Un nuevo día despuntaba en la Aldea de la Hoja, cargado de posibilidades y retos para el joven ninja. Un cosquilleo de emoción recorrió el cuerpo de Akira, despertándolo de su profundo letargo. Se estiró con languidez, sintiendo los músculos adoloridos por el intenso entrenamiento del día anterior. Un bostezo perezoso escapó de sus labios, revelando una sonrisa soñadora.
Se sentó en la cama, frotándose los ojos aún soñolientos, y contempló por un momento la habitación bañada por la luz dorada del amanecer. Un sentimiento de determinación se apoderó de él. Hoy era un nuevo día para mejorar, para acercarse a su sueño de convertirse en un ninja legendario.
Con un salto ágil, Akira descendió de la cama y se dirigió a la cocina, sus pies descalzos pisando suavemente el frío suelo de madera. Preparó un sencillo desayuno a base de arroz y pescado, el alimento básico de los ninjas. Comió con apetito, saboreando cada bocado que le proporcionaba la energía necesaria para el entrenamiento que le esperaba.
Luego, se dirigió al baño para realizar su aseo personal. La ducha fría le ayudó a despejarse por completo y a prepararse mentalmente para el desafío que enfrentaría. El agua recorría su cuerpo, eliminando cualquier rastro de sueño y dejando solo la determinación pura.
Al salir del baño, se encontró con Byaku, su fiel compañero gato, que lo miraba con ojos expectantes. Akira sonrió y se agachó para acariciarlo. El suave pelaje del gato era como una seda bajo sus dedos, transmitiéndole una sensación de paz y tranquilidad. Le dio de comer a Byaku un poco de pescado fresco que había guardado para él. El gato lo comió con gusto, ronroneando de satisfacción.
Akira observó a Byaku con cariño. El gato había llegado a su vida hace unos meses, un pequeño y desvalido gatito que encontró en las calles de la aldea. Desde entonces, se habían convertido en inseparables. Byaku era más que una mascota, era un amigo fiel y un compañero de entrenamiento silencioso.
Una vez que Byaku estuvo satisfecho, Akira se dirigió a su habitación para ponerse su ropa de entrenamiento. Con movimientos precisos y rápidos, se enfundó en un shinobi shosuko blanco, el atuendo tradicional de los ninjas. El traje le ajustaba a la perfección, resaltando su musculatura y agilidad. Las mangas largas y holgadas le permitían moverse con libertad, mientras que el cinturón apretado mantenía el traje en su lugar.
Akira se miró en el espejo y una sonrisa de confianza se dibujó en su rostro. Estaba listo para enfrentar cualquier desafío. Salió de su habitación y se dirigió al salón de entrenamiento, un espacio enorme de 40 metros por 40 metros, similar al que había visto en los exámenes Chunin.
El salón estaba vacío, salvo por unos cuantos muñecos de madera y algunos postes de entrenamiento. Akira se paró en el centro del salón y respiró hondo. Cerró los ojos y concentró su chakra, sintiendo la energía fluir por su cuerpo. Cuando abrió los ojos, un brillo decidido brillaba en ellos. Estaba listo para comenzar su entrenamiento y alcanzar la cima del mundo ninja.
Con un grito de batalla que resonó en el salón, Akira se lanzó hacia los muñecos de madera. Sus movimientos eran rápidos y precisos, como si el viento mismo lo guiara. En lugar de puños, utilizaba la técnica de golpe palma suave, una técnica ninja que requería control y precisión. Sus manos se movían con fluidez, impactando en los puntos vitales de los muñecos con una fuerza precisa y controlada. Los muñecos caían al suelo uno tras otro, sintiendo el poder de la técnica de Akira.
Luego, se dirigió a los postes de entrenamiento. Con una explosión de energía, saltó hacia el primer poste y trepó por él con agilidad felina. Sus manos y pies se movían con precisión milimétrica, encontrando el agarre perfecto en la madera lisa. Llegó a la cima del poste y se lanzó hacia el siguiente, repitiendo el proceso una y otra vez. Su cuerpo se movía con gracia y fluidez, aterrizó en el suelo con un pequeño jadeo y los ojos cerrados, una sonrisa de triunfo se dibujo en su boca mientras aun mantenía los ojos cerrados.
Si tan solo tuviera alguien con quien medirse...