Última modificación: 01-07-2024, 06:00 PM por Kyoshiro.
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Fueron unas horas más de viaje lo que le tomó a Kyoshiro llegar al primer pequeño pueblo del país de la Hierba. Se encontraba oficialmente en tierras extranjeras cuando el sol empezaba a ocultarse, lanzando un cálido resplandor dorado sobre los campos y bosques circundantes. El cambio en el paisaje desde la metrópolis de Amegakure a la naturaleza exuberante de este país era palpable; bosques de bambú se alzaban majestuosos a la distancia y los caminos de tierra se entrelazaban entre aldeas humildes y habitantes recelosos.
Kyoshiro había investigado previamente que esta nación actúa como un nexo entre países más grandes, por lo que sus fronteras están plagadas no solo de puentes y árboles, si no de fuertes militares. Pero esto ya lo sabía, su decisión de salir de Amegakure hacia el país de la Hierba no fue algo espontáneo, fue premeditado. No había pasado una semana en Amegakure cuando ya estaba estudiando sus siguientes destinos. Todo había iniciado hace meses, cuando aún estaba en la metrópolis de Amegakure. Había escuchado hace meses historias de un payaso con habilidades capilares que parecían burlarse de la realidad y la calvicie. También había leído de un tipo que podía volar, esto más al oeste. Otros rumores e historias le hacían jugar con un sin fin de posibilidades, unas al sur, otras más al norte, otras incluso donde los mapas juraban que no existía nada. Al final decidió viajar al noreste, o así lo haría meses después de sus experimentos. Y ese día al fin llegó. Ese día era hoy.
Su preparación previa lo llevó a viajar con especial cuidado para no llamar la atención. No porque fuera buscado, al menos no que supiera, sino para evitar que alguien pudiera reconocerlo o asociarlo con algún evento futuro. Sabía bien que las fuerzas armadas de la Hierba eran consideradas una de las unidades más sólidas y cohesionadas del mundo y no quería que tuvieran sospechas de él incluso si no fuera a hacer nada malo.
Después de asegurarse una estadía de unos días en un alojamiento modesto con sus últimas monedas y otros días más con favores y trabajos para la posada, Kyoshiro se enteró de que el circo que había venido a buscar estaría en el pueblo vecino durante el fin de semana. A tan solo 5 kilómetros de donde ahora residía. Para conseguir dinero adicional y pagar la entrada, se dedicó a realizar trabajos temporales en el pueblo. Sus habilidades para resolver problemas y ofrecer soluciones ingeniosas le valieron una pequeña suma extra, permitiéndole finalmente adquirir un boleto para el espectáculo que tanto había anhelado.
Llegado el fin de semana, Kyoshiro se preparó para asistir al circo. Consciente de la necesidad de mantener un perfil bajo, dejó su distintiva hoodie en el cuarto y pidió prestada una gabardina del dueño del alojamiento para mezclarse con la multitud. Lo había hecho con la excusa de querer estar bien presentable. El circo estaba en pleno apogeo, con luces brillantes y el bullicio característico de un evento en vivo creando un ambiente vibrante y animado. Mientras observaba los diversos actos y espectáculos, su atención se centró finalmente en el payaso Pelos, conocido por su habilidad inusual para hacer crecer su barba a voluntad. El payaso finalmente tomó el centro del espectáculo y realizó un acto impresionante, mostrando su barba extendiéndose a grandes longitudes y continuando su crecimiento sin cesar, incluso después de que se la cortara. Kyoshiro observó el espectáculo con una mezcla de asombro y fascinación, tomando nota mental de cada detalle mientras su mente analítica trataba de entender el fenómeno.
Una vez terminado el espectáculo, el estudioso puso en marcha su plan cuidadosamente elaborado. Se acercó al área de seguridad con una actitud convincente y explicó que había olvidado su gabardina en el asiento (Lo cuál no fue del todo mentira, la había dejado al propio). El guardia, distraído por el ajetreo y la multitud, permitió que Kyoshiro regresara al circo para buscarla. Aprovechando esta oportunidad, Kyoshiro se dirigió rápidamente al área donde el payaso Pelos había dejado los restos de su barba cortada. Con movimientos precisos y discretos, tomó una muestra del cabello y la escondió en un pequeño frasco.
Esa misma noche, de regreso en su cuarto, Kyoshiro convirtió el espacio en un improvisado laboratorio. Utilizando herramientas y materiales que había traído consigo, así como lo que pudo adaptar de su entorno, comenzó a examinar la muestra de cabello bajo su lupa improvisada. Su mente estaba llena de preguntas y teorías mientras trabajaba en el análisis, preguntándose si esta muestra sería otra indicación de cómo la realidad podía ser alterada. La emoción del descubrimiento y el impulso de su obsesión lo mantenían despierto y concentrado, a medida que investigaba las propiedades del cabello con la esperanza de encontrar alguna evidencia de la habilidad del payaso para desafiar las leyes naturales. Fueron horas lo que le llevaron a descubrir que aquel no era un producto falso, aquello era cabello real ¿Qué burla a la realidad hacía aquel para entretener? Su sed de conocimiento le hizo pasar despierto las siguientes tres noches.
Fueron unas horas más de viaje lo que le tomó a Kyoshiro llegar al primer pequeño pueblo del país de la Hierba. Se encontraba oficialmente en tierras extranjeras cuando el sol empezaba a ocultarse, lanzando un cálido resplandor dorado sobre los campos y bosques circundantes. El cambio en el paisaje desde la metrópolis de Amegakure a la naturaleza exuberante de este país era palpable; bosques de bambú se alzaban majestuosos a la distancia y los caminos de tierra se entrelazaban entre aldeas humildes y habitantes recelosos.
Kyoshiro había investigado previamente que esta nación actúa como un nexo entre países más grandes, por lo que sus fronteras están plagadas no solo de puentes y árboles, si no de fuertes militares. Pero esto ya lo sabía, su decisión de salir de Amegakure hacia el país de la Hierba no fue algo espontáneo, fue premeditado. No había pasado una semana en Amegakure cuando ya estaba estudiando sus siguientes destinos. Todo había iniciado hace meses, cuando aún estaba en la metrópolis de Amegakure. Había escuchado hace meses historias de un payaso con habilidades capilares que parecían burlarse de la realidad y la calvicie. También había leído de un tipo que podía volar, esto más al oeste. Otros rumores e historias le hacían jugar con un sin fin de posibilidades, unas al sur, otras más al norte, otras incluso donde los mapas juraban que no existía nada. Al final decidió viajar al noreste, o así lo haría meses después de sus experimentos. Y ese día al fin llegó. Ese día era hoy.
Su preparación previa lo llevó a viajar con especial cuidado para no llamar la atención. No porque fuera buscado, al menos no que supiera, sino para evitar que alguien pudiera reconocerlo o asociarlo con algún evento futuro. Sabía bien que las fuerzas armadas de la Hierba eran consideradas una de las unidades más sólidas y cohesionadas del mundo y no quería que tuvieran sospechas de él incluso si no fuera a hacer nada malo.
Después de asegurarse una estadía de unos días en un alojamiento modesto con sus últimas monedas y otros días más con favores y trabajos para la posada, Kyoshiro se enteró de que el circo que había venido a buscar estaría en el pueblo vecino durante el fin de semana. A tan solo 5 kilómetros de donde ahora residía. Para conseguir dinero adicional y pagar la entrada, se dedicó a realizar trabajos temporales en el pueblo. Sus habilidades para resolver problemas y ofrecer soluciones ingeniosas le valieron una pequeña suma extra, permitiéndole finalmente adquirir un boleto para el espectáculo que tanto había anhelado.
Llegado el fin de semana, Kyoshiro se preparó para asistir al circo. Consciente de la necesidad de mantener un perfil bajo, dejó su distintiva hoodie en el cuarto y pidió prestada una gabardina del dueño del alojamiento para mezclarse con la multitud. Lo había hecho con la excusa de querer estar bien presentable. El circo estaba en pleno apogeo, con luces brillantes y el bullicio característico de un evento en vivo creando un ambiente vibrante y animado. Mientras observaba los diversos actos y espectáculos, su atención se centró finalmente en el payaso Pelos, conocido por su habilidad inusual para hacer crecer su barba a voluntad. El payaso finalmente tomó el centro del espectáculo y realizó un acto impresionante, mostrando su barba extendiéndose a grandes longitudes y continuando su crecimiento sin cesar, incluso después de que se la cortara. Kyoshiro observó el espectáculo con una mezcla de asombro y fascinación, tomando nota mental de cada detalle mientras su mente analítica trataba de entender el fenómeno.
Una vez terminado el espectáculo, el estudioso puso en marcha su plan cuidadosamente elaborado. Se acercó al área de seguridad con una actitud convincente y explicó que había olvidado su gabardina en el asiento (Lo cuál no fue del todo mentira, la había dejado al propio). El guardia, distraído por el ajetreo y la multitud, permitió que Kyoshiro regresara al circo para buscarla. Aprovechando esta oportunidad, Kyoshiro se dirigió rápidamente al área donde el payaso Pelos había dejado los restos de su barba cortada. Con movimientos precisos y discretos, tomó una muestra del cabello y la escondió en un pequeño frasco.
Esa misma noche, de regreso en su cuarto, Kyoshiro convirtió el espacio en un improvisado laboratorio. Utilizando herramientas y materiales que había traído consigo, así como lo que pudo adaptar de su entorno, comenzó a examinar la muestra de cabello bajo su lupa improvisada. Su mente estaba llena de preguntas y teorías mientras trabajaba en el análisis, preguntándose si esta muestra sería otra indicación de cómo la realidad podía ser alterada. La emoción del descubrimiento y el impulso de su obsesión lo mantenían despierto y concentrado, a medida que investigaba las propiedades del cabello con la esperanza de encontrar alguna evidencia de la habilidad del payaso para desafiar las leyes naturales. Fueron horas lo que le llevaron a descubrir que aquel no era un producto falso, aquello era cabello real ¿Qué burla a la realidad hacía aquel para entretener? Su sed de conocimiento le hizo pasar despierto las siguientes tres noches.