Última modificación: 29-04-2024, 05:28 PM por Nintai.
Diablos. Realmente era muy malo en esto de las habilidades sociales. Se había dejado embaucar por un viejo al que le faltaba casi medio mano. Aunque bueno, claramente para embaucar a alguien no son necesarias todas las extremidades. Había intentado negarse a cumplir con la misión cuando le fue notificada, pero la persona que le notifico fue bastante clara: No tenía opción, el anciano había pagado cierto bonus a la aldea por la misión que solo se vería reflejado en las arcas de la misma si el muchachito de ojos morados acudía a ella. Obviamente a Nintai no le iban a dar un peso de todo esta show, pero como buen ninja gennin, podía hacer poco más que caso.
Sus padres se rieron un poquito por lo bajo cuando escucharon la notificación, el muchacho se había negado en númerosas ocasiones a salir de fiesta con ellos o incluso a alguna cena familiar. No le gustaba demasiado el ruido, puesto que quería concentrarse en demasiados detalles, todos irrelevantes para la mayoría de las personas, pero que sacaban de sí al pequeño Kurama.
No se puso más elegantes. Tenía límites o al menos eso pensaba y uno de sus límites era clavarse algún traje especial para estar parado fuera de una casa en la zona residencial, de guardaespaldas de una familia cualquiera. Iría tal cuál lo habían visto a la mañana, con el mismo traje azul y la misma cara de pocos amigos, complementó esta vez con una bufanda negra, porque era consiente de que al anochecer en la aldea de la niebla, refrescaba bastante además de la subida de la neblina.
Sus padres lo saludaron con cariño, pero no prestó demasiada atención. Salio de casa a eso de las 20hs, debía presentarse 20:30 en el domiclio, pero quedaba realmente cerca. Las calles ya se habían apagado y el bullicio se había oculto junto con el sol, apenas se cruzo a 2 personas que volvían de trabajar posiblemente en la zona comercial y caminaban rápido para llegar a su hogar, en parte por seguridad y en parte porque ya querían dar por terminada la jornada y compartir una cena familiar. Llevaba su cuaderno para anotar cosas sin importancia, pero realmente en la oscuridad y con la niebla, poco podía diferenciar más que el color de sus zapatos mientras se acercaba a su destino.