[Navidad] La melodía secreta del invierno
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25 de diciembre, 15 D.K
País de las Aguas Termales.

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Desde los Reinos del Sur hasta el País del Rayo, alcanzando los rincones más lejanos del gran continente, el espíritu navideño cierne su manto festivo sobre todas y cada una de las naciones.

Al noreste del País del Fuego, rodeado por un pintoresco paisaje invernal, el pueblo se despliega como las páginas de un libro de cuentos navideño. Los copos de nieve danzan gráciles en su caída débil pero constante sobre las calles y los techos de tiendas y casas, cada una adornada con decoraciones festivas que destellan con el brillo intermitente de las luces de colores. 

Aún es de tarde pero, como es habitual durante el invierno, el sol se ocultará temprano en el horizonte. En el centro del pequeño poblado turístico un pintoresco mercado cobra vida, con puestos que ofrecen golosinas caseras, adornos artesanales y encantadores souvenirs. El dulce aroma de la canela y galletas de jengibre recién horneadas flota en el aire desde tiendas y panaderías, atrayendo a los visitantes a deleitarse con deliciosas golosinas festivas y por qué no, una taza de té o chocolate caliente.

En el centro del pueblo un majestuoso árbol de Navidad se alza sobre la escena, adornado con relucientes adornos y rodeado de locales y turistas alegres que disfrutan de la atmósfera mágica de la navidad. Algunas personas aprovechan la espesa nevada de la noche anterior para levantar divertidos y originales muñecos de nieve y, por qué no, también tumbarse en el suelo y crear simpáticas figuras de ángeles. Otros disfrutan de las aguas cálidas y sanadoras de los baños termales, el principal atractivo turístico del país.

En la plaza, cerca del árbol, un gran letrero llama la atención de los presentes invitándoles a participar de un concurso que se celebrará más tarde, donde se pondrán a prueba la creatividad y las habilidades. Para los interesados en inscribirse, junto al cartel hay una mesa con una libreta a la que pueden acercarse y escribir sus nombres. ¿El premio para el ganador? ¡Una caja misteriosa!




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Última modificación: 23-12-2023, 06:00 AM por Shiga Yuta.
Era la primera vez que Yuta estaba fuera de su hogar en Iwagakure. Bueno, había estado en aldeas cercanas, pero esta vez era la que había estado más lejos de su hogar con una abrumadora diferencia. Los ojos de la niña se abrían de par en par, iluminándose como si una pequeña estrella del firmamento se posara en cada uno de ellos, mientras observaba la ciudad ornamentada e iluminada acorde a la festividad. La gente se movía por la ciudad de forma alegre y exaltada, en especial los niños. Además, había un imponente árbol que se alzaba al final de la calle como un faro de luz que transmitía calidez a todos aquellos que lo observaran, cautivando a las personas hasta tal punto que una gran congregación de gente simplemente estaba reunida a su alrededor contemplándolo.

La jovencita estaba incrédula ante la situación mientras se aferraba a unos papeles que portaba entre sus manos, llegando incluso a arrugarlos un poco sin querer. Y no era para menos, dado que la oportunidad de estar en un lugar como ese, siendo una genin apenas graduada hace unos pocos días y en una situación económica deplorable, era impensable para ella. Pero el caprichoso destino la llevó a ganar una rifa que se celebraba en el distrito comercial de Iwa. Con cada compra, te daban un boleto. Se puede decir que Yuta fue muy afortunada, ya que tan solo había tenido dos boletos para el concurso. Uno cuando se compró el kit de portakunais y otro cuando se compró el porta utensilios para el día del examen de graduación. En el primero le tocó un paquete de pañuelos de papel, y en el segundo, el segundo premio: un viaje con todos los gastos pagados a las aguas termales por Navidad. El primer premio era un viaje a un resort en una isla paradisiaca.

Ciertamente, por una parte quería explorar toda aquella zona comercial, pero el viaje le cubría la estancia y los baños termales, no cualquier cosa que quisiera comprar, así que debía ser muy cuidadosa con sus miserables 50 Ryos. Pero precisamente por eso tenía muy claro su primer objetivo, algo que no había experimentado en su vida: un baño caliente. No es como si la chica no se lavara, ni mucho menos, pero digamos que siempre había sido con agua fría, incluso en ríos. Su padre le decía de pequeña que era una forma de cultivar su espíritu, sobre todo cuando tocaba hacerlo en invierno.

Enseñando el boleto a la gente de la calle, buscando a alguien que fuera residente del lugar y no otro turista poco orientado, acabó siendo guiada hacia las cercanías del inmenso árbol decorado, ya que los baños termales del viaje estaban en un edificio adyacente a la plaza en la que se erguía la imponente decoración navideña. Justo cuando estaba pasando por el lado del árbol, se fijó en el cartel grande que anunciaba un concurso. Escuchó de una pareja que justo salía de apuntarse que la inscripción había sido gratuita, activando así un instinto automático de Yuta que la impulsó hacia la mesa al lado del cartel para informarse. Al parecer, era un concurso que se haría más tarde y, efectivamente, la inscripción era gratuita. No tuvo ningún tipo de duda y se inscribió de una.

— Creo que con solo ganar el viaje ya consumí toda mi suerte por diez años, pero si es gratis, shahaha — Pensaría para sus adentros la joven.

Se alejaría de la mesa tras dejar su nombre "Shiga Yuta" anotado en la libreta. Pero como sería más tarde y tenía tiempo, retomó su objetivo original: disfrutar del primer baño caliente de su vida y, de paso, quitarse un poco del cuerpo el frío que estaba sintiendo al verse expuesta a la nevada, aunque suave, que estaba cayendo. A Yuta no le agradaba mucho el hielo o la nieve, le causaba una sensación de hibernación. Y así fue como ingresaría a la recepción de los baños termales que le habían indicado que eran los correspondientes a su boleto, aunque ni siquiera se paró a leer el cartel del lugar de la emoción que tenía.

Resumen
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Una vez más había llegado una de mis fechas favoritas, no por la festividad y lo que ello implicaba, si no por el clima, la estación, el frio y lo mas importante... la nieve.

Siempre he sentido que la nieve tiene algo especial, como si fuera algo puro y mágico, de las pocas cosas que puede sacarme una sonrisa porque si, ver nevar, sentir los fríos copos de nieve caer en mi cara, sentir ese frio punzante.

Para mi madre estas fechas eran algo más especial dado que mi nacimiento se daba unos días antes de estas fiestas, tal vez por eso siento esa conexión con la estación y el frio o quizás es por como soy, quien sabe.

Mientras paseaba por las calles del pequeño pueblo me invadían imágenes del pasado, de cuando era pequeño y mi madre siempre me llevaba de viaje a sitios como este, impregnados de la fiesta navideña como a ella tanto le gustaba, a mi con solo ver nieve ya estaba contento. No siempre veníamos a esta parte del mundo, un año fuimos al país de la nieve y aunque suene mal siendo un miembro de la villa de la Niebla tengo que decir que el país de la Nieve es mucho mas bonito en cualquiera fecha del año.

De repente algo me saca de mis pensamientos, de ese viaje por la infancia, de un pasado que no podrá ser nunca más, la cegadora luz del gran árbol en el centro me devuelve al mundo.

-Tskk, que desperdicio – comento para mi al ver tal envergadura del árbol lleno de adornos y luces por todos lados.

Entiendo que le guste a la gente, pero no a mi, tantas luces y el tener que sobrecargar un árbol tan bello con esos adornos me parecía estropearlo. Todavía me pregunto que hago aquí, tal vez es por nostalgia o porque es una tradición en mi familia, el viajar a algún país pequeño en estas fiestas para disfrutarlas juntos.

En familia, eso quedó atrás, pero aquí estoy, en este sitio, concretamente en uno de los sitios favoritos de mi madre en navidad, a ella le habría encantado estas decoraciones y el gran árbol, pero lo que a mi me gustaba de este sitio era otra cosa, tal vez por eso estoy aquí.

Aunque mi condicion monetaria es baja pude ahorrar lo justo para permitirme el viaje y poco más, los escasos Ryos que me quedaban iban a ser destinados para otra cosa.

Lo primero ha sido una taza de té caliente mientras paseo por el mercado en busca de mi objetivo, la verdad es que estoy un poco perdido ya que la aldea está un poco cambiada y hay mucho trasiego de gente.

Los muñecos de nieve y los niños tirados en la nieve me recuerdan a mi con su edad, me encantaba jugar con la nieve, las guerras de bolas, hacer muñecos y rodar por la nieve, de repente me viene a la mente mi madre enfadada por volver todo mojado y con un buen resfriado, esa cara si que me daba miedo.

Tras tomar un largo sorbo del té me fijo en que mientras andaba absorto en mis pensamientos mi cuerpo de forma automática parecía recordar mi finalidad ya que de repente me hallo delante de las aguas termales, el lugar mas tranquilo y relajante de todo este sitio.

Tras terminar mi bebida con un largo sorbo que aleja todo frio de mi cuerpo me adentro en los baños termales.

- Felices fiestas y bienvenido a nuestros baños termales – exclama con cierta alegría la recepcionista del lugar, la cual va con un gorro rojo característico de la fiesta.

- Felices fiestas también – mi voz es bastante mas calmada y serena que la suya.

- Tenemos una oferta especial por ser Navidad, así que pase y disfrute la estancia – sigue sonriendo, es normal, es parte de su trabajo y la muchacha lo hace bien.

Simplemente veo los nuevos precios y agradecido por esa oferta procedo al pago e ingresar en la parte de hombres de los baños.

Mi objetivo era estar tranquilo, despejar mi mente durante un rato y ordenar mi cabeza, ese es el propósito de mi viaje, simplemente relajarme, pero una vez entro a la zona de los baños me doy cuenta de que incluso estas fiestas afectan a este sitio.

Demasiada gente, demasiada gente hablando, riendo, lo mismo que podrían estar haciendo en algún bar pero aquí, en un lugar de relajación y tranquilidad pero ese es uno de los problemas que trae cuando haces una oferta tan buena en estas fechas, que todo el mundo viene aquí. Aun así busco un lugar apartado del barrullo y entro en el agua.

- Esto es el verdadero placer – digo para mis adentros mientras siento como mi cuerpo cansado tras el viaje empieza a calentarse.

No se cuanto rato había pasado, simplemente cerré los ojos durante un rato, ignorando el ruido de alrededor, en eso soy un experto, todos los días medito antes de empezar y el ruido no era un problema para mi, si no un reto para intentar concentrarme con tanto ajetreo.

De repente una pequeña ola de agua me golpea en la cara sacándome de mi estado, había perdido la noción del tiempo y la gente que había allí era diferente, incluso había niños.

- ¿Pero que demonios? - veo que el causante de sacarme de mi estado es uno de esos niños tirándose en bomba al agua, el cual obviamente no se dio cuenta de que estaba molestado, creo que es el momento de irme, mi cuerpo ya se encontraba relajado y descansado del viaje.

Con cierta prisa salgo de ese sitio sin antes darle las gracias a la recepcionista ya que al salir me invita a una pequeña taza de té para el frio de la calle, se ve que no me conoce pero no voy a rechazar la bebida.

Ahora tocaba mi siguiente objetivo, comprar algún souvenir, una de las tradiciones de mi madre, siempre llevarse un recuerdo del lugar aunque lo hayamos visitado varias veces.

Mientras buscaba algo interesante en los puestos del mercado me fijo en un gran cartel, un concurso, no dice de qué, simplemente que pone a prueba nuestras habilidades, tal vez es un buen momento para entrar en calor de verdad y quien sabe, a lo mejor ese premio es el souvenir perfecto.

- Espero que se anime esto – le comento al señor de la inscripción una vez apunto mi nombre en la lista de participantes.


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La recepción de los baños termales era muy amplia y limpia. Se notaba que le daban un buen mantenimiento al lugar. Los adornos y luces también decoraban el interior del edificio, dando también aquel ambiente navideño lleno de júbilo y jolgorio. Y cómo no tener un ambiente jubiloso si el lugar estaba ligeramente abarrotado de personas. Ya en la propia recepción se apreciaban un elevado número de clientes que estaban saliendo de los baños, tomando alguna bebida caliente o haciendo un poco de tertulia antes de entrar.

La pequeña miraría el boleto que tenía entre las manos antes de comenzar a avanzar hacia la recepción, dándose cuenta de que lo había arrugado un poquito. Así que intentaba estirarlo para que se pudiera leer bien de nuevo su contenido. Perdiendo así su atención y percepción del entorno mientras avanzaba hacia el mostrador donde estaba esperando uno de los trabajadores, pero por el camino chocaría por un momento con un joven de cabellos blancos que, a diferencia de ella, eran de un tono puro e inmaculado como la nieve. Yuta quedó pasmada por un momento hasta que se dio cuenta de que se había chocado por su culpa.

— Ohhh, discúlpame, estaba un poco distraída — juntaría sus manos por encima de su frente mientras agachaba la cabeza pidiendo perdón al chico.

Tras lo cual, si no le decía nada, seguiría su camino hacia la mesa de la recepción como tenía planeado. Yuta se dio cuenta de que el mostrador estaba un poco alto, porque prefería no pensar que ella era demasiado bajita. Así que intentó llamar la atención de la recepcionista enseñándole el boleto.

— Disculpe, gané la estancia en las aguas termales en Iwagakure, tengo aquí el boleto — agitaría un poco el vale para que la mujer se fijara en él.

Entonces la recepcionista se incorporó un poco para poder hablar mejor con la niña sin que los objetos que tenía sobre el mostrador supusieran algún obstáculo visual y extendería su mano para tomar el boleto con el fin de revisarlo.

— Sí, por supuesto, nos llamaron de que el transporte había llegado a la ciudad, solo déjeme comprobar el resguardo, señorita — no hubo resistencia alguna por parte de Yuta a que tomara el vale.

— Pues efectivamente parece que todo está en regla — expuso tras revisar por unos momentos el documento.

Entonces le devolvería a la niña el resguardo que testificaba que había ganado el concurso con la estancia pagada. Tras lo cual se giraría un momento hacia un armario en el cual había múltiples llaves colgadas, las cuales tenían una placa de madera con una numeración a modo de llavero. Tomaría dos llaves, una de las llaves, y se la extendería a Yuta.

— Tu habitación será la número 14 al final de la primera planta y podrás disponer de acceso pleno a las termas durante tu estancia — le explicaría la mujer, aunque ya le habían avisado cuando ganó el premio que incluía.

— Muchas gracias, señorita — respondería Yuta con educación, pero sin poder esconder la emoción en su rostro.

La pequeña shinobi subió por las escaleras alejándose del bullicio de la gente que había por la primera planta, puesto que allí se aglomeraban muchos ciudadanos de la ciudad y personas que se hospedaban en otros alojamientos ajenos a las habitaciones de las que disponía. Lo cual daba un cierto respiro de tranquilidad para ir a su dormitorio a dejar las pocas cosas que traía consigo, que prácticamente eran las puestas.

En la estancia encontraría una bata de las termas para bajar a darse un baño, junto a un cuenco de madera con todo lo necesario para los baños cortesía del lugar. Sin duda, un buen servicio para aquellos que se alojen en las propias termas. Y precisamente ella tenía su objetivo en mente muy claro, bajar a darse un baño caliente antes de salir a explorar la festividad.

Yuta se cambiaría rápidamente sus holgados ropajes por el yukata modesto que ofrecía el lugar para bajar a las termas, el cual le iba grande para variar y notaba cómo por la zona del pecho la tela quedaba demasiado suelta. Pero por otro lado le gustaba ese tipo de ropas porque se la podía colocar y cerrar, algo que puede sonar obvio y tonto, no obstante para alguien con unos imponentes cuernos como ella, muchas prendas le eran imposibles de poner, por el mero hecho de que si la ropa tenía que pasar por su cabeza no lograría que superara el umbral de aquellas grandes formaciones óseas. Así que algo como un yukata era muy de su agrado.

Bajando de nuevo a recepción como un cohete, con todo listo para ir al baño, se volvería a dirigir hacia el mostrador para una consulta rápida con la recepcionista.

— ¿Disculpe, pero tienen algún baño al aire libre? — preguntaría la chica con sus ojos brillantes de emoción y anhelo.

— Sí, precisamente tenemos unos. Si sigue el pasadizo con las paredes de madera, justo es un baño que ahora está siendo poco concurrido — le indicaría la mujer.

— ¡Muchas gracias! — respondería Yuta eufórica, saliendo corriendo hacia las termas.

— Pero señorita, espere, hay una cosa... — la recepcionista intentó avisarla de algo, pero la emoción de la muchacha era demasiado impulsiva.

Si la chica se hubiera parado un momento a terminar de escuchar, se habría enterado de que uno de los motivos por los que ese baño era poco concurrido era porque se trataba de un baño mixto, es decir, que podían entrar hombres y mujeres al mismo tiempo. Esto se debía a que era el único baño exterior que disponían con agua caliente y había quienes encontraban un gran atractivo en darse un baño cálido en invierno, viendo el vapor salir de la superficie del agua mientras, como contraste, la nieve se deposita delicadamente en los alrededores de la fuente termal. Era una experiencia de la que Yuta había escuchado hablar por parte de su padre y quería vivirla por sí misma.

Resumen
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- Ohhh, discúlpame, estaba un poco distraída - 

- No pasa nada pequeña – le comenté rápidamente mientras seguía mi camino afuera de los baños termales.

Ya me había inscrito al concurso y aunque todavía quedaba un rato hasta que empezara así que tenía tiempo para dar una vuelta por el pequeño mercado que estaba en torno al gran árbol de navidad.

Ahora que lo pensaba tal vez había sido demasiado brusco con aquella chica en los baños termales, bueno, si me la encontraba de nuevo le pediré una disculpa como debe ser, de mientras andaba por los puestos, tenía que matar el tiempo hasta que se animara un poco más y empezara ese concurso.

De repente una melodía empezó a sonar, un pequeño grupo de personas se estaba empezando a agrupar alrededor de una pareja, la causante de esa canción.

- Esta canción me suena – sonrío al reconocer esta melodía.

No recordaba que fuera una canción de este sitio o navideña, pero es verdad que esta melodía no era la primera vez que la escuchaba, mi madre era una apasionada de la música y era una gran artista de la shakuhachi.

Mientras andaba hacia la multitud mi mano ya tenía la shakuhachi en la mano y mientras cerraba los ojos intentando recordar la posición de los dedos y la canción de repente me dejé llevar y cuando quise darme cuenta estaba a un lado de los músicos acompañándoles con la flauta, aunque esta no era de bambú, si no de algo mas "especial".

Es irónico viniendo del clan del que provengo, pero cuando mi madre enfermó tomé prestado su instrumento, desde pequeño esa shakuhachi me fascinaba, sobre todo por el color perlado y blanco. Ella decía que era un regalo familiar, nunca le pregunté como alguien podría haber echo una flauta a partir de un hueso... tampoco tuve tiempo para preguntarle, hay tantas cosas que se quedaron en el aire.

No podía pararme a pensar en que tanta gente me observaba, no solo a mi claro, si no a los músicos los cuales al escucharme aparecer uno de ellos con un gesto me invitó a su lado, yo con la Shakuhachi, él con el Shamisen y la chica sentada tocando el Koto, eran bastante hábiles, yo no tanto como ellos, se notaba en la naturalidad de tocar tan bien y al mismo tiempo sonreír y interactuar con el publico.

Yo no podía, cerraba los ojos y me dejaba llevar por la música, si pensaba en que tanta gente estaba atenta a mi me moriría de la vergüenza y no quería perder la concentración y mandar al traste el espectáculo.

- Solo mantente concentrado – la voz de mi madre sonaba en mi cabeza como si estuviera allí mismo, pero no es así, era imposible.

Pero no se equivocaba, aunque el miedo escénico no es bueno, el saber sobreponerse a él es una de las cualidades de un gran músico, una asignatura que tenía aun pendiente.

De repente los aplausos me devolvieron a la realidad nuevamente, la canción había acabado y el muchacho del Shamisen me dio la mano con una gran sonrisa, intentó darme un poco de los Ryos acumulados por la actuación cosa que negué con total rotundez.

- No no, esto lo he echo por la música – con una gran sonrisa a aquella pareja le devuelvo el dinero al muchacho – vosotros le daréis mejor uso de verdad

La mujer aun así no me dejaba marcharme con las manos vacías, no entendían que esto lo hacía por amor a la música y no por el dinero, pero se ve que además de músicos eran mercaderes y me dio una pequeña estatua que simulaba al gran árbol de navidad que había en el centro del pueblo.

- Vaya, creo que no vas a dejar irme sin aceptarlo – le respondo a la mujer con cierta alegría – ciertamente creo que me has dado lo que venía buscando ¡mil gracias!

Me despedí de la pareja sin antes volver a estrechar las manos de ambos en señal de agradecimiento, al final la música nuevamente volvió a darme la solución a lo que buscaba, me propuse a dar una vuelta de mientras el concurso empezaba cuando de repente escuché una voz proveniente de los baños termales.

- ¡Muchas gracias! -

La curiosidad o quizás el destino me hizo echar un vistazo a la recepción, la pequeña con la que me había cruzado antes corría con emoción hacia el baño mixto con bastante alegría y energía, supongo que lo primero que haría sería tirarse en bomba molestando a los demás como en mi caso.

No se porque, quizás por matar el tiempo, quizás porque ese pequeña tenía algo que me había llamado la atención, ya que no parecía una niña normal, no una cualquiera, así que decidí quedarme en la recepción viendo el desenlace de aquella niña.



Resumen
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Los pasos de la joven ninja se deslizaban por aquel pasadizo hecho de madera natural que brindaba un ambiente rústico y robusto, hasta guiar a unas cortinas con el símbolo de las termas bordado en ellas que ocultaban tras de sí el vestuario de las termas exteriores.

Tras atravesar aquel umbral se toparía con un lugar desierto, como la recepcionista le había advertido. Aunque tampoco había tantos casilleros, lo cual significaba que era un baño relativamente pequeño, aunque era un conocimiento que Yuta solo tenía teórico puesto que eran los primeros baños termales que había experimentado en su vida.

Depositaría su yukata en uno de los casilleros, permaneciendo el mismo como el único cerrado de todo el lugar. Para dirigirse con solo una toalla y la cesta de madera hacia las duchas que había colindantes al vestidor para quitarse la suciedad antes de entrar en el baño. Esperaba hacerlo bien puesto que esto es una costumbre ritual en los baños termales según su padre. Yuta lamentaba un poco no poder estar con él en un lugar como este, habría sido una experiencia bastante divertida.

— Aunque él no podría entrar en el baño para mujeres, pero seguro que lo espiaría jeje — Pensaría mientras se enjuagaba el cabello.

Lo primero de todo cuando uno se lava bien era el jabón, aunque ella no había conocido apenas esa sustancia en su vida, los ríos no tienen jabón. Pero se tomó las palabras de aquel monje degenerado que la adoptó como un tutorial a seguir al pie de la letra. Una vez terminada de quitar la suciedad con el jabón el siguiente paso era coger el cántaro de agua, si podía ser un poco caliente mejor, levantarlo sobre la cabeza y dejar caer toda el agua sobre uno mismo para que así la catarata de agua se llevara los restos de jabón y suciedad. Una medida de cortesía para los baños públicos, puesto que si todos entraran sucios a las aguas, se volverían turbias y apestosas fácilmente y nadie las usaría.

Con su cuerpo impoluto y solo una toalla, la joven Yuta se decidió a dar el paso para dirigirse a los baños abiertos. Tan solo una pequeña cristalera empañada separaban la estancia interior de los baños. Eran simples puertas correderas fáciles de abrir, lo que había un pequeño detalle que no pensó la chica y tampoco intuyó con solo ver la puerta. Causando que abriera la puerta sin más de golpe.

— ¡KIAAA! — Gritaría nada más poner un pie en el exterior.

Era algo evidente si se pensaba por unos momentos, son baños en el exterior, aunque el baño termal es de agua caliente, el resto del lugar sigue siendo una zona abierta en pleno invierno con nieve cayendo. Algo para lo que sin duda hay que mentalizarse antes de salir sin ropa alguna o por lo menos salir corriendo hacia el agua. Precisamente un impulso de supervivencia llevó a Yuta a dar un brinco con todas sus fuerzas directa hacia el agua caliente al fijarse en las columnas de vapor que emergían del agua, dejando caer su toalla en el aire que quedaría sobre una de las rocas que rodeaban el agua.

Un pequeño chapoteo se haría presente al sumergirse el cuerpo de la chica de forma abrupta en el agua. Pero con su reducido tamaño tampoco fue la gran salpicadura. La chica permaneció por unos momentos bajo el agua; quizá algunos piensan que buscaba entrar en calor, pero la realidad es que se había golpeado con el fondo de piedra del baño termal dado que no contaba con una gran profundidad, lo justo para estar sentado un adulto y que queden fuera de los hombros hacia arriba.

Si nadie intervenía se pasaría cerca de dos minutos boca abajo en el agua, apenas dejando su espalda al descubierto, pudiéndose apreciar un leve chichón en su cabeza y unas burbujitas de aire que salían cerca de su cabeza. Pero si nada pasaba durante ese tiempo no había nada que temer, que como un mecanismo automático de supervivencia su cuerpo se reincorporaría sacando la cabeza y tomando una gran bocanada de aire.

— Affffff, casi me ahogo, chofff chofff — Tosería un poco del agua que casi se traga.
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No me equivocaba cuando vi a la pequeña corriendo hacia los baños, el numerito lo iba a dar está claro, sobre todo si es alguien tan joven y nunca ha estado en un sitio como este, el contraste para muchos es chocante.

¡KIAAA! —

Poco tiempo y ya nuevamente la escuché gritar, se llegó a oír incluso en recepción cosa que hizo que la mujer atareada con tanta clientela cayese aun más en el estrés que esto suponía.

- No te preocupes, voy a ver que ha pasado – sonrío a la mujer de la recepción con intención de que el caos que había ahora mismo no fuera a peor – tengo nociones de medicina por si ha pasado algo

En esa parte estaba mintiendo, mis únicas nociones eran los primeros auxilios básicos ya que la medicina y el jutsu médico no me llamaban mucho la atención pero algo tenía que inventarme para relajar a la pobre chica de la recepción, además al ser la sala de los baños mixtos no había ningún problema, seguramente a lo mejor aquella chiquilla se habría tropezado o algo aun peor, se podría haber dado en la cabeza al cometer la tonteria de saltar sin mirar al agua, todos los niños lo hacen.

Pasé corriendo de la zona de las taquillas y directamente entré a la zona exterior donde están los baños y de donde provenía ese grito, no pude exclamar nada mas que una pequeña risa la cual camuflé tapándome la boca para que nadie se diera cuenta pero es que la escena era bastante graciosa.

La chica estaba flotando en el aire con un ligero chinchón en la cabeza como si de un dibujo se tratase, justo cuando entré ella misma estaba incorporándose del agua.

- Deberías de mirar antes la profundidad del sitio a donde te tiras en cabeza – le comento a la pequeña a la par que le acerco la toalla ya que había salido despedida y la pequeña pues andaba un poco como dios la trajo al mundo.

Aparto la mirada un poco sonrojado por aquello, simplemente estaba con la mano tendiéndole la toalla para que se pudiera incorporar y tapar con tranquilidad.

- Por cierto, disculpa por lo de antes, fui un poco descortés – sonrío mientras sigo con la mirada fija en otra parte a la espera de que la pequeña cogiera la toalla.
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Después de un largo viaje que cruzaba regiones y paisajes diversos, Sora llegó al pintoresco pueblo en el País de las Aguas Termales. La atmósfera festiva de la Navidad ya se dejaba sentir en el aire, donde los copos de nieve caían delicadamente como confeti invernal. Las luces titilantes y las decoraciones festivas hacían que cada rincón del pueblo pareciera sacado de un cuento navideño.

El joven shinobi caminaba con cautela por las nevadas calles, maravillado por la belleza y calidez del lugar. Las tiendas adornadas y el aroma de las delicias navideñas lo sumergían en una sensación acogedora. Se dejó llevar por la atracción de las luces y los sonidos festivos, sus ojos brillaban con una curiosidad contagiosa mientras observaba las escenas a su alrededor.

El mercado, con sus puestos repletos de golosinas y souvenirs, llamó la atención de Sora. Se acercó a uno de los vendedores, un amable anciano que ofrecía galletas de jengibre artesanales.

— Hola, ¿cómo estás? ¿Me recomendarías alguna especialidad local? —preguntó Sora con una sonrisa, mostrando su respeto y agradecimiento por la hospitalidad.

El anciano respondió con una sonrisa igualmente cálida, compartiendo historias sobre las delicias de la región. Sora, agradecido, adquirió algunas galletas para probar mientras continuaba explorando el mercado.

El majestuoso árbol de Navidad en el centro de la plaza atrajo su mirada, y se unió a la multitud que disfrutaba de la atmósfera mágica que lo rodeaba. La propuesta del concurso llamó su atención, despertando su interés en participar y probar suerte. Con respeto, se acercó a la mesa de inscripción, donde escribió su nombre con entusiasmo.

Después, decidió pasear por la plaza y absorber la energía festiva. Observó a familias que construían muñecos de nieve y a otros que se relajaban en las aguas termales, aprovechando los encantos del lugar. Se sintió tentado a sumergirse en las cálidas aguas, pero optó por seguir explorando el bullicio navideño.

Al caminar, notó a un grupo de personas reunidas alrededor de una pequeña tarima donde un músico local entonaba canciones navideñas. Sora se unió a la audiencia, disfrutando de la música y la alegría compartida. Con cautela, comenzó a entablar conversaciones con aquellos que estaban a su alrededor, compartiendo historias y experiencias en un espíritu de camaradería festiva.

A medida que la noche avanzaba y las luces brillaban con más intensidad, Sora se sumía en la magia de ese lugar único. Con la caja misteriosa en la mira, aguardaba el momento del concurso con una anticipación juguetona, listo para participar y dejarse llevar por la esencia encantadora de la Navidad en el País de las Aguas Termales.
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Última modificación: 26-12-2023, 09:07 AM por Toji Zennin.


Era de tarde, la base de Ichigan funcionaba como burdel como todos los dias, el clima y ambiente navideño lejos de alejar a los clientes del buen servicio por el contrario atraia mucha mas clientela, pues el turismo era mucho mayor durante esta epoca, los festivales abundaban por todo el mundo y el pais de las aguas termales no era la excepcion ni muchisimo menos ya que se trataba de uno de los paises mas turisticos del continente. El burdel estaba repleto de personas, bebedores, apostadores, gente comiendo y gente esperando por el show del dia. Las mujeres del sitio iban de aqui para alla, sirviendo a la clientela en todo lo que necesitaran, claro estamos hablando de la zona de mesas.... aunque del otro servicio tambien se ocupaban. Incluso desde fuera del edificio podian escucharse las risas, los cantos, la musica, todo era fiesta y movimiento alli. Pero lejos de todo ese ruido y caos, en una de las habitaciones de la zona privada del burdel se encontraba Toji, durmiendo como un bebe desparramado por toda la cama de dos plazas gigante que poseia en su habitacion.

¿Estara despierto? — Unas voces femeninas se escuchaban fuera de la habitacion, eran tres o cuatro. — Toji-sama, ¿Toji-sama esta despierto?... — Las mujeres golpeaban la puerta pero al no recibir respuesta una de ellas saco una llave de dentro de su corpiño y abrio la puerta para ingresar a la habitacion junto con las otras. Al ingresar a la habitacion vieron que aun seguia profundamente dormido boca abajo y con media cara aplastada contra la almohada, totalmente desnudo y con sus nalgas al aire y las sabanas echas a un costado al parecer de tanto moverse con el tiempo en el sitio.

Ay no, sigue durmiendo. ¿Que vamos a hacer? Se supone que debia ir al festival en el centro de la ciudad a supervisar que todo este en orden. — Dijo una de las chicas, llevaba el cabello corto y negro, tenia unos ojos rojos intensos y pechos pronunciados. De las tres era la segunda empleada mas antigua del burdel.

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Pues buena suerte despertandolo, ha estado entrenando todo el dia de antes de ayer, ya lleva casi veinte horas de sueño ininterrumpido. — Dijo otra de las chicas, una pelirroja tambien de buenas curvas y ojos color miel, era la mas antigua y por ende mas experimentada de las tres en el burdel. A su lado se encontraba la empleada mas nueva, timida pero curiosa, una muchacha peliazul con ojos azul verdosos y de grandes senos. Ella no decia nada, tan solo se limitaba a observar pues aun estaba aprendiendo como eran las cosas en el establecimiento.

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Toji-sama, Toji-sama por favor despiertese. — la pelirroja le sacudia el hombro al principio despacio pero cada vez siendo mas brusca ante la indiferencia del pelinegro. — ¡Toji-sama! — La mujer lo volteo boca arriba y comenzo a samarrearlo de arriba a abajo, la muchacha peliazul vio algo que no debia y roja como un tomate se volteo tapandose el rostro, no estaba mentalmente preparada para semejante hombre. — Aun dormido se lo ve muy animado. No hay caso, no despertara. Sera mejor avisarle a Ohona-sama que no se encuentra disponible. — Dijo la pelinegra suspirando resignada. Pero la pelirroja no era de las que se rendian facilmente y violentamente comenzo a abofetear de una mejilla a otra al Zennin hasta hacerle despertar. — ¡¡¡TOJI-SAMA!!! — Poco a poco los ojos de Toji comenzaban a abrirse lentamente, no entendia que estaba pasando, en su mente no sabia ni que dia, ni que hora eran, ni siquiera donde estaba, solo que tenia una hermosa pelirroja posada encima suyo golpeandole sin cesar. 


¿Huh? — En cuanto abrio claramente los ojos la pelirroja dejo de golpearle, haciendose a un lado y parandose junto a la cama nuevamente. Toji se sento en la cama con el cabello todo alborotado y las mejillas rojas. — Buenos dias, Toji-sama. — La mujer le hizo una reverencia y las otras dos la imitaron detras suya. Toji las observo un segundo y su mente comenzo a aclararse por completo. — Buenos dias, buaaaaah ¿Que sucede Hanako, porque me despertaste? — Le pregunto Toji mientras bostezaba. 

Lamento haberlo despertado, pero ya es de tarde y hoy es el festival de navidad en la ciudad. Prometio que iria a supervisar que todo este en orden. — Le comento Hanako agachando la cabeza nuevamente y manteniendo la postura, las otras dos se quedaron inmoviles unos segundos y luego reaccionaron en imitarla otra vez.

Oh.... es cierto. Tienes razon perdon fue mi culpa por haberme quedado dormido. — Toji solia ser muy amable al tratar con las chicas del burdel, por el contrario de la mala reputacion que le precede. — ¿Aunque... era necesario despertarme asi? — Le pregunto acariciandose las mejillas, las chicas detras de Hanako se asustaron y pusieron nerviosas pensando que Toji se enfadaria con ellas, pero Hanako sin romper su postura y formalidad le respondio: — Disculpeme Toji-sama pero no encontraba otra forma efectiva para despertarlo en ese momento. — Toji la miro desconfiado pero simplemente chisto y se puso de pie, era hora de levantarse. Hanako le hizo una seña a las otras dos y ambas rapidamente se dirigieron al armario de Toji y tomaron algo de ropa para que se vistiese para la ocasion. Su vestimenta no tenia nada de especial, tan solo un kimono negro y unos pantalones que le hacian juego sujetados por una cinta. Toji camino hacia las chicas que sostenian su ropa y comenzo a vestirse mostrando total comodidad con la presencia de las mismas, como si el hecho de que esten en la habitacion viendole desnudo o estuviese completamente solo resultara en lo mismo para él.

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¿Saben algo de Ohona? — Pregunto Toji.

No, la verdad no la he visto en el burdel hoy. Ha habido mucho movimiento de gente, tal vez ya se fue al festival navideño. — Le respondio Hanako.

Esta bien, no importa. Lo mas seguro es que nos crucemos alla. Cuiden todo mientras no este, aunque si el festival se pone aburrido no me tardare en volver. — Dijo Toji sonriendo picaramente. Las tres muchachas asintieron con animo y Toji poso su mano sobre la cabeza de la mas nueva en señal de aprobación sonriendole. — Lo estas haciendo muy bien niña — La muchacha al oír esas palabras se sonrojo y sonrio animada, ahora sintiendo admiración hacia su jefe.

Ahora que estaba listo, Toji partió hacia el festival dispuesto a dejarse sorprender por lo que este tuviese que ofrecerle.
Narro - Hablo - Pienso
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Fue un espectáculo lamentable y ella lo sabía bien, solo agradecía que no había nadie ahí para verlo en directo y en primera plana. O por lo menos eso pensaba hasta que escuchó, aunque débil, una risa presente fuera de la terma caliente. Con su cuerpo ya incorporado se giró levemente dejando que pequeños hilos de agua se deslizaran por su cuerpo desde su cabello; el cual había recogido en su habitación en dos moñitos para evitar que se mojaran, cuando se dio cuenta de que no tendría que haberse tirado el cubo de agua para limpiarse como lo hizo si quería tener el pelo seco. Eso último igual fue un aliciente al gran frío que sintió al salir.

— Ay, mi madre, qué vergüenza... — Pensaría para sus adentros por unos momentos.

La chica se sonrojaría un poco sin poder evitarlo dada la situación. No por estar, como tal, desnuda, ni nada parecido; sino por el ridículo que acababa de hacer, casi ahogándose en un baño en el que uno puede sentarse en el fondo con las piernas cruzadas y la cabeza le quedaría fuera del agua. Pero el pasado, pasado está, como bien dicen. Ahora estaba fijándose en que el chico que había aparecido estaba vestido, así que claramente no vino a darse un baño, así que rápidamente asumió que se trataba de alguien que había venido a ayudarla.

— Qué amable — Pensaría Yuta.

Se fijaría en que claramente no se trataba de ningún pervertido o mirón, porque mantenia la mirada apartada como un caballero mientras le ofrecía de vuelta la toalla. Era educado a pesar de que según el punto de vista de la chica había entrado en un baño para chicas. Entonces Yuta se incorporaría levantándose, ya que quedó un poco desplazada del borde de la terma, mostrando su cuerpo pulcro e inmaculado como el primer día que llegó al mundo. Acercándose sin más al joven para tomar su toalla. Y ahora que lo podía ver de cerca, al tomarle la toalla, reconoció que era el joven de cabello blanco de hace un rato.

— Gracias, pero no tienes por qué disculparte, yo iba rápido sin mirar jeje — Le respondería en un tono amable.

La chica empezaría a rodear su torso con la toalla tranquilamente, sin ningún aspaviento o incomodidad, como si le pareciera lo más natural aquello o directamente le fuera indiferente la mirada de aquel hombre. Dejando finalmente atada la toalla alrededor de su cuerpo para que no se cayera, dejando solo visible desde sus hombros hacia arriba y desde la mitad de su muslo hacia abajo.

— Supongo que viniste a socorrerme al escuchar el ruido, muchas gracias. Cuando salí, hizo tanto frío que me lancé en busca del calor por instinto y fui algo brusca jeje... Pero, ¿no te pondrás en un lío por entrar al baño de mujeres? — Le preguntaría, ignorando completamente que era un baño mixto.

Conforme le preguntaba aquello, aprovechó para volver a sumergir su cuerpo en el agua, pero esta vez con tranquilidad y serenidad. Quedando sentada sobre la piedra que formaba el fondo del baño termal, aunque la toalla se le mojara, dado que cubría su cuerpo. Era necesario porque si seguía quedando con el cuerpo fuera del agua estando ya empapada, se podría volver a helar. Quedando así Yuta sumergida hasta el mentón, dado que con su corta estatura, incluso un baño así la hacía sobresalir por poco, y sus imponentes cuernos sumergiéndose ambos en el agua, dejando entrever tras ellos aún un leve rastro del chichón del que ella no era consciente.

— Ahh, sí, mis modales. Soy Yuta, un placer jeje — Le diría, mostrando una de sus cálidas sonrisas que mostraban una hilera de dientes afilados como una sucesión de colmillos, dando un toque inquietante a la ternura que transmitía.

Resumen
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- Gracias, pero no tienes por qué disculparte, yo iba rápido sin mirar jeje
Acto seguido la niña se acomodó la toalla tapándose con total naturalidad, ajena a las miradas del resto de los que estaban en el baño, había un par de mujeres al fondo riendo entre ellas disimuladamente, al otro extremo dos hombres de bastante edad observando sin cortarse en ningún ápice, una fugaz mirada hacia esos dos pervertidos para que se inquieten y dejen de mirar a la pequeña de esa forma, podrían ser sus padres perfectamente. Eso junto a un grupo de adolescentes los cuales algunos estaban entre estallar de risa y otros tapándose de la vergüenza.

- Supongo que viniste a socorrerme al escuchar el ruido, muchas gracias. Cuando salí, hizo tanto frío que me lancé en busca del calor por instinto y fui algo brusca jeje... Pero, ¿no te pondrás en un lío por entrar al baño de mujeres? —

Me parece que al fin y al cabo el golpe si le había afectado ya que parecía creer que estaba en el baño de mujeres y quizás yo fuera un pervertido o vete a saber, la verdad es que no me gustaría estar en su situación cuando se de cuenta de la verdad.

- Ahh, sí, mis modales. Soy Yuta, un placer jeje —

La chiquilla sonríe mostrando una hilera de dientes bastante puntiagudos, eso junto a esos prominentes cuernos hacían gala de que no era una niña cualquiera a pesar de su tamaño.

- Creo que el golpe ha sido mas fuerte de lo que pensaba – le señalo a los dos viejos del fondo los cuales estaban haciéndose los locos mirando hacia otro lado como si nada pero totalmente colorados – estas en los baños mixtos

No evito el reírme abiertamente ante tal revelación, no he podido contenerme, me giro hacia un pequeño estante pegado a las puertas del baño donde están los utensilios para el baño, entre ello toallas secas para los clientes y un botiquín de primeros auxilios.

- Yo me llamo Melessar, encantado Yuta – le digo sonriendo mientras me pongo en cuclillas mirando hacia ella que estaba dentro del agua – déjame que te mire ese golpe anda – a la par que le acerco una toalla seca a sabiendas de que le va hacer falta en cuanto salga del agua debido al choque de temperatura y que la suya estaba mojada.
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Última modificación: 27-12-2023, 06:02 PM por Yagami.
No sabría explicar cómo llegaría al País de las Aguas Termales. Si bien se situaba y trabajaba alrededor de los países que rodeaban el Mar del Norte y el País del Rayo, no tenía ninguna razón particular para estar dónde estaba. Algún trabajito de aquí y allá lo llevaba a diferentes zonas, y con tal de terminarlo antes de que bajara el sol, podía estar tranquilo. Aunque, a decir verdad, al menos tenía una buena razón para estar en esa zona. 

Habría escuchado de uno de sus compañeros del clan Rakanken, Toji Zennin, con quién había compartido dojo antes y muchas otras experiencias. Eran vastamente diferentes en personalidad, pero aún así existía para él un mutuo respeto con el otro. Sabía que estaba en ese país y sospechaba que se lo encontraría en algún lado si lo buscaba lo suficiente. La diferencia era que, mientras que Toji Zennin habría seguido entrenando y mejorando sus habilidades, Yagami preferiría ser un civil más y dejar de lado el mundo shinobi, deseando tan solo ser un peón más hasta poder retirarse en algún lejano, quizás cerca del País del Agua; pero el aburrimiento de una vida sencilla y sin propósito pudo más, y al final, tal cual, decidiría seguir el camino de otro ninja más.

La facha de Yagami


En aquel pueblito se ubicaría, ataviado con su mejor facha para celebrar la época navideña, completamente impoluto. Aunque definitivamente no creía en las casualidades ni el destino, era casi como si hubiera invocado a aquello que tenía en mente, pues mientras cruzaba una esquina camino al festival chocaría con un cuerpo tan macizo como una pared.

Disculpa... Casi diría, hasta ver frente a él a quién se había encontrado. Toji. Eres tú. Sabía que esas tetas no podían ser las de cualquiera. Su tono sarcástico y una semi sonrisa era suficiente para aplacar la sorpresa de ver a su viejo amigo. Lo conocía íntimamente de la época del dojo cuando luchaban juntos, tan empapados de sudor en árduo entrenamiento que era mucho más conveniente luchar con el torso descubierto; el espesor y textura de esas tetas era inconfundible.
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Al llegar después tomar un regalo teniendo una alegría puesto que es su primera navidad junto a su primer regaml de navidad, una sensación extraña para el - Eso fue divertido , pero ahora la decoración es diferente .... aqui hacen fiestas todo el tiempo? Las personas acaso no trabajan? Que personas tan raras- diria con algo de felicidad y a la vez confundido.

Dejando de lado su extrañeza hacia los repetidos eventos del lugar, se enfocaría en los nuevos aspectos de esta celebración. La decoración navideña de las calles es tan diferente a la anterior, puesto que ahora traen ropa de colores rojos y blancos, junto a la decoración que sigue ese mismo patrón.-Increíble, todo es mucho más brillante, antes era todo lo contrario, aparte hay regalos por todos ñados y estos árboles con luces encima,  que raro...- diría mientras observa todo con una gran sonrisa.

Tras un rato caminando, llegaría a un lugar de comida navideña, con puestos alineados a lo largo de la calle. Se deleitaría con exquisitos y encantadores olores, todos distintos, que emanan de los diversos puestos de comida.-Esta comida es diferente a la del chef, voy a probarla toda !- diría con gran emoción mientras corre al primer puesto que ve
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Había algunas personas más en el lugar dándose un baño. Lo cierto es que Yuta no los había notado entre que apenas acababa de entrar casi matándose y que había un poco de vapor en el ambiente al salir las aguas cálidas y toparse con el frío aire. Pero tampoco le molestaría descubrirlo más allá de darse cuenta del ridículo que había hecho frente a ellos. Pero por suerte ahí no se había fijado en ellos y luego se le habrá olvidado el ridículo que hizo, así que todo estaba bien.

El joven que había venido a socorrerla parecía bastante amable, incluso hizo el favor de acercarle una toalla a la pequeña Yuta. Pero también, en un pequeño deleite personal, le hizo ver a la chica que se estaba confundiendo con los baños. Dado que no eran baños solo para mujeres, sino mixtos; lo hizo señalando a unos hombres que descansaban con la mirada perdida en la distancia de la termal, parecían inofensivos y despistados. Sería entonces cuando empezaría a mirar más a su entorno y se fijaría en que había más gente en los extremos de la termal debidamente separados para no molestarse mutuamente.

— Ohh ya veo... Mala mía jeje — Parecía importarle más bien poco.

— Bueno entonces supongo que sí puedes estar aquí — Diría de nuevo hacia el chico con una mirada cómplice.

El chico no se conformó con solo aproximar una toalla a la shinobi, sino que encima se ofreció a examinarle el golpe que se había dado en la cabeza de una forma muy amable.

— Muchas gracias, Melessar — Era un gracias sincero de corazón.

Hoy en día era muy difícil encontrar a gente tan buena y amable como aquel chico que había procedido a revisar su cabeza. Pero ella estaba bien y se levantaría de nuevo de las termas dejando caer toda el agua que arrastraba con su ascensión y en especial con la toalla. Pero esta vez no se quedaría en las aguas simplemente, sino que saldría fuera dejando caer a sus pies sobre la piedra que limitaba el perímetro del baño la toalla empapada mientras tomaba la toalla recién dada.

— Debo agradecerte como es debido que hayas venido a ayudarme y me hayas acercado una toalla — Le respondería muy felizmente.

Sin ningún pudor habría dicho esto ante el chico en su estado, incluso sabiendo ya que había más gente presente en los baños. Pero ella tranquilamente con la toalla recién tomada se volvería a rodear su cuerpo antes de que el frío invierno le jugara una mala pasada, aunque ahora estaba mentalizada de ello. Y entonces comenzó a caminar hacia los vestuarios, no sin antes dar una pequeña patada a la toalla empapada para elevarla un poco en el aire hasta poder atraparla con su mano y no dejarla allí tirada.

— Vamos a la plaza, te invitaré a algo de comer o beber para agradecerte jeje — Respondería de forma alegre.

La chica comenzaría a caminar hacia el interior del edificio esperando a que Melessar la acompañara, con el fin de refugiarse del frío, poderse cambiar y proceder a dirigirse hacia la plaza del árbol de nuevo. Pero ella iría hablando para romper el hielo.

— Y dime. ¿Eres de por aquí o también vienes de visita? — Preguntaría trivialmente.

— ¿Y a qué te dedicas? — Seguía con sus preguntas.

— ¡Ahh sí, importante! ¿Cómo te gustan las mujeres? — Sin venir a cuento de ninguna forma realizó esa pregunta indiscreta.

Todo esto lo iba hablando y comentado mientras en el vestuario se puso a cambiar para colocarse el yukata de los baños termales de nuevo sin mostrar ni el más mínimo sentido del pudor. Sumado a esa pregunta tan extraña al final, en esa situación tan rara era muy posible que el joven pensara que la niña había perdido algún tornillo por el golpe. No obstante, esto era producto de la forma poco común en la que el padre adoptivo de Yuta la crió y le transmitió sus valores, es decir, la ha hecho perder en algunos aspectos.



Resumen
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Última modificación: 27-12-2023, 03:06 AM por Karai.
Ehh, ¡qué maravilla! —chilló Karai, fascinada. Las manos no le daban a basto para coger más galletas, así que se llevó unas cuantas a la boca—. Hmmp... delishosho —balbuceó, ante la mirada expectante y un poco aterrada de la jovencita de la panadería, quien hasta el momento había estado junto a la puerta del negocio ofreciendo muestras gratuitas de galletas de jengibre con glaseado de colores. Karai le vació la charola.

Antes de retirarse, la morena hizo un gesto de aprobación con su mano y una pequeña reverencia, mientras masticaba enérgicamente. Más tarde regresaría, sin dudas, para comprar más galletas. Pero primero necesitaba beber algo, cualquier cosa, o moriría ahogada. Un golpe seco de puño cerrado contra el pecho le ayudaría a seguir respirando momentáneamente.

Chocolate caliente, eso estaría bien —pensó, barriendo el mercado con los ojos en busca de un puesto donde pudiera satisfacer su necesidad. 

Caminaría con las manos guardadas en los bolsillos del sobretodo negro y abrigado que protegía su cuerpo de la intemperie invernal. Lo llevaba abierto, para poder lucir el resto de su outfit.

La facha de karai

Tras detenerse en uno de los puestos del mercado, se pidió un vaso grande de chocolate caliente para llevar y aguardó con impaciencia a que se lo prepararan. 

La sonrisa no se le borraba del rostro. Karai estaba tan feliz que apenas cabía en su cuerpo. Llevaba todo el día rebotando como un resorte a lo largo y a lo ancho del pequeño poblado, queriendo descubrir y exprimir al máximo la magia de las festividades.

Esa era su primera Navidad lejos de casa. De hecho, era la primera vez que celebraba un 25 de diciembre. Como para su padre no era algo relevante y lo consideraba una tontería, en su pequeña y deprimente familia monoparental la Navidad no se festejaba. Nunca. A pesar de que cada año Kumogakure brillaba envuelta en luces de colores y adornos festivos durante todo diciembre, para ambos Yotsuki ese mes siempre transcurría igual que cualquier otro. Y Karai renegaba de su padre, el hombre más plúmbeo y aburrido del universo. Si algo no quería, era ser como él.

Afortunadamente ya se había independizado de su estricto progenitor. Ahora tenía la libertad de hacer lo que le diera la gana; viajar por el mundo, subir y bajar, celebrar, comprar regalos, compartir con quien quisiera... aunque, a decir verdad, la mayor parte del tiempo se encontraba muy sola.

Después de pagar, Karai abandonaría el puesto del mercado sosteniendo su bebida caliente con ambas manos. Cuidadosa de no quemarse, caminaría despacio e intentaría darle un sorbo para pasar las galletas que aún tenía atoradas en la garganta. En ese momento, súbitamente, una figura de porte elegante y características familiares captaría la atención de sus ojos felinos. El cabello rubio perfectamente peinado hacia un costado y la originalidad de las pequeñas gafas verdes tras las que escondía los ojos delataban su identidad.

¿Yagamin...? 
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Parecía importarle poco que le estuvieran mirando, se ve que el sentido de la vergüenza en aquella muchacha o mas bien dicho en Yuta, era inexistente, eso o que sabe mantener la compostura, algo de extrañar en una pequeña como ella, pero quien sabe.

- Vamos a la plaza, te invitaré a algo de comer o beber para agradecerte jeje 

No tenía porque hacerlo, aunque tampoco me daba muchas opciones ya que nada mas acabar dicha frase ella ya estaba entrando en la zona de vestuarios, simplemente me puse en pie y la seguí, tampoco tenía porque invitarme a nada, solamente con saber que se encontraba bien, cosa que parecía estarlo a juzgar por su vitalidad ya me daba por satisfecho.

- Y dime. ¿Eres de por aquí o también vienes de visita?  

- ¿Y a qué te dedicas?

- ¡Ahh sí, importante! ¿Cómo te gustan las mujeres?

Tantas preguntas de sopetón y con tanta rapidez que no me dejaba contestarle a su primera pregunta cuando ya estaba ejecutando la siguiente, eso acompañado a que parecía no importarle mostrarse como venia al mundo con total naturalidad me hacía sospechar de que a lo mejor si tenía alguna secuela del golpe a pesar de mostrar tanta energía.

Tras una pequeña carcajada y hacerse el silencio al acabar con su interrogatorio y una vez vestida de manera presentable me acerco a la muchacha con una ligera sonrisa y algo colorado por la escena y por su ultima pregunta.

- Pues a lo primero vengo de visita – sonrío – y bueno mi oficio, digamos que soy un ninja de la villa de la niebla

Esto último se lo solté a sabiendas de lo que supone desvelar que eres un shinobi y más de una villa a un desconocido puede acarrear fatales desenlaces debido a las rencillas entre aldeas o quien sabe, tal vez esa amable pequeña que se hace llamar Yuta es una criminal que caza shinobis, si es esto último no se lo pondría tan fácil y además estando en un sitio tan concurrido dudo que fuera yo el único ninja que ayudaría en caso de un ataque.

Respecto a la ultima pregunta pues la verdad – me quedo pensando un rato mientras Yuta terminaba de acomodarse la ropa – nunca lo he pensado demasiado, supongo que las mujeres que me hagan reír

Mientras le voy hablando acabamos en la puerta de los baños termales, a pesar del bullicio logramos salir de aquel sitio, una vez fuera la miro fijamente.

- Bueno, ahora te toca a ti, a juzgar por tu aspecto no eres de aquí así que supondré que vienes de turismo como la gran mayoría – echo un rápido vistazo a sus cuernos, eso junto a esos pequeños y afilados colmillos daban a entender que Yuta no es una chiquilla corriente - ¿a que te dedicas? - le pregunto con una pequeña sonrisa
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Última modificación: 27-12-2023, 03:57 PM por Senshi.
-Snfff...siempre lloro en estos eventos tan preciosos-. Dijo Noroi en la cabeza de su hermano, varios días antes Senshi se había tomado unas vacaciones del oficio por navidad, se sentía desgastado últimamente, dormía bien y esas cosas pero ya se podría decir que se estaba oxidando por el cansancio.

Dejando de lado sus anteriores acciones, como era el vigilante principal de las bases de Ichigan tendría que vigilar un evento navideño en las aguas termales, justo donde tenían la base inicial, debía verificar si todo estaba en orden y quién sabe, sacar a patadas a cualquier sujeto que viera sospechoso. Esta tarea no se le asignaría solo, sino con Toji quien a vista de Senshi no notaba ni su mera presencia. -Cuando piensa llegar el idiota musculoso?-. Dijo una vos ronca que su origen era una especie de monstruo de piel blanca con brazos alargados, de 3 metros sin ojos al lado de Senshi, este parecía demasiado real porque lo era, sin embargo nadie sería capaz de verlo, exclusivamente Senshi y Noroi, al menos de los llegados por ahora. -Al menos es más atractivo que tú-. Dijo en tono de chiste Noroi quien al parecer también compartía conexión con la criatura, lo que le permitía comunicar con ella de manera mental. -Yo soy un espíritu de más de mil años de edad chiquilla, cuidado con lo que hablas-. Menciono ya empezando a fastidiarse.

Esta pelea continuaba hasta que Senshi se arto de tanto ruido en su propia cabeza. -Callense ya, parecen marido y mujer-. Dijo tratando de que ambos de calmaran al menos un poco. -Tu no puedes callar a un alma emo depresivo Ahg!-. -PERO YO SI CULEBRA CON ESTEROIDES-. Dijo Noroi habiendo golpeado a Monoma en el estomago, allí se agarraron a pelear, al menos en la conciencia del asesino.

Fueron minutos de pura agonía hasta que finalmente Toji llegó. -Fuiste por tiempo extra con las chicas o te quedaste dormido?-. Pregunto a su compañero quien apenas llegaba al lugar, en ese preciso momento Senshi estaría en una banca vigilando todo.
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El muchacho de cabellos blancos llamado Melessar resultó ser, en efecto, todo un caballero. Un hombre que no se aprovechó de la falta de decoro o vergüenza de Yuta para espiar su anatomía adolescente; aunque hay que decir que tampoco había mucho que mirar, es triste pero cierto. La chica no dijo nada tras las preguntas al ver cómo su acompañante estaba aguardando para poder dirigirse a ella de forma directa, sin tener que apartar la mirada por la desnudez de la muchacha. Aunque por suerte, un yukata como el del balneario no era nada aparatoso o difícil de poner.

Ambos comenzaron a interactuar mientras avanzaban por el recinto interior de aquel onsen y posada. Melessar se mostró muy abierto ante las dos primeras preguntas que le hizo aquella pequeña niña con exceso de energía. Ante lo cual, la pequeña mostró un rostro de sorpresa, abriendo mucho los ojos con entusiasmo ante la respuesta de que él era un ninja.

— Ohhh, un ninja de la niebla. Yo visité la aldea hace poco y me pareció un lugar muy interesante, jamás había visto tanta agua — le respondería con entusiasmo.

Su visita a la aldea de la niebla fue breve pero llena de emociones para alguien que vivió tantos años solo viendo montañas.

— Eso sí, estaba muy salada, sabe horrible — siguió comentándole rápidamente.

Aunque parezca mentira, no dudó en probar el agua del mar cuando se lanzó al mismo para darse un baño. Para ella era una gran piscina inmensa, pero estaba decepcionada de que tanta agua estuviera a su alcance y no se pudiera beber. Llegó a preguntarse si los peces ahí también estarían así de salados.

El grupo ya estaba por llegar a la salida del balneario cuando Melessar se quedó pensativo por unos momentos frente a la última respuesta. Como su padre le enseñó, con esta pregunta es muy fácil identificar a las personas y saber cómo son en el fondo. La respuesta que le dio finalmente fue un poco decepcionante, pero era aceptable.

— Creo que eres bastante serio jeje — le respondería acto seguido, dándole una palmada en la espalda mientras ambos salían de la posada.

Ante esa pregunta estaban las personas aburridas que no respondían o evitaban la misma, la gente seria que daba una respuesta pero algo sosa, los que no saben lo que quieren cuando no son capaces de darte una fácilmente, y la gente sincera de corazón que te responde rápidamente y concisamente como si le hubieras preguntado la hora. En conclusión, para Yuta el shinobi de Kiri era una persona un poco seria, pero eso no era malo.

Pero ahora la pelota pasaba a estar sobre el tejado de Yuta. Era algo parecido a sus preguntas, pero omitiendo lo interesante. Pero la chica no tenía problemas para responder en lo más mínimo. Y así daría un leve brinco hacia delante de su interlocutor para caminar por unos momentos de espaldas mientras le respondía.

— Pues yo también soy una shinobi, aunque de Iwagakure... Aún se me hace un poco raro decirlo porque no hace ni un mes que me gradué jeje — le respondería sin ninguna pausa o duda.

Lo cierto es que literalmente hacía unos 13 días que la chica se había graduado de la academia volviéndose una genin. Así que aún se le hacía muy extraño hablar de ella como una ninja. Pero estaba contenta de serlo y saber que, incluso con el poco tiempo que llevaba trabajando, ya había ayudado a algunas personas de su aldea.

— Vine aquí porque me gané un viaje en una rifa, menos mal porque no habría podido costear una cosa así por mi cuenta — era pura sinceridad ella — Porque hasta principios de año no me dan mi primer sueldo... — diría con algún puchero, casi lágrima.

La joven estaba animada con la conversación y tener a alguien con quien pasar el rato, pero su vientre estaba rugiendo un poco. Notó cómo sus entrañas hacían un pequeño ruido similar al de una bestia. Era normal, no había comido nada durante el viaje, llegó y solo se instaló en su habitación y de propina fue al baño de una. Hacía mucho que no comía nada de nada.

— Creo que será mejor buscar algo que comer, me muero de ham... — sería interrumpida por una pequeña colisión.

Al estar andando de espaldas con un poco de entusiasmo, no se fijó en absoluto por dónde andaba y se topó con algo. Pero la sensación que se llevó su cabeza fue de impactar contra algo mullido y esponjoso, como dos almohadas que invitan cálidamente al reposo; firmes pero acolchadas. Causando que, tras el leve impacto, la propia cabeza de Yuta hiciera un pequeño rebote ante tal superficie, cortando lo que estaba diciendo. Era algo evidente, no fue un impacto doloroso o molesto, fue como caer por unos momentos sobre una nube y alcanzar la paz por unos momentos.

La chica se había quedado en standby por unos momentos tras chocar contra el pecho de Karai, algo que solo habría podido suceder con tanta naturalidad debido a su baja estatura. Una persona más baja habría chocado normalmente, igual cabeza con cabeza, un infante más pequeño habría chocado contra su abdomen, pero en el caso de Yuta, fue perfecto.


Resumen
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Desde los Reinos del Sur hasta el País del Rayo, alcanzando los rincones más lejanos del gran continente, el espíritu navideño cierne su manto festivo sobre todas y cada una de las naciones.

Al noreste del País del Fuego, rodeado por un pintoresco paisaje invernal, el pueblo se despliega como las páginas de un libro de cuentos navideño. Los copos de nieve danzan gráciles en su caída débil pero constante sobre las calles y los techos de tiendas y casas, cada una adornada con decoraciones festivas que destellan con el brillo intermitente de las luces de colores.

Aún es de tarde pero, como es habitual durante el invierno, el sol se ocultará temprano en el horizonte. En el centro del pequeño poblado turístico un pintoresco mercado cobra vida, con puestos que ofrecen golosinas caseras, adornos artesanales y encantadores souvenirs. El dulce aroma de la canela y galletas de jengibre recién horneadas flota en el aire desde tiendas y panaderías, atrayendo a los visitantes a deleitarse con deliciosas golosinas festivas y por qué no, una taza de té o chocolate caliente.

En el centro del pueblo un majestuoso árbol de Navidad se alza sobre la escena, adornado con relucientes adornos y rodeado de locales y turistas alegres que disfrutan de la atmósfera mágica de la navidad. Algunas personas aprovechan la espesa nevada de la noche anterior para levantar divertidos y originales muñecos de nieve y, por qué no, también tumbarse en el suelo y crear simpáticas figuras de ángeles. Otros disfrutan de las aguas cálidas y sanadoras de los baños termales, el principal atractivo turístico del país.

Y para la pelirroja... este lugar era interesante, le recordaba bastante cuando conoció a aquella rubia del pais del fuego durante la época navideña... Y pensar que ya habían pasado 12 meses desde aquel encuentro- Navidad... esta época... era amada por todos en el orfanato de los campos de arroz...- murmuro mientras una briza fría sacudía su cabellera la cual danzaba con elegancia al compas del viento y su frenético baile invernal- Es la... la primera vez que vengo a un evento asi...- murmuraría mientras que a su lado su hija adoptiva - o al menos su primer hija adoptiva- se encontraba igual de maravillada que ella...- Muki dijo que me adelantara... seguro que otra vez anda maquillandose... Aunque... esta vez no me dio a Kumoko...- eso le preocupaba un poco...

 - ¿Oka-san? ¿Estas bien?- las palabras de su hija la habían despertado...- Eh?... s-si... Solo estaba organizando un poco mis ideas...- diría mientras mostraba una pequeña sonrisa mientras que a ambos lados de la pelirroja estaban dos servants de tinta... Cada uno cargaba a uno de sus hijos los cuales estaban dormidos y bien abrigados para protegerles del frio invernal  a la vez que la pelirroja emitía pequeñas pulsaciones de chakra katon para ejercer un ambiente cálido- Kin y Yuta tampoco han llegado...- diría mientras a la distancia veía a Senshi hablando con alguien...

 - Ha pasado un tiempo...debería saludarlo...- aquella duda surgió en su mente antes de emprender camino en dirección al asesino del ojo que todo lo ve... Claro en compañía de Hasu y de los servants de tinta que cargaban a los gemelos... Saludaría a Senshi primero... o al menos esas eran sus intenciones... ya después buscaría a Yuta y Kin...

Referencias visuales
[Imagen: Bl8Jqj5.png]
Narro/Pienso/Hablo/Técnicas
Pasivas
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Con toda la concentración puesta en el objetivo, Karai no bajó la mirada ni se dio cuenta de que una jovencita se aproximaba caminando en reversa, directo hacia ella. Inevitablemente, la cabeza de la menor rebotó contra la mullida y prominente delantera de la Yotsuki, y el vaso de chocolate caliente que sostenía salió volando. Por suerte, el envase tenía tapa y solo perdería su contenido al impactar el suelo. Nadie saldría herido.

De inmediato, Karai torció los labios en una mueca de disgusto al ver el chocolate derramado. Estaba lista para disparar una metralleta cargada de insultos, pero cuando notó que la culpable tan solo era una niña su semblante se ablandó. Había llegado a darle un buen trago a la bebida antes de que el resto encontrara su destino final tiñiendo la blancura de la nieve, así que en realidad no importaba tanto.

Oye, deberías poner más atención al caminar —le dijo, con voz seria pero sin intención de regañar, esperando a que la chica se volteara. 

Retrocedió un par de pasos y las manos las acomodó una a cada lado de su cintura, y los ojos dorados se desviaron para observar al muchacho que acompañaba a la menor. Era un albino de pelo largo, cuya apariencia por un instante la haría alucinar. ¿Por qué últimamente veía a Gojo en todas partes?

Feliz navidad —soltó, sin saber que otra cosa decirle.

Al final, Karai miró por última vez su vaso derramado y suspiró, resignada.— Bueh, no pasa nada. Supongo que compraré otro—resolvió. Después, se volvería hacia la pequeña de ojos rosados, reparando en sus enormes cuernos retorcidos—. Está muy bonito tu disfraz de reno —sonriéndole con simpatía, levantaría el brazo derecho para mostrarle el dedo pulgar como señal de aprobación.
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