-Menudo espectáculo.-La mujer observaba con aquellos ojos de oro opaco como todo avanzaba, pestañeando algo divertida.
Estaban en la entrada de un pueblo pequeño, viajeros iban y venían mientras algunos se detenían en los bancos de los laterales a descansar. Pedían algo de beber, comían, o simplemente descansaban las piernas.
Lo que la tenía tan divertida, era un par de carteristas que se aprovechaban de todo el que cruzaba la puerta.
Niños, no llegaban a ser hombres, no cuando estaban intentando algo tan básico, pero bueno, mejor no opinar sobre aquello. Se acomodó en uno de los bancos, cerró la sombrilla con calma y la colocó a un lado.
La dueña fue a avisarle de que no debería dejarla allí, pero le restó importancia, sabía que no iban a robarle a ella. Un ladrón solía saber identificar a otro, aunque ella nunca se había dedicado a ello al completo, claro… Pero bueno, era más divertido de aquella manera.
-Oh…¿Ves? Eso puede terminar algo peor.-La mujer del puesto se extrañó ante la muchacha, la vio tomar su sombrilla y andar entre la multitud, pareciendo acercarse a alguien en concreto que llevaba un amplio sombrero para impedir que la lluvia le tocara.
-Amable viajero, tenga misericordia de estos pobres ingenuos… O no, simplemente no hagas mucho escandalo.-No había demasiada gente que pudiera seguirle el rastro a una rata callejera, normalmente debes de ser otra o un experto destrozándolas.
Y bueno, algo le decía que tenía más pinta de ser lo segundo que lo primero, pero ella simplemente se inclinó a un lateral, viendo a uno de los chiquillos que intentaba acercarse por detrás.
-¿Tú le tienes aprecio a tus manos? -Entrecerró los ojos con cierta diversión malvada en sus ojos, sin dejar claro si había sido una amenaza o una advertencia, la mujer se incorporó para mirar al hombre.
-Mi amigo el aquí presente tiene pinta de hacer un trabajo excelente cortándolas.-Cuando vives en la calle, con la edad, los fallos, los golpes, los desastres, empiezas a detectar a la gente peligrosa como si quemara, como si fueran un faro lleno de luz en la oscuridad gritándote que te escondas.
Los muchachos se fueron, y ella inclinó suavemente su sombrilla para taparlo de la fina lluvia, aunque no fuera necesario.
-Niños… Quien los entiende.-Quizás simplemente estaba buscando una excusa para acercarse a alguien interesante, o a saber.
A ella le daba igual lo que le pasaran a ellos.