El chico bromearía, aunque no mostraría expresión alguna al hacerlo, quizás por que no encontraba gracia en su propio humor o por que no pensara que era apropiado siendo él quien pasaba por una situación similar. - Haha... Razón no te falta. - Le respondería con un pequeña carcajada y nos dispondríamos a seguir a la dichosa pareja.

No avanzaríamos mucho cuando el chico rompería ese pequeño silencio con una introducción a su persona. Gracias al cielo al menos no tendría que pensar en una excusa para sacar una charla. - Un gusto Kano, yo soy Owl, un errante. - Eso reducía de manera significativa el número de posibilidades que había estimado para saber más del muchacho. No sería la primera vez que alguien me llamaba paranoico, y tendrían razón, al final del día se trataba de un hombre muerto - ¿Qué te trae tan lejos de casa? - Pregunté extendiendo la mano suavemente con curiosidad mientras caminábamos, mis manos volverían a descansar en mi espalda paciente, escucharía su historia, pues aunque joven parecía haber tenido una que otra experiencia interesante.

Si me compartía parte de su historia o no daría igual, no lo estaba forzando, y todos tenían sus secretos. Una vez llegar al dichoso restaurante el guardia del lugar se nos acercaría. - ¡Hey! Sin armas amigo. - Exclamaría el sujeto de cabellos castaños. - ¿Oh, hablas de este cacharro? Tranquilo. "Amigo". - Le sonreiría. - Ni siquiera tiene filo. - El tipo agudizaría la mirada y se cruzaría de brazos de manera amenazante, decidí que sería buena idea seguirle el juego. - Pero ya que insistes, te la dejo a buen recado... Hehe... - Diría entregando la hoja cruzada en sus manos, la pondría entre un montón de otras armas. Curioso, una vez dentro tomaríamos una mesa que me permita ver desde el fondo el donde estaba mi espada.

- Yo quiero uno de estos. - Le diría a la mesera señalando un plato que aparentemente se basaba en pescado crudo con limón, maíz cocido cebolla y otras cuantas verduras. - Oh y una jarra de Sake con dos copas si es posible, y mi compañero aquí pedirá... - Miraría a Kano de forma amigable extendiendo el menú a su lado de la mesa.
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La presentación del contrario consiguió aumentar la curiosidad que el Kurama ya sentía por él—. ¿Un errante? ¿Qué significa eso exactamente? —le dio varias vueltas a la idea en su cabeza; quizá solo era un simple hombre de espíritu viajero, o capaz se dedicaba a algo que le obligaba a estar constantemente fuera de casa. Si le daba tiempo, probablemente intentaría averiguarlo más tarde. Además, Owl le preguntó cual era el motivo de su viaje—. P-Pues... me han contratado para hacer un trabajillo por esta zona —no creyó necesario mentir, pero tampoco dio muchos detalles para ser prudente; no es que fuera muy inteligente comentar a extraños los detalles de una misión—. Nunca antes había salido de mi país, pero me ofrecían bastante dinero —añadió antes de dar fin a su explicación. Podría haber dado más detalles, pero él siempre había preferido resumir.

Después de unos minutos caminando finalmente llegarían al restaurante, por lo que ya no sería necesario prestar atención a la pareja. Al parecer la entrada de armas estaba prohibida, ya que obligaron a su acompañante a dejar su hoja cruzada. Kano creyó que a él no le prestarían atención y le dejarían entrar, pero antes de poder pasar por la puerta el mismo guardia le cerró el pasó y le hizo un rápido cacheo, sacándole un Tanto del cinturón y tirándolo en el montón de armas—. Llevo muchos años en esto mocoso, no me la intentes colar —el castaño bajó la cabeza, haciéndose el tonto—. L-Lo siento... Se me había olvidado que lo tenía ahí —el guardia negó con la cabeza y se apartó para que pudiera entrar.

Ya sentados en la mesa, su acompañante sería el primero en pedir. Habiendo acabado sería su turno, y agarraría el menú para empezar a leerlo y ver qué pedir. Sin exagerar, se pasó más de un minuto con un rostro de circunstancia; el Kurama era una persona sumamente insegura, tanto que ni siquiera sabía qué es lo que le apetecía comer—. Eh... Ponme lo más barato que tengas —el camarero frunció el ceño por aquella comanda, ¿de verdad se había pasado tanto tiempo pensando solo para decir eso? Iba a abrir la boca para hacerle alguna sugerencia, pero al final acabó apuntándole un plato cualquiera para no perder más el tiempo porque el local estaba lleno—. Y un té verde, q-que yo no puedo beber alcohol.

Tras apuntar el pedido el camarero se marcharía, dejándoles solos una vez más. El adolescente apoyó las manos sobre la mesa, jugando con sus dedos para relajarse; aún no acababa de acostumbrarse a estar en sitios llenos de gente—. Eh... ¿Y tú por qué has venido al País del Té? —le preguntó con interés, esperando no generar un momento desagradable; al fin y al cabo él le había explicado su motivo, así que tenía derecho a preguntar también.
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Estaría dispuesto a compartir una o dos cosas de sus motivos para venir tan lejos de casa, no lo culpaba, no solo porque podría ser una especie de negocio medianamente peligroso si no cuidabas tus palabras. Si no porque haría bien en no confiar en u extraño que acababa de conocer.

Una vez dentro del restaurante el chico mencionaría que no podía beber, algo que para aunque no me extrañaba me seguía pareciendo difícil de creer. Pues era alguien que había empezado a beber desde una edad muy temprana, no por obligación, desde pequeño siempre me había interesado el alcohol, supongo que cada uno cría del modo que quiera a sus hijos... - Bueno, más para mi. - Le diría con una sonrisa. - Pero te serviré de todas formas, quien sabe, quizás le pilles gusto al sabor si le das la chance. - Añadiría, justo a tiempo para que mi jarra de Sake llegue a la mesa, serviría ambas copas solo en caso le pique la curiosidad.

La conversación transaccionaría de manera normal, los suaves sonidos de los utensilios de fondo y los encargados de los mismos trabajando su arte culinario, el sonido incesante de múltiples voces nubladas hablando de fondo. - Nada interesante, hace unos años que no vengo por aquí y quería ver si es que no se había ido todo a la mierda Hehe... - Le respondería con cierto cansancio en la voz, un nuevo ritmo aparecía en el ambiente, un suave tono de Jazz que invadía el ambiente, un tono relajante que invitaba a simplemente quedarse en silencio y escuchar. - Ya sabes, con todo lo que los malditos imperiales han hecho. - Le daría un sorbo a mi copa, era el mismo tipo de sabor que servía en mi viejo bar. - Hahh... Extrañaba este sabor. - Al menos ahora sabía de donde importábamos el trago favorito del Kamizuru.
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Con las palabras de Owl, Kano miró el vaso de sake cuando se lo sirvió con un poco de tentación. Tanto su abuelo como su tía se lo tenían prohibido; ya no por ser muy joven, que también, sino porque ellos le repetían constantemente que eso deshidrataba tu cerebro y que él debía mantener sus facultades lo máximo posible para conseguir dominar al demonio en su interior. Por suerte, antes de que pudiera caer en ese pecado el camarero le acercó una jarra de té junto a un vaso vacío, y se lo sirvió ahí mismo, consiguiendo que dejara de prestar atención al alcohol—. Gracias, pero no. No creo que sea buena idea emborracharme.

Escuchó los motivos que le habían traído al país; fue una respuesta bastante ambigua la verdad, pero no podía esperar más al estar tratando con un desconocido. Pero hubo algo en particular que consiguió que el joven frunciera un poco el ceño, que fue cuando mencionó al imperio de manera despectiva. Criado por una familia sumamente imperialista, no era de extrañar que aquel comentario le chocara—. ¿Y por qué se tendría que ir a la mierda? El imperio se esfuerza día tras día en mejorar nuestra calidad de vida —sería la primera vez que hablaría seriamente, sin bajar el tono de voz ni tartamudear. Aunque no le respondió de manera amenazante, sino que lo hizo con una tranquilidad imperturbable—. De no haber tomado el control del continente, probablemente todos nos habríamos acabado matando entre nosotros con guerras sin sentido —quizá no tenía razón, pero por la seguridad con la que lo decía estaba claro que el Kurama creía aquello de corazón; al fin y al cabo había nacido y se había criado en el nuevo mundo.

Mientras hablaba fue a coger el vaso de té para darle un buen trago; al acercárselo a la boca le extrañó que no estuviera muy caliente, pero lo dejó estar. Entonces, un fuerte sabor a alcohol le hizo arrugar la nariz. Lo tragó rápido, notando como su garganta ardía y en consecuencia entraba un poco en calor. Bajó la mirada confundido mientras tosía, dándose cuenta de que se había confundido y había agarrado el sake—. Joder... Esto sabe demasiado raro.
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El chico de Kiri asumiría el peor de los casos, no es que pudieras emborracharte con una sola copa, y en la mayoría de casos resultaba ser una formalidad más que un medio para simplemente olvidar lo que te molestaba en ese momento como la mayoría de gente que visitaba los bares a las dos de la mañana, era triste ver esos casos. O al menos lo era hace quince años, pues ahora comprendía el motivo por el que muchos lo hacían, no lo justificaba. Pero lo comprendía mucho mejor ahora...

Algo pareció tocar la llaga de Kano al hablar del imperio, algo que indicaba que había vivido y crecido bajo el yugo de los imperiales, no era algo que me sorprenda, de hecho lo esperaba, pero no había anticipado que pudiera tocarle de ese modo. La comida llegaría para ambos por lo que aprovecharía para darle un mordisco y taparme la boca. - Ghmm... Habla por ti Haha... - Para mi suerte no era uno de esos extremistas, quizás por su corta edad, quizás por que hubiera aprendido a escuchar y prestar atención antes de lanzar su argumento, pues su voz sería más clara y entendible. Pero no se escuchaba incómodo o molesto, más bien... Curioso, otra porción del pescado crudo iría a mis labios, un plato que recordada de hace tantos años. - Veo que no has viajado mucho, los imperios puede estar haciendo una que otra cosa bien. No te lo niego. - Señalaría picando la rodaja de maíz cocido que tenía al costado. - Pero los métodos por los que logran eso... Ghmmm... - Continuaría con una expresión algo relajada, como si tirara ideas al aire mientras removía mi copa de Sake, soltando las pistas necesarias para que por lo menos pueda ver mi punto de vista, después de todo era un niño al final del día, no quería que se meta ideas en la cabeza.

Pero tampoco se lo iba a poner de manera sutil sobre la mesa. - Quema de documentos, opresión a quienes no apoyan su nuevo régimen, incontables cadáveres están enterrados bajo los propios cimientos de su nueva sociedad y los privilegiados de dentro no pueden verlo. - Removería de nuevo mi trago para darle otro sorbo un poco más largo, una mirada tranquila y una suave sonrisa se dibujarían en mi rostro. Tomaría la botella de licor y llenaría mi copa lentamente. - No los culpo, cualquiera que intente desvelar aquello será borrado del mapa de todas formas. ¿No sería más fácil disfrutar de la libertad demandada por un Dios? - Al terminar aquello le miraría fijamente, la copa se llenaría por completo con el fuerte sonido de una única gota cayendo en el pequeño lago de alcohol.

Las respuestas estaban frente a él para que las entienda y saque sus conclusiones, no iba a forzar más allá de ello, pues mientras más intentas convencer a alguien de cambiar sus ideales más propensos eran a aferrarse a los mismos, eran lo que los hacían ellos mismo hasta cierto punto...
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Después de beber accidentalmente el sake, el Kurama no tardó en agarrar su vaso de té y darle un buen trago para quitarse ese fuerte sabor de la boca, quemándose en el transcurso pero poco le importaba; no es que le hubiera desagradado, pero al no estar acostumbrado al alcohol se le había hecho demasiado intenso. También llegó la comida de ambos; al final, lo que le habrían dado a él era hamburguesa básica con unas pocas de patatas fritas. Él sin dudarlo comenzó a comer, prestando atención a todo lo que el más mayor le decía—. Si mi familia le escuchara, probablemente ya le habrían cortado la cabeza. Menos mal que he venido solo... —no es que le pareciera bien estar tratando con alguien que no estaba a favor del imperialismo, pero a veces le costaba entender el extremismo de los suyos. ¿No sería más fácil convencer a todos de las ventajas del imperialismo, en vez de simplemente matar a todo el que pensara diferente? Por lo menos, en su mente infantil aquello tenía más sentido.

Entiendo tu punto de vista... A veces los fanáticos se pasan de la raya —comentó con la mirada perdida, dándole vueltas en la cabeza a lo que había dicho. Pero repentinamente la voz de su abuelo vino a su cabeza, palabras las cuales repitió en voz alta—. Pero muchos de esos crímenes son necesarios para asegurar la paz en un futuro, los humanos necesitamos una fuerza superior que nos proteja de nosotros mismos, y eso es lo que el imperio está haciendo —dejando a un lado su fachada miedosa, también clavó la mirada en los ojos de Owl—. ¿Qué sentido tendría esa libertad, si al final no podrías disfrutarla por estar viviendo en un mundo caótico y cruel? —pocas veces eran las que el castaño mostraba su verdadera cara, pero la conversación se había tornado interesante y el contrario parecía ser alguien con el que se podía hablar, algo que agradecía.
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El chico trataría de dar una excusa que invalide la protestas y quejas que infundían las acciones del imperio bajo el que había crecido, bendita ignorancia, bendita inocencia... - A veces el fin justifica los medios. Si. - Me sentaría de forma más erguida, entrelazaría los dedos suavemente y los pondría frente a la mesa, pero mi tono de voz no cambiaría, sería un tono suave, comprensible. El mismo tono de voz condescendiente con el que un familiar le explicaría como funcionaba el mundo a su sobrino pequeño. - Pero hay una muy delgada línea en lo que la paz significa. - Bajaría la mirada unos segundos, era hipócrita por mi parte decir aquello. Yo, que había cegado decenas de vidas por simple auto-preservación, yo, que había erróneamente jurado lealtad a una aldea corrupta al borde del colapso.

Yo... Que había traicionado mis principios más de una vez. - Quizás ahí adentro la haya, pero acá afuera... Muchos han sufrido por esos crímenes, cientos y miles de seres humanos. - Pero también era yo, quien había tomado todos esos errores y había encontrado la forma de seguir en pie. - Acabas de tomar una copa de Sake por error, te vi tomar la copa y no dije nada. - Señalé extendiendo la mano suavemente, una sonrisa suave esbozaría en mi rostro, como si le explicaras una ecuación sencilla a alguien de letras. - Aprendiste de ello. ¿No? Ahora sabes que siempre debes mirar antes de consumir un alimento. - Tomaría mi copa y le daría un sorbo suave, algo para relajar un poco el ambiente, ese suave tono de Jazz aún se escuchaba en el ambiente, suspiré y di una pequeña pausa para darle tiempo a analizar mis palabras. - Eso es lo que nos hace humanos, fallamos, lo intentamos de nuevo. - haría un puño suave para reafirmar aquello. - Siempre cambiantes, siempre en conflictos. Es nuestra naturaleza, y no hay dios ni divinidad absoluta que vaya a cambiar eso chico... - Bajaría la mirada, no era una verdad que me gustara, pero era la verdad que había vivido desde que tenía memoria, era la verdad que todos aquellos fuera de esas paredes imponentes vivían.

Terminé mi Sake de un trago. - Como se supone que evoluciones como persona si todo en la vida se te va a poner en las manos... ¿Hmm...? - Una pequeña corriente eléctrica recorrería el ambiente, una corriente que levantaría la jarra de acero y que la haría levitar grácilmente hasta que la asa de la misma descansaría en mi mano. - Lamentablemente hay personas que si quieren una vida simple, la felicidad de la ignorancia y la maldición del conocimiento so dos caras de la misma moneda, y un lado siempre debe tomarse. - Le sonreí amablemente y vertí el contenido en mi copa. - Incluso si es el equivocado...
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Siempre ha sido muy difícil cambiar las creencias de alguien solo con palabras de un día para otro, y más con una persona como Kano que había vivido aislada de todo lo que pasaba en el mundo, y lo único que de verdad conocía eran las doctrinas que el imperio le había impuesto. Más sin embargo, era un muchacho bastante inteligente así que también podía llegar a entender los argumentos que Owl le estaba poniendo sobre la mesa. Quizá lo más fácil habría sido callarle y censurarle como todos a su alrededor lo hacían, pero el Kurama se negaba a actuar así, más aún con una persona que le estaba hablando de manera respetuosa y realmente sin querer imponerle una creencia, sino únicamente ayudarle a entender su punto de vista. Acostumbrado al radicalismo de su tía y abuelo, el hecho de poder hablar sin tapujos con alguien se sentía como una brisa de aire fresco.

Tsk bueno, en eso tienes razón —chascó la lengua, algo molesto por no ser capaz de encontrar ninguna buena respuesta para contradecirle—. Pero no es lo mismo un error tan insignificante como este, a uno que afecte al destino de todos —sería lo único que se le ocurriría para intentar tener la razón. Sabía que era muy complicado superar a la experiencia que el hombre frente a él demostraba tener, pero su afán por defender sus propios ideales no le dejaba quedarse callado—. Claro que es nuestra naturaleza, por eso necesitamos a un ser perfecto que nos proteja —con aquella última respuesta se le notaba un poco frustrado, ya que pensaba que no se estaba dando a entender bien.

Agarró un par de patatas fritas mientras escuchaba lo último que el contrario tenía que decir, quedándose un momento petrificado por la sorpresa cuando la jarra levitó hasta su mano, siguiendo su trayecto con sus ojos—. ¿Sabe usar chakra? ¿De dónde ha salido este hombre? —estaba claro que era un sujeto lleno de misterios.

Mundo interno

No se yo si está bien decir que una de las dos caras está equivocada, al fin y al cabo el mundo es muy complejo y cada perspectiva depende de lo vivido por cada uno —añadiría mientras le apuntaba con la patata y ladeó un poco la cabeza, pensativo—. No somos quién para tirar a la basura las creencias de cada uno. Quién sabe, quizá la única manera de ver la verdad sea fijándose en la moneda entera, y no solo en sus caras —concluyó llevándose la comida a la boca y encogiéndose de hombros.
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Su comparación con respecto a las consecuencias de ambos errores presentados no estarían erradas del todo, tenía un punto, un punto que lamentablemente echaría por la borda al reafirmar el supuesto estatus perfecto de sus autoproclamados dioses. Lo dejé expresarse, pues sentía esa ligera frustración e incomodidad ante las cosas que le presentaba en la mesa, si supieras chico... Eran los resultados de haber vivido en una burbuja toda tu vida, una verdad que aunque a Kano no le gustaría admitir era la verdad que lo definía en estos instantes. - Hehe... Tu error es pensar que tus dioses son perfectos chico. - Terminé de servirme la última copa de sake, la comida para mi suerte no podía enfriarse más, al ser literalmente pescado crudo. Una vez dar el último bocado y tragar la comida di un suspiro suave. - De ser así no estaríamos en la situación en la que estamos.

Removería mi trago y lo terminaría de una sentada, golpeando suavemente la mesa con la base de la copa. - No existe justicia, no hay ley alguna ni orden salvo excepto por el supuesto siguiente "Dios" que vaya a reemplazarlo. - Esperaba que entendiera a que me refería, no eran más que títulos, formalidades para dejar un linaje al mando para asegurar el futuro de su control sobre ese pedazo de tierra. No era distinto a lo que los antiguos Kages harían, buscando el candidato adecuado que siga sus creencias para mantener cierta relevancia incluso tras la muerte. Trascender, si es que te gusta más esa palabra mi querido lector, si... Se que me ves, me juzgas y me contradices, es la naturaleza humana después de todo. - No pretendo cambiar como ves el mundo. Kano. - Aclaré con un tono suave, pues era algo realmente imposible. - Pero no me voy a quedar de brazos cruzados viendo como la historia se repite una docena de veces más. No eres tonto, puedo verlo. - El cumplido estaba de más, él lo sabía muy bien, no estaba siendo condescendiente, estaba siendo sincero, me le acerqué lo suficiente para que me pudiera escuchar susurrar. - Defiende la verdad, no importa quién la diga. Defiende la justicia, no importa a quién sea a favor o en contra. - Me levantaría suavemente apoyando la mano suavemente en un costado de la mesa. - Nuestra humanidad es algo que los "dioses" jamás tendrán... - Terminaría dándole un par de palmadas suaves en el hombro junto a una sonrisa amigable. - Gracias por la comida, ojalá nuestro camino se cruce en un futuro...

Con aquello me dispondría a salir del establecimiento, si Kano observaba donde había puesto mi mano vería la cantidad de Ryos suficientes para pagar la comida, y quizás un extra más para él y la mesera...
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Finalmente, las palabras del renegado consiguieron dejar mudo al joven imperialista. Quería responder y seguir defendiendo su postura, pero aquel discurso le había hecho comenzar a pensar un montón de cosas. Al final, como era de esperar, Owl se había coronado con la victoria de aquel breve debate gracias a su convicción y su experiencia. Tanto había dejado reflexionando a Kano, que por poco no se dio cuenta de que se había levantado de la mesa, dejando ya la comida pagada y propina─. Uh... Gracias. Yo también lo espero, ha sido un gusto charlar contigo ─se despidió con una pequeña sonrisa mientras de fijaba bien en su cara por última vez, ya que quería recordarla. Algo dentro de él le decía que aquel no sería su último encuentro.

Cuando el hombre se alejó, aún meditabundo agarró su hamburguesa a la cual apenas le había dado un mordisco por haberse metido tanto en la conversación. Estaba fría, pero poco podía hacer y estaba muerto de hambre, así que acabó de comer y beber el té. Al cabo de unos minutos, sobre la mesa ya solo quedaría el vaso de sake, prácticamente lleno ya que antes apenas había bebido un sorbo─. "Defiende la verdad, no importa quién la diga. Defiende la justicia, no importa a quién sea a favor o en contra" ─repitió en voz baja las palabras que el contrario le había dicho mientras levantaba con su diestra el sake─. No imaginaba que alguien de su calaña podría tener unos ideales tan admirables ─se le escapó una risita por su comentario, y después de pensarlo durante un par de segundos se bebió todo el alcohol de un trago.

Este tema ha sido cerrado.

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