El punto para el encuentro había sido concretado en el recinto comercial, la entrada del mismo, a unas horas de madrugada para evitar el transito agobiante. Especialmente evitando las horas cercanas a las comidas para las compras de última hora. Su mirada inevitablemente estaba de un lado a otro en busca de peligro constante, como si de cualquier lado pudiera aparecer un yokai, mas no era otra cosa que sus traumas más recientes manifestándose en una paranoia constante que solo era capaz de abandonar cuando hablaba con otras personas por su cerebro se centraba en otra actividad que mantenía su mente entretenida. Tenía una inquietud interna que no era capaz de calmar, por mucho que aquello hubiera sido en el pasado una zona de confort para la pelivioleta. « ¿Estoy a tiempo de cancelar la quedada? ». Se llevó la mano a la frente, suspiró con los ojos cerrados y trató de calmarse.
Estaba apoyada en un poste que había, las manos las acabó llevando a la falda de su camisa ceremonial, entrelazando los dedos de las manos. La larga trenza, ancha con algunos mechones fuera de su lugar, colgaba por uno de sus hombros mientras miraba ligeramente hacia el suelo en un intento de comerse demasiado la cabeza esperando. No hacía mucho había visitado la cárcel en busca de un antiguo profesor, ahora estaba pidiéndole a un recién conocido que accediera a un paseo para ayudarle con unas preguntas. ¿Sabía a donde se encaminaba con todo ello? Quizá tan solo estaba buscando un modo de llenar sus días hasta que finalmente encontrase algo que pudiera ayudarle a avanzar de verdad. ¿Cuánto tiempo más iba a estar con aquellas vendidas de humo que se hacía a sí misma? Su parte más coherente, y con pies en la tierra, pensó que tal vez cuando no tuviera más elección que enfrentarse a la realidad y dejase de evadir lo más evidente.
Tras rozar aquella idea con las yemas de sus dedos, alzó la mirada hacia su entorno nuevamente. Esta vez buscaba a Asahi, no satisfacer su paranoia, y tardó unos minutos en poder localizarle. « Vine demasiado temprano, eso pasa... ». La formalidad rozando lo absurdo, porque de nada le había servido llevar ahí por lo menos media hora, pero no tenía la cabeza en su sitio. Últimamente nunca lo tenía. — ¡Aquí! — Alzó el brazo junto a su voz, agitando la mano para llamar su atención y que se acercase a ella, esperando con las manos sobre los muslos para hacer una ligera reverencia en cuanto llegase con la mayor formalidad no tan formal que podía entregar.