Última modificación: 08-02-2024, 12:48 AM por Narrador R.
2 de Enero del 16 DK.
País de los Osos, Hoshigakure, Cementerio
País de los Osos, Hoshigakure, Cementerio
Varios días después del ataque...
22:30 PM
22:30 PM
Esta pequeña historia tiene como comienzo, en una noche oscura, varios días después de que la "Estrella", una Aldea independiente, fuera cruelmente atacada por extraños malhechores y genocidas. Esas intenciones oscuras provocaron muertes inocentes, y aquellas valientes mujeres y hombres que lucharon para proteger su territorio, serán recordados hasta el fin de los días por los habitantes de Hoshigakure, serán recordados como titanes. Bajo el manto tan oscuro como la vía láctea, fuerte brisa y lluvia. Los habitantes de la Estrella, junto a Shinobi y Kunoichi, vestían de negro en esta fría noche. Se escuchaban sollozos, se escuchaban voces con tonos de odio y también se visualizaban varias gentes con sus puños apretados. Quien estaba al frente de todo, frente a todas esas urnas, era la Hoshikage. — Fue un ataque sorpresa. Los daños elevados nos está costando mucho dinero, se hace lo posible para buscarles un techo a esas familias que dejaron en la nada estableciendo campamentos con una estricta protección... Pero, los fondos, no son suficientes. — Era cierto, todo lo que ella decía a su escolta y consejo es totalmente cierto. Como la mayor autoridad de la Aldea, tenía que buscar una forma para poder sobresalir de eso. Ella sentía como las miradas con odio eran centradas hacia su persona. — Ya ha permanecido aquí parada durante varias horas. Permanecer tanto tiempo... No reparará sus corazones ni repondrá sus pérdidas. Usted, tiene asuntos que atender. — Aunque un viento negro dejara tanta desesperanza, las palabras de la consejera de la Hoshikage, iluminó sus ojos. Una idea. " Asuntos que atender" resonó en su hueca subconsciente una y otra vez, hasta que dio la señal para retirarse. Una gran cantidad de Shinobi y Kunoichi se quedaron. Los de más alto rango, junto a la Kage, marcharon rumbo a la Aldea.
La destrucción, tan vistosa como siempre, seguía casi en píe. Las construcciones pararon debido al tiempo, así que el día de mañana posiblemente las reanuden. Ya no existía la felicidad, eran momentos sombríos y tristes. La presencia de la lluvia y viento, intensificaban tal emoción como lo es la tristeza. Las calles vacías, cráteres y reconstrucciones, una zona de guerra a pequeña escala. — Anillos de seguridad establecidos. Dos a un kilómetro de las puertas de la Aldea y varios replegados, cualquier movimiento sospechoso será avistado. — Un anbu informó luego de su aparición y volvió a irse. La Hoshikage entró a su oficina y se que quedó mirando el teléfono. Nadie sabía que estaba a punton de hacer y su mirada gélida pedía, indirectamente, que la dejarán sola. Así sucedió. La escolta se fue, los Anbu y otros Ninjas. — Voy a tener que llamarlo... Tengo tantos problemas financieros que no puedo revelar o será mi fin. — Su dedo se acercó a los números, cuales fueron presionados con la delicadeza de una rosa, típica de una dama de su categoría. Ella se acomodaría, tomando el teléfono y poniéndolo a su oreja. Una media vuelta y varios pasos la acercaron a la ventana, mientras esperaba que ese ser desconocido para algunos, contestara su llamado y pusiera fin a sus problemas.
La destrucción, tan vistosa como siempre, seguía casi en píe. Las construcciones pararon debido al tiempo, así que el día de mañana posiblemente las reanuden. Ya no existía la felicidad, eran momentos sombríos y tristes. La presencia de la lluvia y viento, intensificaban tal emoción como lo es la tristeza. Las calles vacías, cráteres y reconstrucciones, una zona de guerra a pequeña escala. — Anillos de seguridad establecidos. Dos a un kilómetro de las puertas de la Aldea y varios replegados, cualquier movimiento sospechoso será avistado. — Un anbu informó luego de su aparición y volvió a irse. La Hoshikage entró a su oficina y se que quedó mirando el teléfono. Nadie sabía que estaba a punton de hacer y su mirada gélida pedía, indirectamente, que la dejarán sola. Así sucedió. La escolta se fue, los Anbu y otros Ninjas. — Voy a tener que llamarlo... Tengo tantos problemas financieros que no puedo revelar o será mi fin. — Su dedo se acercó a los números, cuales fueron presionados con la delicadeza de una rosa, típica de una dama de su categoría. Ella se acomodaría, tomando el teléfono y poniéndolo a su oreja. Una media vuelta y varios pasos la acercaron a la ventana, mientras esperaba que ese ser desconocido para algunos, contestara su llamado y pusiera fin a sus problemas.