Archivo: 0002
Hora: 0234
Fecha: 17/Ichigatsu/15D.Y.
Lugar: Villa ubicada en el País de los Pájaros
El invierno estaba llegando a su fin, las noches de nevada comenzaban a cesar, pero era algo increíble la flora de este gran país. Los árboles de sakura se mantenían aflorados inclusive en esta época del año, cuando la mayor parte de flora es escasa en el mundo; sin embargo, este lugar parecía tener alguna clase de bendición o maldición, para que los árboles de cerezo no muriesen fácilmente. El comercio de frutas y verduras era bastante aceptable, aunque no tenían las tierras tan fértiles cómo en el país del Sonido, era bastante bueno; además, gracias a la migración de aves, siempre era un espectáculo este país en las fechas correctas.
Por su puesto, el viaje de Sokaar a estas tierras no era exactamente por turismo o arte. Todo comenzó con el encargo que tuvo lugar en el país del Fuego, dónde conoció a cierto personaje. Ahora continuaba aquella búsqueda pendiente, pues de aquel trabajo obtuvo información sobre un paradero rebelde en este país, un país desprotegido, sin fuerza militar, y enfocado en el comercio y turismo. Era casi como rogar que llegasen a saquearlo, para el Jiki el poder lo era todo, solo vivía para y por él; por lo tanto, decidió dar una vuelta a este lugar ya que no estaba tan lejos del boscoso país.
Honestamente, le sorprendió la villa a la que llegó. Pues aunque tenían símbolos del imperio la vida era mucho más tranquila de lo que pensaba en un principio, por lo menos en esta parte del país. El humo del habano se disolvía rápidamente a causa del aire y flora del sitio, dejando aquel hedor en las plantas a su paso. + Hmmm dijeron que este es el sitio, pero solo veo pobreza y cotidianidad… + Repaso en su mente, manteniendo su mirada fija e inexpresiva, dió una última calada a su habano para terminarlo y arrojarlo al suelo, apagando el mismo con una pisada.
Ahora todo lo que quedaba era encontrar los recursos escondidos, si es que existían. Los últimos sucesos en el país del Rayo desataron cierto caos y preocupación en algunas naciones, no era buen momento para los rebeldes, por lo que eran más precavidos; tal vez, lo suficiente para esconder sus recursos y tesoros de forma más eficaz. Sokaar no pensó en encontrar a alguien “interesante” en esta tierra y por su gran capacidad no vió necesario el ocultar su chakra.
Seguramente, aunque todos los aldeanos se uniesen en contra del criminal no serían rival para él. El Jiki no era como otros criminales, o imperiales, el no mataba o luchaba por cosas innecesarias, tenía claro que la humanidad sufrió lo suficiente los últimos quince años; sin embargo, no era bondadoso, ni mucho menos amoroso. Sabía que en un punto crítico se decidía entre tu vida o la de tu oponente, ya había librado tantas batallas que correr ese riesgo y asesinar a quien se interpusiese en su camino no le importaba en lo absoluto, tenía una meta y haría lo que fuese por ella.
De su gran capa negra sacó otro habano, para comenzar a fumar de nueva cuenta mientras paseaba por las calles de la villa, era una vida bastante empobrecida pero feliz. + Solo son felices por su alfabetismo. + Era claro que en este lugar no tenían los avances tecnológicos que existían en otras tierras, seguramente no tenían noción de los sucesos externos a esta villa; por lo tanto, Sokaar se refirió a esta falta de información como analfabetismo, aquel eslogan del Imperio “la justicia es la voluntad de Dios, el conocimiento la perdición de los débiles.” Claramente hablaba sobre la falta de información de los ciudadanos, eran felices por qué no tenían todo el panorama completo, y aquel eslogan solo remarcaba que estaba bien no conocer la historia; y por su puesto, en caso de indagar más de lo debido solo encontrarían la horca o algo peor.
— Hablo — || Narro || + Pienso +