Por esas mismas razones era que estaba marchando a la Isla del Oeste, quizá en un intento de satisfacer ese rencor o dolor que pesaba en su pecho en todo momento, recordándole lo poco de lo que fue capaz y lo mucho que le quedaba aún por delante. No era desconocido que aquella isla aguardaba personas que quizá no iban a ser las más entregadas a dar la información que ella necesitaba, pero quizá le daban la pelea que su cuerpo y dolor pedía. No quería, de verdad no quería caer en ello. Sin embargo, parecía que estaba buscando el peligro al visitar un lugar como aquel, pero si lo pensaba bien.. « Quizá el lugar más obvio sea donde esté alguna pista de ellos...». Tenía creencia de la obviedad de que aquella isla pudiera tener algo sobre sus hermanos por lo sanguinaria que era su reputación, por los rumores de la misma. ¿Por dónde empezaba si no? No tenía nada, absolutamente nada, sobre dónde pudieran estar.
La rueda del destino había comenzado a dar su vuelta a un ritmo constante, no iba a detenerse por la conveniencia de Noa, y mucho menos ella encontraría paz en ello. No quería pensar constantemente en la pérdida, y era algo en lo que no paraba de caer, pero por suerte había llegado a una de las primeras aldeas del lugar y podría comenzar a hacer preguntas. ¿Qué tanto podría esconderse a sus hermanos? La mayoría eran pequeños, demasiado jóvenes, como para no llamar la atención. — Disculpe, ¿podría... — No, no podría. Se había acercado a una anciana que nada más Noa abrió la boca se acabaría marchando con un refunfuñar. ¿Así de complicado iba a resultar? Eso parecía. Se llevó la mano al cuello, masajeando el mismo para liberar la tensión que tenía acumulada del viaje que había realizado, oteando el entorno en busca de alguien a quien preguntar.
El lugar se veía lúgubre, apagado y con un silencio que resultaba ciertamente espeluznante. Lo más destacable era como en más de una ocasión había ciertas personas esquivaban a otras, que había juzgado como nativas dada aquella reacción. « No mentían con lo que decían de ellos... ». Detenida en medio de lo que parecía un cruce de calles, buscó a quien fuera que fuese, siendo una mujer de cabellos oscuros como los mismos de Noa la que acabase de llamar su atención. De tal modo fue que acabaría por dar unos pasos marcados, pero ligeros, hacia dicha persona para alzar ligeramente su mano en señal de detener. — Disculpe, ¿podría ayudarme? — Sería como se manifestaría sus palabras en esta ocasión. No sabía si era del lugar, pero igualmente tenía ojos funcionales según percibía... tal vez había visto algo. — ¿Ha visto alguien extraño con adolescentes? — Bien sabía que la isla podría ser propicia para ese tipo de misterios, o quien sabía, pero por preguntar no perdía nada. Tampoco sabía como hacerlo de otro modo. Desde que no tenía a su familia... se sentía perdida.