En medio de la cordillera de Iwagakure, Raiken Arashi avanzaba con paso decidido a través de los escarpados senderos, cada huella marcada por la lluvia persistente que amenazaba con convertirse en una tormenta. El sonido de la lluvia golpeando las rocas y el suelo creaba una sinfonía acompasada con sus pensamientos inquietos.
Por fin los últimos días de constante persecución jugando al gato y al ratón con distintos hombres rendían frutos, el Aarashi se encontraba a aproximadamente 10 km de Iwagakure, la aldea oculta entre las rocas, Raiken sabía que su destino estaba cerca, pero la persecución implacable le recordaba que no podía bajar la guardia. La marca de Kumogakure sobre él en el Libro Bingo lo convertía en presa, y cada movimiento debía ser calculado para evitar caer en las manos de aquellos que buscaban su captura. El cuerpo sin vida de a quien antes hubiera llamado compañero, un compatriota de Kumo yacía a sus pies, fue capturado por la astucia del rubio Arashi y gracias al pergamino que cargaba con él, el muchacho estaba alerta pues sabía que otro grupo de perseguidores se encontraban cerca.
La cordillera ofrecía terreno desafiante, pero Raiken, había pasado semanas de estudio y exploración previa, conocía sus rincones y grietas como la palma de su mano. La lluvia, compañera de estruendo que ante el corazón agitado parecía silenciosa en su viaje, le daba una ventaja adicional al difuminar sus rastros y ahogar cualquier sonido que pudiera delatar su posición.
Con el sigilo de un lobo en la noche, Raiken colocaba trampas hábilmente en el camino, piezas de su ajedrez personal para disuadir a aquellos que lo perseguían. Cuerdas tensas entre árboles, piedras estratégicamente ubicadas, y sellos explosivos y de otros variados tipos se encontraban ocultos entre las sombras. Cada trampa era una barrera entre él y sus perseguidores, una oportunidad para ganar tiempo y espacio.
La adrenalina corría por sus venas cuando el sonido de pasos cercanos alertó sus sentidos agudos. Un perseguidor, inconsciente de las artimañas de Raiken, cayó en una de las trampas. Una explosión resonó en la cordillera, marcando el fin de la amenaza temporal. Raiken observó con frialdad mientras las llamas se extinguían, dejando tras de sí un recordatorio efímero de la batalla que libraba,La explosión si bien había acabado con un perseguidor era el detonant epara que Raiken huyera, el humo en medio de la mojada montaña delataría su posición y pronto más de ellos vendrían a su encuentro.
Sin pausa, continuó su avance hacia Iwagakure. En la entrada de la aldea, un contacto le esperaba. Un intermediario que le ofrecía la oportunidad de un nuevo comienzo a cambio de información vital de Kumogakure. La oferta de un salvo conducto y una nueva identidad resonaba como un eco de redención en sus oídos atormentados.
La lluvia persistía, pero Raiken, no permitiría que nada ni nadie lo detuviera. La cordillera era su aliada, las trampas su estrategia, y la promesa de un nuevo amanecer en Iwagakure, su motivación. El destino aguardaba en las sombras, y Raiken estaba dispuesto a desafiarlo.