La Mar Salada [Rol Libre]
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5 de Febrero del 16
Kirigakure no Sato
Afueras, Playa Sur

A veces es bueno relajarse un poco. Por lo menos eso me dice mi padre, el cual sutilmente me insto a salir de casa para que diera una vuelta y desconectara un poco en vez de quedarme ayudándolo con los remedios o ungüentos que estaba preparando hoy. Lo cual fue un poco fastidioso para mí en una primera instancia. Si bien es cierto mis primeras misiones habian sido un poco duras y llegado de forma muy consecutiva, no estaba tan cansada ni llevaba tantos días como para necesitar desconectar de todo un poco. Y en realidad lo que más me molestaba era no haber tenido la oportunidad de darle una mano a papa, aunque a él no le guste ya va teniendo una edad y necesitara un poco de ayuda cuanto más pase el tiempo.

Pero la conclusión es que, aunque de buenas, fui expulsada de mi casa. Así que aproveché para salir a dar una vuelta por la aldea tranquilamente abrigándome bien, dado que aun se hacia presente el frio que arrastrábamos de la madrugada y por desgracia había un poco de niebla en el ambiente que no dejaba que los rayos del sol de la mañana calentaran de forma consistente la aldea; aunque por suerte la niebla era un poco alta y si que a unos cincuenta metros ya la gente se mostraba más como siluetas, daba bastante margen para ver. No como cierto día que recuerdo hace poco mientras estaba en la academia que la niebla era tan espesa que no se veía nada a un metro de distancia. No me gusta admitirlo, pero ese día choqué contra varias paredes y postes en el trayecto de casa a la academia.

Mis pasos me condujeron hasta la orilla del mar. La niebla era un poco menos densa aun mar adentro, permitiendo atisbar las formas de los barcos que se alejaban de la aldea o que permanecían por el horizonte pescando. Me apeteció sentir un poco el tacto de la arena y antes de adentrarme más en la playa me descalce, pasando a cargar mis sandalias en mi mano izquierda. La arena se notaba fresca, normal en la época en la que estábamos y en especial si el sol no la calentaba, pero aun así se sentía bien pisarla y notar como el pie cedía hundiéndose en ella notando como la arena se filtraba entre los dedos.

Tan solo camine un poquito siguiendo la orilla del mar hasta alcanzar unas rocas que se adentraban un poco en la playa. Opté por acercarme a ellas y sentarme. Estiraría un poco mi cuerpo, alzando los brazos entrelazados con fuerza, creando una tensión leve en mi cuerpo que me hizo crujir algunas articulaciones, dejando una leve y placentera sensación. Me quedaría allí relajándome como me aconsejaron, observando el ir y venir de la gente por la costa. Algunas parejas paseaban juntas, niños jugando, bastante gente que pasaba por la arena corriendo; era muy probable que estuvieran entrenando esos últimos. Me quede un poco embobada mirando el horizonte reflexionando si debería entrenar un poco más mientras hacia un repaso de mi desempeño en mis primeras misiones. No fue muy bueno.

Nota
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Suisei Ren se despertó temprano por la mañana en una habitación de hotel barato en Kirigakure, el país del agua. El sonido de las olas rompiendo en la costa y el suave murmullo de la ciudad despertaron sus sentidos mientras se levantaba de la cama con pesar. Había renegado de su pueblo, de su clan, de su hogar en Konoha, y ahora se encontraba sola en un lugar desconocido, lejos de todo lo que una vez había conocido. Pese a ver aprendido muchas cosas en el poco periodo de tiempo que tuvo como renegada si ya existiendo un gran vacío en su interior, era posiblemente por la falta de las personas que amaba... Pues pese a que siempre fue odiada por su padre al final había encontrado una familia donde había sido aceptada... Y decidió dejar eso atrás por el capricho de buscar su propia senda.

 Sus ojos rojos, característicos de su condición de albina, se llenaron de lágrimas al recordar fragmentos de memorias dolorosas que se agolpaban en su mente como una tormenta imparable. Parecía no querer aceptar todavía la realidad de que había renegado se sentía culpable de darle la espalda a las personas que en su momento la aceptaron... Todos aquellos bellos momentos felices o al menos relativamente felices empezaban a verse como simples acuarelas grises, ella buscaba comprender esas emociones pero su vida tan vacía no le daba muchas opciones. Logrando crear dos elementos únicos y varias técnicas con ellos quizás había igualado a la persona que admiraba o quizás simplemente se había quedado en su sombra con una simple marginada...

Se levantó con pesadez y se dirigió al baño, donde abrió el grifo de la ducha y dejó que el agua caliente recorriera su cuerpo, intentando ahogar el dolor que la consumía por dentro, en poco tiempo había recorrido tierra y mar sin embargo habían varias lagunas en su mente que la llevaban a dudar, se preguntaba constantemente si ella podría mantenerse firme con esa carga de culpa sobre sí misma mientras los días pasaba más rápido comprendía su error. Se preguntaba por qué Miko le permitió irse y no intentó detenerla.. se preguntó por qué Kin no intentó detenerla, Aunque sabía que Miko posiblemente tendría algo que ver con eso. Cerró los ojos y se dejó llevar por la sensación reconfortante del agua cayendo sobre ella, mientras el te voy a recoger a su tersa piel culpa parecía dominarla cada vez más, mientras las lágrimas se confundían con las gotas que resbalaban por su rostro.

Los recuerdos seguían invadiendo su mente, siempre se dijo a sí misma que estaría bien por su cuenta... de que no necesitaba a nadie más Pero al final parece que el arma que más le dolió... El entrenamiento que más lastimó... , recordándole momentos de felicidad perdidos en el tiempo, personas que ya no estaban a su lado y palabras que aún resonaban en su cabeza como un eco constante de desesperanza. La confusión y la tristeza la embargaban, haciéndola sentirse más perdida que nunca.

Finalmente, el peso de las emociones fue demasiado para Ren. Se dejó caer al suelo de la ducha, sintiendo cómo el agua la envolvía por completo, como si quisiera arrastrar consigo todos sus pesares y penas. Se permitió llorar, dejando que las lágrimas se mezclaran con el agua que la rodeaba, en un intento desesperado por liberar el dolor que la consumía.

A pesar de ello, Suisei Ren no podía ignorar la sensación de alivio que la había inundado desde que había llegado a Kirigakure. La aldea de la niebla le había acogido con los brazos abiertos, ofreciéndole un refugio seguro y protección en un momento en el que se sentía perdida y desamparada. Aunque sabía que sus acciones habían herido a aquellos a quienes amaba en Konoha, no podía negar que estar en Kirigakure le proporcionaba una sensación de paz y calma que nunca había experimentado antes.

Mientras caminaba por las calles de la aldea, se dirigió hacia la biblioteca, un lugar que siempre había sido su refugio en tiempos de dificultad. Las estanterías llenas de libros antiguos y conocimiento prohibido le ofrecían consuelo y distracción, permitiéndole perderse en universos alternativos y realidades imaginarias. Sin embargo, esta vez, su mente seguía regresando a Konoha, a la persona que había dejado atrás, a la persona a la que todavía amaba con todo su corazón.

Los pensamientos de culpa y arrepentimiento la atormentaban mientras hojeaba los libros, tratando de encontrar alguna respuesta, alguna explicación a su comportamiento. Se preguntaba si algún día podría perdonarse a sí misma por abandonar a aquellos que la habían querido y protegido, por renegar de su clan, de su sangre, de su legado. A pesar de todo, sabía que no podía volver atrás, que su destino estaba ahora en Kirigakure, en un nuevo comienzo, en una nueva vida.

Con el corazón pesado y la mente llena de dudas, Suisei Ren dejó la biblioteca y se dirigió hacia el puerto, precisamente a la playa Sur, donde el mar se extendía hasta el horizonte, recordándole que el mundo era vasto y lleno de posibilidades. A medida que miraba las olas danzar a la luz del sol naciente, se prometió a sí misma que algún día encontraría la redención, que algún día volvería a encontrar la paz en su corazón y en su alma.
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Pasivas

Hablar/Pensar/jutsus
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Los días que Muphasa estaba en su hogar, cómodo, bajo la cobija del abrigo de un hogar habían quedado atrás... Se encontraba solo y lejos de su casa, su familia, y con poco más que su entusiasmo, y lo que traía puesto. La primera noche en Kirigakure había sido difícil, hacía frío aún de la madrugada, y la niebla permitía ver más de lo que algún habitante de Kiri diría que dificultaría su visión, y menos de lo que le gustaría a Muphasa...  

Mi espalda...Ahhhhm— soltó levemente el joven en un resoplido luego de estirar un poco la espalda mientras apoyaba sus manos en el lavabo y erguia su rostro para observarse en el espejo. Respiró profundamente varias veces por su nariz mientras su mirada permanecía firme y estoica clavada en los ojos de su reflejo, y luego de observarse un instante, volver a bajar su mirada direccionando su rostro al lavabo. Dejando caer delante de su rostro ahora su cabello que como podía se mantenía esa raya al medio ahora cayendo delante de él.  Lentamente, su mano derecha se acercó a la manilla para prender el agua y dejarla correr, pasando rápidamente dos dedos por esta para comprobar su temperatura. No está fría, no pense que saldría así para su sorpresa encontró agradable esa temperatura... El agua fluía corriendo en una continua caída que hacía eco dentro del silencio de aquel baño donde cabizbajo, parado frente a ese lavabo, se encontraba aquel muchacho, con su camisa arremangada hasta debajo de los codos, y su corbata volcada a su espalda pasando sobre su hombro izquierdo para evitar mojarra. 

No había tenido una noche fácil, el no tener dinero, ya que había decidido salir sin nada de éste, para ayudar a su familia y no ponerlos aún en más gasto, le fue una dificultad extra, ya que no pudo contar con una cena, o siquiera alojamiento. Por eso había pasado la noche sobre un tejado de un viejo edificio que parecía no molestaría a nadie con su presencia allí... Los recuerdos de su hogar y la anterior noche a la intemperie fluian de su mente como el agua frente a él hacia las cañerías... Sin más preámbulos decidió lavarse la cara juntando algo de agua en sus palmas para enjuagar su rostro. Habiéndose acomodado ya, comprendió que no podía demorar más tiempo allí, ya que los golpes de la puerta de aquel pequeño baño en una cafetería de medio pelo ya había vuelto a sonar. Se miró por última vez en el espejo,  acomodando su pelo, corbata y camisa, esbozo una sonrisa leve que le costó mantener y salió de allí ante la sombría y enojada mirada del que esperaba fuera por entrar al baño.

Ahorrando el poco dinero que tenía compró el café mas barato que encontró y decidió salir a caminar puesto que no tenía nada por hacer y tampoco sabía dónde era que se encontraba el hospital así que no tenía prisas y en su tranquilidad la playa le parecía una buena opción después del todo, el no la conocía... Pasado el muelle, adentrado en la playa, con sus zapatos en la mano colgando de dos de sus dedos, se dejaba sentir la arena en sus pies, fría y húmeda pero aún así regalando una agradable sensación a él. Aunque no podía dejarse embelesar demasiado por aquella sensación puesto que la hora pasaba y aún no comía nada, y por su mente, detrás de una mirada perdida en el firmamento, detrás de la profundidad y seriedad de sus ojos y su rostro tranquilo y apacible, no dejaba de pensar de dónde haría para sacar comida, o como conseguir comida gratis para evitarse gastos
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Junto al soplido del viento llegaba hasta la piel de mi cuerpo una pizca de la humedad del mar, una sensación que causaba un ligero temblor frio en el cuerpo si no tenias el cuerpo bien cubierto por ropa para aislarte, por suerte era mi caso y solo sentí esa frescura en el rostro, dejándome las mejillas sonrojadas. Evidentemente no era la mejor época para visitar la playa, no obstante esto no era una visita vacacional de unos días, cuando vives a la orilla del mar te acostumbras a tratar con él en todas las estaciones del año. Aunque es cierto que hay algunos habitantes que ignoran el mar cuando no hace buen tiempo, aunque no es mi caso para nada.

La infinidad del mar y su horizonte inabarcable daban para dejar volar la imaginación y reflexionar sobre los acontecimientos recientes. Lo cierto es que mis primeros pasos en el mundo ninja no estaban siendo como esperaba; pero eso era algo normal. Ser ninja es un buen trabajo al fin y al cabo. Y de forma muy contraria a lo que algunos ingenuos piensan "Ser ninja no es divertido" es una profesión, aunque para algunos es un estilo de vida, pero de carácter militar y bélico; la muerte, las heridas, las perdidas y el gran sufrimiento estaban a la orden del día. Pero yo había elegido este camino, no por esos idealizados fines románticos e ingenuos que visualizan el ser ninja como un juego de ninjas. Lo hice por admiración e idolatría hacia los héroes y figuras históricas de la aldea. Yo quiero seguir sus pasos algún día, aunque sepa que un ninja no tiene una muerte amable.

Mientras esos pensamientos algo negativos, pero realistas volaban por mi mente, me fijaba en la gente que rondaba la playa, yendo y viniendo desde los muelles. Me preguntaba si ellos tambien habian venido hasta este lugar a relajarse y reflexionar un poco sobre el día a día. O igual solo era gente que sabia apreciar el mar independientemente del clima o la época del año. De cualquier forma viéndolos tenia claro que eran habitantes de Kirigakure y que ahora era mi deber mantenerlos a salvo como shinobi de la aldea. Generándose un poco esa sensación de contraste en mi interior. Por un lado ser ninja era un trabajo feo y peligroso; pero por otro lado era un trabajo necesario para que la gente pudiera caminar con seguridad y tranquilidad por las calles sin temor a que nada fuera a pasar.

Esa línea de pensamientos ya me animaron poco más, y sentada en la roca dejando que mis pies colgaran lo justo para poder acariciar la arena con las yemas de los dedos de mis pies. Realice una lenta y calmada cadena de sellos sin ningún tipo de prisa. Llevando tras eso mi índice y corazón hacía mis labios para empezar a exhalar aire en un suave silbido que se canalizaba en unas burbujas formadas de chakra que con los dedos regulaba y cortaba para que en lugar de formarse una gran burbuja que pudiera ser peligrosa. Generando así una sucesión de pequeñas burbujas en el aire que al chocar su estallido no diferiría mucho de ser impactado por un globo de agua, aunque con menos agua. 

Kibakuhō


Los jutsus de burbujas eran de mis favoritos, son jutsus que tienen mucha historia y tradición en la villa; aunque no tanta como los jutsus basados en niebla, son un gran vestigio de los tiempos de la cuarta guerra y el legado cultural del sexto jinchuriki Utakata. Me parecen unas técnicas tan elegantes y sencillas, las burbujas de chakra se esparcían por el aire alejándose de mi mientras se perdían por la playa dejándose llevar por el viento, eso era debido a que en lugar de dispararlas las dejaba volar a merced del viento y reducir su tamaño para hacer varias ayudaba a ello. 

Dichas burbujas volarían grácilmente por la playa comenzando a llenar un poco el ambiente, alcanzando a diversos recién llegados a la playa, como un chico de cabellos castaños algo musculoso y una joven albina, entre otros transeúntes que pudieran pasar cerca. Las burbujas eran inofensivas claro. Me habría gustado que hubiera algún ambiente propicio de una puesta de sol que causara que las burbujas se tiñeran de colores hermosos, pero ni era la hora del día, ni la niebla parecía querer dejar entrar el sol. No obstante al rato de flotar las burbujas el frio comenzaría a causar que su superficie se congelara formando unos patrones.
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Ren Uchiha caminaba lentamente por las playas de Kirigakure en el país del agua, sus ojos rojos opacados por la gran tristeza que siempre llevaba, brillaban ligeramente bajo la luz del sol que se filtraba entre las nubes. La brisa marina acariciaba su piel pálida, haciendo que su cabello blanco se moviera suavemente detrás de ella.

Desde que había abandonado la aldea de la hoja, Ren había estado atormentada por constantes pensamientos sobre su decisión. Había dejado atrás todo lo que conocía, a su familia, a sus amigos, a su antigua familia. Había sacrificado su vida en la aldea por una promesa de poder y conocimientos a través del mundo. Pero a medida que caminaba por la orilla del mar, esos pensamientos se arremolinaban en su mente, haciéndola dudar de si había tomado la decisión correcta.

Se detuvo en un punto de la playa, dejando que la niebla que cubría la arena se deslizara entre sus pies. Cerró los ojos y respiró profundamente, tratando de encontrar la paz interior que tanto anhelaba. Se quitó las zapatillas junto con sus medias y sintió la arena tibia bajo sus pies descalzos. Cada paso que daba era como un recordatorio de su decisión, un recordatorio de que no había vuelta atrás. La niebla se espesaba a medida que avanzaba por la playa, rodeándola en un halo de misterio y melancolía. Ren se sentía perdida en un mar de pensamientos y emociones contradictorias. Se preguntaba si había hecho lo correcto al abandonar la aldea de la hoja, si realmente encontraría la redención en Kirigakure.

A medida que avanzaba por la playa, Ren recordaba los momentos felices que había vivido en la aldea, las risas con sus amigos, las enseñanzas de su maestra, los momentos de paz y tranquilidad en medio del caos. Se preguntaba si alguna vez volvería a experimentar ese tipo de felicidad en su nueva vida en Kirigakure.  Se sentía sola y perdida, anhelando desesperadamente un lugar al que pertenecer, una razón para seguir adelante. Se sentía como si hubiera perdido una parte de sí misma al abandonar la aldea de la hoja, una parte que nunca podría recuperar.

Pero a medida que caminaba por la playa, sintiendo la arena caliente bajo sus pies, Ren comenzó a darse cuenta de que tal vez no era el lugar lo que realmente importaba, sino la persona que era en su interior. Se detuvo en un punto de la playa, mirando hacia el horizonte donde el mar se encontraba con el cielo. Escuchaba el sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla, sintiendo una sensación de paz y determinación crecer dentro de ella. Sabía que había tomado la decisión correcta al abandonar la aldea de la hoja, sabía que su camino la llevaría a un lugar donde podría encontrar la redención y la felicidad que tanto anhelaba.

Ren se enderezó, levantando la mirada hacia el sol que brillaba en lo alto del cielo y sintiendo la arena tibia bajo sus pies descalzos, miraría en dirección al agua para después darse cuenta de que era la primera vez en su vida que visitaba la playa, Pues de niña nunca tuvo la oportunidad e incluso cuando creció no le llamó un relativo interés por visitar dichos lugares pero estando ya allí... Sería capaz de mirar impresionada y quizás... tan solo quizás... emocionada como el agua se agitaba a través de las delicadas olas y danzaban al compás del ritmo marcado por las mismas olas del mar.

 A unos pocos metros de ella alguien que parecía ser menor estaba jugando creando pequeñas burbujas de agua y aún unos 5 metros de ella en dirección contraria a la niña un joven que caminaba por la playa también, Es cierto que la albina no era la persona más conversadora del mundo sin embargo suspiró para tratar de calmarse y aquellos pensamientos que tanto la atormentaba y por descuido se olvidó de la existencia de las mismas olas... Y una de estas se agitó tanto como para tocar sus pies descalzos siendo que el agua estaba fría...

 - ¡Jah!- aquello le sorprendió al punto de que aquel leve quejido nacido de su sorpresa pues era obvio que estás horas el agua estaba fría pero no se esperaba que para tanto por lo cual instintivamente se alejó unos cuantos pasos del lugar donde el agua chocaba con la arena mientras suspiraba debido al susto- jejeje No pensé creados ella es mercurio fuese capaz de soltar una voz así- aquella voz Solo sería escuchada por ella ni tan pronto la escuchó frunció el sueño e ignoró por completo El origen de aquella voz, pues la misma provenía de su grimorio el cual permanecía cerrado. 

  Albina tomaría las decisión de sentarse sobre una roca que sobresalía del del resto, similar a la roca donde aquella chica estaba sentada y apoyando sus pies en la arena, la cual permanecía totalmente cálida, daría un pequeño suspiro de alivio mientras hacía que aquella gabardina que siempre usaba desde que dejó su aldea se realizará por sus brazos para terminar apoyándose en la base de aquella piedra a sus espaldas teniendo no solamente los pies descalzos sino ahora también los hombros desnudos mientras se rebaba los ojos y alzaba la cabeza ligeramente en dirección al cielo. 

 - Me pregunto... Si de verdad he tomado la decisión correcta...- murmuró mientras abría los ojos para dar un vistazo más a sus alrededores no sabía si estaba disfrutando bien de la playa o no Ya que nunca había venido a un lugar así sin embargo esto le parecía un poco relajante...
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Pasivas

Hablar/Pensar/jutsus
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La playa me resultaba un paraje hermoso, nunca había tenido antes la posibilidad de conocer la costa, y encontrarme en ésta sintiendo en la piel la sensación de la bruma, la arena en los pies, y aquel tan particular aroma del mar y la playa había logrado cautivar mi atención y mi admiración. Mis ojos se perdían en el horizonte, allí a lo lejos donde el cielo se fundia con el mar, creando una transición imposible de replicar su belleza dentro de un marco.  Aquello había logrado atrasarme en una suerte de ciclo hipnótico guiado por la marea que suavemente acercaba a cada tímida ola a la orilla. Es magia... me repetía en mi mente intentando poner por nombre y adjetivo aquella sensación que me transmitía sensorialmente en todos los aspectos aquel sitio. Mis ojos estaban extasiados y no dude en dejarme llevar por la sensación en cada respiración, dejándome llenar los pulmones de aquel fresco aire tan puro. Concentrado sólo en dejarme llevar por la pureza natural de aquel encantador lugar lleno de una extraña y melancólica paz que a la par que me hacía recordar con añoranza mi hogar y lo lejos que estaba de éste, también llenarme de una extraña sensación de calma y tranquilidad que me arrullaba...

Absorto profundamente en un extasis onírico como si estuviera, al menos por un instante, en un sueño lúcido. Un pequeño impacto que salpicó tímidamente sobre mi mejilla me había traído nuevamente a la realidad y sentirme otra vez en el planeta, en ese preciso instante entre en sí, apretando la arena suavemente con los dedos de mis pies mientras menee suavemente mi cabeza hacia los lados acompañando aquel movimiento con unos rápidos parpadeos, como si aquello fuera a agudizar mis sentidos de algún modo... Mi rostro, algo sorprendido esbozo una sonrisa tenue, pero real, me parecía divertido por un instante haber estado como en otra dimensión y encontrarme nuevamente aquí, solo para recordar que seguía sin un ryo, y con hambre... Quizás la situación además de resultarme por demás de extravagante lograba encontrarle un ángulo cómico en todo ello... Quizás las sensaciones del lugar me traían una paz interna que me ayudaba a tomar las cosas con humor, y de buena forma, olvidando por un instante mis preocupaciones. Fue entonces, cuando acomodé un mechón de mi flequillo que caía directo sobre mi rostro hacia el costado que intente descifrar el origen de aquella curiosa burbuja que había decidido azarosamente culminar su existencia sobre mi mejilla cuando observando mi alrededor no pude evitar comenzar a reír intentando guardar aquella risa para mi interior, dando resultado a una pequeña y sutil risa externa por el asombro y los nervios... A falta de una, ahora estoy viendo dos personas con el cabello totalmente blanco, ahora esto si es nuevo... mis pensamientos me dificultaban el trabajo de evitar mi risa lo cual me hacia poner nervioso resultando en un pequeño rubor en mis mejillas al no poder controlarlo, además de una pequeña sensación de sentirme un "campesino" al darme cuenta que jamás había visto cabellos blancos, el mar, la costa... Y ahora veía a una joven risueña posada sobre una roca ¿Haciendo burbujas? Ahora si lo vñhe visto todo... y por algún capricho del destino, todos mis pensamientos me guiaban a seguir riendo y por otra parte, yo mismo intentando contenerme de los nervios. Y por si no fuera poco, ante los nervios, jamás detuve mi andar para lo que cuando pude darme cuenta, me encontraba más cerca de lo que me gustaría de aquellas jóvenes... Por lo que algo tenía que hacer... Solo actua normal y sigue de largo, solo actua normal y sigue de largo... intentaba ordenarme mientras disimulaba una seriedad que se nota no existía en ese momento de intentar controlar las risas que poco a poco ya no estaban en mi ruborizado rostro.

Intentando ser lo más normal, intente pasar desapercibido disimulando aquella risa tras una excusa entendible y solté con seguridad lo primero que se me vino a mente como una gran idea... —¡Perdón!— dije con una vergonzosa sonrisa alzando mi palma derecha en un saludo amigable —Disculpen yo soy forastero es que no de aquí— mencione despistadamente por los nervios mientras seguía caminando creyendo con total seguridad lo que había dicho solo para ni bien acabar la oración darme cuenta... MIERDA, era una cosa... Solo una cosa tenia que decir y la cago los nervios me invadieron, no podía seguir mi camino sin más, el rubor no se podía disimular, la vergüenza estaba instalada, y el error consumado... Los nervios se presentaron a saludarme en todo mi ser, y claro, como sabrán, eso se tradujo en ser víctima de una risa involuntaria.

Me acerque a las jóvenes a una distancia prudente, no tan cerca para invadirlas, no tan lejos para que no sepan que a ellas me dirigía y como pude intente rectificar...

Que torpe de mí— pude decir mas tranquilo ahora con una mirada más suave y una sonrisa que más allá de ser leve, indicaba ahora un control sobre mía nervios. —Quise decir soy Muphasa, un gusto presentarme... Soy forastero, llegue el otro día la aldea... No soy de aquí.— pude finalmente aclarar de forma correcta ahora. —No me estaba riendo de ninguna de ustedes... Simplemente estaba completamente perdido en mis pensamientos hasta el punto de olvidar siquiera donde estaba y cuando me di cuenta, no pude evitar la risa. Lo siento mucho si fui descortés.— mencione finalmente con una pequeña y sutil reverencia en mis disculpas mientras hundi por un instante mi mirada en los orbes rubí bajo la melena plateada y luego sobre aquellas perlas de tonos azulados ornamentadas por la basta cabellera blanca.
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