Preguntas [ Priv. Mei ]
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Última modificación: 27-05-2024, 10:14 AM por Onmyōji Noa.
Todo tenía que tener un comienzo, y el comienzo de la aventura que estaba por vivir Noa estaba por darse. Había perdido prácticamente todo en su vida, se había quedado completamente sola. Ahí donde antes podía encontrar un consuelo en su familia, ahora solo podría encontrar los restos de la vida de sus padres y un rastro inexistente de sus hermanos. Las preguntas no dejaban de invadir su cabeza, las preocupaciones de qué sería de ella. ¿Acaso todo estaba orquestado por una mano superior que desconocía? ¿Y si la aparición de aquellos yokais no tenía nada que ver? Envuelta en dudas solo encontró un modo de salir de ellas, que era comenzando a dar sus primeros pasos en busca de respuestas. No quería vivir en el constante sentimiento de venganza, sabía que aquello no le llevaría por el buen camino, pero no podía ignorar aquel sentimiento.

Por esas mismas razones era que estaba marchando a la Isla del Oeste, quizá en un intento de satisfacer ese rencor o dolor que pesaba en su pecho en todo momento, recordándole lo poco de lo que fue capaz y lo mucho que le quedaba aún por delante. No era desconocido que aquella isla aguardaba personas que quizá no iban a ser las más entregadas a dar la información que ella necesitaba, pero quizá le daban la pelea que su cuerpo y dolor pedía. No quería, de verdad no quería caer en ello. Sin embargo, parecía que estaba buscando el peligro al visitar un lugar como aquel, pero si lo pensaba bien.. « Quizá el lugar más obvio sea donde esté alguna pista de ellos...». Tenía creencia de la obviedad de que aquella isla pudiera tener algo sobre sus hermanos por lo sanguinaria que era su reputación, por los rumores de la misma. ¿Por dónde empezaba si no? No tenía nada, absolutamente nada, sobre dónde pudieran estar.

La rueda del destino había comenzado a dar su vuelta a un ritmo constante, no iba a detenerse por la conveniencia de Noa, y mucho menos ella encontraría paz en ello. No quería pensar constantemente en la pérdida, y era algo en lo que no paraba de caer, pero por suerte había llegado a una de las primeras aldeas del lugar y podría comenzar a hacer preguntas. ¿Qué tanto podría esconderse a sus hermanos? La mayoría eran pequeños, demasiado jóvenes, como para no llamar la atención. — Disculpe, ¿podría... — No, no podría. Se había acercado a una anciana que nada más Noa abrió la boca se acabaría marchando con un refunfuñar. ¿Así de complicado iba a resultar? Eso parecía. Se llevó la mano al cuello, masajeando el mismo para liberar la tensión que tenía acumulada del viaje que había realizado, oteando el entorno en busca de alguien a quien preguntar.

El lugar se veía lúgubre, apagado y con un silencio que resultaba ciertamente espeluznante. Lo más destacable era como en más de una ocasión había ciertas personas esquivaban a otras, que había juzgado como nativas dada aquella reacción. « No mentían con lo que decían de ellos... ». Detenida en medio de lo que parecía un cruce de calles, buscó a quien fuera que fuese, siendo una mujer de cabellos oscuros como los mismos de Noa la que acabase de llamar su atención. De tal modo fue que acabaría por dar unos pasos marcados, pero ligeros, hacia dicha persona para alzar ligeramente su mano en señal de detener. — Disculpe, ¿podría ayudarme? — Sería como se manifestaría sus palabras en esta ocasión. No sabía si era del lugar, pero igualmente tenía ojos funcionales según percibía... tal vez había visto algo. — ¿Ha visto alguien extraño con adolescentes? — Bien sabía que la isla podría ser propicia para ese tipo de misterios, o quien sabía, pero por preguntar no perdía nada. Tampoco sabía como hacerlo de otro modo. Desde que no tenía a su familia... se sentía perdida.
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¿Es alguien importante? — Es una pregunta que hace para saciar su curiosidad. El ninja al que más respeta le ha encomendado la misión de seguir y proteger a cierta mujer que se dirige a la peligrosa Isla del Oeste, aquel sitio en donde un paso mal dado o una palabra errónea puede desencadenar en ríos de sangre. Por lo mismo, no se quiere que aquella fémina de peculiar poder se encuentre sola ahí. Lamentablemente, Mei no recibe respuesta, al menos no una convincente. De todos modos, no insiste. Si esa persona le da una orden, ella la cumple al pie de la letra. No hay espacio para dudas dentro de su mente. Escucha y ejecuta, así de simple.

Por ese motivo es que en la actualidad se encuentra en la isla, quizás, más peligrosa del País del Agua. No es la primera vez que visita estas tierras, pero eso no significa que sienta un pequeño temor. De cualquier forma, es más fuerte que la última vez que vino, por lo que confía que podrá mantenerse segura tanto a ella misma como a esa persona que debe cuidar. El problema es que salió luego de ella, por lo que aún no ha podido encontrarla. No olvidemos que tiene serios problemas para orientarse y es común que se pierda. Ha realizado muchas misiones de forma solitaria buscando obligarse a mejorar en este aspecto, pero se le complica bastante. Probablemente sea uno de esos defectos que le persiga por el resto de su vida.

Lo normal en este tipo de misiones es mantenerse entre las sombras y observar desde la distancia, algo que no le es difícil a Mei por el tipo de persona que es. No se caracteriza por intentar ser el centro de atención ni nada, pasar desapercibida la mayor parte del tiempo es uno de sus gustos. Pero esta vez es diferente, desde el comienzo falla en el plan.

Palabras emitidas por una voz femenina llaman su atención. Entiende que son dirigidas a ella, por lo que se voltea para dar una respuesta. — Sí, cla… — Obviamente, se le enseñó con anterioridad una fotografía de la persona de nombre Noa, así que no hubo tiempo para dudar. Nuestra protagonista simplemente traga saliva y se maldice por dentro. Todo va de mal en peor. — Si veo el lado positivo, al menos ya di con ella. — No tiende a ser la persona más positiva del mundo, pero intenta no caer en los pozos de tristeza.

Aclara su garganta mientras escucha la pregunta ajena. — Bueno, extraños me parecen todos los que habitan esta isla. — Es sincera. Probablemente Noa ya se ha dado cuenta de que interactuar con los habitantes de la isla es en extremo complicado, sobre todo cuando vienes desde el exterior. Las miradas se centran en ellas de forma amenazante, juzgante, desde todos los rincones posibles. Es normal sentirse acosadas en ese momento, peor lo primordial es ignorar y no relacionarse mucho con gente que no inspire confianza. ¿Acaso alguien la inspira en ese lugar? Siempre hay milagros.

Por lo que veo, no eres de aquí. Te diría que no andes sola, es peligroso. — Rápidamente ingenia un nuevo plan. Si no puede vigilarla desde la distancia, lo hará desde su lado. Así el menos podrá garantizar su seguridad. O eso espera. — Si me das más detalles de aquellos que buscas, quizás pueda ayudarte. — De pronto, fuertes pisadas se oyen acercándose. Un tipo gigante, más de dos metros posiblemente, se acerca a ellas con una cara de pocos amigos. Mei lo ignora, aún no está en un rango cercano que signifique peligro. ¿Noa podrá comportarse con la misma naturalidad o se preocupará? Ella es la protagonista de esta historia, los focos están en su persona.
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Debía encontrar el modo de controlar a poco los nervios que siempre aparecían por su cuerpo en los momentos que se enfrentaba a las respuestas de las preguntas que realizada referente a su búsqueda. Nadie le apetecía escuchar que no había visto nada, no conocía a nadie o que incluso pudiera haberle visto muerto a alguno de ellos. Cualquiera de esas respuestas eran posibles, justo cuando vio a aquella mujer también pensó en todas esas preocupaciones que le invadían. No fue hasta que la otra persona contestó que todos los nervios se le bajaron por completo, dándole sudores fríos. No era costumbre en ella, ni siquiera sabía porqué pasaba esas cosas porque siempre había sido extremadamente confiada en sí misma. Teniendo en cuenta las reacciones contrarias, tenía la preocupación de que fuera a ponerse molesta por unas preguntas piadosas que podía hacer respecto a las personas que buscaba, pero... No fue así. ¿Había respondido normal? No debía ser local, deseaba que no lo fuera. Por la referencia que hizo respecto, entendía que no era el caso.

Debía darle la razón respecto a que todos parecían extraños, pero tampoco se atrevía a dar más descripciones que a los demás pudieran hacerle sentir atacados. — Tiene razón, supongo no ayudé mucho para poder identificar... — Tampoco tenía por el que identificar nada, ni siquiera sabía si había sido culpa de un humano aún, realmente... ¿No debería de estar buscando yokais? Solo que no todo el mundo podía verlos, lo que implicaría que la misión de encontrarlos se complicarse. Eso hacía que también deseara que todo aquello fuera una pesadilla o que fuera un humano detrás de todos sus problemas. Al menos de aquel modo podía culpar a alguien que no fuera a sí misma. Mas justo cuando iba a añadir algo, comprobó que todo su entorno parecía sentirse demasiado amenazado por la presencia de aquellas dos mujeres. ¿Había hecho algo mal? ¿Hablado demasiado alto? ¿Dicho algo inapropiado? No sabía si era torpeza, inexperiencia social o ingenuidad de creer que la gente podía vivir ignorándola a ella.

Los ojos de la cazadora de yokais se dirigieron directamente a los contrarios con cierta seriedad. —No es algo que pueda ocultar... — No, no era de esas tierras, de seguro eso no le hubiera dado problemas. — No tengo mucha opción. — Respondió respecto a lo de ir sola, pero quizá eso cambió en el momento que la contraria pareció ofrecerse a ayudarla. Una pena que no tuviera esa información. — No tengo ninguna información al respecto... — Y en cuanto empezó a sentir la presencia de aquella persona ajena a la conversación inicial, habló más bajo de lo que ya pudiera hacerlo. Del mejor modo que puede, lo ignora con la única intención de meterse en problemas, bastante tenía con lo propio. — Ni siquiera sé si busco a "alguien". — Confesó con un tono más serio aún si se podía. — Busco a unas personas desaparecidas sin mucha información... parto de la sospecha de que fue alguien, por ir descartando. — Comentaría, sin mucho apego a esa información y contándolo como algo normal. ¿La contraria entendería que aquello era importante para Omnyoji? — ¿Te parece si vamos a las afueras a hablar? — Preguntó en un susurro dando unos pasos más cerca a ella, mirando de reojo con disimulo al entorno. Después de aquella pregunta, le haría el gesto de ir delante, invitándola a caminar para seguirla a donde le guiase.
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A ver, algo hay de raro en la respuesta que da la mujer. Sabe que busca a alguien extraño con adolescentes, pero nada más. Su superior al darle la misión no le otorgó información extra, así que desconoce qué es lo que realmente persigue Noa. Por consiguiente, Mei coloca la mano en su mentón, pensando un momento. Más dudas azotan su pensamiento al ni siquiera saber la contraria si busca a una persona. Todo comienza a marearla, pues ella no conoce sobre el clan Onmyoji, solo de nombre y que pertenece a Kirigakure, así que no se le pasa por la cabeza que pueda haber fantasmas involucrados o algo así.

Al final, todo tiene una respuesta. Solo debemos encargarnos de buscarla. — Llega el momento en que es casi imposible no centrarse en el gigante que se acerca. En Mei cambia la expresión de su rostro, de aquella calmada a una que expresaba seriedad infinita. — Iremos donde quieras, solo dame un segundo. — Pasa por el lado de la otra genin para avanzar a paso lento hacia aquel que quiere mostrarse agresivo hacia las forasteras. Juzgando su físico intimidante y que no tardó en presentarse para hacer de las suyas, intuye que se trata de un abusón que le roba a los forasteros.

La kunoichi desenfunda la Wakizashi que lleva en la espalda y, con un movimiento veloz y elegante, se encarga de asestarle distintos cortes por todo el cuerpo, provocándole una caída. Aquello puede servir para que Noa confíe en ella, o al menos vea en ella alguien que transmita seguridad a través de su fuerza.

Rápidamente, sangre inunda la escena del “crimen”, y de inmediato gente en los alrededores se levanta. No creen que uno de los tipos más respetados del barrio fue vencido de esa forma. Claro, algo que no se dice es que esa zona de la isla es la menos peligrosa de todas las que hay. Ambas kunoichis deben tener cuidado de cuánto más avanzan, o se darán con una pared imposible de superar. Además, ni siquiera saben qué buscan, pero Mei tiene claro que su labor es no despegarse de Noa.

Regresa con su nueva “compañera” y toma el atrevimiento de sujetar su mano. — Creo es momento de irnos de aquí. — Casi a la fuerza la jala para retirarse de la zona poblada, pudiendo adentrarse en cuestión de segundos en el bosque, sintiéndose nuevamente seguras. Gracias a la velocidad superior a la media que poseen los ninjas, huir de los maleantes de antes fue un auténtico juego de niños. Aun así, antes de detenerse del todo, mira en todas las direcciones por si logra percatarse de algún posible.

No, no hay moros en la costa.

Suelta su mano y le da espacio, buscando asiento en una gran roca que le permite descansar. La verdad es que no se ha tomado ni un respiro desde que salió de la aldea, aunque tampoco desea reposar mucho. Se encuentra interesada en la misteriosa búsqueda de Noa, así que quiere más información.

Bien, recapitulemos. Buscas a un extraño con adolescentes, pero… ¿dices que ni siquiera sabes si realmente son personas? ¿Humanos? — Intenta que las piezas encajen dentro de su mente, pero es imposible. No llega a ninguna premisa que le sirva para ayudarla. Debe ser algo importante, por algo la enviaron a cuidarla. — ¿Podrías explicármelo un poco mejor? Siento que hay algo que no me estás diciendo. — Exige, en buenos términos, confianza.

Oh, es cierto, olvidó algo importante, muy importante. — Soy Acheron, lo siento.
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Las palabras de la contraria estaban cargadas de razón, una razón que le hizo temblar un poco los cimientos de su interior, los más inquietos y fáciles de mover. Quería pensar que estaba buscando, que estaba haciendo todo lo posible. No se trataba de tan solo de ir a un lugar, hacer acto de presencia y pregunta, debía ser una búsqueda de verdad con todas sus implicaciones. Si debía, se metería en problemas. ¿Aquello formaba parte? Si tenía que embarrarse para encontrar una pista debía hacerlo. ¿Qué tanto le ayudaría el imperio? Siempre quiso creer, o al menos creció con ese pensamiento para hacer su vida mucho más sencilla, aunque posiblemente el imperio no pudiera hacer nada ante la inminente quasi-extinción de su clan, o de tantos otros clanes. Si aquello tenía algo que ver con sus antecesores, Noa no lo conocía hasta el momento. ¿Podría tener a caso algo que ver con sus hermanos? Comenzaba a desviarse.

La pelivioleta asintió a la tocaya de cabello, fijándose en el grandullón que se les estaba tomando cada vez más corta la distancia. Así de primeras, no se acercó junto a ella y a penas estaba mirando en un inicio de reojo. ¿Quería llamar más la atención hacia si misma? No temía, pero tampoco quería problemas. « ¿Realmente  busco una respuesta así? Callada y expectante ». Nuevamente pensó en silencio, observando la escena, que su momento llegaría más adelante y que tan solo tenía que ser paciente. Lo que presenció no es que le hubiera dejado más tranquila, si bien pensaba que estaba de su lado... no era agradable saber que tenía tales capacidades. Se puso ligeramente en alerta, o al menos lo suficiente para no apartar la mirada desde aquel momento de encima de la contraria. Había sido ella la que se acercó y no se paró a pensar de que quizá no había juzgado si pudo haber sido buena idea.

Cuando su mano fue tomado, y tiró de ella, el cuerpo de Noa acompañaría sin palabra alguna. Se limitó a seguir sus pasos y mirar hacia atrás como las personas cada vez se acercaba más al cuerpo rendido en aquel suelo, desbordando la sangre por sus heridas. Sus pasos pudieron además seguir los de la contraria, tan lejos como esta le llevase, y se quedó atenta al entorno tan pronto se detuvieran, escuchando las palabras contrarias. — Si, no sé si puedan ser humanos lo que buscamos. — No podía darle demasiada vuelta a eso, para Noa era completamente sencillo por la normalidad de su vida, pero a veces no caía que no era igual en los demás. Y era más que evidente que notase que había algo perdido en sus palabras, porque no lo había pronunciado directamente. — ¿Has escuchado alguna vez de los yokais? — Preguntó, cruzándose de brazos en modo de gesto de relajarse por un momento, tratando de recobrar su aliento del modo más sutil posible.

Posiblemente, aquello tampoco fuera suficiente información, pero la contraria sabía manejarse en combate, quizá no era tan mala idea tratar de conseguir algo de ayuda por si el peligro era mayor de lo esperado, aunque por el momento tan solo tantearía a la contraria... al menos cuanto pudiera confiar en sus intenciones, ya que en combate podría según lo visto. — Estoy buscando a mis hermanos, desaparecieron después de un ataque de yokais mayores — Y dependiendo de la reacción de la contraria, y de cuanto hubiera dicho que conociera del asunto, pasaría a sus explicaciones y detalles, pero por el momento se limitaría a plantear la situación para ver como iba a tomarse aquella información más directa.
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Bien… La mujer dice que busca a sus hermanos, pero ahora no sabe si lo que buscan son exactamente humanos. Cada vez se marea más la mente de nuestra protagonista. — No creo que él me haya enviado a cuidar a una loca. No, el rostro de esta chica me hace pensar que sabe más de lo que puedo imaginar. — Por lo tanto, no debe ser tan simplista a la hora de analizar la charla que tienen. Sin embargo, la contraria se apresura en entregar un nuevo dato, nombrando algo que resuena en su cabeza mientras hace memoria. Sí, algo encuentra.

Creo haberlo leído en un viejo libro de la biblioteca. Si no mal recuerdo, hay un antiguo clan que se relaciona a ellos, pero siempre he creído que era una simple historia vieja. — Desde que inició su educación como ninja, no solo se encargó de fortalecer su cuerpo, sino también su mente. El tutor que siempre le ha enseñado nunca dejó de darle énfasis al incremento de conocimiento, pues defendía a rajatabla que un ninja debe estar listo para ganar una batalla desde la información. Por lo mismo, leer en la biblioteca fue una de sus aficiones durante los primeros años de práctica.

Bien, un nuevo dato llega hasta ella. Los desaparecidos son los hermanos de la chica. — ¿Acaso no piensa decirme su nombre? Tal vez está demasiado concentrada en la búsqueda. — Así que no le pedirá directamente que le revele tal dato. Mei no tiene hermanos, pero intenta entender que debe ser muy difícil de llevar que desaparezcan y no sepas absolutamente nada. Ser una kunoichi correcta también es intentar ponerse en los zapatos de quienes necesitan ayuda. Esa es la verdadera forma de proteger a los habitantes de la aldea que tanto adora.

¿Al menos sí puedes confirmarme que tus hermanos son humanos? ¿Acaso no recuerdas sus apariencias? — Sigue confundida, pero hace el esfuerzo de ir cada vez con mejores preguntas para así obtener información que, una vez hile todo, le dé algo concreto para saber dónde ir. También tener un panorama más visible les puede ayudar a saber en dónde pedir ayuda, pues el país está lleno de individuos peculiares que conoces con el paso de los años. Quién sabe que puedas dar con alguien que te dé los datos claves.

Aparentemente, los Yokais no son solo una historia que alguien puede considerar fantasiosa, realmente existen. Esto complica un poco que ella pueda ayudar al no tener información al respecto, pero eso no significa que pueda desentenderse del asunto. Mantenerse pegada a Noa es su obligación.

¿Hay algún motivo por el que decidieras esta isla para buscar? No me digas que solo escogiste al azar. Una pista necesitamos para buscar su rastro. Podemos dar con ellos, solo necesitamos saber por dónde empezar.

No hay forma de que la Omnyoji esté totalmente en cero, ¿verdad? No pueden buscar la nada misma dentro de otra nada. Sería imposible.
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Se planteó si aquello era a lo que se acabaría reduciendo su propio clan, había estado tanto tiempo aislada en ese aspecto de la vida que no era consciente que realmente no era lo común encontrarse a un Onmyoji. — No se trata de solo cuentos o leyendas, esas historias son ciertas. — Quiso hacerle saber de manera calmada, aun mirando de modo en alerta el entorno. No estaba dando todo junto, especialmente porque no quería ser tachada de loca y quizá, de este modo le hacía llegar a la lógica o conclusión de que se trataba ella misma de ese clan. 

Así se complicaba porque no tenía la experiencia necesaria para afrontar estos asuntos como lo pudo haber tenido su madre, que era la más sociable de la pareja de padres que tenía. — Aunque muchos han tratado de enterrar dicho Clan, es tan cierto como que el agua es trasparente. — Quiso asegurarse de que aquello quedase bien claro, insistiendo en la idea, porque sería la base de su historia. Lo que no creyó es que su forma de contar todo aquello por cuenta gotas fuera a generar la duda respecto sobre sus hermanos. ¿Volvía a meter la pata? No era de extrañar. — Si, mis hermanos son humanos, como nosotras. Y sí, recuerdo sus apariencias, también tengo imágenes, pero no es algo que quiera mostrar así sin más en estas tierras... — O al menos estaba tratando de ser todo lo precavida que podía, ya que la discrección investigando no era su punto fuerte.

Se abrazó a sí misma con los brazos, de brazos cruzados, pero era solo una postura cómoda en señal de incomodidad, por el lugar. — Elegí el lugar porque es el más sospechoso por las cosas que ocurren, desaparecieron sin rastro, pero en algún lado debe haber una pista... — Agacharía la mirada por unos instantes. — Soy Onmyoji, las historias de los yokais no son mentiras, tampoco los de mi Clan, y... en su día unos yokais poderosos mataron a mis padres. — Le explicó, sin saber si debía entrar en mucho detalle como lo había hecho con su sensei. — Cuando fui a proteger a mis hermanos... ya no estaban, no había más que la ausencia de ellos. Tengo tres hermanos. — A cada cual era más pequeño que ella. — No sé si pueda haber humanos involucrados, porque los yokais pueden hacer tratos en ocasiones, o tan solo ha sido yokais buscando evitar que mi Clan siga lidiando con ellos... — Suspira lentamente, aquella historia siempre era difícil de contar. 

Ahora tocaba también poner un poco más en contexto de los yokais, porque por como iban enlazadas sus preguntas... entendía que sabía absolutamente nada y que cualquier duda podría generarse al respecto, quizá si contaba más le ayudaba a seguir mejor el hilo. — No todos los yokais son agresivos, ni todos buscan matar, a veces se puede dialogar... pero no sé qué pasó realmente. — Y aquello era todo, todo lo que en aquel momento era capaz de recordar, pues sería con calma que recuperase memoria de aquel suceso traumático. — Son Onmyoji Noa, de Kirigakure, todo lo que digo es cierto. — Posó la mano allá donde el corazón debía estar, formal y dando entender que iba en serio con todo aquello.
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Es interesante. Aquel clan realmente existe. No se puede culpar mucho a Mei por dudar, no olvidemos que no es oriunda de la aldea, sino que llegó una vez ya crecida. A pesar de que ya lleve varios años en la villa, no es una experta en todo lo que respecta, pero se esfuerza, ese punto hay que dárselo.

No abre la boca mientras escucha cada palabra de Noa, incluso fija su mirada en ella para que se dé cuenta de que tiene total atención de la kunoichi. Pero si algo le llama en especial la atención, es el hecho de que haya perdido a sus padres, confirmando su muerte, y perdido a sus hermanos. — O sea que buscas a la única familia que te queda. — Esto cala hondo dentro de la propia Mei. Desde pequeña, solo tuvo a su madre con ella. Lamentablemente, hace cuatro años que la perdió y, desde entonces, está sola. Por lo mismo, sabe lo mal que se siente el perder todo lo que se tiene.

Se levanta de la roca que, hasta ahora, ha utilizado de silla improvisada, e incluso se voltea, dándole la espalda a la otra mujer. — De acuerdo, Noa, me has convencido. — Eso sí, que ni piense que le dirá el motivo por el cual accede a ayudarla. Acheron no se caracteriza por ser muy expresiva con lo que los sentimientos de ella misma. Siempre muestra ese rostro impasible que transmite la rectitud que toma en su camino ninja. En ella vemos a alguien que intenta ser la representación exacta de lo que debe ser un shinobi.

Es una historia compleja, así que supongo que sabes que no podrás encontrarlo de un día para otro. — Ahora sí da una media vuelta para quedar frente a frente. — Pero desde ya me comprometo a intentar ser de utilidad. — Tal como le ofrece su ayuda a Noa, lo haría con cualquier otra persona de la aldea. Mei es muy nacionalista en cierto sentido, ama a la villa y a sus habitantes por la forma en que la recibieron en su llegada. Por ese motivo es que jamás les daría la espalda, tal como ahora.

Una seña es suficiente para pedirle que la siga. La Isla del Oeste se caracteriza por ocultar muchos secretos, algunos que ni en la capital del País se atreven a investigar. ¿Quién dice que no puedan encontrar una pequeña pista acerca de este caso? Al menos una guía que les permita saber por dónde empezar.

Los minutos pasan y nuevamente se encuentran con un pueblo, uno más ruidoso que el anterior pero solo por culpa de un participante. En medio de la calle se encuentra un tipo calvo y feo, pero cuyos ojos expresan una desesperación y terror que intimidarían a cualquiera.

¿Qué es lo que le pasa? Nadie sabe, pero se rumorea que lleva días en las que se pasa horas gritando. Como es obvio, han intentado deshacerse de él, pero les ha resultado imposible. No porque posea una fuerza sin igual, sino porque apenas se acercan, de su boca sale una especie de espuma que intimida a cualquiera. Mejor dejarlo estar y confiar que en cualquier momento se marchará,

¡Yo los vi! ¡Los vi! ¡No son de este mundo, lo arrasaron todo! ¡Háganme caso! — Los movimientos que realiza mientras vocifera son impredecibles. Incluso se coloca de rodillas en el piso y se da cabezazos contra la pared.

Está completamente loco.
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La familia que me queda...

Aquellas palabras retumbaron en su cabeza con un dolor que era inmensurable que bajó hasta su corazón, obligándole a tragar con dificultad cuando pasó por su garganta. — Si, así es... — Su respuesta fue breve, pero contenía lo necesario para mostrar que en aquellas palabras, que buscaron sonar neutrales y ajenas de sentimientos, cargaban igualmente un deje de pena con ellas. Agachó por ese mismo motivo la mirada por unos instantes, como si quisiera no tener el recuerdo en su mente y se esforzara en ello.

Eso hizo que su rostro reflejara un aire de penura inevitable, que acabó por ser contenido en cuanto volvió a alzar el rostro para mirar a la mujer frente a sí. Si se fijaba lo suficiente en la contraria, y prestaba atención como en aquel momento, se podía dar cuenta de como era posible ver un propio reflejo de sí misma, o de la mujer que estaba dispuesta a ser, gracias al porte que ostentaba aquella kunoichi. Puede que fuera porque la mujer poco a nada tenía que ver con la carga que portaba Noa, pero pudo encontrar algo de paz de saber que seguía dispuesta a todo y más, espantando cualquier duda ante el miedo inminente que suele invadir su corazón ante la soledad en los momentos que no se toma este sentimiento para seguir adelante.

Cuando vio ponerse en pie a la mujer, deshizo el cruce de sus propios brazos para mirar a la misma como si estuviera esperando más palabras de las que ya dijo. Observó su espalda y esperó expectante, sus palabras hicieron que un impulso moviera su corazón más rápido. « ¿De qué logré convencerla? ¿De ayudarme o de que aquello era real lo que le contaba? ». Quizá de ambas, pero no se creía mujer de tanta suerte hoy en día, así que no le quedó más que aceptar el pensamiento que se refería a ayudarla. Claro que la contraria seguiría hablando y por fin comprendería a lo que se refería, pero los pensamientos habían sido más fugaces y pesimistas de lo que realmente era la realidad, lo cual ante escuchar a la contraria provocaría que su corazón volviera a la calma en la que solía permanecer normalmente.

Después de todo, la vida no sería tan cruel con ella como esperaba tras los acontecimientos. Contuvo el aire por unos segundos, asintió y liberó el mismo lentamente, regulando sus emociones. — Agradezco que se tome esa molestia, hará que sea menos angosto el camino a cruzar. — Respondería ante la declaración de intenciones ajenos, agradecida. Una gratitud que se mostraría por como se llevó la mano sobre el pecho, allá donde el corazón descansa, y la reverencia de treinta grados que pronunciaría su cuerpo. ¿Qué era aquello que sentía en aquel momento? Esperanzas, eso que creyó que nunca encontraría y no obstante... lo logró. ¿Qué había hecho para merecer algo así? No creía que por ello tuviera fortuna a su lado, pero agradecía que al menos hubieran calado sus palabras en la kunoichi contraria para aceptar un reto de la vida como el que tenía la propia Noa.


No le hacía falta saber sus motivos, ni tampoco a donde le llevaba. ¿Acaso estaba pecando de confiada en aquel momento? Posiblemente, aunque no era parte de su estilo precisamente de manera natural. ¿Pero por miedo a perder algo valioso como la ayuda de una mujer con lo poco que vio de la misma? No podía dejar pasar como si nada la oportunidad que le había colocado la vida por delante.

Fue por esa misma razón que siguió a la contraria cuando se lo indicó, para así llegar a un pueblo que le daría tanta o más mala espina que el anterior. Juzgaba porque tenía la capacidad, desconfiaba porque los gritos no ayudaban, pero... — ¿Qué es lo que le estará pasando? — Susurró a su compañera, para aquel momento caminando a la misma altura de la misma. Pudo escuchar como había gente marchando en sentido contrario y susurrando lo que muchos pensaban ahí. — Pocas cosas conozco que no sean de este mundo, pero... ¿Crees que de verdad esté tan loco o algo pudo ver de verdad? — Preguntó, la duda se palpaba en sus palabras. No quería dar un paso en falso, no quería volver a meterse en problemas como en la anterior aldea. — No quisiera meternos en problemas, pero... deberíamos ayudarle cuanto menos. — Al menos, sentía que era parte de su deber también como genin. Pero no se movería en dirección a él si la contraria no lo hacía, pues no sabía bien como manejarse en una isla como aquella, a diferencia de lo que parecía saber la contraria.
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Voltea el rostro hacia Noa, colocando atención a sus palabras. Es difícil concentrarse, pues los gritos del aparente loco no cesan en ningún momento. Mei no necesita demasiado para decidir, no están ahí para tener cuidado, sino para buscar pistas, información, cualquier dato que pueda enseñarles el rumbo a seguir. — Iré primero. — Con total confianza, toma la muñeca ajena y la jala para obligar a la otra mujer a colocarse detrás suyo. No lo ha dicho con palabras, pero su misión sigue siendo la de vigilarla y cuidarla. No piensa arriesgarse a que le pase algo. No sería capaz de decirle luego a su maestro que falló la misión. Para Noa, quien desconoce esa parte, seguramente solo vea una personalidad protectora por parte de la Suzume.

Esta última avanza a paso tranquilo hacia el varón, no enseña ni una pizca de miedo. — ¿Qué es lo que viste? Estamos interesadas. — Y como si hubiera apretado un nuevo botón de encendido, el contrario se levanta y, con una velocidad que normalmente no se espera en una persona común, toma por los brazos a Mei y le habla. — ¡Fue horrible! Todos desaparecieron, ¡tiene que creerme! — Lo impactante no es lo que dice, sino el agarre que utiliza. Aplica una fuerza desmedida, llegando casi a incrustar los dedos en la piel de Mei, generándole dolor y también una rápida herida en cada extremidad. En su rostro se muestra ya una señal de molestia.

No me toques. — Se apresura en decir y, tras tomarlo de la ropa, intenta sacárselo de encima. Sin embargo, se lleva un lindo cariñito. Debido al apretón, sus dedos generan tal fricción en la piel por intentar mantenerse sujeto, que las heridas se vuelven más profundas y generan sangrado. La fuerza de ese tipo no es normal. De hecho, en términos de fuerza bruta, quizás sea superior a Mei. Este dato le preocupa, ya que entiende que no es del todo capaz de mantener la situación bajo control.

El tema no termina ahí, pues de inmediato el hombre intenta nuevamente ir a la carga a por Mei, quien intenta esquivarlo, pero debido a la cercanía con Noa, a quien le indicó se quede detrás suyo, la empuja, pero además restringe su propio movimiento. Eso sí, evita ser tomada nuevamente por el enemigo, aunque se lleva un rasguño en la mejilla, viéndose nuevamente su piel manchada por sangre. — ¡Huye, Noa! ¡Este tipo no es normal! — Y, al parecer, todos en el pueblo lo saben. Se escucha alrededor el ruido de puertas cerrándose y pasos correr, huyendo. Nadie quiere estar ahí, ¿qué es lo que han visto los días anteriores?

Mei, sin perder el tiempo, intenta desenfundar su wakizashi, pero no alcanza. Un tipo de energía oscura sale dispara desde las manos del hombre, ingresando en el cuerpo de la kunoichi, evitando que tome el arma, pues paraliza todo su cuerpo. Al no ser capaz de mantenerse en pie, cae de rodillas.

Akuun


La situación es crítica.

Vete… — Le dice a duras penas a Noa.

O quizás yo hice desaparecer todo. — Es posible que la Onmyoji conozca las técnicas, o quizás no, pero nuevamente una habilidad creada con la energía Furyoku es creada. Esta vez un ave vuela a gran velocidad, pero directamente a Noa.

Tori Shiki


Por último, y como si no fuera poco, independiente de la defensa que aplique Noa, el revelado Onmyoji da una patada en la cara a Mei, mandándola a volar varios metros hacia el costado, quedando ahora solo frente a aquella mujer que pertenece a su mismo linaje.

¿Qué es lo que está pasando?
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Se quedó un poco extrañada en el momento que se ofreció ir primero, ya que no conocía porqué razón iba a hacer algo así. ¿Por qué se estaba tomando tantas molestias en protegerla? Por unos instantes no tuvo modo de evitar la duda, quedándose detrás de la contraria en el momento que le tomó para que se pusiera a su espalda. No puso pegas, ciertamente, porque visto lo visto era mejor mantenerse al margen de las situaciones por si acaso, y reconocía que ni estaba en situación como para ponerse a la defensiva en el instante, lo que le daba menos capacidad de reacción aún en shock por lo vivido. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, ella no hubiera conseguido formar pregunta aún hacia aquella persona, ni cómo tratarla.

¿Estaba siendo poco participativa? De seguro, ya lo había sido antes y no salió bien, ahora se sentía como un perro regañado que no sabía bien que hacer. Aun así, siguió los pasos de la contraria y se quedó realmente expectante de ver cómo era que resolvía el asunto en concreto. Así de primeras no pareció que fuera a ser un problema lidiar con alguien cuyos cabales no estaban en sintonía con la realidad, ¿cierto? Miró hacia Mei cuando preguntó y luego se dirigió al hombre, pero le había pillado de sorpresa al punto de intentar reaccionar a tiempo, para que no tomase a su nueva compañera, acabando en ser demasiado tarde para ello. ¿Era eso o quizá nunca tuvo oportunidad de detenerle? El cuerpo de Noa reaccionó de modo que parecía haber estado dispuesta a interponerse de lleno.

Esta disposición no llevaría a buen puerto, pues ahora lo estaba más que antes y el hombre se volvió a echar hacia su compañera, chocando los cuerpos de Mei y Noa a causa de la cercanía en plena frase de la propia Omnyoji. — No te acer- — Pero el suelo se convirtió en aquel que le recibiría tras el golpe y, frente a ella, vería a Mei sangrar aunque fuera mínimamente, frunciendo el ceño a causa de tal visión. Trató de ponerse en pie lo más rápido posible, poniéndose en pie para acudir a su compañera. Fue justo en aquel instante que sintió emanarse una energía demasiado familiar. Increíblemente familiar. — ¡Cuidado es- ! — Observó e identificó con claridad lo que hizo, era imposible no hacerlo cuando una lo usaba de manera personal.

«No puede ser, ¿alguien de mi clan?»

Nuevamente, había sido demasiado lenta, pero ver así a su compañera le hizo hervir la sangre hasta el punto de acumular energía furyoku en su cuerpo, clavando la mirada en el contrario. — No pienso dejarte atrás — Pero justo en aquel instante un ave vendría hacia así, pasando a acumular del propio ambiente y fuentes cercanas el agua para generar una burbuja que bloquearía aquel ave al completo, y contra todo pronóstico: el contrario volvió a Mei, a pesar de haber sido dejada de lado. — Compartir sangre contigo me da náuseas. — Y en aquel momento hizo estallar la burbuja, justo después de ver como arremetía contra su compañera, lanzándose ahora la propia Noa contra él en la distancia.

Sekken Dōmu

Furyoku


No tuvo la necesidad de acercarse, los ojos de de Noa parecieron tomar un brillo especial, uno de determinación. No podía seguir siendo una espectadora en todo aquello, y al entrar en la zona cercana a Mei hizo que poco a poco la tela de la propia ropa, aquella doble que se dejaba caer por la espalda a la altura de sus caderas, se alargase cada vez más mientras formando el Ittan Momen, ya tratando de alcanzar en la distancia al hombre con su largo cuerpo de tela para buscar restringir aquellos brazos contra el cuerpo para detener cualquier técnica que pudiera tener en mente en aquel momento. 

Ittan Momen


Esto le daba el tiempo suficiente, o así esperaba, entre que se alargaba al enemigo y la tela se desprendía de la propia ropa, para tomar a la propia Mei del suelo para cargarla sobre sus brazos. — Agárrate fuerte a mi. — Sonó mucho más imperativo que cualquier tono usado aquel día anteriormente, y aunque no pudiera curar sus heridas... se encargó de hacer lo posible para llevarla consigo. Esperó que de verdad pudiera aunque fuera dejarlo atrás los segundos suficientes mientras ella comenzaba a correr lejos de ahí por diversas razones: su acompañante había caído y había demasiados civiles como para que presenciaran aquello. — No dejes de hablarme, ¿estas bien? — Comentó mientras corría lo más rápido posible, aprovechando los segundos que pudiera haber ganado. Sin duda, Noa se quedaría la imagen de aquel hombre del que intentaba huir con Mei.

Corrió tanto como pudo hacia las zonas más espesas de aquella isla con la única intención de desaparecer de la vista de aquel hombre y poder atender a la contraria. La cuestión estaba en... ¿lo conseguiría? Quien sabía, cuando la desgracia siempre le perseguía.

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¿Acaso lo que escucha es correcto? — ¿Compartir… sangre…? — Mei piensa que quizás el golpe le hizo retumbar la cabeza y no está del todo cuerda, pero lentamente busca incorporarse. Falla, solo atina a cubrirse un poco la nariz sangrante producto de la patada. Quiere pensar cómo fue que su cuerpo se paralizó de un momento a otro. Tampoco se da mucho tiempo para analizar, pues le sorprende y preocupa a la vez que Noa se ponga a la ofensiva. Afortunadamente logra defenderse del ataque rival, y también contraataca. Cuando cree que buscará derrotar al loco, su movimiento la sorprende. Carga en sus brazos a Mei e intenta llevársela de ahí. — E-ey, no te preocupes… — No puede negarse, ya ambas se van lejos de ahí.

En su lugar, una vez logra deshacerse de la atadura, el hombre grita de una manera espeluznante. — ¡JAJAJA! ¡ERES TÚ! ¡TÚ SERÁS LA SIGUIENTE, MOCOSA ONMYOJI! ¡JAJAJA! — Menos mal no las persigue, acepta que la mujer ha triunfado en este movimiento. Pero sus palabras son claras, no la dejará ir para siempre. Quizás Noa ha obtenido un enemigo que pueda serle de utilidad a futuro, pero también que atentará contra su vida. — Estoy bien, no te preocupes. — Se le oye bastante molesta.

Pasados los segundos, ambas kunoichis logran llegar a una zona del bosque segura, en donde no hay humanos en los alrededores, solo habitan ciertas especies de animales, algunos más salvajes que otros, pero que no irán a molestarlas a no ser que se queden largas horas ahí.

En primera instancia, la Suzume busca sentarse sobre una roca mientras realiza ciertos movimientos de brazos y piernas para así recuperar la movilidad. Quedar neutralizada de un momento a otro tiene ciertos efectos negativos durante el corto periodo posterior, más aún cuando ocurrió todo tan de repente. Ella solo quiso acercarse a investigar qué sucedía con ese hombre tildado de loco, por lo que no esperó un ataque de su parte. Esto le molesta, pues significa que se confió y falló en su labor. Noa no ha resultado herida, pero aun así le fastidia haberla dejado desprotegida.

Una vez se encuentra mejor, se acerca a Noa hasta quedar bastante cerca. La increpa, pues incluso la apunta con el índice derecho. — ¿Por qué hiciste eso? Debiste alejarte y dejarme peleando con él. Lo que hiciste estuvo muy mal. Podía ganar, no debiste hacernos huir. — No se le puede tildar tajantemente como orgullosa. Si en esta ocasión se queja es porque dejaron pasar una oportunidad valiosísima. — Utilizaste el mismo poder que él, ¿verdad? Significa que podía servirnos para obtener una pista de tu familia. — A pesar de que el reclamo sea contra Noa, la realidad es que es para sí misma. Si no hubiera sido derrotada de esa forma, otra historia se escribiría. Pero no, falló rotundamente. — Mi deber es ayudarte y protegerte, los ninjas no nos preocupamos de nuestro bienestar, solo de hacer lo que debemos. Y lo que debo hacer es dar con tus hermanos, ¿lo entiendes?

Respira profundo, buscando calmarse, recuperar ese temple serio y tranquilo que siempre se le ve. Se voltea, dándole la espalda, y se cruza de brazos. Se siente un poco avergonzada por reaccionar así, no es su estilo.

De todos modos, dijo que tarde o temprano irá a por ti. La próxima vez estaré más atenta para derribarlo e interrogarlo para ti. — De forma indirecta le indica a Noa que no se desentenderá de este asunto. Le prometió ayuda y cumplirá, más aún luego de este suceso que considera un fracaso personal. Una kunoichi como ella no quiere fallar, no puede fallar. La ayuda al resto de la aldea debe ser intachable. Ese es su objetivo.
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