[Priv] - Cafeteria de la Muerte
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Otra tarde más en ese lejano paraje, una simple cafetería en frente de la calle, una hostal de mala muerte y una calle no muy concurrida, la morena simplemente intentaba leer algunas palabras de ese papiro, algo simple la verdad, pero efectivo, ya no quería seguir siendo la misma que ayer, ahora solo quería aprender cosas nuevas por ellos… sobre la mesa, un pequeño dispositivo de vigilancia que apuntaba directamente a la cuna de los gemelos, niños que reposaban al otro lado de la calle en la habitación de la hostal, era bastante humilde la habitación, pero había sido ordenada y reforzada por la marionetista apenas la tomo en arriendo. Ya llevaba un par de semanas en este lugar y pronto debería volver a Iwagakure en busca de recursos…

Aquella pequeña cafetería era humilde, de vidrios empañados y un letrero escrito a mano sobre madera añejada por el sol, las tazas eran de vidrio, aunque parecía ser refinado, era simplemente porque del desierto, el vidrio era el material más fácil de obtener, este y las cosas hechas de arcilla, al igual que ese plato que sostenía un pastelillo de canela bastante mal hecho pero de agradable sabor, pero aun así, solo un par de mascadas habían sido dadas en la ultima hora desde que aquella morena se sentó ahí, a estudiar y pasar el tiempo… con una simple túnica de color negro por sobre su cuerpo, con esos aretes dorados que adornaban sus orejas y con aquel collar dorado con negro que se posaba sobre su cuerpo. La capucha sobre su cabellera le protegían del viento que de repente se alzaba, llenando de arena ese pobre pastelito que no pudo terminar de ser consumido, pues la joven marionetista solo cuidaba de aquel café con licor de caña que le servían ya por tercera vez con sus manos y capas.

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De pierna cruzada, la joven dejaría sus papeles sobre la mesa, se restregaría los ojos y volvería a ver la pantalla que tenía en la mesa… los papeles eran simples informes, bastante fáciles de leer para cualquiera, cualquiera menos ella, menos Muki, la joven analfabeta, con una cara de decepción en su rostro, esta simplemente observaba los rostros de los líderes de la yakuza sobre la mesa y reconocía poco a poco las palabras que abajo había logrado descifrar… - diablos… así no se puede… - dijo Muki, algo molesta mientras rascaba su cabeza… por debajo de su capucha, una arañita se asomaría lentamente – al menos ya sabes sus nombres y ubicaciones… ¿enserio quieres hacer esto? no tengo opciones.
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Sin duda, jamás podré acostumbrarme a este clima. — Si bien no le desagrada como tal, es muy diferente a lo que se acostumbró durante su desarrollo físico. De todos modos, no le hace el quite a venir, pues saber que un comerciante que tiene grandes aspiraciones tiene como obligación el transportar su mercancía a cada rincón del mundo que esté disponible. Lo malo es que en esta oportunidad carga con mucho equipaje, por lo que el cansancio ya está destruyendo sus piernas y brazos. El camino ha sido tan largo que ni siquiera tiene cargamento de agua, así que se siente un poco deshidratado. Un humilde comerciante no debería soportar tales tormentos, pero con tal de obtener ganancia, se moja la camiseta.

Después de un infierno, finalmente llega a la ciudad en ruinas. No se ve tan mal, diría que hasta incluso mejor de lo que recuerda, pero aún falta mucho para que se pueda considerar un sitio lo suficientemente apto para ser un turista. — Veamos, por dónde puedo empezar… —La información que tiene es que puede encontrar una especie de mercado subterráneo, por lo que ese debe ser su objetivo. Claro, la vida no es tan fácil, menos cuando eres tan humilde, así que primero debe buscar la forma de encontrar el camino correcto.

Camina y camina, ya es de tarde. Pronto anochecerá, aunque falta un rato aún para eso. Todos los que caminan por los alrededores se voltean a verlo, pues siempre llama la atención ese sombrero que porta, un accesorio distintivo y muy importante para él. Lo curioso también es que le sonreía a cada individuo que se voltee hacia él, como si tuviera exceso de amabilidad. Por dentro no es así, pero es consciente de que debe mantener un papel que le permita pasar inadvertido, uno que tiene arraigado a su personalidad desde hace años con tal de sobrevivir mientras avanza hasta sus objetivos.

Es curioso, incluso la mayoría de sus denominados compañeros desconocen mucho de él. ¿Por qué dudar de un simple comerciante? A veces el veneno más letal viene en el frasco más pequeño.

Regresando a la Arena, muchos tienen curiosidad sobre qué tiene en ese saco que carga sobre su hombro. El contenido siempre varía, pues alguien como él no se mueve en solo una línea de productos. Con el tiempo ha aprendido que eso del que mucho abarca poco aprieta es falso. O al menos a él le ha servido llevar la contra a ese pensamiento. — ¡Café importado! ¡Venga por su café! — Comienza a gritar, llamando aún más la atención del público. — ¡El mejor gramo que puedan encontrar y al mejor precio posible! ¡Pregunte, pregunte! ¡Acérquese!

Casualmente, cerca, muy cerca, se encuentra una cafetería. ¿Competencia? Para nada, Samuru no es así.
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Cita:Nombre: Tatsumaki Indra | Edad: 21 Años | Ubicación: Sunagakure


Función: Nidai Ataima no Ryuu (Segunda Cabeza del Dragón) es el actual líder Yakuza y máxima autoridad de cualquier facción criminal, sus funciones principales se basan en mantener los tratados y acuerdos con los representantes gubernamentales de cada país, así como supervisar cualquier movimiento de la sede criminal y/o acuerdo propuesto por sus representantes o dictadores.


Personalidad: Son muy pocos los que han tenido el placer de conocer al Tatsumaki, siendo la mayoría shinobis de alto prestigio o alta reputación en el mundo. Es conocido por ser frio e indiferente, en ocasiones es descrito como sociópata ya que tiene reputación de matar inclusive a sus propios hombres sin remordimiento alguno; una persona cruel y con buena cabeza para las negociaciones, aparenta ser bondadoso y compresivo la mayor parte del tiempo.


Uno de los papeles de la marionetista destacaba sobre todos los demás, era el de Tatsumaki Indra, un panfleto con información que había reunido previamente de este hombre... era un ser poderoso al parecer, simplemente alguien de quien tener cuidado, pero había perdido foto alguna de el y aun no tenia modo ni motivos para encontrarlo... - es un puto rey ese... - diría a Kumoko - solo olvídalo, fija tu objetivo más abajo - diría la araña, rascándose la nariz con una de sus patas... Muki, por otro lado, rasco sus ojos, ya estaba cansada, el café de esta cafetería no ayudaba mucho a quitar el sueño, al parecer era más colorante que cafeína, de seguro esa cafetería de mala muerte no aportaba buenos granos o verdaderos ingredientes a su receta, sin embargo era lo mejor del lugar... o lo era, hasta que apareció ese sujeto de sombrero extraño...

Una nueva brisa levantaría otra polvacera y la marionetista apenas alcanzaría a reaccionar para cubrirse con su capa, pero el café con licor se derramaría en el proceso por sobre la mesa. Sus papeles saldrían volando por doquier y de esto, con un rápido movimiento y usando la punta de sus dedos, Muki lograría alcanzar un gran montón, perdiéndose un par de hojas en la ventolera, volando sin un destino aparente, pero quedando uno atrapado entre las ropas de aquel vendedor clandestino de Café. Muki rápidamente se pararía e intentaría atraer todos sus papeles con sus hilos, pero mientras estos se encuentren en movimiento, sus habilidades con los hilos de Chakra poco y nada podrían servir... tendría que ir a hacerlo a la antigüita y correr tras los papeles.

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Al ponerse de pie, su capa se abre de par en par, mostrando que, por debajo de las telas, su esbelta figura y sensuales caderas eran adornados por un antiguo traje de bailarina Gypsy, un top negro con detalles dorados y ornamentos bastante hermosos, un pantalón holgado del mismo color y diversos detalles que adornaban la piel de la morena. Este cuerpo, el cuerpo que usaba habitualmente para vivir frente a la sociedad, seguía siendo bello y atractivo, libre de cualquier cicatriz visible, libre de artilugios y armas mortales, piel y huesos de verdad… y esos hilos que los mueven desde su interior… la joven corre tras sus papeles, pero solo alcanza atrapar aquellos que no llegan hasta la pierna del cafetero, agachándose frente a él y observándole la cara por debajo del sombrero, quedando su mirada prendada en su rostro mientras se agachaba lentamente y decía con delicadeza – permiso… - y tomaba aquel papel con sus delicados dedos… luego de eso, se volvería a poner de pie, miraría a su alrededor y ordenaría sus papeles lo más pronto posible, tratando de que nadie vea su contenido, pues fácilmente su vida correría riesgo si la información que traía se divulgaba – un café con malicia por favor – diría la muchacha mientras presionaba sus papeles contra su piel.
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Varias personas se acercan a él, inspirados por la curiosidad de observar los productos que trae un extranjero. Sunagakure en algún momento pudo ser descrita como la ciudad abandonada por Dios, por lo que aquellos que llevan mucho tiempo aquí, quizás es por no tener la oportunidad de emigrar a por un futuro mejor bajo la protección de otra nación. Los billetes ban y vienen. Algunos dudan sobre si gastar su dinero en café o no, pero la curiosidad y el deseo de probar algo nuevo tienden a ser muy fuertes, por lo que la sonrisa que Samuru enseña indica que le está yendo bastante bien en muy poco tiempo. Hasta piensa que debió traer más, pero cargar dos sacos completos lo habría matado a mitad de camino. Y seamos sinceros, nadie quiere verlo muerto. O tal vez sí.

Todo sucede normal hasta que el viento exige atención y ser protagonista en la escena, pero trajo amigos consigo. Sí, porque en ocasiones llegar solo es un poco triste, así que una gran cantidad de papeles como si fuesen una bandada invadieron el terreno de ventas. Una persona rápidamente intenta reunirlos, pero no cuenta con el hecho de que alguno cayera sobre el muchacho de sombrero. Este, impulsado por la curiosidad, toma uno y lo observa. Destruyó cualquier tipo de privacidad que pudiera tener la dueña del documento. Claro, el vistazo es fugaz, apenas dos segundos, como si de un amague se tratase. Luego, él mismo extiende el brazo para entregarlo. Obviamente, no hace comentario alguno sobre el contenido. Incluso muestra una expresión algo inocente, como si quisiese dar a entender que no entendía nada de lo que vio. Pero claro, en su interior sabe muy bien que dio con algo muy interesante. ¿Intentará sacarle provecho? Quién sabe, aún es muy pronto para decidir.

Tome. Debe tener más cuidado, el viento a veces es muy violento en esta zona. — Samuru ya ha estado aquí antes y no solo para vender, pues a su mente llega el recuerdo de cuando buscó y encontró en un estado deplorable a su viejo compañero Hirose. Hace mucho no lo ve, pero los rumores indican que puede que jamás vuelva a verlo. Uno nunca sabe.

Su rostro cambia a uno incrédulo al escuchar la petición de la mujer. Al parecer, alguien no ha entendido el tipo de servicio que da el de sombrero. Él no viaja transportando un puesto de café ambulante, sería demasiado esfuerzo. Aunque, en caso de que haga una inversión, puede funcionar. Trabajadores a su cargo, un transporte adecuado. Puede que de la nada se le haya ocurrido un negocio que pueda servirle mucho económicamente. Ya lo pensará luego.

Regresando con los dos protagonistas, Samuru niega con la cabeza. Mete la mano dentro de su saco y saca un paquete de café, eso es lo que vende. Después ya depende de cada comprador el buscar agua y servirse. — Veo que es una persona muy estudiosa. Si gusta, este puede correr por cuenta de la casa. — Apenas termina su frase, el resto de individuos a su alrededor se queja, sobre todo aquellos que ya le entregaron su dinero para adquirir el producto. Sin querer, Samuru se mete en un problema.

Vamos, vamos, no se molesten. En todo caso, lo he vendido a muy buen precio, ¿no? — Justamente eso es lo que hacen aquellos que roban y venden. Samuru no compra para revender, al menos no siempre. Si posee habilidades ninjas ocultas, estas deben utilizarse de alguna manera.
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Una mirada de reojo ante ese joven de sombrero extraño hizo cambiar de parecer a Muki, simplemente no podía dejarlo pasar… era una de esas veces donde debías actuar y de la mejor manera, por suerte, su carisma era alta y podría ayudarse de ello en situaciones como estas… - Café… ¿en grano? – diría consternada, observando la bolsa que le había dado. Este joven había sido increpado por el resto de compradores en ese momento, el simplemente buscaría apaciguarlos por tamaña consideración ante una joven frente al resto – no se preocupen, pagare de otro modo – diría coqueta la marionetista, tomando de la mano a ese vendedor. Si el accedía, le llevaría de la mano hasta la posada que estaba cruzando la calle, de lo contrario, le haría señas para dirigirse a ella.

Con habilidad y destreza, la joven traería consigo aquel dispositivo de vigilancia que usaba para ver a sus bebés, algo sutil, mientras que sus papeles ya habían desaparecido de la vista de todo el mundo, ella camino contorneando su cintura de un lado al otro, como el paseo de una fiera a punto de hacer algo – acompáñame un ratito – diría la morena a este joven de bella apariencia. Al entrar en la posada, la joven hablaría con el posadero apenas abría la puerta – hey, usaremos el comedor un rato, por favor, que no entre nadie – diría, mientras le guiñaba el ojo.

Al llegar al comedor, la joven tomaría una de las sillas y la pondría de lado, se recostaría en ella y extendería sus brazos a más no poder, estirando los músculos de su espalda y rebosando su busto mientras se preparaba para lo que venía – por favor, toma asiento – diría mientras volvía a una postura más cómoda, luego de esto, extendería un trozo de madera simple, como un pequeño punto de madera, y lo colocaría frente a su rostro, de él, una leve pantalla de Chakra se presentaría y, como si navegara en una tableta, la joven buscaría un par de cosas hasta llegar a ello. Haciendo clic en uno de los iconos, un Kanji se formaría en su selección y de este artilugio, un molinillo seria invocado frente a ella. Repitiendo el proceso, la joven traería de distintas tabletas flotantes un contenedor de agua algo extraño, un par de tazas, licor de chocolate, azúcar y leche de almendras, también traería una sartén y una especie de hornilla, todo lo posicionaría sobre la mesa uno al lado del otro de manera muy organizada, como si de herramientas se tratase, luego de eso, pondría la bolsa de café en granos sobre la mesa – chico, te preparare un café como nunca antes, pero antes quiero que contestes algo… - diría la joven, mientras se levantaba y dejaba caer la capa sobre la silla, dejando ver completamente ese traje de gitana antiguo y elegante que llevaba por debajo - ¿viste el contenido del papel, cierto?
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Fue tomado por sorpresa, ya que antes de darse cuenta, estaba siendo guiado hacia otro lugar en contra de su voluntad. — Espera, espera, aún tengo muchos clientes. — Sufre viendo las pérdidas económicas que eso conlleva, pero en el fondo comprende que no puede evitarlo. Apenas vio el contenido de ese papel entendió que se metía en un problema grave, pero esperaba tener suerte. No es así. Por el tono de voz que escuchó en un principio, se podía asumir que se trataba de una mujer tímida, tranquila. Pero alguien con esas características no estaría investigando peces gordos.

En el peor de los casos, Samuru deberá abandonar su humilde papel y demostrar cómo ha sobrevivido en este mundo tan peligroso hasta ahora.

La mujer los transportó a un sitio humilde pero acogedor. Incluso hay civiles cerca, dato que extraña al de sombrero. Pero la indicación de que no entre nadie ya le hace comprender que lo primero que pensó no estaba tan alejado de la realidad. De hecho, el rostro de Samuru, tranquilo y amable hasta ahora, se transforma en uno más serio, como si poco a poco quisiera mostrar su verdadera forma, por así decirlo. Aún se contiene, pues la esperanza es lo último que se pierde. Obedece y toma asiento. A pesar de que su mente es un caos en este momento, su cuerpo se nota relajado. No emite tensión, aunque las primeras palabras que suelta su boca dejan en evidencia lo que se le pasa por la mente.

¿Me matarás? — Así es como funciona este mundo ninja. Desde muy pequeña ha estado huyendo de la sombra de la muerte, por lo que no siente temor cuando es posible que la esté viendo de frente.

Muki hace gala de sus habilidades, peculiares cabe decir, a la vista atenta de Samuru. Saca instrumentos propios para tomar café y el de sombrero estira los brazos para preparar él mismo y servirse. Sin embargo, al escuchar que ella lo preparará, retrae las manos. Ahí es cuando escucha la pregunta y su primera reacción es soltar una pequeña risa. Esta no es burlesca ni mucho menos, hasta puede expresar cierto nerviosismo. Intenta callar gracias a un profundo suspiro. — Vamos, soy solo un comerciante, no le diré a nadie lo que estudias. — De manera indirecta le hace saber que sabe el contenido delicado que tenía ese documento que por azares del destino llegó hasta sus pies minutos.

Doy mi silencio a cambio de que me des mi vida. ¿Qué opinas? Puedo involucrar algo de dinero incluso. — Ofrece mientras estira los brazos los hacia los costados, en señal de que ofrece mucho a cambio de poco. Así es como él entiende el mundo del dinero, al menos cuando actúa como comerciante. Claro, para hacer tratos con Samuru hay que ser muy astuto. Es un mentiroso experto y siempre busca su propio beneficio. Incluso en situaciones imposibles se las arregla para terminar siendo el ganador. Perder por completo es algo que no existe en su vocabulario.

¿Qué responderá la mujer? Las cartas ya están sobre la mesa, incluso por debajo hay más de una que se puede jugar sin que ella se dé cuenta. Las palabras de Samuru demuestran que ella es quien tiene el poder de decisión en este momento, pero confiar del todo en alguien con sombrero quizás no sea lo mejor.
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Última modificación: 07-03-2024, 07:38 PM por Muki Chikamatsu.
¿Matarte? No, no hago eso, a menos que seas mi objetivo – diría la mujer mientras alistaba finalmente las ultimas cosas. Por debajo de su túnica, una pequeña araña blanca se posaría en la silla y se recostaría a esperar, en ese momento se ve como Muki empieza a recapitular todos los ingredientes – leche… licor… café en grano… me falta chocolate entero – murmuraría, mientras en una de sus tabletas aun extendidas sacaría una barra de chocolate de buena calidad, un rayador, una tabla de picar y una katana de maestría, Chunchunmaru. Al extraerla, revisaría el filo y sacaría solo la mitad de la Katana para luego dividir su filo y arrojar el resto del arma a un costado de la mesa, quedando un excelente cuchillo de filo increíble sobre el mesón.
Contenido Oculto
Las palabras del joven del sombrero eran bien seleccionadas, pero no contaba con algo… Muki es alguien absurdamente astuta, absurdamente inteligente, pero para nada educada… no, ella no esperaba eso de el. La joven le miraría un poco desconcertada y ladearía un poco la cabeza, mientras acercaba aquel contenedor de agua y lo colocaba frente a ella – no, el silencio es lo que menos espero de ti, o al menos no conmigo… quiero que hables. Ya viste el contenido de los papeles, sabes que es lo que quiero – diría la mujer – quiero saber si lo entendiste – sus manos se posaron en la base del hervidor y, inyectándole algo de Chakra de naturaleza eléctrica, este empezaría a funcionar – listo… el hervidor está andando… ahora… a preparar – rápidamente, con una destreza sin igual y mostrando gala de sus habilidades, la muchacha tomaría aquel trozo de chocolate, lo empezaría a trozar en figuras aparentemente irregulares, pero que poco a poco formaban pequeños troncos de chocolate de exacto diámetro y largo cónico, creo 4 de estos conos, luego de esto, corrió los restos del chocolate y los aparto sobre la tabla de picar, acerco la hornilla y el sartén para empezar a tostar el café en granos que había recibido.

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Mira… por motivos que no puedo explicar fácilmente – diría, mientras que sacaba una cuchara de palo de entre los paneles flotantes para revolver el café – no soy capaz de descifrar algunas cosas de estos papeles no sabe leer – diría la araña que estaba recostada en su asiento – si, en efecto… eso… y pues, en mi intento de descifrar estos putos jeroglíficos, te encontré a ti, si tú supieses leer, sería suficiente como para solicitarte ser mi aliado… pero antes… ¿te gusta el café cargado? Oh, y ¿apoyas la Yakuza? – diría la muchacha, algo despreocupada, sin dejar de mirar de reojo al joven de sombrero…
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¿Se puede confiar en ella? Da una negativa a la primera pregunta, lo cual debería ser una señal tranquilizadora para Samuru, pero aún tiene muchas dudas. Opta por guardar silencio de forma momentánea mientras la observa trabajar en el café. A pesar de que él sea vendedor de grano, la verdad es que no es un experto en prepararlo, así que su impresión respecto a la fémina es que era conocedora del rubro. Tal vez se equivoca en su conclusión, pero es lo que viene a su cabeza con el conocimiento actual. — ¿Había algo que entender? — No entiende su pregunta, pues ambos están pensando en cosas diferentes, aún no se encuentran en la misma línea, aunque eso está pronto a cambiar.

¿De dónde salió? — No se percató antes de la presencia de la araña, así que lo tomó por sorpresa. — Suave, por favor. Lo encuentro un poco más relajante. — Y vaya que lo necesita, luego de tal viaje por el desierto, necesita paz en su cuerpo y mente. Lamentablemente, un simple accidente con un papel ha impedido eso.

Aunque me lo digan así, me es difícil creer que tenías todos esos papeles y no podías leerlos. ¿Es esto una broma? — Puede notar cierta amabilidad en el tono de voz de la mujer, pero sus palabras no dejan de sorprenderle. Samuru no es de esos que tiende a confiar en todos, sino que todo lo contrario. Hay ocasiones en que finge que sí, pero eso solo es cuando considera que tiene toda la situación bajo su control. En esta oportunidad no es así. Está encerrado en un lugar desconocido y en una nación en donde no desea mostrar sus habilidades ninja, pues muchos podrían verlo. Cuando trabaja como ronin, intenta que sea en lugares con poca gente, en misiones donde pueda construir desde las sombras.

Se cruza de brazos y medita un momento. Ha escuchado de la Yakuza, obviamente, pero nunca ha tenido contacto directo con ellos. — Puedo decir que apoyo a quienes no desean seguir con lo mismo. Puedes tú misma interpretar mi respuesta. — Independiente de que el escenario pueda ser desfavorable para él, su forma de ser siempre se encuentra presente. Es más divertido no decir todo de forma directa. Pierde la gracia.

Y sí, puedo leer. — Finalmente responde, aunque considera obvio. Hay que tener en cuenta que Samuru no es el individuo que más sabe sobre el mundo, esto debido a que tuvo que pasar muchos años huyendo sin poder conocer realmente la Tierra y a su gente. Es algo a lo que se ha dedicado los últimos años utilizando su papel como comerciante, por lo que le resulta extraño conocer a alguien que no sepa leer. Tal vez en algunas partes es normal. Eso puede entenderlo, sabe que el mundo no es como le gustaría.

Por eso quiere cambiarlo.
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Muki se detuvo en su trabajo de tostar los granos de café en aquella hornilla, se detuvo un instante y bajo la mirada, si parecía ser esto una broma, pero ella hablaba en serio… luego de esto, reanudo el meneo del café y lo retiro sobre la tabla de picar para separar los granos y dejarlos enfriar – no… esto no es una broma – dijo luego de una pausa dramática – deseo aprender a leer, ahora tengo motivos para ello, lo único que conozco en este mundo es la muerte y destrucción, no todos nacimos en cunas de cristal… mi vida no ha sido la mejor de todas, y esta vez planeo hacerlo todo para que el futuro sea mejor para ellos, para los jóvenes… para quienes heredaran nuestra voluntad… puedo interpretar lo que dices de mil maneras, pero espero me entiendas… no, no soy una estúpida ni mucho menos, se defenderme en este mundo como cualquier otra persona, pero no tuve una educación guiada por un adulto… - diría, mientras colocaba los granos individualmente dentro de un molinillo de madera que había sacado previamente, utilizaba un par de palillos de metal que extrajo de una de sus pantallas, una leve risa saldría de sus labios para así soltar una pequeña confesión - es hasta vergonzoso que hasta hace poco me entere como es que llegan los niños al mundo... dios... soy una tonta...

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(PD: esta es mi pj actualmente, me di cuenta que no había mostrado su apariencia en ningún momento, puedo intercambiarla entre 3 cuerpos, el del avatar, otro parecido a ese pero más infantil y este, el de la morena que es el cuerpo original)

El proceso de molido era simple, solo debía activarlo con uno de sus hilos de chakra y el café se molería homogéneamente, el hervidor estaba listo y las tazas previamente preparadas. De otra pantalla, la mujer sacaría una pipeta, usualmente tenía varias de estas para preparar sus venenos, pero dejaba algunas para experimentar en la cocina, Muki realmente era una diestra en el arte gourmet… esta pipeta contaba con un decantador por goteo, la joven vertió el café en el interior de un vaso de precipitado y en el vertió el agua caliente, dejo que inficionara unos instantes y continuo con su charla – yo era de estas tierras, antes de la guerra y todo ese embrollo, aún era muy joven cuando todo esto ocurrió… mi pueblo ahora está disperso y el control lo lleva un grupo llamado la Yakuza, no estoy en contra del control… pero si a veces pienso en hacerme con ese tipo de control… - diría, observando al joven para ver su reacción.
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De tanta insistencia que la mujer hace, Samuru poco a poco va empezando a aceptar sus palabras como ciertas. De todos modos, ¿qué tanto problema puede haber con leer los documentos y decirle el contenido? Claro, siempre está la opción de mentirle, pero en estos momentos no ve qué beneficio puede sacar de ello. Sunagakure nunca ha estado entre sus planes, al menos no de manera específica. Los conflictos que ahí suceden se pueden solucionar en el futuro si él logra lo que quiere, pero es a muy largo plazo. Eso sí, escuchar las palabras de la cafetera comparten muchos ideales que los del comerciante, así que siente una especie de cercanía con ella en la manera de pensar. Esto es positivo para el trato entre ambos. Aunque claro, el de sombrero sigue complicado, pues debe ser inteligente con la elección de palabras, ya que aún se muestra como un humilde comerciante, no como un ronin.

No puedo comprometerte a enseñarte a leer, pero sí puedo ayudarte a descifrar la información que necesitas. — ¿Así como así, sin más? Claro que no. — Aunque deberás comprometerte a comprarme algunos paquetes de café. Debes entender que así funciona esto. — Cada uno debe sacar una recompensa, algo en limpio. Además, así es como mejor él se entiende, a través de los tratados económicos. El papel que adoptó para moverse por el mundo se ha transformado en el propio Samuru con el paso del tiempo. No diría que se lo comió el personaje, pero se han ido fusionando.

Viendo que el café está listo, extiende la mano diestra para tomar la taza. Está caliente, pero no le importa. La lleva hasta su boca y bebe del contenido. En su rostro se nota a leguas la expresión de disfrute. Después de todo, él mismo escogió el grano de café y la preparación de Muki ayudó bastante a que el resultado fuera increíble. — Cuando no nos gusta cómo otros hacen las cosas, es mejor hacerlas nosotros mismos. — Y, aunque no posea información muy en profundidad de los Yakuza, sí tiene algo bien claro. — ¿Estás lista para afrontar ese peligro?

Toma nuevamente del café y, tras dejar el contenido a la mitad, deja la taza sobre la mesa. Luego, extiende la mano diestra hacia ella. — Tal vez te mande a la muerte si te doy esa información, pero creo en que debemos ser libres para decidir nuestro destino. — Lo que quiere es que le entregue los papeles. Leeré.

Como última acción, de su saco de mercancía también saca unos lentes y se los coloca. Algunos dicen que puede sacar cualquier cosa de ahí, nunca deja de sorprender.
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Muki se apoyaría sobre la mesa con un codo y pondría su mano en la mejilla, una de sus pantallas se posaría frente a su cara y la joven movería con el dedo en la pantalla buscando algo en específico, luego empezaría a seleccionar varios puntos en esta pantalla de chakra, todo esto mientras observaba al joven frente suyo beber su café – tu precio es muy bajo, pero me parece bien. No planeo matarlos, o no por ahora, solo quiero información… y he reunido bastante – decía sin dejar de seleccionar cosas y cosas – planeaba darte a cambio algo más que simplemente una compra de un par de bolsas de café, planeaba ayudarte con tu negocio… si todo funciona bien, podrás hacerte acreedor de una de las grandes cafeterías del lugar, y podrás utilizar mis recetas personales como propias – diría la joven, para tras un último clic, dejar caer una montaña de papeles bien organizados y alineados, luego de esto, tomaría la taza de café que Samuru dejo a medias y lo rellenaría con licor de cacao, leche de almendras, hielo que extraería de un nuevo contendor y lo revolvería levemente, luego de esto, esparciría cacao rayado sobre la superficie y lo volvería extender hacia el joven comerciante.

Aun no se tu nombre, y espero que tomes en consideración esta propuesta… como te habrás dado cuenta, el licor utilizado no es común, no embriaga y aporta un sabor único a la receta – diría la joven, sonriéndole coquetamente – le llamo Mocha Frappucino Especial de Muki… y mi intención, si te diste cuenta, es tenerte a mi lado para las negociaciones, o al menos desde las sombras. Si no puedo aprender a leer todo, puedo recibir ayuda de alguien que sabe de letras, números y comercio - Muki entonces extendería su mano buscando cerrar un trato - ¿que dices? ¿hacemos el trato?
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Sí, puede que el precio que ofrece Samuru sea bajo, pero mientras fue escuchando a la mujer, entendió que lo que ella quería no era un simple lector para ahora y ya, sino que deseaba una especie de alianza que fuera duradera con el tiempo. El de sombrero se cruza de brazos, siendo esta su pose predilecta para pensar. ¿Meditaba sobre un mejor precio? ¿Condiciones especiales? Nada de eso, intenta pensar en cómo puede sacarle provecho a relacionarse en un tema que tiene que ver con la Yakuza. Tal vez no le deba servir Sunagakure como tal, sino que también debe tener en cuenta países que limiten con la zona o que tengan cierta cercanía. En su cabeza hay un mapa y un mundo de posibilidades.

No te preocupes, creo que las recetas me bastan. Tal vez pueda sacarles beneficios en otras naciones, tienden a pagar más por lo que viene de afuera. — Puede que ya haya llegado a su mente el cómo sacarle provecho a todo esto, sin embargo, todo queda en un misterio. A veces es muy expresivo, pero en otras tiende a ocultar todo detrás de una cortina. Nadie sabe quién realmente es o qué es lo que quiere.

Es indescifrable.

Se sorprendió al ver que le arrebatan la taza, pero aparentemente Muki quiere seguir trabajando en la preparación de un mejor café. — Mejor, una persona humilde como yo prefiere el licor solo en momentos realmente importantes. — Y aunque este lo fuera, relativamente, se refiere más que nada a reuniones con gran número de presentes, fiestas y cosas de ese estilo.

Suelta un ligero suspiro y sonríe, cree que no le queda de otra. — ¿Negociaciones? Suena peligroso. En fin, que sepas que deberás protegerme. — Quiere reiterar la información de que no es una persona fuerte. Prefiere dejar en secreto sus habilidades ninja. Este puede ser un factor clave en el momento correcto. Además, así también tiene la posibilidad de alejarse del peligro directo. Su principal objetivo es sobrevivir y ascender, y solo arriesgar su vida en situaciones donde haya una real ganancia.

Finalmente, acepta el apretón de manos. Para un comerciante, la palabra y la mano son cosas muy importantes, es como si colocaran el honor en juego. — De acuerdo, pero dejo en claro que el trato podrá ser conversable según cambie la situación. Espero no seas muy cerrada.
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si si claro, no soy una mujer cerrada - diría moviendo los hombros - aparte siempre los planes pueden cambiar ante la marcha... ahora, respecto a esto... soy alguien que se podría decir, fuerte... te puedo proteger si así es necesario, pero no me vendría mal alguna ayuda con eso. Si conoces personal, no estaría mal presentarlos... yo igual contactare a algunas personas que creo podrían ayudarme en esto... - las palabras de Muki eran simples, no buscaba esconder nada, aunque se daba cuenta de que ese comerciante no era de lo más sincero a veces, no le tomo mucha importancia... el trato estaba hecho, ahora solo faltaba empezar a ponerlo en practica. Para lo mismo, Muki se dispuso a estudiar los papeles en conjunto con Samuru, entregándole toda la información que había reunido hasta el momento, bueno, aquella pila de papeles que había entregado...

También tenia algo de información clasificada de otros Sensho de otros paises, esa información se la reservo por el momento, pero para este entonces, solo restaba contactar a las personas que creía podrían serle de ayuda en estos momentos... y bueno, no podía dejar fuera a la mejor medico del mundo ni tampoco al mono de ojos blancos... debía hablar con ellos y quizás con alguno que otro más... sin embargo, no podía moverse de este lugar por ahora, estaba con dos niños de apenas 4 meses de vida, trasladarlos de país en país era algo complicado... debía meditar sobre sus operaciones...

Muki, he estado pensando últimamente - diría la araña, mientras terminaba de beberse la segunda taza de Mocha Frapuccino de la mesa - tus hijos... ¿Por qué no los crías en el bosque de las arañas? - diría la arañita, pensando que era lo más normal del mundo pensar así... y si, no era una mala idea... si no fuese por lo tétrico y horrible del lugar... pero era perfecto para sus operaciones... No había pasado ni diez minutos de que cerraron trato entre Samuru el Comerciante y Muki la Asesina cuando por la pantalla se vio a los niños llorar, y desde la pantalla, una clon de la misma Chikamatsu los tomaba y cuidaba, fue este el detonante de la arañita para decir lo que dijo... - no, no es mala idea... - voltearía entonces a ver al comerciante nuevamente - y... ¿Cuál es tu nombre?
[Imagen: oK1I80D.png]
- Master of puppets, I'm pulling your strings -
The Devil
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Hmm, el nuevo tema que trata Muki es interesante, al igual que complejo. Si bien tiene varios compañeros con los que tiene una alianza para trabajar de cara a un mismo objetivo, a la mayoría les ha dicho solo mentiras. Bueno, una que otra verdad, pero no ha sido muy sincero con ellos. Solo dos son la excepción a esa regla y, casualmente, son en los que más confía. — Tengo unos contactos interesantes que pueden ayudarme cuando necesito protección. No sé si quieran mostrarse públicamente ante ti, pero pueden aparecer a la hora de la verdad. — Aunque le parece extraño, pues pensó que solo es contratado para lo que es búsqueda y análisis de información. Muki habla como si debieran prepararse para ir a la guerra. La verdad es que Samuru no está tan convencido de, si llegado el momento, entrará en conflicto directo con la Yakuza.

Pero todo puede cambiar, nada se mantiene en el día a día. En caso de beneficiarse, Samuru es capaz de ir al mismísimo infierno.

Quién sabe por cuánto tiempo estuvieron leyendo y leyendo papeles. La garganta del lector se mantuvo sana gracias a las varias tazas de café que consumió, cuya cafeína también le permitió mantenerse despierto y atento. Aquello no solo iba a entregarle la información a Muki, sino también de quedársela para él dentro de su mente. No únicamente podía sacarle provecho en colaboración con la marionetista, sino que también de manera individual o con su propio grupo. El pago de cada uno no es solo lo que entrega en el trato que hicieron, sino que también en el uso propio que le puedan dar a lo que logren como equipo.

Mantuvo silencio ante la charla de la araña y la imagen que apareció en la peculiar pantalla que tenía al fémina. Llamó su atención el hecho de que apuntara a objetivos tan peligrosos cuando tiene hijos tan pequeños. Pero como ya se dijo antes, Samuru cree en la libertad de decisión de cada uno. Por eso odia el sistema actual, el mundo en que solo unos pocos tomen decisiones para beneficiarse a ellos a costa del sacrificio de los demás, de los débiles.

¿Mi nombre? Ah, es cierto. — Estuvo tan concentrado en la charla y la lectura, que olvidó algo sustancial. Según sus antiguos estudios ninja, estos se caracterizan por no entregar demasiada información o falsificarla, pero el de sombrero con su hombre no podía hacer algo como eso. Hasta tiene afiches publicitarios de su negocio que lo tienen, se le podría considerar una figura pública en el mundo del comercio, aunque aún en crecimiento.

Una leve sonrisa iluminó su rostro mientras terminaba la séptima taza de café. — Samuru.

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