Era la tardecita cuando un súbito pensamiento tomo sus pensamientos, una idea que solía atormentarlo durante las noches ¿acaso era aquel su sentido de vida? No estaba seguro si era el camino que tanto había buscado, inmiscuirse en aquella responsabilidad suponía largas horas de papeleríos y administraciones ajenas al peliblanco, quizá era hora de buscar otro camino, un camino de aprendizaje y no de culto, un cambio total de paradigmas para el Hyuga, que no hizo más que aprender cosas del mundo en estos últimos cinco años. Su sentido patriótico poco a poco se fue desvaneciendo, no se permitirá aquel disgusto, fingir ser alguien que no es era una tarea difícil, quizá era el momento de hacer a un lado todas sus preocupaciones y dedicarse de una buena vez por todas a su única causa justa, explorar y viajar por el mundo.
Se quitó su bincha, dejo su chaleco sobre aquel viejo escritorio, sería su ultima vez frente a ellos, no hizo más que guardarlos en una caja rustica de madera, estaba dispuesto a renunciar a su aldea, y de una vez por todas dejar de fingir que era bien recibido. Aunque su esfuerzo tuvo algunas recompensas no estaba seguro si estas eran reales, nada se lo confirmaba. Como de costumbre su habitación despojada de objetos le recordaba lo solo que estaba, así mismo le traía recuerdos de su dura infancia como nómada del mundo, estaba solo, solo con sus pequeños compañeros de cuatro patas.
Bajó las escaleras de aquel viejo Motel para saludar a su amigo Jojo, una pronta despedida, no hacia falta dar explicaciones, el viejo Jojo lo entendía a la perfección, solo un saludo con sus manos y unos sorbos de té como despedida. A las pocas horas se retiraba del Hotel y consiguientemente daba con las puertas de la Aldea, quizá sería su ultima vez allí. Volteo una vez más, intentado buscar escusas para no escaparse, no las encontró, siguió con paso un poco más firme hacia la profundidad de su País, su próximo objetivo sería recorrer bosque y océanos hasta los confines del mundo.
Era un nuevo tiempo para Satoru, o mejor dicho, un nuevo viaje para el nuevo Rounin que se gestaba en su interior, se vistió con su característico disfraz animal para continuar su viaje, a partir de entonces dejaría su nombre y familia detrás, ahora sería mejor conocido como Musacus el ermitaño.
Se quitó su bincha, dejo su chaleco sobre aquel viejo escritorio, sería su ultima vez frente a ellos, no hizo más que guardarlos en una caja rustica de madera, estaba dispuesto a renunciar a su aldea, y de una vez por todas dejar de fingir que era bien recibido. Aunque su esfuerzo tuvo algunas recompensas no estaba seguro si estas eran reales, nada se lo confirmaba. Como de costumbre su habitación despojada de objetos le recordaba lo solo que estaba, así mismo le traía recuerdos de su dura infancia como nómada del mundo, estaba solo, solo con sus pequeños compañeros de cuatro patas.
Bajó las escaleras de aquel viejo Motel para saludar a su amigo Jojo, una pronta despedida, no hacia falta dar explicaciones, el viejo Jojo lo entendía a la perfección, solo un saludo con sus manos y unos sorbos de té como despedida. A las pocas horas se retiraba del Hotel y consiguientemente daba con las puertas de la Aldea, quizá sería su ultima vez allí. Volteo una vez más, intentado buscar escusas para no escaparse, no las encontró, siguió con paso un poco más firme hacia la profundidad de su País, su próximo objetivo sería recorrer bosque y océanos hasta los confines del mundo.
Era un nuevo tiempo para Satoru, o mejor dicho, un nuevo viaje para el nuevo Rounin que se gestaba en su interior, se vistió con su característico disfraz animal para continuar su viaje, a partir de entonces dejaría su nombre y familia detrás, ahora sería mejor conocido como Musacus el ermitaño.