"Sentí que podía decir adiós. Para el yo de ese día, el yo que nunca cambia"
Todos los puntos que señalaba eran ciertos, no se lo iba a negar, de todas formas hacerlo solo le haría perder la poca paciencia que claramente tenía antes la situación. Y la mejor forma de tratar con personas así era mantener la calma y tratar de alejar su mente de aquello que le causaba esa molestia.
- Esa es la parte complicada, no hay nadie quien esté pendiente de ellos, las únicas alternativas que se me ocurren serían llevarlos con nosotros u ocultarlos en un lugar seguro... Pero ninguna de las dos opciones me gustan del todo. - La verdad era que la primera opción era la que veía más viable y conveniente para todos, a pesar de lo poco que me gustara, era posible hacerlo funcionar.
- Por una parte no quiero involucrar a nadie inocente, en especial a mi sangre ni la tuya, por otra parte... No quiero separarlos aún más. Como ves es complicado.
El Kamizuru y la Ashira habían sido sus padres por tanto años, cargando con mis responsabilidades mientras yo huía a lo desconocido, siguiendo el sendero que había seguido mi viejo abandonando a su propia sangre, sin permitirles crecer, sin permitirles conocer más sobre mi y más importante, sobre ellos mismos
- Lo pensé por más de una década, el que quizás ya no me necesitaran luego de tantos años. Habiendo crecido, convirtiéndose en lo que quisieran ser, pero luego me di cuenta que solo repetía un patrón por experiencia propia. Ni siquiera sabía de su existencia hasta que lo escuché de Karibachi, y aún así decidí poner los pies en el mismo camino que alguien más había recorrido.
Esperaba hasta cierto punto que entendiera de que hablaba, pero en incierto saberlo de todas formas, no la culparía si no lo hacía. Luego de escucharle la mujer señaló que podía ir a despertarles si así lo deseaba, algo que me hacía algo de gracia en el interior, pues había sentido esos Chakras inquietos desde los primeros minutos luego de sentarme en su mesa, probablemente despertados por el llamado a la puerta, habiendo capturado su atención el que un extraño habría convencido a su cuidadora de dejarle entrar tan fácilmente.
- Hehe... No creo que sea necesario, llevan despiertos desde hace un rato. Supongo que algunas cosas vienen con la sangre... Y otras se contagian por la rutina. - Señalé con una pequeña burla, si podían darse el lujo de hacer ese tipo de cosas solo significaba que ya habían tenido una mejor vida que la mía a su edad, algo que de cierto modo me tranquilizaba.
- Me pregunto de quien hab-
La plática sería interrumpida de repente.
- ¿Cómo lo supo? - Escucharía mi propia voz de hace más de quince años en Shion, nublada por la separación entre habitaciones, alzaría la ceja suavemente a ello. Karibachi me había hablado de lo mucho que se parecían a mi, pero a pesar de las expectativas... No estaba listo para ello.
- Mía. La idea fue mía, lo siento. - La puerta se abrió lentamente revelando otra voz y otro rostro, esta vez era el de su hermana. Botan, el Kamizuru me había contado tantas sobre ellos, era irreal verlos ahora, literalmente no tenía palabras, pero si de una cosa estaba seguro era de que mentía, quizás para proteger a su hermano, o a su hermana adoptiva de una reprimenda por parte de su madre.
Mi mano apretaría un poco el asa de la pequeña taza que había preparado Bakura.
- Eres... Realmente eres él. - Podrían ver el inquieto movimiento de mi mano libre arrugando con suavidad la tela de mi pantalón.
- El tío Karibachi nos contó de tu extraña habilidad de saber cosas que nadie más sabría... - No era la mejor manera para abrir una conversación, demonios, ni siquiera sabría como empezar una conversación así, me limitaría a dejar la mesa y ponerme de pie al mismo tiempo que los mellizos se acercaban, miradas inquietas, pero seguras de que yo era quien decía ser, hasta que finalmente quedamos frente a frente.
- Yo... Lo lam- No podía vitar volver a repetirme cuanto sentía el no haber estado antes, pero sería interrumpido por el repentino calor de un abrazo por parte de los niños, mis niños, mis hijos.
- Calla, lo escuchamos todo. - La voz ligeramente quebrada de Botan me interrumpiría.
- Se que lo sabes. - Preferí callar, atónito por la situación, sin darme cuenta mis brazos los cubrirían para corresponder su abrazo. ¿Qué más podías hacer? Es lo que yo hubiera hecho... Si hubiera tenido la oportunidad y hubiera sabido solo un poco más, pero el ciclo al fin se había roto, y no permitiría que se repita de nuevo...