Haciéndose lugar por los haceres de los que hacen, Kimblee se encontraba metido en medio buscando su correspondido lugar, es decir, atendiendo su llamado. Se trataba de otra de esas tantas misiones, llenas de deberes insulsos que corren desde lo simple hasta lo molesto. Pero como los cánticos se encontraban libres este día, lo acompañaron a él, tirando suaves y lindas melodías de bajo volumen expulsadas desde su pecho.
Cantaba, cantaba y caminaba, caminaba y pensaba, pensaba y decía en su mente: "¿No visité alguna vez este pueblo? Quizás hubo una pelea muy buena de la que no recuerdo, ¡Seguro que aposté al gordo! Esos sí que pelean bien en peleas de muy bajo rango"; rango, rango lo que tenía poco, poco lo que quizás le faltaba para adquirir mejor rango en Iwagakure. Además, puede que no le guste realizar ciertos trabajos, pero si seguía las costumbres de sus prácticas de negocios, nunca le iba a faltar el respeto a un contrato y mucho menos si le otorgaba un buen beneficio a largo plazo, porque a corto, las recompensas suelen ser miserables.
-¿¡Dónde queda este..!? Aaaah, con que al menos una cosecha tenían.-
Se preguntaba si la cosecha de uva era de calidad, pero tampoco le preocupaba mucho porque al observar después de unos segundos pudo analizar bien y comprender que su calidad era calidad. Calidad como ningún otra, y con un buen tarareo acompañó sus movimientos rodeando el viñedo en busca de que el viñedo sea un real viñedo, y no sólo uno que de por nombre sólo cosechaba el fruto y dejaba al vino en luto.
Por suerte algunos barriles podía llegar a divisar a la distancia, así que quizás algún recuerdo se podía llevar a casa luego de completar su tarea. Pero tal como se dijo, de no completar el trabajo, la recompensa no se conseguiría, a no ser de que se la arrebate de un tajo, pero él nunca podría.
-Bueno...Completemos el trabajo, no creo que sea mucho. Pero eso sí, ¡Algo exquisito me voy a llevar de este lugar!-
Era hora de tomar rumbo, de mover los pies en dirección opuesta a la de los holgazanes, es decir, a la de su propia actitud que se suele quedar adicto de vez en cuando.
Su camino tomaba paso poco a poco, pero como siempre nunca eligió un camino fijo, sino que tan sólo caminaba sin una forma específica de poner un pie adelante del otro. Es decir, no sabía ni caminar, ni mucho menos tenía idea de a dónde ir, pero al menos se podía guiar con los detalles dados en el contrato de la misión; la casa de un anciano era a la que tenía que ir, y como buen adepto a sus costumbres, no se tardaría en acudir, sin que tiempo le sobre.
Por último, algo importante que destacó en su pensamiento le hizo recordar revisar por una última vez el rollo con información respecto a su clan. Mientras caminaba le dio una lectura rápida, simplemente para recordar aquellas técnicas que ya había entrenado. Además, que uno nunca sabe cuando se puede llegar a encontrar aún más información de aquello que le concierne, y su clan, a Kimblee, demasiado le importaba saber sobre no sólo eso, sino también de si algún día encontraría a alguien que sea capaz de explicarle más a fondo de donde él proviene. Pero eso era en realidad para otro día; hoy era tiempo de acomodar estos asuntos y luego librarse para acudir a tareas de su propio interés.
-También me pregunto yo, ¿Con quién me encontraré? Quizás sean muy jóvenes, o quizás encuentre a algún viejo como yo, ¡Ah, quién sabrá!, ¡Seguro son buena compañía!-