[ D ] Rumbo a la costa Norte
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Última modificación: 24-01-2024, 03:58 PM por Musacus.
[Simple - D] Rumbo a la costa Norte
Aclaración
referencia del trayecto





 // Febrero 15 D.K // 06.00 hs 
En las afueras de Ciudad Moeru 
Invierno: Día Frío // Noche Nevado


Una suerte de acuerdo entre varias naciones Imperiales en favor del País de los Fideos, un pacto de no-agresión para salvaguardar aquella hermosa y fértil tierra, aquella Nación conocida por exportar Ramen y cientos de hortalizas al mundo debía ser protegida y aislada del conflicto, abastecer gran parte del mundo se merecía su debido respeto. Es un País donde circula mucha gente, gente con dinero y sin dinero ; gente común y criminales de alto nivel ; agricultores y shinobis ; Tierra de diversidad y juegos de azar... Aunque lo más pesado para los comerciantes y mercaderes es tener que transportar su mercadería con tanto riesgo de por medio, la tasa de criminalidad aumentaba cada día y es cuestión de una pequeña distracción para que desde la sombra ataquen. Es por ello mismo que los astutos comerciantes y sus representantes han logrado el apoyo Shinobi, ¡Así es! Todos salen ganando, la Caravana es custodiada y el Comerciante puede ir y volver sin problemas, finalizada la entrega los Shinobis son pagos con un porcentaje del valor neto de lo transportado.

Días atrás se hacia el clásico llamado para atender a un mercader a las afueras de Ciudad Moeru, (MISHA RAIDO) allí los estaría esperando un cargamento a cargo del Señor Misha y su acompañante. El viaje sería de 3 o 4 días según el temporal y si es que no tienen algún percance, una tarea de custodia en la cual deberán cruzar la frontera y luego recorrer aquellos largos caminos, habrá paradas para refugiarse de la nieve y descansar del frío. El anciano Misha dispone de un amplio carro cargado con materiales y posiblemente atesore parte de su economía en aquel carro a ruedas tirado por caballos.
Misha
La mañana expresa su cálido abrazo para los madrugadores, una temporada larga de invierno ya falta poco para llegar a su final pero aún conservando los abrigos y comida enlatada. Afuera de aquella pequeña ciudad al norte del País del Fuego se encuentra el anciano fumando su clásica pipa mientras su cadete ajusta algunos cabos y realiza los últimos retoques para la partida. Nadie alrededor, solo pájaros cantando, un equilibrado vació matutino acompañado de arboles grises esperando florecer.
Estos Shinobis... Siempre tarde Exclamo el anciano
Con la nieve y el frío espero que las malditas sanguijuelas se queden en sus nidos...
No perderé otro cargamento! Balbucea el viejo
Misha descansa sobre un pequeño banquito disfrutando de su pipa mañanera. Al compas de la situación una sutil brisa proveniente del Norte le recuerda al Viejo la espesura de la nieve que habrá camino arriba.
Oye niño recuerda abrigarte, en cuanto crucemos frontera tocará nieve...
Sii señor!! como usted diga!

Solo quedaba esperar a la guardia, hacer los acuerdos pertinentes  y emprender viaje. Unos minutos de espera y aparecería el primer Shinobi.

Oye Tu! Por aquí! Exclamo el Anciano alzando su mano en los aires
Cita:OFF: Turno de presentación y si gustan narrar como llegaron hasta aquí (primer estrella en el mapa); Utilizar code "personaje" y postear su inventario en el primer turno.

- Si están de acuerdo sería ideal que haya un " líder de guarida" ( solo por el rol) luego un segundo al mando: "Líder segundo" y el tercer puesto de " Vanguardia", con el único fin de darle nombre a los "cargos"  que ocupa cada uno, pueden rolear algún " cargo " que se les ocurra.

El tiempo para postear de 24 horas ya ha expirado.

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Última modificación: 24-01-2024, 10:47 PM por Kaito.
Kaito había recibido la notificación de una nueva misión mientras se encontraba en las cercanías. La noticia le llegó a través de un mensaje cifrado dejado en un punto de encuentro habitual para los shinobis. Tras descifrar el mensaje, Kaito, con poco dinero en el bolsillo y encontrando un buen pretexto para avanzar a un sitio nuevo, decidió dirigirse al lugar marcado y cumplir con la tarea: custodiar una caravana dirigida por el anciano Misha.

La información proporcionada indicaba que la tarea era vital para proteger un cargamento crucial para el país y que los comerciantes habían solicitado la ayuda de shinobis experimentados para asegurar un viaje seguro a través de las peligrosas rutas invernales. Kaito, siempre dispuesto a asumir responsabilidades en pro del bienestar de su aldea y sus habitantes, aceptó la misión sin dudarlo.

El frío viento soplaba a través de las afueras de Ciudad Moeru mientras Kaito se acercaba al lugar acordado para encontrarse con la caravana. Sus ojos, rojos como las llamas de la voluntad que lo impulsaban, escudriñaban el entorno con aguda atención, evaluando cada rincón en busca de posibles amenazas. La nieve crujía bajo sus pasos, y la brisa llevaba consigo el distintivo aroma invernal, creando una atmósfera gélida y tensa.

Al llegar al sitio, encontró al anciano Misha y a su joven acompañante, quienes estaban ocupados realizando los últimos preparativos para la partida. Kaito, con su característica calma y presencia imponente, se acercó al anciano y alzó la mano en un gesto de saludo.

— Buen día, señor Misha. Mi nombre es Kaito. — Se presentó con voz firme y respetuosa. — Estoy aquí para encargarme de la seguridad en este viaje. Puede contar conmigo para asegurar que el cargamento llegue sin contratiempos.

Su mirada brillante parpadeo brevemente mientras movió ligeramente su característico cinturón de pergaminos, indicando su disposición a usar sus habilidades shinobi para proteger la caravana. Kaito era consciente de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros y estaba preparado para enfrentar cualquier desafío que pudiera surgir en el camino hacia Ciudad Moeru.

— Antes de partir, me gustaría conocer más detalles sobre el cargamento que debemos proteger. Cuanta más información tenga, mejor podré planificar y garantizar la seguridad del viaje. — Agregó Kaito, esperando obtener más
 información crucial antes de que se unieran más shinobis a la misión.

Estadísticas de Kaito Chikamatsu

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6:30 hs Afueras de la Ciudad

El primero y aparentemente el único en llegar a tiempo, un Chuunin del clan Chikamatsu. En cuanto lo vio El viejo se puso de pie y extendió un saludo formal.

Gracias a Kamisama que llegaste!
Pensé que viajaríamos solos...
Gusto en conocerte Kaito,
supongo que estarás al tanto de los riesgos...
En este carreta que aquí vez llevo tubos de ensayos y algunos ingredientes químicos
Si queremos llegar a salvo debemos procurar no golpear la Carreta...
Ven acércate un momento.


Una breve conversación, luego el anciano Misha avanzo unos metros hasta donde estaba el ayudante.

El es Shukaku y es mi aprendiz, se encargara de arrear los caballos.

El Joven dio un saludo inclinando el Dorso y luego se fue a alimentar los dos potros que estaban atados a un árbol a un costado de la carretera. Mientras tanto Misha observaba con detenimiento al Chikamatsu y fumaba de su pipa.

Disculpa Kaito, pero debo ser precavido,
¿Me mostrarías el papel del encargo?
Entiéndeme, hoy en día anda mucho criminal suelto...


7:00 HS Camino en dirección norte, Hacia la frontera con el País de los Fideos.
 Unos minutos de presentación entre los dueños de la carreta y el Shinobi para luego empezar a caminar. La carreta dispone de 2 asientos en su interior y un asiento en el exterior (donde ira el conductor, ósea Shukaku), luego un gran maletero completamente cargado y un maletero provisional en la parte exterior del vehículo justo en el techo. El recorrido sería a velocidad moderada, los caballos adelante y el viejo caminando en algunas ocasiones. Lo habitual sería caminar un poco y luego viajar dentro del coche, de esta forma los corceles resistirán un poco mejor la nieve.



Cita:OFF: Tirare un dado en off de disc. para determinar los riesgos del próximo turno: 
1 a 5 = 3 criminales asaltan el carro durante la noche.
6 a 10 = Un vagabundo en el camino
11 a 15 =  Otra carreta en el camino
16 a 20 = Un viaje de chill hasta la frontera

El tiempo para postear de 48 horas ya ha expirado.

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Un paso apresurado, mucho más del que usualmente vería necesario de realizar, siendo que iba muy por detrás de la hora pactada con el grupo para la protección de un cargamento. Incaracterístico de su persona, las atareadas semanas que le habían precedido en las recientes ocasiones habían conseguido desordenar de sobremanera cualquier guía horaria interna que el peliblanco pudiera tener. Él mismo era el primero en sorprenderse ante el hecho, pues siempre se había mostrado orgulloso de mantener un estándar de profesionalismo que se acarreaba a sí mismo hasta el mayor extremo posible justo antes de tornarse nocivo para su persona. 

No se trataba tan solo de haber conseguido pegar ojo por pocas horas, por debajo de lo que sabía que debía descansar, sino también desplazar sus actividades cotidianas de forma que cualquier intento de orden aplicado en su vida parecería un cronograma milimétricamente planeado a un punto enfermizo. Era agobiante, detestaba tener que vivir a través de una vida tan controlada, pero tan solo hasta hace poco había conseguido deshacerse de la mencionada vida ajetreada producto de un nuevo estilo de vida de múltiples fuentes. Pero al final del día, no tenía a nadie más para culpar que sí mismo; sus palabras no eran para menos, y lo único a lo que podía atribuir culpas mas allá de un concepto tan laxo como "A sí mismo", era su incapacidad para mantener un orden mínimo sin dejar que las metafóricas réplicas golpearan el resto de su vida.

Su sueño la noche anterior había sido magnífico, mucho mas largo de lo que él mismo pensó sería capaz en un tiempo, pero era cierto que soltar cualquier carga de estrés montada en hombros propios se sentía como ocupar el paraíso por un instante, sintiendo como cada preocupación se desvanecía al viento y el cuerpo simplemente se rendía ante la fatiga acumulada sin pedir permiso a nadie, ni siquiera al cerebro que ordenaba al cuerpo 24/7. Por esto mismo es que ahora avanzaba 

Acercándose al punto, a la distancia no le fue difícil diferenciar unos cuantos rostros en su mayoría desconocidos, aunque uno de ellos confirmando ser un breve rostro del pasado con quien había colaborado para la limpieza de una iglesia maltratada por la inclemencia del tiempo: Kaito, con quien en esa anterior ocasión había llegado a intercambiar interesantes puntos de opinión capaces de dar alimento al pensamiento, sería uno de sus compañeros presentes. Y aunque buscó por un tercer rostro en la escena sin detener su carrera en dirección del mercader, su acompañante y el Shinobi, el tercer acompañante Shinobi que mencionó su presencia en el grupo parecía estar ausente; en la mejor de las suertes, tan solo sería un caso idéntico a Yukine con una descoordinación de los tiempos a llegar.

-¡Perdonen la demora!- Arribó, con el tempo de cada respiración completamente fuera de lugar, una muestra externa de la fatiga que ignoró a fuerza de voluntad hasta que finalmente pudo llegar al sitio, permitiendo a los músculos de sus piernas finalmente tomarse un descanso y gritar de dolor por toda la sensación acumulada en el camino. Se tomó unos segundos para dejarse caer con el trasero mirando al suelo, regulando su respiración hasta que cualquier intento por hablar no estuviese bordando lo imposible. 

-Disculpen por tardar en llegar... No es lo usual, mala noche, se me ha pasado el tiempo por muchísimo.- Tomó una última, profundísima calada de aire y se levantó como pudo, sintiendo cómo unos segundos de descanso y la desbordante energía del albo hacían maravillas a una recuperación apresurada; eran Shinobis, asi que la recuperación al ejercicio aeróbico no era algo en demasía difícil, más con las técnicas de respiración adecuadas a disposición. 

-Ahora que ya tengo un poco mas de aire en los pulmones. ¡Buenas, Kaito!- Saludó al primero, refiriéndose a su compañero de misión e inmediatamente después pasando al cliente y su acompañante. -Por extensión, uno de ustedes dos debe ser el señor Misha, ¿correcto? Encantado, soy Yukine.- Pausó por un momento, haciendo una corta reverencia para remarcar sus anteriores disculpas. -Nuevamente me disculpo por el retraso. No tienen que preocuparse por esperar, estoy seguro que estaré a mi mejor capacidad tan pronto avancemos sin prisas, que puedo imaginar no tiene ninguna al denominar el paquete a escoltar como frágil, ¿correcto?

Era cierto que carecía de mayor información, confiaba en que el resto de sus compañeros harían las preguntas necesarias para armar el resto del misterio sin necesidad de preguntar en demasía; no quería mostrarse opresivo hacia el cliente, por lo que lo mejor era no hablar demasiado y rotar los turnos para articular palabras. -¡Bueno! Yo estoy listo para empezar a avanzar tan pronto lo estén ustedes, así que a su señal. Si quieren asignar posiciones para reforzar la seguridad de la escolta, estoy bien en cualquier posición que me asignen, aunque favorezco el combate cercano si llegara la ocasión.- Comentó mientras esbozaba una sonrisa, iniciando tan pronto dieran la señal y avanzando con el grupo como se le asignara; tal y como había expresado, acataría cualquier posición a la que se asignara incluso si era más tediosa, era la menor compensación que podía ofrecer a cambio de su error.
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Le fue poniendo el alma en servicio drenando cada punto de energía de su espíritu que sobraba. No había lugar para más tardanza, menos para dar lugar a la templanza del pensar. Aunque maravilla esta siempre resulta ser, a veces no alcanza el tiempo para darle a conocer, todas y cada unas de las circunstancias, todas y cada una de las importancias, cuando la verdad es que las distancias entre la hora de llegada y de partida estaban más cerca que nunca de abrazarse...O más bien, de pasarse.
El camino obviamente más largo se hacía mientras que sus pasos no daban abasto suficiente para llegar a horario. Ya era tarde, sabido estaba, pero no pensaba pasar vergüenza y ausentarse. Después de todo, incluso cuando la situación no es la mejor, un hombre de negocios ha de respetar lo más que pueda a sus tareas, mucho más cuando se trataba de este mundo lleno de problemas de categorías bélicas; si bien la economía podía ser un problema para varios, aun más lo resultaba ser si se mezclaba con prácticas poco éticas para algunos.

-¡¿Por qué no haber partido antes?! Me parece extraño de mí, si yo ya sabía el horario, ¿Por qué me habré obsesionado tanto con obsesiones pasadas? Bueno, obsesiones son obsesiones, me va a costar dejarlas ir, por más que ya haya pasado un largo largo tiempo.-

La figura flaca, carente de atención, abandonada en el llano horizonte, a punto de ya ser dejada de ver; la adicción al negocio, apuestas y transacciones innecesarias...Alguna vez fue de figura gorda, gloriosa, vestida de dorado y verde esmeralda, pero poco a poco se tenía que ir convirtiendo en un hombre de miseria, adornado con rubís de madera sapelli, y con una dieta en base a abandono de alimentos ociosos, apuntando ahora a alimentos extravagantes, nunca antes analizados y apreciados como debía ser. Eso era su adicción, que a pesar de dejarla cada vez más atrás, esta seguía estando presente de vez en cuando, llamando a gritos con lo poco de sus fuerzas cada vez que una situación referente a su representación se presentaba; una apuesta de una lucha cuerpo a cuerpo entre un granjero sombrero de paja y cuerpo bañado en tierra, contra un carente de estómago adornado en telas ociosas. Se había presentado en camino a la dirección de su misión, y no pudo evitar lo tan extravagante y divertido que aquello se veía. Apostó como ningún otro, y adivinó por el gran trabajador de tierras. Obvio era, sin embargo en las apuestas todo lo vale, desde apostar a por el más fuerte a por el más débil esperando una historia de retorno como ninguna otra.
Aun así, qué importaba la razón de la demora. Lo que importaba es que tardaba, y el tardar no era buena costumbre. Lo que más importaba también era no volver la costumbre una tradición. Más importante aún, romper la tradición cuando sea necesaria. Pero aún mucho más importante que todo, dejar de pensar cuando no hay tiempo, y ponerse a correr con la fuerza de todo el cuerpo.

-¡No era...mi intención! Sólo un contratiempo, mas llegando a lo más tiempo que pude...Lamento la tardanza, ¡Pero sepa que el respeto al contrato le tengo templanza! Aunque a veces no lo parezca-

Entre jadeo y jadeo, parece mentira el cansancio como si tan sólo buscara camuflar su destiempo con atraso inesperado. La verdad sin embargo seguía siendo culpas del pasado que no podía dejar ir, adicciones de tiempos anteriores, cosas que pasaban y siguen pasando; cosas que pasan y no dejarán de pasar.
Aun así, qué más pensar, de qué más ahogar penas si al menos allí ya estaba. Fuera de tiempo pero al menos estaba en forma. Saludó a sus compañeros, le estrechó la mano al anciano y al niño, les pidió disculpas por la tardanza. Iba a hacer lo posible por abandonar esa mala costumbre y convertir en tradición aquello que de corazón sí respeta.

Estadísticas de Solf J. Kimblee


Inventario: Portakunais E- Portautensilios D
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— El gusto es mío, señor Misha. No te preocupes, estoy al tanto de la importancia de este encargo — Kaito respondió con un tono respetuoso mientras estrechaba la mano del anciano.

Observó la carreta y asintió con curiosidad y mirando de reojo ante las indicaciones sobre los ingredientes químicos y la necesidad de evitar golpearla. Era consciente de la delicadeza del contenido y lo crucial que resultaba mantener la integridad de los tubos de ensayo.

Mientras el joven aprendiz Shukaku atendía a los potros, Kaito extrajo de su bolsillo un pergamino que contenía la documentación del encargo. Se lo entregó al anciano Misha, mostrando colaboración y entendimiento de la necesidad de precauciones en tiempos turbulentos.

— Aquí tienes, Misha. Estoy de acuerdo, la prudencia es esencial en estos días.

Mientras entregaba su documentación al anciano, una figura familiar se acercó por el costado justo cundo Kaito comenzaba a cuestionarse si estaría solo.

— Que tal!, no hace falta preocuparse por la tardanza, aún no partimos Yukine. Todos tuvimos noches difíciles. Me alegra verte de nuevo — Kaito respondió con una sonrisa amistosa al reconocer al joven Shinobi con el que había compartido una experiencia anterior.

La familiaridad y la buena disposición de Yukine lo hicieron sentir cómodo con la dinámica del grupo y algo más esperanzado ante una misión que hasta ese momento aparentaba ser un viaje más solitario.

— Estoy seguro de que haremos un buen trabajo juntos. Y respecto al paquete, sí, es delicado. Debemos asegurarnos de que llegue a salvo a su destino. ¿Estás listo para avanzar?-

Con estas palabras, el grupo se preparó para emprender su viaje hacia la frontera del País de los Fideos.

De nuevo estaban listos para partir cuando un ruido más interrumpió la preparación .

— Que tal muchacho, toma aire Lo importante es que estás aquí. Bienvenido al grupo — Kaito expresó con calma, mostrando comprensión hacia la situación del hombre. Observó las expresiones y los gestos de los presentes, notando la variedad de personalidades que conformaban el equipo. -A todo esto, cual es tu nombre?-

Kaito hizo un gesto hacia la carreta cargada y preparada para partir ya con algo de premura, no deseaba encontrarse con más contratiempos, sabía que cuanto antes partieran mejor, peor estaba alegre de tener aliados

La caravana comenzó a avanzar en dirección norte, y Kaito se acomodó en uno de los asientos de la carreta. La presencia del viejo al caminar ocasionalmente indicaba que el trayecto sería un equilibrio entre el descanso de los corceles y el avance del grupo. Kaito se mantenía alerta, consciente de la responsabilidad de resguardar el valioso contenido que transportaban.
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Última modificación: 31-01-2024, 03:33 PM por Musacus.
7:00 HS 


Mientras el viejo hacia los preparativos junto al Chuunin llegaron los otros dos encargados. Aunque el tiempo no estaba de su lado contaba con la ayuda de shinobis profesionales. También observo que dos de ellos se conocían y le resulto en un alivio, luego comento respecto a la estructura de la caravana y la formación de viaje.

Me alegra que hayáis llegado a tiempo Yukine y compañía
pero basta de cháchara que llegaremos tarde a la frontera..!
Si tenemos suerte a la noche llegamos a la frontera, allí haremos una parda para alimentar a los animales y descansar el cuerpo...
Comentó Misha.

Por cierto 
¿Me prestarían sus documentos para corroborar su fidelidad? Preguntó

Luego de ello observo a Kaito y le agradeció por su transparencia, puso un sello con tinta roja sobre el pergamino y se lo devolvió.

Cuando lleguemos a la Ciudad les colocare el segundo sello y les entregare su paga Explicaba a los shinobis mientras los observaba con detenimiento

Acto seguido respondió las preguntas correspondientes mientras les hacía un pequeño Tour alrededor de la carreta y los caballos:

Como bien dicen debemos tener cuidado con la carga, por eso nuestro viaje será a paso lento del caballo
Kaito viajara conmigo, dentro de la caravana, al menos hasta llegar a la frontera
y ustedes la custodiaran por fuera...
Según el documento Kaito liderara la cuadrilla, 
Aunque no me siento capaz de obligarlos a nada, ustedes encárguense de la seguridad por favor

Unos minutos en los que el viejo se dedicaba a leer los pergaminos ayudándose de su monóculo. Tras finalizar la inspección y corroborar su autenticidad coloco el mismo sello a cada uno y se los devolvió.
[Imagen: f0339e5b579e5a592b88579f803bb018.jpg]
7:30 HS Camino en Dirección Norte, Hacia la Frontera.

Muy bien Shinobis!! 
Debemos partir enseguida!

El anciano se precipito hacia la caravana para luego entrar dentro de ella y tomar asiento en su interior, abrió una de las ventanas laterales e hizo señas con su mano indicando el avance de los caballos. Shukaku que se encontraba encima de la caravana, sobre el asiento de " conductor" dio un latigazo el cual fue respondido con el resoplo de los caballos y la ligera marcha a través del sendero.



El viaje empezó como cualquier otro, a paso moderado sin detenimiento, en esta ocasión acompañado por el solemne invierno que teñía todo de gris, hasta ahora la nieve se mantenía en lo alto,  a medida que avanzaban los charcos de agua iban en aumento dejando pequeños charcos al costado del sendero, resbalarse era cosa fácil, por suerte el camino conservaba su fortaleza y solidez. Cada tanto el Anciano abría su ventana para corroborar que estén bien y de paso pitaba su pipa, dejando una estela de humo y vapor alrededor de la carreta.

Dos horas y media de viaje hasta dar con el primer altercado o situación:

Señor! veo un sujeto a la distancia!
Parece estar en medio del camino...
¿¿Detengo los caballos?? Exclamo el conductor.

[Imagen: ad89dc2cc7820ad4275e2bab977b1c04.jpg]
A unos 500 metros de distancia se alza una silueta en medio del camino, aparentemente un solitario espadachín, ¿ O quizá una trampa ? Por aquella zona sería extraño, los asaltos sucedían dentro del País Vecino. Cualquier Shinobi que estuviera por fuera podría verlo fácilmente a la distancia, en esta ocasión lo más sensato sería hacerlo a un lado, pero nunca se sabe el mal que ocultan los Rounin y bandidos de este mundo.

No te detengas! Exclamó Miisha
Vamos justos de tiempo! 

El tiempo para postear de 48 horas ya ha expirado.

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El error del albo sería recibido con amabilidad y comprensión por parte tanto del solicitante de la misión como el primero de sus compañeros de misión presentes, Kaito, a quien conocía de una ocasión pasada en la cual habían hecho otro encargo juntos, aunque éste con una tarea contrastantemente más sencilla en naturaleza que un deber de escolta: Restaurar a un estado más ameno una decadente iglesia que había visto el desgaste inclemente del tiempo actuar sobre sí misma. Un hecho lamentable que sucediera en primer lugar, pero que podían enorgullecerse habían mermado lo más que podían los capacitados ninjas, al menos en su propio campo. 

Suspiró, aliviado ante las palabras del peliazul. -Menos mal, de camino aquí pensé que andaba tan atrás de tiempo como para que partieran sin mí. Ya estaba considerando si encontrarme con ustedes a medio camino e intentar arreglar cualquier malentendido.- Intentó colar una broma a medio comentario; sabía que meterse en el camino de una caravana escoltada, incluso con una cara conocida en medio del grupo, causaría un revuelo que escalaría a un inconveniente mayor para el cliente. -El gusto es mutuo, Kai.- Respondió a Kaito, dejando que sus malos hábitos de excesiva comodidad en sus interacciones tomara posesión de su lengua y le asignara un mote amistoso al Shinobi conocido, algo que detendría a la primera señal de incomodidad visible que Kaito proyectara en su rostro o sus palabras si fuera el caso. -¡Listo desde que llegué! Tan pronto el señor Misha indique la orden de salida, voy detrás sin demora. O adelante, según se necesite.-  

Pero, como se probó tan solo instantes después, el error de Yukine no fue reservado para sí mismo. Una extravagante nueva figura se hizo presente en el campo, una más la cual recibiría con la afabilidad que le caracterizaba. -¡Y con él estamos completos! Si te sirve de consuelo, eres el segundo en llegar tarde hoy.- Comentó, señalándose a sí mismo cómicamente con el pulgar extendido en un intento de dar un impulso ventajoso a la dinámica del equipo; las mejoras agrupaciones siempre eran las que sabían que podían compartir una carcajada juntos. -¡Un gusto! Soy Yukine.- Añadió, presentándose formalmente y omitiendo preguntar por el nombre del contrario temporalmente desconocido, pues Kaito le ganaría la carrerilla a hacerlo. 

-¡Oh! Claro, claro. Mala etiqueta mía no hacerlo de primera mano.- Se disculpó implícitamente con un ademán entre sus manos, sacando de un bolsillo secreto en el torso de su armadura de cuero un compartimento a la altura del corazón que guardaba las identificaciones correspondientes, pequeñas y prácticas pero conteniendo todos los detalles obligatorios e importantes para su presentación tan eficiente como concisa. Hábito de espada a suelo para cortar segundos de presentación repetitiva que podían verse mejor invertidos en casi cualquier otra cosa, misión en mano incluida. 

Asignado por el propio solicitante de la misión, la primera reacción del Shinobi sería la de asentir con la cabeza, señalando entender y acatar el plan tal y como se describía: Simple pero efectivo, contar con un Shinobi capaz al interior de la caravana que pudiera proteger al pasajero y la carga de cualquier peligro inmediato, mientras que los otros dos podían lidiar con las amenazas externas como se requiriera. -¡Entendido! Me encargaré de cubrir el costado izquierdo de la caravana, aunque no seré muy restrictivo con esa posición. Si observo que abruman demasiado un lado, haré lo que pueda por ayudar sin descubrir demasiado mi lado.

Finalmente, su mirada se dirigió específicamente a Kaito con tal de dedicarle las siguientes palabras. -Confío en que protejas a la mercancía, a los pasajeros y seas nuestro último escudo en caso de que las cosas salgan mal para cualquiera de los dos.- Refiriéndose al albo y a Kimblee en este último trozo, sonrió amplio hacia el peliazul tras anunciar su voto de confianza en él; la posición de la caravana, lejos de ser la mas cómoda, era en quien todos dependían cuando todo empezara a derrumbarse. -Bien, última preparación antes de partir.- Murmuró para sí mismo, recogiendo un pergamino colgado atrás de sí mismo a la altura de su cintura, el cual extendió y con un sello removió uno de sus contenidos que se manifestó enfundado en su espalda: Una mandoble de proporciones envidiables, compitiendo con las de un niño, 150 centímetros de acero negro que finalizaban en el semblante de un león, un atractivo que le habían ganado el apodo al arma que imitaba una losa de metal con filo. Con Beastlord a su espalda, regresó el pergamino de sellado en su sitio inicial. 



El paso fue constante pero poco demandante, una caminata que por suerte había probado ser misericordiosa con los viajeros en la distancia que ya habían recorrido. Aunque el clima parecía recibirlos con mucha mas aversión, repeliendo cada transeúnte que probara irrespetar al clima al no prepararse lo suficiente, cada metro mas allá de su punto de salida suavizaba la hostilidad proyectada hacia ellos y en su lugar dejaba múltiples pequeños rastros de agua que demostraban ser un pequeño incordio por encima de cualquier otra cosa. Pequeños charcos que removían estabilidad en cada paso, pero nada que cualquiera de los presentes no pudiese manejar con suficiente concentración. O un Ninjutsu, en el peor de los escenarios. 

Un avance ameno que estaba condenado a, eventualmente, exhibir su auténtica naturaleza en poco tiempo. Una figura desconocida que sería avistada a la distancia por el albo, y que en coordinación total sería anunciado al tiempo por el conductor del vehículo, anuncio que además se encontraría con una negativa de parte de Misha. Por supuesto, esto significaba que ahora correspondía a los Shinobis tomar una decisión apresurada sobre cómo lidiar con un posible problema que podía ser tan inofensivo como podía ser un descarado intento de robo. 

Sus ojos pasearon por el lugar, buscando en la naturaleza inmediata y cada rincón del escenario por otras figuras posiblemente ocultas. Su primer indicio a descartar sería la presencia de desconocidos sin invitar, mas aún si sus posiciones eran sospechosamente bien organizadas. De no haber ninguna en su inmediata vista, el albo tomaría la iniciativa y apresuraría el paso hacia el viajero en el camino. -Me adelantaré e intentaré hablar con el hombre. Por favor cubran mi lado mientras estoy lejos, y no duden en avisar a gritos si ven que alguien más sale de la nada al ataque.

Por un instante concentró Chakra en su garganta, y tan pronto este instante transcurrió, sus labios se movieron pero ninguna palabra salió de ellos. Los mismos incluso incluían palabras falsas en medio, tal que un posible criminal tuviera dificultad para interpretar sus movimientos labiales.

Hanasu

A cambio, todos sus aliados Shinobi escucharían sus vocablos con prístina claridad, acompañado de un efecto de eco distorsionado para interpretar fácilmente para los receptores que se trataba de un Ninjutsu. -Si observan que el hombre es una amenaza para cualquiera de los civiles y no puedo detenerlo por mi cuenta, tienen mi bendición para arrojar cuanta técnica tengan guardada hacia él aunque yo esté en la línea de fuego. Encontraré la forma de salir mayormente ileso, promesa.- Aunque era perceptible un tono de broma en el color de su voz, no era difícil entender cuán en serio hablaba Yukine. Podía aguantarlo, era resistente y cabezón, además de mañoso para salir ileso de una gran mayoría de situaciones. -Recuerden, la prioridad absoluta es Misha, sus acompañantes y su carga, en ese orden. Ni una vida civil inocente puede salir herida de esto.

A su llegada frente al hombre oculto en tela de pies a cabeza, intentó entablar conversación con su tono afable habitual; no trataría a nadie diferente, incluso si se trataba de un perfecto desconocido. -¡Buen día! Llevamos una carga para el País de los Fideos. Perdona si es poco cortés de mi parte, pero ¿te puedo pedir que hagas algo de distancia del camino? Al menos hasta que el carro pase y podamos estar seguros de que no tienes malas intenciones. E incluso si las tuvieras, te agradecería que nos dieras la distancia que pedimos; ningún paquete vale causar violencia gratuita, preferiría no darle más estrés a esos caballos que el que ya tienen cargando el carro.- Juntó las manos frente a sí mismo, un ademán de súplica que intentaba mostrarse poco opresivo. -Por supuesto, sobra decir que asumiremos lo peor si la contestación es una negativa o solo optas por ignorar nuestra petición; somos bastante precavidos con estas cosas.- Un comentario que, a pesar de cumplir como advertencia, difícilmente podía tomarse como amenaza por el suave tono en el que saldría. -¿Y bien? ¿Puedo darle las buenas noticias al equipo y decirles que cuento con tu apoyo bienintencionado?-

Estadísticas de Yukine Yoriichi

Off+Resumen
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Dentro de la caravana, Kaito escuchó atentamente las palabras de Yukine, quien proponía adelantarse para hablar con el hombre misterioso en el camino. La decisión de Yukine era lógica, pero Kaito sabía que no podían bajar la guardia. —Permíteme darte apoyo —respondió Kaito en un tono firme pero sereno, expresando su disposición a respaldar a su compañero.

Con una destreza sin igual, Kaito realizó un rapido movimiento liberando de su cinturón el pergamino necesario para ejecutar sus movimiento, el pergaminó se extendió a la mitad invocando dos extrañas figuras de madera que rapidamente serían cubiertas por arena y transformadas por esta misma en dos hombres caucásicos, mercaderes cualesquiera y se conectarían a delgados hilos de la mano izquierda de Kaito. 

—Estoy listo para lo que sea necesario —mencionó Kaito en un tono tranquilo y decidido. Sus ojos, llenos de determinación, buscaban la mirada de Misha, el anciano líder de la caravana. —Misha, estamos tomando precauciones adicionales. Yukine se adelantará para hablar con el individuo en el camino, pero hemos desplegado marionetas para respaldarlo y mantenernos alerta ante cualquier posible amenaza —explicó Kaito, enfocándose en transmitir tranquilidad al anciano. Sabía que la seguridad y el bienestar de Misha eran de suma importancia.

—Estamos aquí para protegerte y asegurarnos de que llegues a tu destino sin contratiempos —añadió Kaito, reforzando la confianza en su equipo. —Confía en nosotros, y cualquier problema que surja será abordado con prudencia y eficacia. Tu seguridad es nuestra prioridad —concluyó, esperando asegurar la confianza del anciano y mantener un ambiente calmado dentro de la caravana.

Mientras Kaito se ocupaba de la comunicación interna, las marionetas, ahora camufladas como simples mercaderes, avanzaron cuidadosamente hacia los costados de la caravana teniendo cuidado de no alejarse mucho para no revelar los delgados hilos que las controlaban. Una de ellas dirigió su postura hacia el desconocido en el camino, manteniendo un ojo en Yukine y el otro en los alrededores. La segunda marioneta permaneció atenta, escudriñando el entorno en busca de cualquier indicio de amenaza.

La tensión en el aire aumentaba a medida que se acercaban a la figura solitaria en el camino. Kaito, desde dentro de la caravana, se mantuvo vigilante, listo para coordinar cualquier respuesta necesaria. Con la estrategia implementada, confiaba en que podrían manejar la situación con la cautela y la eficacia características de su equipo. La incertidumbre del encuentro pendiente flotaba en el ambiente, pero Kaito seguía siendo el epítome de la calma en medio de la tormenta.


off
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-Kimblee, y claro que tengo papeles. Siempre los tengo. Amo los papeles, más que ningún otro hombre en esta tierra, ¡Sin papeles, sin contratos, sin presencia de palabras permanentes marcadas en un objeto físico más allá de nuestras bocas, sin nada de eso no seríamos capaces de cumplir promesas!-

Palabras poco importantes más allá del conocimiento de su nombre al resto. El saber que mucho no iba a hacer era saber claro, quizás no para ellos que acompañaban el deber de mover la carreta, pero para sí mismo estaba marcado. Mantenerse al margen, alejado de la situación, apenas cumpliendo la tarea como se le designaba era algo que acostumbraba hacer, no por desinterés, sino por adquisición de la verdad sobre que él aún listo no se encontraba para desempeñarse como el resto. Viejo no era, tan joven tampoco, pero está en aquella época media donde uno se cree poco apto de lograr adquirir habilidades nunca antes practicadas o siquiera vistas. Sin embargo, una moneda al aire se había lanzado, y tiempo de sobra quedaba para probar algún que otro interés despertar.
No hay lugar más allá de lo que uno conoce y practica en el día a día parece ser, aunque no porque uno realmente no conozca, ni porque ignora, sino porque teme que aquello de allí fuera no le corresponda. El luchar, el ser un estratega, el acomodar sus ideales a los más bélicos, el hacer de tallar un mango para un hacha y afilar una hoja para una flecha, costumbre del día a día. Todo eso no le parecía provenir de casa, sino de un mundo que poco conoce, y por el que quizás constantemente apostaba, pero Kimblee nunca apostó por sí mismo para ser parte de semejante tierra donde el limpio de heridas no existe, y el roto se procura limpio con tal de seguir avanzando; locos, locos todos, pero si había una verdad extra que añadir, es que loco aquel también que tiempo quizás no le dio suficiente a la práctica que luego sería utilizada en tareas que requerían al menos un conocimiento básico de esta; misiones, misiones que poco realiza, sólo lo suficiente como para exponerse lo necesario y aprovechar la aparición de motivo a visitar tierras que nunca ha visitado antes. El explorar puede ser tarea de gran generación anímica para muchos, y Kimblee no era especial, no era único, así que de la mayoría probablemente formaría. Aun así, algo único sí que tenía, y eran todos los papeles que él escribía y leía: "Ganbare", una palabra que recordaba cuando estudiaba técnicas básicas de su clan al que no siempre le prestó la atención debida. Quizás es lo único que podría hacer por el resto si en algún momento la invitación se presentaba. Más allá de eso, poco hay.

"Miedo no tengo, siempre me imaginé qué será el hecho de que otro apueste por mí en una pelea. Ha de ser cautivador el poder tomar el resultado a tu favor con las manos de uno. Pero qué sabré yo de romper la balanza a mi favor, si mi experiencia sólo se halla pidiendo por favor. Por favor de que no me maten apenas intenté el primer movimiento...Bueno, yo me entiendo, no sé si realmente necesito explayarme en expresiones tan básicas."

Pensó.
Quizás la conversación con uno mismo es la mejor cuando no se puede interrumpir a ninguno de los compañeros en acción, mucho menos dirigir una palabra que podría alterar al menor, y si el menor podría ser alterado, claramente el mayor también. Quizás no alterado de asustado, pero sí de molestado por participaciones tan innecesarias.
Mejor mantenerse al margen, a la distancia, no por ser ajeno al sudor de la labor, sino por inútil.

-¡Sí! ¡Eso! ¡Ustedes saben como ningún otro! Ustedes hagan lo suyo, lo que saben hacer, de lo que viven, ¡Y yo! Bueno...Pues yo observo.-

Quedó a un lado de la caravana, cerca del conductor, cruzado de brazos. Se acomodó un poco el sombrero, y miró.


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Un Rounin solitario sin ningún tipo de compañía más que sus espadas y un pequeño bolso donde llevaría sus cosas acaparaba el camino con el único propósito de cazar bandidos y salvaguardar el transito para las personas corrientes. Sus vestimentas eran típicas del País de los Fideos, llevando consigo una bandana en su cintura con un peculiar Kanji inscripto en ella ( Kanji de Ramen/Trigo). El primero en aparecer, Yukine, no dudo en interrogarlo.
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Ya veo... Respondió el hombre en tono seco
Que fácil largas la información muchacho... Comento Rounin mientras lo observaba con su mirada oculta bajo el sombrero.
No te preocupes estoy afiliado con los comerciantes... Dijo mientras le enseñaba el Kanji en su cintura

Unos segundos de breve conversación para que el sujeto se corriera del camino, de esta forma dejaba liberado el paso para los caballos.

Parece que no quedan dudas...
Seguiré mi camino, dile a tu jefe que no podrá viajar durante la noche. Comentó mientras señalaba los caballos aproximándose.
Una vez superada la frontera la nieve aumenta considerablemente...
En fin, que tengan un buen viaje...

El Rounin se marcho así como apareció, el paso de la caravana continuo su ligera marcha dejándoles vía libre para seguir con su viaje. Al mismo tiempo Misha agradecía nuevamente a su acompañante por tomar medidas serías en el asunto, y al mismo tiempo quedaba asombrado con la técnicas que desplegaba, este observaba tímidamente desde el interior de la carroza hacia afuera, en ese momento el Anciano vio al Rounina través de la ventana y rió, luego de ello saco la mano y extendió un saludo a quien parecía ser un conocido de este.

Ahh! ese viejo, por fin lo veo trabajando.
No te preocupes Kaito, al igual que Tu, hay patrulleros solitarios que rondan la frontera para proteger a los indefensos.

EL viaje continuo de igual modo, en ciertas ocasiones surgían comentarios irrelevantes, en dos ocasiones les dieron de beber a los caballos, pero solo fueron unos pocos minutos, el resto un continuo caminar bajo el gris invierno. Al mediodía se detuvieron a comer algo pero el viejo Misha con su insistencia sobre el tiempo solo les dejo 10 minutos de descanso, luego continuaban con la caravana, al principio Misha caminaba pero luego se subía nuevamente al transporte.



Frontera entre Paises
19 hs

Al llegar, luego de 10 hs de viaje, lo único que necesitaban era una buena sopa y descanso, dentro de un pequeño bosque, bajo el reparo de un gran árbol vació, armaron campamento. Todo surgió con un orden espontaneo, cada quien tomó una tarea y la desempeño a su manera, el viejo Misha se encargo del fuego, fuego abundante, sobre El una gran cacerola la cual poco a poco era llenaba por hortalizas y condimentos . El pequeño ayudante ataba los caballos y los alimentaba, luego desplego una gran tela de cuero desde lo alto de la caravana hasta un árbol cercano, esto genero un pequeño techo para poder refugiarse de la nieve.
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Falsa alarma, aplausos dados por parte del de sombrero blanco ante semejante actuación, preparación para la nada, pero nada en vano, todo útil, incluso si al menos ahuyenta a fantasmas. Indefinida situación comprendida por el de blanco, pero acertado el actuar del resto, y con eso bastaba para volver la tranquilidad del cielo a la tierra. Pradera preparada de vuelta para ser transitada una vez más, mezclando los sonidos de carreta y pasos con el viento, el andar de los animales, el zumbido de los insectos y el frescor otorgado por el pasto que con fuerzas crece momento a momento, aprovechando del tiempo sin parar.
Mucho no le quedaba por aportar, mas que su presencia hasta la necesidad de que esta mera presencia se presente como protagonista o al menos haga papel de personaje secundario en un cuento de un cuentacuentos, cuentacuentos que fantasiosas historias cuenta, llenas de personajes con sentido y otros sin tanto sentido; Kimblee, un personaje carente de protagonismo en ciertas tareas, pero al menos llevar madera seca para el fuego no era una de esas, y fue así como pudo aportar su parte a aquel pequeño campamento rodeado de pasto bañado en blanco, frescor otorgado por las hojas de los árboles, troncos fríos al tacto y fauna libre escondida entre los arbustos que ni la misma vista puede divisar.
Un terreno como ningún otro, quizás por el clima, quizás por el lugar, quizás por el camino, quizás por la experiencia, quizás por la compañía, la carreta, los caballos, la madera de las ruedas, las marcas de estas en el suelo, el ropaje abrigando, las tiras de cuero atando caballos, quién sabe qué, quién, como o por qué. Pero aquella tierra era especial, repleta de un aire que otorga el deseo de vivir incluso al que menos ganas de moverse tiene; Kimblee, agotado de nada hacer, agotado de todo tener que hacer, agotado de que probablemente pueda haber un llamado a la orden y a la obligación de dejar el deseo exquisito de la pereza permanente de lado, para que al fin empiece a aportar con algo más que troncos secos.
Troncos secos, mucho no aporta pero al menos su compañía puede que en algún momento sea de utilidad. Todo depende del caso, quizás se avecinaría un combate tremendo que necesitase de palabras fuertes, o quizás una conversación amena que otorgue tranquilidad en el ambiente, para así acarrear una carreta con liviano movimiento.
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La caravana continuaba su marcha a través del gris invierno, con el anciano Misha liderando el camino y Kaito manteniendo una vigilancia constante junto a los otros dos shinobis con una que otra pequeña parada. Después de la falsa alarma con el ronin solitario, el grupo encontró un pequeño bosque donde decidieron detenerse para descansar y preparar un campamento.

Tras la calma del anterior encuentro Kaito, pudo guardar sus marionetas y continuar calmo el resto de camino ese día.

El anciano Misha, agradecido por la atención y la eficacia del equipo, decidió hacer una breve pausa para reponer energías. Kaito aprovechó el momento para interactuar con los demás miembros de la caravana y asegurarse de que todo estuviera en orden.

La caravana, envuelta en la penumbra del bosque invernal, representaba un pequeño refugio de calor y compañía en medio de la fría travesía. Kaito, con su mirada alerta pero también llena de camaradería, estaba listo para enfrentar cualquier desafío que el camino pudiera presentarles. La noche transcurrió entre conversaciones animadas y la serena determinación de continuar el viaje hacia el País de los Fideos.

Con el campamento establecido y el fuego crepitando, Kaito aprovechó la oportunidad para estrechar lazos con los miembros de la caravana. Se acercó a Kimblee, quien estaba ocupado organizando la madera para el fuego.

- Kimblee, ¿alguna vez has viajado por estas tierras antes? - preguntó Kaito, buscando iniciar una conversación amena mientras ambos se ocupaban de las tareas del campamento.

Después, se dirigió hacia Yukine, mientras Kaito aprovechaba para verificar  algunos detalles en la caravana. - Yukine, parece que cada viaje tiene su cuota de sorpresas. ¿Cómo te las arreglas para mantenerte tan calmado en situaciones como la de hoy?

A través de estas interacciones, Kaito no solo cumplía con su papel de protector sino que también se esforzaba por construir conexiones más allá de las responsabilidades asignadas, formando lazos que podrían resultar cruciales en los desafíos que aún podían esperarles en su viaje.
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El anciano preparaba gustoso la abundante comida mientras los shinobis realizaban algunas tareas, un estofado de guisantes acompañado de conservas de tomate y trozos de carne, una comida que fue repartida a medida que alguno se acercara, servida en pequeños cuencos de madera, al contacto una comida reconfortante ya que calentaba las manos y paladas... Nada de otro mundo, una simple cena que celebraba su largo camino y marcaba la hora del descanso.

La oscuridad inundaba completamente el terreno dejando solo una aureola de luz alrededor de la hoguera. Allí descansarían durante las próximas horas hasta que salga el primer rayo de Sol. El joven Shikaku repartió unos mantos gruesos y pesados que servirían para acostarse y cubrir en gran medida el frío, una noche larga quedaba por delante, solo debían procurar cautela para con posibles invasores.

Luego de la comida el anciano se envolvió completamente en aquel manto y se recostó a unos metros del fuego, su joven discípulo imitaría los movimientos no sin antes recoger algunos leños y arrojarlos en la hoguera. Shikaku hizo un poco de Té y Café para acompañar la noche,  no demoro demasiado en acostarse sobre el tronco de un Árbol... 

EL tiempo transcurre en silencio, escuchando en ocasiones la brisa gélida, las conversaciones entre los Shinobis lo ayudaban a divagar un poco y apresurar el paso del tiempo, pero estaba claro que aun faltaba camino por recorrer, según las palabras del Viejo estaban a pocos metros de la frontera, básicamente en territorio del País de los Fideos. A partir de allí, el riesgo aumentaba exponencialmente gracias a la fuerte ola de crímenes recientes...
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Kaito, tras participar en la distribución de la comida y recibir uno de los mantos para resguardarse del frío, decidió realizar una última patrulla nocturna antes de descansar. Mientras el anciano y los demás shinobis se preparaban para la noche, Kaito se adentró en la oscuridad circundante, confiando en sus sentidos y habilidades para detectar cualquier signo de peligro.

Cautelosamente, Kaito se desplazó por los alrededores del campamento, su figura fundiéndose con las sombras que se extendían por el terreno. Sus agudos sentidos estaban en alerta, prestando atención a cualquier sonido fuera de lo común o presencia sospechosa. Mientras caminaba en silencio, su mirada escudriñaba los rincones oscuros en busca de cualquier indicio de intrusos.

El viento gélido susurraba entre los árboles, llevando consigo el murmullo de la noche. Kaito se movía con la gracia de un depredador, su figura apenas perceptible en la penumbra. La hoguera que arrojaba su luz cálida y parpadeante creaba sombras danzantes a su alrededor, pero Kaito se mantenía enfocado en su tarea.

Con cada paso, Kaito evaluaba la seguridad del perímetro, asegurándose de que no hubiera amenazas inminentes. Su experiencia y destreza le permitían moverse sin hacer ruido, como una sombra entre sombras. Aunque la noche estaba tranquila, sabía que no podía bajar la guardia, especialmente en territorio cercano a la frontera y en medio de la creciente ola de crímenes.

Después de un breve pero efectivo rondín, Kaito regresó al campamento, satisfecho de no haber detectado ninguna presencia hostil. Se acomodó junto a la hoguera, donde la luz titilante proyectaba destellos en su rostro, y se envolvió en el manto proporcionado por Shikaku. La noche avanzaba, y Kaito se sumió en un reparador descanso, siempre alerta ante cualquier eventualidad que pudiera surgir durante las horas oscuras.
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Que coma tiempo el reloj, que se atragante de minutos y segundos mientras que la nieve a gritos y pataleos de bebé intenta frenar la gula de tamaño inexplicable e incomprensible. Congelando plantas, insectos, hojas, o al menos relantizándolos para que puedan estos estar en vida eterna, o así se engañaba a sí misma la nieve, no entendiendo que el pasar del tiempo iba a seguir allí, acompañando no sólo una cadena de sucesos tras sucesos, sino también a unos hombres descansando por un largo tiempo esperando tener la vida en equilibro suficiente como para seguir adelante, moviéndose en un espacio amplio con un tiempo que de amplio no tendrá mucho, pero constante sí será.
Pregunta con interés se había preguntado. Pregunta a la que podría responderse preguntando sobre por qué el interés, o simplemente respondiendo y guardándose la amargura de tallo seco e hidrofóbico innecesaria. Qué sabía el de sombrero blanco sobre cuántas veces viajó de un lado a otro, tantas que hasta podría haber perdido la memoria de semejante cantidad; perder la memoria, grato gusto no otorga, menos acomoda la mente en equilibrio, ni tampoco exhibe un signo saludable por el que no preocuparse. Olvidos podía tener, poseer y alegrarse de olvidar, porque también hay recuerdos olvidados que con gusto uno recuerda no recordarlos, mas sin embargo este recuerdo sí lo recordaba y con maravilla se alegraba de no olvidar, de poder recordar, de atar tiempo pasado con tiempo presente, como si todo el tiempo estuviese congelado por la nieve, pues constante y moviéndose siempre estará, pero eterno será, y accesible en todo momento como si todo momento fuese uno solo, uno inamovible por no tener quién le siga, estará.
-Recuerdo. En el País de los Fideos hubo un asalto a una escolta de unos troncos tallados. Eran un regalo de parte de quién sabe qué, a quién sabe quién, ¡Lo importante es que eran de negocios importantes! Y todas las escoltas llevaban guardias, incluso si se trataba de regalos. Uno de los guardias, de encubierto, intentó incendiar la caravana de manera discreta, tratando de incinerar no sólo al preciado regalo en forma de insulto, sino también a los que estaban dentro; el emisario de aquel regalo, que se encontraba de la caravana, sufrió quemaduras graves pero logró salir a tiempo, y en cuanto a los troncos, estos no se quemaron por ser de madera dura, pero de igual manera terminaron siendo bastante dañados.
El regalo resultaba ser la única forma que aquel emisario había encontrado de poder pedir disculpas al otro negociante, pues su último negocio había generado bastante discrepancias entre socios y miembros activos de ambas empresas. Entre llanto y miseria lo encontré, yo acompañado de un grupo con el que solía hacer análisis de tierras para futuros planes. Aproveché que se encontraba en un momento débil y me contó sobre su situación. De inmediato acordamos terminar el viaje, yendo en nuestra caravana, hasta el lugar de aquel hombre a visitar. En pocas cuentas, arreglamos la situación poniendo como garantía bienes y servicios de los que no teníamos posesión alguna, ¿Cómo los conseguimos luego? Pues mostramos a esas otras personas que habíamos logrado un contrato por varios empleos a largo plazo con una empresa muy grande de la zona.
Hubieron varios fraudes, algunas cuentas y empresas fantasma de por medio, algunos desaparecidos, como el guardia infiltrado que incendió la caravana, papeles en falso y otros cabos sueltos, ¡Pero logramos cerrar un trato que benefició a todos! Especialmente a mí. Luego me deshice del dinero y habré viajado a algún otro lugar a hacer otro negocio más, quién sabe.
Recuerdo, recuerdo.-
Regalo otorgado, anécdota encontrada, proveniente de tiempo pasado para hacerse lugar en el presente y presentarse como un regalo, pero sin quemar, sin infiltrado de por medio, ni tampoco papeles falsificados. Quizás la anécdota no interesaba tanto, sino el tiempo, el poder congelar una buena convivencia y experiencia por un rato, por lo que sea que llegue a durar la nieve. Que dure, que dure lo que resulte entre la imparable nieve y el inamovible tiempo.
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Última modificación: 25-02-2024, 10:56 PM por Musacus.


La noche continuaba su curso acompañado de la incesante nieve que con sutileza y estructura colapsaba los caminos y cualquier tipo de ruta, en su esencia, dificultaba el paso y hacía inaccesibles los senderos debido a la gruesa capa nevada. Luego de la cena y entrega de abrigos, mientras la mayoría descansaba en el reparo del fuego, El Chikamatsu, astutamente decidió dar unas vueltas por los alrededores. Ya finalizando su trayecto puedo notar a tres sujetos encapuchados ocultos tras un árbol a una distancia de 15 mts de la hoguera, Kaito a una distancia de 10 mts de los sujetos, parecían estar a punto de llevar a cabo su maniobra. Lastimosamente para los criminales un Shinobi los acechaba desde la espalda, los tres sujetos no notaron para nada la presencia del Chikamatsu, más bien parecían estar murmurando algo antes del ataque. Uno de ellos dio unos pasos hacia el costado del arbol mientras tomaba una daga de su cintura, con completo sigilo bajo el manto de la oscuridad, empezó su asalto a la Caravana, mientras los otros dos esperaban 2 segundos y repetían el mismo trayecto que el anterior, avanzando en fila muy lentamente.

Mientras tanto los otros dos Shinobis refugiados al calor del amigable fuego, arrojaban troncos y contaban anécdotas para hacer de aquella noche un momento breve y bien recordado, algunas palabras para apaciguar la mente del frio, recuerdos cálidos para momentos fríos. Resulto en un acierto al escuchar los ronquidos del viejo al haber conciliado el sueño, al igual que el joven Shikaku que se durmió escuchando a Kimble.

En ocasiones alguna que otra brisa sacude las llamas, o son despabilados por algún que otro sonido a la distancia, pero en general una noche tranquila hasta el momento. Oportunamente Kaito tiene en la mira a tres asaltantes con la chance de noquearlos antes de realicen cualquier movimiento. El resto siquiera se enteran debido a la distancia, a menos que haya un sonido de alarma la noche seguirá tranquila en la hoguera. Planeada o no una estrategia eficaz que mantendría al margen a los criminales.

Cita:OFF: Los Tres Npc Tienen 20 en todas sus estadísticas y no poseen habilidades especiales salvo por sus cuchillas. Cuentan con 140 PV cada uno.
Si sale todo bien el post siguiente ya podemos cerrar la misión con exito!
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Carcomiéndose el que no cree, y creyendo el ajeno al canibalismo propio están. Ensamblados uno al otro, piezas ajetreadas con combinaciones perfectas. Entendimiento mutuo, o al menos eso es lo que cree el descerebrado con el poco cerebro que le queda, oculto por un sombrero; sombrero blanco, el hombre que miró, observó, comprendió, y en un instante actuó.
De bajeza, como si de un acto simple hecho por un campesino simple de vida simple se tratara. Miró, entendió, se comió las palabras innecesarias y actuó. Aplaudir quería, pero no podía, pues el tiempo se acortaba cada vez más y más, hasta que el más se convertía en menos; menor era la parte que él iba a aportar, pero necesaria a pesar de todo, pues por poco que sea, útil era. Carcomido no estaba, creer no necesitaba, sólo hablar lo poco y necesario para actuar de manera justa, aportando apoyo al que no necesita pero igual probablemente agradezca.


-¿Ganbare?-


Recordaba con extrema delicadeza la palabra que debía de decir. Pues al mirar de reojo a su compañero, notó que a la lejanía él algo también notaba. Y entre nota y nota, los escritores escribían lo necesario para que los que leen la historia sepan actuar de mejor manera a futuro.
Dijo una sola palabra, antes de que su compañero realice lo que sea que fuese a realizar. El de sombrero blanco por el momento sólo proporcionaba apoyo, y aunque nuevo en el mundo de despellejarse con uñas y dientes, viejo él en el mundo de reconocer peligros y actuar antes de que el tiempo inicie.

Ganbare


Vida: 110/110

Chakra: 193/203
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Última modificación: 28-02-2024, 05:06 PM por Kaito.
Kaito, entre las sombras del espeso bosque, observó las figuras de los tres bandidos que, inconscientes de su presencia, daban la espalda. Tras algunos rápidos y bien calculados movimientos silenciosos el chikamatsu finalemnte se colocó detrás de ellos, a unos 10 metros de distancia, se movía con sigilo entre los árboles, asegurándose de no emitir sonido alguno que delatara su posición.

En ese momento, notó a Kimble realizando una técnica con su voz, una sensación extraña envolvió al marionetista, la voz del hombre del sombrero parecía que envolvía a Kaito con una sensación de fortaleza. La conexión entre ambos era clara, y el titiritero se sintió imbuido con una energía potenciadora. Con esa fuerza recién adquirida, Kaito decidió desplegar una táctica intrigante.

Con habilidad ninja, empleó su chakra para ocultar su voz nuevamente mediante la técnica Hanasu. Le susurró a Kimble en un tono apenas perceptible, -Observa, te mostraré algo divertido-. La complicidad entre ellos se manifestaba en el sigilo de sus comunicaciones, sin que los bandidos cercanos notaran nada.

Después de su breve intercambio, Kaito realizó rápidos sellos de manos, dando inicio a su plan maestro. Desencadenó la técnica de Expansión Genjutsu, extendiendo una ilusión sobre un área enorme  alrededor de él. Al principio, la ilusión se manifestó como una lluvia aparentemente normal, indistinguible de la realidad. Las gotas caían en un patrón apacible sobre los bandidos, que, ajenos a la artimaña, simplemente pensaron que la lluvia había comenzado, una lluvia que rápidamente pasó de convertirse en llovizna, a un torrente que dificultaba incluso permanecer de pie .

La sonrisa de Kaito se tornó maliciosa mientras observaba cómo los bandidos reaccionaban ante la "lluvia". Sin sospechar la verdad detrás de este fenómeno, comenzaron a empaparse bajo la ilusión fatal del titiritero. La técnica no solo afectaba sus sentidos, sino que también sembraba la semilla del miedo en sus mentes.

A medida que los bandidos se debilitaban psicológicamente bajo el influjo de la ilusión, Kaito se preparaba para dar el siguiente paso en su estrategia. Con una mirada decidida, aguardó el momento propicio para revelar el siguiente acto de su repertorio, utilizando la lluvia ilusoria como distracción para ejecutar su siguiente movimiento saltó en medio de los bandidos. -Que tal el clima muchachos- Exclamó el chikamatsu en tono burlón mientras tomaba un par de shurikens de su bolsillo.


off
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Los Criminales siguen su curso hacia la caravana que se encuentra unos 10 mts frente a ellos, disfrazados entre la sombre del bosque atraviesan las tinieblas hasta dar por fin con su objetivo. Mientras tanto una apacible lluvia ilusionista caía sobre el campo de batalla la cual siquiera fue distinguida por los sujetos que se encontraban concentrados en lo que podía llegar a ser su botín de la noche.

Justo antes de llegar a la Caravana, Kaito se posicionó frente a ellos, ante su sorpresa uno de ellos lo atacó rápidamente con su navaja buscando darle una puñalada, en cambio los otros dos huyeron despavoridos al descubrir que habían caído en la trampa. Cada uno en direcciones distintas y a una velocidad muy reducida debido a la lluvia ilusionista y a la espesa nieve.

Del otro lado de la situación siguen descansando como si nada pasara, a excepción de Solf que se dio cuento de los movimientos de su compañero y decidió darle ánimos a la distancia.

Un intento de asalto por parte de tres criminales novatos los cuales estaban destinados a fallar, esta había sido uno de tantos intentos fallidos, quizá el ultimo para ellos, todo dependerá del animo de los Shinobis ya que estos bandidos quedaron completamente vulnerables, solo quedaba intentar huir y evitar ser capturados, salvo por el Mayor de ellos que decidió, erróneamente, enfrentar al Chikamatsu.

¡¡Maldito bastardo!! Exclamo mientras atacaba.
Salto de foro:

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