Leaf Circus | Taller Skuld [Monotema´s]
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Samuru había regresado a Konoha hace menos de un día, encontrándose con que la casa estaba completamente deshabitada, al parecer por una misión que le había sido asignada a su hermano durante la prolongada ausencia del titiritero. Aquello, lejos de resultarle molesto, había resultado ser la situación ideal.

Tras el tiempo pasado en su tierra de origen, el último superviviente de la sangre Skuld (Pues Riku era un miembro adoptivo con una herencia sanguínea aún más única) había llegado a varias conclusiones sobre su torpe entrenamiento, así como a una última conclusión sobre su arte marionetista, la herencia de Monzaemon, el primer Chikamatsu... La parte del entrenamiento estaba cubierta, demostrando dar grandes resultados, su viaje al antiguo taller de su primera mentora le había llevado a percatarse de lo vaga que estaba resultando su implicación para con el arte marionetista en el País del Fuego.

Así pues, echando abajo un falso muro que daba a una habitación que siempre había estado en desuso en su apartamento (Anteriormente algún tipo de desván) el marionetista comenzaría a limpiar la sala contigua, despejando todo rastro de suciedad y materia innecesaria antes de proceder a colocar un complejo sistema de tuercas y poleas de madera alrededor del marco interno del boquete al que en unos días llamaría "puerta"... Varias horas más tarde, trasladaría una vieja estantería de una zona de la sala de estar al portón frontal, pasando a pulir todos los detalles de la misma y a añadirla unas bisagras traseras que la permitieran deslizarse sin crear fricción alguna en el suelo (Para evitar futuras marcas) durante la que sería su labor a partir de aquel momento... La entrada oculta a su taller de marionetas.

...

Unos días más tarde, la residencia Samuru parecía estar como en antaño, con la única diferencia de una estantería movida de lugar. La misma no se abría con mecanismos evidentes, como libros poco llamativos, si no gracias al propio arte del marionetista, que manipulaba los engranajes del sistema de poleas con sus hilos de chakra, a través de huecos microscópicos que el mismo había ocultado entre "desperfectos" de la estantería. Por supuesto, alguien que supiera de la existencia de aquella sala podría entrar a la fuerza, pero el objetivo de aquel sistema no era detener a hipotéticos ladrones, si no evitar miradas indiscretas; de los intrusos ya se encargaría la guadaña Chikamatsu vinculada al sistema anti intrusiones. Tras la peculiar entrada, Samuru había estado ocupado colocando mesas de montaje y varias herramientas que se había traído desde el antiguo taller de su madre, permitiéndole ahora trabajar con las herramientas adecuadas en sus proyectos, desde su propia casa.

Y justo encima de la mesa, se encontraba la más actual de sus piezas; un cilindro con aspecto de rompecabezas que mostraba el relieve de un sello compuesto por una tortuga envuelta por una serpiente.

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Rodeando al artilugio se percibían varias herramientas y pequeños mecanismos, casi pareciendo estar a la espera de continuar con la elaboración del mismo... Su manufacturación había comenzado en el País del Viento y había sido trasladada a Konohagakure ante la imposibilidad de terminar la misma antes del tiempo límite otorgado al Shinobi para la misión que había permitido volver a su patria.

Ahora, sentado en una banqueta a menos de un metro de la mesa de operaciones, Samuru analizaba el mecanismo sin moverse un ápice, pensando en las posibilidades del mismo y en cómo solucionar los problemas que le habían surgido hasta aquel momento. En esencia el artilugio ya estaba terminado, pero existía un problema con su reutilización; concretamente el hecho de que una vez usado para anexar la marioneta a si mismo requería de volver a su taller para volver a preparar el artilugio.

Continuaría dándole vueltas al problema, pero unos pocos días más tarde se vería obligado a abandonar el lugar con sus marionetas en dirección a dos nuevas misiones que le habían sido asignadas... El artefacto, integrado en una de sus marionetas, demostraría su utilidad en el terreno con gran eficacia... Más el problema sin resolver de su reutilización acabaría poniendo en riesgo la vida del Shinobi, quien no resolvería el problema entre manos hasta poco después de su retorno, increíblemente motivado ante su último encuentro cercano con la muerte.
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Habían pasado varios días desde la creación de su caja de música. Durante aquel tiempo, Samuru había centrado sus esfuerzos principalmente en desarrollar su nivel como "shinobi"; sin descuidar su estudio y aprendizaje en otras materias, se había centrado en mejorar el control de su chakra y su fortaleza física, consciente de que había sido una materia pendiente durante demasiado tiempo. El último encuentro con una Chikamatsu era el culpable de aquella mejora.

Ahora, con una fortaleza y capacidades renovadas, el titiritero había pasado un par de semanas al completo entrando y saliendo de su taller para poco más que alimentarse, ejercitarse, asearse y hacer las tareas del hogar. Riku últimamente estaba completamente ausente (Posiblemente a causa de la academia ninja) y esto había dejado a Samuru con una enorme cantidad de tiempo libre que invertir en sus proyectos: Había creado nuevos prototipos basados en Karasu y Kuroari; había desarrollado por completo a su primer Sanshouho y había creado varias marionetas "inferiores" con las que completar el número que ahora era capaz de manejar... Pero faltaba algo.

Colgado del centro del taller, una argamasa de brazos de madera e hilos se mantenía completamente estática, a la espera de que el titiritero interactuara una vez más con ella. Se trataba de la "fábrica" del joven marionetista; la combinación de una caja de herramientas y materiales con una decena de brazos que, al ser manejados por el Skuld, le permitían acelerar hasta un punto absurdo la conversión de sus marionetas de meros planos y prototipos a una realidad perfectamente tangible; él la llamaba su "rueca" por el constante replicar de piezas a hilos tensándose que emitía cuando trabajaba con ella. Y durante los últimos días, una idea se habría introducido con fuerza en su cabeza, la idea consistía en, básicamente, convertir a aquel apoyo a su obra, aquel acelerador de fabricación, en algo portátil y que estuviera integrado en una marioneta, permitiéndole recuperar su fuerza militar perdida en caso de perder parte de la misma en largas misiones o incluso durante combates demasiado intensos.

La teoría era sencilla y al principio progresó sin problemas. Generó un armazón grande y resistente para aquella creación, consciente de que tendría que ser casi íntegramente defensiva, e insertó el mecanismo de ayuda de creación en el torso de la marioneta, rodeando al mismo de múltiples brazos de distinto tamaño, para permitir su correcto uso. Añadiría otros dos enormes brazos, principalmente centrados en la labor defensiva y ofensiva de la criatura, y una cabeza un poco mayor a lo normal en la que poder introducir artilugios sorpresa. No sería hasta muy avanzado el proyecto que se percataría de la completa ausencia de piernas... Aunque aquello no suponía problema alguno en un modelo capaz de flotar. Pasaría los siguientes días puliendo los detalles de diseño y encaje que parecían ser problemáticos, anotando en su prototipo y en los manuales cualquier cambio introducido (Por mínimo que resultara) y añadiendo detalles estéticos a su obra, hasta que finalmente, tanto estética como bélicamente, pudo dar por finalizada la primera parte del proyecto.

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Decidiendo tomarse un día de descanso, saldría a disfrutar de un buen descanso, así como de los bienes y ganancias de sus otros intereses genuinos, consciente de que al siguiente día empezaría la parte más compleja.

Samuru despertaría en el momento en que el primer rayo de sol se filtró por su ventana; realizaría su actuación formar en la mañana y finalmente se adentraría de nuevo en el taller, en donde Shin (Su nueva marioneta) le esperaba suspendido en el centro de la sala, donde antes se hallaba su sistema de asistencia de construcción.

Primero comprobaría nuevamente que las articulaciones, así como los detalles más grandes y pequeños de la marioneta, encajaban y se movían a la perfección. Tras lo que casi era más un mantra para el marionetista que una acción verdaderamente necesaria a estas alturas, Samuru alzaría una mano, lanzando varios hilos a la marioneta (más de los necesarios a estas alturas) para empezar a moverla y familiarizarse con la misma.

Su movimiento resultaba sencillo y mucho más intuitivo que el del resto de sus modelos, posiblemente a causa de que había hecho aquel diseño 100% basado en sus propios gustos y manías. Pese a la gran cantidad de brazos, le resultaba sencillo mover unos u otros, pasando con rapidez de cinco hilos a cuatro, luego a tres y finalmente solo a dos.

Una vez dominados los movimientos normales, Samuru volvería a lanzar cinco hilos a la misma, empezando a centrarse en el control del sistema de creación que se hallaba en el núcleo de la misma. Sabía que no le iba a suponer problema alguno mientras estuviera concentrado, a fin de cuentas, había usado ese sistema para fabricar o mejorar todas sus marionetas, el problema residía al momento de usar el mecanismo en medio de un combate real, en donde no podría depositar ni la mitad de su atención en aquella acción.

...

Pasaron horas hasta que el titiritero empezó a ser capaz de combinar los movimientos más necesarios sin tener que estar mirando al artilugio, y pasarían un par de días más hasta que el joven lograra usar cada parte de aquel mecanismo sin siquiera la necesidad de tener su atención depositada sobre el mismo. Al final, en un rango superior a una semana (Si bien el marionetista no sabía decir cuantos días más allá de la primera semana había pasado allí dentro) Samuro saldría del taller con un nuevo pergamino colgando de su cintura y su último objetivo claramente fijado en mente... Era hora de solicitar el rango que le correspondía.
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Durante los días transcurridos entre distintas misiones que le eran otorgadas a Samuru, el titiritero había pasado rangos de tiempo muertos en la creación de una segunda creación basada en el modelo de "Karasu", alterando algunas de las aplicaciones generadas por los planos  originales del gran Akasuna no Sasori; había mejorado las articulaciones y conexiones de la misma para que, como con su primera Karasu, se adaptara mejor a su método de combate, y tras ello había empezado a crear un diseño diferenciador con respecto a su primera "bailarina", aquella que creó años atrás junto a su madre y maestra.

El nuevo diseño estaba mucho más centrado en la faceta exuberantemente mortal de los modelos Karasu, con la diferencia de que sus rasgos y físico, en gran parte gracias a la experiencia obtenida por el titiritero, eran ahora mucho más finos y detallados "Cuando acabe con ella, volveré a revisar el diseño de Ran; se merece recibir un pulimiento acorde".

Al final, a lo largo de varias horas sacadas de distintos días, su nueva compañera de madera estaría lista, cumpliendo todos los requisitos de calidad impuestos y sopesados por el titiritero. Se trataba de un modelo con apariencia de doncella, concretamente de ballerina, con un corsé que ocultaba los mecanismos ocultos de su torso y una venda en los ojos que, con suerte, haría confiarse a algún oponente y desconcertaría a otros; los cabellos, orgánicos, eran plateados con tono azulado y la madera había sido tratada a lo largo de todo el cuerpo para parecer una mezcla biónica de piel de porcelana. Samuru estaba contento con el resultado final.

Añadiría a "Rouge" al nuevo pergamino de transporte para marionetas (que había adquirido días atrás, concentrando a todas ellas en un solo mecanismo) y procedería a limpiar el taller para dejarlo listo para su siguiente trabajo. Ahora quedaba arreglar a sus dos marionetas originales y empezar con la fabricación de las nuevas Kuroari, para quienes ya se veía lo suficientemente preparado como para comenzar a trabajar en ellas.
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El mismo día que terminara de fabricar a Rouge, Samuru se encontraría con más tiempo libre del que esperaba tener, causado por la anulación de una de sus últimas misiones asignadas, lo que por distintas razones le generaba cierta inquietud al respecto (En casos anteriores nunca había implicado nada bueno). En cualquier caso, el marionetista decidió que, en lugar de invertir tiempo en ponerse en la peor solución posible, lo más recomendable sería empezar con la remodelación y puesta a punto de su primera marioneta, Ren, la muñeca original que creó a lo largo de varias frías noches bajo la tutela de su primera maestra.

El titiritero extraería a la marioneta de su pergamino de contención, dejándola sobre la mesa central de trabajo mientras apartaba los harapos y telas desgarradas tras varios combates a lo largo de los últimos meses. Nada más exponer el cuerpo tallado, el titiritero pudo detectar varios problemas a simple vista, algunos en las articulaciones o mecanismos de unión, pero principalmente fragmentos de madera y pintura que se habían desprendido tras el uso y por el poco tiempo disponible para el mantenimiento.

- Lo siento Ran, últimamente no hemos tenido ni un solo instante para cuidarte; no tengo excusa - Comprendiendo que casi cualquiera que le viera hablar con su marioneta pensaría que estaba loco, e importándole bien poco, Samuru tomaría varios pinceles duros, empezando a remover las virutas de madera y polvo de las articulaciones de su marioneta, emitiendo también pequeñas cantidades de viento a presión (Controlado) mediante ninjutsu para retirar los fragmentos más complicados. Una vez limpiadas las partes más sofisticadas, el titiritero las engrasaría y cubriría con nuevas piezas protectoras, pasando tras ello a retirar la capa de pintura porcelanosa del cuerpo de madera y lijar las partes irregulares. Todo aquel proceso resultaba mucho más rápido y mecánico gracias a su última creación, Shin, cuyos brazos y núcleo de creación de marionetas flotaban sobre la mesa, reparando las partes más burdas del mecanismo y cambiando y puliendo las placas de madera más afectadas.

Al final, tras un par de horas, Samuru habría terminado (No sin la ayuda de Shin) con todos los detalles de mantenimiento, habría mejorado sus articulaciones y habría vuelto a pintar toda la pieza al completo, pasando tras su secado a colocar nuevamente las vestimentas de la marioneta (Que estaban ahí tanto para mejorar la apariencia como para ocultar ciertos mecanismos hasta que fuera demasiado tarde para sus enemigos).

Apariencia Completa


Contento con el resultado final de la restauración de su primogénita, Samuru cerró los ojos de la marioneta con sus propias manos, dejándola descansar unos segundos antes de, colocando el pergamino con cuidado sobre ella, volver a sellarla junto al resto de sus hermanos.
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Última modificación: 04-10-2023, 05:11 PM por Skuld Samuru.
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En ocasiones, cuando un artista se encuentra perdido en sus pensamientos, viéndose frenado por las capacidades que en ese momento lo limitan a que sus manos trabajen varias etapas por detrás de su mente, justo en el instante en que ve cómo un nuevo muro se alza ante él, es cuando debe mirar atrás...

Samuru había pasado nuevamente por un estado de bloqueo artístico unas semanas atrás. Impedido por lo que parecía una imposibilidad a la hora de reparar sus dos primeras obras propias (Shin y la caja) de lo que había resultado un error de planificación desastroso, el titiritero había caminado por un fino hilo como único soporte de perder la mente y caer a la locura... Legando a verse tentado con sustituir sus propias manos por lo que había definido como "herramientas más precisas", había sido capaz de recobrar un ligero atisbo únicamente por el fortuito colapso sensorial que le llegó en forma de desmayo por falta de sueño.

Cuando despertó, casi un día completo había pasado. Solo entonces se dio cuenta de que si su hermano no había entrado al taller a intentar parar su locura era por que debía estar demasiado concentrado en entrenamientos o misiones... O bien lo había intentado y su mente había borrado aquel recuerdo. Aquella posibilidad, la de haber borrado uno de sus únicos vínculos humanos actuales con semejante facilidad, le hizo sentarse y replantearse la manera de afrontar su trabajo. Al final, tras solo unos minutos de meditación, decidió que debía dejar de lado momentáneamente aquel tema.

Después de alimentarse, asearse y dejar ventilando un par de horas el laboratorio, volvió a encerrarse en el mismo, observando con cariño cada una de las piezas inconexas que habían surgido de sus múltiples intentos por replantear la fabricación de "Shin"

- De aquí podrían salir varias marionetas en lote... - Comentó para si mismo, como si intentara bromear al respecto de su locura - De aquí... ¿podrían salir varias marionetas en lote? - Al repetir una vez más su observación, ahora más como duda real, no necesitó ni un segundo antes de saber que era lo que tenía que hacer. Tocaba fabricar una nueva serie de marionetas; algo sencillo, eficaz, confiable y ante todo, humano; ahora comprendía que su principal "pecado" había sido alejarse de la humanidad, de la anatomía que la adaptación había otorgado a los seres terrenales; y lo más importante, había dejado de lado su fascinación más primordial por su arte, la belleza.

...

Pasarían varios días, uno por cada una de las cuatro marionetas que crearía, uno por cada cuarto de mente que recuperaba durante el desarrollo de aquella actividad auto curativa. Al final de los mismos, cuatro marionetas de funcionamiento sencillo colgaban del taller. Todas eran similares en proporciones, pues su base era el modelo más básico del primer Chikamatsu, pero cada una tenía detalles estéticos y anatómicos ligeramente distintos, otorgándolas a ojos de su padre un alma y personalidad completamente diferenciadas.

- Y ahora. Saturnalia, Catrina, Eid, Valentina; mis niñas... - Susurra con dulzura mientras eleva ambas manos en lo que parece el inicio de un abrazo - Vamos a dar una vuelta. Es hora de que deis vuestros primeros pasos.

Las cuatro muñecas empezaron a moverse casi al unísono, como entes que despiertan de un largo sueño, cayendo al suelo desde su soporte, observando cada una de sus piezas y moviendo todas sus articulaciones mientras luchaban por mantenerse en pie. Aquello era la peculiar manera de dar la bienvenida a sus nuevas creaciones que el Skuld siempre había tenido; ¿para qué realizar movimientos aburridos mientras exploras las posibilidades móviles de tus creaciones cuando puedes darles vida desde el primer momento? En su mente, aquellas cuatro criaturas estaban tan vivas como cualquier otro ser terrenal... Era fácil ver que no había salido tan impune de su breve vistazo a la locura.
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Última modificación: 08-10-2023, 05:10 PM por Skuld Samuru.
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Entre dos misiones relativamente tranquilas, Samuru sacó algo de tiempo para ponerse a mejorar la apariencia y facultades de su segundo modelo Kuroari. El primero, Ashura, se encontraba algo deteriorado, y posiblemente empezaría con su mantenimiento en los días posteriores; pero el segundo que había fabricado estaba exclusivamente basado en la apariencia del modelo original, y aquello se le hacía... "pobre".

Comenzaría por desmontar por completo al títere y pulir cada una de sus piezas, rememorando su mecanismo y el funcionamiento del mismo, así como, más importante, hasta donde daría la comprensión y expansión de las mismas en caso de un modelo más "humanoide.

El diseño de su marioneta ya lo tenía pensado. Así como Ashura era un combatiente humano algo más demoníaco y barbárico, ahora deseaba a un segundo guerrero algo más templado y de aspecto noble, que contrastara y se sincronizara adecuadamente con su primer Kuro. Así pues, tras unos cuantos días diseñando el aspecto final, acabó dibujando unos planos generales que cumplían con lo que tenía en mente:

Boceto | Apariencia final


Comenzaría con el rostro, una pieza que, de no ser por el torso, se trataba del elemento más complicado de la marioneta; originalmente, Kuroari es un modelo de rostro alargado, pero por suerte para Samuru, este ya había resuelto el problema del espacio extra con Ashura, al utilizar el conducto hueco del cuello como parte del espacio asignado para el rostro (El modelo Kuroari normalmente no tiene o no da importancia al cuello). Tras ello, una vez cincelado el rostro que deseaba, memorizó su aspecto y le dio los últimos detalles al mismo con ayuda de Shin, aprovechando el haber sacado a su principal herramienta de producción para crear los seis brazos y dos piernas del títere.

Poco después y tras un único descanso para beber algo, procedió a organizar las piezas del torso, centrándose principalmente en cómo y de que manera ocultar el excesivo espacio torácico del modelo Kuroari en una marioneta algo más "elegante" como era aquella en la que estaba trabajando. Al final, optó por planchas tratadas con un procedimiento especial que las daban una ligera flexibilidad a la hora de doblarse, sin perder su resistencia original y mucho menos su robustez una vez cerrado el ataúd. Además, dejó ropas ligeramente más anchas en la parte que cubría la zona afectada, ocultando así un torso más ancho de lo que sería esperable en una figura de ese calibre. Tras aquello, solo quedaría proceder a diseñar el resto de las "decoraciones" y elegir el armamento inicial con el que sería equipado.

Al final, en un espacio en donde se incluiría el tiempo para descansos y paradas para nutrirse, Samuru terminaría con la remodelación del segundo Kuroari en menos de dos días (Gracias en gran parte a la inestimable ayuda del sistema de reparación y reconstrucción de Shin), sobrándole algo de tiempo para "jugar" con su nuevo niño, acostumbrándose a su rango de acción antes de sellarlo junto al resto de sus hermanos y proceder a marcharse a conseguir algo de dinero con su otro medio de vida... No quería llegar tarde a la cita nocturna que le habían fijado.
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Última modificación: 10-10-2023, 10:27 PM por Skuld Samuru.
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Al día siguiente de terminar con la construcción de Samsara, Samuru se encontró en la tesitura de, a causa de múltiple citas anuladas, tener tiempo libre y no saber en qué aplicarlo. Como aún no le había llegado a la mente ninguna idea realista para la forma de su tercer y último modelo Kuroari, decidió que era hora de darle un repaso al que había sido el primero de todos, Asura.

Empezaría por despejar el taller de piezas extra y restos de anteriores creaciones (Tornillería sobrante, manos descartadas, serrín...) para luego activar a Shinigami no Hoyo y dejarlo con su sistema centrar activado flotando justo en el centro de la sala. El siguiente paso sería invocar a Asura, sin aplicarle hilo alguno, y extender su cuerpo sobre la mesa del taller, comenzando así con la exhaustiva revisión de todas y cada una de las piezas que lo conformaban. Separaría brazos, piernas y cabeza del torso principal, pasando a revisar la calidad de su diseño y si había algún recoveco, grieta o juntura que no hubiera funcionado como debía. El resultado final era adecuado; algunas pieza tenían grietas o imperfecciones productos de misiones o combates anteriores, pero nada fuera de lo esperado.

Sin pensarlo mucho más, Samuru activó el mecanismo de reparación de Shin, redirigiendo su chakra al mismo para empezar a reparar cada una de las piezas con relativa rapidez, aprovechando el proceso para añadir pequeñas mejoras al armamento y los huecos para los mecanismos. Debía dejar a Asura como mínimo a la altura de su nuevo hermano, de modo que pasaría las siguientes horas centrado en el perfeccionamiento de cada una de las piezas del mismo.

ASURA

Unas horas más tarde, Kuroari Asura ya se encontraba completamente restaurado y mejorado. Sus mecanismos habían sido reforzados adecuadamente, optimizando espacio y versatilidad; al mismo tiempo, su contenedor interno, ahora algo más oculto, mantenía su resistencia y flexibilidad pese a ser menos perceptible en funcionamiento e incluso existencia. Gracias a la inestimable ayuda de Shin, la mayoría del tiempo había ido dirigido al pulimiento y refinamiento de los rasgos físicos y faciales de la obra; los mecanismos y pliegues habían sido arreglados en unos pocos minutos mediante la activación del dispositivo central del Shinigami, a costa de una estimable cantidad de chakra, pero con una ganancia de tiempo inestimable para el titiritero.

Una vez agradecida la ayuda al Shinigami, Samuru lo volvió a sellar en el pergamino Chikamatsu. Hecho esto, se acercaría al cuerpo aún inerte de Asura, ahora con un nivel de restauración similar o superior a su aspecto original, y colocando de manera teatral una mano sobre el rostro durmiente del guerrero, movería un único dedo - Álzate - Susurraría en tono imponente, al tiempo que la marioneta sufría un repentino espasmo, re-ensamblando los brazos, piernas y cabeza que aún se encontraban desconectadas del cuerpo.

Asura se pondría en pie con naturalidad, observando cada una de sus seis manos mientras las abría y cerraba con lentitud, pero con fuerza; hecho esto se pondría en pie, pisando con firmeza mientras adoptaba una posición casual de combate mano a mano... Tras tres segundos de posición estática, el guerrero comenzó a lanzar puñetazos al aire, primero con relativa lentitud, en una serie de uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y repetir; pero tras las dos primeras cadenas, comenzó a acelerar el rimo, primero hasta igualar la velocidad individual por golpe de su titiritero con cada uno de sus brazos, lo que implicaba que en un combate directo con el mismo, este ya se vería con absurdas complicaciones para no recibir un par de golpes por abatida... Luego aceleraría aún más, hasta alcanzar la capacidad máxima de manipulación del titiritero en menos de cinco segundos, mostrando una capacidad combativa en cada uno de sus seis brazos contra la que su propio maestro se habría visto en serios problemas... Y eso hacía sonreír al mismo.

Unas horas más tarde, Kuroari Asura ya se encontraba completamente restaurado y mejorado. Sus mecanismos habían sido reforzados adecuadamente, optimizando espacio y versatilidad; al mismo tiempo, su contenedor interno, ahora algo más oculto, mantenía su resistencia y flexibilidad pese a ser menos perceptible en funcionamiento e incluso existencia. Gracias a la inestimable ayuda de Shin, la mayoría del tiempo había ido dirigido al pulimiento y refinamiento de los rasgos físicos y faciales de la obra; los mecanismos y pliegues habían sido arreglados en unos pocos minutos mediante la activación del dispositivo central del Shinigami, a costa de una estimable cantidad de chakra, pero con una ganancia de tiempo inestimable para el titiritero.

Una vez agradecida la ayuda al Shinigami, Samuru lo volvió a sellar en el pergamino Chikamatsu. Hecho esto, se acercaría al cuerpo aún inerte de Asura, ahora con un nivel de restauración similar o superior a su aspecto original, y colocando de manera teatral una mano sobre el rostro durmiente del guerrero, movería un único dedo - Álzate - Susurraría en tono imponente, al tiempo que la marioneta sufría un repentino espasmo, re-ensamblando los brazos, piernas y cabeza que aún se encontraban desconectadas del cuerpo.

Asura se pondría en pie con naturalidad, observando cada una de sus seis manos mientras las abría y cerraba con lentitud, pero con fuerza; hecho esto se pondría en pie, pisando con firmeza mientras adoptaba una posición casual de combate mano a mano... Tras tres segundos de posición estática, el guerrero comenzó a lanzar puñetazos al aire, primero con relativa lentitud, en una serie de uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y repetir; pero tras las dos primeras cadenas, comenzó a acelerar el rimo, primero hasta igualar la velocidad individual por golpe de su titiritero con cada uno de sus brazos, lo que implicaba que en un combate directo con el mismo, este ya se vería con absurdas complicaciones para no recibir un par de golpes por abatida... Luego aceleraría aún más, hasta alcanzar la capacidad máxima de manipulación del titiritero en menos de cinco segundos, mostrando una capacidad combativa en cada uno de sus seis brazos contra la que su propio maestro se habría visto en serios problemas... Y eso hacía sonreír al mismo.
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Última modificación: 13-10-2023, 11:15 AM por Skuld Samuru.
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Amanece en Konohagakure, aunque los rayos del sol solo pueden intuirse entre las densas nubes que cubren el cielo. Las calles, normalmente plagadas de un ensordecedor bullicio de gente que viene y va, se ven cubiertas ahora por el constante sonar de la lluvia que cae contra los edificios y la calzada. La gente corre de un lado a otro cubiertos con paraguas y chubasqueros, tratando de pasar el menor tiempo posible bajo la tormenta.

En uno de los ventanales del distrito shinobi, un joven está bebiendo tranquilamente de su taza de té mientras observa el ir y venir de los pocos que se atreven a aventurarse bajo la tormenta. Samuru era el primero que tenía varios planes para aquel día, pero dado que todos dependían de la posibilidad de ser ejecutados al aire libre y con un buen clima... todos han quedado anulados.

Al terminar su desayuno improvisado, el titiritero se dispone a lavar la cubertería utilizada, así como el recipiente para el té. Mientras hace aquello, sonríe plácidamente, tranquilo tras las últimas buenas noticias que ha recibido de parte de la aldea (Las primeras en mucho tiempo), en donde se le informa de que se le ha concedido finalmente el ascenso a Chunnin, implicando que, en unos días, podrá retomar el control de su vida, empezando a hacer planes para su desarrollo y el de su hermano en aquel lugar que, con suerte, dejará de intentar mandarlo a la muerte... Y pasará a mandarlo a misiones que, de no resolverse adecuadamente, podrían acabar con el muerto.

- Es un comienzo... - Murmura para si mismo mientras termina de secar el último utensilio utilizado en lo que, al menos para el, es parte de la experiencia de crear un té perfecto.

Tras esto, camina a la estantería central del salón y, lanzando un hilo de chakra por entre los libros, activa el mecanismo de cierre que le permite apartar aquel mueble como si de una puerta se tratara, dándole acceso a su taller privado. Una vez cerrada la puerta a sus espaldas, enciende las luces que le rodean y permanece observando a la marioneta que cuelga inerte e incompleta en el centro de la sala: Se trata de su tercer y último modelo Kuroari, una marioneta humanoide con dos piernas y seis brazos que, por mera decoración, parece llevar un par de cuerpos en forma de corona en la cabeza "¿Demasiado poco sutil? Bueno, tu labor no es pasar desapercibido precisamente...". Sonriendo, activa a su marioneta de apoyo, Shin, para continuar con la fabricación y configuración de las piezas básicas y recipiente del títere, al tiempo que él se dedica a pulir cada uno de los detalles estéticos y mecánicos, mucho más meticulosos, de aquella pieza.

- Nada es perfecto; Todo puede y debe mejorarse - Murmura en lo que se ha convertido en un mantra personal, al tiempo que pule un par de mecanismos cuyo encaje tenía un milímetro de fluctuación indebida - A partir de ahora no tendré tanto tiempo para mirar vuestro interior así que... Es el momento de prepararos para todo lo que pueda estar por venir.

Continúa con su trabajo, deslizando sus manso en lo que casi podrían parecer cuidadosas caricias, de no ser por el instrumental de tallado y cincelado que maneja con las mismas. Al cabo de unas horas, ha terminado de dar los retoques finales a su obra, que ahora se encuentra suspendido con todas sus extremidades estiradas, como si se tratara de una araña disecada. El titiritero sonría y, tras ocultar a Shin en su pergamino, lanza un par de hilos a su nuevo niño, haciendo que se libere de sus ataduras y caiga con violencia al suelo, en donde todos y cada uno de sus piezas y mecanismos comienzas a crujir, como si avisaran de su despertar, el proceso de acomodarse a su nuevo cuerpo, antes de pasar a moverse sin emitir sonido alguno.

- Álzate.

Asmodeo, que es el nombre del nuevo títere, permanece estático, casi relajado, observando a su maestro a través de sus inertes ojos, con la característica gran sonrisa que le ha sido tallada en el rostro... Y Samuru lo siente, sabe que su mentalidad a la hora de crear a este último títere lo ha hecho más despiadado y sangriento que al resto de los modelos Kuroari; en donde Ashura encuentra placer al combate, Asmodeo lo halla solo al dañar al enemigo; Y mientras Samsara parece ser un recipiente pacífico y calculador, el tercer títere emite en todo momento deseos de matanza; Pero todo aquello solo logra que su creador sonría aún más.

- Tranquilo pequeño... No pasará mucho tiempo antes de que podamos cubrir tus necesidades especiales.
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Benishikei

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Konohagakure no Sato | 7 Octubre - 15 D.K.
Después de "Protección de la fase final"

- Hogar dulce hogar... - El eco de la voz de Samuru retumbaría en las oscuras paredes de su hogar, abandonado durante una cantidad de tiempo sin determinar... En general prefería no volver por casa; desde que Riku empezara a hacer misiones por su cuenta -antes de haber tenido tiempo real para entrenarlo- no solía haber nadie esperándole a la vuelta. Aquella sensación de soledad, que antaño casi habría añorado para obtener algún preciado instante de felicidad, ahora le asaltaba con preocupaciones y pensamientos vacíos, que le llevaban a preguntarse si, conocedores de su habilidad actual, la aldea había optado por darle prioridad e intentar "desvincularlo" de su lastre; tal y como trataron de hacer con él en el pasado.

Dejando a un lado aquellos pensamientos intrusivos, Samuru se dirigiría a la biblioteca del salón, lanzando un hilo de chakra a través de los recovecos que esta ocultaba, hasta que un ligero "click" pudiera oírse entre el eco de la estancia. Casi de inmediato, la estantería comenzaría a separarse del muro, deslizándose a un lateral sin producir ruido o rozadura alguna... Samuru entraría sin pensarlo dos veces, dejando que la estancia se cerrara a su espalda, hasta que con un suave susurro la casa volviera a parecer tan abandonada como el principio.
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Varias horas más tarde, en el interior de lo que quedaba de su taller -Pues estaba en proceso de trasladarlo al sótano del "Golden Lotus"- el titiritero se encontraría dando los últimos aspectos necesarios al cadáver con el que se había hecho durante la protección de la fase final del puente Naruto Uzumaki. El cadáver de un Inuzuka que, tras probablemente haber abandonado la aldea sin pudor alguno -algo que, realmente, el marionetista podía entender- acabando por perder su vida a manos del grupo que se había encargado de la misión... Y por tanto en las manos del único "Konohaniense" del lugar. Una serie de afortunadas coincidencias. Ahora, tras haber vaciado su interior y transformado sus características únicas en recovecos y mecanismos... Ni si quiera sus padres podrían reconocerle, pues el artista se había ocupado de alterar lo suficiente su rostro y aroma -ahora a sangre y madera- hasta que cumpliera los requisitos de belleza que imponía al resto de sus creaciones... Y ahora, solo quedaba desarrollar y perfeccionar los conductos internos de chakra, para que aquella creación fuera capaz de aprovechar el organismo basado en chakra que lo formaba, así como las peculiaridades de su sangre.
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Pasarían las horas e incluso algún día, pues transformar los conductos mediante el procedimiento necesario, para preservar así las habilidades del huésped original, no era un trabajo sencillo. No se trataba de falta de habilidad, si no de la completa necesidad de una perfecta precisión en cada uno de los pasos a seguir... Al final, para la puesta de sol del tercer día -entre los cuales Samuru se había permitido descansos para recuperar sueño y alimentarse- el cuerpo estaba completamente preparado para los últimos pasos. Ahora solo quedaba la parte fácil, alimentar los circuitos especiales del torso.

Reclamando la asistencia de Shin -su fiel mecanismo de reconstrucción, que antaño había intentado convertir en una marioneta completamente funcional- empezaría a usar la decena de brazos que esta poseía para, controlados por sus hilos de chakra, tomar las múltiples herramientas que aún aguardaban en aquel lugar y que más tarde empaquetaría para trasladar al Hostess y comenzar a fabricar el constructo de chakra, mientras forzaba a la memoria artificial de Shin para memorizarla completamente, en caso de que debiera ser reconstruida en el futuro.

Se trataba de un sistema de giro dinámico, acoplado a un ventilador con un filtro anclado a los hilares de la marioneta. Aquello, en teoría, le permitiría usar el sistema olfativo del Inuzuka para rastrear a presas y recibir la señal por sus hilos; además, el cuerpo estaba preparado para soportar las técnicas de taijutsu más exigentes, gracias a la gran preparación física que había recibido el ninja durante todo su crecimiento "Una pena. Habría sido interesante conocerlo en vida. Siempre es interesante conocer las razones que llevan a esta gente a convertirse en meras bestias... Es importante conocer los fallos de las demás, para no cometer los mismos". Con este último pensamiento aun flotando en su mente, cerraría la carcasa central de su nueva creación, trayendo así "de vuelta" al guerrero que alguna vez fue, ahora, bajo el nombre de "Raijinu" un nombre quizás algo infantil, pero que le resultaba apropiado para la situación.
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Al día siguiente, después de un merecido descanso, el titiritero terminaría de cargar los mecanismos y artilugios de su taller entre sus pergaminos, abandonando definitivamente aquel hogar para siempre, no sin antes eliminar cualquier rastro de que algún tipo de taller hubiera existido. Dejaría una nota a Riku indicándole que los tres siguientes meses de alquiler estaban pagados, desconocedor de cuando volvería este a casa, invitándole a acompañarle en el nuevo hogar que había construido en Ciudad Shukuba... Y aunque la esperanza en ese aspecto era cada vez menor, en el fondo esperaba que todo saliera bien de alguna manera.

Pero ahora, era momento de seguir un nuevo camino.
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