¿Cuántos inicios han habido ya? [Priv - Asahi]
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Esta historia transcurre al mediodía en la Isla del Norte. El clima, como siempre, es frío, te congela hasta el alma. Si bien ella no se caracteriza por usar un traje demasiado abrigado, utiliza una túnica de colores azules para cubrirse y así protegerse de la temperatura. En este lugar, el Templo de las Doce Gotas es la principal atracción, aunque no es para ir y reírse, disfrutar del ambiente, sino que gozar del silencio, la paz y la tranquilad.

Nos encontramos con Mei, arrodillada frente a las estatuas de los Dioses que tanto veneran en la isla. Es una señal de respeto cuando visitar la zona, siendo ella una persona que intenta seguir las costumbres de los lugares que visita. Durante su etapa de fugitiva, aprendió que esa es una táctica muy útil para que los lugareños no te vean con malos ojos. Después de todo, nuestra protagonista se acostumbró a vivir con malos ojos sobre ella. Es la penitencia de una vida huyendo.

Pero ahora no. Como ninja de Kirigakure, goza de cierto prestigio, sobre todo al habérsele visto en distintas oportunidad como alguien que apoya al poderoso imperio. No olvidemos que su acogida en la aldea se debió a la intromisión, que algunos llaman amiguismo, de un respetado ninja que solicitó ante los altos mandos que se le acepte como aldeas tanto a ella como a su difunta madre. Ahí es donde comenzó a escribirse la historia de Acheron en esta nación.

Centrándonos en el presente, ¿qué la trae a este humilde lugar? Al vivir aquí personas tan pacíficas, normalmente solo los shinobis y kunoichis religiosos visitan la isla. ¿Es Mei alguien de ese estilo? Para nada, jamás recibió educación al respecto. La verdad es que en las calles de la ciudad central escuchó un pequeño rumor, uno que llamó su atención. Al parecer, ciertos objetos del templo han sido sustraídos, o más bien, desaparecidos “misteriosamente” durante la última semana. Esto ha puesto en alerta a los habitantes y generado un clima hostil. Eso sí, han sido astutos, pues no han permitido que la información se escape de manera muy potente hacia el exterior. Si Acheron escuchó es por mera casualidad.

Podemos decir que la Diosa de la Fortuna estuvo de su parte en esta oportunidad.

Disculpe, usted no es de por aquí, ¿verdad? — Se escucha la voz de un hombre. Es calvo y, según su vestimenta, se puede inferir que se trata de un monje del templo.

Acheron se voltea y lo observa, luego de escucharlo. Se coloca de pie y soba un momento sus rodillas. — Solo vengo a presentar mis respetos. — Responde, con la seriedad que la caracteriza. Sin embargo, no tarda en escuchar un nuevo diálogo. — Le pediría que, si no tiene nada importante que hacer en la isla, se marche. 

Qué directo ha sido, ¿no? Obviamente tiene que ver con el rumor que ha venido a investigar, pero jamás pensó que un individuo de ahí, famoso por lo pacífico, la eche de esa forma.

Cuanto menos curioso.
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Aquí vamos de nuevo. ¿Tercera o sexta? Quizá hasta décima vez. La cuenta se perdió hace mucho. Los Tutoriales de Muerte eran incontables, pero lo importante es que era un inicio nuevo, algo fresco, algo que prometía un poco más de acción que vidas pasadas...

Hace demasiado frío, pensó Asahi. Ambas palmas de sus manos se encontraron a la altura de su torso, muy cercanas entre sí y a sí mismo, ambas siendo frotadas entre sí para generar un poco de calor. "A este paso voy a congelarme", pensó con preocupación. Sin embargo, como un bombillo averiado, se iluminó su cabeza por un pequeño segundo, recordando aquel par de guantes que casi nunca dejaba en casa.

Bastó con rebuscar un poco entre ambos pares de sus bolsillos y aquel par de guantes que siempre solía llevar consigo aparecieron. — Qué suerte, siempre los traigo conmigo, conmigo. — Comentó a la soledad de su andar y adornó el comentario con una sonrisa muy ligera, elevando su cuello apenas por encima del cuello alto de su suéter, casi mostrando la parte superior de su dentadura.

¿En qué se ocupaba Asahi? Pues no era para nada relevante. Después de todo, a eso había venido a este mundo, a estar de chill. Su presencia en la isla ubicada al norte de la capital no era más que una mano amiga que él mismo buscaba proveer a los monjes del templo. De pequeño, al vivir en las cercanías, pudo visitar en reiteradas ocasiones la ubicación, siendo ahora asignado como un activo para la recuperación de unos trastos viejos. Allí se ubicó y pronto se toparía con una cara un tanto conocida.

¿Acheron? ¿O era Mei? ¿O podría ser La Viajera? Podría ser ella, sin embargo, nunca entabló una conversación con la joven, simplemente coincidieron en algunas ocasiones en labores "sociales" de poco impacto allá en la capital. Nada relevante. Alguna que otra discusión de la cual él simplemente observó y brindó un poco de apoyo. — Buenos, buenos días. Mi nombre es Asahi. He sido enviado aquí por la comisión de asignación de activos del Imperio. — Hizo una pequeña reverencia.
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La interacción de la joven con el monje se encuentra a punto de finalizar, pero un nuevo personaje entra en escena, ocasionando que la escena actual siga su curso. El rostro de aquel muchacho resuena en la mente de Mei, pero, en realidad, no lo asocia a un nombre en particular. ¿Se habrán cruzado alguna vez en la aldea? Aunque aquí, el tema es otro. — ¿Qué es esa comisión de asignación de activos? Nunca lo había escuchado, quizás es un departamento nuevo. — De todas formas, no le da más atención que ese pensamiento. Quien sí le da relevancia es el monje, el cual cambia la expresión en su rostro a una sonrisa y toca suavemente el hombro derecho de Asahi.
 
Ah, ¡eres tú! Hace mucho no venías por aquí, todos te echábamos de menos. — Sinceramente, esto no le sienta bien a Acheron. A ella de inmediato intentó echarla no solo del templo, sino de la isla. Pero con aquel tipo muestra una forma de ser totalmente diferente, recibiéndole con los brazos abiertos. No genera en ella el sentimiento negativo de “celos”, sino que lo ve como una oportunidad. Si se mantiene cerca de aquel de cabellos rojizos, puede tener un pase especial para recorrer la isla en su investigación.
 
Por el momento, la fémina se mantiene al margen, permitiendo que el de nulos cabellos siga hablando con el recién llegado. — Supongo que te mandaron a ayudarnos, aunque intentamos no encender las alarmas. Parece que es imposible ocultar cosas ante ustedes, los ninjas. — Se toca la sien un momento en señal de resignación. Finalmente suspira y se acerca un poco más al varón, queriendo hablarle en voz baja. Al parecer, le entrega información confidencial del caso.
 
Una vez hecho aquello, hace una leve reverencia y se retira. ¿Lo curioso? Ni se volteó a ver a Acheron o despedirse de ella. ¿En qué momento este lugar se volvió tan irrespetuoso con los visitantes? No la primera vez que visita la isla, pero sí es la primera en que se encuentra con un escenario tan descortés.
 
Lo crucial ahora es intentar acceder a los datos obtenidos por amiguismo. Alza la voz, pero con una gran peculiaridad. Acheron posee la capacidad de que solo al oigan aquellos que ella desea, por lo que nadie más dentro del templo puede oírla.
 
También vengo interesada en este caso. ¿Puedes compartirme lo que te dijo? De lo contrario, te seguiré a donde quiera que vayas aun en contra de tu voluntad. — Si bien es una especie de amenaza, su voz mantiene un tono tranquilo. No le parece una barbaridad lo que dice.
 
Una vez obtenga respuesta, independiente de cual sea, caminará hacia el exterior del recinto. Esto para no llamar la atención del resto de monjes o visitantes, quienes pueden considerar incómodo que haya personas frente a las estatuas que veneran hablando de forma misteriosa. Llamarla atención en este tipo de casos tampoco es la mejor opción.
 
Pasiva Suzume
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Todo el panorama parecía cambiar drásticamente. La difícil posición en la cual se encontraba... ¿Cómo era? En aquel punto era de poca importancia el verdadero sufijo de la chica, simplemente le interesaba indagar un poco más acerca de su presencia en las Islas.

— Igualmente, he estado un poco ocupado estos últimos meses, meses. — Respondió al monje, observando de reojo el tacto sobre su hombro. Asahi no exteriorizó ningún tipo de gesto más allá de una frívola mirada, pero en su interior escondió ligeramente un haz de incomodidad.

El de cabello trenzado solo ladeó su cabeza de un costado a otro, dándole cierta razón al monje. Para el imperio era casi imposible no meter sus narices en la mayoría de los asuntos. Después de todo, a eso se dedicaban: un control total sobre las masas de Kirigakure. De lo contrario, aquellos "monos" que se hacían llamar los Rebeldes hace rato hubiesen logrado su cometido.

— Vaya, vaya, eso sí que es un dato interesante. Muchas gracias, lo tomaré en cuenta. — Asintió. Hasta ese punto, incluso Asahi habría dejado a la deriva a la Viajera, pues el epicentro se tornó sobre el monje y la corta, pero plácida plática que sostuvieron por instantes.

¿Eh? Así gratis y fugaz fue la aparente amenaza de la joven de cabellos... ¿Lilas? Una pequeña gota de sudor recorrió la frente del chico y se escondió apenas por detrás de su trenza. Sus dientes se mostraron por primera vez por encima del cuello alto de su abrigo y dio un sobresalto ligero en respuesta a la "oferta" de la joven Acheron. — Hola, creo que no tengo problema en recibir una mano extra, extra. — Lo meditó, quizá no lo suficiente y en principio, accedió.

— Te diré, pero debemos avanzar. — Invitó a seguirle, guiado únicamente por un gesto de su cabeza hacia el costado, que, en efecto, apuntaba en dirección a la zona a investigar. En esta última intervención, casi que se resistió a repetir la última palabra de aquella oración. Aquel mal habito o quizá más bien "trastorno", no era para nada cómodo, simplemente quería practicar hasta lograr hacerse cargo de ello, pero le era difícil.
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Imposible que no destaque y llame la atención aquella manía ajena de repetir una palabra en sus diálogos. Puede ser un poco confuso en un principio, pero algo le dice que ya ha escuchado antes a alguien hablar de esa forma. A veces es muy negativo tener mala memoria, pero está acostumbrada a ello. Puede vivir así.

Afortunadamente, el muchacho no se niega a trabajar en equipo. Bueno, no es que Mei haya propuesto eso, sino que simplemente desea obtener aquella información privilegiada sobre el caso. De lo contrario, todo esto le será más complicado, y solo vino a esta isla por ello. — Bien, entonces trabajaremos juntos. — Es consciente de que eso es más simple que solo pedirle que le diga todo, sobre todo a una desconocida. Cualquiera de los dos puede sospechar del otro, aunque aún hay algo dentro de ella que le indica que ya se han conocido en el pasado.

Te sigo. — Finalmente abandonan el templo, huyendo de las miradas que ya comenzaban a posarse en ellos. Todos volvieron a lo suyo, aunque no al 100%. La sociedad en esa isla se encuentra con los ojos bien abiertos debido a las desapariciones. Debido al gran culto que practican, a nadie le agrada que haya un ladrón entre ellos sustrayendo bienes preciados.

Mei intenta actuar normal, no dirigiéndole miradas fijas a nadie durante el camino, pero igual busca tenerlos en el campo visual. Lo más lógico es que sea alguien que esté en este momento en la zona el ladrón, por lo que cualquiera puede serlo. — ¿A dónde vamos? Ya podrías compartir conmigo lo que te dijo ese monje, no hay tanta gente cerca. — Esto gracias a que la población no es muy numerosa, lo que consigue que ahí todos se conozcan. ¿Será un traidor o, lo que se considera como topo, el criminal?

Aunque hay algo más personal que no me deja tranquila. — Y, al decir eso, detiene sus pasos, esperando que el muchacho también frene su caminata. — ¿Acaso nos conocemos? — Una pregunta bastante inocente, más que nada formulada para saciar su curiosidad.

Luego, pueden reanudar el andar para llegar hasta donde los guía el Heizu.
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Media vuelta y unos cuantos pasos bastaron para darle la espalda a la kunoichi. Su mentón se escondió en su cuello y parte de su pecho, casi acurrucándose en la parte posterior del cuello alto de su prenda de vestir. Miró de reojo hacia un costado, intentando obtener una visual, aunque fuese mínima de la joven enigmática.

¿Realmente no lo reconoce? ¿A qué ha venido? Una marejada de preguntas empezaba a desbordar en la cabeza de Asahi. Sin embargo, aquel cómodo silencio que decidió adoptar le permitió cobijar la mayoría de las incógnitas y resguardarlas en su interior, siendo ocultadas y fugazmente olvidadas, allí donde nadie nunca podría saberlo...

¿Se ha desesperado? Probablemente. Asahi pensó de inmediato en dicha conclusión. Era algo que le encajaba bastante con lo poco que había visto de su personalidad, pero no pretendía alargar más la espera y, tal como la joven había indicado, estaban "solos". — Ah, cierto. — Sonrió ligeramente para sus adentros mientras negó un par de veces y volvió a abrir sus labios. — Existe información de que un grupo de "rebeldes" son los que están detrás de todo. Ya sabes, esas personas que dicen cargar con la nación sobre sus hombros y que sus ideales son mucho más importantes que los del resto. — El disgusto en su tono era claro, quizá no en demasía, pero era ligeramente palpable.

El chico suspiró. Allí iba una partida a repetirse, pero exitosamente pudo contenerse y vocalizar correctamente sus próximas palabras. — Jarrones, dinero, joyas, estatuas, reliquias en general. — Allí, su muletilla le jugó una mala pasada y tuvo que cortarse de cuajo y repetir. — En general. — El chico aclaró su garganta y se detuvo justo a un costado del último edificio que había sido afectado. — Bien, vamos por aquí. Es el último edificio que han saqueado. Quizá podamos encontrar algo útil. — Con aquello culminó su intervención y dio paso a lo que él mismo se preguntó minutos antes... ¿Ya lo reconoció?

La joven Acheron sin duda tardó en percatarse, pero finalmente habría llegado a la pregunta del millón. — Sí, academia de adiestramiento. Fui asignado para cubrir una de las tantas revueltas de rebeldes hace mucho tiempo atrás. De hecho, estuvimos casi un año entero en la misma unidad, pero no creo que puedas recordarlo. — Guardó silencio y dio un paso adentro del edificio. Todo estaba ligeramente acordonado por secciones de interés que otros miembros de la unidad de búsqueda habrían adelantado. Eran simples detectives, no movían ni utilizaban chakra. Su director, un tal Pan o Migaja, algo así, cedió la jurisdicción al imperio, pues el personal en aquel momento estaba bastante corto.
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Por la información dada por el ninja, Mei se sorprende al ver que han robado más de lo que pensó. Aquello le molesta, pues esa isla tiende a ser bastante pacífica, así que fijarla como el blanco de hurtos le parece algo de mucha bajeza. Lo sigue hasta el edificio mencionado, concluyendo que ha tenido suerte de encontrarse con Asahi, pues así accede a información privilegiada. Ella no se caracteriza por ser la persona más sociable del mundo, así que no posee esa clase de contactos especiales como lo del monje. Todo lo debe obtener mediante la investigación o el uso de la fuerza. Aunque claro, ya está acostumbrada.

Esa gente me da asco. Si quieren hacer el bien, pueden intentar otros métodos. Un ladrón, para mí, siempre será un criminal. Si damos con los responsables, les daré su merecido sin piedad alguna. — Durante su educación ninja, Mei fue instruida con los ideales imperiales. Aun así, antes de llegar a la aldea, ella vio mucho en el mundo, por lo que sabe que las cosas no son blanco o negro. De todos modos, por su cariño a la aldea que le ha dado un hogar, siempre busca seguir lo mejor para ella.

Si algo no esperaba es que hayan compartido unidad durante todo un año. Aquello hace que se muera de la vergüenza, aunque no lo demuestra mucho, solo se rasca la mejilla un momento. — Supongo que me enfoqué demasiado en el trabajo y no en mis compañeros. Te pido disculpas. — Con el paso de los años ha aprendido a relajarse un poco mientras se desempeña como ninja. En sus inicios, dentro de su mente se repetía constantemente que debe hacer todo de manera perfecta. La persona que tenía de objetivo a igualar era increíble, por lo que tryhardeaba mucho queriendo imitarlo.

Prometo no olvidar tu nombre desde hoy, Asahi. — Y cuando se propone algo, lo logra. Solo necesita concentrarse más. Además, existe la posibilidad que coincidan de manera más seguida en el futuro. La repetición siempre logra que la memoria trabaje por sí sola y se acostumbre a un conocimiento.

Al llegar al lugar, observa que ya fue revisado con antelación. Solo hay un hombre revisando algo, pues parece que su equipo se marchó. Claro, le deja la labor a los ninjas. Antes de acercarse a él, Mei opta por decir una última cosa a su compañero. — Si trabajamos juntos y seguimos aquí, significa que hicimos las cosas bien. Resolvamos este asunto. — No hay espacio para el fallo.

El inspector Migaja va hacia ellos antes, interrumpiendo su charla. — No cabe duda, ustedes son los ninjas que envía el imperio. Pude asegurarme de que nadie mueva nada, y nadie del exterior se acerque. Yo no pude encontrar mucho, así que confío en ustedes. — Inclina levemente la cabeza en señal de respeto y se retira, dejando a la dupla a solas.

Gracias a ti estoy aquí, así que estarás al mando. Puedes entrar primero. — Se hace a un lado para dejarle el camino libre. Asahi tendrá la facultad de guiar la investigación, aunque cuando toque pelear, muy dudosamente Mei le ceda protagonismo. Si algo la caracteriza es la de impartir justicia en base a la fuerza.
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— ¿Ah, sí? — Asahi se notó especialmente intrigado por la posición que Mei adoptó casi de inmediato con respecto a los "rebeldes". Ciertamente, eran una facción bastante sólida, aunque claro, su existencia no era más que rumores, al menos en Kirigakure. Era una de las naciones que mejor manejo había aplicado hasta el momento. Quizá en un futuro eso pudiera cambiar, y él solo esperaba poder estar a la medida de la situación.

— Como sea, no pretendo meterme en esos asuntos. Mientras no rompas ninguna regla u obstruyas mi labor, no tengo asunto alguno en cómo quieras manejar el desenlace de este asunto, asunto. — Fue tajante. Asahi, como de costumbre, buscaba siempre estar al margen, no implicarse de más en ese tipo de cosas, especialmente con una "desconocida" que ni siquiera lograba reconocerle.

— Aunque bueno, yendo a otro tema... Los rebeldes no son más que las reiteradas fallas del imperialismo. No somos perfectos, pero entiendo que la acumulación de errores crea este tipo de situaciones, situaciones. — Enfatizó. Su diestra pasó cerca de su nariz para limpiarse un poco; sentía que algo le incomodaba.

La escena era bastante sencilla. No había más que precintados por todos lados y alguna que otra sección de objetos separada del resto de la evidencia. El chico de cabellera vino se posaba en el centro de la sala; era el inspector. Portaba un rollo bastante grande en su espalda, pero no había identificativo alguno de que fuese parte del imperio o siquiera de la aldea. Interesante. — Saludos. Agradezco el esfuerzo, lo tomaremos desde aquí, aquí. — Sonrió muy ligeramente y reverenció al individuo, quien dio media vuelta y abandonó la escena sin ningún otro tipo de intervención, a partir de allí, solamente se darían unos cuantos pasos para ingresar correctamente a la escena del crimen, desde allí comenzaba la labor.

— Vaya... ¿No te resulta familiar? — Extrañamente, su muletilla no salió a relucir, aunque esto fue bastante involuntario. El aspecto de aquel chico le llamaba la atención, era interesante de observar... ¿Quién sería Migaja exactamente? El Heizu sacudió su cabeza ligeramente y buscó centrarse en la labor. — Disculpa, me he desviado, desviado. — Un poco apenado rebuscó con la mirada en los sitios aislados con cinta. — Ve por allá, allá. Yo buscaré de este otro lado, creo que han separado los elementos más llamativos o al menos espero que lo hayan hecho. — Ordenó a Asahi mientras se desviaba hacia el lado derecho de la habitación. Todo estaba roto, tirado por allí, había alguna que otra mancha de lodo o sangre, era un desastre.
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¿Él? — Se voltea un segundo para ver marcharse al inspector de antes. La verdad es que de algo le suena, pero ya sabemos cómo es ella con el asunto de recordar personas. — Puede ser. — Y una vez aquel antiguamente famoso personaje abandona la escena, solo quedan presentes los dos gennins de Kirigakure. Entran al lugar sin problemas, observando todo lo que hay. Se ve que hicieron un gran trabajando manteniendo las pruebas intactas, por lo que pueden observarlas y buscar nuevas pistas tomándose su tiempo.

Asiente con la cabeza a la indicación dada por el muchacho, centrándose en investigar lo que hay en el costado izquierdo de la escena del crimen. Ante sus ojos hay huellas, incluso ceniza. ¿Será real o alguien simplemente rompió las reglas y fumó mientras vigilaba? Independiente de cuál sea la respuesta, el rastro la guía unos cuantos metros más allá, alejándose un poco de su compañero. Al seguir concentrada la pista, no se da tiempo de avisarle. Sin embargo, en cierto lugar, toda pista desaparece. Mei mira en todas las direcciones por si encuentra algo nuevo. A su izquierda hay una ventana, intenta abrirla pero es imposible, se encuentra sellada.

Entonces, ¿cómo?

Cuando ya comienza a rendirse y optar por regresar con Asahi para preguntarle si ha dado con alguna conclusión, algo repentino ocurre. Una plancha del techo se abre y son arrojados kunais con sellos explosivos directamente a donde se encuentra Acheron de pie. Ella se da cuenta mediante el sonido, pero no alcanza a huir. Únicamente atina a cubrirse con los brazos cuando sucede la explosión. La pared a su lado es destrozada y el cuerpo de la joven sale volando unos cuantos metros, cayendo al exterior. Todo este desastre debe ser más que suficiente para alertar al Heizu, pero, por el momento, la Suzume se encuentra sola.

Si la vemos a ella, se pueden ver sus antebrazos llenos de sangre a la vez que sus brazos por completos tiemblan producto de recibir de lleno la explosión. — Mierda, duele demasiado. — Pero no puede centrarse en eso, ya que seguramente este atentado tiene que ver con el caso investigado. — ¡¿Quién anda ahí?! — Expresa en voz alta.

Desde aquel escondite secreto, emergen dos figuras con sacos en los hombros, en donde deben tener la mercancía robada. Usan el agujero en la pared por el cual salió anteriormente Acheron, buscando escapar de la zona. Mei intenta levantarse, pero su cuerpo no responde, necesita de más tiempo para recuperar la movilidad. Por lo tanto, solo alguien puede carrear.

¡Asahi, rápido!

Luego, suelta un grito que llega a los oídos de los ladrones en base a ondas sonoras que lastimarán sus cuerpos, esto con la intención de retrasarlos un poco y darle tiempo a su compañero de aparecer.

Sawagu
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Asahi se encogió de hombros por poco tiempo. Tal y como predijo, Mei no parecía estar segura del comentario ejercido por el de dientes serrados. Y era normal, él tampoco sabía de dónde venía aquella extraña sensación de familiaridad. Sin embargo, no se mantuvo en ello y avanzó.

El silencio era abrumador. Mei se habría alejado lo suficiente como para que sus pasos ya no fueran audibles. Únicamente se escuchaban los propios del Heizu. Se detuvo bastante cerca de una de las zonas más precintadas. Los detalles más llamativos a simple vista eran la sangre y las cenizas, que estaban por todo el sitio. No obstante, no había artículos o pistas más allá de aquellos detalles remarcables. ¿Qué seguía?

No quiso mantenerse al margen y decidió acercarse un poco más, pasando entre la cinta y accediendo a la escena. Allí, pudo notar distintos cables de alambre y hendiduras en las estructuras, bastante irregulares y no parecían ser realizadas por una herramienta ni mucho menos. El Shinobi giró su cabeza y pudo notar lo que parecía ser una especie de fragmento o astillas de tamaño mediano clavadas en una de las paredes cercanas. Quiso acercarse, pero el sonido de un estallido al otro lado de la sala lo evitó.

—¡Mei! —exclamó con preocupación el Heizu. Saltó por encima de la cinta y aterrizó con facilidad en el centro de la sala. Sin embargo, el daño estructural estaba hecho, siendo cubierto totalmente por una nube de humo que posteriormente se esparció hacia las afueras del recinto. Tardó en abandonar el sitio, especialmente porque le era casi imposible ver a través del humo. —¡Mei! ¿Dónde estás? —exclamó sin repetir su muletilla, probablemente debido a la preocupación.

Curiosamente, desarrollaba cada vez más control sobre ese aspecto de su hablar, aunque no era para nada voluntario. Finalmente, pudo salir y observar a la joven Mei con una herida en los brazos. —¿Cómo ha sucedido? —preguntó en voz alta mientras su cabeza revoloteaba en distintas direcciones, esperando observar algo en concreto.

Sus ojos finalmente hicieron contacto con un par de ladrones, ambos con sacos sobre sus hombros y aparentemente alterados por "algo". El Shinobi buscó reducir la distancia con respecto a Mei con unos cuantos pasos cautelosos. A su vez, ejecutó una cadena de sellos para intentar prolongar los efectos ejercidos por la Kunoichi. Mientras realizaba los sellos, Asahi mantenía su atención dividida entre Mei y los ladrones. Observó cada uno de sus movimientos, listo para reaccionar ante cualquier amenaza. Su preocupación por Mei era evidente, pero también sabía que debía mantenerse enfocado y protegerse.

Suiren no Jutsu


El torrente de agua buscaría impactar sobre ambos o al menos uno de ellos, quien fuese. Mientras que él, se acercaba a Mei para revisar las heridas al menos de forma visual. — ¿Puedes moverte? — Consulto a la Kunoichi y aseguró — No dejemos que se escapen, escapen. — Aseguró su diestra sobre su porta-armas, mientras que la zurda se mantuvo libre buscando el hombro de la kunoichi.
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Asahi no tarda en aparecer en escena, utilizando un jutsu del elemento agua, el cual le llega a uno de los ladrones que intentaba sobre pasar un muro. Al ser atrapado justo a la mitad, cae hacia atrás, viendo frustrado su escape. En cuanto a su compañero, sí logra ir hasta fuera de la zona, viendo con una cara preocupada que amigo no fue capaz de alcanzar la libertad con él. Duda un momento sobre si regresar a por él, pero entiende que solo hará que lo atrapen a él también. Con un dolor en el alma, opta por huir. Mei y Asahi escuchan los pasos alejarse, pero ya es difícil alcanzarlo. Al parecer, solo logran completar la mitad del trabajo. Ya tendrán tiempo después para hacer el otro 50%.

Este imbécil nos dirá todo, el otro no podrá ir muy lejos. — Sus palabras se oyen más agresivas, abandonando la tranquilidad antes. Sus movimientos vuelven a ser rápidos, producto de que el daño principalmente se lo llevaron sus brazos. Antes de que el criminal que quedó atrás intente irse, recibe una patada en el pecho por parte de la kunoichi. Esta logra que el cuerpo impacte contra el muro tras su espalda y caiga sentado. Ella fue educada por el imperio, por lo que a la hora de trabajar, sobre todo con los malos, sus métodos tienden a ser bastante rudos. Así es como se le enseñó que debe ser una ninja fuerte.

Acto seguido, pisa su rodilla con fuerza, provocándole un grito de dolor. Espera que para entonces, Asahi también esté allí, así que entre ambos pueden realizar el interrogatorio.

¿No te da vergüenza seleccionar como blanco de robos una aldea tan pacífica? — Aquella primera pregunta da a entender que sus ideales “correctos” están por encima de todo. Ella adora a la aldea y su gente, y su bienestar siempre será su prioridad. Esto probablemente nunca cambie, aunque nunca se sabe.

Una nueva patada es ejercita, esta vez en la otra rodilla, asegurándose que con ese daño el tipo aquel no sea capaz de intentar huir. Ahora mismo, se encuentra a merced de los dos ninjas de Kirigakure. No tiene más remedio que hablar.

Además, ya nos puedes ir diciendo a dónde irá tu compañero. Si no hablas, créeme que no quieres saber tu destino. — Y consigue lo deseado. El ladrón finalmente revela que el escondite que tienen es en una cueva en la periferia de la isla. La misma se encuentra oculta detrás de unas enormes rocas, por lo que desde el exterior nadie sospecha.

Antes de ir a por él, le solicita tiempo a Asahi. Se toma unos minutos para limpiar la sangre de sus brazos y vendarlos, quedando los mismos con unas quemaduras feas, pero no es tiempo de ir a recibir atención médica. Deben moverse antes de que el tipo restante opte por abandonar la isla con todo el botín.

¿Estás listo? Por lo que dijo, su compañero posee habilidades ninja. — Ya que usa el doton para ocultar, entrar y salir de su guarida. — Me costará realizar sellos, así que tal vez deberás llevarte el mayor peso de someter al enemigo.
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Un suspiro de alivio escapó de entre la dentadura serrada del de cabellos vino. Sus manos se separaron casi al instante en que pudo percatarse de que su movimiento tuvo éxito. Desenlazó sus dedos y relajó su postura para caminar rápidamente hacia el sospechoso; no obstante, Mei se adelantó y empezó la interrogación con bastante vigor. Y no era para menos, luego del daño que le habían hecho, era normal que quisiera reaccionar de esa manera.

— Bien. Creo que hoy no es tu día de suerte, suerte. — Dijo al ladrón capturado. El Heizu se cruzó de brazos momentáneamente hasta que recordó la herida de su compañera. Su mirada se desvió hacia el brazo de la kunoichi y revisó rápidamente que no fuese nada grave. — Por cierto, tu herida… ¿Estás bien? — Preguntó, solo quería corroborar que pudiese continuar con la misión. En aquel punto, Mei pisaba con fuerza la rodilla del sospechoso. — Cuidado. No, no vaya a ser que desmaye y no nos diga nada. — Advirtió. Extrañamente, no se sentía en contra de las acciones de Mei; de hecho, sentía cierta satisfacción al poder verla llevar a cabo su dulce venganza por aquellas heridas en sus brazos.

Asahi dio media vuelta y se acercó al lugar del estallido para corroborar que los daños solo hubieran sido internos y no afectaran nada más allá de la estructura. "Fue una explosión considerablemente fuerte. ¿Habrá sido Ninjutsu o simplemente fueron herramientas?" Se preguntó e incluso se adelantó a teorizar un poco al respecto.

Para cuando Asahi regresó a observar al sospechoso, Mei ya había extraído toda la información necesaria. Lo hizo ver bastante sencillo, la verdad, y Asahi no pudo evitar felicitarla por ello. — Buen trabajo, no pensé que fuese a darnos nada, nada. — Se cruzó de brazos y esperó el tiempo solicitado por la kunoichi. Lo ideal sería tratar sus heridas, pero eso implicaba perder el rastro del otro sospechoso…

— Lo estoy. Solo asegurémonos de amarrar bien a ese tipejo. No quiero que se escape y siga haciendo de las suyas, suyas. — Comentó, acercándose al tipo y apretando las cuerdas que habían utilizado para amarrarle. — Hablé con uno de los dueños del local. Se pondrá en contacto con la división de investigación, investigación. Migaja, Migaja no debe tardar en aparecer para retirar al sospechoso. Mientras, vayamos al sitio. — Añadió.

Dicho aquello, partirían hacia la guarida. Extrañamente, la ubicación era un tanto “remota”. A simple vista parecía un paraje sin más, no obstante, detrás de aquella tosca roca parecía reposar una fina capa de hielo, aunque resistente. — Parece que, en verdad, sí tiene un buen manejo del Ninjutsu. — Comentó en voz alta mientras palpaba un poco la pared de roca y hielo que resguardaba la entrada.

— Creo que con unos cuantos de estos será suficiente, suficiente. — Sugirió mostrando al menos cuatro papeles explosivos que había retirado de su equipamiento. El Heizu se adelantó y adhirió los papeles sobre la estructura rocosa y se alejó unos cuantos metros. — Toma cobertura, podría haber perdigones. — Advirtió. Un solo sello de manos bastó para que la explosión demoliera la entrada y permitiese el paso de Asahi y Mei.

¿Qué encontrarían dentro? Extrañamente, parecía una “sala” de reuniones. Había hielo por todas partes, aunque en su mayoría parecía haber cesado hace ya un tiempo atrás, dejando algún que otro charco en el interior. Sin embargo, varios “asientos” de hielo en una redonda perfecta yacían intactos. — Vaya. ¿Qué crees que harán aquí? — Preguntó a Mei mientras revisaba visualmente una sección del sitio.

Para Mei, habría de todo un poco. Planos de Kirigakure, planteamientos ofensivos, tácticas. Incluso una lista de técnicas que seguramente un Jounin hubiese entrenado siendo de rango S+ y teniendo todo sus niveles desbloqueados, una total locura. Quizá algún que otro detalle, pero no eran más que decorativos.
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Es un pobre diablo, era imposible que no abra la boca. — Se quita un poco de mérito, más que nada para no decir que se enojó por salir lastimada en el ataque sorpresa, por eso fue bastante agresiva al momento de interrogar. Normalmente no se comporta así.

Mientras cura sus heridas, deja que Asahi se encargue de amarrar bien al capturado. Por lo que dice, vendrá alguien a recogerlo, así que no tienen la necesidad de quedarse ahí perdiendo el tiempo mientras lo vigilan. Eso está bien para ella, pues se siente muy motivada con el hecho de ir al famoso escondite de los ladrones para así recuperar los objetos tomados. Tal vez así consiga que aquel monje no la eche de la isla como hizo antes, o al menos le tenga un poco más de respeto.

Una vez ya está todo listo, se dirigen hacia la zona más recóndita de la isla en donde se supone debe estar oculta la guarida de esos sujetos. Afortunadamente, la información dada es correcta y les es bastante sencillo llegar. Su compañero da una idea sobre cómo abrir la puerta y Mei solo asiente. Retrocede dando varios saltos y se protege escondiéndose detrás de unos árboles. El sitio explota y ninguna de las piedras voladoras da en su contra.

Se aprovecharon de que esta isla no tiene ninjas. Ha sido sencillo dar con su escondite. Entremos y terminemos el trabajo.

En el interior se encuentran con muchas cosas interesantes, aunque lucen un poco antiguas. Si bien el ladrón debe llevar poco tiempo acá, hay indicios de que anteriormente fue usada como sala de reuniones, pero por su descuido se ve que lleva mucho tiempo sin utilizarse. De hecho, hay ciertas planificaciones que saltan a la vista y causan ligera preocupación en Mei.

¿Crees que algún grupo rebelde haya estado planeando algo contra la villa? Tal vez debamos avisarles a nuestros superiores para que investiguen. Puede ser peligroso callarnos esto, ya que nos considerarán cómplices.

La conversación se ve interrumpida por la aparición del para nada humilde tipo que vinieron a buscar. Por lo que se ve, viene desde un piso inferior a través de una escalera. En su hombro tiene un saco con, seguramente, la mercancía robada con anterioridad. Su rostro se llena de miedo al ver que su escondite fue descubierto por los ninjas. Si bien posee habilidad en el ninjutsu, su conocimiento es bastante básico, por lo que duda en ser capaz de ganarles a ambos. Traga saliva y luego habla.

¡Maldición! De seguro ese imbécil se convirtió en un topo, jamás debí confiar en él. — Sus últimos instantes antes de ser tomado como prisionero los gasta en maldecir a su amigo. Aunque es normal, a nadie le gusta que sus secretos sean revelados al público.

Si quieres, puedo dejar que te encargues de él. Ya me desquité lo suficiente con el otro. — La calma que tanto la caracteriza finalmente ha vuelto a ella.
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— ¿La isla? — Preguntó Asahi, perplejo. — A veces, parece que toda la Aldea estuviese vacía. Es como si los ninjas estuviesen ocupados en otras cosas, ¿No lo has pensado antes? — Añadió, reflexionando mientras recorría un poco del escondite antes de escuchar la pregunta crítica de su compañera.

El Heizu se tomó un momento antes de responder. ¿Realmente los rebeldes eran un problema tan grande? Le parecía un poco surrealista. — Creo que sí. — Respondió, tras pensarlo un par de veces. — Al parecer, son más insistentes de lo que se rumora. Aquí se planeó algo bastante grande, sin embargo… — Hizo una pequeña pausa mientras tomaba algunos papeles con fechas y registros aleatorios. — Parece que nunca lograron nada. La información datada es bastante antigua y no ha ocurrido nada por el estilo en la aldea, al menos por ahora. — Añadió con un tono de preocupación.

— Vaya, finalmente apareces. — Dijo Asahi al escuchar la voz del último ladrón. Mei no parecía muy interesada en atraparlo, dejando a Asahi como la persona encargada de ello. — Bien. Sigue buscando, quizá haya algo más importante por aquí. — Sugirió mientras tronaba los dedos de sus manos y su cuello. — ¿Estás listo? — Preguntó al ladrón mientras sus ojos tomaban un color azul bastante intenso, casi brillando.

Una ligera niebla comenzó a emanar de su cuerpo, cubriendo la guarida en cuestión de segundos. Mei solo escucharía algún que otro golpe, corte, o el crujido del hielo y la roca. La niebla se disiparía en uno o dos minutos, revelando la silueta de Asahi con el ladrón colgando de su diestra, mostrando algunos rasguños en sus brazos. Asahi, con una ligera sonrisa, soltó al tipo y amarró sus manos y pies. — Trabajo listo. — Comentó.

— Creo que lo mejor sería contactar a Migaja. Este sitio podría ser de su interés o... — Se giró para observar el sitio y luego a Mei. — Podríamos hacernos con una buena base para nosotros. — Añadió. — Sé que iría en contra de las reglas, pero simplemente sería cuestión de quemar todo y tendríamos un buen espacio para nosotros. — Explicó Asahi, entendiendo que quizás rompía las reglas, pero parecía una buena idea tener un sitio al cual ir y salir cuando quisieran. Después de todo, la Aldea no era precisamente un lugar tranquilo con toda la actividad rebelde que últimamente se suscitaba.

— Tú decides, iré adelantándome para llevar a este tipo. Contacta o no a Migaja para darle los detalles. — Se secó el sudor de su frente con el antebrazo ya alzado por la bolsa de pertenencias y caminó hacia las afueras de la cueva en dirección a los "templos".
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Afortunadamente, Asahi accede a hacerse cargo del ladrón. Mientras él utiliza la fuerza para enseñarle una lección al criminal. Mientras tanto, Mei continúa la labor de investigar la guarida. Da con algo que le interesa, pues parece ser que los dueños originales de la guarida estaban interesados en espadas, arma ninja que también es del gusto de Acheron, aunque no es una experta, no aún. Llega el momento en que la niebla de su compañero inunda el lugar y seguir leyendo se vuelve imposible. Guarda la documentación sin que nadie la vea y se dedica a esperar a que el enfrentamiento termine. Aunque más bien parece una paliza.
 
Cuando el terreno vuelve a la normalidad, le echa un vistazo al cuerpo inconsciente del ladrón. Para este momento, Asahi no puede ver que Mei robó algo, pues lo tiene guardado en una mochila pequeña que lleva en la espalda siempre que sale de la aldea. Necesita llevar provisiones consigo, por supuesto.
 
Te tomaste demasiado tiempo. — Puede parecer una crítica, pero solo es un comentario. Juzgando los gritos y quejidos que soltó aquel hombre, se puede inferir que el de cabellos rosas quiso tomarse su tiempo para jugar con él. Distinta fue Mei, quien utilizó la agresividad rápida para sacar respuestas del tipo de antes. Además, su molestia hizo que no trabajara con lentitud, sino todo lo contrario. Desquitarse fue un pecado culposo, no se arrepiente de ello.
 
Su rostro, de pronto, demuestra el factor sorpresa por la nueva idea dada por Asahi. Mei lleva la diestra a su mentón mientras piensa. Realmente un lugar así puede ser de gran utilidad. No es que confíe de la seguridad de la aldea, pero no es sorpresa para nadie que puede haber enemigos en cada rincón, en cada esquina y en cada pasillo. Aun así, hay un problema, algo que le hace dudar. ¿Puede confiar en Asahi? ¿Quién dice que, si ella accede, sea él quien la traicione y la venda? Él mismo lo dice, quedarse sin avisar sería romper las reglas.
 
Decide confiar, o más bien, crear una prueba de fuego con Asahi. — De acuerdo, solo le entregaremos lo robado al templo y el ladrón a… ¿Migaja? — ¿De verdad tendrá ese nombre?
 
Retomando lo importante, también la Suzume debe demostrar ser alguien de fiar, así que decide ser ella quien limpie el lugar para poder visitarlo más adelante. Se voltea en vez de ir a la salida con su compañero.
 
Te dejo ese trabajo a ti, yo limpiaré aquí. Ya nos volveremos a ver.
 
Una vez Asahi se retira, ella comienza su espectáculo. Utiliza dos sellos explosivos para que generen fuego. Luego, los expande utilizando jutsus de viento, exterminando toda pista de que antes se utilizó. Cada plan, cada idea se extingue en aquel pequeño mar de llamas. El recuerdo de lo que algún día fue, queda en el olvido. Aprovechando que está el mar muy cerca, se toma su tiempo para recolectar el agua y apagar todo, sobre todo antes de que el humo llame la atención del pueblo. Intentó coordinarse para que, cuando aquello ocurra, Asahi ya esté ahí devolviendo lo robado, captando la atención de la multitud.
 
A fin de cuentas, se trata de una mujer inteligente.
 

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