encuentros durante la reencarnación [priv yoishi]
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El mundo había cambiado, la sangre bañó la tierra y los gritos viajaron por los cuatro vientos, tras aquella nefasta guerra en Yugata terminó el tiempo de los shinobi y comenzó la era de los dioses. Aquel hombre Yogensha arrasó ciudades y poblados, esquilmando vidas de ninjas y de inocentes a partes iguales, todo aquel que intentó oponerse a su poder fue diezmado de la faz de la tierra y, tras su alzamiento cada hombre que no estaba dispuesto a obedecer sus deseos fue ejecutado en plazas para dar ejemplo. Oscuros tiempos acontecían, muy oscuros... Ya apenas quedaban ninja y, de los que quedaban, menos aún que no apoyaran a ese hombre o que no se rindieran. 

Yo tuve que ocultarme junto con Bakura, luchando por sobrevivir de la tierra, por suerte la montaña Heiwa era clemente, no como los imperialistas que entraron al templo para destruirlo... A fin de cuentas ahora había una nueva deidad tangible, otras religiones no eran permitidas. Ambos logramos hacernos una choza, el Templo estaba lleno de buena madera, además de tener muchos utensilios y demás cosas útiles, aunque apenas ya quedasen muros y esculturas en pie, aunque Iwagakure lo pasó aún peor, no porque fuera destruida, sino porque no lo hicieron, condenando a vivir a sus habitantes bajo un represor yugo, el nuevo gobernador de la Aldea de la Roca era estricto con sus normas y sádico con sus castigos. Sin embargo, las personas acostumbran a crecer ante las desgracias e Iwagakure No Sato ya tenía experiencia levantándose tras una enorme caída, tarde o temprano volvería a ser tan esplendoroso como siempre fue. 

Ahora, con todo mas estable, podía volver a viajar, tanto tiempo sin mostrarme en público hizo que me olvidasen, llevar un perfil bajo era duro, pero mereció la pena; ya solo quedaban rumores mas que antiguos en los que mi nombre no era mentado. Las cinco aldeas habían rehecho su vida en los años posteriores a la gran catástrofe, adaptándose y evolucionando pese a ella, yo tan solo viajé para poder comprobar en que estado se encontraba el mundo, ayudando a los pobres que lo habían perdido todo. En Kirigakure, o bueno... La ciudad de Jouki, Habían sufrido bastante, podía notarse en los ánimos de la gente, aunque ahora estaban bastante recuperados, ya no había escombros y los edificios habían sido reconstruidos; eso si, podía notarse la aumentada vigilancia por parte de los imperialistas. Sus calles eran tranquilas, como para no, y su niebla se respiraba triste y lúgubre, Se oían los ruidos de la gente, sin embargo apenas había barullo, le sentía pesadumbre... Aquella aldea me recordaba a una antigua colina silenciosa que se veía arropada por la niebla. 

DESCRIPCIÓN DE MI ATUENDO
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Mi nombre es Saito Yamamoto y soy un shinobi imperial o "Tenkai no Shinobi" esto gracias a que mis abuelos maternos otorgaron sus riquezas al imperio Boshoku cuando invadió Kirigakure, gracias a esto nuestra familia no acabó desapareciendo como muchas otras. Mi gemela y yo somos del clan Onmyõji, esto por la sangre de nuestro padre que falleció en la terrible noche de Yugata. Nuestras habilidades y compromisos  con el imperio mas el sacrificio de nuestros familiares nos ha dado una vida de lujos en la actual Jouki.

A mi edad, mi padre ya se había casado y mi hermana y yo ya habíamos nacido, él poseía un titulo mediano y su propia protegida (kohai) aunque sé que también he tenido logros me pregunto si mi padre se sentiría satisfecho con ellos, ¿Podria él estar feliz de ver a su hijo servirle fielmente a la organización que le quito la vida? Posiblemente no y eso me hace pensar a menudo. Veo las calles de Jouki y observó su pavimentación, sus enormes edificios con  ventanales que parecen llegar al cielo y la fria niebla que cubre los mismos. Si, tal vez mi generación creció en medio de muchos cambios pero el país del agua nunca había estado mejor económicamente hablando, hay cines, hospitales, centros comerciales y ya casi nadie vive en las calles yo y los demás Shinobis Iperiales patrullamos las calles y realizamos tareas dificiles para asegurarnos de que las cosas sigan progresando por lo tanto ¿Que tanto dicen que solemos hacer?

Matar rebeldes me esté volviendo loco quizás mi padre me está volviendo loco. Como Onmyõji mi habilidad de ver espíritus aveces me perjudica mentalmente  y por ello trato de exorcizarlos pero no siempre eso me hace sentir mejor. Hozuki Oyuki... Aveces me pregunto si eres una diosa realmente.

¿Que es eso?-me pregunto de repente al ver una figura con sombrero y un tipo de manto rojizo cubriendo su cuerpo-¿Un Yokai?-dudo por un minuto pero no posee un aura espiritual así que descarto esa idea, término asumiendo que es un desconocido y decido caminar hasta él para detenerlo e interrogarlo.

Disculpe señor. Por favor, muestreme su identificación


Uniforme Kirigakure (segun yo)
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En mi caminar etéreo por aquella densa bruma me detuvo una voz por la espalda, no parecía amenazante, pero si autoritaria, provenía de alguien mas joven que yo, eso podía notarlo por su timbre, aún no desarrollado del todo. Me pedía que me identificase, como si fuera un prófugo o una amenaza ¿Qué era lo que podía dar esa sensación de mi aspecto? Como fuera me di la vuelta con naturalidad y sonreí con gran amabilidad, mostrando sinceridad. -Quien reclama el conocimiento de otros es porque no se conoce a si mismo.- Usé aquella enigmática frase para romper el ambiente y, ya de paso, para rellenar un posible silencio incómodo, miré a la persona que me ordenaba identificarme, un muchacho con el uniforme de esta aldea. "Un imperialista" mis alarmas saltaron, aunque procuré mantener la compostura y mantener mi sonrisa mientras sacaba mi mano derecha de mi manto lentamente con mi bandana de Iwagakure y mis papeles identificativos. 

Por aquella parte estaba tranquilo, jamás pusieron precio a mi cabeza, para eso hui y me escondí durante el periodo de matanzas, todos aquellos años haciendo lo que mejor se me daba, esconderme, ya era una especialidad propia, eso había conseguido que la gente ya no recordara mi rostro ni mi nombre, pero, por suerte, aún pertenecía a la aldea, al menos a su censo. -Dígame joven ¿Hay algún problema?.-  Esperé a que revisara el papeleo y me lo entregase, solo rezaba porque no fuese como algunos de esos soldados imperialistas que les gustaba asustar a los viajeros para que les dieran sus objetos de valor... Ais... Puede que el sueño de Yogensha fuese la paz, pero sus soldados corruptos no lo mostraban, tampoco usó un método que yo pudiera aprobar, desde luego. Miré a mis alrededores, fijándome en los edificios, al menos lo que la pesada niebla  me permitía. -Esta ciudad ha cambiado mucho desde la ultima vez que la vi.- Volví a mirarlo con una sonrisa tranquila y relajada. -Dime muchacho ¿Cómo es la situación del lugar?- La pregunta era realmente tonta, estaba clara la respuesta de un imperialista, pero por intentarlo no perdía nada; a fin de cuentas la esperanza era lo único que no debía perder. 

Recordé mi último viaje a esta aldea, cuando aún se llamaba de forma orgullosa, la Aldea Oculta entre la Niebla, sus edificios de estilo tradicional eran hermosos y sus habitantes, con dificultades mayores o menores, respiraban libertad, incluso cierta felicidad; ahora podían respirar orden, mas a que precio lo obtuvieron ¿Por la vida de hermanos? ¿De padres? ¿De hijos? ¿Realmente les rentó lo que ganaron en base a lo que perdieron? En mi opinión no, mas seguramente algunos, los que mas tuvieron que ganar, dirían lo contrario, triste consuelo el vil dinero. 
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Última modificación: 05-12-2022, 12:51 AM por Saito Yamamoto.
La modernización trae consigo la perdida de costumbres, crea modas y éticas, por ende al ver a un sujeto con ropas tan... ¿como podría decirlo? Antiguas... Seria los que me haría pensar que fuera el simple espiritu de un viejo viajero o guerrero de la misma antigua Kiri, pero no, sin aura era claro que era un humano y por ello debía interrogarlo, era mi deber, mi trabajo, mi obligación incluso.

Un viejo refrán seria soltado por el extraño sujeto cuando lo detuve ¿acaso se burlaba? Tal vez pero no pelearía por eso, al contrario me grabaría el refrán en mi memoria para usarlo algún día. Pedí que se identificara y con una sonrisa me mostró su banda ninja pero... El simbolo ¿Iwa? El País de la Tierra quedaba bastante lejos ¿que hacia un shinobi del País de la Tierra tan lejos de su hogar? Decidí solo mirarlo con una ceja alzada y tomar sus papeles para examinarlos. Si fecha de nacimiento, era mas viejo que mi madre, quizás... no, no podía sacar conclusiones todavía, rango... Igual al mio, un poco raro y claro, no conocía su clan al no ser de Iwa ni haber peleado con alguien de ese país.

Técnicamente sus papeles están bien pero, me parece que un hombre de su edad y de Iwa rondee por la capital del País del Agua, nuestras naciones no son exactamente aliadas-lo miré fijamente y luego a la bandana, parecía algo desgastada pero a pesar de todo bien cuidada... Solo por hoy, solo por matar mi curiosidad haría vista gorda de lo sospechoso que era y socializaría con él.

15 años son bastante. Es normal que cambiara tras la influencia de Boshoku y la Shodaime Suijin-aclaré mientras le regresaba sus pertenencias al fin con una ligera sonrisa, he tenido algunos días tensos y quizás por eso se me había olvidado sonreír pero esperaba que no fue tarde para ello-Como podrá apreciar, la ciudad de Jouki próspera tecnológicamente, su gente vive tranquila con trabajos de todos tipos y los crímenes son escasos. La taza de natalidad es regular y la de mortalidad un poco mas alta de lo normal, pero es por las misiones que los shinobis hacemos-expliqué lo mejor posible mientras le hacia una seña para que me siguiera, la verdad es que no se podía quedar mucho tiempo vestido de esa manera o sospecharían de él.

Ahora lo llevaré a mi casa para ponerlo seguro. Le pido, señor Karibachi, que al llegar ahí me cuente sobre su verdadero interés de estar en esta aldea. Mi familia podrá ser Imperial pero también tengo familia que no, como sacerdote debo ayudar tanto a la gente de la linea superior y los espíritus de la inferior-quizás esas palabras no eran del todo lógicas pero eran sinceras. Caminariamos dos cuadras y luego girariamos para encontrar una edificación que en realidad era un hotel famoso en la ciudad (o al menos conocido)

La familia Sheru se ganó el privilegio de construir este hotel hace dos años, residimos aquí al igual que otros inquilinos que pagan su estadía. Si tiene dinero le aconsejo alquilar una habitación-mencioné informativo, la verdad no sabia muy bien presentar el hotel así que solo le dije lo primero que se me ocurrió.
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Aquel chico inspeccionó y escudriñó los papeles y mi bandana ninja, parecía que algo no le cuadraba al verme allí, como si un simple viajero de la Tierra no pudiese entrar en aquella aldea, aunque... Supongo que por la distancia entre ambos países no era lo mas habitual ver personas de Iwagakure por aquellos lares. Sonreí nuevamente, con algo más de ilusión incluso, pues debía emanar confianza y tranquilidad, aunque por dentro algo de miedo me invadía. -Bueno, chico, si te quedas más tranquilo puedes acompañarme en mi periplo por la aldea. Además, me vendría bien un guía, tiempo ha que no piso estas tierras.- Tras recoger mis papeles y mi bandana volví a atarla en la cintura y guardar los enseres en mi bolsillo. No es que me hiciera especial ilusión tener un soldado de gatillo fácil cerca, pero era la forma más fácil y rápida de que confiara en mi y terminase dejándome en paz, no se porque pero la gente confiaba en aquello que podía ver, como si tus ojos nunca te engañaran. 

Comenzamos a caminar juntos, parece ser que, aunque yo no lo hubiera propuesto, ese muchacho ya tenía la idea de ir conmigo a donde fuese, parecía contento, al menos ahora sonreía mientras me hablaba y comentaba sobre el avance tecnológico y estructural de la aldea, aunque pareciese mas bien que intentaba venderme esa idea. "Si, conozco esas misiones shinobi..." Pensé mientras mi mente evocaba a las matanzas sucedidas allí a lo largo de esos quince años que mencionaba el castaño. "Normal que la tasa de criminalidad este por los suelos, o que la gente siempre tuviera trabajo, la cantidad de gente que habrán matado..." Era en todo lo que podía reflexionar mientras lo escuchaba hablar sobre Jouki. -Suijin... Eso significa Dios del Agua ¿Vuestro gobernante es una deidad?- Pregunté haciéndome el ignorante mientras él me llevaba a Dios sabe donde, pude notarlo en una seña que me hizo. "Bueno, quizás se haya autoimpuesto el papel de guía" Medité mientras algo confundido lo seguí sin saber muy bien a donde hasta que se dignó a explicármelo. Por lo visto aquel chico quería que fuese a su casa, extraño, muy extraño, para mantenerme a salvo. "¿Tan débil parezco?" Antaño mi sola presencia hacía que shinobi de Iwagakure se pusiesen en formación y en el resto del mundo sintieran respeto, ahora un chico de... ¿20 años? quiere llevarme a un lugar seguro para protegerme, irónico las vueltas que daba la vida. 

Aquel jovenzuelo me explicó que una vez en su casa quería que le contase las verdaderas intenciones que tenía al visitar tal lugar, como si tuviera alguna intención oculta mas allá de volver a conocer el mundo del que me escondí una vez. miré al cielo, bueno lo habría hecho si la condenada niebla no lo tapase todo ¿Era impresión mía o se había vuelto mas densa? A saber, lo cierto era que estar allí cansaba la vista si no te acostumbrabas. -Claro, no tengo demasiado problema en desvelar mis intereses aquí. También le digo, con todos mis respetos, que quien gobierne importa poco, ya sea un tirano o un senado todos los reinos caen. Esa es la única constante, el ciclo de muerte y renacimiento.- Concluí mirándolo de nuevo con una sonrisa, o obviamente no quería que supiese mis inclinaciones, por mucho que dijese que su oficio de sacerdocio le obligaba a ayudar a todo el mundo sin importar su ideología; le hubiese creído si no hubiera llevado el uniforme de mercenario del estado, claro. Terminamos llegando al frente de un edificio que, si bien no es que estuviese hecho de oro, parecía bastante lujoso, de hecho parecía de los más ataviados de toda la ciudad; al verlo saqué mi brazo ligeramente del manto y le di un par de codazos para llamar la atención del chico. -Aquel hotel parece respetable.- Segundos después me aseguró que pertenecía a la familia Sheru, un clan influyente de la ciudad supongo, antes conocía cada clan y familia de aquí, quien mas o quien menos habían recibido mi ayuda en algún momento de la vida. -Oh muchacho, mi voto de pobreza me impide llevar ni un triste ryo, mas no te preocupes, siempre me ha servido un árbol que cubra mi cabeza y un cielo estrellado en el que poder unir los puntos.- Podía parecer poético aquello que había dicho, pero en realidad me refería a orientarme con el cielo, seguir el mapa que las estrellas propiciaban para seguir mi viaje. -Dime ¿Qué tipo de familia es el clan Sheru? Me avergüenza confesar que no conozco su reputación.- Así pues esperé mientras caminábamos y el chico m indicaba los edificios y monumentos significativos, yo lo escuchaba con antención, manteniendo una sonrisa de fascinación en interés, como si descubrir todo lo que me contaba me produjese satisfacción por el mero gusto de aprender.
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Última modificación: 05-12-2022, 08:32 PM por Saito Yamamoto.
Lo de ser guía no era una opción, era obligación, tanto por el bienestar de aquel extranjero como la de la ciudad, en aquel momento no sabia si era un tipo peligroso o no, así que mejor vigilarlo y ponerlo de mi lado a que venga otro e intente ejecutarlo por sospecha de traición. Como sea, nuestra conversación se tornaba tanto en el País del agua que sospechar de él era algo normal, claro, si fuera un turista seria normal preguntar pero si era un shinobi de cargo medio debía conocer al menos lo mínimo y pues, un hombre de su edad debería conocer también la historia política actual en las naciones.

Si exactamente eso significa pero dudo que lo sea. Su poder es temible u desconocido, su titulo siempre me ha intrigado ¿que anhela mas un sacerdote que conocer a un Dios en persona? Si ella fuera lo que dice ser, me gustaría estar a su lado-confesé de forma seria, aunque un poco animado también hablar de algo que siempre pienso era un tanto divertido. Recordé algo así que busqué en mi bolsillo derecho de mi pantalon y lo saqué, era una foto de la líder del País de Agua, tomada por quien sabe quien en el palacio de Jade.

Debo admitir que su apariencia me recuerda a un espíritu común femenino, pero las apariencias engañan ¿no?-pues si, al fin y al cabo a Karibachi también lo confundí con un espiritu. Después de eso comencé a guiar a Karibachi hasta la zona deponde se encuentran los departamentos y hoteles, pero en el trayecto Karibachi dijo algo grosero que si hubiera sido escuchado por otro sin duda hubiera comenzado una pelea al ser sobreentendido como una declaración de querer derrocar a la Suijin.

Decir "con todo respeto" no hace a las siguientes palabras respetuosa. Señor Karibachi le pido pensar mejor las palabra que usa-diría cruzándome de brazos y soltando un suspiro-Entiendo que usted sea de la era donde gobernaban los "kages" y que posiblemente eran tiempos mejores. Pero no por eso puede ir a otro país y decir tales cosas ¿Que hubiera hecho usted si un extranjero hubiera dicho eso en aquellos tiempos? Pero en fin. Algo de razón tiene, pues su País debió haber pasado por varias generaciones de Kages buenos y malos antes de estos 15 años de cambio Boshoku-esperaba haber sido claro en la gravedad que podía meterlo esas palabras pero aveces no pasa lo que uno espera.

Al fin llegaríamos a nuestro destino el hotel de mi familia, la reacción de Karibachi fue algo cómica pero intenté no reírme. Algo más de su personalidad acabaría siendo sospechosa, no poseer dinero y querer dormir bajo un árbol declaraba que era un vago o quizás un viajero muy, muy humilde, pero no un shinobi. O al menos no uno aliado a su nación actual. En ese momento decidí no hacer énfasis en ello y me limité a mencionar las consecuencias de esa decisión.

La única forma de ver el cielo estrellado es alquilar un departamento alto o rezar por que la niebla sea poca. Por otro lado, es ilegal vagabundear así que si lo intenta irá a prisión. Por los momentos puede quedarse con nosotros-lo acabé invitando y entramos al hotel, el cual, era de lo mas espaciosos, bien iluminado y con pintura bien conservada. Las personas que habían en el corredor nos observaron por unos segundos pero mi presencia quizás les quitó sus dudas acerca del extraño sujeto ya que siguieron en lo suyo.

La familia Sheru no es un clan, aunque mi abuelo fue una vez un samurái de vapor "clan terumi" corrió por su sangre y la transmitió a sus hijas. Pero mi madre no tuvo tanto éxito con su descendencia. El hotel solo tiene dos años, se construyó a partir del año...-intenté tomarme un segundo para recordar pero no tuve exito-Se me olvidó. Pero fue un año donde las riquezas de mi abuela fueron regresadas por su fidelidad y bueno, ella decidió expandir sus ingresos con esto-comenté mientras iba subiendo por el ascensor hasta el piso medio donde residía.

Mi padre... Él lucho en Yugata y murió intentando detener a "Yogensha" o eso dice mi madre. Señor Karibachi, puede que usted no lo haya conocido pero sé que él le agradaría ayudar a alguien que no tiene donde quedarse. Esto será solo temporal si así lo desea pero si desea estar mas tiempo aquí le recomiendo cambiar sus atuendos-mencioné con una sonrisa y tomando su hombro, no lo sé, en ese momento quería transmitirle compasión. Tomé las llaves después de eso y abrí la puerta, Tobi había muerto hace 8 años hacia que ya no había una cosa peluda esperando en casa, pero parecía que mis dos abuelas se encontraban en media merienda

Ah Saito. Bienvenido, que raro verte por aquí a estas horas

Traje a un invitado del País de Tierra, creí que seria interesante para ambas conocer a alguien extranjero después de tanto tiempo. Señor Karibachi, le presento a mi abuela materna y a mi abuela paterna Fubuki-presenté levemente, mi abuela Fubuki había envejecido mas que mi abuela materna y quizás por ello hablaba menos pero hoy haría un esfuerzo bastante raro.

Viajero y guerrero de gran astucia. Bienvenido, te esperaba-mi abuela aveces leía el futuro pero había pasado tanto desde su última predicción que había creído que aquel poder ya lo había perdido.

Saito, no seas grosero y sirvele té a nuestro invitado. Dejé galletas en el horno.

Voy para allá. Adoro tus galletas de avena-estar en casa siempre era bueno, en verdad que si. Serví té para Karibachi y para mi y dejé las galletas en un plato llano de cerámica para compartir.
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Aquel muchacho tenía ambiciones curiosas para pertenecer a una religión, también parecía bastante crítico, algo que siempre estaba bien, pero luchaba contra la fe. Dudaba de la divinidad de su caudilla, pero también decía que todo sacerdote ansía encontrarse con un dios, y no era mentira del todo, pero tenía matices: Un sacerdote ansía encontrarse con su dios. Era joven, seguramente habría tomado los votos hace poco, se notaba por el camino que le quedaba por recorrer y la energía que podía apreciar en sus ojos. -¿Un espíritu?- Pregunté extrañado, cierto era que su aspecto no era el mas sano del mundo, pero... de ahí a presuponer que estaba muerta era muy distinto, aunque eso me hacía preguntarme otra cosa¿ Como demonios sabes qué aspecto tiene un espíritu? Supuse que él lo asemejaba a los rasgos que les atribuían las leyendas y el folclore, así como otras criaturas y cuentos. -Bueno, nunca vi uno, aunque si es verdad que tiene un halo de misterio.- Sonreí mientras levantaba la mirada de la foto y lo miraba con simpatía.-Sea como fuere es hermosa.- Amplié mi sonrisa, mostrando parte de mis dientes, ese tipo de cosas acercaban a la gente, pensamientos que no suelen decirse en voz alta. 

Tras aquello el muchacho pareció haberse molestado por algo que dije, claramente había malinterpretado mis palabras, por eso lo miré confuso mientras se explicaba, pensó que insultaba al reinado actual por decir que tarde o temprano acabaría. Aquello era comprensible, pero no era por ser insultante, sino por la religión que procesaba, que me había enseñado lo efímero del ser humano, negué con la mano al sacarla del manto, intentando quitarle peso a lo dicho. -Oh no no, creo que no me expresé con las mejores palabras. Verás... .-  Le puse el dorso de mi mano a su vista, mostrándole un mandala, símbolo del ciclo eterno de vida y muerte, el equilibrio entre ying y yang, el fluir del Tao. -Mi religión confía en el ciclo constante, de igual manera que el mundo cayó tras los kages, resurgió con los jinn y con Yogencha y volverá a repetirse el ciclo. En aquella antigua época que mencionas ya le decía esto mismo al mismo Tsuchikage, lo único constante en este mundo es que todo se va como llegó.- Esperaba que aquella explicación fuera suficiente para calmar los animos encendidos del chico, hacía tiempo que no acostumbraba a hablar de mi religión, la mayoría del tiempo la gente no solía entenderme; y era normal, cuando tu estómago ruge de hambre no puedes pensar en la riqueza de tu alma. 

Ya en la entrada de aquel hotel lujoso él shinobi me explicó que mi plan de pasar la noche a la intemperie no iba a ser posible, mendigar ahora era una prohibición, me preguntaba que harían con los culpables del delito de pobreza, pero mi miedo por saber la respuesta era mayor que mi curiosidad. -Oh... Eso va a ser un problema...- Entonces aquel chico, amable y simpático se ofreció para hospedarme en su casa, situada dentro de aquel hotel, Sonreí al escucharlo, de hecho oir aquello me lleno de alegría; la gente ya tenía poca bondad dentro de si... Con todo lo sucedido en el tiempo pasado... . -¿En serio serías tan amable y altruista? La verdad es que no solo acepto tu invitación, la acepto con gusto.-  Lo acompañé mientras miraba curioso y fascinado el interior, deteniendome a veces en objetos que me parecían curiosos, pues no era fácil verlos en mis tierras; mientras tanto ese ninja fue contándome la historia de su familia, el como recuperaron sus riquezas doblegándose al poder establecido y como en los tiempos de ninja pertenecía a un clan muy famoso en su aldea. -¿Terumi dices? En tiempos pasados aquel clan era grande y esplendoroso ¿Sabías que la antigua Mizukage era de dicho clan? Decían que sus golpes podían derretir cualquier cosa.-  Así, un poco por ir contando historias le conté aquella pequeña curiosidad, la verdad es que era muy enriquecedor, como dos generaciones de shinobi compartían su concepción del mundo. 

Aquel chico parecía encantado con mi presencia, incluso se ofrecía a cogerme por un periodo largo de tiempo, su amabilidad hizo que mi estado de alerta bajase, además, su familia parecía estar en contra del gran dictador, por lo que estaría en un ambiente amigo. -La verdad es que tu amabilidad reconforta mi corazón, pero con esta noche bastará, debo seguir viajando para reunir historias y conocer el nuevo mundo.- Me intenté explicar con amabilidad, al igual que intenté rechazar la oferta con el mayor tacto posible, sonriéndole de forma cortés y agradecida. Al entrar a la casa, de estilo clásico, una anciana, la abuela de aquel ninja, del cual al fin sabía su nombre, me saludaba y me decía que me esperaba. 

No dudaba de que algunas personas tuviesen capacidades adivinatorias, es decir, yo era capaz de moldear la tierra con mi mente, por que no ver el futuro, lo que no tenía muy claro era si realmente había acertado en su predicción. Me quité el sombrero y me arrodillé frente a la señora, poniendo mi frente en la lona incluso. -Bienhallado y agradecido de poder dormir aquí.- Tras eso miré a la supuesta adivina. -Agradezco su espera, mas hace años que dejé de ser guerrero para solo viajar. Aquella vida de lucha pasó.- Le expliqué a la señora, dando a entender que si bien era shinobi ya no ejercía como tal, algo que podía chocar a cualquiera, sobre todo al chico que tomó mi identificación. Saito me trajo té como su abuela y, también, un plato con unas cuantas galletas, agarré la taza de té, aún humeando y, en vez de beber de ella, sujeté el cilidro con la diestra mientras mi mano izuierda sujetaba el culo de la taza frente mi rostro, cerrando los ojos. -Amida Buda.- Tras esa plegaría hice una pequeña reverencia con el cuello, soplé el vapor y di un pequeño sorbo, mostrando una enorme cara de placer tras ello. -Por todos los cielos, este té esta exquisito.-  Afirmé mientras miraba a los presentes fascinado, como si hubiese descubierto un nuevo continente. 
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Última modificación: 06-12-2022, 10:19 AM por Saito Yamamoto.
Pude notar un poco de intriga respecto a cuando mencioné sobre la apariencia de la Suijin pero como me quedé pensando en como explicarlo terminé evadiendo el tema.-Tal vez contar sobre mi clan es algo que debo guardarme para otro momento-fue lo ultimó que pensé respecto al tema. 

Por otro lado, era obvio (eso creo) que otras personas no hayan visto un espíritus antes (aunque era cierto que existían muchos casos donde los espíritus solían materizarce para poder asustar a los vivos) por lo que solo sonreí de regreso como si dijera "te entiendo" lo cual no era cierto-¿Verdad que si? No se que es pero tiene algo que...-las palabras de Karibachi bajaron mi guardia y casi revelaba algo vergonzoso. Solo guardé la foto y aclaré mi garganta para disimular la vergüenza que tenia. Cualquier intento de Karibachi de continuar con ese tema sería ignorado de mi parte con un poco de rubor en mi rostro a pesar de mi mirada de poker.

La conversación se volvió algo conflictiva en cierto punto pero el shinobi de la tierra explicaría sus intenciones sobre sus palabras y aunque me habia mermado me preocupa que tipo de situación hubiera acabado esa misma conversación con otro tipo de Shinobi Imperial-Respeto tu religión entonces. De hecho ya me habían hablado un poco de ella. Solo la había olvidado-expliqué acercandome a la interesante figura "circular" un símbolo lindo a mi parecer. De hecho, encontrar a una persona religiosa me hacia despertar curiosidad, pues, ya pocos tenían una religión de verdad por lo que la mía aveces parecía ser la única.

Debiste ser buen shinobi si hablabas con tu líder sobre tu religión. La mis se basa en los 7 dioses de la fortuna principalmente me enfoco en Bishamon dada a mi trabajo-era curioso como poco a poco era sincero con ese hombre, tenia carisma supongo.

Más tarde, llegando al hotel mencioné lo malo que era dormir en las calles y ofrecí darle refugio al hombre, que la acepto con gusto y buena educación, que bien me caía ya. No pude evitar sonreír mostrando los dientes a escuchar eso y por ello no me detuve en mi  camino a casa. Pero no si antes hablar un poco sobre mi familia materna-Sé sobre la novena gracias a mamá. Actualmente todo registro de los Mizukages ha sido eliminado. Y junto con ellos las 7 espadas legendarias-la verdad pensar sobre los Mizukages era siempre una dicha pues aunque no fueron buenos lideres si que eran poderosos. 

Tsuchikage ¿no? Sus kages debieron ser gente poderosa también de seguro. Mamá no habla mucho de los demás clanes por respeto a sus secretos. Según leí en tus documentos eres del clan "Kamizuru" suena a adiestramiento-revelé, no era una pregunta directa pero era obvio que tenia ganas de saber de que era capaz mi aún desconocido invitado.

Aunque el camino no fue muy largo ya había conversados de varias cosas y parecía que habíamos empezado a amistarnos pero Karibachi quería seguir su viaje por lo que un adiós llegaría pronto-No pasa nada. El mundo es grande y entiendo sus ganas de verlo. Solo procure no llamar tanto la atención y cuidar sus modales. No sé como son la gente de los demás países pero puede meterse en problemas si no se informa bien. El viaje hasta acá debió ser el mas largo ¿no?-terminé preguntando algo de forma directa, pues, aun quería resolver el rompecabezas sobre Karibachi y su extraña llegada a Jouki.

Bueno, ya dentros de casa habían dos abuelitas listas para recibirnos. Supuse que Karibachi seria respetuso pero no esperaba tanto como para estar con la cara en la lona, bueno, la frente. Ahora que andaba sin sombrero pude apreciar su cabellera color ¿rosado? Bueno, era un rosa clarito. Aunque tenía algunas canas por el tiempo ya.

Je buen chiste. Pero, sé que cuando el día legue estaras listo. Solo quedate con esto-mi abuela le entregaría a Karibachi un pequeño mueñeco de madera, su aspecto se asemejaba a un cactus con boca y ojos. En ese entonces no recordaba para que era pero fue un buen regalo.

Bueno Disfruten su compañía, iré a ver como está Hima.

Me saludas a mi tia-y así sin mas, mi abuela materna se marchó después que tomé asiento tras servir el té y las galletas. Karibachi hizo un pequeño agradecimiento a su Dios antes de tomar su té y yo hice lo mismo, solo que yo solo aplaudí dos veces y las dejé juntas para dar las gracias en mi mente. Ambos tomamos el primer trago y nos sentimos feliz por el sabor.

Es solo té de manzanilla. A papá le encantaba. Lo tomámos todos los martes-diria al escuchar las palabras de Karibachi. Luego recordé que no había puesto una ofrenda así que me levanté y preparé otras tres tazas y otro plato con galletas.

Puedes acompañarme si gustas-le hablé a mi visitante y me dirigí al atar de mi padre, abuelo y "tío" ahí dejé las ofrendas delante de sus fotos y recé un poco. El atar era simple, tenia flores, velas, tres fotos de nuestros fallecidos: En el centro, mi abuelo Ryosuke, en su foto tenia unos 37 mas o menos, a la izquierda un chico rubio de no mas de 19 su nombre era Yukine y lo consideré un tío. Por último, al lado derecho, mi padre que también tenia no mas de 19.
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Pasivas
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La casa de aquel sujeto, Saito, estaba decorada de forma tradicional, como lo estaba mi hogar en Iwagakure, se notaba que mi abuela tenía el mismo gusto, aunque claro salvando las diferencias culturales y los colores; incluso casi podría intuir donde estaba todo por como se disponían los muebles... Qué recuerdos. Parecía que aquella anciana "vidente" sabía cosas que yo no, enigmática dijo otro galimatías y me entregó un pequeño juguete con forma de cactus, aquello me llamó la atención, pues podía recordar a un avalorio de Sunagakure. "¿Esto hará referencia a Ryth?" Guardé la figura en mi bolsillo asintiendo con la cabeza, aceptando la predicción como cierta, aunque no supiera qué es lo que quería decir. -Como oro en paño lo guardaré hasta que deba deshacerme de ello.- Diría para que entendiese que haría lo que tenía que hacer con ello, aunque no tuviera la menor idea de que narices hacer con ello ni cuando. Ahora había uno menos en escena, una de las abuelas, la que parecía mas jovial y lúcida, se marchaba para ver a uno de sus parientes, su familia estaba muy unida, me recordaba a la mía... Me pregunto que habrá sido de los Kamizuru en estos días.

Seguimos manteniendo la conversación del vestíbulo hablando de nuestros orígenes, el joven castaño suponía que debía ser un shinobi de gran poder si tenía la libertad de hablar sobre mis creencias, además se le veía entusiasmado por hablar de su religión, seguramente también quisiera saber de la mía. -Bueno... Creo que en mi vida no he logrado acabar con la vida de nadie...- Miré al infinito un momento con un rostro pensativo. -De hecho... Creo que jamás gané ningún enfrentamiento.- Reí levemente algo avergonzado e intentando que la situación pasase rápido, centrándome en las 7 deidades que Saito veneraba, los 7 dioses de la fortuna. Sonreí levemente al escuchar a que religión se refería la fe de los siete. -Por cierto, antes hablaste de tus creencias, Curioso... Durante mis viajes encontré escritos muy antiguos sobre tu religión y sobre la mía, por lo visto el budismo y la fe de los siete están relacionadas en sus orígenes.- Me quité el manto, dejándolo en el suelo al lado del sombrero mostrando mis brazos y parte del pecho, esto debido a que los tirantes de mi camiseta eran muy holgados, incluso podrían verse mis costillares; todo tatuado con frases de los antiguos escritos que encontré. -Mi religión no posee dioses como tal, pero si cree en una idea de la vida eterna.- Tras esta leve explicación señalé algunos de mis tatuajes de mis antebrazos. -Por todo mi cuerpo llevo conmigo los 73 sutras que el fundador de mi religión dejó, 73 lecciones que llevan a la iluminación.- Una vez expliqué aquello volví  colocarme el manto, sonriente por poder hablar de este tipo de cosas con alguien, ahora que la religión oficial era manejada por los estados resultaba asfixiante y algo prohibido hablar de cualquier otra creencia espiritual. 

Preferí seguir hablando de lo que él quería, había sacado aquella conversación sobre los antiguos líderes y sobre mi clan, parecía interesado en saber de que era capaz de una forma velada. Preferí no pensar en ello y sonreír de forma ingenua. -Bueno, si que eran fuertes, pero no eran mas fuertes que cualquier ninja muy entrenado. Realmente lo que los definía como líderes era algo diferente.- Cogí mi taza y di otro sorbo, no muy grande, aun quemaba el líquido. -¿Adiestramiento? Bueno, no negaré que si pertenezco a un clan shinobi, el Kamizuru como bien leíste.- Detuve un momento mi frase, había caído en algo que quizás pudiera interesar a los presentes. -Aunque... La verdad es que mi clan no es dado a pelear, nos encargamos de otras tareas como el mantenimiento de la aldea.- Aquello no era mentira. Si bien era cierto que en la época de la guerra entre clanes, hace ya cientos de años, el clan Kamizuru si era beligerante, pero desde la fundación de las aldeas el clan se dedicó a cuidar de Iwagakure y proveerle de vegetales con la polinización de sus abejas. 

Despues de estar conversando un pequeño rato, Saito, con una mezcla entre respeto e ilusión, dijo que podía acompañarlo en sus rezos por sus antepasados caídos en batalla, teniendo que ir a una esquina de la casa donde se encontraba un altar típico de aquella religión. Honrar a tus fallecidos era algo crucial, pues gracias a ellos los presentes podíamos vivir y mantener su legado. Pude observar las fotos de sus ancestros, dos de ellos eran totalmente desconocidos para mi, no obstante, aquel hombre de pelo negro y ojos castaños llamó mi atención. -Saito... ¿Este es tu padre?-  No sabría explicar por qué el rostro de aquel tipo llamaba mi atención, de alguna forma... Me resultaba familiar.
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Creo en tus palabras.

Y con una tierna sonrisa mi abuela miró a Karibachi tras haber guardado lo que creía yo que era un amuleto. Por mi parte, había tomado algo de té y empezado a comer una galleta. Retomamos nuestra conversación y pude obtener valiosa información de Karibachi, jamás creí que eso fuera cierto ¿como un shinobi con tanta experiencia no había matado o ganado un combate? Mi cara reflejaba completo asombro y confusión pero solo pude mormurar ante ello "curioso" fue lo que dije. La mirada perdida del hombre mas su risa nerviosa no me daban motivos para desconfiar en lo que decía pero enserio me pareció curioso. 

Si, los dioses que nuestra familia conoce se relacionan mucho con el budismo pues, nosotros también nos concentramos en el equilibrio de lo bueno y lo malo... Claro, es mas complejo que solo eso pero ahí me entiendes jeje-hablé relajadamente, me sentía muy cómodo hablando de mi religión. Karibachi se quitó su poncho y pude ver las marcas (escritos) que tenia en el cuerpo, eran interesantes y llamaban mucha la atención, en ese momento creía haber resuelto el misterio de por que él se vestía así. Karibachi me explicó que su religión no tenia Dios particular pero si buscaban la vida eterna y claro, para ello, tenia aquellos 73 sutras.

Eso es muy interesante. ¿Quieres tener vida eterna? Pues, que el Dios Juroujin te bendiga entonces-sonreí abiertamente, uno de los 7 dioses representaba la longevidad y ese era Juroujin.  Por otro lado Karibachi me habló un poco de los kages abriéndome una duda-¿Algo diferente? ¿Que?-pregunté ingenuo, mi abuelita se rió en ese momento como si ella supiera la respuesta, no, sabia la respuesta y por ello se reía pero yo no lo vi cómico y por eso solo me quedé mirando a los dos como esperando su iluminación.

Además me habló un poco de su clan, no de sus habilidades pero si de su necesidad en sus tierras-Nuestro clan tampoco debería dedicarse a luchar o al menos no contra los vivos. Antes los Onmyõji eramos solicitados para exterminar espíritus, traer buena suerte, serenidad y eliminar enfermedades-mi abuelita parecía estarse sintiéndose cómoda también al hablar con nosotros, quizás era por estar conversando de un tema que ella conocía bien.

La conversación era proactiva pero el recuerdo de dejar la ofrenda en el atar me hizo levantarme y dirigirme hasta allá para comenzar los con los rezos, Karibachi me siguió y observó el altar realizando una pregunta que me erizo la piel por alguna razón-Si, él era mi padre. Su nombre era Yoishi. Acaso... ¿lo conocía?-le pregunté bastante curioso, no conocía a los amigos de mi padre y su protegida había desaparecido hace tanto que la creíamos muerta.
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Poco a poco íbamos cogiendo confianza, la anciana estaba satisfecha de que hiciese caso a sus futuras advertencias y Saito estaba mucho mas relajado sobre su religión, aunque volvió a malinterpretar mis palabras, él pensó que lo que buscaba era no morir nunca, el término mas común de vida eterna, mas yo me refería a la reencarnación. Negué con la cabeza asertivamente. -Oh, no es ese tipo de inmortalidad. En mi religión confiamos en el ciclo eterno, incluyendo un ciclo eterno del propio alma, la reencarnación.- Di otro trago de aquel delicioso y relajante té para hidratarme la boca y seguir hablando. -Es cierto que, como tal solo hay una vida, pero tu alma vive cientos, miles, las que sean necesarias. Ese es el concepto de vida eterna que yo proceso.- La verdad es que la curiosidad de Saito era muy estimulante, una pena que no nos fuésemos a ver mucho mas en el futuro, y de hacerlo, muy probablemente sería como enemigos. 

Hablando del tiempos pasados sobre los líderes de las cinco grandes aldeas pude notar gran falta de conocimiento en el chico, su abuela si parecía haberlos conocido.-Si, un Kage se preocupaba hasta la muerte por su aldea. Su ideología podía estar equivocada, pero siempre se unieron para luchar juntos contra las grandes amenazas, promovían el cambio.- Sonreí melancólico, peor a la vez tranquilo y apacible.-Eran humanos y no lo ocultaban.- Volví a mirar al techo, pensando y recordando las historias que mi memoria atesoraba sobre el Tsuchikage. -Qué tiempos aquellos... Me dolía menos la espalda.- Reí un poco antes de volver a tomar otro sorbo. 

También supe sobre un poco mas sobre la familia de Saito y a que se dedicaba en el pasado, información fiable por quien la dio. La abuela del muchacho decía que, al igual que mi clan, el suyo no estaba pensado para enfrentar a los hombres, sino para luchar contra espíritus, arrojando sortilegios y ofreciendo exorcismos. Eso me hizo recordar un enfrentamiento pasado que, junto con la foto del padre de aquel chico logré desenterrar por completo, chasqueé los dedos y sonreí iluminado. -Pues claro, ya sé quien ese hombre de la fotografía, nos encontramos en una ocasión por el camino.- Aquel hombre que luchaba con tesón por vencer las fuerzas espirituales malignas, aunque un poco despistado, pues el motivo por el que luchamos era, cuanto menos, estúpido, eso sí, parecía que los problemas pare diferenciar muertos y vivos le venía de familia.
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Inmortalidad del alma en vez del cuerpo. Supongo que es un tipo de inmortalidad que entiendo-murmuré mientras veía el liquido de mi bebida, yo sabia que el alma era inmortal, los espíritus me lo confirmaban pero sea cuerpo o almas sentía que la inmortalidad daba mas miedo que la muerte. Karibachi me explicó sobre la reencarnación y que esa era la inmortalidad que buscaba, de hecho, ese era el tipo de ciclo que mi familia trataba.

Mi familia tiene como creencia que las almas poseen varias opciones al morir, la reencarnación es la segunda mas tomada y eso aveces me hace pensar sobre cual opción tomo mi padre-hablé un poco melancólico pero con una sonrisa, me sentía algo feliz con la idea de que papá se hubiera convertido en algo o alguien después de su muerte.

Hablando de melancolía, Karibachi empezó a tenerla cuando explicó mas sobre los Kages y hubo una palabra que me encogió un poco el pecho y me hizo pensar seriamente-Humanos. Si, un humano posee mucha mas variedad de emociones que los dioses. Sentimientos malos y buenos. A cambio de los dioses que casi siempre se inclinan por uno o lo otro. ¿Será que Kiri necesite un humano como líder? Aún no sé, la Suijin a hecho tantas cosas por el bien del País, y fue un humano el que creó la niebla sangrienta... Cosas para pensar-esos fueron mis pensamientos en ese momento...

Debo admitir que no entendí bien el chiste de Karibachi pero asumí que era por lo de andar viajando de aquí a allá. Pero no pasaba nada, de todos modos sonreí un poco para no dejarlo mal. Entre los tatuajes de Karibachi había un buda que me dio algo de risa, no se, me daba risa su apariencia a pesar de tenerle respeto, ya que no duró mucho mostrándolos no pudo memorizar las lecciones que tenia escritas, me hubiera gustado preguntarle cuantas ya tenia cumplidas. "Otro día será" pensé optimista y algo ignorante a la vez.

Por desgracia Karibachi no era amigo de papá, solo lo conoció de repente un dia-¿Podrias contarme como fue su interacción?-si era mi padre, quería preguntar todo lo posible.
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Ya habiendo entendido a que me refería con la inmortalidad, parecía querer cambiar de tema y saber mas sobre su padre, al menos sobre el encuentro que tuvimos; era normal, a fin de cuentas él no parecía conocer demasiado de su progenitor, sin embargo no creo que tuviese una historia digna de la memoria de un difunto. -Bueno...-  Me senté frente la mesa y tomé un sorbo de té con los ojos cerrados, ordenando mis recuerdos para poder contarle lo que pasó. -Yo tenía mas de veinte años, viajaba hacía el este para visitar un templo en el país del fuego.- Gesticulé con las manos para expresar y escenografía levemente mi historia.

-Tu padre se dirigía hacia el oeste, topándonos el uno con el otro en un bosque frondoso del país del Fuego.- Hice una pequeña pausa con un rostro pensativo, hacía mas de 15 años de aquello, estaba cuanto menos borroso. -Recuerdo... que los cerezos estaban en flor y que el sol brillaba, debía ser primavera, si.- Aspeé la cabeza hacia los lados, realmente no creía que el clima y la estación fuera lo que le importaba a los oyentes. -Tu padre me ataco alegando que era un yokai, Kasa Obake me llamaba.- Aquello si que lo recordaba como si lo hubiera vivido ayer, pocas veces tenía historias tan curiosas y cómicas, y eso que eran las que mas les gustaba oír a la gente en las aldeas que visitaba. Cogí una galleta comiendo un trozo y tomaba un trago de té para que pasase mejor. -La verdad es que tu padre tenía una perseverancia increíble, si estaba convencido de algo lo haría aunque le llevase la vida en ello. Por suerte conseguí escapar de su vista huyendo lo más rápido que pude, recuerdo que, por precaución, tomé un desvió de tres días de mi camino original.- 

Miré al joven y después miré mi ropa. -La verdad es que mi ropa me ha llevado a muchas confusiones, jejeje.- Rememoré en mi mente una serie de anécdotas absurdas y problemas estúpidos que mi atuendo me había traído consigo, aunque en este caso podía tener cierto sentido, ya que si ellos acostumbraban a luchar contra ese tipo de seres sabrían que aspecto tenía, tal vez mi ropa me daba un aspecto demoníaco. -Es todo cuanto ocurrió, la verdad es que no es una gran historia que contar.- Algo avergonzado agaché la cabeza, seguramente Saito esperaba una historia épica que revelase grandes cosas de su padre, sin embargo se encontró con un gracioso malentendido. -Siento no poder contarte mas, chico.- Suspiré levemente e intenté cambiar el tema de conversación, no demasiado, pues tenía que ser sutil. -Y a todo esto, ¿Qué aspecto tiene un Kasa Obake? Espero que no sean demasiado feos.- Sonreí algo burlón, quizás si me hablaba un poco de su mundo no se entristecería tanto al no haber descubierto nada relevante
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Karibachi se sentó cómodamente para poder echar su historia, mi abuela y yo nos sentamos delante de él y escuchamos curiosos sobre su relato, el comienzo de la historia ya nos daba época, lugar y estación, algo que agradecía muchísimo pues con mi abuela escuchando todo quizás podríamos tener una idea de que hacia papá en esos lares. Préstamos atención a lo que decíamientras tomábamos té y comiamos galletas pero casi escupo por la risa al escuchar el Yõkai con el cuál papá confundió al señor Karibachi, mi abuelita si se rió a lo bajo, no sabíamos que daba mas risa, si la comparación que hizo papá o lo acertado que pudo estar jajaja.

Perdón, perdón, continua, estoy bien. Luego te explicamos-hablé como pude en medio de una risa ahogada por mis intentos de no ser descortés. Las palabras que Karibachi le dedicó a mi padre fueron lindas, cualquiera pudo haber dicho "era maldito loco" o "tornillos le faltaban" -Entonces mamá decía la verdad, papá era algo terco e imprudente-pensé feliz por lo descubierto.

No, fue divertida. Gracias por contarnosla Karibachi y lamento las molestias que te causó papá-sonreí amable y negué con la cabeza-No pasa nada, conozco varias historial sobre él gracias a mamá y la abuela, con tener una nueva me hace feliz-expliqué mientras miraba al techo sonriente, ya se lo quería contar a Aiko. Pero bueno, debíamos decirle sobre el Kasa Obake-Es un Yõkai muy común, se dice que un Kasa Obake aparece cuando un paraguas cumple mas de 100 años. Son literalmente paraguas con un ojo, una larga lengua y generalmente saltan con su única pierna de un lado a otro. Son travieso pero no malvados en su totalidad. Puede que haya sido por tu sombrero, aparente falta de extremidades  por tu manto-reí un poco tras la explicación y luego mi abuela tomó la palabra.

Si mi intuición no me falla, aquel día fue justo el día de la boda de Yoishi. Tsuki me dijo que bebieron y Yoishi quedó ebrio, ella lo guió hasta una silla donde pensó que había caído dormido pero en realidad se había escapado jejeje. Luego apareció en la noche con dolor de cabeza, al parecer los monjes del templo del fuego lo ayudaron pero a palazos ja ja ja ja
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Aún no siendo una gran historia parece que los oyentes la recibieron con gran acogida, ambos rieron por el absurdo de la historia, claro, ellos si sabían como era aquel espíritu. Entonces fue cuando Saito me explicó como era aquel ser, algo la verdad es que podo atractivo, sin embargo... Tengo que decir bastante acertado, entre el sombrero y el manto podía parecer una sombrilla cerrada. Me miré las pintas unos segundos y tras eso los miré a los dos con una sonrisa. -Ojala fuese una sombrilla, ya os digo yo que me mojaría menos jajaja.- La verdad es que la velada estaba siendo exquisita, aunque no estuviéramos rodeados de lujos.

Por lo visto aquel día en que su padre se encontró conmigo era uno especial, era el mismo día de su boda. "Eso explica que no volviese a encontrármelo, tenía cosas mas importantes que hacer" Era comprensible, el amor era el poder mas fuerte, podía ser un amuleto que espantase a esos espíritus, incluso purificarlos según decían las leyendas. Realmente no sabía si existían, es decir, había visto cosas asombrosas en mis viajes, por lo que no podía negar la posible existencia de demonios, pero tampoco había visto alguno, así que no podía confirmarlo tampoco. -¿Su boda? pues menudo día para encontrarse con un Yokai, bueno, para confundirme con uno.- 

El ambiente se tornó melancólico cuando la anciana habló. "Deben recordar mucho a sus muertos" Y no era para menos, podían llegar a verlos tras la muerte, era mejor tenerlos contentos, mas ya no solo era por eso, se notaba cariño en sus miradas y en sus recuerdos, aunque Saito no parecía conocer demasiado a su padre, por eso tanta curiosidad por saber de sus hazañas y aventuras. Miré a la abuela con un rostro cariñoso y con curiosidad. -Bueno, los monjes del fuego siempre fueron muy severos. Mas cuentame la historia de aquella boda, si así empezó el día me pregunto como acabó.- La verdad es que aquella vez que nos vimos no causó un gran impacto en mi vida, quién iba a decirme que años mas tarde me encontraría con el hijo de un tipo que me atacó por el país del Fuego, al menos este vástago no quería matarme, buena señal. Lo que si me quedó claro es que si nos hubiésemos conocido mas seguramente hubiéramos acabado siendo grandes amigos, incluso aliados en mas de una ocasión, aunque eso quedaría en el quizás. 

Las horas, al igual que la conversación iba pasando, podía notarse en como el sol cada vez alumbraba menos en el cielo, entrando menos luz por la ventana, pronto anochecería, por suerte no moriría de frío fuera. La verdad es que en el país de las olas parecía anochecer bastante rápido, sobre todo en esta región, donde la niebla empaña todo, tan brumosa que ni siquiera los rayos del astro rey podían atravesarla, increíble fenómeno.
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Risas y mas risas, al historia contada creó risas y los pequeños chistes las reforzaron, era una tarde de lo mas agradable posible a pesar de que la conversación no era la gran cosa que pena que Aiko tuviera una misión de custodia esa noche y mamá siguiera trabajando en el hotel. Pero entre los tres nos la pasamos pipa.

Bueno, como toda boda tuvo sus complicaciones pero todo salió bien al final. No eramos muchos y al ser extrajenros del fuego no hubo mucho interés de las personas que pasaban por ahí aunque ya sabes, las mujeres siempre miraran al menos un par de minutos una boda solo por fantasear con la suya je je. Pero fue un día muy lindo, los pétalos sin duda fueron muy lindos.

Mi abuela se veía feliz recordando el pasado, de hecho se levantó y pidió que la esperáramos un momento, cuando regresó, traía el álbum de fotos de la familia y le mostró las páginas que tenían las fotos de la boda.

Los gemelos parecían ángeles ese día, al ver a mi hijo alcanzar esa felicidad enserio me dio mucha mas a mi...

Los recuerdos la consumieron y se fue en llanto, la abracé al entender su dolor y miré las fotos, las había visto antes pero seguían encogiendo mi corazón, papá lo tenia todo, un cargo, una esposa e hijos, una alumna y amigos, pero Yogensha lo arrebató de nosotros y la gente que lo apreciaba. Al menos sus amigos lo acompañaban en el cielo... Creo.

Perdón, se me fue el sentimiento je je. Preparé la cena pueden seguir aquí si quieren. Saito, muestrale la habitación que nuestro invitado usará cuando esté cansado

Lo haré abuela-no sabia bien que decirle para levantar su animo en ese momento por lo que dejé que ella lo asumiera a su manera, sé que ella siempre se preocupó por su hijo y por nosotros así que es normal verla decaída ante un buen recuerdo.

Le mostraré un poco a mi familia. Esta hermosa mujer es mi madre Tsuki, ella es mi hermana Aiko, en esta pagina es cuando ambos teníamos 9 fue tomada un año antes de entrar a la academia. Había logrado controlar nuestro chakra y energía espiritual para usar una técnica de nuestro clan, por eso nuestras manos tienen una bola de fuego azul y nuestras cabezas tienen un onibi blanco-explicaba contento aunque luego me acordé que no le había comentado sobre nuestro clan a Karibachi.

Ah, si. Nuestro clan tiene tres ramas. Harai que es la exorcista suele usar onibis blancos, los onibis son una representación de la energía espiritual del Onmyõji, blancos es positivo y negro es negativo-mencioné vagamente ya que era algo medio complejo-La rama Yõkai usa los Onibi negros y la rama Heiwa no usa ninguno pues es el equilibrio de ambos. Como en Ying y el Yang en pocas palabras jeje-no era muy bueno explicando pero esperaba que me entendiera.

Tras mostrarle mas fotos y pasar algo de pena con algunas (sobre todo las de bebés) mi abuela nos llamó a cenar y nos deleitamos de una gran cena con comida mediterránea para chuparse los dedos. Con el estómago lleno y el corazón contento le mostré el baño a Karibachi para que pudiera lavar sus dientes y tomar una ducha si quería o tomar un baño caliente si así lo prefería. Después le mostré su habitación que en realidad era la mía.

Usa la mía con gusto. Yo dormiré en el cuarto de mamá, así puedo despertarme cuando ella llegue y calentarle la cena-expliqué sonriente, pues, me había divertido el día de hoy, una lástima que aquel visitante debía marcharse-Puedes ponerte lo que gustes de mi cajón de ropa después de bañarte, si no es mucha molestia yo entraré primero para poder cambiarme y darte paso libre a la habitación 
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Puede que la historia de la abuela no tuviera repuntes cómicos o giros dramáticos, pero el ver su emoción al contarla, su sentimiento de felicidad y melancolía hacía que aquella boda se guardase en mi recuerdo como una de las mas bellas de todas las que había escuchado en mis viajes. Aquella anciana había vivido mucho, mas que yo, desde luego, y se notaba en gestos que quería volver a su buena época. -Es una bella historia, la atesoraré junto con el encuentro del sacerdote Yoishi.- Sonreí de forma cálida, mostrando cariño y sinceridad, como la sonrisa que destila el amor de una madre antes de que ella dijese que iba a hacer la cena. Yo hubiese preferido cocinar, a fin de cuentas no quería ser una molestia, pero como buen invitado mi labor era obedecer, además, por su tristeza podía sentir que se iba para poder pasar su dolor en su intimidad. 

Así pues me quedé con Saito viendo las fotos de su familia, sabiendo así como era su madre y descubriendo que tenía una hermana de mas o menos la misma edad, pude incluso ver en una de las fotos como él y su hermana lucían sus habilidades del clan. -Qué curioso, la verdad es que he oído historias de sacerdotes que luchaban contra espíritus a lo largo del mundo ninja.- Realmente los Omniyõyi eran relativamente famosos en el mundo, sin embargo sus habilidades son todo un misterio, que Saito me estuviese dando una clase sobre las técnicas que utilizaban era muy esclarecedor. Miré pensativo a la mesa, aunque realmente no estuviera mirando a ninguna parte. -La verdad... Es que ahora que me explicas esto entiendo ciertas leyendas que corren sobre los exorcistas.- El como su repertorio de técnicas se dividían en tres ramas variopintas me resultaba impresionante, mi clan solo manejaba un campo y, aunque lo hacía con gran maestría, notaba falencias en ello. Los Omniyõyi eran personas verdaderamente increíbles, dignos y poderosos. -Se os nota muy unidos, me recuerda un poco a mi clan.- No pude evitar recordar a mis abuelos y a mis primos, todos ellos una colmena que trabajábamos al unísono; debía volver a la aldea pronto, descubrir en que estado había quedado mi familia tras la guerra. 

Pasado el recuerdo el chico decidió enseñarme en el cuarto que dormiría, notándose que era el dormitorio de alguien estudioso, se veía con aquel escritorio y esa estantería llena de escritos, centrados en la mitología y el chakra. Él dijo que dormiría en el dormitorio de su madre para darme intimidad, era muy atento con ella, pues pensaba esperar a su madre para prepararle algo de comer, también me ofrecía su propia ropa tras un baño, sin embargo el día anterior una sacerdotisa lavó mi ropa y me duché ayer mismo en su iglesia, no necesitaba aseo, de todas maneras si que acepté bañarme después de él. -Gracias, mas no necesito necesito ropa, incluso me parece demasiado dormir en una cama, me debo a los votos pratimoksha.- Hablaba de los votos de humildad y libertad personal que recitaba el Budismo. -Por favor permite que duerma en el suelo.- Tras eso hice nuevamente una reverencia mientras él se enlistaba para ir al baño. 
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Los recuerdos pueden ser felices, molestos, dolorosos y tristes, aveces incluso todo eso al mismo tiempo como el ejemplo de hoy, todo esos sentimientos llenaron a mi abuela y la hizo reventar en lágrimas pero entre mi abrazo y las palabras de Karibachi ella logró calmarse y buscar otro medio de distracción. Cuando se retiró le agradecí a Karibachi sus palabras fueron amables y su sonrisa cálida, no cualquiera logra hacer un detalle así, aveces los pequeños detalles son los mas importantes.

Gracias viajero del país de la tierra pude saber que los Onmyõji eramos mas conocidos de lo que creía, eso me llenaba de orgullo si soy sincero, y entre foto y foto aquel desconocido que creí una amenaza se había convertido en un agradable conocido. Lo curioso era lo poco que todavía conocía a Karibachi, claro, había leído su información personal, sabia que se dedicaba y de que trataba su religión pero detalles como su familia o amigos seguía siendo completamente desconocido.

Yo siento que las familias deben ser unidas, ya sea por ser de un clan o no. La familia te levanta cuando caes y te acompaña cuando estas solo. Mi concepto de familia es tan amplio que si le digo la verdad, yo concidero familia a todo gran aliado-quizás esas no eran las palabras que le dije a Akami pero al decirlas pensé en ella, al igual que pensé en Lee y el señor Feng, bueno, su familia entera, ese pequeño grupo de gente para mi eran familia y por ello quería protegerlos.

Luego, después de cenar, darse un baño para poder dormir a gusto era lo que seguía en la agenda por lo tanto hablé con Karibachi en donde iba a dormir que podía usar, pero, su religión lo hacia negar del ofrecimiento de ambas cosas pidiendo solo dormir en el suelo de la habitación.

Bueno, no soy quien para detenerte. Pero, si en la noche llegas a cambiar de opinión no dudes en subirte a la cama. Debo tener un futon en el armario dejame te lo instalo-vine busqué el futon y una sabana extra  e instalé la nueva "cama" de mi invitado, una almohada de mi cama acabaría el complemento.

Muy bien. Espero duermas bien y que hayas disfrutado esta tarde con nosotros. No sé cuando te vayas de Kiri pero procura pasar a despedirte-y felizmente le extendí mi mano para que la estrechara como si sellaramos un trato. Después de eso me bañé y luego lo haría Karibachi para que cada quien pudiera dormir a gusto en habitaciones ajenas, ya como en la media noche mamá llegó y le expliqué lo sucedido, tras comer y bañarse se acostó conmigo para dormir un rato antes de ir a trabajar mañana al medio día. Aiko debía andar en su misión por lo que no sabia a que hora llegaría.
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La noche terminó por llegar y Saito había acomodado su cuarto con un futón para que yo pudiese dormir plácido, había demostrado que su persona era buena y compasiva, poca gente hubiese dejado a un extraño entrar en su casa, comer y dormir bajo su techo; sobre todo ahora, con la situación mundial actual. La verdad es que aquel chico había corrido un gran riesgo al acogerme, su alma no parecía guardas desconfianza alguna, no podía entender como podía trabajar para el imperio, formado con represión y dolor. Una vez el Omniyõji salió del dormitorio e senté sobre el futón, algo cansado de haber viajado por todo el día para llegar a la aldea. Ah...- Miré hacia la puerta, pensando en la familia que había tras ella. -Realmente son buena gente, extraña elección ideológica.- No hablé en un tono muy alto, realmente no quería que me escuchasen. Dejé mis cosas en e suelo, justo delante de la puerta, de esta manera si alguien abría podría oírlo con facilidad durante la, excepto mi manto y mi sombrero, los cuales quedarían a un lado del futón para que no pudiera pisarlos, aún siendo un cuarto pequeño estaba bien organizado, por lo que parecía mas amplio de lo que realmente era.

Miré a mi alrededor, fijándome en los detalles y la decoración, se puede saber mucho de una persona por como decora su habitación y, en este caso, solo veía un chico estudioso y responsable, sin divertimentos, sin apenas distracciones. -Hhmm... No parece tener amigos mas allá de las fuerzas shinobi, un poco triste.- Triste por no poder tener mas visiones del mundo, claro que siendo una persona que podía hablar con difuntos... Si es posible que pudiera tener otros puntos de vista... "Vitales". Realmente él tenía constancia de como funcionaba el mundo, mas o menos, al menos lo que puede haber tras la muerte.

Tras eso miré por la ventana, encontrando un muro de densa bruma que impedía la vista, en parte Kirigakure no me gustaba en demasía, ni siquiera podía disfrutar el paisaje, ni del mismo cielo; en parte me recordaba a mi niñez en Iwagakure, viviendo bajo tierra en las cavernas. Resoplé algo decepcionado por no poder contemplar el mundo, dejando caer mi tronco hacia atrás para acabar tumbado en el futón. -Bueeno... Tocará dormir, supongo.-  Lo intenté, sin embargo, no estaba acostumbrado a acostarme tan temprano, sin embargo, a medida la noche entraba en su profundidad logré conciliar el sueño, la casa era sorprendentemente seca y cálida, incluso la arquitectura giraba entorno a la niebla espera que las arropaba, impresionante. 

Hora a hora la noche fue transcurriendo, despertándome a las cinco de la mañana, una hora intempestiva en la que el sol no se atrevía a asomar por el este; era mi hora de partir. Me levanté y recogí el futón, dejándolo bien doblado sobre la cama del ninja, me atavié con mis enseres y fui sigiloso a la cocina para llenar mi cantimplora de agua, no es que quisiera robarles, pero ellos tenían acceso a un grifo con agua corriente, no es que fueran a notarlo. Como Saito me pidió fui hacia el cuarto donde él estaría durmiendo con su madre, no obstante no pude despedirme, no me sentía capaz de despertar a una madre agotada y su hijo, dormían plácidos y tiernos. Sonreí con cariño, me recordaba a Chouko durmiendo con Bakura y conmigo, sintiéndose protegida entre nuestros brazos, salí del cuarto y volví de nuevo a la habitación del chico para coger un lápiz y arrancar la hoja en blanco de un cuaderno. Volví al salón sentándome alrededor de la mesa y comencé a escribir una carta de despedida: 

"Querido Saito.

Agradezco que me hayas acogido en tu propio hogar, tu familia son unas bellas personas, como tu. Ahora debo marchar y tu, junto con tu madre, dormís plácidos y tranquilos, me sentiría horrible si os sacase del mundo de los sueños, interrumpiendo vuestras fantasías, así que pensé que esta era una buena forma de lograr despedirme. 

Sé que no es demasiado, pero quiero darte un regalo, aunque no sea demasiado quiero que tengas esta miel. Es una miel muy famosa de mi aldea, posee propiedades curativas y revitalizantes, ¡además esta deliciosa! . Espero que le guste a tu familia y a ti. 

Ten una dulce vida. 

Karibachi"

Hecho aquello saqué de mi saco un tarro de miel bastante grande con un color dorado translúcido que apenas parecía tener burbujas en su interior, eso mostraba su densidad, que tendría mucho azúcar, pero no solo tendría eso, esa miel pertenecía al clan Kamizuru, tenía componentes sanadoras que ayudaría a Saito y su familia en horas bajas, pues quizás no daba cariño, pero si endulzaba su amargura. Dejé la carta sobre la mesa para que pudiera verla con facilidad y, por si acaso. Dejé el tarro de miel al lado, eso si que despertaría interés; y me fui sibilino de allí, prosiguiendo mi viaje. 
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