[Pacto] El Halcón Milenario
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El sonido de la tierra chocando con la suela los zapatos de la pelinegra resonaba en el ambiente, siendo este el único sonido que se alcanzaba a escuchar. La luz de la luna era la única iluminación presente en el camino de Kurami, quien había decidido salir de Iwagakure por unos días con la cuestión de relajarse un poco y alejarse por unos instantes de su estresante vida. Su andar, lento pero decidido, llevo a la Origami hasta un lugar despejado, rodeado apenas por unos pocos árboles con pocas hojas.

En el borde de esta zona, había un pequeño tronco talado, su estructura era firme y liza, era perfecto para poder sentarse sin incomodidades. La mirada carmesí de Kurami se enfocó en aquel tronco, y sin pensarlo dos veces, decidió ir hasta él y tomar asiento para comenzar con un pequeño descanso. Realmente no tenía miedo de que algún ladrón o ninja pudiera aparecer, ella nunca tiene miedo aparentemente y si se llegaba a suscitar un combate en medio de la noche, ella lucharía sin problemas, después de todo, para eso entrenaba.

Un leve suspiro salió de los labios de la pelinegra, su mente empezó a recordar aquellos momentos en los que tenía a sus padres cerca de ella, protegiéndola y amándola. También se preguntaba por qué habían muerto, porqué le tuvo que tocar a ella, el vivir sin sus padres, sin esa guía que muchos necesitan. Ahora estaba viviendo con personas que parecían no sentir nada de aprecio por ella, siempre regañándola y dándole estrictas órdenes que ella se veía obligada a cumplir. A Kurami realmente le gustaba servir a la Aldea, pero le daba asco el hecho de saber que sus servicios en ocasiones eran de gran ayuda para incrementar el poderío del Imperio, el Imperio que le había arrebatado a sus padres.

Prácticamente estaba sola, sin nadie con quien hablar. Era cierto que en el camino de ninja había hecho conexiones con otros ninjas, fueran de Iwagakure o no, pero realmente ninguno era muy cercano a ella como para que la pelinegra quisiera abrirse a ellos y contarles sus problemas. Debido a eso, llevaba tiempo pensando que talvez necesitaba de un amigo, y que mejor opción que un compañero animal, alguien que estaría con ella en las buenas y en las malas, aunque ciertamente, aquel animal no podía abandonarla hasta que alguno de los dos murieran, pero Kurami de verdad quería un amigo cercano, alguien en quien confiar.

Con eso en mente, la Origami se levantó de su asiento generado por la naturaleza y elevó sus manos a la altura de su pecho, suspiró y lentamente empezó a moverlas, entrelazando sus dedos de forma maestra hasta que luego de algunos segundos, su tanda de sellos manuales estaba finalizada, solo faltaba entregar un poco de su sangre. Su dedo pulgar fue llevado hasta la tsuka de la Katana que estaba enfundada en su cintura, la tomó y desenvainó levemente la hoja, colocando su dedo en la hoja para ocasionar un corte no tan profundo que la haría sangrar.

Con el dedo sangrante y sus sellos realizados, Kurami se agachó y dio un ligero golpe con la mano abierta al suelo de tierra frente a ella, de su golpe, una serie de Kanjis se dispersaron hasta crear una especie de círculo. De pronto, una pequeña nube de humo se creó en medio de toda la escritura con símbolos. La pelinegra estaba levemente asombrada, no se esperaba que en su primera vez usando el Jutsu de Invocación, un animal fuera a aparecer pata atender su llamado, pero claro, ella aún no sabía que tenía que pasar una pequeña prueba para poder generar ese lazo que tanto buscaba con el animal.

De la nube, un gran halcón con un plumaje de un vivo color anaranjado salió, mirando fijamente a la Kunoichi de la Roca con sus pupilas negras, rodeadas por un globo ocular que hacia juego con el color de su plumaje. Kurami tragó saliva y antes de pudiera hablar, el halcón anaranjado de nombre aún desconocido alzó levemente su pluma, indicándole que debía callar por el momento. El animal volador carraspeó levemente su garganta antes de comenzar a hablar. — Dachi… Ese es mi nombre, Buenas Noches por cierto —. Dijo el ave en un tono bastante formal y amistoso.

Dachi se quedó observando a los ojos de Kurami directamente, esperando a que la contraria empezara a hablar. La chica tragó algo de saliva y luego de un leve suspiro decidió levantarse y comenzar con su presentación. — Kurami Origami de Iwagakure, un gusto en conocerte —. — El gusto es mío, Kunoichi de Iwagakure. Bien… Supongo tu llamado no es casualidad… Quieres firmar un pacto con las aves… ¿cierto? —. La recién ascendida a Chunin asintió con la cabeza de forma decidida, a este gesto, el halcón lo replicó y comenzó a moverse de lado a lado.

— De acuerdo, entonces vamos a la prueba, bastante sencilla comparada con la prueba que suele hacer nuestro maestro de pacto… —. — Espera, ¿prueba? No sabía nada de eso… Pensé que solo te invocada y firmaba cuanto antes —. El halcón, a pesar de ser alguien de carácter formal, quería romper en risa, era la primera vez en toda su vida que conocía a un Ninja que pensaba de la forma como Kurami lo hacía. Pero no lo hizo, en su lugar decidió explicarle a la pelinegra como era todo el proceso, que si bien era sencillo, nunca estaba de más una bonita explicación.

— Verás, cuando tu realizas el Jutsu de Invocación, un animal, como yo, aparece frente a ti. El animal se encarga de entregar pistas a los aspirantes para encontrar a nuestro maestro de pacto y que sea él quien haga la prueba, pero nuestro maestro está… algo ocupado, así que seré yo quien te haga la prueba. Una vez la cumplas, podrás firmar, ¿entendido? —. De forma decidida, Kurami asintió con la cabeza, empezó a hacer movimientos para aflojar sus músculos y poder comenzar de una vez con la dichosa prueba, estaba bastante ansiosa por cumplirla.
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El halcón vio el entusiasmo de la Kunoichi y se sintió en cierta parte motivado, era obvio que si la chica lograba superar la prueba, el sería su animal de Invocación, y el hecho de verla tan motivada por afrontar la prueba, le hacía creer que Kurami sería una buena compañera humana. — Bien, tu prueba es sencilla realmente, si tan entusiasmada estás, entonces podrás encontrarme rápido. Tienes una hora Kurami, buena suerte —. Dijo el halcón anaranjado antes de desaparecer frente a los ojos de la Origami, la prueba ya había empezado y el tiempo ya corría.

La mente de la pelinegra rápidamente empezó a maquinar opciones pata encontrar a Dachi, aunque también tenía ciertas dudas que no fueron respondidas por el ave, ¿Qué sucedía si fallaba la prueba?, entre otras. Pero por ahora no podía pensar en eso, debía concentrarse en encontrar a Dachi en aquel lugar apenas cubierto por árboles y en medio de la noche. Los minutos pasaron, tiempo en el que la Kunoichi no se movió, manteniéndose concentrada hasta que a su mente llegó una idea muy sencilla pero que resultaba demasiado eficaz.

Sus manos nuevamente se juntaron en un sello único frente a su pecho, y a su lado tres copias completamente iguales a ella aparecieron de una nube de humo, tal cual como había hecho aparición el halcón Dachi. — Muy bien, hagamos la bola de Chakra —. La orden de Kurami era precisa y el resto de sus copias accedieron, todas comenzaron a realizar una nueva tanda de sellos manuales pata generar una pequeña bola de Chakra que era capaz de otorgar una iluminación abundante en un área de 5 metros, una técnica especial para desplazarse sin problemas por las oscuras cuevas de Iwagakure, pero que no tenía por qué limitarse su uso ahí.

Rápidamente, las chicas empezaron a dispersarse por todos los alrededores, mintiendo su vista extremadamente atenta, sin duda estaba decidida a encontrar a Dachi de una forma u otra. En un árbol lejano, se encontraba Dachi, viendo los esfuerzos de Kurami para encontrarlo, la diferencia era que el si podía ver sin esfuerzo gracias a su increíble visión de ave, todo mientras se preguntaba si la Kunoichi sería capaz de encontrarlo. Los esfuerzos de Kurami se incrementaban, su andar la llevaba a varios árboles y los revisaba a fondo, con sus clones repitiendo la misma acción, pero no estaba teniendo éxito.

Kurami también pensó en usar algunas técnicas sensoriales, pero la pelinegra no tenía ni idea de cómo usar esas técnicas, pues realmente en su mente, nunca pensó que las usaría, pero ahora estaba viendo que toda técnica es útil, solo depende del momento. La Origami seguía moviéndose con gracia y velocidad por los árboles, parecía que a ese ritmo jamás lo encontraría, sus ojos se movían de forma veloz, atenta a cualquier indicio que pudiera revelar la verdadera posición de Dachi.

Los minutos pasaban y el tiempo otorgado por el halcón anaranjado empezaba a terminar, Kurami no llevaba el tiempo contado, pero tenía un aproximado de cuantos minutos faltaban para que aquella hora finalizara, por momentos de sentía tonta al estar buscando como loca a un halcón que apenas conocía, pero sabía que, si lo encontraba, podría formar una conexión profunda con él. Su andar la llevó hasta la zona de árboles más lejana del lugar en donde había invocado inicialmente a Dachi, aquel lugar era demasiado silencioso y oscuro, pero gracias a la bola de Chakra de Iwagakure, la oscuridad no era un problema.

De igual forma, se dedicó a buscar en aquel lugar, sus clones empezaron a acercarse a su posición, indicando que su exploración en otros lugares había terminado, Kurami dio la orden de dispararse en aquel lugar y a pesar del cansancio de las Kurami’s, decidieron continuar con la búsqueda del halcón. Dachi estaba ansioso por ser encontrado, creía en Kurami por alguna razón y su dotada vista le reveló que las chicas estaban explorando la zona donde en estaba, pero los minutos para que se diera la hora eran escasos, por lo que las pelinegras tenían que apresurarse.

No fue hasta que una de las clones de Kurami pudo notar una sombra que era reflejada en otro árbol cercano proveniente de las ramas y hojas de un pequeño árbol frente a ella, aquella sombra tenía la forma de un pájaro, y era obvio quien era. Rápidamente llamó al resto y todas las Kurami se reunieron alrededor del árbol de donde provenía la sombra, todas pudieron ser espectadoras de la sombra, la Kurami original empezaba a sentirse emocionada por haber encontrado a Dachi, pero antes de que pudiera hablar e indicar que lo había encontrado, éste salió de entre las hojas y se plantó frente a la pelinegra.

Los clones de la Origami desaparecieron, pues ya no se les necesitaba, ella estaba confundida, pies se suponía que Dachi se iba a mantener oculto hasta que ella pudiera encontrarlo, sin embargo, éste salió antes de que pudiera anunciar su descubrimiento. — Kurami Origami, tu tiempo finalizó, por eso eh decidido salir y presentarme nuevamente ante ti —. — No digas… ¿enserió?... Pero… —. La Kunoichi de la Roca no supo que decir, no estaba decepcionada, pero si se sentía algo confundida, aparentemente había fallado la prueba impuesta por Dachi.
— Antes de que digas cualquier cosa, te pregunto, y quiero que seas totalmente sincera ¿sabías que yo estaba en aquel árbol? —. La respuesta de la Origami era determinante para la decisión de Dachi, y con total sinceridad, ella asintió con la cabeza, estaba siendo muy sincera, pues ya habían visto la sombra del halcón. — Ya veo… Entonces se podría decir que me encontraste dentro del tiempo establecido… eso significa que… —. El halcón fue interrumpido por una emocionada Kurami, de las pocas veces que se le podía ver a la Kunoichi sonreír de felicidad. —¿Pasé la prueba? ¿Puedo firmar ya? —. El halcón suspiró sintiéndose contento también, asintió con la cabeza a las palabras de Kurami e invocó un pequeño pergamino, algo diferente al del maestro de pacto.

— Firma aquí con tus huellas, debes usar tu sangre para ello, con eso, nuestro pacto quedará sellado hasta que uno de los dos muera, este pacto es irrompible, y sí, yo seré ese compañero animal que tanto buscas… Una vez firmes, tu firma se reflejará en el verdadero pergamino y tendrás acceso al poder de las aves. Recuerda, no somos herramientas, somos amigos y aliados, por lo tanto, buscamos ese respeto, si crees cumplir con eso, firma —. La integrante de los Origami asintió, ella estaba dispuesta a cumplir con eso, a pesar de que no era tan amable con las personas, replicó el movimiento inicial de su pulgar para cortarlo levemente con la hoja de su Katana y hacerlo sangrar.

Sus huellas fueron manchadas con su propia sangre y una vez su mano estaba totalmente lista, se agachó y plasmó las cinco huellas en el papel, seguido de su nombre escrito con ese líquido rojo vital para la vida. El pacto estaba sellado y el pergamino desapareció. — Kurami, soy Dachi, tu nuevo compañero, cuando mi presencia sea necesaria, realiza el Jutsu de Invocación y atenderé tu llamado, nos vemos después. —. Dijo el halcón antes de desaparecer en una nube de humo, el ambiente volvió al silencio total, solo la bola de chakra de Kurami iluminaba de más el lugar, pero ella ya se sentía satisfecha con lo logrado en ese momento.

Sin más por hacer, decidió descansar un poco después de la tremenda búsqueda de una hora del halcón, su vista se enfocó en el tronco talado que le había servido de asiento antes de invocar a Dachi, estaba lejos, pero era el único lugar cómodo para tomar un descanso y continuar con su camino hacia el próximo pueblo.
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