[TMAM] Primera ronda - Torneo del Dragón: Ohona vs. Arata
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8 de marzo, 16 D.K.

Isla Papaya, País del Fuego.


[Imagen: image.png?ex=662018e6&is=660da3e6&hm=229...b77c1d902&]

Ya empezaba a caer la tarde y con ella llegaba el anteúltimo combate del día. 

¡Queridos espectadores, estamos llegando al final! ¡Este será el penúltimo combate del día del Torneo del Dragón! Adelante, participantes, salgan al cuadrilátero —exclamó el presentador, esperando a que los luchadores atravesaran la pasarela y tomaran posiciones en la arena. 

Al verlos salir, el público estallaría en aplausos y grandes ovaciones.

Es un honor tener a mi izquierda a la señorita Ohona Hyuga, Líder del clan Hyuga, la aprendiz de Leona —presentó, haciendo una leve reverencia hacia la joven Princesa de la Hoja. Luego se volteó hacia el Jiki... poco y nada sabía de él—. ¡Por el lado derecho, presentamos a Larry!

La arena es un vasto cuadrilátero de 50x50, metros cuya superficie está prolijamente recubierta de amplias baldosas muy resistentes a los golpes y grandes impactos. Por encima de la misma, reina un despejado cielo soleado y azul. Esta plataforma se encuentra elevada a 1 metro del suelo, y a su alrededor no hay agua, ni árboles, ni rocas, ni nada más que corto e impecable césped que se extiende 10 metros en todas direcciones y separa el flamante escenario de las gradas escalonadas donde los espectadores se congregan para presenciar los combates y animar a sus luchadores favoritos, disfrutando de una vista privilegiada desde la seguridad de las alturas. Todo el sector del público y las partes del recinto ajenas a la arena están protegidas por barreras de chakra que los shinobi de la Hoja se encargan de sostener en todo momento. También hay un escuadrón especial encargado de intervenir y contener cualquier tipo de disturbio.

Jóvenes, conocen las reglas. Espero una pelea limpia y justa —Antes de retirarse, de pie entre ambos participantes, el presentador levantaría la zurda y daría la señal para que sonara el gong que indicaría el comienzo de la batalla—. ¡Que gane el mejor! ¡A pelear!
 
referencia de la arena
Reglas oficiales del Torneo

Reglas off-rol:

- Los participantes dispondrán de un máximo de 10 turnos cada uno (20 en total) para concluir el combate. Si al final del tiempo reglamentario no se ha determinado un ganador, el presentador/árbitro tomará una decisión.
- A partir de este primer post, habrá 48 hs. para responder y presentarse en la arena. Luego se alternarán en turnos de 48 hs. máximo.
- Si un usuario no postea dentro del tiempo indicado se considerará perdedor, y también se asumirá que recibe el ataque (de haberlo) de su contrincante.
- Los fines de semana (días sábado y domingo) no contarán como tiempo para postear. 
- Si un personaje mata a su oponente, el combate será detenido de inmediato y el ejecutor será retenido, aprisionado e imposibilitado de abandonar la Isla Papaya hasta que se la situación se vea esclarecida.
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El penúltimo combate, ya habían salido varios combatientes al campo de batalla, solo conocía a un par de vista y se había enfrentado a otro par más, Rogu había tenido un combate interesante, al igual que Adan, ahora era hora de que ella mostrara su potencial en combate, era la hora de demostrar que no era una niña mimada cualquiera… aprendiz de leona… líder del clan… son títulos que jamás habían usado en ella en combate, pero que le hacían mención a algo importante de su ser… ya no solo era conocida como la princesa desmedida por el mundo, ya se había generado cierta fama, pero eso solo era el preludio de un combate más interesante del que podría imaginar…

Su nombre había sido nombrado por el presentador, la confianza que en ella depositaban los miembros del clan, los miembros de Ichigan y aquellos con quienes había combatido antes en el coliseo o por el mundo era lo que la tenían ahí, parada, al lado de alguien a quien desconocía por completo, de quien no sabía nada, pero que solo podía esperar un enfrentamiento digno. Portaba su traje de combate clásico, un entero de tela negro que cubría de pies a cuello, por sobre este, un chaleco amarillo de batalla con rodilleras y coderas de goma gris adornados por tela del mismo color amarillo, sus botas altas y su cinturón con herramientas ninjas, su rostro siempre cubierto por esa mascara de piel mostraban ese peculiar ojo que siempre ostentaba, estaba por salir, cuando uno de los organizadores le hablo para informarle que – no se pueden usar herramientas ninjas en este combate – la cara de asombro de Ohona fue evidente, no había leído todas las reglas del combate, pero sin problemas vació sus porta-herramientas y utensilios - ¿puedo llevar esto? – pregunto, mostrando aquella sartén de material extraño – se pueden llevar armas, si, aunque… no sé de qué te pueda servir un sartén como ese – dijo el organizador, riéndose por lo bajo.

[Imagen: __manako_monster_musume_no_iru_nichijou_...47c7a7.jpg]

Ohona asintió feliz, era la primera vez que probaría a Sartén-kun en combate, así que, sin mayor demora, la muchacha paso por la pasarela, portando ese extraño sartén en su mano izquierda. La gente se burlaba por el extraño accesorio, una mirada de poca confianza era la que se veía en su rostro, pero no presto mayor atención… tomo posición en su puesto y saludo con una reverencia a su contrincante… - Larry-kun… un placer – diría en voz alta, con algo de nerviosismo, expectante del inicio del combate, para luego tomar una pose de batalla, alzando su sartén por sobre su cabeza y extendiendo su mano libre hacia su rival, extendiendo sus piernas hasta formar un arco de postura firme, con ambas plantas de los pies bien puestos sobre la plataforma – estoy lista.


Estadísticas de Ohona Hyuuga

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Cuestionar decisiones propias nunca había sido algo extraño en él. Siempre trataba de darle algo de sentido a cada esfuerzo, por muy grande o pequeño que fuese. Normalmente bastaba con un sentido monetario, valgan la salvedades. De cualquier forma, ahí estaba. Esperando ser anunciado para su combate. Podía sentir que el corazón luchaba por salir de su jaula. La impaciencia le carcomía mientras él mismo buscaba deshacerse de aquella sensación de ahogo. — 30.000 Ryos… — era lo único que murmuraba, repetidamente, mientras el retumbar en el pecho no cesaba.

Cuando el presentador inició su discurso, la señal fue dada para que la marcha de los combatientes iniciara. O al menos, así lo tomó el Jiki. Desconocía por completo a su oponente, y hasta ahora no había ocupado capacidad mental en intentar adivinar lo que vendría, pero no por desinterés. Su mente estaba enfocada completamente en otra cosa. — 30.000 Ryos. — se repitió otra vez mientras atravesaba el umbral que daba hacia la arena.

El oriundo de la roca vestía su usual túnica de colores azulados. La ropa ancha le permitía ocultar las dos unidades de satetsu que usualmente llevaba consigo, repartidas en pequeños compartimientos a lo largo de todo su cuerpo, aún cuando momentos antes había tenido que pasar por un proceso arduo de inspección para aclarar que aquella arena era parte de su estilo de batalla y no alguna estratagema ilegal. Además, también debajo de la túnica, sus típicos ropajes ajustados para permitirle la movilidad justa. Entraría a la arena con la espalda erguida, la capucha de la túnica puesta, y los orbes carmesí fijados al frente.

No fue hasta estar en su sitio, con el presentador dando la bienvenida a ambos, que enfocó la mente en quien tenía enfrente. Ante la mención de ir contra el líder de un clan desconocido, sonreiría. Pero, al deshacerse por completo de su visión de túnel alcanzaría a verla. Una chica de aspecto esbelto e inofensivo, con… ¿un ojo? ¿Blandiendo un sartén? Su cuerpo se movió mecánicamente inclinando la cabeza hacia su costado derecho ante la peculiaridad de lo que estaba presenciando. Había visto mucho, si, pero esto jamás. Aquellos esfuerzos por bajarle el ritmo a su impaciencia se volvieron en contra de la respuesta natural que su mente le regalaba; juzgar las apariencias del enemigo y, en consecuencia, subertimarle. No iba a cometer ese error.

Por ello, y con un acto de determinación que merecía ser laureado, se imaginó que sobre aquel ojo particular había escrito una cifra con marcador permanente. — El placer es mío, ¡30.000 Ryos! — gritó. La razón era obvia, aunque para algunos costaría excusar sus modales. De cualquier forma, sonrió y se puso en posición de combate, inclinando un poco el cuerpo y poniendo ambas manos hacia el enemigo, con los codos ligeramente flexionados al igual que sus dedos y rodillas. Se encontraba a 20 metros de la Hyuga, y a 10 del punto exacto que partía la arena en 4 cuadrantes.

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¿30.000 ryos? – pregunto Ohona, justo antes de que el réferi diera inicio a la contienda, su gran ojo se transformaría en uno blanco tras un parpadeo y su rostro marcaria las venas que su jutsu demandaba – ME LLAMO – diría, mientras iniciaba una carrera en línea recta, llevando sus brazos hacia atrás y esprintando a toda velocidad – O HO NAAA – gritaría, mientras de su boca un poco de sangre empezaba a brotar mientras escupía sus palabras…

Byakugan
Aibu


Ah… lo ha vuelto a hacer… - diría para sus adentros su hermana gemela, Chihona, en clara decepción de lo que acontecía… los estribos de su hermana eran bastante peculiares y, ante un llamado erróneo de su nombre, aunque este no era el caso, solía explotar en furia, aunque, no una furia como tal, sino que simplemente llamaba a su mal habito… no poder controlarse para nada… le llamaban Ohona, la Princesa Desmedida, y no por cualquier cosa, pues ella nunca media sus acciones ante el combate, y es así como sin pensárselo dos veces, la joven había sobre-exigido toda su musculatura para iniciar lo que parecía ser, una ofensiva frontal, con sartén en mano y un rápido movimiento que poco a poco dejaba ver una estela de tierra tras su camino… 9 metros se hicieron nada, pero para cuando ya los había recorrido, su cuerpo ya estaba en perfectas condiciones mientras seguía el sprint frontal…

[Imagen: __manako_and_doppel_monster_musume_no_ir...83eb88.jpg]
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Ohona podía verlo todo, aquellas urnas de arena que traía ocultas bajo la capa, la postura de sus manos, su chakra, todo, estaba preparada, estaba lista para arremeter contra el con todas sus fuerzas, pero primero, debía hacer algo contra su mayor enemigo, la distancia…


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Cuando el presentador dio la voz de inicio, ya la suerte estaba echada. El Jiki no supo el por qué de la reacción de Hyuga, pero no se iba a quedar ahí para averiguarlo. Al instante que el combate empezó, un movimiento brusco de los brazos del Jiki tendría lugar, como empujando aire hacia abajo. En ese mismo segundo, toda la arena que llevaba consigo le dejaría para caer al suelo y desparramarse. Con la particular visión de la chica se vería como toda la extensión de la arena se llenaba del chakra del oriundo de la roca como si de un campo magnético se tratase, y aquella arena que ahora ocupaba unos 4 metros en el suelo (M17 y M18) reaccionaba a él.

Al instante que aquel movimiento terminó, el siguiente fue otro igual de obvio; alejarse. Pegó un salto hacia atrás calculando las distancias para evitar perder patéticamente, retrocediend 9 metros en línea recta hasta quedar casi al borde de la plataforma (Entre M21 y 22). Durante su traslado, sin embargo, había lanzado un vistazo fugaz hacia su derecha y hacia su izquierda, en ese orden, mientras una capa de chakra se acumulaba en sus pies. Al instante que tocó el suelo tras el salto, el ojicarmesí había desaparecido para ubicarse a 22 metros de su posición anterior (W21-22).

Para este punto la chica había terminado la parte inicial de su carrera, y la distancia con el Jiki había aumentado. ¿Tendría la capacidad de recortarla? Estaba por verse. De cualquier forma, y sin pensarlo mucho, el oriundo de la hoja haría una cadena de sellos tan veloz como pudiese que, acompañada de un pisotón, haría temblar la arena a su alrededor.

Con sus ojos especiales, Ohona podría ver como, a tres metros bajo el suelo, se formaban otras dos unidades de satetsu como aquellas que el Jiki había dejado momentos atrás (T18 y R20).

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Última modificación: 05-04-2024, 08:10 PM por Ohona Hyuga.
Cambio de planes, sus pies cargados de Chakra continuaron su recorrido hasta ver la posición de su oponente. Fortuitamente, su rival se había movido antes que ella, un Shunshin hacia el lado contrario al que pensaba ir, pero sus agudos ojos pudieron verlo, el cargo de chakra en sus pies y el movimiento veloz hacia sus 3 en punto. Rápidamente, Ohona no lo dudaría y, mientras el shinobi realizaba sus sellos de mano, realizaría su acción rápida al igual que el, Shunshin no Jutsu a W23, a 2 metros en el punto ciego de su rival.

Shunshin no Jutsu


Tal vez el era rápido con los sellos de mano, pudo verlo bien, pero ella, ella era veloz de otra forma. Rápidamente, y con sartén en mano, la Kunoichi realizaría un movimiento lateral, extendiendo su cuerpo y brazo para atacar con la parte plana de la paila, un golpe certero hacia la nuca de su rival... ella podía verlo todo, y sin saberlo, el sabia exactamente de donde provenía el ataque, pero no podía verlo, un ataque veloz y a toda potencia desde la retaguardia ha de ser difícil de predecir... ¿cuan capaz es este hombre? no lo sabia, pero su sartén se dirigiría a gran velocidad sin saber siquiera que el podía sentir que ella estaba por detrás de el, pero mucho menos sentiría el ataque que venia en conjunto con su sartén, aquel brazo que se extendía paralelamente hacia su rival por debajo del brazo de Ohona, era Chihona, quien apoyaba a su hermana.

[Imagen: tangled-rapunzel.gif]

Kyaaaaa - grito Ohona mientras realizaba este ataque a la descubierta, esperando ver el siguiente movimiento de esa extraña arena suya que rondaba por el campo.

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De sus puntos débiles el más difícil de cubrir siempre era la falta de frenesí. Al notar que su adversaria, de entre todos los posibles, tenía tales cualidades explosivas, se preguntaría a sí mismo cuál de los tantos karmas estaba pagando con la suerte. De todas formas, de adaptarse se trataba su vida, y no ocurrirían excepciones tanto como su habilidad se lo permitiese. Había una fracción de segundo libre entre el final de su jutsu doton y la aparición de Ohona, en su costado izquierdo.

Al instante que su técnica de tierra surtió efecto llamó las dos unidades de satetsu que tenía bajo tierra para que se acercasen a cubrirle, con un movimiento de brazos fluído. Después de todo, tras el desplazamiento había dado la espalda al campo de batalla y al enemigo, pero bajo sus criterios todo estaba cubierto. Antes de que la arena llegase a su lugar, Ohona había aparecido a su siniestra, cambiando los planes. — Tsk… — rechinó los dientes. En ese instante, aquel movimiento de brazos que aún no había terminado hicieron un gesto rápido para redirigir la arena que ya llegaba. Se formaron dos palmas de manos abiertas, de 2 metros cada una, que arremetieron contra la Hyuga y su sartén. Con algo de suerte, la fuerza de la arena empujaría a la chica fuera de la arena.

El impulso utilizado para mover la arena se transformó en un salto horizontal hacia el lado contrario donde el choque se producía, al tiempo que giraba su cuerpo para tener confirmación visual del impacto. El sartenazo de la Hyuga había sido ligeramente superado por la potencia de la arena, y las unidades de satetsu, que seguían en el campo de batalla, servían de cortina entre ella y el Jiki. Aún durante el salto, el ojicarmesí haría un gesto para que las dos unidades de satetsu que estaban más alejadas viajaran hacia él, metiéndose bajo tierra y triturando rocas y piedra bajo el terreno en el camino.

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Última modificación: 07-04-2024, 05:32 AM por Ohona Hyuga.
¿Cómo dar inicio a lo que parece ser un problema sin precedentes? Pues, a base de explicar los sucesos uno a uno, sin muchos rodeos…

Previo al impacto, Ohona podía ver claramente a su rival y a sus cosas de arena moviéndose hacia ella, pudo notar todo su esfuerzo por hacer algo, pero el golpe del sartén contra la arena solo generaría un choque que, aunque provocaría que la mano de Chihona se desviara levemente de su objetivo y absorbiera el impacto de su arma, el daño residual no daría a nada. Todo esto se generaba tras un movimiento de su rival para alejarse, acto que la misma Kunoichi replicaría en paralelo, con una velocidad más alta y anormal que la de él.

Eh de admitirlo, su rival no era un simplón, pero la velocidad de movimiento de Ohona y el apoyo de su hermana solo daban como resultado un combo letal en cuerpo a cuerpo. El movimiento de la arena lejana para acercarse a ese tal Larry, la arena formándose bajo sus pies, este segundo era crucial, pues, en un instante de leve desapego entre ambos contrincantes, Ohona aparecería de entremedio de la arena de su rival y, en cuestión de fracción de segundos, ya estaba frente a el, con ambas manos en el mango de su sartén, atacando a su rostro a toda velocidad, mientras que las manos de su hermana afirmaban de las muñecas a su rival con tanta velocidad y fuerza que no le sería posible escapar del agarre.

[Imagen: d8a75wr-b8b4ee3a-5121-4dbb-8600-2892b856...25QL74jECo]

Lo que venía era lo siguiente, el remate en la cara de su oponente, un ataque con la parte ancha del sartén mientras la arena viajaba en su dirección, un golpe tan jodidamente hermoso que podría resonar en todo el estadio, y no conforme con eso, tras recibir el sartén en la cara, si es que su rival lo recibía, su hermana, Chihona, arrojaría para afuera del cuadrilátero a ese tal Larry, buscando dar fin a la pelea.

Neru tame - A Dormir


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Última modificación: 09-04-2024, 11:16 PM por Arata. Razón: Fixeo un code de una técnica. PLP hide
Por lo general el shinobi de la roca se consideraba a sí mismo compasivo. Al menos, en cuanto a perdonar vidas, prefería ahorrarse las molestias de ir más allá del paso permitido. Sin embargo, tenía la conciencia suficiente en sus propias habilidades para discernir cuando algo podía salírsele de las manos. Y ese algo, ahora mismo, sostenía un sartén.

Sin embargo la lógica siempre dominaba sus pasos. Sus acciones iban dictadas hacia el menor esfuerzo y que este trajese consigo la mayor recompensa. Por eso no podía dejar de repetir aquel monto del premio que le había traído al nefasto campo de batalla. Sonreía de vez en cuando pensando en aquellos 30.000 Ryos, incluso.

Cuando lanzó aquel ataque de arena ya había iniciado su acción para hacer distancia y prepararse para el resto de la pelea. Y, aunque no contaba con que la kunoichi de la hoja fuese tan rápido por él, el tiempo le bastó para poder reaccionar. Cuando la vio frente a él, con sartén en mano y unas extrañas manos surgiéndole del torso que se encaminaban a aprisionarlo, ya era tarde. Para ella.

Un gesto con ambas manos condensaría las 4 unidades que había creado bajo sus pies en el movimiento anterior, creando dos cuchillas de 1 y medio metro cada una, y estas saldrían disparadas hacia arriba, cortando sin mayor problema a través de aquellas manos desarmadas y chocando contra el sartén, desviándolo en el proceso. Probablemente aquel utensilio de cocina saliese volando por los aires, pues los brazos de la joven Hyuga perderían poder de agarre. El filo proporcionado por la arena era suficiente para tajar los tendones de esta, yendo una de las cuchillas dirigidas directo al antebrazo casi en la unión con el codo, y el otro dispuesto a golpear el sartén.

— Ríndete. — Diría con toda la severidad que podía agregar a sus palabras. Había cambiando aquella sonrisa por una expresión helada cuando atacó contra el sartén, y ahora pegaba un salto hacia atrás para hacer más distancia. Su ataque había hecho estragos en la chica, y sus manos no se detuvieron al instante de saltar, pues con otro gesto comandaría a aquellas mismas cuchillas a girar en el aire, a escasos 50 centímetros tras haber superado el corte, y viajar por sobre la cabeza de ella hasta sus rodillas, cortándolas desde atrás. El impacto a sus brazos estaba destinado a cercenar inutilizar las extremidades superiores cortando tendones. El de las rodillas igual. La intención final sería acabar el combate por completo. El Jiki confiaba en el personal médico para salvar la vida de la chica y evitar daños permanentes.

Contenido Oculto

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Uno de los brazos de Chihona y de Ohona fueron cortados por una de las espadas extrañas, mientras que la otra mano de Chihona se libraría apenas del corte en su tendón, pero la sarten saldría disparada por el impacto.

El daño que sentía su hermana prontamente lo sintió Ohona, el dolor fue inmenso y toda la tensión en su cuerpo se veía desvanecida mientras que su sarten volaba por los aires, sus ojos ya no eran blancos... su pupila purpura observaban con dolor a ese hombre mientras le decía "ríndete" y se alejaba, pero sin perder de vista estas espadas que flotaban en el aire... pero lejos de rendirse, esta desvió su mirada hacia esas espadas extrañas mientras su piel se volvía rojiza... si... quizás perdería de vista a su oponente por un segundo, pero eso no le importaba en este momento... el peligro inminente hay que respetarlo en orden... las cuchillas intentarían un nuevo ataque, pero ágilmente la muchacha giraría por el suelo y se apoyaría con su brazo bueno tras el giro, mientras que su ojo blanco volvía al campo... pero su expresión... su expresión ya no era la misma... ahora era frialdad... ahora era determinación... ahora era dolor.

Gourai Rensa
Byakugan


Tras esto, la muchacha se pondría de pie nuevamente, pero esta vez con una postura totalmente diferente, su ofensiva continuaría, pero ahora era la Princesa Desmedida quien atacaría, ya no era la chica amable... Ohona se lanzaría de frente a toda velocidad, analizando todo lo que dentro del cuadrilátero ocurría. Aquellas armas a unos metros de ella que pudo esquivar por los pelos, el oponente que frente a ella, la posición de su sarten entre el y ella, todo lo veía, su velocidad de nuevo fue espectacular a comparación a la de el, pero aun así le tomaría un par de segundos llegar hasta el, pero no le importaba, su arena estaba demasiado lejos como para ayudarlo esta vez y, por consiguiente, no podrían aguantar un puñetazo de parte de esta Ohona encabronada, apenas llegara hasta donde el, el poder de sus puños los vería al fin.

Tercera Postura – Byakko

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El campo de batalla, con todas sus variables, siempre era imposible de predecir. Sin embargo, con la balanza inclinada hacia el de las arenas, el campo de batalla también parecía inclinarse hacia él. Tras contraatacar efectivamente el ataque de la otra y, en parte, deshacerse de parte del problema al neutralizar sus brazos, había saltado para buscar más distancia al mismo tiempo que atacaba redirigiendo las cuchillas de arena. Y aún cuando parecía suficiente, no lo fue.

Con una virtud y una personalidad estoica la chica parecía ignorar por completo el daño que había recibido no segundos, sino instantes antes, y esquivaba magníficamente la siguiente ofensiva del arenero. Las cuchillas, que iban en dirección a sus rodillas, pasaron de largo, acercándose al Jiki quien, para ese punto terminaba su salto con destino a otra sección del campo de batalla (W11), quedando a 9,5 metros de su posición anterior y de la Hyuga, quien había esquivado sin apenas moverse. Las unidades de satetsu que formaban las cuchillas se desparramaban en el suelo, cubriendo el sartén que Ohona había soltado durante el choque (4 unidades de satetsu en W15 y V15)

En todo este tiempo, la chica parecía haber adquirido una actitud más directa y callada, además de aquel cambio físico tan particular que la adornaba. Pero no por ello el Jiki iba a amedrentarse. Observando bien los erráticos moveres de su oponente decidiría dar por finalizada la contienda pronto. Dejando atrás cualquier plan de escape, al instante que tocó el suelo formó un sello a la altura de su pecho, y sintió como cada fibra de su cuerpo y espíritu se tensaba para anunciar que la pelea se acercaba a su fin. Tras el segundo que le tomó activar su técnica, la Hyuga se había adornado con su particular Doujutsu también. Inmediatamente tras su activación la chica podría ver como otro sello de manos tenía lugar en el oponente, pero parecería ignorarlo, pues se dedicaba a levantarse del suelo mientras adoptaba otra postura extraña.

El sello de manos del Jiki había sido acompañado por un ligero desplazamiento hacia adelante. Un salto que le tomó menos de la mitad del tiempo que le tomaría lanzar su jutsu, y que tuvo lugar al tiempo que moldeaba chakra para realizarlo. Su intención era sencilla; atacar a quemarropa, pues ya conocía la espectacular capacidad de reacción de la kunoichi. La Hyuga, antes de terminar su postura y emprender carrera se enfrentaría a un inmenso dragón de fuego que había salido disparado a altísima velocidad desde la boca del shinobi de Iwa al tiempo que este tocó el suelo tras el salto de 3 metros. El dragón la engulliría por completo y la dejaría fuera de combate de una vez por todas.

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El ataque de ese tal Larry era imparable, sin embargo, ya Ohona estaba en carrera cuando el iniciaría su ofensiva y ella podía verlo perfectamente. Casi de manera demencial, pero estando a tan corta distancia no podía evitar pensar en lanzar un último ataque, su “seudo plan” había sido detenido hace ya mucho, no importaba, solo debía seguir adelante. La arremetida de Ohona contra ese dragón que se estaba empezando a formar solo daría pie a un giro en el aire a toda velocidad, uno de sus ataques más poderosos, una patada giratoria dirigida a la cabeza de su rival, sin embargo, el impacto del dragón llegaría primero.

Fuminara


El choque de ambos jutsus daría por resultado un daño leve en el cuerpo de Ohona, pero esta, sin contenerse y sin tabúes, seguiría su ofensiva de frente y adelante, rompiendo nuevamente sus vasos sanguíneos y expulsando sangre de sus lagrimales, la joven Hyuga tensaría su musculatura aún más, mientras que avanzaba ese pequeño metro que se paraba ambas partes, pero esta vez, no para realizar un nuevo taijutsu, esta vez arremetería con un cabezazo, mientras que su mano izquierda y la mano libre de su hermana, quien comprendía los planes de Ohona y ya se había recuperado del impacto, agarraban las manos de su oponente.

Aibu


Ya se había dado cuenta, ya lo había analizado, cada vez que este hombre mueve su arena usa sus manos en movimientos amplios para ello, esta vez la arena estaba algo más alejada, quizás podría iniciar su movimiento, pero su agarre debía llegar antes que lo terminase, o eso planeaba… la fuerza de sus manos irían en busca de deshabilitarlas, pero no solo eso, el cabezazo de Ohona era un ataque certero a la frente de su rival, pero por debajo de la cintura, un rodillazo dirigido a la zona testicular de Larry aparecía de entre las piernas de Ohona.

Ya para este punto la postura de Ohona no tenía sentido, tampoco el rojo de su cuerpo, no era capaz de concentrarse en tantas acciones en ese momento, ya solo estaba ella, atacando sin más, y sin saberlo, Larry podría sentir algo de sus sentimientos… pero en ella, en ella no había más que frialdad en ese minuto. No tenía un plan de respaldo, no estaba actuando como debía, simplemente estaba atacando sin medirse de las consecuencias.

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Ante los carmesíes ojos del chico, su técnica iba a ser detenida por una patada. O al menos, la chica iba a intentarlo. Por supuesto que, él no iba a quedarse parado observando eso. Cuando el choque tenía lugar, volvió a alejarse con otro salto, buscando aumentar las distancias de nuevo, mientras llamaba de vuelta a su arena, aquella que para ese punto ya se encontraba detrás de él tras haber fallado el ataque contra las rodillas de la Hyuga. Sabía de sobra que si quería salir victorioso ante tal muestra de resiliencia y poder que su oponente significaba, tenía que mantenerse apegado a lo que mejor se le daba; jugar con arena.

Aquellas cuatro unidades de satetsu que antes formaban las cuchillas se movían de vuelta hacia él, tomando la forma de dos taladros giratorios de 50 centímetros cada uno, altamente condensados y con capacidad de perforación. Estos girarían a toda velocidad y se desplazarían con la intención de seguir atacando a la Hyuga. Pero, sin esperarlo, esta superaría de nuevo las expectativas del Jiki, con un desplazamiento tan veloz como difícil de esquivar.

Su mano disponible y la de su gemela se dedicaban a tomar los brazos del arenero, con la obvia intención de retener sus movimientos, pero su velocidad no fue suficiente. También, un cabezazo y un rodillazo venían en camino. Esa fracción de segundo bastó para que el de la roca terminase el movimiento de sus brazos para darle precisión a su ataque, y las manos que buscaban agarrarle solo encontrarían aire. La cabeza de él también se movería a un costado, esquivando el cabezazo. En cuanto a los taladros, uno iría directo a las piernas de donde el rodillazo surgía, desde la derecha, agujereando ambas piernas de la kunoichi y, de paso, la de su hermana, deteniendo el rodillazo en el proceso y dejando aquellas extremidades inútiles. El otro taladro, desde la siniestra, atravesaría el brazo útil de la kunoichi que se dedicaba a tratar de agarrar la mano del Jiki sin éxito.

Su ofensiva debía terminar, al fin, con el deseo de luchar de la chica. Ya se estaba volviendo un combate tedioso, y sus reservas, aunque bastas, no paraban de menguar. No entendía ni dispondría de la capacidad mental para entender el modo de luchar de la extraña Hyuga, pero empezaba a tener cierta admiración por su capacidad para seguir luchando pese a las heridas.

De cualquier forma, tras su ataque, seguiría con el desplazamiento hacia atrás mientras se preparaba para volver a contraatacar en caso de que a ella le quedasen ganas de seguir luchando.

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Si por algo destacaría el penúltimo combate del día del Torneo del Dragón, sería por la cruda brutalidad con la que llegaría a su final.

Sin duda Ohona lograría demostrar su fiera determinación, haciendo honor a su apodo, aprendiz de Leona. La líder del clan Hyuga lucharía hasta el final y sin rendirse, aún en la peor de las circunstancias, siendo terriblemente mal herida por "Larry" -del que nada se sabía además de que era un joven impiadoso al que no le importaría destrozar el cuerpo de su oponente con tal de conseguir sus 30.000 ryos-, quien se quedaría con la victoria.

El combate iniciaría con la explosiva Ohona lanzándose a su oponente, sartén en mano. Arata no se demoraría en actuar y dispersaría su arena desparramándola por el cuadrilátero, mientras retrocedía. Desde una posición cercana al borde de la plataforma, ejecutaría una serie de sellos y daría un pisotón que haría vibrar el recinto. A diferencia de los espectadores, solo Ohona sería capaz de ver lo que sucedía; el Jiki haría uso y control de su arena, moviéndola a varios metros bajo el suelo.

La joven ejecutaría un movimiento veloz que también sería prácticamente invisible para el ojo del humano corriente, e intentaría asestar un golpe a su rival atacándole por la retaguardia. Pero Arata reaccionaría, transformando su arena en dos manos gigantescas que lo escudarían repeliendo a la cíclope, empujándola junto a su sartén varios metros hacia atrás. Ella, resiliente y muy veloz, no dudaría en volver a arremeter contra Larry e intentar un nuevo golpe con su arma exótica y particular. En ese momento, viéndolo todo con más claridad, el público podría darse cuenta de que el torso de la muchacha contaba con un un par de brazos adicionales.

[Imagen: image.png?ex=662836b7&is=6615c1b7&hm=0ec...y=lossless]

¡Eh! ¿Cómo es esto posible? —chillaría el presentador, recordando perfectamente que había visto llegar a la Hyuga con la composición y contextura de una persona normal, a excepción del único ojo que se centraba en su rostro.

Aquellos brazos extra tenían la intención de sujetar a Arata, mientras la muchacha empuñaba el sartén dispuesta a darle un golpe en la cabeza. Pero, justo entonces, algo horrible sucedió. Las expresiones de espanto y asombro se dejaron oír desde las gradas al momento en que un par de cuchillas formadas por arena metálica salieron disparadas desde el suelo, dañando gravemente los brazos y manos de Ohona, y mandando a volar por los aires el sartén.

Arata le exigiría rendirse, mas no tendría piedad con la joven ni detendría sus ataques. Las cuchillas girarían en el aire y se trasladarían con la finalidad de dañar las rodillas de la muchacha, cortándolas desde atrás. Sin embargo, a pesar de la horrida escena y el dolor, Ohona no cedería. Lograría evitar un nuevo daño de las cuchillas y, contra todo pronóstico, volvería a ponerse de pie. Los espectadores observarían estupefactos, y el arbitro permanecería inmóvil, con la mandíbula por el suelo, observando como la joven arremetía de nuevo contra Arata decidida a encestarle un puñetazo con su mano más sana. Él se defendería lanzando un dragón de fuego directo a la muchacha, pero Ohona lograría hacer uso de su increíble fuerza bruta para salirse con la suya, llevándose unas quemaduras leves que no detendrían su voluntad. Trataría de atacar con un cabezazo y rodillazo, y capturar las manos de su contrincante al resolver que este las usaba para controlar la arena.

Y entonces, otra vez sucedería algo espantoso, aunque mucho peor que lo anterior: Arata haría uso de su habilidad para dar forma a dos taladros que atravesarían las extremidades de la joven Hyuga. Sus piernas, su brazo sano, todo quedaría inutilizado al ser perforado por el satetsu. La sangre chorrearía sobre la plataforma, se mezclaría con la arena, ante la mirada atónita de todos los presentes. 

De inmediato el árbitro daría un grito de alto. Irrumpiría en el cuadrilátero agitando ambos brazos en el aire, apresurado por detener aquel cruento combate. Temeroso de que Arata acabara por responder con un ataque letal, haría sonar el gong y se interpondría entre los luchadores. La joven Hyuga sería rápidamente asistida por el personal médico.

Es suficiente. —indicaría, sosteniendo el micrófono con mano temblorosa— Ohona Hyuga está fuera de combate, ¡la pelea ha terminado! —Su brazo señalaría al masculino—. Larry pasa a la segunda ronda del Torneo del Dragón.


conclusión

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