Adicional a que el sol abrasaba e iluminaba su cuerpo bajo sus rayos dorados, unos detalles bastante alarmantes se podían ver en la mujer, unas notorias manchas moradas en ciertas partes de su cuerpo, ciertamente, demasiadas, si, vuestra lógica es correcta, eran magullones, heridas que a simple vista debían de dolerle todavía.
Su edad rondaba entre los 20-22 años, era muy joven para mostrar indicios de violencia doméstica tan temprano, pero en los adentros de un hogar no se sabe que puede pasar allí, aunque su expresión feliz y amable estaba dejando en duda este rumor, cuando ves a una víctima de este tipo feliz?. Después de hacer sus labores en el jardín, entraría a la cabaña.
Al momento de entrar, vería a un sujeto de su misma edad en la cocina, preparando el desayuno, su expresión no cambio en nada y se acercó para ponerse de su lado. -Te levantaste temprano?, yo podía hacer el desayuno no era necesario que tú te molestaras-. Dijo mientras intentaba tomar el cuchillo con que estaba cortando una zanahoria, el sujeto con su otra mano libre sostendría la de la chica que se aproximaba y la alejaría un poco. -No me importa, ya hiciste suficiente por mí, deja que te lo agredezca, siéntate afuera y si quieres te preparo una taza de café-. Estas palabras le dieron un gusto enorme a la pelingra, en verdad el había cambiado, antes se le conocía como un borracho que se la pasaba de bar en bar y que acostumbraba pegarle cada noche sin falta mientras estaba en este estado.
Pero ya no, un día sin explicación alguna, sin siquiera saber el porqué, dejo la bebida y sus vicios, centrándose en su hogar y en su matrimonio como los principales pilares de su vida, ella, a pesar de que no sabía el porqué de todo esto no le importaba, rezaba todas las noches porque un día se terminara su tortura y al parecer se le cumplió, ya no tenía miedo de que él llegara por la noche o por el día, simplemente ya tenía lo que quería y lo que por primera vez logro tener, un esposo ejemplar.
-No quieres que te ayude?, solo un poco?-. Pregunto insistiendo en ayudarlo. -Eres mi responsabilidad ahora, te hice muchas cosas malas de las que me arrepiento, tus dolores y marcas me recuerdan cada día mis antiguos males más profundos, tú solo descansa que yo me encargo de todo y si quieres puedes ir a un masajista que te lo puedo pagar o también puedes ir a las aguas termales, dicen que calman cualquier tipo de dolor-. Dijo mientras miraba uno de los magullones que tenía, ella simplemente asintió y después de recibir el dinero, salió de la casa un momento para poder irse a las aguas termales a tomarse un baño.
Después de una hora de estar haciendo el desayuno, el chico se lo dejaría preparado en la mesa con unos toques elegantes, lo cual era, muy impropio de el, su esposa todavía no llegaba así que podría sentarse un rato afuera, aprovechando que había desayunado ya.
En un momento a otro, después de relajarse en esa silla estuvo pensando un rato. "Es alguien amable, cariñosa y hermosa...como es posible que este sujeto la tratase de esta manera, que es esto? Que sentía a su lado?, afectividad?, si era eso, muy común en relaciones". Pensó para si mismo estás palabras, algo no estaba cuadrando en su personalidad de este sujeto y menos en su cambio tan repentino, era bebedor, maltratador y de paso un esposo abusivo, para que de la noche a la mañana todo eso desapareciera en el?, eso no podía ser.
"No puedo creer que sentí pena cuando lo vi en la base de ese risco desangrándose, esos bandidos que lo lanzaron eran solo eso, bandidos, aunque ahora me alegra saber que de allí no salió vivo, aunque si fue útil tocarlo antes de que este muriera, me dió buenas indicaciones de cómo convivir con alguien, además de un cuerpo extra". Pensó, eso lo explicaba todo, su cambio repentino, la desaparición de sus vicios, errores e imperfecciones, detrás de todo solamente existía la respuesta de que lo que convivía con aquella mujer ya no era su marido, era algo más suplantando su identidad. "Aunque saben que ha sido lo bueno de todo esto en cierta medida, que esa chica ya no ha de sufrir más, los maltratos de un hombre que tenía su cabeza más en sus errores que en la preciosa vida que le tocó". Pensó por última vez para reclinarse un poco en la silla y ver que podía suceder, una cosa tranquila o al menos una de interés.