La Mercancía perdida (Misión Avanzanda Rango S)
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Samuru
Un semblante inexpresiva se dibuja en el rostro de Jin, mientras camina guiando al chico. Creía en el fondo, de que es alguien "tramposo" y astuto, dos cosas que necesita un comerciante para generar buenas ganancias. Sin duda alguna, la persona indicada para asociarse y ganar más dinero como tal. Jin esperó aquellos segundos, en lo que Samuru recolectaba su mercancía, los pocos ojeadores que quedaban, por miedo a lo que se avecina, simplemente se hicieron los desentendidos y optaron por tomar rumbos diferentes. — De acuerdo. —

Las calles de Shinguku, se caracterizan por su peligro y incontables guerras entre pandillas, sólo la más fuerte podrá obtener el control del territorio. De modo que, mientras más control se abarque, tienen una mejor distribución de una droga nueva llamada "Colmillo de Dragón del Este", proveniente del País de los Pantanos. Samuru, en tu caminata junto a Jin, presenciaste al menos unas tres personas bajo los efectos de la sustancia psicotropica y estupefaciente. Un comportamiento irracional los delataba. 






En el bar viejo, una conversación interesante transcurre al mismo tiempon que tus demás compañeros también están en lo mismo. Jin eleva una ceja y ríe debido a tu carácter — Muy bien, Samuru. — La mirada del jefe pandillero sigu sin perder su toque amigable, por lo que enciende un puro y la primera calada de humo forma una nube en el techo, que más tarde se filtra entre los orificios del techo, hasta llegar al segundo piso. — ¡MALDITASEA, JIN, DE NUEVO FUMANDO ESA PORQUERÍA AQUÍ! — Shūhei, el vigilante, grita desde el segundo piso, pues el olor a tabaco no es de su agrado, además es bien sabido que ese humo le hace más daño que al propio fumador. — Vale, ignora eso. — Desviaba los ojos hacia la ventana rota. — ¿Qué clase de información quieres? — Diría en un tono curioso y serio, hasta que finalmente escucha lo que quiere. Los detalles son un barco de vela rota, que obviamente él sabe a quien le pertenece. — Un barco de vela rota, lo vas a encontrar en el muelle de Shinguku. Pertenece al Capitan Toru, ese malnacido es mi mayor enemigo, sueño con que su barco se hunda y el desgraciado muera con él. Un amigo mío perdió la vida, por esa porquería inestable que está traficando desde el País de los Pantanos. — Haría un ademán con las manos, hasta que exhala más humo hacia el lateral, al mismo tiempo que buscaba entre los bolsillos delanteros de su armadura de chakrw y pone la pastilla transparente, con un núcleo rojo sangre en el interior.  — Sin embargo, hay algo peor que se rumorea que está perdido. Otra droga mucho más potente que esta que te acabo de enseñar. Mató a un sujeto en el País del Fuego y a una dama en el desierto infernal. — Notarías que el semblante te refleja terror. — Makai ha ofrecido una compensación para quien la encuentre. Mis informantes me han revelado que la guarda en un baúl, escondido en algún rincón de su camarote. — Jin en cuestión de dos minutos, ya había dejado de fumar y enterró el tabaco en el cenicero que estaba en el centro de la mesa. No era una misión difícil para un Ninja, pero sí para un humano común  y corriente. — Un trato es un trato, todos los amuletos y el contacto de tu proveedor, estaré encantado de hacer buenos negocios con él o ella. — 





Un aire de misterio llega en ti, debido a que haz obtenido más información de la que esperabas. Pero lo más interesante era aquelle parte, donde te mencionó la muerte de dos personas provenientes de Países diferentes. La información clasificada revela que pocos días después de los sucesos, el puente Tenchi fue destruído. Pero, Makai encontró la forma de seguir contrabandeando la superdroga. — Las dimensiones del barco son 20 metros de eslora y 15 del mástil. Es el más grande en el muelle, a estas horas del día tiene sus anclas puestas. Para llegar allí, sólo debes guiarte por la calle y el olor a madera húmeda y sal, que cada vez se hace más frecuente. — Revelaría sonando serio para luego mantener los ojos entrecerrados. El silencio indicaba que ya no tenía más nada que decirle al chico de ojos púrpuras y este lo próximo que seguramente sería irse. Una vez afuera, visualizaría el mismo entorno peligroso y el olor a sal y madera húmeda lo guiaban, llegaría al en cuestión de minutos si iba caminando tranquilamente, ahora si iba a un paso Ninja, alertaría a las pandillas circundantes y deberían tomar cartas en el asunto. El barco de velas rotas, estaba en la zona oeste del muelle, no tenía barcos a sus alrededores y se podían ver a bandidos, gente mal vestida y con estado de salud y higiene muy deplorables, eran Piratas después de todo. 

Arata.
Mōji pese a que decía toda la verdad, se alegraba por el hecho de presencia como el señor busca más monedas entre sus bolsillos. El resto de los perdedores mantienen sus ojos y oídos, centrados en el tintineo metálico, esperando más generosidad de Arata. La pequeña, fue quien más salió ganadora de todo el asunto, pero ella decidió hacer un acto no muy visto en estos tiempos, y prefirió compartir lo obtenido con su hermano mayo, tras un leve cruce de miradas. En el fondo sabían que en el día de hoy ya no comerían ese mismo pan viejo, y hasta posiblemente lleno de moho.

El líder de todos, no paró de hablar en lo que el moreno "regalaba" más de esas monedas. Algo en su inocente mirada revelaba trampa y ambición, no son muy frecuentes este tipo de personas tan sueltas en la Garra, pero lo que no sabía él o algunos miembros de la pequeña banda, es que el señor tiene más calle. Hablaban entre ellos, una vez fueron desapareciendo, nombrandolo como estúpido e ingenuo ante las palabras de Mōji. Ninguno tuvo la capacidad para darse cuenta de la jugada de Arata, ya que se encontraban contentos con las ganancias del día de hoy, así que más tarde acabarían notando, que lo único que quedaban en sus ya vacíos bolsillos, eran fragmentos de arena, dejando libres a la pequeña y al mismo Mōji.



El ambiente peligroso,  no tenía porque causar miedo en el Jiki que se aventuró en las peligrosas calles del barrio Shinguku. El robo a la ancianita en apuros es cierto que si no le importó a nadie, mucho menos a él. Viniendo de un País donde esta clase de desagradables situaciones son muy frecuentes. Cuando estuviste en busca del bar más frecuente del muelle, minutos después encontrarías unos. Aunque si dieras un vistazo, a lo lejos, verías un barco de velas rotas, que sin indagar, no sabrías que aquel pertenece al Capitán Toru. Entregaste un par de monedas, y el barman llamado Hisagi, las toma no sin antes darte un vistazo, identidicandote como un extranjero, sobre todo por el acento. — ¿Buscando trabajo en Shinguku? Si que debes tener valor, muchacho, me agradas, heheh. — Te sirve una bebida alcohólica  (sake) con hielo cubos de hielo en un vaso frío mediano, que con su habilidad natural, empuja con la palma y el vaso de desliza hasta llegar a tu mano. — ¿Capitán Moru? No existe un capitán Moru, puede que te estés refiriendo a Toru. — Añadió un hombre desconocido y tripulante del barco de vela rota. — El Capitán Toru, continuamente cambia su personal ya que la mayoría terminan muertos o encarcelados. Mi nombre es Pairō, mucho gusto. — Bebió un sorbo de su cerveza. — Puedo confirmar que eso es verdad. —  Añadiría Hisagi, limpindo un vaso con un trapo hasta dejarlo brillante. — No es un buen lugar para buscar trabajo, pero si estás dispuesto a vivir una vida llena de desafíos en los mares... Bienvenido seas. — Arata puedes elegir que hacer durante esta situación. En el ambiente en el bar, no resulta hostil para ti, debido a que no haz causado una mala impresión como tal, ni tampoco te consideran peligroso a simple vista.


Renji

La situación con Renji no iba para peor, si no para mejor. Estas tres personas son tripulantes del "Venganza", y los únicos capaces de utilizar el chakrs a la perfección, debido a sus armaduras de chakra, aunque el manejo y moldeo no se compara a los de un Chūnin. — Haz de estar cansando, viejo. — Diría el más bruto de todos soltando un eructo y pidiendo otra cerveza más con una sola señal de mano. — En realidad, opino que nada es tan cómodo descansar, luego de un largo viaje, independientemente si es una silla de madera o no, jajaja. — Añade con un toque humorístico, para seguirlo el juego a Renji, Tenji es el más astuto de los tres. — Sí, Shinguku. — Confirma Fū, percibiendo la ignorancia y desconocimiento.  — Lo más normal... Alcohol, muertes, putas y drogas. ¡Es un buen lugar, vives cada día como si fuera el último! — Para nuestro amigo Yami, le parecía más que interesante y adecuado vivir allí. La delicadeza en Renji y los continuos ademanes de manos, hizo que por un breve momento los compañeros intercambiaran miradas extrañas entre ellos, pero por respeto al chico, prefieron no juzgarlo y no decirle nada, sólo continuar con la misma conversación. — Así que el País de la tierra eh... — 
Tenji, Fū y Yami, se vuelven a mirar extraño, pero no era por el comportamiento casi afeminado de Renji, si no más bien por el País del que proviene. Habían escuchado historias sobre una civilización que vive bajo el subsuelo, una metrópolis de roca, setas brillantes, cien pies gigantes y más, una maravilla visual para cualquier explorador. Los tres, miran con una suma atención las flores marchitas afectadas por las plagas, que poco a poco están arrasando la flora y acabando técnicamente también con los hábitat de la fauna, un desastre total en el ecosistema, que tarde o temprano pasará una alta factura a la vida humana. — Sí, bueno. ¿A quién mierda le importa una plantita más? — Respondió Yami y más tarde fue regañado por Fū de una patada en la canilla. La mesa se removió atrayendo miradas desconocidas por un intervalo y una hermosa mesera se acerca a traer la jarra de cerveza de raíz al grandullón y este comienza a beberla, a la vez que le pasa unas monedas y le lanza una nalgadas a la joven. Ella se marcha avergonzada y sus colegas no saben hacia dónde mirar debido a la incomodidad. — Nuestra tripulación zarpará hoy hacia el País de los Pantanos. Una tierra repleta de Pantanos, senagales y mucha fauna. Por un pago extra, podemos llevarte como pasajero a bordo en el "Venganza" del capitán Toru. — 
— Si tu intención es ayudar a la población, estás en el lugar equivocado. Esto se está convirtiendo en una cuidad donde ya no hay leyes y sólo gobierna la pandilla más fuerte. — Tenji se levanta de la mesa y tras un resoplido, con un movimiento se manos indica a los tres (si Renji acepta) a que se levanten. Era la oportunidad de probar al mítico hidromiel, y también era la oportunidad personal del Ninja para acabar con estas vidas, en sigilo, que han puesto en manifiesto su ignorancia respecto a la vital importancia de la flora y fauna para la tierra. — Bien, andando entonces, mueve el culo, gordo de mierda. — Tras el regaño de Fū, Yami fue el último en levantarse. Los dos seguirían caminando a Tenji, por las calles, directo al barrio Shinguku. Si los seguías tal cual, verías una población distinta. No eran para nada iguales a las personas que viste anteriormente, el aire desprendía un hedor a alcohol, tabaco y distintos tipos de drogas.
Percibes como las miradas extrañas se centran algunas en ti, por tu apariencia como extranjero, pues, a diferencia de los demás, vestias bien y para los Piratas eso es algo extraño. Independientemente a lo que pase, tras una media hora de camino, podrías ver a lo lejos, luego de percibir el olor a sal y madera húmeda, el barco de velas rotas, aquel que pertenece al Capitán Toru. Notas como ellos no se detienen, a partir de este, deberás ver que hacer.


off rol
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La expresión en su rostro cambia a una más seria al escuchar una tercera voz en ese bar. Proviene del tercer piso, pero no parece estar acercándose. Sin embargo, el de sombrero no baja la guardia. Su rostro debe indicarle a Jin que la confianza de antes desapareció de un momento a otro. Aun así, se mantiene en su lugar, sentado. Continuar la conversación es clave, sobre todo cuando su nuevo compañero de negocios comienza a entregar una información de lo más interesante. El de armadura revela el nombre de quien puede custodiar la embarcación y, además, los sentimientos negativos que tiene en su contra. Esto genera una leve sonrisa en el comerciante, pues le da a entender que eso ayuda a que siga hablando. Toda información es valiosa, luego depende de si la usará por su cuenta o buscará a sus compañeros para compartirla.

Eso sí, jamás esperó poder conseguir tanto en tan poco tiempo. Luego dicen que ser un humilde comerciante no tiene sus ventajas. Samuru, probablemente, acaba de pasarse el juego.

Si mató a gente fuera de este país, puede que haya mucha gente tras esa droga. — Y si cerca o en el mismo barco puede dar con ella, la ganancia será más alta de lo esperado. — Intentaré dar con ella y arrebatársela. Asumo que te gustará que tu “viejo amigo” quede sin su mercancía. — Utiliza un tono irónico al referirse como su amigo. El plan de Samuru es simple, si menciona más al tal capitán, más puede calentarse la boca de Jin para revelar información.

Asiente al comentario del trato. Sin duda perderá dinero al entregarle todos los amuletos, pero la paga que le ofreció el viejo de la misión es aún mayor, por lo que acepta el tener que perder para ganar el doble. Es una forma de invertir. Arriesgada, pero puede funcionar, sobre todo cuando eres alguien tan experto en el tema. Los años apremian y eso que aún es joven. Tiene mucho por recorrer, pero ya un camino extenso lo respalda desde atrás. — Estoy seguro que nos encontraremos. La amistad hecha por negocios es más fuerte de lo que piensas. — La mano que ha estado hasta ahora dentro de su saco saca distintos amuletos, cinco en total, y los deja sobre la mesa. Todos son del mismo tipo que le interesó a Jin en la calle, aunque esos no los puso a vista de todos. Siempre es bueno guardar mercancía especial, nunca sabes cuando desde las sombras puede aparecer un negocio mejor.

Se levanta de la silla y mira a su alrededor nuevamente. Aquella voz misteriosa y quejosa de hace rato no ha vuelto a oírse. Le preocupó un momento, pero la calma ha regresado tanto a su cuerpo como a su mente. — Mi contacto se moviliza por el País de la Hierba. Al igual que yo, siempre carga con un saco, pero en vez de un sombrero, un velo negro cubre su rostro. — Al parecer, para ser un comerciante que se mueve y no se mantiene estático, hay una condición especial de ser, aunque sea, un poco excéntrico. — Cuando lo veas, menciona la siguiente frase. “Aquel que domine la paciencia, dominará el mundo”. Así sabrá que vas de mi parte. — Y, de este modo, concluye el intercambio entre Samuru y Jin.

Tras hacer una leve reverencia, se retira del bar. El camino que le indicó es sencillo, pero puede encontrarse con varias molestias. Lo ideal es que pueda llegar al famoso barco sin interrupciones. Después de todo, entrar en un conflicto bélico en un terreno donde es superado en número puede ser la peor de las ideas. Y ser un estratega es una de las cualidades de Samuru. Para pelear a vista de todos ya están Arata y Renji, que por cierto, ojalá hagan su trabajo y también den con la ubicación del barco más pronto que tarde. Samuru no quiere enterarse que hizo todo por ellos y resolvió la misión solo. En ese caso, no les dará nada de su paga. No olvidemos que, a pesar de trabajar para Kakusei, cada uno se lleva un porcentaje propio.

No pueden dárselo todo a la organización, no hay que ser pelotudos tampoco.

Primero, se amarra su saco aún con mercancía al cuello, con un nudo, así puede liberar sus manos. Después, asegurándose de que nadie en el exterior del bar pueda verlo, realiza una secuencia de sellos manuales. Una vez finalizada, su cuerpo se mimetiza con el aire y se vuelve invisible ante los ojos ajenos. Luego, sigue el camino que le indica el olfato, pues fue la instrucción de Jin. En el camino se encuentra con gente indeseada, pero no deben ser capaz de verlo. El de sombrero no presenta ninguna actitud hostil. Si es por él, resuelve todo caminando y sin sudar. Utilizar la fuerza bruta no es de sus prioridades.

Sus pasos lo llevan cerca del destino final. ¿Algo o alguien impedirá su llegada al famoso barco?

Información
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El rubio sonreía en exceso y no era para menos. Lo que parecía ser una mala actuación había encajado perfectamente con el grupo de piratas que tenía a su alrededor, sin embargo, pronto se daría cuenta de que no eran más del montón. ¿Acaso no había alguien sobre la faz de la tierra que estuviese tan interesado en la fauna y la flora como él?

— Sí, bueno… — Espetó en voz bastante baja, incluso, parecería perfectamente un detalle añadido para su papel, sin embargo, era una reacción totalmente genuina de su personalidad verdadera. — Como sea. — Sentenció aquel pensamiento de enojo que le invadió y decidió seguir adelante con su coartada. Los hombres parecían ser muy buenos manejándose en los alrededores, sin embargo, ir hacia el País del Pantano lo desviaba ligeramente de la misión, no obstante, era algo de sumo interés, pues no había visitado tal sitio… ¿Sería la decisión correcta?

El rubio siempre se había decidido por seguir sus intereses y su sed de aventura, pero de hacerlo estaría dejando atrás a dos de sus compañeros y claro, no le permitiría dar con el éxito de la misión. Dentro de la cabeza de Renji y en cuestión de segundos, se dio un debate bastante fugaz entre sus ideales y los intereses de la organización. Las palabras de Kaname resonaron en su interior a medida que recapitulaba aquel ameno encuentro en donde se percató que no tenía un objetivo con peso, simplemente era una hoja que se mueve según el andar del viento… ¿Y eso estaba mal? Para nada, al menos no para sí mismo.

Aunque claro, eso lo posicionaba como una persona bastante vacía en comparación al resto de sus colegas de Kakusei.

Renji no tuvo más opción que decidir. Y levantó su trasero de aquel asiento para afirmar y claramente tomar la oferta que se le ofreció. — ¡Andando! — Exclamó con delicadeza fingida mientras elevaba su diestra, casi como si fuese parte de un anime o algo por el estilo.

El rubio entonces habría accedido a viajar, llevando consigo unos cuantos Ryos que le fueron proporcionados para la misión como tal. Era una lástima dejar a aquel caballo en el establo de la posada, pero esto era una oportunidad de oro para mejorar su conocimiento al respecto de otros tipos de vegetación.

Dicho aquello, Renji acompañó a los piratas en dirección al barco, que aparentemente y de manera obvia, estaría en un puerto de la cercanía. Sin embargo, la presión visual ejercida por los demás gremios de piratas era palpable para el rubio, quien intentaba mantenerse tranquilo, pero mostrarse aterrado. — Disculpen. Mencionaron que aquí controla el más fuerte… ¿Esos son ustedes o de quién hablamos? — Preguntó en voz baja y temblorosa al más sensato de ellos, quien había sido más amable hasta aquel instante.



Resumen
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El Jiki disfrutaba de las aventuras que su propia suerte -mala o buena- podía regalarle, siempre y cuando terminase con números verdes. Y por ello, básicamente, procuraba gastar poco y lo justo necesario para destrabar cualquier situación. Pero, por supuesto, procuraría recuperar de una forma u otra lo utilizado, a veces literalmente. Andando por aquellos caminos escabrosos jugueteaba con las monedas que recientemente había recuperado, con los bolsillos a medio llenar y la conciencia completamente limpia. Quizás debía pensar y considerar que les había enseñado una lección a aquellos chicos para evitar caer en autoflagelaciones mentales, pero de momento su mente seguía transparente.

Ya una vez dentro del bar, en un ambiente en el que si bien era un completo extraño, no se sentía como tal. Había estado en bares como aquel incontables veces, de momentos se había dignado a turnarse el lado de la barra, trabajando detrás de ella unas cuantas veces y delante otras tantas, como esta. Los personajes pintorescos de la escena le despertaban cierta necesidad de probar suerte. Era fácil conseguir dinero de borrachos y viciosos, solo hacía falta un poco de suerte y un par de dados o cualquier fuente de azar para ello. Lo consideró por unos cuantos segundos, ubicando posibles víctimas de su usual buena suerte, pero abandonó tal idea cuando sus dudas y requerimientos fueron respondidos.

Sorbiendo un trago de Sake se dispondría a mirar con mucha atención a los locutores. El sabor tan particular de la bebida era un aliciente para su tendencia al juego y el azar, pero probablemente consiguiese más monedas haciendo bien su trabajo. Luego habría tiempo para sus aspiraciones banales. — Oh, si, Toru. Capitán Toru. — sonrió a ojos cerrados y con las cejas arqueadas para señalar pena al tiempo que se rascaba la nuca. Prefería pasar por torpe de palabra que torpe de acción, y esa era su jugada de momento. Una vez aceptado el error, seguiría. — Y no me consideraría valiente. Solo quiero conseguir dinero rápido. Tengo deudas que pagar en casa y mi familia peligra si no lo hago rápido… — ensombrecería un poco su expresión al tiempo que daba otro sorbo a la bebida.

— Pero no quiero arruinarles la tarde. ¿Saben donde puedo encontrar a este capitán Toru? Si está tan escaso de personal probablemente quiera contratarme, ¿No? — era una idea particularmente buena ir en busca de un capitán si el objetivo final de la misión era encontrar un barco. Al tiempo, sacaría otras cuantas monedas empanizadas en arena y las pondría sobre la barra. — Otra ronda para mi y mi amigo Pairō — diría al bartender con una media sonrisa.

Por lo demás, se dedicaría a esperar por la respuesta de alguno de los presentes. En caso de recibir una indicación la tomaría sin dudarlo mucho, partiendo de inmediato. No sin antes agradecer a los dos por su ayuda. De camino a la salida consideraría si volver a intentar la jugarreta de las monedas, temiendo que el cantinero se diese cuenta y terminase en un lío innecesario y por consiguiente; estúpido.

OFF
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Samuru
La conversación con Jin, se estaba tornando bastante interesante. Se veía así mismo, en un futuro no muy lejano, con grandes cantidades de dinero. El chico no le daba motivo para desconfiar, con lo que compró anteriormente, un vistazo bastó para darse cuenta de que el material era genuina y muy alta calidad. El oriundo de Cuidad Sukuna asiente ante lo que dices, pero suspira con una total indiferencia y agrega. — Sí, eso es correcto. Pero, en las calles se comenta de una alta producción. Su propósito es vender al, soldado "perfecto". Pero son solo monstruos sedientos de sangre y carne, es realmente peligroso. Sin embargo, está en la mira de mucha gente con poder, dicen los rumores. — Los Imperiales, pese a que no tienen control en este País, en sus territorios son de temer. Las leyes y cada movimiento está bajo su control. — Heheh. — Sonríe con malicia. — En realidad, me gustaría que se desapareciera del radar, pero eso levantaría sospechas sobre mi y sería un objetivo principal para las otras mafias aliadas a ese bastardo. — Eleva una ceja al escucharte mencionar el País de la Hierba, lugar conocido en las calles del bajo mundo. Todos saben lo que pasó en el puente Tenchi, la aparición de seres peligrosos, con la habilidad de un Ninja. — Es un País peligroso, pero vale la pena el riesgo. Haré los preparativos para ponerme en contacto con tu proveedor, dentro de una semana. — ¿Era Jin otro de los que ansían tener muestras de esa droga? Tal vez, pero el bastardo sabe muy bien como ocultarlo. Y no es por interés político, sólo para ganar territorios claves en los cuales su mercancía nocturna, sea la única que se distribuya por las calles, a su precio ideal, creando dependencia en adictos. Es un gangster después de todo. Así que, dependiendo del éxito, tal vez sería contactado por Jin más adelante, para volver a hacer negocios. Un profundo silencio tomó control del asunto, durante la reverencia de Samuru. Jin respondió asintiendo y alzó una mano, como señal, para que otra persona más ingresara a hacer negocios con él, en lo que Samuru se marchaba del bar. Pero estos eran más serios, desde afuera escuchaste golpes poderosos, que por supuesto no fue de tu interés. Algo en ti, te dice que esa persona no hizo nada bueno para Jin.




Nadie fue capaz de ver los veloces sellos de mano de Samuru, puesto a que encontró el momento preciso para ejecutar tal técnica, que le haría pasar desapercibido entre las masas. Sólo tenía que guiarse por el olfato y poco a poco se fue encaminando el muelle de Shinguku. El barco de velas rotas, fue visible para el comerciante a lo lejos.  Entre todos los que hay cerca, el Venganza es el más imponente y antiguo. Habían diferentes formas de entrar, pero seguramente el curioso muchacho, lo hará a su manera. El cargamento se encuentra exactamente donde te dijeron, pero tendrías que lidiar con la cubierta, en la cual hay al menos unos ocho tripulantes, haciendo los preparativos para surcar los mares, guiándose por las aguas oscuras que lo guiarán hacia Makai. Sin embargo, debería tener cuidado con no ser visto, ya que el uso de chakra, por más sencillo que sea, en este País, está visto como un intento de homicidio. Tendrías que buscar una forma para infiltrarse o esperar a la llegada de sus compañeros, no sabias que Renji viene camino hacia el Venganza, junto a tres tripulantes verdaderamente fuertes, que de seguro agregaría, mucha emoción al hurto de la mercancía. 

Arata
La enseñanza a los pequeños traviesos, sin duda alguna  les dejó bastante, que el dinero mal venido, es el que más rápido se desvanece. Un gesto de amabalididad, que más tarde se convirtió en un intercambio de información con el líder de los perdedores. Arata debería estar con la mente tranquila, la hermana y el niño no se quedaron sin nada. Por una vez, en mu mucho tiempo, comerán algo de calidad que no dudarán en compartir con su grupo, los unía un lazo de sangre y la misma causa.


Tu interacción en el bar, fue de lo más incomoda para ti. Aunque hayas estado en distintos lugares, en el día de hoy eres un extraño bastante lejos de casa, por lo que haces bien en mantener un perfil bajo, que te ayuda a ganarte las gentes de este País. Hisagi sonríe ante las palabras del muchacho, tal vez estaba siendo modesto. Pairō, por su parte permanece serio aunque no demuestra desinterés, ve en el interior del extranjero un potencial al cual podrían sacarle provecho en el viaje al Pantano. — Pues ya está, te llevaré recomendadl. Podrás ayudar a tu familia más de lo que crees, todos tienen a sus seres quereridos viviendo vidas lujosas, incluso en esta porquería de País. — Hisagi suelta una carcajada de risa y se desplaza tras la barra a atender varios clientes que pedían más cerveza de raíz y licor de arroz. El contramaestre, principal responsable del estado actual de las velas del "Venganza", tiene una muy buena reputación. — Claro, enseguida. — Hisagi toma el dinero y procedió a servirles dos tragos, este era un licor más fuerte que el de arroz. Pairō, arrugó la cara como si se fuera comido un limón, pero luego negó tres veces con la cabeza para decir — Que buen trago. — 

Pairō, de un momento se puso de píe y le dio un golpe fuerte a la barra — No se diga más, hay reparaciones que hacer. Andando, hablaremos con el Capitán Toru. — Pairō se despide de Hisagi y de algunos colegas y esperando ser seguido por el muchacho extranjero, sale por la puerta del bar, su madera rechina ligeramente y la luz los baña, trasmitiendoles la misma calidez que a los transeúntes. Pairō sorteaba los cuerpos, y se mantendría cerca del muchacho, pero con una señal de manos le indicaría que no hablara, puesto a que habían enemigos de Toru muy cerca, así que optó por tomar un atajo hacia el Venganza, el mismo que usa de camino hacia acá, metiéndose por al menos dos calles menos transitadas, y tomando un desvío por una intersección, que al ir por la calle correcta, los conduciría hacia el Venganza. — Aquí es. — Acelera el paso, la escalera estaba abajo y el futuro tripulante, podría visualizar la maravilla visual que era aquel navío. Por los metros de eslora, calculados en tu mente con un solo vistazo, no había preocupación, mucho menos en la cubierta amplia, escuchabas las voces de más tripulante situados en la cubierta, y algunos a los costados de los barcos ajustando las sogas. 

Tu habilidad como sensor, podría indicarte que el chakra de Samuru está cerca de ti.


No tuviste mucho tiempo para reaccionar hacia lo que estás detectando, pero el primero en subir las escaleras improvisadas hechas con sogas, de apretados nudos, fue el contramaestre Pairō. — Demonos prisa, el resto de la tripulación llegará pronto. — Ya él no te tenía en su campo visual conforme subía, pero al menos unos dos tipos mantuvieron sus miradas centrada en ti desde las alturas, durante cinco segundos, para luego ayudar a subir al contramaestre. Pairō te hace una señal de manos con una sonrisa dibujada en sus labios, pero en el fondo era mal intencionada. Habilidades con la madera, de buena calidad, no eran tan vistas, así que uno de los primeros trabajos de Arata será construir compartimientos secretos, para introducir más mercancía y seguir con el tráfico ilegal de drogas como el "Colmillo de Dragón" o la propia "Celula T", y otros tipos. En aguas internacionales, les sería  bastante útil evitar esos cheques rutinarios al zarpar en Islas, para reponer provisiones y realizar reparaciones al navío. — Espera aquí, hablaré con el Capitán. — En caso de que subieras a tiempo, verías se encaminaba en dirección hacia el camarote del Capitán Toru, ingresando con total normalidad. — Hijo de perra, haz llegado demasiado tarde. ¿Conseguiste lo que te pedí? — Haciendo referencia indirecta al "ingeniero".


Renji
La situación  del investigador, había cambiado totalmente para fortalecer sus futuros movimientos, durante la operación que está llevando a cabo, junto a sus otros dos colegas. Entrestecido, por abandonar al caballo, Renji emprendió un viaje hacia el Venganza, junto a tres verdaderos piratas que recién acaba de conocer. — Me han dicho que, Shinguku se ha vuelto más peligroso últimamente, heheheh. — Comentaría Fū, sin responder directamente a la pregunta del susodicho. — No es información, que le sea de mucha interés a un extranjero, cuya labor se centra en el cuidado de la flora. — Respondería Tenji, con las manos en sus bolsillos y ojos cerrados como los de un zorro. — ¡Oigan! Demonos prisa. El Jefe se pondrá de muy mal humor, heheheh. — Casi se podía escuchar la malicia en sus risas, seguramente ya el muchacho se pudo dar cuenta rápido, con su aguda perspicacia.  Aquel hedor a madera húmeda y sal, no tardarían en invadir el sentido del olfato de los que marchan rumbo al navío. Renji, debería ir con cuidado de ahora en adelante, puesto a que ha percibido un comportamiento no tan extraño, pero si uno que debe tener en cuenta, por si algo llegase a suceder. Él no sabía que, por cuestiones del destino, trata con tripulantes de la pandilla más peligrosa de Shinguku, conocidos por ladrones y genocidas, una información de la cual Renji no estaba tan al tanto.

Pasado un tiempo de caminata, llegaron a la ubicación donde el Venganza lanzó el gran ancla hacia el mar. Los tripulantes que guiaron a Renji, ingresaron al barco, prácticamente escalando las sogas en los bordes, como si fueran monos. Demostrando ser unos expertos infiltración. Podrías buscar cualquier forma para ingresar, pero desde esa ubicación en la que estás, estás cerca de tus compañeros, sobre todo de Arata, quien posiblemente, si él accede a subir, lo verías en la cubierta en silencio, siendo totalmente otra persona, hasta se podría decir que fingiría no conocerte, para no alertar a los otros piratas que siguen trabajando en la preparación del Venganza, para zarpar. Una vez arriba, el trío que anteriormente te guió hacia acá, decidió rodearte en un perfecto triángulo, ahí mismo en la cubierta. Los demás piratas se ríen y gritan, viendo la situación en la que se encuentra Renji (hide revelado). — ¿De verdad creíste que nos interesaba esa basura naturista? — Fū fue el primero en desenvainar una Katana, que sin dudarlo, se lanzó a por el costado izquierdo de Renji, tratando de cortar su antebrazo, dibujando un corte profundo y horizontal. Tenchi, se suma a su colega, quien trata de pegarte un corte, Yami arremete contra ti lanzando unas cadenas, atacado a una plancha de hierro, que trataría de enrocarse en tus piernas. — ¡Danos esa receta de aquel hidromiel que nos mencionaste, nosotros lo fabricaremos y nos quedaremos con todo!. —

Renji, estaba siendo víctima de un ataque, por tres problemas Diablos que apenas y igualan en velocidad a un Genin de temprana edad, por lo que no le sería muy difícil salir de la situación. La duda estaba en si Arata, de encontrarse en otro lado de la cubierta, actuaría para ayudar al Tanaka o confiaría plenamente en sus habilidades, también notaría la inexperiencia de combate de esos tres, si prestaba la suficiente atención.


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Si nos remontamos unos cuantos minutos al pasado, Samuru pudo percatarse de que alguien entró tras de sí a aquel bar a hablar con Jin. Pero este no fue el dato que llamó la atención, sino los ruidos que expresaban violencia, provenientes del interior. En un momento, el de sombrero pensó en entrar y revisar si todo estaba bien, pero en cosa de un segundo, descartó la idea. Si bien quedaron como compañeros de negocios, la verdad es que nuestro protagonista ya obtuvo lo que quería de él. La información que le dio es suficiente y probablemente no necesite más de él. Por lo mismo, Jin podría estar muriendo dentro de ese local y ya nada tendría que ver con Samuru. Puede que no sea una mala persona, pero sabe muy bien que para sobrevivir en este mundo hay que ser fuerte. En cualquier momento se te pueden abrir las puertas del infierno.

Regresando al presente, la llegada de Samuru al puerto de los barcos ha sido bastante tranquila. Gracias a su técnica, nadie ha sido capaz de percatarse de su presencia, y ojalá esto siga así. De todos modos, él no se ha confiado y ha tomado precauciones. Por ejemplo, no avanza por camino abierto, sino que se mantiene pegado a las paredes e incluso tomando desvíos por callejones solitarios. No olvida que es una ciudad con gente preparada para la guerra y andar de forma tan descuidada puede resultar en ser descubierto. Y esto es todo lo que no puede pasar, sería una auténtica tragedia.

Al estar muy cerca de las embarcaciones, opta por quedarse a un lado, al igual que antes, cerca de una pared, aún en tierra firme. Desde su posición puede observar hacia arriba, no mucho, debido al ángulo, pero logra enterarse de las llegadas de Arata y Renji. Como esperaba, los tres se separaron y cada uno hizo su trabajo. Ninguno se ha equivocado, pues todos llegan al mismo destino. Esta forma de trabajar tiene ventajas y desventajas. Si hablamos de lo segundo, es que, desde ahora, no tienen mucha oportunidad de comunicación para coordinar sus movimientos, por lo que la única estrategia posible es actuar de manera cauta, pero a la vez efectiva. Además, se debe confiar en que el resto puede reaccionar ante ciertos movimientos.

Al menos, eso quiere creer Samuru.

Reconoce las voces que se dirigen a Renji, pues pudo oírlas antes también mientras llegaban a la zona. — Me pregunto si eres bueno para meterte en problemas, Renji. — Desconoce si ahí arriba Arata ayudará al experto en comida, por lo que Samuru opta por formar parte del conflicto, aunque desde las sombras. Al cambiar su intención, el jutsu de viento activo hasta ahora desaparece. Su cabeza da vueltas durante un momento, provocando que se sujete la misma, pero rápidamente vuelve en sí. Sabe que debe ser veloz, pues cualquiera puede verlo y es sospechoso que un simple mercader esté en esa zona sin hacer nada.

El movimiento es simple. Toma un pergamino y, tras un salto que le permite llegar a la altura del navío, deja el rollo en el borde. Desde ahí se invocan cinco bombas de humo, siendo cuatro las que se explotan en la zona donde se encuentran Renji y compañía, mientras que la restante cae fuera, justo en la ubicación de Samuru. ¿Y esto para qué? Sencillo, para ocultarse. Dentro de la capa de humo, realiza una secuencia de sellos que, al finalizarla, le da la capacidad al comerciante de meterse bajo tierra, pues recordemos que él aún está en terreno firme. Su siguiente y último movimiento, por ahora, es trasladarse en línea recta, aún en tierra firme, hasta la zona trasera del navío, para luego, cuando crea correcto, tener el factor sorpresa que le permita obtener una ventaja de posicionamiento. Aunque, por ahora, se mantiene oculto en el subsuelo.

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Última modificación: 04-04-2024, 02:21 AM por Renji Tanaka.
Extrañamente, ninguna de las dudas de Renji recibió atención alguna por parte del grupo de piratas. Esto, sin duda alguna, llamó la atención de Renji, que por momentos dudaba de la ficticia amabilidad de aquellos tres. Sin embargo, la gran ingenuidad del chico no le permitiría discernir las verdaderas intenciones de ese grupo, al menos no por ahora.

Por otro lado, el camino fue totalmente silencioso. Tal silencio causaba incomodidad a quienes participaban en esa caminata. De hecho, empeoraba exponencialmente el ambiente, dado que había muchos rufianes y matones a los costados del trayecto que miraban con recelo e incluso mostraban gestos de agresión. — Sí que necesitan un abrazo. — Susurró entre dientes, casi inaudible para sí mismo...

La llegada al barco cambió todo. A pesar de tener la presencia de Arata a tan solo unos costados, el rubio siguió firmemente en su papel, incluso antes de recibir la primera amenaza. — Vaya, qué ingenuo fui al creerles que querrían ayudarme. — Negó con la cabeza un par de veces...

Pronto los tres ataques serían dirigidos al rubio, quien ejecutó una única postura y dejó caer algunas semillas cerca para hacer crecer una raíz de manera abrupta que lo rodeó, proporcionando una defensa bastante completa. Tan solo quedaba una pequeña brecha a la altura de sus ojos para tener un poco de visión hacia aquel que estaba frente a él.

La rama se mantuvo en dicha posición por pocos segundos y se extendería ligeramente para dar un latigazo y crear algo de espacio entre los 3 piratas y el rubio. Para sorpresa de todos, los ropajes de Renji habrían cambiado por unos más cómodos, era la ropa que usualmente utilizaba para su labor como Shinobi.

Ahora, en "condiciones" de combatir. El rubio tenía muchas ideas en mente, siendo la primera estas, hacerse con aquel barco. Aunque sería complicado no dañarlo de más. Por el momento, la raíz de Renji habría nacido desde una de las semillas que llevaba consigo, causando poco o nada de daño a la cubierta, no obstante, quizá llegaría el momento en que las Algas o cualquier vegetación marina fuese su mejor aliado.

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Su plan parecía marchar bien. La fortuna, como era usual, le sonreía cuando se arriesgaba. Y aunque a ojos externos su táctica no era de aquellas más mercenarias, siempre le parecía un riesgo innecesario fingir ser alguien más. No tenía las habilidades actorales de Samuru o el carisma de Renji, pero con lo poco le bastaba para no lucir completamente sospechoso. Lo que era evidente era que aquellos hombres habían mordido el anzuelo, y el indicado se disponía a llevarle con el famoso capitán.

— ¡Gracias! — gritaría el Jiki ante el visto bueno de Pairō. — Le prometo que haré mi mejor esfuerzo. De verdad necesito el dinero. — aquella media verdad era de las mejores, pues su tono sonaba convincente porque efectivamente necesitaba el dinero. Acto seguido bebió su trago, que con la suficiente potencia le había hecho sacudir las paredes dentro de su mente, y quedó con la atención fijada en los presentes. De vez en cuando echaba un ojo a los demás comensales en caso de que alguno llamase su atención.

Al momento de retirarse haría un leve gesto de agradecimiento al bartender. Era honesto, pues sin su presencia quizás habría costado el doble acercarse a aquel sujeto que ahora le guiaba a su botín. Se vio tentado a dejar una propina, pero su papel de necesitado estaba primero. Eso, y su negación de gastar más dinero en aquella misión.

Sin embargo, antes de salir del bar, antes de dar aquel último paso, pensó en algo. Quizás estaba siendo guiado a un lugar al que no quería ir, y quizás tenía que tomar precaución. Por ello su primer instinto fue simple; ubicar a sus compañeros. Concentrando chakra para activar su técnica sería capaz de detectar, aún en la inmensa lejanía, la ubicación de Samuru y Renji, gracias a aquel puñado de arena que les había entregado y que servía de “marca”.

Sabaku Tansaku
-5 ck


Sabiendolos relativamente cerca se permitió relajarse. Las posibilidades de estar en el camino correcto se elevaban por montón cuando los tres estaban tras la misma pista. Eso, o los tres eran unos desgraciados y habían tomado la misma decisión de mierda. Pero no sería él quien detuviera sus pasos ante tal nefasta posibilidad. Así seguiría con marcha firme a Pairō, memorizando las callejuelas y callejones que servían de atajo.

Cuando estuvo frente al navío, sabía de la ubicación de sus compañeros. Soltó todo el aire de sus pulmones para concentrarse en hacer que su papel de trabajador fuera el doble de convincente, y abordó sin mediar mucha palabra. Aún si viese a sus compañeros no diría nada, y trataría de no cruzarse con ellos ni siquiera de mirada. Confiaba que Samuru le permitiría seguir con su coartada, pero Renji era un tanto más impredecible.

Cuando por fin estuvo debajo de la cubierta, y se le dejó solo, echó un ojo a todos sus alrededores. Si la información que había recolectado hasta ahora estaba en lo cierto, probablemente se encontrase con el objetivo de la misión pronto. Y Pairō iba a ser clave en esto. Por tanto no dejó que mucho tiempo pasara cuando una tanda de sellos y unos cuantos segundos más le harían mimetizarse con la madera del navío, y subiría por las escaleras valiéndose de su invisibilidad para buscar seguir al marino en su marcha hacia el camarote del capitán.

Mujitsu Hei
-15 de ck

De conseguir entrar al camarote, se quedaría en una esquina escuchando. No sabía si entre los marinos habría algún sensor, y de haberlo estaría en problemas, pero prefería arriesgarse.

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