Rango C: Algo se come mis gallinas.
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Última modificación: 02-06-2024, 04:50 AM por Sayuri.
El sol se pone sobre sobre una pintoresca comuna agricola, tiñendo el horizonte de tonos cálidos mientras una suave brisa acaricia las hojas y ramas de la gran variedad de arboles en la zona. La granja de pollos, normalmente tranquila y repleta de cacareos, se sume en la quietud crepuscular. La luna, con su luz plateada, comienza a aparecer en el cielo, revelando una sombra inusual al borde de la granja.

Un crujido retumba en el aire mientras las vallas de madera que rodean la granja se estremecen bajo una presión formidable. En la penumbra, se vislumbra una figura imponente: un animal gigantesco con pelaje oscuro y ojos brillantes. Es el misterioso intruso que ha estado acechando la comuna. Con un rugido estruendoso, el animal rompe las vallas con una facilidad sorprendente. Sus garras afiladas y su furia descontrolada crean un caos instantáneo en la granja de pollos. Plumas revolotean en el aire mientras el animal se abalanza sobre el gallinero, atrapando a varios pollos en su ferocidad.

La escena está marcada por el sonido aterrador de la destrucción y el lastimoso cacareo de las aves indefensas. La sangre mancha el suelo y las plumas, dejando rastros de la feroz incursión. Los agricultores, despertados por el alboroto, corren hacia la granja, sus linternas revelando una escena de desorden y caos. El animal gigantesco, su silueta apenas visible en la oscuridad, se aleja con la presa en sus garras. La comuna agrícola, ahora enmudecida por la sorpresa y el temor, se enfrenta a la realidad de que algo más oscuro y poderoso deambula entre ellos, amenazando la esencia misma de su forma de vida.

Kibano, una pintoresca comuna agrícola enclavada entre colinas onduladas y campos fértiles, es hogar de varias granjas dedicadas a la cría de diversos animales y cultivos. La armonía de esta comuna se ve amenazada por un misterioso problema que afecta en particular a una de sus granjas: la granja de pollos. Esta granja, conocida por sus sabrosos huevos y carne de pollo, está envuelta en un manto de incertidumbre.

La comuna, normalmente llena de vida y actividad agrícola, ahora se encuentra en un estado de inquietud. Los agricultores, cuyas vidas dependen de la crianza de diversos animales, están llenos de preocupación mientras intentan comprender la naturaleza de la amenaza que acecha la granja de pollos. Las calles que solían ser el escenario de bulliciosas conversaciones sobre cosechas y animales ahora están llenas de especulaciones y teorías sobre lo que podría estar detrás de estos misteriosos incidentes. Es en este contexto intrigante que se le encarga a Sayuri una mision para desentrañar el enigma que envuelve la granja de pollos de Kibano y preservar la vitalidad y diversidad de la comuna agrícola. La verdad detrás de estos eventos se convierte en el objetivo primordial de esta misteriosa misión. Pero no lo hara sola, ya que la aldea cuenta con que se lleve a dos genin novatas que se graduaron hace poco para que las instruya de cierta manera.

El propietario de la granja afectada implora una acción inmediata, ya que duda de su capacidad para soportar otra incursión de la misteriosa entidad que ha estado arrebatando sus animales. Es evidente que se trata de un ser de proporciones gigantescas, una amenaza monumental para la cual los ciudadanos no están preparados. Mientras que podrían lidiar con criaturas más pequeñas por sí mismos, las escasas evidencias actuales indican claramente que se enfrentan a una bestia colosal de la cual saben muy poco.

La misión del grupo en esta ocasión parece ser aparentemente sencilla: dar caza a la criatura que ha perturbado la paz que, hasta hace unos días, disfrutaban los desafortunados agricultores. 

En las afueras de la comuna, en un día lleno de ansiedad y desesperación, el dueño de la granja aguarda impaciente la llegada de los shinobis convocados para la misión. Con cada minuto que pasa, su desespero se intensifica. Se pasea de un lado a otro, lanzando miradas nerviosas al horizonte, esperando ver los destellos de chalecos y las figuras de los ninjas que prometieron ayuda.

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El tiempo para postear de 48 horas ya ha expirado.

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Para la buena suerte de la Yuki, esta vez su labor como Kunoichi no implicaba sentarse a leer y sellar el inmenso papeleo de las oficinas del Imperio en Kirigakure, una tarea bastante cansada y estresante, al menos para ella, impensablemente había gente a la que le encantaban ese tipo de trabajos. Su misión era relativamente sencilla, tenía que viajar hasta el País de la Tierra, lugar en donde se encuentra Iwagakure No Sato con la intención de reunirse con un grupo de Ninjas que se encargarán de dar caza a una misteriosa criatura que estaba acabando con la población de pollos en una granja de la comunidad agrícola de Kibano.

Miku abandonó las puertas de Kirigakure y no tardó mucho en tomar el barco que estaba por salir del puerto del País del Agua hacía las cercanías del País del Fuego. Como siempre, Miku aveces odiaba las misiones fuera de las Islas del País del Agua, pues tenía que hacer enormes viajes en barco, aveces de forma cómoda y relajada y otras veces no, pero que podía hacer. Gracias al papel que se le fue entregado, Miku supo el lugar de reunión con el dueño de la granja afectada, además de que sus compañeras eran dos Genin de Kirigakure, una novata al igual que la propia Yuki y Sayuri, una Genin más experimentada en misiones y el mundo ninja en general, una chica a la que había conocido hace poco, así que le hacía cierta ilusión colaborar en una misión con ella.

El andar de la Kunoichi de la Niebla finalmente la hizo llegar a las afueras de aquella pequeña comunidad agrícola. A los lejos, sus ojos color turquesa pudieron visualizar a un hombre, aparentemente el dueño de la granja que fue atacada. A paso lento, la chica se acercó hasta el hombre y hablar para poder corroborar que era él con quien tenía que reunirse.
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La chica había sido contactada para una misión fuera de su aldea, era la primera misión en que tenía que salir, realmente fue una sorpresa para ella que la tomasen en cuenta para salidas así de inesperadas, tristemente lo más probable era que fuese más porque carecían de Genins que pudiesen tomar el trabajo mejor que ella.

Pero no sé hecho para atrás, agradeció está oportunidad para llevar sus dotes más allá de las fronteras de su país, y no lo haría sola, gracias a que una novata al igual que ella y otra shinobi más experimentada en el campo extranjero tendrían el rol de sus acompañantes en la travesía. Las indicaciones eran simples pero a la vez carecían de un contexto certero, gracias a que una especie de criatura estaba haciendo desaparecer las gallinas de los granjeros de un pueblo muy cerca del país del fuego. Ella es fanática de lo culto por naturaleza, así que se le pudieron venir a su cabeza distintos escenarios un tanto...raros...y si, las gallinas al ser un animal de granja bastante comun en el mundo y a su vez no representar una gran baja para estos debido a que tenían vacasz cerdos, ovejas, ect ect, y se usaban para fines cultistas, ya sea para rituales, sacrificios, o ambos, o simplemente era un animal salvaje que tenía preferencia por las gallinas.

Se baño rápidamente, se vistió, y partió hasta el sitio acordado anteriormente, nunca había visto en vida a sus compañeras, lo cual era bastante facil de entender, cronológicamente hablando la jovencita había salido recientemente de la academia y estaba en preparación, por lo que, experiencia no tenía a diferencia de las otras 2. Una vez en el barco no hizo nada más que esperar su llegada al lugar, intento relacionarse un poco con miku pero no lo logró gracias a que no sabia como acercarse o tan siquiera como actuar. No se hizo esperar el momento en que tocaron tierra y se acercaron a la comunidad afectada, estaban desesperados por una solución, y Hana no podía contener su emoción no por la misión, sino que por palabras de ellos mismos podría ser una criatura nunca antes vista, algo que indudablemente quisiera mantener en sus memorias y contemplar con sus propios ojos, pero no iba al caso, al igual que su compañera se acercó al propietario intentando saber mas al respecto.
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Así fue como surgieron del horizonte las tres figuras femeninas, destinadas a cumplir con la misión de este día. Cada una de ellas vestía atuendos característicos del País del Agua, así como la bandana ninja con el símbolo de Kirigakure, por lo que, si el observador era mínimamente perspicaz, podría reconocerlas al instante en cuanto sus ojos lograran enfocar sus siluetas con claridad. Mientras las chicas se acercaban al poblado, el característico olor de las granjas, el ganado y el pastoreo comenzaba a inundar sus sentidos. Con cada paso, los aromas del abono, el estiércol, la paja y otros elementos se volvían cada vez más comunes para ellas.

-Si les soy sincera, creo que nunca me acostumbraré a estos olores- comentó la chica de cabello violeta a sus dos camaradas, de las cuales aún sabía muy poco. Conocía un poco más a Miku gracias a que pertenecían al mismo clan, pero más allá de eso, no sabía mucho sobre ella. En cuanto a la chica de cabello negro, no sabía nada en absoluto, ya que apenas habían hablado durante el trayecto que les había tocado transitar para llegar hasta allí. Lo que sí sabía era que ambas eran nuevas adquisiciones para el poderío militar de la aldea y que debía asegurarse de que la misión no resultara fatídica para ninguna de ellas. -Soy mucho más del centro de la ciudad. La bulla, el ajetreo...- terminó por comentar, esperando alguna respuesta amable, tal vez deseando establecer un poco más de conexión. Después de todo, eran miembros de la misma aldea, y se iban a necesitar en el futuro en más de una ocasión.


-¡Ahhhh por fin por fin llegaron!- Gritaba con algo de emoción el sujeto que aguardaba la llegada del trío, quien ya podría observar de cerca a su empleador. Era un señor de alrededor de sus cuarenta años de edad. Su cabello negro comenzaba a mostrar los primeros signos de calvicie, con claros visibles en su cuero cabelludo. Lucía, una barba descuidada que le otorgaba y desaliñada. Su piel canela, curtida por años de trabajo bajo el sol. Llevaba vestimentas típicas de un granjero con buena posición: una camisa de algodón de tonalidades terrosas, unos pantalones resistentes y botas de cuero bien gastadas pero de buena calidad. 

-¡A ver, a ver, por dónde empiezo!- exclamó, caminando de un lado a otro, visiblemente alterado y casi al borde de perder los nervios. -¡Juan! ¡Juan!- Soltó una sonrisa algo falsa, quizás fingida, mientras tomaba con fuerza el sombrero de paja que sostenía en sus manos. -Me pueden llamar Juan, sí. Vamos a mi casa, rápido. Ahí les muestro.- Se quedó esperando alguna señal por parte de las jóvenes para ver si le seguían el paso o no. Fue entonces cuando la más experimentada del grupo dio un paso adelante.

-Vamos, chicas- dijo, y con su liderazgo tranquilizador. Sayuri se adelantó ligeramente para situarse a la par del hombre. -Sayuri, un placer, señor. Ellas son Hana y Miku.- dijo señalando a sus compañeras que venían detrás, sin detener su paso en dirección a donde el hombre les indicaba. El hombre asintió nerviosamente, echando miradas ansiosas en dirección a su finca. -Le pido por favor que intente tranquilizarse. Estamos aquí para ayudarle en todo lo necesario y resolveremos lo que esté pasando con sus criaturas. En nombre de Kirigakure- continuó Sayuri con una postura serena y calmada, sus palabras impregnadas de una confianza que buscaba aliviar los nervios del granjero. El hombre, visiblemente más aliviado, asintió de nuevo y suspiró. -Gracias, realmente aprecio su ayuda. Las criaturas... algo extraño está ocurriendo,- logró decir con voz temblorosa mientras continuaban su camino hacia la finca.
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El grupo designado para la misión no tardó en reunirse y en comenzar con su avance hacia el punto de reunión con el granjero. En el camino, la líder del grupo, una chica de cabellos violetas de nombre Sayuri, a quien Miku conocía muy por encima gracias a pertenecer al mismo clan, comenzó a hablar, intentando establecer una conexión más cercana con ambas chicas. Miku decidió corresponder al gesto y también dar su opinión sobre lo que mencionó Sayuri — Personalmente prefiero los entornos tranquilos… Aveces, la presencia de mucha gente me pone… nerviosa… — Diría la Yuki con su clásico tono tímido.

Finalmente, el grupo de las tres Kunoichis de Kirigakure se reunió con el granjero, un hombre ya mayor y de aspecto levemente desalineado, a quien Miku solo alzó su mano para poder ejercer un pequeño saludo al hombre. Aquel mencionó su nombre, pero dejando ver lo nervioso y desesperado que estaba por recibir la ayuda, fue entonces cuando la Yuki de cabello violeta hizo gala de sus dotes de liderazgo, tratando de tranquilizar al hombre y presentando a las chicas mientras caminaban junto a él hacía su casa.

—¿Algo extraño? Podría decirnos exactamente… ¿Qué es lo que sucede aquí? Así podemos ayudarlo con mayor eficacia… — Diría Miku adelantándose a sus compañeras, talvez de las pocas veces en las que dejaba de lado su visible timidez para poder cumplir con su misión de forma exitosa. Sin más que añadir de su parte, la Yuki esperaría a que sus compañeras emitieran algún comentario o recibiera la respuesta por parte del hombre de abundante barba.
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En el trayecto designado para el comienzo de la misión, Hana, por su poca experiencia en la vida Shinobi no conocía a las otras 2 kunoichis quienes al parecer, tenían motivo de conversación por conocerse desde antes, ella tenía un problema con ello gracias a que desconocía cómo empezar a hablar con alguna de las 2. Sayuri intentó romper el hielo que había entre las féminas al igual que Miku que mostraba sus excéntricos gustos para los lugares. -Yo no estoy acostumbrada a los lugares como estos, siempre he escuchado ruidos de gente caminando, hablando, haciendo sus quehaceres, sonidos de carreras, soy más de lugares concurridos-. Dijo mirando el agua, trabajar en el bar de su madre le dios una costumbre al igual que a Sayuri al bullicio constante de lo que sería una ciudad, no conocía otra cosa más que esa.

Reunidas con el granjero este empezaría a emocionarse por la llegada de las chicas, Hana notaría inmediatamente si preocupación por el problema que estaba desarrollándose por la zona, quería terminar allí lo más rápido posible. -Señor respire profundo y calmese-. Dijo intentando hacer que aquel hombre de unos 40 años y ropajes distintivos de un granjero tratara de no apurarse y hablar lentamente su situación, incluso Sayuri le dijo lo mismo. Su nombre era Juan, por sus acciones debe ser la persona afectada o por lo menos una de las personas más afectadas por la situación. No hablaría de allí ya que necesitaba que el granjero "soltase la sopa" y diera la información requerida por el trío femenino.
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A medida que el grupo seguía caminando y aquel nervioso hombre se tranquilizaba más y más con el pasar de los minutos, el trío comenzaba a percibir el característico aroma de las granjas de gallinas. El olor a estiércol, mezclado con barro y paja, se hacía más fuerte a medida que las chicas se acercaban al granero. El revoloteo de las pequeñas criaturas moviéndose de un lado a otro a la distancia era cada vez más notorio. Y, por supuesto, el sonido tan común de su cacareo llenaba el aire. 

Dos de las kunoichis se encargaron con un éxito rotundo el tratar de calmar la notable angustia que tenía el señor, la otra, sin embargo, hacía parecer ver que esto no iba con ella, y había dejado la simple tarea a sus dos compañeras. De todos modos, sí se apreciaba su interés por terminar con la misión, ya que fue bastante directa al grano con las preguntas que le hacía al granjero, aquí sucedía algo de momento inexplicable, y la joven de cabello rojo quería llegar al final del asunto lo más pronto posible.

-Si claro señorita...- Se demoraba unos segundos en contestar, quizás buscando las palabras indicadas. Se rascaba el mentón y también los brazos. -Yo no he visto nada, si les soy sincero... pero me comentan algunos de mis empleados y otros vecinos, pues cosas inquietantes.- Al dejar de rascarse, abrió el pequeño portón de madera que daba al interior del corral donde se podía apreciar unos dos gallineros bastantes bien elaborados. Algunos tablones recostados a la pared de la casa que hacía de vivienda de esta gente. También algún que otro equipo de trabajo necesario para el día a día, así como paja, heno y demás. Al pasar las chicas, volvía a dejar cerrado el corralito.

-Aquí aquí. Acompáñenme aquí.- Las llevaba hacia el extremo que conectaba con un bosque en la lejanía, a unos cien o doscientos metros, quizás. -Me habían comentado que los sonidos provenían de esta dirección... y pues, si se fijan aquí.- Apuntaba al suelo y también a la cerca. -Creo que son huellas, no sé, no sé, dé estas cosas. También está la cerca, toda rota... intenté cerrarla con algo de la madera que me sobraba, creo que está bien.- Señalaba a madera rota, lugar por donde obviamente estaba ingresando lo que sea que se estuviese robando a las gallinas.

-Pues, una cerca rota, gente que dice haber escuchado sonidos de animales... eso que parecen ser huellas. Un bosque allá a lo lejos- Dijo Sayuri mientras se acercaba a Juan, quien ya estaba visiblemente más calmado. Quizás la presencia de las chicas trabajando diligentemente en encontrar la causa de la desaparición de sus gallinas le ayudaba a recuperar la tranquilidad. -Chicas, les puedo encomendar buscar pistas por acá, mientras yo voy adentro y hablo con el señor Juan y sus empleados, vale.- Con una sonrisa dibujada en su rostro, se alejaba del dúo para ir a solas con el señor y buscar pistas por su lado. -¡No intenten ir lejos sin mí!- Les daba una última indicación, esta vez elevando la voz, ya que luego de caminar un rato, ya estaba algo lejos.
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La diestra de Miku rascaba levemente su nariz por encima, pues el olor a estiércol y lodo no era algo común en la vida de la Yuki, así que se podría decir que no estaba acostumbrada a aquellos penetrantes olores como si lo estaban los granjeros y demás trabajadores del lugar. Con el hombre barbado más calmado gracias a las palabras de Miku y Sayuri, éste comenzó a responder a sus preguntas de manera eficiente, aparentemente no sabía mucho lejos de lo que sus empleados le habían comentado.

El grupo de Kunoichis fue llevado hasta el interior de uno de los corrales afectados por esta aún desconocida amenaza. El ambiente de lucha dentro del corral era palpable, las vallas cercanas a un profundo bosque estaban dañadas y en el barro del suelo unas huellas misteriosas estaban presentes. La mirada turquesa de la Yuki novata exploraba el suelo con las huellas marcadas, de repente echaba un vistazo rápido al bosque antes de devolver su atención al suelo. Fue ahí cuando Sayuri decidió ir en compañía del granjero a buscar pistas en otro lado, indicando que no fueran tan lejos sin ella.

Miku asintió levemente con la cabeza a las palabras de Sayuri, ahora tenía la misión de encontrar alguna pista cerca del lugar, algo en su interior la quería hacer ingresar al bosque, pero la advertencia de Sayuri estaba ahí, no quería ir sola pues aún desconocen la amenaza a la que se enfrentarán, para su suerte, Miku tenía algo más de entrenamiento, por lo que no era una novata en toda la extensión de la palabra. Rápidamente movió sus brazos a la altura de su pecho para realizar un único sello, el frío en el ambiente se intensificó levemente mientras cristales de hielo se formalizaban a su lado, creando una copia idéntica a ella.
Hyōton: Bunshin no Jutsu

Así es, un clon de hielo, producto del intenso entrenamiento que había seguido hasta ese momento en compañía de su padre. Con un gesto de la Miku original, la Miku clon supo que hacer, movilizándose para ingresar un poco más allá en el bosque de donde posiblemente venga aquella criatura que atormenta a los granjeros. Mientras tanto, la original podía buscar alguna otra pista cercana a su posición segura, no tenía miedo de mancharse de barro, aun cuando no estaba acostumbrada a ello.
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