(Autonarrada - D) Máxima seguridad
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¡Oooohmmm! —Exclamó la abuela Moromo.
¡Ooooohmm! —Contestó la abuela Ritsugo.
¡Oooohmmmm! —Interrumpió la abuela Kuba.
Ooohmm —masculló la abuela Ritsugo.

Treinta minutos llevaban así. Había empezado el proceso de meditación silenciosa, y para las abuelas que se habían presentado a la actividad, aquello consistía en mantener la misma charla dominguera de siempre, pero gritando ¡OHM! en sustituación de frases articuladas. Y la conversación parecía emocionante para quien la pudiera entender. Pero ese no era Relincho.
¿De verdad entiendes algo de lo que dicen? – le susurró el ninja a su abuela, Bobba, que meditaba a su lado.
¡Shhh! Calla, no perturbes mi paz —algunas ancianas alrededor abrieron los ojos y, silenciosamente, recriminaron a Bobba sus palabras—. Digooo… ¡Oooohhhmmm! —Relincho no entendía el nuevo idioma de su abuela, pero sabía que en ese mensaje había reproche.

Aquello solo era la guinda del pastel en la tarde más aburrida y a la vez terrorífica que ha podido vivir Relincho en su corto tiempo ninja. Su abuela, alguien no muy amigable y con pocas capacidades de relacionarse, se había ilusionado cuando había encontrado una pequeña asociación de ancianas muy preocupadas por el estado de la nación y del mundo en la actualidad. Desde que lo encontró, no hablaba de otra cosa, y le ilusionaba pasar el máximo tiempo posible con sus nuevas amigas, con las que no hacía otra cosa más que criticar a las familias de las otras.

Seguro que están hablando de mí” solía pensar Relincho. “Últimamente me ha salido bastante barriga, ¿verdad?”.

Bobba hace unas días le había encargado la seguridad en el evento que este grupo estaba planeando.
¡Son las increíbles jornadas de reflexión, debate, y compañía espiritual, de la aldea de Kirigakure! ¡Son legendarias! Te necesitamos a ti y solo a ti, porque van a ir más de quinientas personas. Más de quinientas abuelas ahí, ya te lo digo.
Por supuesto, Relincho sabía que si su abuela le había pedido el favor de ir como seguridad a las jornadas, era porque nadie más había aceptado aquello. Sabía que no le necesitaban a él y solo a él, pero una parte pequeña de Relincho sintió una cierta punzada de alegría al sentirse necesitado.
Pero eso se disipó como el aire cuando alguien pincha un globo. Además de Bobba Kurama, al evento se habían presentado la abuela Moromo, la abuela Ritsugo, la abuela Kuba, y otra señora anciana que ni siquiera tenía nada que ver con ellas, pero aquel era el parque donde solía ir a dar de comer a los patos. Eran cinco personas. Relincho, en ese momento, se preguntó si en realidad en la famosa asociación que tanto había enamorado a su abuela, había algún miembro más aparte de los allí presentes.
¡Qué bien, hemos hecho pleno! —Dijo la abuela Ritsugo, confirmando las sospechas.

En seguida, la tarde dio paso a la noche. Otros treinta minutos de abuelas incapaces de cerrar la boca fue una tortura que Relincho no sabía que se merecía. O quizá sí, por engordar últimamente. Una vez hubieron acabado, se despidieron, y todos volvimos a casa. Efectivamente, ahí no hacía falta ninguna seguridad.
¡Todo ha ido fatal! ¡Maldita sea! ¡Tanto trabajo invertido para nada! —gritó la abuela Bobba una vez llegó a su casa. Empezó a tirar sus cosas al suelo, e incluso algún jarrón salió volando.
Dios mío, ¿qué haces? ¿Qué demonios te pasa?
Tú has visto cómo estaba ese fósil de Moromo, ¿no?
¿Eh? —Relincho no entendía nada.
He organizado todo esto porque la abuela estaba fatal de salud. “Un soplido de aire y podría morir” le habían dicho los médicos. Y yo les maldigo, estúpidos curanderos de pacotilla.
Abuela, ¿de qué estás hablando?
¡Su herencia, maldito cabeza de caballo! Llevo meses intentando hacerme su amiga íntima, y hoy tendría que haberle pasado algo. Pero no. Ya la has visto, ¿no? Se ve que hasta le ha sentado bien salir a la calle y todo. Y con esta alegría nueva que tiene, se ha reconciliado con su familia. ¡Ahora, si se muere, su herencia se la llevarán ellos! Todo mal. Todo fatal. No sé para qué hago nada. Adiós.
La abuela Bobba le cerró la puerta a Relincho. Este se prometió no volver a hacerle caso nunca más. Aunque, eso sí, pudo reconocer que algo de seguridad sí que se cumplió. Una muerte había sido evitada.
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Última modificación: 31-05-2024, 01:21 PM por Kaito.
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