Última modificación: 20-02-2024, 02:24 PM por Muki Chikamatsu.
Eran las 3 de la mañana, ella solo vestía con un calzón de encaje negro ajustado y el resto había caído a un lado de la cama, un incesante y gentil movimiento de pierna para arriba y abajo generaba un vaivén uniforme y estático, el cuerpo de ella recaía sobre su pierna boca abajo, subía y bajaba constantemente, el cansancio era claro, la mano recorría la espalda y daba leve golpecitos, la cara de cansancio y los ojos adormilados se veían en su rostro, la sonrisa no estaba presente en su cara, solo continuaba dando esas leves palmaditas en la espalda de la pequeña Morgana, empujando los gases lentamente, ayudándola a aliviarla de su malestar, hasta que al fin salió, un gran eructo con un poco de saliva blanca de su boca, una pequeña celebración de parte de su madre y la tomaría de vuelta en brazos, para al fin, acercarla a su cuna a un lado de la cama y a un lado de su hermano, evitando cualquier sonido que pudiese despertar a Loki de su sueño… la joven marionetista se preparó y arropo finalmente sobre su cama, cubriendo levemente su piel con las sábanas blancas y arrugadas de su cama, pero se detuvo un segundo… simplemente se asomó y lo vio a él… Loki estaba completamente destapado… con una destreza sin igual y con extremo cuidado, la joven Muki cubriría lentamente el cuerpo de aquel niño, lenta y cuidadosamente… esperando a que su sueño no sea interrumpido… logrando su cometido y, al fin, pudiendo recostarse ella finalmente mientras aquel bebé inquieto pataleaba levemente contra las sabanas, la joven marionetista poso su rostro sobre su almohada, al fin logrando cerrar esos ojos esta noche cruel, pero el llanto de aquel que fue nombrado como un dios resonó en la habitación, su hermana, aquella cuyo nombre representa los hechizos también empezó a llorar, ellos lloraban, y también Muki lloraba, todos lloraban en ese instante, pero ya no era importante… la joven marionetista no tardó mucho en reponerse y tomarlos a ambos en brazo para ofrecerles su pecho y cuidarlos nuevamente.
Eran las 5 de la mañana, se veía a Muki caminar por el departamento, moviendo un par de herramientas y dejando las piezas de su marioneta arrinconadas en un lado, todo eso mientras paseaba a Loki y palmeaba su espalda, todo eso mientras este jovencito se apoyaba sobre su pecho y posaba su cabeza sobre su hombro, sintiendo como sus jóvenes manitas abrazaban levemente su cuellito, apoyando su mejilla sobre su piel, teniendo su propia rutina para eructar, muy distinta de la de su hermana gemela… la marionetista mantenía el ritmo y un paso con un leve salto era lo que ayudaba al pequeño a finalmente lanzar el gas fuera, todo esto para caer rendido y dormirse fácilmente. Lentamente, la joven morena volvía a su cama, esta vez apoyaría a Loki a un lado de ella, dentro del mismo colchón de dos plazas, a un lado de su hermana, quien hace rato ya había invadido su cama, solo debía quitar las almohadas que servían de contención de la bebé, para así, poder darse un poco de espacio a ella y poder cuidar de los niños mientras intentaba conciliar el sueño…
Eran las 8 de la mañana, la alarma sonaba, los niños lloraban, Kumoko se despertaba y bostezaba, Muki estaba destapada, su pecho desnudo estaba siendo buscado por dos niños que no podían ni girarse hacia ella, pero ella, ella lloraba, sus manos se posaban en sus ojos, sus sollozos eran notorios, no podía contenerse más allá, estaba en un estado totalmente deplorable… sobre la mesa de noche, unos papeles yacían amontonados uno encima del otro, eran papeles de adopción.
Tras una nueva rutina de cuidado de los niños, la joven marionetista se puso una simple remera de pabilo blanca y se rasco la abundante cabellera, no tenía sus coletas características ni el maquillaje sobre su rostro, se aproximó ante la puerta que golpeaban incesantemente y la abrió sin mirar más allá, eran las 9 de la mañana y llegaba aquel Oni amigo suyo junto a su hermana, saludando con emoción en busca de ayudar en los quehaceres del hogar. Juntos tomaron algo de desayuno y comieron pan con huevo y una jarra de café, hablaron sobre los últimos acontecimientos y no pudo evitar caer en las lágrimas nuevamente… sus invitados estaban ahí para apoyarla, más no para cuidar de los niños… tras el desayuno acabado, la joven de dedos agiles ya había terminado de preparar a sus bebés, cambiado de pañales y preparado más fórmula para colocarla bajo su pecho, había preparado el bolso para salir de paseo y había preparado un coche doble que confecciono para ellos, un coche que en vez de ruedas tenia patas, muy útil, podía bajar escaleras o atravesar cualquier clase de terreno con el… ya estaba lista para salir, y aquellos papeles que en su cómoda estaban, ahora estaban en sus manos, la rabia se veía en su rostro y parecían discutir, Muki rompió los papeles y los dejo caer frente a él… el rostro de la joven marionetista estaba claro, no iba a aceptar dichos tratos, se aproximó a la puerta junto a los bebés y con destreza de sus dedos, poso un faldón largo negro sobre su cadera y coloco un par de tacones mientras caminaba hacia la puerta, casi sin esfuerzo y sin parar de mirar hacia el frente, levanto el dedo del medio y se despidió.
En su rostro se veía paz, se veía alegría, una sonrisa sin igual, paseaba por las calles de Iwagakure bajo, yendo en camino a iwa alto, en busca de aquel parque que tanto le gustaba, quería tomar el sol mañanero con los niños y cuidarlos en aquel lugar… alejarlos de esa cama maldita donde vivió tan mala noche… tan horrible noche… pues sus sueños del pasado le atormentaron a más no poder… no pudo evitar soñar con ella, con su cabellera roja y su piel de nieve, no pudo evitar añorar sus labios ni recordar el sabor que le dejaban en la boca… durante toda la noche, toda la noche que vio a través de la ventana esa luna que se asomaba entre los edificios… durante todo ese tiempo Muki solo pensó en ella, recordando el primer día en que la vio… y el ultimo día que la tuvo en sus brazos… solo podía sentir pena al recordarla, pero a la vez, durante toda la noche, solo pudo sonreír cada vez que esos lindos niños le sonreían y agradecían con sus gestos de ternura sus cuidados… si, ellos eran sus hijos, Morgana y Loki, Loki y Morgana, Muki era su madre, no iba a permitir que nadie se los arrebate y nadie iba a juzgarla, tal vez estaba sola, tal vez su sangre no corría por sus venas, es cierto, ella ni siquiera era capaz de producir su propia leche, PERO QUE IMPORTA, ella era capaz de todo, no hay nada en este mundo que no sea capaz de resolver, no hay nada que le impida seguir adelante, y aunque Akami ya no esté a su lado, ella seguiría de frente mirando hacia el futuro, construyendo un mundo mejor para sus hijos, PARA SUS HIJOS QUE TANTO AMA, porque Muki es todo, menos una desalmada.
Eran las 5 de la mañana, se veía a Muki caminar por el departamento, moviendo un par de herramientas y dejando las piezas de su marioneta arrinconadas en un lado, todo eso mientras paseaba a Loki y palmeaba su espalda, todo eso mientras este jovencito se apoyaba sobre su pecho y posaba su cabeza sobre su hombro, sintiendo como sus jóvenes manitas abrazaban levemente su cuellito, apoyando su mejilla sobre su piel, teniendo su propia rutina para eructar, muy distinta de la de su hermana gemela… la marionetista mantenía el ritmo y un paso con un leve salto era lo que ayudaba al pequeño a finalmente lanzar el gas fuera, todo esto para caer rendido y dormirse fácilmente. Lentamente, la joven morena volvía a su cama, esta vez apoyaría a Loki a un lado de ella, dentro del mismo colchón de dos plazas, a un lado de su hermana, quien hace rato ya había invadido su cama, solo debía quitar las almohadas que servían de contención de la bebé, para así, poder darse un poco de espacio a ella y poder cuidar de los niños mientras intentaba conciliar el sueño…
Eran las 8 de la mañana, la alarma sonaba, los niños lloraban, Kumoko se despertaba y bostezaba, Muki estaba destapada, su pecho desnudo estaba siendo buscado por dos niños que no podían ni girarse hacia ella, pero ella, ella lloraba, sus manos se posaban en sus ojos, sus sollozos eran notorios, no podía contenerse más allá, estaba en un estado totalmente deplorable… sobre la mesa de noche, unos papeles yacían amontonados uno encima del otro, eran papeles de adopción.
Tras una nueva rutina de cuidado de los niños, la joven marionetista se puso una simple remera de pabilo blanca y se rasco la abundante cabellera, no tenía sus coletas características ni el maquillaje sobre su rostro, se aproximó ante la puerta que golpeaban incesantemente y la abrió sin mirar más allá, eran las 9 de la mañana y llegaba aquel Oni amigo suyo junto a su hermana, saludando con emoción en busca de ayudar en los quehaceres del hogar. Juntos tomaron algo de desayuno y comieron pan con huevo y una jarra de café, hablaron sobre los últimos acontecimientos y no pudo evitar caer en las lágrimas nuevamente… sus invitados estaban ahí para apoyarla, más no para cuidar de los niños… tras el desayuno acabado, la joven de dedos agiles ya había terminado de preparar a sus bebés, cambiado de pañales y preparado más fórmula para colocarla bajo su pecho, había preparado el bolso para salir de paseo y había preparado un coche doble que confecciono para ellos, un coche que en vez de ruedas tenia patas, muy útil, podía bajar escaleras o atravesar cualquier clase de terreno con el… ya estaba lista para salir, y aquellos papeles que en su cómoda estaban, ahora estaban en sus manos, la rabia se veía en su rostro y parecían discutir, Muki rompió los papeles y los dejo caer frente a él… el rostro de la joven marionetista estaba claro, no iba a aceptar dichos tratos, se aproximó a la puerta junto a los bebés y con destreza de sus dedos, poso un faldón largo negro sobre su cadera y coloco un par de tacones mientras caminaba hacia la puerta, casi sin esfuerzo y sin parar de mirar hacia el frente, levanto el dedo del medio y se despidió.
En su rostro se veía paz, se veía alegría, una sonrisa sin igual, paseaba por las calles de Iwagakure bajo, yendo en camino a iwa alto, en busca de aquel parque que tanto le gustaba, quería tomar el sol mañanero con los niños y cuidarlos en aquel lugar… alejarlos de esa cama maldita donde vivió tan mala noche… tan horrible noche… pues sus sueños del pasado le atormentaron a más no poder… no pudo evitar soñar con ella, con su cabellera roja y su piel de nieve, no pudo evitar añorar sus labios ni recordar el sabor que le dejaban en la boca… durante toda la noche, toda la noche que vio a través de la ventana esa luna que se asomaba entre los edificios… durante todo ese tiempo Muki solo pensó en ella, recordando el primer día en que la vio… y el ultimo día que la tuvo en sus brazos… solo podía sentir pena al recordarla, pero a la vez, durante toda la noche, solo pudo sonreír cada vez que esos lindos niños le sonreían y agradecían con sus gestos de ternura sus cuidados… si, ellos eran sus hijos, Morgana y Loki, Loki y Morgana, Muki era su madre, no iba a permitir que nadie se los arrebate y nadie iba a juzgarla, tal vez estaba sola, tal vez su sangre no corría por sus venas, es cierto, ella ni siquiera era capaz de producir su propia leche, PERO QUE IMPORTA, ella era capaz de todo, no hay nada en este mundo que no sea capaz de resolver, no hay nada que le impida seguir adelante, y aunque Akami ya no esté a su lado, ella seguiría de frente mirando hacia el futuro, construyendo un mundo mejor para sus hijos, PARA SUS HIJOS QUE TANTO AMA, porque Muki es todo, menos una desalmada.
- Master of puppets, I'm pulling your strings -