[Trama - Lore] La calamidad del rayo
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Última modificación: 05-03-2024, 09:37 PM por Narrador Ñ.
~ 9 de Enero, Año 16 D.K. ~
Costa oeste del País del Rayo

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Teñida la estampa costera de un gris opaco, tan intenso como sobrecogedor e inoportuno, se alzaba sobre el fondo del interior de la costa de forma inesperada la forma inconcebible de un ser, su aspecto inenarrable es tan par a su majestuosidad como a su poder, y previo a su despertar, en la zona se comenzó a sentir como un mal que estaba a punto de desatarse.

Los primeros que presintieron la catástrofe que estaba por venir, fueron como siempre los animales autóctonos. Los peces fueron los primeros de todos en prevenirse y abandonaron conjuntamente las aguas circundantes por kilómetros, la gaviotas pronto volaron despavoridas lejos de allí, poco importaban sus nidos o sus huevos para lo que acontecía. Y los seres de la tierra, desde el primero hasta el último, huyeron de su hábitat en una desbandada sin igual.

Por otro lado, los nativos del país que residían en pequeñas aldeas costeras y del interior cercanas a la costa, se extrañaron del comportamiento de las aves y otros mamíferos, los más ancianos lo presagiaron, un terrible mal estaba a punto de ocurrir. Y con premura, aunque fueron los últimos en leer las señales, abandonaron todo para resguardarse más al interior del país, otros en cambio lo pusieron en duda, pero no tardarían en lamentar su descuido.


~ La calamidad ~

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Y así fue como la marea se quebrantó, agitada y violenta, el propio mar se sobrecogió ante su despertar y se inestabilizó, las corrientes se cortaron, las olas crecieron y su fondo sucumbía. Centenares de metros mar adentro emergió del lecho marino una figura de inabarcables dimensiones, el nivel del mar se contrajo hacia esta tras comenzar a salir, atrayendo hacia sí misma millones de litros de agua, pronto la superficie fue tomando cuerpo. Las nubes de tormenta ennegrecieron todo enmarcando la desgracia que estaba por acontecer, la tarde caía y con ello la luz se ausentaba, los estragos comenzaron a producirse, fuertes vientos azotarían la costa y temblores terrestres azotarían el suelo de aquel paraje. Se empezaba a notar a kilómetros de allí que algo estaba pasando en la costa oeste del país.

Los minutos poco a poco empezaron a dar paso a estruendos inenarrables provenientes de algo que escapa de la concepción de este mundo, algo fuera de los márgenes de la comprensión social actual tomaba presencia y se alzaba en el mar, una basta criatura de tiempos pasados casi tan antigua como el propio mundo, rompía con los mitos y las historias contadas de generación en generación y se hacía presente, real, inconmensurable y sobre todo, salvaje y destructiva. Fue entonces cuando ocurrió el estallido, la gigantesca bestia salió de su letargo para activarse, provocando maremotos en la costa en la que se encontraba, el agua tragó a la tierra decenas y decenas de metros al interior llevándose por delante a incautos y descuidados que querían presenciar aquello con sus propios ojos, sin embargo, es lo último que verían.

Y así fue como la bestia de 8 colas, Hachibi, el pulpo buey cargó un tremendo bramido al cielo, sacudiendo todo a su paso como un torrente insondable que se expande atizando las cercanías, aquel retumbar se escucharía a decenas de kilómetros. Sus tentáculos se extendieron y sus brazos aguantarían sus toneladas de peso, y tomaría camino hacia la playa, arrastrando su enorme masa y creando consigo un peligroso oleaje. La criatura, cegada por su indómita naturaleza gemía mientras recobraba su movimiento, recordando que era ser tan inabarcable y tan único, pues cuando el esplendor de su cuerpo ya figuraba en su mayor parte fuera del agua, volvió a lanzar un nuevo bramido con el afán de desafiar a todo aquello que aguardaba atemorizado en la tierra por su llegada, ensordecedor y primigenio, pues la bestia aguardaba en su memoria hechos del pasado, y aunque su conciencia estaba perdida en su salvaje raciocinio, sabía que allí en tierra firme aguardaban seres que eran sus enemigos, por lo que tras cerrar la boca, aguardaría unos segundos, su pecho se infló, sus gruesos dedos como troncos se clavaron al suelo y sus tentáculos tomaron con sus ventosas firmemente la tierra bajo el agua, tensándose para lo que estaba a punto de hacer.

Su hocico se abrió y se empezaron a percibir pequeñas partículas negras orbitando alrededor de su boca, poco a poco crecían en número y tamaño, siendo atraídas hacia un epicentro justo en frente de esta, y un orbe se creó, negro como el mismo vacío, concentrado y devastador, alimentado por más y más partículas fue cogiendo anchura y altura. El ambiente vibró y las formaciones rocosas que se levantaban sobre el agua de aquella playa comenzaron a derrumbarse, aquella esfera negra aplacaba y brillaba sin luz, era una energía extinta, tan destructiva como antigua, que transmitía un tintineo que haría poner en duda cualquier tipo de existencia sobre la faz de la tierra, y aquella bestia desatada la invocaba más y más, hasta que la vio lista, después de ello, todo se volvió un flash cegador. Aquella mole de energía reventó hacia el frente, devastando todo a su paso y acabando con todo lo que se oponía a su enorme poder, el Hachibi se mantuvo fijo con sus gigantes tentáculos a pesar de la potencia que lo empujaba, pero él era el macabro ejecutor. El estallido se alargó durante unos segundos, dejando desolación y la misma nada dentro de un rango que se medía por centenares de metros, haciendo un socavón de grandes dimensiones que provocaría la entrada del mar. Aquello era un poder tan incalculable que podía cambiar en un abrir y cerrar de ojos el paisaje de una forma sobrecogedora, la situación allí era totalmente irreparable. El 8 colas bramó una última vez, de nuevo desafiando, un bramido retador para todo aquel que osara plantarse ante él, majestuoso y salvaje, y a la vez era un aviso al mundo, la bestia andaba desencadenada.

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Momentos antes del Despertar del Hachibi
A unos cien metros de la costa oeste.

La joven Jinchuriki, iba acompañada de una entidad, que para muchos forma parte de un cuento de terror. — Dentro de muy poco, será su despertar. — Sus orejas de zorro se movían de lado a lado — El despertar de una calamidad. Un arma de guerra necesaria para nosotros. — Ella cruzó su mirada, por un intervalo, con el ser que camina encapuchado a su costado. Esperaba una respuesta, alguna que otra indicación. — ¿Estás seguro que puedes confiar en él?.— Abrió los ojos de par en par y metió las manos en sus bolsillos, llegarían en unos cuantos minutos.


A ella le incomodaba la presencia de un ser moreno, que traía lentes de sol y un corte peculiar, con estilo. Sin embargo, se trata de un maestro en el uso de Barreras y Fūinjutsu, siendo elegido personalmente como el contenedor del "Ocho". Él estaba cerca, muy cerca del Hachibi y aguardaba el ansiado despertar, con una sonrisa de oreja a oreja. ¿El poder estaba tan cerca de él? 

Mientras el Hachibi, seguía perdido en los brazos de morfeo. Charanko inicia una tanda de sellos y alza las manos al cielo. Una fórmula de "sellado" con los Kanjis "ocultar y protección" se extienden por toda la costa oeste, silenciosamente, creando un perfecto círculo. La función de la barrera, era que no se pudiera percibir el chakra encerrado ni tampoco pueden verse cambios en el terreno dentro de la barrera. Una técnica perfecta para esta caza. — Oh sí, la fiesta está por comenzar. —







Momento actual.
Costa Oeste del País del rayo.


En una posición estratégica y desde la lejanía. Kitsune, observa con desdén los destrozos que hizo el anunciado despertar del Hachibi. El ambiente, el calor que emitía la presión de su chakra y bestial presencia, mataría a cualquier ninja común y corriente. — Iniciaré mi ataque ahora. — Frunció el ceño — ¿Qué use ese poder? Aún no... — Mostraba miedo y preocupación, pero le hicieron saber que nisiquiera le haría un rasguño, dependiendo de su propio poder. — ¡¡OHHHHHHH!! — Su dedo índice se estira y en el, el chakra negativo y positivo se comprime formando una esfera tan oscura como una noche sin estrellas.


La Bomba de la bestia, explota liberando un fogonazo de luz blanco, con una gran capacidad destructiva en dirección al ocho colas. Sabía que los Bijuu actualmente están en un estado agresivo y no tienen ni una pizca de raciocinio, tendrá que luchar hasta la muerte. — Entiendo, no voy a confiarme. — En sus mejillas aparecen aquellas marcas y el manto de chakra rojo aflora en su interior, liberando únicamente tres colas. 
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En la sombra, aguardaba relajado un olvidado personaje. Desde la última batalla, donde segó la vida de millares de personas, no había hecho un acto de aparición para el público. La mente tras el plan, aquel que por si solo cazó a los primero cinco Bijuus, en preparación de su arsenal para la guerra que se avecina. El Imperio, desde hace mucho tiempo dejó de serle útil, pero aún así puede sacar provecho de ello. Como por ejemplo, la oportunidad de hoy, la reunión de los líderes de las cinco grandes naciones, tanto en poder militar como lo económico. — Creo en tus visiones. — Respondería viendo la nada, como si de un muerto viviente se tratase. — Sí, lo elegí como el ocho. A diferencia de ti, es un criminal y asesino a sueldo. Tú solo eres útil cuando estás en una situación que te genere estrés. Charanko es distinto, ya ha realizado  varios trabajos para mi, que tú  no serias capaz de hacer. Aclaro que no tiene que ver con tu poder. — Revelaría poca información sobre el ocho.


En silencio admiró como el cielo era adornado por una barrera que los ocultaría de todo. Caminaban rumbo a su destino, Charanko sólo se encargó de crear el escenario principal y adecuado. Adamu, mantuvo los ojos cerrados dejando que la energía natural se hiciera una con él. La absorción era generada por su cuerpo especial. Como creación del "hombre blanco", entre los anteriores renacidos, él siempre fue el más fuerte de todos y así lo demuestra en la actualidad, siendo el único que quedó en píe y no murió de forma estúpida. 

Adamu permanecía con sus manos dentro de la larga túnica, esperando el momento perfecto para atacar. La verdad es que iba a ser él, quien diera el primer paso, pero se sorprendió por la iniciativa de la Jinchuriki del Nueve Colas. Impaciente e impulsiva es esta generación. — Todo tuyo. — La luz verde fue dada, pero una realidad también fue mencionada — Usa el poder del nueve colas. Tu Dōjutsu y cualidades como sacerdotisa no se comparan al Gyūki. — Una suave sonrisa se dibuja en los labios, viendo como ella poco a poco cedió a su solicitud (era más una orden) — Voy a dejar que pelees contra él un rato. No te confíes por el hecho de que yo esté presente aquí. — Pese a lo que dijo, sus ojos cambiaron y la sangre se acumuló, dando vida también a los tomoe que se unían, formando un patrón siniestro. Era el Mangekyō Sharingan.


Adamu, por mera precaución, levantó el antebrazo cubriendo su rostro. En lo que el disparo de Kitsune removía el terreno e iba dejando una gran ola de destrucción. Por otro lado, desde una distancia super segura, Charanko el elegido para Gyūki, revela una sonrisa divertida, y observa la mortal batalla con bastante detalle. No le interesa el potencial de Adamu ni Kitsune, quien le interesa es aquella bestia. — Su escala de destrucción debe ser catastrófica, si no es por la barrera. Gran parte de la Nube se habría dado cuenta. Sin embargo... Los líderes atienden la situación en Hoshi, este era el momento perfecto para cazarte... ¡¡HACHIBI!!. —

charanko
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El devastador incidente generado por la salvaje bestia era simplemente un superficial indicativo de su enorme poder, su carta de presentación a su regreso y un desafío hacia aquellos que osaron retarle en el pasado. Pero había pasado ya mucho, incontables años, pero el 8 colas no olvidaba, él era especial al resto teniendo en cuenta que cada uno tenía sus propias particularidades, sin embargo, el Hachibi, con algo de permiso del zorro de 9 colas, era terriblemente vengativo y reparaba en gastos o daños colaterales para consumar su vendetta. ¿Cuánto de preparado estaría este nuevo mundo ante su acometida?

En el ambiente se podía percibir una clara tensión incómoda, el pulpo toro se pavoneaba en su avance, no obstante, cegado por su naturaleza descontrolada no percibió que ya estaba siendo cazado. Una bomba de energía muy similar a la que él produjo con anterioridad fue percibida por las inmediaciones, se arremolinaba desde un pequeño punto en el suelo, dificil de ocultar, pues ese tipo de chakra que se concentraba era extrañamente familiar, el bijuu se percató.

Volteó su cuerpo, no veía con claridad quién era aquel ejecutor, pero sabía que no podía quedarse atrás y por ello, sin dudarlo como el depredador que se lanza a perseguir a su presa, el Hachibi buscaría responder ante la inminente explosión. No conectaría como antes y le tomaría menos tiempo su bijuu-dama, el contrapunto sería que iba a ser menos destructiva que su primera, sin embargo, contaba con la certeza de que él era un ser único, casi mitológico, y que su poder escapaba a la comprensión de este mundo, y por eso, cuando sintió que aquel estallido ajeno iba a ir contra él, liberó su onda también para colisionar la otra. Pero no esperaba aquel resultado.

Se propagó un terrible choque, casi tan devastador como su primer ataque, que reventó formando una masa destructiva que envolvería un perímetro descomunal, salpicando hasta a la propia bestia que por su colosal cuerpo, le sería prácticamente imposible zafarse de aquella explosión. Pero también reventaría contra todo aquello que estuviera en su radio mortal, ¿Aquel ejecutor o ejecutora era tan sumamente poderoso como para sorprender al bijuu? ¿Lo sería también como para resistir aquella onda de choque?

El Gyūki retrocería, aunque mantenía aún la dignidad por sus fuertes tentáculos que se mantenían robustos para anclarse al suelo, pero sabía que aquello no lo contemplaba, había comprobado que había algo frente a sus narices que podía igualarle en cuanto a poder, y fue esto mismo lo que desató su cólera. Pese a sus magulladuras, encolerizó descontroladamente, sus ojos se enervaron y su mandíbula se apretó, por su hocico salían resoplidos a una alta temperatura, sus brazos zarandearon para que sus puños machacasen la costa, se levantó sobre sus tentáculos y empezó a gritar.

- ¿¡¡¿¿¡¿QUUIIIIIEEEEEEENNNNNN?!!?!?!!? -

Exclamó estupefacto ante el desconocido que había osado presentarse ante él retándolo. Tal era la ira que lo colmaba, desde 2 de sus tentáculos ahondaría en el mar para levantar una gran cortina de agua, una ola que sacudiría la zona de la que había venido aquella embestida. En el caso de que aquel que le lanzó aquel fogonazo hubiera resultado airoso de la colisión, tendría que lidiar con el tsunami que se le venía encima, pero dudaba que aquello fuera a acabar con nadie, sabía que quien quiera que había concentrado tal masa de energía no tendría una muerte tan triste ahogándose, su intención iba más allá, quería hacer salir a la rata que se había atrevido a plantarle cara.
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La actual Jinchuriki del Zorro Demonio, ya estaba siendo afectada por las energías negativas, que albergan el alma y mente de la bestia más poderosa. Aquella cárcel, la prisión encargada de contenerlo, en el interior del alma de Kitsune, él hace un acto de "aparición", aunque lo único notable eran aquellos poderosos colmillos y sonrisa siniestra, haciendo un perfecto contraste con aquellos ojos enrojecidos, por la sed de sangre y ansia de lucha. — ¡¡GŪYKI!! — El chakra de bestia converge en el interior de Kitsune, opacando aún más su chakra propio. Los rasgos faciales y el chakra de la fémina, vuelven a cambiar y una forma de chakra naranja, similar al pelaje del zorro, recubren ciertas zonas de su cuerpo y más íntimas, borrando cualquier rastro de humanidad y raciocinio de sus ojos, los cuales brillan con un carmesí intenso. Nueve colas serpentean, mientras que ella toma una posición cuadrúpeda. — ¡¡GRRRRR!! — El incremento de musculatura y tamaño, rompió del todo sus ropajes, pero el chakra no permitía ver absolutamente nada. 


El devastador choque entre técnicas, despertó los más salvajes instintos de Kurama, reconociendo a su viejo compañero, poseyendo totalmente a la Miroku. ¡La captura del Hachibi se convirtió en una lucha de bestias! 

La pregunta inocente del toro pulpo, fue respondida ante al rugido atronador, que seguramente recordaría de hace cientos de años, sabía la amenaza a la que está expuesto. Ante el choque actual, notaría que había una persona peliblanca, con un diseño peculiar con su Dōjutsu, y un antebrazo esqueleto de chakra negro, que actuaba como una defensa. 



Kitsune, siendo poseída totalmente por el Zorro Demoníaco, corrió hacia la bestia pulpo, aún con ese Tsunami que se le venía encima, y guiándose por la transparencia del agua y la sombra del gigantesco cuerpo. Un acelerón y rugido, proyectó una poderosa onda sonica, que se encargó de destruir esa gran formación de agua, dejando un inmenso agujero, si sus tentáculos tenían la fuerza para convocar la furia de los mares, con meros movimiento físicos, la Jinchuriki del Kurama no se quedaba para nada atrás. Seguía corriendo a altas velocidades, rodeando al ocho cola, usaba como ventaja su tamaño. Las nueve colas de Kitsune entran en acción, a medida que corre como si fuera  el propio Kurama en miniatura: ocho colas de agrandan y alargan a una velocidad endiablada, enroscandose como si fueran grandes manos en las ocho colas. Un giro potente, bastaría para dar vueltas en su propio eje y soltar a la bestia, para que se estrellara con potencia en la costa. Al mismo tiempo, Kitsune reanuda su carrera contra el toro pulpo, dividiendo el agua en su camino, para saltar y encajarle un poderoso double axe handle, con dos de sus colas usadas como grandes puños, directo a su cabeza. La potencia era tal, que si llegaba a afectarle, todo su cuerpo sucumbiría ante la fuerza descomunal, estrellándose contra el suelo en un impacto devastador.
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Era evidente, que el gran poder del toro pulpo dejaría con asombro, a lo que queda de Yogensha. Ese era él... Adamu. — Interesante interacción... — Sabía que en el fondo, Kitsune no era una Jinchuriki tan perfecta, aún no es capaz de controlar toda la oscuridad que alberga Kurama. El patrón peculiar en sus ojos, le permitieron activar una técnica muy poco vista en el mundo ninja. Cuando las grandes masas de chakra chocan, causando aquella devastación tanto física como visual, el chakra negro se acumula, simulando el terrorífico sonido de huesos uniéndose, hasta formar un antebrazo. Las manos, como si de garras se tratasen, permanecían abiertas cubriendo el cuerpo de Adamu, en lo que resistencia sin problema, tanto la onda expansiva y la sacudida en esta zona. Era la primera vez que Kitsune combatía contra otro Bijuu, por lo que abrió los ojos con interés, desde el momento que perdió el control, al enfrentarse a una de las bestias más poderosas. — Ya a partir de este punto, no podrás escucharme. — Elevaría las manos hacia su pecho haciendo el sello tigre, mientras que una sonrisa se va dibujando en sus labios. Está viviendo la oportunidad perfecta, mientras esto sucede, los líderes en el Cobre están reunidos tratando una situación con la Hokage. Pero él sabía, que el tiempo es calculado, y no puede tardar mucho, puesto a que podría levantar sospechas en este País. El despertar del Hachibi, atrajo miradas y personas curiosas que Charanko, el futuro Jinchuriki del Hachibi, se encargo de eliminar y levantar una barrera que ocultara todo lo que está pasando, aquí en las costas.



— Muy bien, Kitsune, así que haz perdido totalmente el control. Tendré que detener a ambos. — Adamu reconoce lo problemático que va a ser, pero antes de dejar que Kurama se libere completamente, por la inexperiencia de Kitsune como Jinchuriki, sea liberado. Kurama lleva poco tiempo sellado en la Miroku. Entonces, mientras el combate aún sucede, y se da cuenta que Kitsune sigue a la ofensiva, tuvo que maniobrar moviéndose, debido a las grandes masas de agua, que se alzaban como altas olas, luego de que ella destruyera el Tsunami de un rugido. — La barrera de Charanko, no aguantará mucho tiempo, así que voy a tener que ponerme un poco serio. — Ese mismo chakra negro aflora hacia el interior, ocultando la imágen de Adamu, entre lenguas de chakra negro y tonalidades azules. Era la liberación, de una técnica que llegó a aprender, refiriéndose a ella como el arma definitiva contra Bijuu. El Susanoo, se acopla a su cuerpo, creando la armadura de un Samurai oriental, con placas en los hombros y dos Katanas de chakra a los lados. El fuego negro de Amaterasu, se acumulaba en varias partes de la armadura, como un detalle estético. — Perfección. —
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La abominable bestia surgida de las aguas del país del rayo, pronto comprobó que la inusual fuerza que contempló en el choque de su bijuu-dama no era otra más que la de su hermano mayor Kurama, pero, ¿Cómo? ¿Acaso los burdos shinobis habían vuelto a capturar al zorro de nueve colas? Aquella enorme ola sacudiría la zona y tal era su potencia que sacudiría el paisaje, derrumbaría el acantilado y barrería toda vida en su impacto, como un atroz tsunami que no hace prisioneros en su causa, sin embargo, no causaría tal efecto, y expectante por el choque, los ojos del toro pulpo se centraron en el área, cuando para su asombro, una atronadora voz clamó su nombre.

- NO PUEDE SER... -

Maldijo con pura rabia, enervando su rostro, acrecentando su ira con los humanos pues se había dado cuenta que aquel desconocido contenía como antaño a su hermano mayor, dando por sentado que de nuevo, los bijuus se doblegaban ante los shinobis. Un tremendo bramido flageló la costa, un grito que estremecería todos los oídos cercanos y harían estallar los tímpanos de todo aquel que le plantaba cara, pues era tal descarga que parecía un grito del mismo mundo, de algo tan arcaico y poderoso como un desastre natural, y con él se darían 2 escenarios. El primero, es que aquella aberración escaparía de todo y llegaría hasta los confines del país, sacudiendo hasta mar y tierra, pero su ira incontenible lo había dominado tras comprobar de que el Kyubi estaba en las inmediaciones, por eso, y cegado por tal cólera, se dio el segundo escenario. Aquel habido ser, ahora poseído por el inconmensurable poder que encerraba dentro, estalló la ola gigante y se acercó como un relámpago hasta el Gyuki, bordeando su figura por encima del agua, y dejando un haz difuminado de partículas de agua salada a su paso que acreditaban su endiablada velocidad. En un abrir y cerrar de ojos, pudo darse cuenta de ello, y en el momento de querer aplastarlo con uno de sus gruesos brazos, pudo darse cuenta de que lo estaban trasladando, como una antinatural fuerza centrífuga que lo arrastraba aún con su tamaño, envergadura y peso, y poca capacidad de atención pudo tener para zafarse de ello.

- ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAARRRRGGGHHHHHHHH!!!! -

Embestido por aquella pequeña figura que lo levantó para hacerlo chocar contra el paisaje, le pareció verdaderamente humillante aún sabiendo que el 9 colas yacía dentro de ese cuerpo. No obstante, y aunque sabía que estaba por debajo en la escala de poder, el se consideraba el bijuu más salvaje e iracundo de todos, y era un factor que el mismísimo Kurama también tenía en cuenta en el pasado. Golpeado como un trapo se intentó recomponer, al menos para ver que ocurría tras ser estrellado, y apretando con especial dureza su dentadura, exhalando por sus orificios nasales un vapor descontenido que provocó un leve viento, y encontrándose panza arriba, pudo ahora si ver que, el que parecía ser Kurama, se acercaba suspendido en el aire con 2 de sus colas cargadas hacia atrás, pero aunque era un movimiento altamente destructivo, era también descuidado y sin guardia, pues tras el salto, por muy potente que fuera, la diferencia de tamaño le jugaba una terrible pasada al tener que surcar el aire con su pequeña estatura que, aunque fuera también bastante veloz, no lo sería lo suficiente como para no ser cazado por las 2 enormes manos del 8 colas, que al unísono, emprendió un violento movimiento para reprender con las 2 palmas de sus manos al supuesto jinchuriki de su hermano como una mosca se tratase.

- TE TENGO HIJO DE PUTA -

Dijo con ira, pues notaba la caliente presencia del individuo entre sus gigantes manos. Sin embargo, en paralelo, una diabólica figura llameante se le aproximaba, le era reconocida, pues en otra época ya la vio aunque con diferentes rasgos, pero no le cabía la menor duda de que era aquello, por lo que sacó en claro que, el jinchuriki que tenía apresado entre sus musculosas manos no obraba solo, y quien sabía si había alguien más. Aquella enorme y fantasmagórica armadura de tiempos lejanos le venía y dada su posición, tiempo y que tenía las manos ocupadas, se le ocurrió un ingenioso recurso, porque a veces, ante sus más encolerizados caprichos, encontraba algunos momentos de lucidez para maniobrar creativamente, y es por ello, que aprovechando lo que encerraba, volteó sus muñecas 180º dejando que sus falanges entrelazadas ahora estuvieran orientadas hacia él en vez de hacia a fuera, para que al abrir las palmas, impulsara sincronizadamente a aquel indeseable que cazó y dispararlo contra el nuevo ser amenazante. Como si de un torpedo se tratase, aquello sería como un verdadero tiro que dañaría por igual a sus contrincantes, y le daría el tiempo suficiente como para recobrar su compostura y estar de nuevo en guardia, ya sería más difícil de sorprenderlo.
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La fémina, poseída por las emociones más oscuras y negativas, del legendario Zorro, fue repelida con suma facilidad durante aquel intervalo en el aire. Sin embargo, el mérito de que haya podido lanzar el gigante cuerpo del Hachibi, usando sus colas de chakra, no se lo quita nadie. — ¡¡¡¡GRRRRRR AHHHHGGGH!!!... — Su cuerpo parecía no resistir el agarre con las palmas. La mente de la Jinchuriki, está nublada y cegada por la ira. Algo que notaría el ocho colas, es que de alguna y otra forma, las colas de chakra y "pelaje" naranja, detienen hasta cierto punto las gigantes palmas. Ejerciendo una presión descomunal, tanto con las nueve colas y sus extremidades propias, porque lo que el intento de aplastarla, como si de una mosca se tratase, no fue del todo exitoso, debido al intenso forcejeo de Kurama.


Lo siguiente, si que le dejaría daños graves en su cuerpo. Adamu, se acercaba, con una oscura técnica recordada por el mismo Gyūki, hace mucho tiempo. ¿Pero sería esa la misma técnica? Claro que no lo era, han pasado quince años y ha adquirido una cierta evolución en sus habilidades. Kitsune, sale como un torpedo dejando una inmensa línea de humo y presión, siendo Adamu el punto de impacto, pero sus ojos se cierran poco antes de impactar y ser atrapada por el fantasma del pasado entre sus brazos, ni siquiera él fue removido. Aquel pelaje de chakra desaparece, así como también sus colas. Los ojos de la pelinaranja vuelven a la normalidad, sólo que ella está inconsciente y sin ropa. Aquel chakra que emitía Adamu, se encargaba de cubrir las partes más íntimas de la Jinchuriki. — Mamá... No. — Murmuró débilmente, en lo que fue puesta en el suelo para que descansará.


La bestia de Ocho Colas, había demostrado el porque es de temer. Pese a que no combatia con un Jinchuriki perfecto, no recibió tantos daños como tal, sólo fue testigo de su poder que, con cierto control será una amenaza para el continente Shinobi, tanto ella como los otros ochos Jinchuriki.
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La primera impresión, del hombre blanco, fue totalmente inexpresiva. Sabía en el fondo, que Kitsune no era una Jinchuriki perfecta, recién está controlando el chakra de la bestia más poderosa de todas. Pero sigue siendo vulnerable, ante las emociones oscuras del zorro. Aquellas, cargadas de tristeza, odio a los humanos y sobre todo... Una insaciable sed de sangre. — Sabía que esto pasaría, tarde o temprano. — Diría en un tono de voz poco audible, al instante que interceptada el cuerpo de la fémina, sin mirarla, y con los ojos puestos en el Hachibi. El chakra de las llamas negras inextinguibles, cubría el cuerpo de la joven, al mismo tiempo que dejaba su cuerpo hacia un lateral, de modo que,  su espalda quedara descansando con una roca de tamaño mediano. — Sí quieres que algo salga bien, mejor hazlo tú mismo. — La armadura máxima, la armadura del susano'o versión miniatura, es la más poderosa y conocida por pocos en la actualidad. El Gyūki, será el primero en ver de lo que es capaz Adamu... ¿O es qué lo recuerda con la misma fuerza del pasado?. — Permíte enseñarte educación, animal tonto. — Respiró profundo, y exhalo llamas negras. Un único paso bastó, para posicionarse desde el costado izquierdo del hachibi, con unas espadas duales de chakra, imbuidas en Amaterasu.



Dos, tres y cuatro... Fueron las colas que cayeron al suelo, levantando una polvareda, debido al tamaño de estas. El Hachibi no lo sabía, pero Adamu se había vuelto tan rápido y letal, que era difícil seguirle con el ojo humano común. Los cuatro cortes, ejecutados fueron realmente veloces. Hasta el mismo Charanko, futuro contenedor del Gyūki, mostró un semblante serio desde las alturas, con una gota de sudor frío deslizándose suavemente por su sien. — ¿Cómo era que se llama esa técnica? — Las espadas de chakra desaparecen, y se un momento para otro, Adamu asciende a los cielos, de forma totalmente inexplicable, desafía toda lógica existente. Cuando sobrepasó la altura del toro‐pulpo, mantuvo una mano abierta a la altura del pecho. El chakra del Amaterasu se arremolina junto al chakra regular de Adamu, creando en cuestión de pocos segundos, un gran espiral de chakra que rota a altísimos velocidades, emitiendo ese paso y a la vez agudo sonido. El inmenso Rasengan negro, proyecta una sombra que incluso es más grande que el cuerpo del Hachibi, él lo vería bien, hasta que Adamu descendió con toda la fuerza y velocidad, para asestarle el Rasengan en la cabeza. Un estallido de energía, se extiende y alza un gran cuerpo de agua, en el cual se podría visualizar a la perfección como las llamas negras del averno lo adornan. Un segundo después, toda la costa explota, dejando un gran agujero. ¿Qué habrá pasado con los presentes? La barrera de Charanko, aquella que ocultaba todo lo que sucedía, desaparició, sólo se veía la humareda del lugar del impacto del Rasengan máximo. 
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Última modificación: 19-04-2024, 09:10 PM por Narrador Ñ.
El frenético ritmo de aquella titánica contienda alcanzó su climax final con un devastado e imperial cráter que pocos conocerían de primera mano su origen, no obstante, antes de eso, los acontecimientos previos entre los presentes desencadenaron uno de los actos que azotarían en un futuro no muy lejano los mismísimos cimientos del mundo.

El Gyuki no sabría, o más bien no recordaba en ese momento, que aquel poder que doblegó en el pasado a él y sus hermanos se volvería presente y tomaría forma una vez más para su desgracia, y aunque su fortaleza, poder y fama eran factores que lo diferenciaban del resto de seres de la tierra, su misma existencia también sucumbiría ante aquel shinobi, pues, aunque parecía que a pesar de sus heridas y esfuerzos, había conseguido quedar fuera a quien era a día de hoy jinchuriki de su hermano Kurama, debía aún de superar a un último enemigo más, que para su desgracia, mostraba un inconmensurable poder ya conocido, y fue ahí cuando el 8 colas empezaba a ver que aquella situación podía superarle, aunque confiara en su potencia desatada, comenzaría a identificar ciertas cosas de tiempos lejanos, y su mente comenzó a sembrar en él una semilla de miedo e inseguridad.

Aquel ser ascendió y se volvió ente, un ente reforzado de una armadura y armas llameantes de color azabache, del negro del abismo, tan profundo como el interior del propio mundo que consumían toda luz que incidiera en ellas, pues a pesar de que eran puras llamas, no emitían ningún tipo de luz y lo único que irradiaban era muerte atroz que consumía sin cesar todo aquello que tocaba. Se había deshecho de uno de sus adversarios, pero sin duda quedaba el más poderoso, y por eso recurriría a su arma más destructiva, su propia naturaleza.

- NO ME DOBLEGARÉ ANTE ESBIRROS COMO VOSOTROS, PASAJEROS DE ESTE MUNDO.... ¡¡¡¡¡¡¡ FUUUUUUUUUUUUEEEEEEEEEERAAAAAAAAAAAA !!!!! -

Gritó con un torrente de voz ensordecedor para amedrentarlos, aunque desafortunadamente, aquel enemigo quedaba lejos de tan mundanas aritmañas, pues era alguien que no se arrugaría ni ante nada ni ante nadie, aunque el mismísimo 8 colas se presentase desencadenado y furioso frente a él. Las flamas negras fueron expandidas, y en lo que dura medio parpadeo, aquel susano'o parecía haberse teletransportado hacia uno de sus costados, y aunque sabía el propio bijuu que había sido un simple movimiento, reconocía que la velocidad de aquel no era normal, casi ni de este tiempo, por ello, pese a que el también era poderoso, aquel desafortunado reposicionamiento lo cogió fuera de guardia, el shinobi estaba al alcance de sus tentáculos pero no de su perímetro de maniobra, por eso como recurso, lanzó contra su ubicación 4 tentáculos con una fuerza de 4 meteoritos para quebrar en 2 al individuo, no obstante, por desgracia no sería así.

Sus tentáculos volaron, pero no fue por otro motivo distinto al de ser seccionados en un relampagueante haz que provocó que aquellas gigantescas colas viscosas de impronunciables dimensiones salieran despedidas y rechazadas. El Gyuki bramó horrorizado, pues además del desmembramiento, sufría la mordida de las llamas de amateratsu sobre sus heridas, que aunque en su beneficio hicieran la acción de cauterizar la pérdida, seguían quemando su piel húmeda, y notaba mucho más intensamente como consumía la zona.

- ¡¡¡¡ MAAAAAAALDITOOOOOOO INSECTOOOOOO !!!! HASTA AQUÍ.... LIBRARÉ AL MUNDO DE TU INSANA EXISTENCIA, NINGÚN HERMANO MÍO MÁS SERÁ PRESA DE TU MAAAAAAAAAL ... -

Gritó con toda su fuerza y toda su rabia contra el shinobi, el cual ahora comenzaba a tomar altura. Pero el sabía que tal y como se presentaba la situación, volverían a cobrar idea los fantasmas del pasado, y que si caía, volvería a estar rendido en el interior de algún egocéntrico shinobi, y por eso, y porque conocía hasta donde podían llegar a dar de sí los humanos, desencadenaría su ofensiva final contra aquel malnacido, era todo o nada, aquel enemigo debía de ser desintegrado y borrado de la faz de la tierra.

Las 4 cuatro colas que le quedaban se engarzaron al terreno, al igual que sus manos para otorgarle estabilidad ante lo que iba a preparar. Arremolinó de nuevo frente a su hocico un vórtice mucho más inquietante, mortal y oscuro, que se cargaba con centenares de partículas inestables que se concentraban en el epicentro, emitiendo en paralelo un chirrido que advertiría hasta a los ineptos que, aquello no conocería nada frente a lo que chocase, pues era una bijuudama sin parangón, y la más potente desde que surgió del mar.

Sus ojos parecían salirse de las órbitas por el esfuerzo, pero por su orgullo y por el resto de sus hermanos menores, debía de intentarlo aunque le fuera la vida en ello. Al mismo tiempo, el enemigo parecía preparar también su ofensiva, tan amenazante como destructiva, el hachibi aunque desconocía aquella mutación de jutsu, interpretaba por lógica, que aquello por su forma, apariencia y dimensiones contenía un poder inenarrable, pero él lo haría frente. Cargó la bijuudama por encima de sus posibilidades, era plenamente consciente de que se le descontrolaría al lanzarla e incluso podía errar el ataque, por eso arriesgó y aprovechó para cargarla más y más, y aunque ese shinobi pudiera estar completamente seguro de su técnica, que también supiera que aquella bijuudama no era normal, y que tenía una finalidad más suicida que cualquiera otra...

[Imagen: 73e642def9cedff743e2641c4eac4fe1.gif]

Desde entonces, en aquel paraje solo quedarían estragos de lo que aconteció, y los nativos de la zona pasarían a llamarla, La Calamidad del Rayo.

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