En busca de la aventura [Samuru]
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Última modificación: 26-10-2022, 05:02 PM por Seiko Kiyoshi.
El viaje de Seiko había comenzado, hacia tiempo que se dedicaba a vagar por el mundo, en busca de nuevos conocimientos así como personas con quien encontrarse para conocer más, así fue que la joven llego al conocido país del mar, un lugar el cual muy pocas personas se atreven a entrar, el país de los pantanos es conocido por su “maldición” un lugar donde las personas tienen la advertencia de sufrir alguna enfermedad, sin embargo para la chica esto no era mas que un simple rumor, sin embargo se puede sentir la falta de aire.

Aquella isla se encontraba rodeada de pantanos, pero algunas pequeñas aldeas se mantenían rodeando, el aire en el lugar era un poco más puro por lo que muchos tomaban ese lugar como el fin del camino, solo pocos se aventuraban a entrar a la isla – así que esa es la isla maldita – menciono para si misma la chica mientras miraba los pantanos y cenalges rodeando aquella isla, uno de los habitantes de la aldea pasaba por ahí escuchando las palabras de la chica – ¿te interesa ese lugar? – le cuestiono bastante sorprendido mientras miraba a la chica – en realidad no mucho, solo me da curiosidad – comentó para después seguir su camino en busca de un lugar donde poder descansar antes de continuar su viaje.

Habiendo llegando a una pequeña posada la chica reservo una habitación mientras se dirigía a una de las mesas para comer algo caliente, un café cargado era perfecto en ese momento, el clima en ese lugar era bastante frio y aunque portaba una capa, sus ropas no eran precisamente las mejores para esos climas – tendré que comprar algo de ropa o me moriré de frio – dijo la chica para si misma mientras se mantenía observando el lugar, había pocas personas, un hombre en la esquina contaría, por otro lado una pareja cerca de una ventana ninguno llamaba su atención, al menos no por ahora.
Narro - Hablo - Pienso
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Pasado | 25 de febrero
15:00 p. m.
 
El camino para ser un Dios no es sencillo. Para gobernar un territorio tan grande es necesario conocerlo, incluso aquellas zonas que podían ser las más inhóspitas y peligrosas. Desde hacía tiempo que escuchó la particularidad del País de los Pantanos, un sitio bastante cerrado al mundo en donde los extranjeros eran naturalmente rechazados. Sin embargo, él no se considera un ser humano cualquiera, por lo que se considera totalmente apto para merodear aquella localidad. — Pero ser prevenido nunca está de más. — A sus pies yacía un cadáver que, por la condición que estaba y el olor que desprendía, el muerto debió haber viajado a la tierra de Hades hace pocos segundos. En la escena del crimen relucía la figura de aquel llamativo sombrero.
 
Una leve sonrisa adornaba su rostro. Desde muy pequeño tuvo que aprender a sobrevivir y a ensuciarse las manos, tanto que a estas alturas ya es uno de sus gustos. Pero ¿lo hizo solo como acto de diversión? No. De hecho, aquel hombre viajó con él en un pequeño bote desde su anterior viaje. Le pagó para que le transporte al enterarse de que quería llegar como turista a este sitio. Durante el trayecto le explicó que para protegerse de la contaminación había comprado una máscara especial. Ese dato fue lo que cavó su tumba.
 
Ahora aquel objeto tan útil ahora estaba protegiendo a Samuru. A paso tranquilo avanzó hacia la zona habitada del país. Le sorprendía que los pueblerinos hayan desarrollado un sistema inmune al supuesto virus. Incluso los humanos pueden realizar actos tan increíbles de manera inconsciente.
 
¿Cuál será la forma correcta de presentarse en este sitio? Simplemente aparecer es demasiado aburrido. Tanto viaje debe darle algo de entretención. Además, ¿cuál es su objetivo concreto al venir aquí? No tiene uno. Es un caminante, un nómada, toda su vida ha sido así. — ¡Ah! — Un grito fue exclamado desde sus labios. Para este entonces, la máscara fue escondida entre sus ropas y aguantaba bien la respiración para asegurarse de estar a salvo. Sin embargo, se arrojó al piso, simulando estar en problemas.
 
Las personas a su alrededor reaccionaron al instante. Se acercaron a él y un hombre lo ayudó a levantarse y cargarlo, transportándolo hacia una vivienda. — Háganse a un lado. — Gritó mientras ingresaba. Una mujer y otro individuo también entraron. Desde aquí haremos un pequeño salto de tiempo de unas cuantas horas, llegando hasta las 21:00. Samuru se encontraba dormido en una habitación del segundo piso de la casa. Su sombrero reposaba a un costado de la misma. Todo estaba en silencio hasta que se oyó un enorme grito proveniente de la mujer que se encontraba en la casa.
 
¿Qué pasó? Los vecinos, preocupados debido a que todos ahí eran bastante unidos. Golpearon a la puerta y gritaron preguntando qué sucedía. La fémina en el interior intentaba hablar, pero no podía, estaba demasiado asustada. No quedó de otra que uno de los hombres del exterior derribara la puerta e ingresara. Ahí un grupo de vecinos pudo finalmente encontrarse con la fatídica escena. El tipo que horas antes cargó a Samuru yacía muerto en el piso con sangre a su alrededor y su esposa estaba de rodillas a su costado, llorando, impactada.
 
Pobre viajero. Todo sucedió mientras él dormía.
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