Autonarrada Rango D: Reparación y Mantenimiento
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Mision





Si lograbas llegar en algunos de tus viajes, ya sea turístico o por motivos comerciales. Lo primero que te llamaría la atención de Iwagakure serían los extensos y largos puentes que permitían comunicar los cientos y cientos de riscos y cordilleras que eran separadas por un abismo infinito que se perdía más allá de lo que podría lograr visualizar. Y es que entre el nivel superior de la aldea no tenía absolutamente nada que ver con las zonas más bajas y olvidadas con las profundas y oscuras cuevas y túneles subterráneos que en sí ya no eran manejados por los ancianos de la nación, si por otra gente de las cuales siempre se desconocía sus propósitos. 

Y en esta ocasión, es que me toca a mí, junto con otros tres genins recién graduados, ayudar en la reparación de uno de estos puentes en el nivel superior. Desconocía al completo a estos tres compañeros que me habían asignado para la tarea que se me había sido encomendada. Pero supongo que ocho manos son mejores que dos, así que la ayuda y el compañerismo sería bastante positivo en esta ocasión. 

Como acostumbraban estas tierras, en la estación de verano el calor se acrecentaba a medida que el día iba avanzando, por lo que se nos había llamado a primera hora para así apaciguar un poco dicho grado de temperatura y hacer el trabajo por la mañana, donde el sol aún no llegaba a su punto más fuerte y, por tanto, el fuerte abrazo de la colosal estrella de luz sería esquivado por los trabajadores, entre ellos obviamente nosotros los genin que íbamos como simples ayudantes.

Contábamos con algo de fortuna ese día, el primero. Ya que en principio había algunas nubes de gran tamaño que lograban impedir el paso de los rayos del sol, así que de momento el calor no sería tan abrasivo, esto nos permitiría iniciar el trabajo con buen pie, algo bastante bueno y favorable.

Esta vez tocaba hacer una reconstrucción en el puente llamado Naka, que tuvo un problema con la estructura al ser derrumbado por equipo y maquinaria pesada en uno de los tantos trabajos de construcción que se hacía en los niveles superiores. El trabajo estaba en un sector intermedio entre los niveles más altos y el nivel medio, así que quizás podríamos contar con bastante sombra en buenos momentos del día.

Ya en el lugar del trabajo, observe la situación a mi alrededor. Logré ver a los otros tres chicos esperando sentados en unos bancos a las afueras de unas casetas que servían como lugar de descanso y suponía que también como pequeñas oficinas improvisadas para los supervisores, o quizás pequeños comedores de descanso para los empleados. Los mire para analizarlos y note que todos eran hombres, unos más pequeños que el otro, pero lo que si nos caracterizaba a todos los cuatro, era que teníamos una buena complexión física. A simple vista, éramos los empleados perfectos para este tipo de trabajo, de seguro nos mandarían a llevar grandes cargas de equipo y de material de un lado a otro. 

-Que tal muchachos. Saben si van a dar algo para desayunar, por lo menos un cafecito no sé...- Me acerque y tome asiento al lado del chico que tenía cabello rojo, y me dirigí directamente a él. -¿Han dicho algo los superiores?- Espere una respuesta. Por lo visto, el pelirrojo era algo tímido, ya que no respondería de inmediato, sino que otro chico respondería por él, haciéndose notar. -No no, yo soy el primero en llegar y nada aún, pero creo que está ahí dentro. Antes se escucharon unos pasos de aquí pa allá.- Escuche con atención. Este otro chico era calvo y quizás un poco más bajo que yo, llevaba bastantes piercings en el rostro y también en las orejas, algo llamativo, quizás nos podíamos llevar bien. -¿Pero intentaron tocar a la puerta?- Hubo un silencio algo incómodo tras mi pregunta, los tres chicos se miraron entre sí, confundidos. -Vaaaaya. Bueno, déjenmelo a mí.- 
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Sin titubear un segundo más, toque la puerta varias veces hasta que una voz notablemente cansada atendió a nuestro llamado. -¡Si si, un segundo joder, que estoy viejo coño!- Fueron las palabras que el sujeto dentro de su pequeño rancho improvisado nos había otorgado. -Bueno, ahí tienen...- Les hablé a mis compañeros, quienes agradecieron levemente. 'Creo que estos desgraciados estaban dejando pasar el tiempo para trabajar menos... mierda, no lo pensé antes.'. Eran las ideas que se me pasaban por la mente sobre el porqué a ninguno de estos se le ocurrió la idea de tocar a la puerta para si empezar a trabajar cuanto antes.

Se escucharon pasos acercándose a la puerta, la cual tras unos segundos de lo que parecía ser quitar los seguros y demás, se abría de par en par dejando ver a un señor de unos cincuenta y muchos años, con una calva ya bastante pronunciada en su cabeza con algún que otro mechón cayendo por los lados. Ya estaba equipado con su equipo de trabajo, el habitual chaleco del capataz, así como su riñonera con algunos instrumentos y claro, su casco. -A ver pues.... ¿Son ustedes los cuatro jóvenes fuertes que pedimos no?- Echo un vistazo a cada uno de arriba a abajo, analizándonos. -¡Si sí, maldita sea... la villa sí que los entrena bien joder!- Comentaba entusiasmado tras observarnos detenidamente. Hacía unas señas para que entráramos. -Ahí dentro, ya cojan su equipo, tan solo copien como yo estoy vestido.- 

Cada uno de los cuatro ya estaba enteramente listo para poder continuar con la labor para que se les había sido llamado ese día. Un par de guantes de trabajo para cada uno, así como un casco y herramientas como martillos, cierras y demás. -Vah, si es que parece que fueron hechos para esto y no para andar jugando a ser ninjas y ese tipo de cosas...- Indicaba el sujeto. -Bien, mi nombre es Boris y seré su jefe en los próximos días. Su labor aquí es simple, bastante simple. Yo me encargo del suministro de equipo a los que sí verdaderamente están trabajando en el puente. Y la tarea de ustedes será llevar y traer todo lo que les pidan y lo que yo les pida por igual.- Entonces señalaba un punto donde había montañas y montañas de tablones, unos más largos que otros. -¡Ustedes dos, esos tablones de la izquierda los van a aserruchar para que midan sesenta centímetros, ni más ni menos oyeron! Y los van colocando en esa otra montaña.- Nos había señalado a mí y al calvo. -Y los otros dos, van a llevar estos que ya están listos a los trabajadores que están reconstruyendo el puente.-

No hice perder más el tiempo de aquel sujeto y comencé a laborar en lo que se me había ordenado a hacer. Gracias a mi poderosa fuerza, tome varios tablones a la vez y los transporte hasta donde estaba el lugar dedicado para cortar las tablas. Mi compañero intentó hacer lo mismo, pero no pudo con tantos a la vez y opto por llevar la mitad. 'Bueno, a ver, sesenta centímetros había dicho el viejo'. Tome mi cinta métrica que me había obsequiado momentáneamente para el trabajo, y comencé a medir todos los tablones de uno en uno. -Ah se me olvidaba, veinticinco centímetros de ancho muchachos.- -Ok señor Boris.- Respondí. 'Y pues, veinticinco por acá, listo.'

Luego de marcar unos veinte tablones con las medidas exactas, y luego de volver a revisar cada uno por si me había equivocado en algo, proseguí con la siguiente fase. Coloque uno a uno en el caballete de acero que había para la labor, y con serrucho en mano comencé a cortar de uno en uno las tablas. Las cuales, al terminar, iba haciendo una pequeña pila de tablones para luego llevarlos todos de una sola vez hasta el punto indicado, que era donde los otros dos compañeros las recogían para llevarlas al lugar de la construcción.

Había sido un trabajo bastante agotador el de este día, y pasamos todo el día así prácticamente. Nos había tomado unas seis o siete horas en realizar todo el trabajo, y cada vez que parecía que íbamos a terminar, llegaba un nuevo cargamento de tablones para ser cortados.
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Pasado un día, ahí estábamos nuevamente el grupo de cuatro shinobis fuertes para volver a reanudar con la tarea encomendada por parte de la aldea. A ninguno de los muchachos parecía notársele como si estuviesen cansados o algo magullados por la dura tarea que se nos había pedido realizar el día anterior a este. -¿Todo bien o qué?- Alce levemente la voz por sobre la de los demás, si es que alguno estuviese hablando o algo. Como siempre, trataba de hacerme notar por encima de los demás, y no me importaba si estos de aquí también eran unos fortachones como yo, ellos, no tenían cuernos, yo sí.

Uno que otro respondió a mi pregunta, mostrando cierta camaradería y nada de agresividad. Éramos shinobis de la misma aldea, todos pertenecientes a Iwagakure. ¿Por qué habría discusiones o algo as¡? Más bien era todo lo contrario, y se notó el día de ayer cuando recién nos conocíamos y tuvimos que trabajar juntos.

Así fueron pasando los días, y fueron bastante variados los trabajo que nos tocó realizar a cada uno de los genin que habían acudido a la misión de reparar el puente.

-A ver chicos, reúnanse todos aquí al rededor mío.- Comentaba el capataz luego de haber pasado medio día de trabajo. -Bueno bueno, primero que nada felicitarlos por su gran labor acá. Pueden observar la gran y majestuosa obra a la que ayudaron a realizar, ya que si... el llevar y traer, cortar tablones, y demás, también es parte fundamental de la labor.- Se giraba y daba unos pasos hacia adelante, observando el gran puente que permitía el paso entre un risco y otro. Alzaba las manos, como dando a entender que todo lo logrado fue gracias a nosotros. -¡Ahora limpien todo esto!- 

Pues no... no estaba contemplando el trabajo realizado. Simplemente, nos estaba mostrando el trabajo que aún nos quedaba. Éramos lo de menor rango en esta tarea, así que se nos había asignado también el rol de limpiar todo lo que habían dejado atrás los verdaderos realizadores de esta obra. 

Nos miramos a la cara unos a otros, y tras un rápido sentimiento de pesadez por el encargo que nos tocaba, nos pusimos manos a la obra para así no hacer que el día fuese más largo del necesario.

Otras cinco largas horas habían pasado desde que se nos había dado la última tarea a realizar. Cada uno de los integrantes estaba ya bastante exhausto. Creo que la labor de limpieza es bastante más dura y trabajada que la que estuvimos haciendo estos últimos días. Pero ya por fin cada uno podría regresar a su casa a descansar. O bueno, también podía hacer alguna que otra cosa, ya eso quedaba en la cabeza de cada bien.
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Misión Finalizada

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