Su vestimenta era la usual, lo cual era un problema, pues el tener una franela negra y una chaqueta clara le hacía tener calor, aunque viéndolo desde otro punto de vista, sus pantalones anchos le hacían sentir algo de comodidad. Sus botas negras le ayudaban a pisar con firmeza el caluroso suelo de tierra y rocas, revelando así que el ronin estaba transitando a través de un sendero simple que constaba de un camino de tierra recto de un metro y medio de anchura. A su derecha se encontraba una pared de roca de tres metros de altura que estaba presente durante todo el camino, cosa que, además, hacía mucho contraste con el lado izquierdo que parecía ser una especie de linda y plana pradera donde se podría algún que otro animal. Su vista y caminar revelaban que se dirigía hacia el sureste, aunque el pelinegro no tenía muy en claro esto, siendo que por su mente solo estaba la posibilidad de llegar a un supuesto poblado que le habían dicho que estaba en esa dirección.
Por un momento se llegó a sentir totalmente burlado, pues ya tenía varios minutos caminando, y la verdad es que no había podido ver siquiera a nadie... ni siquiera una casa o lugar para comer. Sus ojos, más que cansados, se mostraban algo decepcionados, pensando en que quizás no debía irse por ese camino - Igual, ¿Qué iba a saber yo qué estaría más lejos? - comentó inocentemente para sí mismo, cayendo en cuenta que tal vez no le quedaba otra opción. Lo más práctico para él en ese momento era seguir con el camino, pues sabía que en algún momento llegaría a su destino.
No quedaba de otra, así que sin quedarse corto y con algo de pesadez, continuó su caminata hasta que hubo un momento en particular en que sus ojos se abrieron un poco más, esto debido a que habían divisado a lo lejos algo en particular. - ¿Eso es una persona? - ese fue su pensamiento al instante, y es que si su mente no le estaba jugando en contra, él estaba viendo a unos cuantos metros de distancia a alguien que se encontraba tirado en el suelo. No dijo nada y apresuró su paso para poder ayudar en lo que pudiese. Al irse acercando pudo ir notando que se traba de una fémina de cabellos negros y facciones que la delataban como alguien de unos treinta años de edad. - ¿Oiga está bien? - preguntó tonta e inocentemente Kano al acercarse. Posó su rodilla izquierda en el suelo para poder agacharse y usar su diestra para tomar la cabeza de la mujer - ¡Despierte! - su tono estaba cada vez más alarmado de lo normal, cosa que era normal para cualquiera. Comenzó a mover la un poco la cabeza de la mujer, hasta que se dio cuenta de que esta comenzó a moverse y se mantuvo atento. No obstante, apenas ella abrió los ojos con suavidad y vio a nuestro protagonista, solo pudo pegar un grito de miedo - ¡Ah! - era algo extraño, pero podía prestarse para malentendidos si alguien llegaba a ver esa escena por casualidad.