Ahóguese el que su calor calma dentro de un canal de agua, limpio pero un poco sucio si de colores se trata; pasto verde proveniente de tierra pero arrastrado a hijo de mar, hoja marchita que vida no tiene pero el viento anima a recordarle, piedras que solían ser pisadas ahora lanzadas dentro por un tercero. Hijo de mar que anima a recordarle al tercero que dentro de él se encontraba; aire, aire que tomó al salir, aire que guardó al volver a entrar. Al menos el sombrero blanco del de sombrero blanco se encontraba apoyado sobre el suelo, mojado sólo un poco por el salpicar constante del agua de aquella cabeza en busca interminable de un poco de frescor.
Agitado, quitó su cabeza del agua por vez definitiva, jadeó un poco, un poco que se podía considerar bastante para algunos, pero sólo si esos algunos se trataba de personas con problemas graves de respiración, problemas que el afortunadamente no tenía, pero temía tenerlos. Envidiaba a aquellos que no se preocupaban por ningún problema de salud llegar a tener, y es que él una genética mala no tiene, pero a veces le genera un poco de pánico el aguantar la respiración un segundo menos que el promedio.
El promedio, el promedio que iniciaba viaje por estos lares también seguramente paraba un poco a beber agua, no del arroyo, pero sí se paraba seguramente a purificarla sobre una pequeña fogata. Una pequeña fogata, la cual podría pararse seguramente a hacer para tomar agua clara que no había llevado en su equipaje, por pensar que el viaje tan viaje no sería, en términos de tiempo, camino y dificultad tratándose.
-Al menos tengo tiempo, menos mal que viajo con tres días de antelación...-
Los zapatos no eran los adecuados para el traslado, el camino no era el adecuado para ser calificado de atajo, el equipaje no era el adecuado para acompañar el tiempo que duraría aquella travesía. Pero qué importaba, a él no le interesaba tanto la cantidad, sino el concepto, el hecho de estar viajando, quizás no con recursos de sobra, quizás sólo con lo justo, pero el viaje era viaje y eso era lo que importaba.
Ahora mientras acomodaba sus zapatos, observó al otro lado del arroyo unos árboles con sombra que muy acertadamente proporcionaban una sombra única y perfecta para cualquier viajero. Calor sentía, no por el clima ni por la dificultad de la complicada vía por la que transitaba, sino por sus zapatos, atuendo y sombrero que quizás mucha tela para tan largo viaje aportaban. Aun así, decidió tomar su sombrero, cruzar al otro lado del arroyo sin sus zapatos mojar, y su maletín acostar abajo de un tronco para sus cosas dentro mirar.
-Ah, ¿Tenía una petaca? ¡¿En qué momen...!?-
En vez de pensar, inmediatamente procedió a tomar. Primero un trago, luego dos, luego tres, y sin muchos segundos pasar, la petaca mucho no se tardó en agotar. Al menos felicidad momentánea pudo obtener por la sed hacer desaparecer, aunque mucho no iba a tardar en volver, momentáneamente de momento a momento se iba a presentar una vez más. Pero qué importaba, si la acción de tomar tomó, el quitar la sed quitó, el ser feliz, fue.
-Definitivamente tengo que encontrar otros trajes blancos pero más prácticos para esta clase de viajes...El dinero lo tengo, pero ¿Dónde iré a encontrar tan buen estilista?-
Preocupado por lo que tanto no hay que preocuparse, pero conversación generaba para no mantenerse aburrido consigo mismo. Y es que él mismo aburrido puede ser, divertido quizás nunca llegue a ser, o tal vez no puede saber la verdad de eso porque él de afuera a sí mismo no se puede ver.
A pesar de todo, ahora se encontraba relajado, parado al lado del árbol, apoyando su brazo en este, con su maletín abierto en el suelo, repleto de documentos, lentes para mejor lectura con diferentes vidrios de distintas graduaciones, la petaca ya vacía y un pequeño cuaderno medio abierto con un lápiz al costado. Cómo no también, un cuchillo, pero no para defenderse, no, eso sería ridículo. Un buen cuchillo para sacarle punta al lápiz cuando sea necesario, y un arranque de hoja para borrar cuando se precise también.
Un poco de aire tomaría, y quizás luego, si en la situación nada se entrometía, él su camino con normalidad seguiría.