[Priv] ¿Reencuentro?
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- No me puedo quitar ese momento de mi vida, dónde me obligaron a luchar por mi patria... Después de eso me terminé alejando de la civilización e hice mi cabaña en estás montañas: Deje de usar las artes ninjas y he intentado alejarme de ese mundo, aún recuerdo la sangre derramada en ese Ataque. Bueno... Todo pasa por algo. - Llegué a pensar mientras intentaba prender la fogata. Con ella me mantendría caliente durante todo la noche. Estaba fría, normal en esos tiempos. Con el mismo fuego, prendió un tabaco y  dejo salir una bocanada de humo, el cuál se expandió por todo el lugar. - Estoy algo adicto a ese cigarro, debo dejarlo... - Dijo mientras miraba como la luna y las estrellas dominaban todo el cielo.

Después de un rato, pude escuchar como unos pasos venían a mi derecha. No eran de animales, se sentía. Familiar, a la vez que entro otro aroma familiar.
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— Los años pasan, y cada vez me estoy haciendo más viejo, Kumiko. — Caminaba con las manos en los bolsillos, al lado de su pequeña hija — No importa cuántos años pasen, papá. ¡Seguirás siendo tan fuerte y honorable cómo siempre! — Exclama la Genin de doce años , intentando animar a Rhooh. La pérdida de su madre, le pesa, pero el mayor le ha enseñado a ser fuerte y no dejarse llevar por esa clase de sentimientos. Si carga con ese dolor, no tiene por qué demostrarlo. — Uh...ese olor. Parece que provirne de una fogata, pero está mezclado con algo más. Tal vez sea... — Cuando la peliblanca pretendía terminar lo quería decir al final, Rhooh la interrumpe — Tabaco. —


La niña mira con curiosidad al enano, y recordó aquellos días en los que él fumaba demasiado — Me trae malos recuerdos... Pero en fin. ¿Si me enseñarás a cazar Jabalíes salvajes? — Pregunta mientras salta, esquivando los obstáculos del camino a la vez que habla, sin prestar mucha atención al camino. Casi parecía que su cuerpo respondía solo, tenía su instinto y eso estaba bien, ha entrenado desde que tiene cinco años. — Por supuesto, hay algunos trucos que debo enseñarte. El primero es que te ocultes bien, estudies a tu presa y por nada en el mundo hagas ruido, la espantaras. —  Continuaba hablando hasta que dieron con el lugar, dónde un muchacho descansaba fumando tabaco, a la luz de la luna. Kumiko se paró a un lado de Rhooh y tras darle un rápido vistazo, sonrió y alzó la mano en pos de saludo  — ¡Hola! — 


Jikaro notaría como el sujeto de baja estatura, tenía una barba blanca, recién quitada y sus cabellos negros estaba tenido con finas líneas blancas en distintas partes, además de la presencia de arrugas en su cara y tono de piel algo pálido. La Bandana de Konoha la porta orgullosamente en la frente. Kumiko porta la misma bandana en el hombro izquierdo — Buenas noches. ¿Es usted algún cazador? planeo enseñarle a mi hija unos trucos de caza, espero no molestar. —
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- ¿....? - Se quedó algo sorprendido al ver primeramente a una niña, pues era la que más destacaba en Altura. Era muy raro ver personas por aquí, de ves en cuando aparecen buscando acogida. Me molesta la compañía, pero debo dar una mano amiga. Después observé al acompañante, ya un viejo que tenía pelos blancos, su rostro y aroma le recordaban a una persona.

Rápidamente se sacó el cigarro y lo tiró al suelo, donde le pisoteo para apagar el fuego que quedaba. Expulsé el humo y empecé a hablar. - ¡Hola! - Le dije a la más pequeña mientras le extendía el puño. Mientras miraba con interés al señor. - Hola, claro. No son molestia, yo cazo pero no me considero tan bueno. Pueden tomar asiento si quieren, puedo tomar una gallina de mi granja y cocinarla. - Dije mientras mantenía una sonrisa algo falsa, pues no tenía muchas ganas de hablar. 


Tengo que tener uns iniciativa. - Me Llamo Jikaro, Jikaro Sarutobi. ¿Y ustedes? - Dijo mientras deslizaba su mano hasta el fuego para prender las llamas un poco más.
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Última modificación: 08-12-2022, 12:28 AM por Rhooh.
Kumiko, permaneció en silenció observando al muchacho. Tras escuchar su voz, sonrió de igual forma, pero no le conocía, así que no extendió su puño, comprendiendo al instante el "gesto", o eso era lo que creía para sus adentros — Es lugar tranquilo este... Umh... — Susurró manteniendo los ojos abiertos y dando rápidos vistazo a lo que le rodea. Daba la impresión de qué estaba buscando o simplemente está permaneciendo alerta. Rhooh voltea a verla de reojo y suelta un ligero suspiro, optando por sacar las manos de los bolsillos — No se preocupe, joven Jikaro. Así estamos bien, no es necesario que tome una gallina de su granja. — El enano analiza los ropajes del muchacho, esperando encontrarse con el mínimo detalle que lo delatara cómo Shinobi. Era difícil saber si era uno, no portaba siquiera una bandana.


— ¡Oh! ¡Pues yo soy...! — El crujir de una rama provocaría que Kumiko no dijera nada y desde su izquierda, apareció un niño de su misma edad, de ojos y cabellos blancos — Sabía que nos estabas siguiendo... — Antes que si quiera pudiera reaccionar, Kumiko tenía el filo de un Kunai rozando su yugular. Rhooh solo sonrió y entre cerró los ojos cruzando los brazos — Es suficiente, No hace falta que seas tan severo. — Comenta en modo de regaño. Junji voltea a ver a su padre y entre descuido, Kumiko toma la delantera y le realiza una llave — ¡Tch... Oye eso es trampa! — Exclama furioso.



— Ya basta, comportense. O me veré obligado a separarlos. — Descruza los brazos y coloca sus ojos de nuevo en Jikaro. Kumiko y Junji se separan volteando sus caras, evitando a toda costa un cruce de miradas. — Continuaré con mi vigilancia, padre. Y tú.. Manten la boca cerrada, estabas a punto de revelar información. — Junji desaparece entre las sombras de la noche, dejando una espesa nube humo que se esparceria, con algunas hojas danzando a su alrededor.


— Hmm... Será tonto. En fin. — Kumiko suspira y voltea a ver su derecha. Una gota de sudor se desliza de la frente de Rhooh — No tenemos permitido revelar nuestros nombres... Pero, por lo que veo perteneces al clan Sarutobi. ¿Dónde está tu bandana? — Pregunta sin ejercer alguna expresión en el rostro. Tras saber a qué clan pertenece, descartó la idea de que fuera un cazador o un viajero.
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- ¿Gente de la hoja?, Tuve que saberlo. Sus bandanas los delataban. No lo noté. En fin, tendré que ir con cuidado si no quiero problemas. - Pensé mientras miraba como la niña fue interceptada por un chico, que al parecer era su hermano. Pues, el señor bajito se ofreció a separarlos. Cómo si ya los conocieran.

Opté por levantarme de el tronco para responder, pero no antes tenía que buscar mi bandana ninja que seguro tenía ahí guardada. - Ex Shinobi de la Aldea de la hoja, no sé si quedé mucho de ella. Creo que sigue existiendo pero con el nombre de otra ciudad. Veo que no pueden revelar "Información", pero tranquilos, no soy parte de el imperio. Me crié como un Shinobi y nada más. - Dije con calma entrando a mi cabaña, dure unos minutos pero encontré una foto vieja con mi maestro y la que llegó a ser mi novia. - Ahí tenía 17 Años, estábamos exhaustos. Pues nos encargamos de unos bandidos. Fue una buena misión.

Volví a entrar y saqué una tetera y algunas tazas. Quiero beber un poco.
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Tanto Rhooh como Kumiko, arquean una ceja ligeramente y se miran entre sí, sólo por un breve momento. La niña decidió permanecer callada y dejó que el Jōnin continuara con la conversación. Jikaro revela no ser parte del "Imperio" Boshoku, algo que en el fondo decepcionó a Rhooh — La aldea de la hoja, sufrió muchos cambios a lo largo de los años. Es cierto que está en manos de aquellos a los que les dicen los "Imperiales — Deja salir un suspiro y muestra un semblante desinteresado. Los ojos del pelicorto por mera precaución, siguieron al muchacho. Casi, casi estuvo a punto de tomar un Kunai una vez que lo vio salir. La niña observó la reacción de su padre, pero supo que fue solo por mero instinto — ¿17 años? — Preguntó la pequeña Kunoichi, dándole un vistazo a la foto. Ver los bandidos tirados en el suelo inconscientes le pareció impresionante, así que sonrió — La misión resultó ser todo un éxito y por lo que veo no hubo muertos... O eso creo yo. ¿Quiénes eran esos bandidos? ¿Pertenecían a alguna facción criminal? — Kumiko sabía historias de Ninjas peligrosos y corruptos, aquellos que abandonaron sus aldeas para dedicarse a realizar tareas delictivas.



Mientras tanto, Rhooh sigue conservando el mismo semblante. Hacia frio, si no era por sus guantes, hace poco se le habrían congelado las manos. Pero, menos mal allí está la fogata, mantiene una temperatura elevada en esta pequeña zona
— ¿Té verde? — Murmura achinando los ojos. Claramente no confiaba mucho en él, por lo que pensó que tal vez podía haberle añadido algún tipo de veneno. Así que, teniendo en cuenta esa posibilidad, Rhooh saca una pequeña botella de Sake, de  su bolsillo lateral izquierdo y bebe un sorbo. Kumiko voltea a verlo y se encoge de hombros, dejando escapar un suspiro. Quería decir "Oh, no de nuevo. Por favor papá, no bebas" pero prefirió callarse — Ohh, Té. ¿Me sirves un poco, por favor? — Sonríe esperando una contesta.


— Es difícil encontrar jabalíes salvajes con este clima... Tendremos que buscar que en otro lado, así que no te vayas poniendo cómoda solo por el Té. — Mientras hablaba la miró de soslayo y volvió a beber un trago más — Si no eres parte del Imperio y no apoyas su causa... Eso quiere decir qué ¿Estás en su contra, no? ¿O me equivoco? —
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- Las hierbas que se encuentran por aquí son muy buenas para mantenerme despierto. Aunque son un poco amargas, sabe bien. - Dije mientras con mi mano izquierda ponía el té a hervir, el mayor prefirió beber sale, Dios. El sake sabe malísimo, lo probé en una fiesta a mis 19, sabía asqueroso. Claro, El té verde es bueno por estás zonas. - tome una taza mientras quitaba el te de la fogata y serví un poco, le extendí el te mientras tomaba algunos sorbos del mío.

- Para nada, el imperio es una cosa horrible. Y contestando a tu pregunta... Le di un poco de suspenso al momento. - Por el imperio perdí todo, no hubo nada que ellos no arrasarán, mi novia, mis amigos, mi maestro, mis sueños. El imperio solo da terror y mala vida, y claro. Estoy en contra de ellos, su manera de actuar no va a acordé a los ideales que se me han dado desde niños. - Dije mientras miraba al suelo y con impotencia y poca fuerza de voluntad, unas lágrimas se derramaron por mi rostro, cayeron en la tierra y eso... Pasa factura, con todo respeto. Odio todo sobre el mundo ahora mismo.
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–  Escuché hablar al profesor en la academia sobre una llamada planta Flordagón, abunda por aquí. Es todo lo opuesto, claro. – La Gennin hace una leve pausa y continúa hablando –Puede que sólo haya sido una exageración de su parte. Pero dice que tras consumirla, alguien sin la capacidad para dominar el Katon, tendrían un aliento de fuego. – Alza los hombros y tras mirar a un costado, pudo notar que Rhooh estaba con los ojos entrecerrados escuchándola hablar. Realmente, prestaba atención a ambos. Kumo extiende una mano y toma la tasa con té. Inclina ligeramente la cabeza – Muchas gracias, Jikaro. – Posterior al agradecimiento, Kumiko comienza a beber té. 


Rhooh compartía, en cierto aspecto, el mismo pensamiento de Jikaro sobre el imperio Boshoku. Malditos genocidas que llevaron el mundo hacia el carajo. Pero, hace mucho tiempo dejó de ser un Shinobi honorable, comparte aquellos "malevolos" ideales. Aunque claro, también tiene que ver, qué está ganando buen dinero.
– Todos perdimos algo. Perdí a mis padres, perdí a mi esposa y también perdí a un alumno, que curiosamente se llamaba igual que tú. Sin embargo... Pertenecía al legendario clan Uzumaki. – Pudo notarse el mismo tono desinteresado, pero estaba cargado con tristeza. Kumiko volteó a verlo de soslayo, pero selló sus palabras por el momento y seguía bebiendo té. – Es lo que hay ahora, a no ser que estés dispuesto a hacer algo para cambiarlo. Alguna vez en mi vida tuve tales intenciones, pero aquel que se hace llamar Kami – Sama, con un solo dedo destruyó una nación entera. La esperanza es sólo una ilusión, no existe. – Abrió los ojos y mostró un semblante serio, con la mirada perdida en la fogata. 

De repente, el mismo chico que hace un momento estuvo a punto de cortar la yugular de Kumiko hizo acto de presencia a toda velocidad, situándose atrás del padre e hija
– Los he encontrado. Es una pequeña guarida rebelde, no disponen de mucho poder militar. Conté solo dos Shinobi montando vigilancia, es una cueva. Estuvo a punto de neutralizarlos, pero preferí esperar tus indicaciones. – Kenta revela tal información ante la presencia de Jikaro. Kumiko deja de beber té y deja la tasa a un lado. Rhooh decide permanecer callado en lo que espera a que el muchacho siga hablando y tal vez se una a la pequeña operación. Kenta por otro lado, permanece arrodillado mirando el suelo. 
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- Denada. - Le respondí a la niña mientras daba un sorbo de mi té, el mayor parecía más desinteresado del tema del té, y desde que terminé de beber. Me habló respondiendo a lo que dije. - ¿Será Rhooh?, No tengo idea. Pero se parece, recuerdo que le dije a Rhooh que era Uzumaki. Ocultándose mi verdadero apellido. - Pensé, le escuché detenidamente pero hasta el momento que dijo que la esperanza no existe, deje mi taza en el suelo y hablé.

- Podrías tener razón. Pero yo sigo teniendo la esperanza de que algún día el imperio deje la antigua Konoha. Y pueda cumplir el objetivo que tenía de niño. - Le dije mientras me levantaba y observé cómo el mismo niño anterior vino y con un cuchillo o kunai, cómo lo quieras llamar. Empezó hablar de un campamento rebelde. Jikaro ya sabía sobre ellos. De hecho; ellos le pagaban a el con gallinas el ser su protector. Así que no dude en mirar fijamente al mayor de los tres, y empezar así a caminar junto a ellos si es que le dejan.

- Voy a protegerlos, pero para eso debo estar junto a los shinobis pues, son tres y yo uno. Será mejor hacer como si yo fuese uno de ellos. - Apenas terminó de hablar el chico, Tomé yo la palabra. - Yo les sigo, si me pagan claro está. - Dije. Y dependiendo de que digan, le seguiré o iré por otro lado a la cueva esperando encontrarmelos
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— Veo que no puedo hacer nada para cambiar tu manera de pensar. Si deseas quedarte con esa falsa esperanza... No creo que vivas por mucho tiempo. — Reveló sonriendo, pero no se trataba de una sonrisa engreída o algo por el estilo. En el fondo admiraba la voluntad del muchacho, tiene un objetivo definido. — Esperanza... hace tanto tiempo que la perdí. — Murmuró bajando la mirada. Kumiko observó al mayor de reojo y luego miró a su hermano. Realmente no quería tener que ir a tal guarida, si solo vino a aprender a cazar.  — Señor, me encargaré de la guarida con él. Los humanos no son tan diferentes a los animales, así que... Algo puedo aprender de esta caceria. — La pequeña Kunoichi aprieta las manos sobre sus rodillas y se levanta de un respingo.  — Bien, entonces regresaré a la aldea por ahora. No olviden realizar el informe. — Miró de reojo a Jikaro, y luego se levantó también, aunque de una forma que mostraba cansancio y fastidio — Eres un Shinobi, pero no eres parte de Konoha, por lo que esta clase de asuntos  no tienen que ver contigo, jovencito. — Quería evitar que se metiera en problemas.


Kumiko y Ken intercambian miradas durante unos segundos. Pese a que son hermanos de casi la misma edad, tienen cierta rivalidad, con el fin de probarle a su padre qué algún día serán verdaderos Shinobi, aquellos que ponen por delante una misión ante todo, incluyendo lazos de sangre. Los hermanos desaparecen de un movimiento fugaz, dejando pequeñas nubes de humo, en dirección hacia la en pequeña guarida, claramente harán una masacre. 

Respecto a Rhooh, aún se quedó con la duda y antes de irse, decidió matarla. Miró a Jikaro directamente a los ojos, a la vez que mordió el dedo pulgar y realizó sellos manuales. Convocó a Roster, un águila calva anciana.
— Woooow, hace tiempo no me invocas. ¿Qué mierda necesitas? — Mantenía sus alas en pleno movimiento esperando a que Rhooh, le dijera para qué lo ha traído, mientras tanto, el tiempo de invocación iba consumiendose poco a poco. — Espera... Este chico, se me hace muy familiar y no soy de olvidar caras. — Jikaro la invocación clavó sus ojos en ti, estudiando tu cara — ¿Qué acaso no es, ese mismo niño que encontraste aquel día, Rhooh? — De nuevo, Rhooh no volvió a responder. Quería esperar las palabras del muchacho — Te haz hecho más viejo, amigo mío. Puede que te estés confundiendo... — 
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El enano, al parecer; admiraba cómo Jikaro se expresa, el anteriormente mencionado no le interesaba lo que podía pensar un hombre viejo, decían que los adultos son los que siempre tenían razón, pero... ¿Jikaro no es Adulto?, Jikaro ya no tendría que coger consejos de un señor mayor. Ya él era mayor. Y podía tomar sus propias decisiones.

- Fui Shinobi de la Hoja, ahora vivo aquí. Creo que ya se los he dicho. - Dije mientras que con un cigarro en la mano. Lo mantenía abajo hasta que los chicos salieron en la oscuridad de la noche. Cuando se fueron: Prendí mi cigarro y empecé a fumar, ya a ningún niño le podrá hacer daño, de la nada; El mayor se paró frente mío e hizo unas tandas de sellos, pensé que iba a hacer un justo para hacerme prisionero o algo así, reaccioné rápido y estaba a punto de formar un Rasengan con mi mano derecha. Pero ví que invocó a un pájaro, una águila calva anciana, me parecía conocer su voz desde hace mucho. La aguila comenzó a hablar.

Desde que dijo que fue el niño que se encontró en un lugar entrenando, miré y entre en razón; Él es Rhooh y Roster, deje que la aguila terminará y cuando escuché que el señor dijo que estará vieja. Comenté algo. - Rhooh, ya no tienes que hablar más. Eres tú. Soy Jikaro. - Dije mientras tiré el cigarro a un lado y le di un abrazo a mí querido maestro, esto le podría molestar pero no me importaba. Era mi maestro, aquel que ví morir, estaba vivo.
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Última modificación: 14-01-2023, 01:32 AM por Rhooh.
— ¡HEH! No me equivoqué. Tsk. — Realizó un chasquido, y como sus alas permanecían en movimiento no le tomó mucho tiempo alcanzar más altura. La verdad es que a Roster no le agradan mucho los humanos, exceptuando a su invocador y prefirió tomar tal momento para irse a explorar el cielo estrellado. Se fue sin decir algo o siquiera mirar de nuevo a alumno y maestro. Roster, ya hace varios años que se separó de su esposa quien no pudo soportar su ausencia durante las guerras, Rhooh solía invocarlo mucho.


Ahora tiene su propio nido, visita a sus hijos de vez en cuando. Aún mantiene esa mortal rivalidad con Tokinada, quien aprovechó los momentos de su ausencia para ganarse el cariño y amor de su ex-esposa. Así caótico (en ese aspecto) se volvió la vida del águila anciana.
— Estos lugares no han cambiado mucho. Me pregunto como estará ella... — Las grandes alas se desvanecerian junto a su majestuosa e imponente figura, la cicatriz en el ojo izquierda y la bandana de Konoha en su frente, lo hacían ver una invocación fiel a la Aldea de la Hoja.



Ahora, volviendo al momento actual, Rhooh se alegró de haberse reencontrado con Jikaro, aquel que alguna vez lo entrenó y le enseñó varias cosas respecto al Rasengan, que con determinación y máximo esfuerzo lo aprendió. — Haz crecido bastante. Pero veo que sigues teniendo el mal hábito de fumar, agradezco que hayas respetado la presencia de mis hijos. No quiero que ese humo de mierda afecte su excelente condición física. —  Agregó una carcajada correspondiendo al abrazo y revolviendo su cabello con una mano para luego dar un paso atrás y mantener distancia. — Voy a volver a la Hoja. Deberías venir y dejar esta pocilga. Usaré mis conexiones para que te reintegres a las fuerzas militares, claro es tu elección. — Su tono se volvió seco y serio y giró para marcharse, alzando la izquierda en pos de despedida. — Cuídate, joven Jikaro. —
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