[Pasado] Brisa del Desierto [Priv. Samuru]
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Última modificación: 11-11-2023, 02:01 PM por Yukine.
Las luces lo enceguecían, el coro de la gente lo ensordecía. El Coliseo Sabakugami era un cambio radical de lo que era su vida habitual, podía incluso llamarlo un polo opuesto de sus costumbres. Un chico de campo que conoció las edificaciones de gran tamaño solo hasta que emprendió su primer viaje hasta la ciudad y que aún se preguntaba cómo es que estructuras tan altas, rascando los cielos, no colapsaban sobre su propio peso. Donde el estruendo más fuerte era el ruido de los pájaros al despertar, y la única fuente de luz que le hacía mirar a otro lado era el mismo sol al salir cada mañana.

Nacido en una tierra donde la neblina y la humedad inundaban los pulmones de cada habitante, ahora se encontraba en una zona desértica donde no se apreciaba la mas mínima gota de agua en kilómetros a la redonda. Si no fuera porque cargaba con su cantimplora rebosante de agua para no deshidratarse en el camino, probablemente no habría llegado a la estructura sin que sus piernas se hubieran rendido más de una vez.

Pero había un lenguaje de su tierra natal que conocía suficientemente bien, y uno que el Coliseo usaba como su lengua materna: Violencia. Una lengua que cualquier pequeño del País del Agua debía conocer antes de entrar a su adolescencia o muy seguramente acabaría maltratado hasta romperse, o en una caja cinco metros bajo tierra; la que llegara primero.

El sudor le escurría por su frente, dando un brillo adicional a su piel que ya de por sí era lo suficientemente clara para confundirse con un caso de anemia severo. Su agarre en su espada ya flaqueaba, y para disimularlo, utilizó una fracción de sus pocas fuerzas restantes para descansar el filo de la punta en el suelo arenoso, una almohada granulada que recibió el acero negro de su mandoble sin restringir su remoción. Por suerte, con su oponente tumbado en el suelo por los daños recibidos, ya no requería de levantarlo más que una única vez para marcharse del lugar.

¿La arena? Con poco más que unos montículos de terreno descolocado, a pesar de todo lo que sintió en carne propia. Cortes de espadas volando en cada dirección, y muchas técnicas de viento que el peliblanco requirió usar en su debido momento, algo que sumó en gran medida a la extenuante sensación que hace tiempo había tomado terreno en su cuerpo. Todo lo que le mantenía de pie era su instinto de autopreservación.

-¡Y ESO ES TODO! ¡EL NOVATO DEL DÍA SE LLEVA LA VICTORIAAAAAAA! ¡DESPIDAN A TODO PULMÓN AL COLLLLMILLO BLANCOOOO!- Voz estruendosa que pertenecía al anunciador, seguido inmediatamente por un coro perteneciente a la gente que tan solo vociferaba obscenidades o gritaba sin vocablo alguno.

No le agradaba todo el tema de gladiador que habían montado, ni había buscado ser partícipe de una glorificación tan dramática de un conflicto que rápidamente podía tornarse bastante más real que unos cuantos golpecitos y a la cama. Pero le habían buscado personalmente utilizando algo que sabían estaba en necesidad por su hermana menor y la enfermedad que la mantenía en cama cada día: Dinero. "Una pequeña pelea y te irás a casa con suficiente para todo lo que necesitas por una semana." Como se esperaba, omitió el detalle en el que podía salir lesionado permanentemente del sitio. Tuvo suerte de salir ileso. 

Sin medir palabra, haría un último esfuerzo para colocar el acero de desmedidas proporciones en su espalda donde se encontraría con su funda, y partiría camino a la salida. ¿Los que le buscaron para participar en la pelea? Ni una palabra les dedicó, tan solo tomaría el dinero y se largaría. No por sentirse mal, no era ningún desconocido de blandir el filo contra un ser vivo... Pero simplemente prefería mantenerse profesional y tomarlo como un trabajo más.

De momento recorrió los pasillos, en busca de recuperar el aliento y descansar un poco antes de emprender nuevamente el viaje a través del desierto del País del Viento.

Estadísticas de Yukine Yoriichi
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Después de varios meses dedicándose únicamente al cultivo de sus habilidades y conocimientos shinobi, era hora de volver una vez más a casa. El mero hecho de haber podido abandonar la aldea sin dar explicaciones a nadie, a diferencia de las últimas veces que había visitado el País del Viento, concedían a Samuru la facultad de tomarse de otra forma aquel viaje... Para empezar, podía permitirse explorar el laboratorio de su mare con tranquilidad, gracias a lo cual ahora disponía en su haber con la respuesta para completar los diseños que se habían quedado a medias. Pero una vez terminada la primera semana de investigación y sabiendo que podía permitirse cierta exploración de los alrededores, el titiritero había optado por dirigirse a la arena de combate más cercana, guiado por primera vez en su vida por su curiosidad a aquel violento lugar.

Llegaría con relativa facilidad al lugar, mostrando su identificación a quienes vigilaban la entrada del coliseo y agradeciendo internamente que no le hicieran desprenderse de la katana y el Wakizashi que colgaban de su cintura, así como de los pergaminos ocultos entre sus ropajes, cubiertos a simple vista por una elegante capa de viaje y uno de sus clásicos kimonos pseudo ceremoniales. Una vez dentro, se apartaría con naturalidad un mechón del rostro, llevándolo a acompañar al resto de su cabello, largo y suelto sobre los hombros, mientras recorría con la mirada aquel nuevo lugar "Bastante cuidado para tratarse de un lugar tan barbárico... Veamos que tiene que ofrecer" Curvando ligeramente sus labios ante la emocionante posibilidad de algún nuevo descubrimiento, el joven se dirigiría a las gradas, dispuesto a observar el "espectáculo".
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- ¡Y ESO ES TODO! ¡EL NOVATO DEL DÍA SE LLEVA LA VICTORIAAAAAAA! ¡DESPIDAN A TODO PULMÓN AL COLLLLMILLO BLANCOOOO!

- ¿Es un nombre artístico un tanto clásico no crees...? Aunque no soy el mejor para opinar al respecto - Samuru se encontraba en la grada, aplaudiendo elegantemente tras uno de los pocos combates en las últimas rondas que había logrado su atención. A su lado, una joven, a quien había ido dirigido el comentario del shinobi, turnaba su atención sin ocultar su rubor entre el elegante sujeto a su lado y el joven peliblanco que abandonada la arena.

- Aunque tienes razón querida. Visiblemente hay mucho más que ese apelativo, no es lo que esperaba, pero podría estar bien. Si me permites, tengo que marcharme, pero... - Diría aquello mientras se levantaba de su asiento, extrayendo de entre sus ropajes una elegante tarjeta de visita que entregaría a la joven, que no podría hacer más que enrojecer en mayor medida y empezar a abrir y cerrar la boca con rapidez, mientras buscaba unas palabras que no parecían llegar nunca - Un placer hablar contigo- Añadiendo una sutil reverencia, Samuru se giraría, caminando con rapidez a la salida más cercana, con un claro objetivo en mente, alcanzar al peliblanco.
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Pese a marcharse con rapidez de su tribuna, Samuru no había logrado llegar a tiempo de interceptar al muchacho a la salida de su combate o durante la recogida de su recompensa, en parte por una ligera distracción que se había permitido por el camino. Por suerte para él, las personas con las que se había cruzado el chico recordaban perfectamente la dirección tomada por el shinobi de cabellos plateados, lo que le permitió cruzarse con el mismo poco antes de que abandonara completamente el recinto.

- Parece que tienes prisa por abandonar este sitio - Mencionaría el titiritero justo tras salir de detrás del siguiente cruce que se interponía entre el joven y la salida - Permíteme presentarme, soy Skuld Samuru, shinobi de Konohagakure. Tu combate ha sido interesante, buen potencial, poco pulimiento... ¿Me permitirías un momento? Tengo un par de cosas que proponerte - Acompañando a sus palabras, sacaría una botella de té frío que había comprado en uno de los puestos de camino a encontrar al muchacho, y la principal razón por la que no había logrado alcanzarlo antes - Como pronto te puedo ofrecer algo de beber. Hidratarse después de un combate es importante, especialmente si piensas salir al desierto.

Tarjeta de visita entregada a la dama
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El ruido de sus pesados pasos era el único sonido que sus oídos capturaban del ambiente, algo que se cortó de golpe con la siguiente sorpresa que se manifestó frente a él. La aparición repentina del hombre ahora frente a él causó sorpresa en la cabeza de Yukine, y aunque la corazonada de su cerebro le ordenó mantener un grado de alerta ante la repentina aparición del desconocido, fue el grado de cansancio en todo su cuerpo anclando sus pies firmes al piso lo que impidió que reaccionara de una forma de lejos más explosiva de lo que usualmente haría.

Como mínimo, seguramente, habría visto un humoroso salto pequeño en sus hombros. A cambio, su acción se limitó a levantar su linea de mirada hacia la persona e inclinar su cabeza hacia su hombro derecho cuando escuchó la propuesta que colocaba sobre su mesa, cualesquiera que fueran sus motivos.

¿Estaba poniendo en la mesa propuestas sin mencionarlas? ¿De trabajo quizá? Se permitió divagar sobre qué se trataban sin llegar a nada significante, pues su lóbulo frontal no era particularmente confiable cuando factores como la opresiva temperatura del País del Viento y el cansancio se mezclaban en un único instante.

Algo que si consiguió una reacción al instante fue cuando avistó una bebida helada en las manos de la figura desconocida, a juego con las palabras "ofrecer" y "beber". Su mirada se abrió de golpe, justificadamente. Con el contraste de temperaturas, juraría que la botella le estaba guiñando uno de sus inexistentes ojos y pidiendo a gritos que bebiera de ella de un tirón; nisiquiera se sintió a sí mismo asentir con la cabeza un par de veces y avanzar hasta que sus manos conectaran con el material frío y lo que contenía dentro.

Sin retirar la apertura de la botella de sus labios -casi como si no necesitara respirar-, el peliblanco pasó la ambrosía que era ese cóctel dulce y frío una bocanada a la vez hasta que el contenedor entero era ocupado solo por el aire que entraba del ambiente a su alrededor. Al bajar la botella hasta su estómago, tal fue el cambio que su aliento fue visible por un instante, un pequeño efecto accidental de que el aire en sus pulmones bajara tanto de temperatura tan rápido. Algo que duró poco, pero que fue suficiente para hacer que su consciencia volviera a la vida en vez de ser un zombie en vida. La niebla en su cabeza se había ido.

-¡Fuaaah! ¡No podría haber pedido nada mejor!- Comentó en un volumen mas alto del que habría deseado, pero con una voz que no hacía esfuerzos por ocultar el color que había recuperado. Si el tono de piel del chico no fuera terminalmente pálido como la nieve, seguramente también habría recuperado el brillo en su piel. Al contrario, perdió el poco rubor facial que se manifestó por la pronto-a-ser insolación.

-¡Bien! Te respondo por partes.- El brillo en su mirada claramente había vuelto, y en señal de buena fe a la persona que le ofreció el líquido que le devolvió al mundo de los sapientes, no se cortó con sus respuestas. Sus procesos lógicos eran simples e inocentes, de un pequeño que había crecido en el campo; su moralidad rara vez tenía grises, pero no los descartaba cuando la necesidad se presentaba y hacía inevitable.

 -Desgraciadamente, no me manejo muy bien con el calor. Y este no es particularmente un buen sitio para caer de cabeza en el suelo.- Si el hombre de cabello oscuro por alguna razón lo dudaba para este punto, Yukine acabaría por confirmarlo completamente. -Y... ¡Seguro! Siempre tengo tiempo para escuchar palabras de alguien que sabe lo que hace. Mas aún cuando viene con algo más que pueda interesarme.- Se permitió asumir que la persona frente a él tenía experiencia, fuera visual, práctica o una mezcla de ambas con respecto al combate; los fanáticos seguramente serían mucho mas erráticos al acercarse a un luchador recién salido de la arena, y los burgueses sentados en el mirador privado del coliseo jamás se acercarían a menos de veinte metros de "alguien tan poco higiénico como quien se manchaba de sangre y ni se inmutaba". Si lo abordaba casi matemáticamente, Samuru solo había ganado números positivos en ese corto intercambio de palabras.

-¡Oh! Antes de decir cualquier cosa más.- De un bolsillo en su pantalón, a la altura del muslo, sacó un pañuelo con el cual remover cualquier muestra de suciedad o sangre que pudiera haber encontrado su camino hasta sus manos, una solución rudimentaria pero suficiente para considerarse presentable. Incluso siendo huérfano a temprana edad, se había enseñado a sí mismo a mantener un mínimo de apariencia para hacer mas ameno tratar con él. Habilidad indispensable si quería que la persona contratándolo quisiera repetir contratos con él. Guardó el pañuelo y estiró la mano abierta hacia el hombre de kimono. -Yukine Yoriichi, sin afiliación. Un gusto.- Un nombre a cambio de otro.

-Ahora, ¿podrías comentarme más sobre lo que te referías? Soy todo oídos.- Pidió, en espera de lo que el reciente conocido quería compartir con él. Incluso, si Samuru empezaba a caminar en cualquier dirección, se aseguraría de imitar el ritmo de sus pasos mientras avanzaba a su lado.
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El joven peliblanco, quizás llevado por la extrema necesidad de recuperar líquidos, no dudaría ni un solo segundo en consumir la bebida ofrecida por Samuru. Por suerte, el titiritero no había intentado sacar provecho alguno de esa situación, aunque de desearlo podría haberlo hecho, debido a su afiliación con los tóxicos y venenos.

- ¿Qué tal un par de consejos gratuitos sobre este lugar mientras buscamos algún lugar mejor en el que hablar? Como bien dices, es evidente que no eres nativo de este lugar. No pasa nada, la gente no es especialmente escrupulosa de los extranjeros por aquí - Mencionaría mientras miraba a su alrededor, tratando de situarse en el mapa mental de aquel recinto, justo antes de empezar a caminar con paso tranquilo hacia el lugar más cercano en que sentarse e hidratarse - En este caso no hay peligro alguno, pero, en lugares como este no deberías aceptar bebida o comida de un desconocido sin estar completamente seguro de sus intenciones. La arena suele respetar a sus invitados mientras se encuentren fuera de los terrenos de combate, pero en el País del Viento siempre existe la posibilidad de encontrarte con bandidos o comerciantes interesados en tus pertenencias o directamente tu cuerpo - Sus palabras, aunque algo preocupantes, no se esforzaban en ocultar un deje de melancolía al hablar así del País del Viento, dando a entender que, por experiencia propia, sabía que antes no era así - El agua está bien, es fácil detectar para casi cualquiera cuando algo ha alterado su esencia.

Pasiva Chikamatsu


Mientras hablaban y caminaban, Samuru acabaría llegando a una sala circular y algo más concurrida, las mesas y sillas, de madera negra, así como los aromas que la llenaban, dejaban ver que se trataba de una de las zonas de ocio alimenticio de aquel enorme recinto. Algunos de los gladiadores y combatientes (Los que habían salido bien parados) estaban relajados, bebiendo y comiendo para recuperarse de su desgaste; también habían bastantes espectadores, que o bien se habían cansado de ver combates aquel día, o estaban esperando a alguna ronda futura en la que hubieran apostado dinero. En el centro de la sala, visible desde cualquier punto de la estancia, había una barra circular dentro de la cual una serie de camareros atendían apuradamente a todo el que les hacía algún tipo de petición.

- Evidentemente aquí no hay servicio a mesa, pero no te preocupes, ya he pedido que me dejaran preparadas un par de cosas antes de encontrarte, cuando he comprado esa botella de té. Me gusta respetar las costumbres beduinas, y tu eres tanto una especie de invitado como un viajero de la arena, así que... - Diría Samuru con tranquilidad, mientras pasaba cerca de la barra y recogía una bandeja con una jarra de agua con hielo y un plato central con "Pan del Desierto" en él, aún caliente - Sentémonos - Dejando la bandeja en una mesa algo apartada, procedería a tomar la jarra de agua y servir dos vasos, tomando el primero para él y dejando el segundo al alcance de Yukine, por si quisiera seguir bebiendo algo más.

- Intentaré no dar demasiados rodeos, no quiero hacerte pensar que estamos perdiendo el tiempo - Mencionaría Samuru justo antes de beberse la mitad del contenido de su recipiente; era agua con un leve toque de limón - Llegar a conclusiones precipitadas no es algo que me guste hacer, pero por desgracia últimamente he tenido que ser amigo cercano de estas. Es así como, mientras veía tu combate, he concluido que pareces algo perdido; por lo general este sitio tiene a cuatro tipos de combatientes: Buscadores de gloria, carniceros sedientos, cazadores de sueños o gente en busca de dinero. No me encajas en los dos primeros, y no pareces el típico cazador de sueños que se perdería por este lugar, así que, y disculpa mi falta de modales, si es dinero lo que buscas, para ti se me ocurren dos formas mejores de conseguirlo...La primera, consistiría en aprovechar tu talento en bruto, moldearlo y pulirlo para ofrecer tus servicios como rōnin a las aldeas que estén dispuestas a pagar por ello. Si te interesara este primer método o quisieras saber más, debo añadir que yo mismo estoy en busca de discípulos a quienes entrenar y guiar en su progresión en ese complejo mundo, mis buenas razones tengo, pero solo las compartiré contigo si estuvieras interesado en escuchar más sobre esta proposición - Guardó un instante de silencio, dejando que una sonrisa misteriosa y algo perversa se dibujara en su rostro al tiempo que daba un nuevo trago a su bebida - En cuanto al segundo método... Bueno, ese lo dejaremos a un lado por ahora, primero quiero saber qué piensas al respecto de lo mencionado.

Dicho aquello, sabiendo que sus palabras necesitarían por lo general calar en el joven y darle tiempo para pensar, Samuru aprovecharía en los siguientes segundos para romper uno de los pedazos del pan del desierto y comerse el mismo. Había probado mejores masas, pero estaba bastante sabroso para haber sido preparado en la taberna de un negocio tan sangriento como aquel - Por cierto, creo que era evidente, pero puedes comer del plato central si lo deseas y hacer cualquier pregunta que consideres oportuna - Diría al tiempo que rompía otro pedazo del mismo y se lo llevaba a la boca.
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Lo había pasado por alto completamente por el conjunto de condiciones que habían formado una espesa niebla mental en su toma de decisiones, solo percatándose de la posibilidad de ingesta de un elemento anómalo en la bebida hasta que el hombre de buen vestir presentó la posibilidad de haberlo consumido tras haberlo aceptado, y permitido entrada al interior de su cuerpo. En esa hipotética situación diferente, su vista probablemente ya estaría rodeada de toda clase de alucinaciones y colores del espectro visible de luz que ni el ojo humano desnudo podía captar. Su paso para ese momento, sin siquiera ser consciente de ello, ya estaba imitando el tempo del segundo integrante de la conversación.

Parpadeó parcialmente desconcertado, encontrándose en las palabras del hombre pelinegro con la reconfortante afirmación de saber que aún existía un código en cuanto a los extranjeros, tocando el tema de que mantenían un grado tolerable de respeto siempre que no fuese en las zonas bélicas -donde, al contrario, era el mayor postor quien decidía lo que se daba y lo que no-. Pero al final del día era un hecho irrevocable que el País del Viento sostenía su manchada reputación donde alguien con menos que buenas intenciones podía aparecer frente a la vida de alguien más, y repasar su libreta estándar de cómo remover sus posesiones u órganos a una víctima lo suficientemente inocente para picar. 

-Admito que bajé la guardia mucho más de lo que debería, debe ser el calor. Tendré mas cuidado con eso a partir de ahora.- Sus palabras adoptaron una seriedad transitoria, respondiendo a toda la información que arrojaron en su dirección instante atrás. -¡Pero! Siendo optimista, me topé con la persona que está dispuesta a darme una pequeña lección por ese lado. Un buen susto es suficiente y necesario para afilar la concentración de vez en cuando, ¿no?- Añadió, restando seriedad al prospecto. No es que no lo tomara en serio -sino todo lo contrario-, solo gustaba de ver la cara limpia de la moneda. Si estuviera alerta de cada persona y lugar que visitara con paranoica atención, probablemente moriría de un infarto por ansiedad mucho antes de lo que lo mataría un Kunai a la cabeza.

La afable conversación consiguió dilatar el paso del tiempo en la mente del joven albo, convirtiendo lo que hubieran sido tortuosos minutos de mutismo en lo que se percibió para él como amenos segundos hasta finalmente arribar a dirección de su acompañante a la zona de comidas de la estructura. Sus ojos deambularon por el ambiente que Yukine desconocía aún, pues hasta la fecha nunca había tenido necesidad de pasar por las zonas más concurridas del coliseo. Siempre traía en su equipaje sus propios platillos, y reponía energías deleitándose con su comida casera mientras dejaba caer el peso de su cuerpo en el primer punto con calefacción que pudiera encontrar. Por esta razón, su conocimiento de los pasillos que ahora mismo lo rodeaban se limitaba a tres puntos claves: La entrada, la arena de batalla, y el pasillo de salida. 

-¡Wooow!~- Ingenuo e inexperimentado, sentía genuino asombro al observar un lugar competidor de muestras enérgicas al mismo nivel que el círculo gladiatorio donde tanta sangre había sido derramada. Un brillo honesto iluminó sus ojos por un instante, puro y sin adulterar a pesar de sus vivencias infantiles. Conservaba el espíritu de alguien lejanamente menor, aun cuando había mucho más que contar sobre él que un rostro expresivo. 

Continuó siguiendo el son de quien había anunciado propuestas, haciendo escolta de la masa horneada y adornada con el mítico poder de hacer que babeara a primera vista. Se veía en extremo esponjosa, y su apariencia refinada prometía un sabor como uno que pocas veces tenía el privilegio de degustar. Moría de anticipación por siquiera una mordida de tal artesanía, y más aún quería ostentar la oportunidad de replicar tal maravilla por sus propios medios tan pronto regresara a casa para darle a probar a su hermanita.

-Oh. ¡Gracias!- Una respuesta dirigida al vaso que recibió, a lo cual hizo una corta reverencia en señal de agradecimiento. Tomó el vaso entre sus manos y, esta vez en pequeños sorbos insonoros y continuos, empezó a beber porciones de agua hasta dejar poco más de un tercio de su contenido original. Adoraba el agua, y el toque de limón que habían agregado daba una sensación tan refrescante como adictiva. 

El momento de la verdad no se hizo esperar. De lejos había sido la mayor cantidad de vocablos que había escuchado del pelinegro en todo el recorrido, y tenía toda razón de serlo: La propuesta que ofrecía no era para nada simple, mucho menos simplificable. Se había sumido a tal nivel en su explicación que olvidó por un momento la existencia de pan a un antebrazo de distancia. Su mirada se perdió en las periferias de su vista hasta que finalmente encontró reposo en la mesa, reflexionando los componentes mas importantes de lo que efectivamente era una oferta para aceptar tutelas de un maestro, y aprender con algo más que el autodidactismo que Yukine había estado aplicando desde el primer momento en que había levantado un arma con sus frágiles manos. Inclusive consideró el hecho de que no estaba solicitando dinero, algo que todo instructor se encargaba de anunciar al primer asomo de oferta. "Mis buenas razones tengo"... 

Su mano se colocó sobre un trozo del pan a muestra de haber entendido el permiso otorgado a obtener algo que tanto esperó, separando uno de sus pedazos para darle una buena bocanada que degustó con toda la paciencia que podía ostentar. ¡Y voilà! Decidió, casi avergonzado por cuán efectivo era para él comer un poco para aclararse la cabeza... Enfasis en Casi. -De acuerdo. Acepto.- Sus palabras salieron con sencillez y ausencia de duda que parecían descartar toda la contemplación que realizó instantes atrás, un cambio radical con el joven que parecía sobrepensar las cosas a un punto innecesario. Allí había un punto importante: Pensar solo hacía que diera vueltas en el mismo círculo, perpetuando la inacción que él mismo aborrecía con todo su ser. No se lo permitía, hoy tampoco sería una excepción.

-Sería muy útil tener a alguien que guíe mi mejoría, todo conocimiento es bien recibido y útil de cara a una situación peligrosa. Aun así... Quisiera saber sobre tus buenas razones para hacerlo. Es de pocos días encontrarse con alguien que ofrezca mentoría sin nada a cambio, al menos nada aparente. ¿Está bien si pregunto por ellas ahora mismo?- Entendía que podía tratarse de una respuesta que exigía secretividad, algo que las hacía incompatibles con el ámbito público en el que se encontraban. -También me gustaría saber sobre ese segundo método, aunque admito que sería puramente por saciar mi curiosidad.- Sonrió al contrario, carente de malicia. La forma tan misteriosa en que lo mencionó lo dejó con intriga de saber más al respecto, aunque careciera de una razón superior para preguntar al respecto. 

-Sea como fuere. Espero nos podamos llevar muy bien... Maestro.- Comentó con cierta torpeza en la última palabra. Era un término nuevo para sus músculos bucales, una palabra que jamás había mencionado antes, ni tampoco consideró que llegaría a articularla.
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Pese a las dilaciones y cuestiones esperables, la propuesta lanzada por Samuru al joven peliblanco sería respondida prácticamente en tiempo récord. Quedaban dudas al respecto, claro, pero nada que no pudiera resolverse con algo de conversación y una breve pero instructiva explicación sobre los objetivos del titiritero. En cualquier caso, la rapidez de Yukine a la hora de aceptarlo como maestro agradaría a Samuru, no tanto por su rápida toma de decisiones como por el hecho de que está se basaba plenamente en comprender las ventajas que podía sacar de una relación de ese tipo. Ahora solo quedaba explicarle el resto del trato sin que decidiera echarse atrás, algo que el marionetista dudaba que fuera a ocurrir, pues en su cabeza la parte más difícil había sido solventada con premura.

- Sinceramente, esperaba algo más de "resistencia" por tu parte, pero me alegro de verte tan convencido - Una suave risa acompañaría a sus palabras, al tiempo que empezaba a reconfigurar su estrategia mental- Sobre mis razones antes mencionadas... Por ahora resumiré en dos conceptos básicos; lealtad adquirida, o como casi cualquier tipo de individuo que haya crecido en una aldea suele estar vinculado a personas o movimientos ideológicos problemáticos; y como segunda nota, la esperanza de generar una ganancia futura en forma de seguridad e información. - Cortaría su explicación, dejando claro que, por el momento y al menos hasta estar algo menos acompañados, eso sería todo lo que diría al respecto.

Yukine también parecía interesado en, como mínimo, conocer el segundo método mencionado por su entrevistador. Durante un par de segundos, Samuru sopeso los pros y contras de exponerlo a estas alturas del trato a otras alternativas, después de todo aquel segundo "negocio" solía generar cierto escepticismo hacia los shinobi o guerreros en general, en parte por razones comprensibles, aunque en la mente del titiritero esto fuera solo por prejuicios e incomprensión. La conclusión final sería que el joven merecía al menos una introducción a las dos caras del que iba a ser su maestro y la oportunidad de expandir su mente.

- No solo trabajo como shinobi, mi pasado ha estado lleno de emociones y por el camino aprendí más de un oficio. Uno de ellos en concreto me ha dado más que otros - Buscaría entre sus ropajes mientras daba aquella explicación casual, hasta finalmente sacar una tarjeta de color negro y entregársela con un ademán elegante a su recién adquirido discípulo, acompañando el gesto con una sonrisa casi tan dulce como maquiavélica.

Tarjeta de Visita

- Resumiendo, también dirijo un Hostess en el País del Fuego. - Su tono era completamente serio, indicando que no se trataba de una artimaña para rebajar la tensión - Te sorprendería todo lo que se puede obtener de un ambiente así aparte del dinero; y quizás te sorprendería algo menos que alguien con tus rasgos pudiera ser un gran activo para el mismo... Pero tranquilo, no seas tímido, puedes elegir únicamente el primer empleo. Aunque las propinas no son ninguna broma.

Volviendo a guardar silencio, en parte para dejar que su acompañante asimilara, pero principalmente por si tenía alguna duda o anotación con la que contestarle. El titiritero tomaría la jarra, vertiendo su contenido en los vasos de la mesa hasta vaciar el contenido del recipiente principal, dejando los contenedores secundarios algo por encima de la mitad de su capacidad.

- En cualquier caso, deberías quedarte la tarjeta - Añadiría justo antes de dar un sorbo a su agua - Resido en la aldea de la hoja, pero te será más sencillo y seguro localizarme en este lugar, a no ser que te den un permiso para acceder a la aldea.

Terminándose el contenido de su copa, Samuru se pondría en pie, partiendo en dos lo que quedara del pan del desierto (Si es que quedaba algo) y envolviéndolos con dos sendos pañuelos. Guardaría uno de los paquetes para sí mismo y entregaría el otro al muchacho, indicándole con un gesto que le siguiera.

- Creo que ya te has recuperado lo suficiente para una pequeña introducción...
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Una risa mucho más sonora, aunque apacible, encontró la forma de exteriorizarse de entre los labios del peliblanco, apegándose al tempo establecido por Samuru con tan solo una pequeña demora. Esperaba a kilómetros que comentara al respecto de su resolución, y no era ni el único ni el primero en hacerlo; aunque admitía en su mente una gigantesca cantidad de matices grises para su toma de decisiones, la vida le enseñó en carne propia la consecuencia de contemplar en demasía cada instancia en la que debía sentarse a analizar posibilidades, usualmente arrebatándole oportunidades preciosas o marcándolas como incorrectas con desenlaces a juego cuando concedía que la decisión tomara el liderazgo de sus procesos lógicos. 

Justo antes de ofrecer una contrarrespuesta, el pelinegro elaboró a favor de la primera pregunta realizada, unas que además daban consistente luz sobre sus motivaciones para ofrecer enseñanzas gratuitas para el joven albo, pequeña cría de Shinobi que apenas había visto una fracción de sangre y presión mental que muchos de los que podía llamar superiores, si no fuera porque aún no ofrecía su nombre y su espada a nadie en concreto, solo quien decidiera ofrecer una moneda por sus servicios y solo tanto tiempo como ambos lados consiguieran acordar exitosamente. 

-Entiendo. Me parece razonable.- Su tono se proyectó mas serio que en instancias anteriores, lejos de mostrarse arrancado de su benevolencia o alterado en cualquiera de sus definiciones, sino una clara exhibición de que había mucho mas en el joven de lo que podía observarse a ojo desnudo. Como mínimo, podía dar por sentado que era más que sonrisas y optimismos, pero que siempre optaría por una expresión notablemente mas sociable si la situación se lo permitía. A la vez, servía como una manera de demostrar que entendió la furtiva intención de detener sus palabras en ese momento particular. 

Sobrellevó la intriga cuando el contrario mencionó un oficio en particular sin especificar, más que seguramente correlacionado con el segundo método por el que preguntó instantes atrás. Maquinó en su mente, intentando venir con mil posibles respuestas que Samuru pudiera ofrecerle hasta el instante en que recibió la tarjeta, pero ninguna de éstas llegó a acertar remotamente; sus ojos se abrieron en seña de sorpresa cuando su mirada consiguió aventurarse en toda la extensión del objeto publicitario, absorbiendo cada trozo de información visual hasta que una perdurable imagen mental se formó en su cabeza. 

Hostess. Conocía el término, incluso admitía haberlo escuchado múltiples veces de los campesinos de su pueblo natal cada vez que daban largos viajes a una aldea para vender sus productos; lo que hicieran con su dinero o tiempo no era su competencia, lo que excluía en él una necesidad de hacer un juicio moral. Su sorpresa se generaba casi exclusivamente de jamás considerar el prospecto de verse involucrado siquiera accidentalmente en uno de sus sitios. No por pudor, no por recelo, sino porque -de la manera mas honesta posible- jamás pensó que entraría en contacto directo o indirecto con un establecimiento así. Ahora que el caso se daba y solicitaba una contestación, nuevamente contempló aquello que se presentaba frente a él.

Los pros estaban puestos firme sobre la mesa, y era innegable que un empleo consistente en su paga como podía ser éste le permitiría recaudar la cantidad de dinero suficiente para mantenerse a él y a su hermanita en buenas condiciones, a ella bien alimentada y con medicina cada vez que lo necesitara. Que el propio dueño del oficio confirmara las jugosas propinas fue el último razonamiento necesario para acabar lo que fue un fugaz sopesamiento. 

-...Suena como una buena idea.- Inesperado o no, no lo fue para el joven albo. Fue sencillo, como una operación matemática que contaba con números naturales de una única cifra: Solo requería de entregarle unos segundos para ordenar los números y hacer los cálculos. Creciendo sin una madre que pudiera afirmar la mala fama de los sitios, o un padre que pusiera en duda su razonamiento moral por siquiera considerarlo, los estigmas en su mente eran escasos rozando la inexistencia.

Muy por el contrario: Veía lógico tomar la oportunidad de un empleo que pudiera otorgarle dinero invariable regularmente, donde elogiaban una de sus características que podía servir a su favor. -Por supuesto que aún tendría que preguntarte más cosas al respecto antes de darte una respuesta definitiva, todo lo que conozco tiene de base rumores sueltos. Aunque eso puedo guardármelo hasta cuando visite el lugar de primera mano.- Pausó un segundo para humedecer su garganta con un sorbo a la bebida, delicioso alivio para su faringe áspera en el inclemente ambiente árido, y luego finalizó con una sonrisa acompañante de sus palabras. -Pero si puedes asegurarme una paga, suena como una buena oferta que no tengo intención de rechazar, mucho menos motivo.-  Atendió la recomendación de su nuevo maestro a la vez que finalizó sus palabras, guardaría la tarjeta en uno de los bolsillos frontales camuflados en su chaleco de cuero que hacía de prenda superior. 

-¡Oh, seguro! De hecho me siento genial, el pan y la bebida han hecho maravillas.- Vocablos que reflejó en la actitud enérgica que demostró al levantarse de la silla por sugerencia de Samuru, después tomando el pan que le entregaron y atándolo firme en su prenda inferior, permitiendo que colgara en su cintura sin deshacerse y caer al suelo. -¡Guía el camino!- Pidió, listo para seguirle el paso a lo que tuviera en mente.
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Entrenamiento - Turno 1 | 5

El titiritero volvería a sorprenderse de la agilidad mental a la hora de tomar decisiones, está vez relacionado a la materia del Hostess. Realmente no esperaba una respuesta inminente, o siquiera que llegara alguna; aquello añadiría peso a vaga conclusión sobre el estado económico del muchacho. No es que aquello le causará especial preocupación, Yukine no parecía haber mostrado la más mínima aversión a la idea y la intención de Samuru para con "sus muchachos" siempre había sido la mejor; empleado contento cliente contento, su principal interés estaba en los contactos no en el dinero.

- Claro, resolveré cualquier duda que tengas al respecto del Hostess y su funcionamiento - Realmente no pensaba que hubiera mucho que explicar al respecto, pero quizás el muchacho había crecido lejos de las grandes ciudades.

Al momento de salir de la sala de descanso, Samuru tomaría la ruta a su izquierda, comenzando a caminar a paso calmado por el túnel, iluminado por una pobre luz artificial. El eco de sus pasos, normalmente mucho más sigilosos, retumbaba contra las paredes del pasillo, tomando el camino más directo que conocía. Se detendría en algunos cruces; pese a su buena memoria espacial, no había estado tantas veces en aquel recinto como para conocerlo a la perfección, pero si las suficientes como para recordar las salas de interés.

- Empezaremos por repasar los conceptos básicos sobre el control de chakra - Diría en un tono suficientemente alto como para ser escuchado mientras mantenía la marcha - Puede sonar monótono o aburrido, pero son la base para todo lo que vendrá después. Podemos empezar con la teoría mientras llegamos, así además podrás decirme hasta donde ha llegado tu instrucción previa.

Samuru realizaría una nueva parada en un cruce de cuatro caminos, elevando el índice de su mano derecha mientras sopesaba el camino a tomar - Por lo visto en tu combate, diría que dominas lo básico, comprendiendo o habiendo desarrollado por intuición el control de bajo nivel, así que empecemos a matizar - Chasqueando los dedos, Samuru optaría por continuar por el camino de la izquierda - El chakra lo engloba todo: Árboles, animales, la propia tierra, el mar e incluso el aire... Y por supuesto, nuestro propio cuerpo. Pero, cuando hablamos del cultivo y crecimiento más elemental del mismo, debemos centrarnos en nuestro cuerpo y los dos grupos generales de chakra o energía que lo conforman; energía física y energía espiritual. La energía física reside y se obtiene directamente de nuestro cuerpo y puede entrenarse con preparación y ejercicio físicos. La espiritual, por otra parte, surge de nuestra mente y, según varios filósofos y estudiosos, nuestra alma; para aumentarla deberemos centrarnos en obtener nuevas experiencias vitales, estudiar y meditar.

Los pasos del titiritero acabarían llevándolos a una puerta metálica de aspecto sencillo, en cuyo lateral, enmarcado en una placa del mismo material, podía leerse la inscripción que informaba del carácter de la misma, "Gimnasio". Al abrir la puerta y acceder al recinto podrían ver una sala de aspecto limpio y sencillo: Suelo semi acolchado, techos altos a unos cuatro metros de altura, tres paredes blancas y una cubierta de espejos que llegaban del suelo al techo y de lado a lado de la misma. Las instalaciones presentaban varias máquinas básicas de entrenamiento, algunas de las cuales estaban siendo usadas en aquel momento cuatro o cinco individuos en pleno proceso de tonificación, posiblemente como preparación o calentamiento para un futuro combate. Sin embargo, Samuru obviaría completamente todo artilugio metálico, señalando y dirigiéndose una zona apartada cuya principal diferencia era el color y material del suelo: Un tatami de color carmesí con un emblema marcial vinilado en tonos dorados en su zona central.

- Por norma general, muchos guerreros tienden a centrarse únicamente en uno de estos dos campos y aunque la especialización per se no es una mala estrategia, ya que nadie es excelente en todo lo que hace, es importante no obviar la energía opuesta a nuestra especialidad. Al principio parecerá que progresamos con gran rapidez, pero llegará un momento en que nuestro avance se detenga abruptamente - Samuru indicaría a Yukine con un gesto sutil pero entendible que tomara asiento en el suelo - Un combate observado desde las gradas es material escaso para entender tu estilo y hacia donde tiende tu control de ambos tipos de chakra... Así que por favor, toma asiento, adopta una posición de meditación y céntrate en tu respiración... Vamos a ver cómo podemos hacerte mejorar.

Anotaciones
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Su mirada curiosa danzaba por el lugar, guardando la información espacial de cada pasillo que recorrían en busca de un destino que Samuru aún no especificaba a su acompañante peliblanco, mas allá de lo que podía intentar deducir de toda su conversación hasta ahora, un sitio que tuviera la utilidad de permitir iniciar formalmente su entrenamiento. Dada su rutina relativamente lineal con respecto a los enfrentamientos en el Coliseo Sabakugami, su falta de necesidad a conocer el lugar en el que participaba de combates iba de la mano con desconocer todo lo que había mas allá de las zonas estrictamente necesarias para el paso a lo largo de la estructura; incluso referenciando a las que sí conocía, evitaba guardar cualquier información sensorial en su memoria a largo plazo.

Durante su caminar, su maestro inició conversación, o mas bien una entrega necesariamente unilateral de sus observaciones a lo que había conseguido sonsacar del combate desarrollado pocas instancias atrás. Antes que nada, aclaró al contrario sus pensamientos respecto a repasar las bases. -De hecho, me sería útil. Entiendo que al igual que con las técnicas de la espada, comprender el fundamento es tan importante como la memoria muscular al ejecutarlo. Y difícilmente cuento con enseñanza formal como para ser quisquilloso de cara a la teoría del Chakra.- Comentó, exponiendo una de sus mayores falencias de cara a las artes ninja: Todo lo que sabía, lo que había visto y ejecutado nacía de una mentoría inexistente, sino de un autodidactismo promovido con observación hacia conocedores de técnicas Shinobi de paso por el pueblo, rebuscar hasta el mas delirante libro que siquiera intentara teorizar sobre los conocimientos que hoy en día usaba y una inhumana inversión de práctica, pruebas y errores que más de una vez lo había forzado a caer rendido sobre la hierba alta. Si todo esto era algo bueno o malo, quedaba en el pelinegro juzgarlo como viera correcto. 

-Con respecto a mi instrucción previa... Diste bastante en el clavo con tus deducciones.- Contestaría, dibujando una sonrisa a la vez que producía una risa corta entre dientes que intentaba exhibir despreocupación con el tema. Nunca antes había añadido mayor atención a la disciplina de Ninjutsu por encima del uso de la espada, por lo que nunca se planteó mejorar pasado cierto punto en cualquiera de las ramas metafísicas, a diferencia de aquella que tenía una contundencia intuitiva y numéricamente cuantificable: Si te golpean con el lado afilado de una espada, te cortan algo. Si te golpean con el lado plano de una espada, te romperán algo. Una matemática sencilla pero infalible para el campesino que nunca soñó con domar huracanes, mucho menos producirlos. 

La enmarañada explicación fue absorbida como agua a una esponja nueva por el joven albo, que asentía cada cierto intervalo de segundos para exteriorizar su atención en el tema, bordando la hiperfijación que salía a la luz cuando a sus alrededores se tocaba un tema en el que pudiera verter horas y horas sin sentir el paso del tiempo. Una división básica pero esencial: Cuerpo y alma, energía física y espiritual, cada una responsable de un fenómeno distinto y con un método de expresión colosalmente contrastado a su contraria.

Era conocedor firme de la primera, no siendo un problema para él entender que un cuerpo cultivado conllevaba a una manipulación exponencial de la energía física que le permitía desde inhalar aire hasta bisecar objetos sólidos. La naturaleza abstracta de la espiritual, por otro lado, llevaba consigo un reto muy diferente a superar. No era diferente de imaginar un color que nunca había sido observado, teniendo que moldear un concepto imaginario en un fenómeno tangible que podía interactuar con su medio inmediato y modificarlo.

Tal fue su buceo en los pensamientos inundando su mente hambrienta que no se percató de haber trazado el camino hasta una instalación que emulaba la función de un gimnasio. Las personas, en esa lógica, pasaron completamente desapercibidas para el albino que estaba deseando conocer más, tanto como le fuera posible, intoxicado por el encanto de la estimulación cerebral que causaba el entender los fundamentos de un tema tan inexacto en sus límites.

Siguiendo las instrucciones de Samuru, Yukine se dispondría a tomar asiento sobre el tatami señalado; previo a esto tomó firme la empuñadura de Beastlord colgando en su espalda y la removió de su funda, cuidadoso de no chocar su filo o longitud con ninguna de las superficies o personas presentes, bajando con ella hasta ubicarse el albo sentado frente a su maestro y el metal negro reposando al lado de su portador a un brazo de distancia, extendiéndose a lo largo en una porción del suave material. -En otras palabras, lo mejor siempre será contar con la mayor cantidad de alternativas. Nunca descuidar ninguno de los otros campos ni dedicarse excesivamente a uno solo, sea porque necesite utilizarlos como una solución óptima o porque necesite entender cómo zafarme de éstos. ¿No?- Una duda genuina que ya exhibía cuánto de él podía asignar a comprender lo que escuchaba, aunque ésta se mostraba aún ingenua siendo excluyente de temas mas allá del campo de batalla. 

Asintió al aceptar la indicación, asumiendo la posición solicitada. Cruzó sus piernas, descansó sus manos boca arriba sobre sus rodillas y cerró los ojos, intentando desviar sus pensamientos de la oscuridad producida en su visión por sus parpados, los sonidos metálicos que el equipo producía al fondo del gimnasio, y... ¿Un sonido de golpeteo constante en la colchoneta? Tan solo unos segundos en el ejercicio, la impaciencia propiciada por su ADHD provocó que su pierna empezara a agitarse en un intento por descargar la energía acumulada en su cuerpo, una muestra clara de lo difícil que era para él quedarse verdaderamente quieto. Otros segundos mas tarde, entreabrió los ojos para entender el fenómeno, algo avergonzado al respecto. -Ah... Jaja. Esto... puede ser un poco más difícil de lo que esperaba. Disculpa por eso.- Se rascó la cabeza y soltó una risa nerviosa, abochornado por tan penoso primer intento.
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Entrenamiento - Turno 2 | 5

Samuru asentiría ante las deducciones de su aprendiz, dejando que este divagara sobre la lección que estaba recibiendo y sacara sus propias conclusiones, independientemente de la validez de las mismas. Le gustaba que el joven se mostrara tan increíblemente abierto ante casi cualquier nueva herramienta que se le otorgara, ya fuera para su progresión como guerrero o como persona. En cierta manera le recordaba a sus propias vivencias pasadas con Riku, en donde ambos debían aferrarse a cada nueva oportunidad que se permitiera ser alcanzada, antes incluso de conocer los riesgos que implicaba aquella nueva senda que se les mostraba.

- Efectivamente, el abanico de opciones y herramientas es importante, si, sin embargo, la necesidad de dominar ambos campos puede tomarse incluso de manera más literal - Señalaría el titiritero como observación al comentario del peliblanco - Una vez alcanzado el límite de un mero humano, para superar el mismo será necesario un cultivo mínimo en el ámbito contrario. Tu fuerza bruta, velocidad, agilidad mental... Están directamente relacionados, así que aunque puedes centrarte en perfeccionar aquellos ámbitos más cercanos a tu estrategia de combate, necesitarás al menos la mitad de dedicación en estas otras áreas si no quieres alcanzar un metafórico techo de cristal en tu progreso - Samuru haría una pausa en su explicación, dejando espacio para la asimilación de aquellas palabras y tranquilidad para que el muchacho pudiera intentar concentrarse en su tarea -  A fin de cuentas - Continuaría explicando - Si no fuera por el potencial que desbloquea nuestro moldeo interno del chakra, nunca podríamos soñar con la fuerza necesaria para lanzar un carromato por los aires. Nuestros cuerpos siguen siendo en esencia complejos mecanismos que necesitan de un combustible muy concreto. De igual manera y aunque no fuera tu caso, si tu mayor fuerte se encuentra en el ninjutsu más elemental, llegados a cierto punto te sería imposible aumentar tu chakra espiritual sin un mínimo de cultivo físico; yo mismo me encontré con ese muro en el pasado.

Una vez finalizada la aparentemente interminable explicación, Samuru se mantendría en silencio, observando al muchacho en su intento fútil de encontrar algún tipo de paz interna en la meditación. Sabiendo que, según lo expuesto, el joven nunca antes había cultivado su interior, resultaba evidente que salvo que se tratara de un prodigio iba a fallar en su empeño "Pero aprendemos más rápido de nuestros fallos que de nuestros aciertos...".

Mientras tanto, algunos de los levanta hierros del lugar empezarían a interesarse en la "extraña tarea" realizada por el peliblanco... En su mente simple de gladiador antiguo, ese chico estaba haciendo el ridículo al entrar a un gimnasio y adoptar una pose de meditación, así que no tardaría en dibujarse una clara intención burlona en los ojos de algunos de estos. Samuru, lejos de alterarse o preocuparse de los mismos, elevaría un único dedo, dejando salir de este un hilo conscientemente visible de chakra en dirección al "hierro" más voluminoso del recinto para, una vez en contacto con el mismo, levantarlo sin dificultad alguna mientras mantenía sus ojos clavados en los espectadores, con una intencionalidad claramente hostil dibujada en el brillo dorado que los juzgaba. Para cuando el peso volvió a quedar aposentado en su lugar, ninguno de los presentes continuaba teniendo ganas de molestar al titiritero o a su alumno.

Yukine abriría los ojos un instante después, disculpándose por su incapacidad para centrarse en el ejercicio otorgado. Samuru simplemente le sonreiría con cierta ternura, mientras agitaba la cabeza a modo de indicar que no tenía de qué disculparse. Hecho esto, se sentaría frente a su alumno, adoptando el mismo la posición inicial de meditación e indicándole con su mirada que siguiera su ejemplo, mientras empezaba a regular su respiración.

- La meditación real, la que nos permite cultivarnos internamente, solo es sencilla para los prodigios en el área o aquellos con una mente demasiado simple como para abstraerse en el intento. Que falles en tus primeros intentos no es necesariamente una mala señal - Haría una breve pausa, en la que situaría su mano encima de su propio pecho, mostrando al peliblanco de forma más visual cuál era su ritmo de respiración - El primer error es pensar que se trata de un ejercicio de relajación per se. Estamos tratando de "ejercitar" nuestro flujo interno de chakra, de modo que, especialmente las primeras semanas, no sería descabellado acabar agotado, aunque sea mentalmente, una vez comprendamos lo que estamos haciendo. En cualquier caso... - Diría mientras se detenía para formar un único sello, comenzando a concentrar una gran cantidad de chakra - Tengo métodos para ayudarte en los primeros pasos. Quítate la camisa o descúbrete el abdomen, no es estrictamente necesario, pero será menos agresivo. - Y tras decir esto y liberar el sello formado, las puntas de los dedos de su mano derecha comenzarían a emitir pequeñas llamas de color celeste.
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Su fallo encontró una aceptación sorprendentemente rápida, en la que el contrario afirmaba con un ademán que las disculpas no eran necesarias, algo que fue capaz de traer paz mental al conseguir remover cualquier posible atisbo de presión que el peliblanco pudiera haber formado para sí mismo sin notarlo. Era, en la suma de todo, la primera persona que se interesaba en aportarle sus conocimientos para que pudiera obtener mejoría, una figura cuya emoción predominante era la de empeñarse su humano máximo posible para no decepcionarlo, y no extinguir su interés mucho antes de entrar en los campos más difíciles. 

Encontró cierto confort en las palabras que su mentor le dedicaba, mencionando los dos extremos del espectro en los que podía encontrarse una persona con las capacidades para realizar su tarea a la primera: O bien una persona que había nacido con habilidades innatas para la concentración profunda, o alguien que contaba con un nivel de abstracción del ser que podía denominarse, de otra manera, tan simple que podía compararse con un vegetal. Más que eso, la mano del pelinegro posicionada sobre su propio pecho logró el objetivo maravillosamente: Con el movimiento que sus ojos podían apreciar, tenía mucho mas claro la profundidad de cada calada de aire y su posterior exhalada para relajar las extremidades del cuerpo. 

No se trataba de un ejercicio de respiración, esto fue lo que absorbió. Debía superarse. Debía encontrar la manera de conseguir lo que otros hacían a su manera. Debía... -... ¿Y si utilizo una guía visual para mi respiración? ¿Estaría mal eso?- Sus palabras salieron de su boca mucho antes de lo que su cerebro y nervios dieron la orden a sus labios de moverse, o a sus cuerdas vocales, un acto instintivo que ocurría cuando consideraba que había tenido una idea digna de compartirse, y así pudiera ser evaluada por un segundo a la mayor brevedad posible.

La mano meciéndose al tempo de los pulmones fue en lo que se centraba la idea. Por un momento, mientras la observó, notó que los tiempos fueron considerablemente fáciles de comprender, como un metrónomo que marcaba el tempo de un músico novato para lograr acercarse a la perfección aunque fuese solo por un instante. Bajo esa lógica, analizó que si pudiera tener una guía visual en medio del proceso de respiración, tenía confianza en que conseguiría hacerlo incluso por encima de la hiperactividad que lo atormentaría hasta el día de su fallecimiento. Pero, ¿Cómo tener una guía visual de un proceso que requería cerrar los ojos? -Puedo... Imaginar un círculo que se expande y se contrae para cada movimiento respectivo. Quizá con esa ayuda visual pueda conseguirlo. ¿Desviaría demasiado el ejercicio aplicar ese método?- Se conocía mejor que nadie, así que era la persona más calificada para sugerir métodos para burlar sus propias barreras mentales que acababan por impedir su progreso. Aun así, siendo que la lección estaba en manos de Samuru, lo más cortes que podía hacer era solo tergiversar sus ejercicios tanto como él estuviera dispuesto a permitir, y solo hasta que estuviera de acuerdo con permitirlo en primer lugar. Pero no mucho después, algo que inicialmente no entendió llamo su atención.

-¿Mi... camisa?- Inclinó su cabeza hacia uno de sus costados, un movimiento de cristalina confusión que acompañó con un gesto proyectando equitativamente la mencionada emoción, un producto de su incapacidad para comprender rápidamente cómo es que una acción así se correlacionaba con favorecer los primeros pasos de su aprendizaje, mas aún estando acompañando de la palabra "agresión" justo al final de su sentencia. 

Y aun así, confiaría. Tan apresurado como podía serlo el otorgar confianza en demasía hacia alguien que conocía de hace muy poco, siempre había demostrado tratarse de un ser que depositaba una inaconsejable cantidad de confianza en otras personas indiferente del trasfondo que hubiera, y sus enormes reservas de suerte siempre se encargaban de que todo encajara como debiera para obtener el mejor final posible. Quizá algún día esto cambiaría. Pero centrándose en el futuro inmediato, sabía que podía confiar en la persona sentada frente a él. -Entendido.- Añadió finalmente, moviendo su mano derecha de su posición de reposo hasta el final de su prenda superior, levantándola hasta que su abdomen quedó descubierto como especificaba la petición de Samuru. Y esperó, curioso y ansioso a partes iguales de conocer la solución formulada por el pelinegro.
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Entrenamiento - Turno 3 | 5

- Claro, puedes usar cualquier recurso que te resulte de ayuda - Diría respondiendo al respecto de la primera pregunta de Yukine - Eres el que mejor se conoce. Yo puedo guiarte, analizar tu progreso y aconsejarte, pero ni tengo todas las respuestas ni pretendo tenerlas. No hay un único camino correcto en la comprensión del chakra.

Tras aquella aclaración puntual, Samuru alzaría de nuevo la mano, extendiendo los dedos y dejando que las cinco tenues luces celeste que los coronaban brillaran de manera casi hipnótica, indicando a su aprendiz que era el momento de aplicar el siguiente paso. Así pues, cuando Yukine dejara su abdomen al descubierto y después de comprobar que no hubiera marca alguna de haber recibido otro sellado, el titiritero golpearía con rapidez, pero completa suavidad, el abdomen del muchacho, dejando que las llamas desaparecieran a través de su estómago sin poco más que una ligera sensación de calidez.

Gogyō Kain

Cuando el titiritero se aplicaba sobre sí mismo aquellas llamas, lo primero que sentía era la extenuante sensación de pérdida de chakra... Aquella vez no sería una excepción para Samuru, pues el Gogyo Kain es una técnica de gasto extremadamente alto. Sin embargo, Yukine únicamente debería sentir los efectos positivos de la técnica.

El primer efecto pasaría desapercibido, puesto que el peliblanco no había sido sometido al Gogyo Fuin en ningún momento. Igualmente y casi al momento de recibir la técnica directamente sobre su flujo de chakra Yukine podría sentir como su corriente interna de chakra se liberaba, aumentando su control y percepción sobre la misma, así como percibiendo un aumento en la recuperación del mismo, si es que aún no se había recuperado por completo tras su último combate.

- Te he impuesto el Gogyo Kain. Su propósito original era servir como contramedida de una técnica Fuinjutsu de gran restricción que de otra forma sería permanente - Comenzaría a explicar Samuru, sin rastro alguno de las llamas celeste en su mano, indicando a Yukine que ya podía volver a cubrirse el torso con un gesto de la misma - Se puede implantar directamente sobre la ropa, pero requeriría una aplicación algo más brusca, además de que verte la piel esto me permite ver si alguien te había sellado anteriormente; para evitar accidentes... Y por qué negarlo, no estoy seguro de si podría quemar o marcar tu ropa. Pero ahora volvamos a concentrarnos.

Samuru agitaría la mano, como si estuviera desentumeciéndose tras la técnica utilizada sobre su aprendiz - El momento más sencillo para sentir el propio flujo de nuestra sangre, nuestro pulso, es cuando su circulación aumenta por cualquier razón; el chakra no es distinto - Diría con tono tranquilo, explicándole la lógica detrás del aumento forzado (pero beneficioso) al sistema circulatorio de chakra - Cierra los ojos, regula tu respiración y céntrate en sentir los cambios generados por el Goyo Kain; analiza lo que sientes.

Guardando silencio, el titiritero analizaría el nuevo intento de Yukine. Era consciente de que, si bien ya tenía las herramientas necesarias para iniciarse en el moldeo de chakra, no era una tarea particularmente sencilla. Seguía teniendo esperanzas en un rápido progreso, puesto que el muchacho ya estaba introducido en un tipo de combate marcial con cierta introducción al control de chakra, pero tampoco le quitaba el sueño la posibilidad de una búsqueda de progreso a lo largo del tiempo.
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La afirmación a su pregunta consiguió dibujarle una sonrisa oculta, un esbozo de movimiento más similar a una contracción muscular involuntaria en sus labios que no llegó a concretarse en una expresión completa y visible, algo que solo el mayor de los perceptivos conseguiría notar. No era sorpresa que la aprobación de su maestro consiguiera brotar una emoción de alegría en él, tratándose de una experiencia nueva que no había experimentado antes; descubría con la guía de alguien más, así como experimentaba por su parte para utilizar el máximo potencial de la susodicha. Con eso mencionado, se dispondría a utilizar el método sugerido tan pronto la pequeña pausa pudiera tener una conclusión y el resto del ejercicio continuara con normalidad.

Como si de un pequeño se tratara, su atención fue arrebatada inmediatamente por las fosforescentes luces que ardían carentes de fuerza, con apenas suficiente fulgor para rememorar la apariencia de diminutos fuegos fatuos danzando en la yema de cada dedo. Una vista magnética que duraría poco, pues la presencia de la mano pasaría de ocupar su sentido de la vista a su sentido del tacto en su estomago; un impacto sutil que no llegó a hacerle daño, pero con suficiente velocidad para provocarle un imperceptible sobresalto que casi le ocasionó levantarse de su cómoda posición para ponerse alerta, un instinto forjado en la crueldad de la violenta Kirigakure y que sobrepuso cuanto pudo con su mente consciente para suprimirlo en ese momento, un voto de fe que esperaba encontrara justificación al instante siguiente, o si no era posible, en la mayor brevedad posible. Algo que, muy para su tranquilidad, si sucedería.

La sensación de calidez que dejaron las pequeñas imitadores de ánimas le provocarían un ligero cosquilleo que iría en su mayor parte ignorado, atribuido al hecho de que se desvanecería con la misma rapidez con la que se generó en primer lugar. Por otro lado, algo que le fue completamente imposible de ignorar fue lo sucedido inmediatamente después: Incluso más fuerte que la inyección de adrenalina que conseguía inducir una píldora de soldado, la impresión que se apoderó de su cuerpo fue revitalizante a falta de los millonésimos descriptores que sentía tomar efecto en su cuerpo. Sintió su chakra fluir con tanta rapidez como precisión, y no tardó en notar cómo su foco interno empezó a recuperarse a un ritmo acelerado, muy por encima de lo que conseguiría incluso en un estado de reposo.

Observó sus manos en incredulidad, y luego al resto de su cuerpo; aunque su físico no había mutado en la mas mínima fracción, la técnica que Samuru había aplicado en él y sus consecuencias le dieron una prueba de aquello a lo que podía aspirar a ser un día en el futuro. La anticipación fue impasible, alimentando su sentido de la aventura y deseo de aprendizaje aún por encima de su ya peligrosamente alta existencia en el albo. Pero primero, deseaba saciar su curiosidad por encima de todo. -¡¿Que ha sido eso?! ¡Se siente demasiado bien! Es como si me hubieran dado poder prestado, y admito que es un poco intoxicante.- El chico no hizo esfuerzo alguno por ocultar la sonrisa que involuntariamente tomó asilo en sus facciones, modificándolas para asumir su forma. -Dime, ¿ha sido alguna técnica especial? ¿Qué nombre tiene?- Su hiperfijación se manifestó en toda su capacidad, y se transfiguró en preguntas que no demoró en arrojar a su maestro. Si era una rama de técnicas que podía aprender, definitivamente quería conseguir aprenderlas para sumarlas a su repertorio.

Sus interrogantes encontraron contestación inmediata, a lo que pronto produciría una nueva, mucho mas orientada a una petición que intentaba pasar por duda. Toda la información -en especial los términos nuevos para él como "sellar"- que Samuru arrojó posteriormente sirvió de combustible para la llama, que se avivó mas que nunca. -¡Dime una cosa! ¿Me enseñarías a utilizar esta técnica? Esta y todas sus similares. Cuanto más pueda aprender sobre éstas, más agradecido estaré.- Su rostro parecía mostrarse inocente, genuinamente queriendo experimentar lo mismo que un pionero en el arte. Casi podían verse los ojos de cachorro suplicante por una respuesta positiva, tanto así que su mente pasó por alto la advertencia directa pero sutil de que la aplicación del Gogyo Kain hubiese dejado una marca permanente e irreversible en su ropa. 

-¡Oh! ¡Claro, claro! El entrenamiento, disculpa.- Una vez más, rió tras una disculpa. Era emocional, permitía que su curiosidad sacara a la luz un lado diferente y notablemente menos medido con sus interacciones hacia otros. Resumió la postura anterior, esta vez mentalizando la imagen descrita con anterioridad: Un círculo que se expandía y contraía, enlazado inconscientemente con el movimiento que realizaban sus pulmones, consiguiendo que toda su atención se drenara en la figura imaginaria y todos sus impulsos fueran suprimidos subconscientemente por la redirección que empleaba. También le permitía escuchar las palabras del hombre frente a él sin distracciones, una accidental pero muy bienvenida adición. 

Su tempo respiratorio había mejorado dramáticamente, al menos lo suficiente para mantenerse consistente sin oscilar, mostrar actitudes que rompieran su concentración o estropearan el ejercicio. Además, gracias al Gogyo Kain grabado en su cuerpo, el abrupto contraste de energía que circulaba en su sistema interno hizo que pudiera sentir claramente como y por dónde fluía dentro de él, pudiendo incluso trazar con el dedo la ruta que trazaba en sus adentros. Por una vez, ser el novato recién instruido jugó beneficiosamente de manera irrevocablemente significante.  

Por un momento hubo total silencio, y armonía entre su consciente y subconsciente. E incluso en medio del vacío absoluto que fue la abstracción de su mente completamente sumida en la tarea a la mano y todo lo que implicaba, el chico conseguía mantenerse enfocado en lo propuesto por su maestro, hasta un punto en que sus acciones eran realizadas enteramente por pensamientos rutinarios preordenados de su psique por encima de órdenes directas de su lóbulo frontal.
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Entrenamiento - Turno 4 | 5

Samuru se cruzaría de brazos ante las preguntas de su alumno, pensativo sobre la utilidad del Fuinjutsu en su caso. Siendo un arte de gran versatilidad, servía de apoyo para casi cualquier tipo de shinobi y, realmente, requería mucha más capacitación física de la que podía parecer en un primer instante (el mismo se había encontrado con un limitante en su efectividad en combate a causa de su carencia de velocidad), sin embargo, para un combatiente de corta distancia como Yukine, la idea no le desagradaba en lo más mínimo.

- Creo que podría ser una buena idea. El Fuinjutsu en general es una rama de habilidades que, usadas por una mente astuta, afilarán tus posibilidades en combate. Además, cultivada con tiempo aumentará tu crecimiento. Eso sin contar con que instruirte también podría resultarme útil a larga escala - Señalaría en un tono pausado y calmado, fácil de seguir, para no interrumpir la meditación del peliblanco - Puedo prestarte algunos pergaminos teóricos cuando acabemos esta ligera "introducción" al control de chakra; así, además, tendremos cubierta la parte más intelectual de tu formación, ya que lo más importante de esta especialidad es aprender su teoría y como representarla - De hecho y sin ser el mayor experto en la materia de Kenjutsu, Samuru podía jurar haber oído en el pasado que muchos maestros en el arte señalaban la importancia de una caligrafía perfecta para el dominio ideal del arma... Y aunque el titiritero nunca antes se había parado a sopesar el razonamiento detrás de esta lógica, bien podía usarla en favor del aprendizaje de Yukine.

Procurando no distraer más de lo necesario al joven, que parecía estar logrando entrar en un correcto estado de meditación con las herramientas que se le habían facilitado, Samuru decidiría guardar silencio y dejarle memorizar las sensaciones y reacciones ocasionadas por el aumento energético. Así pues, cerraría los ojos y, formando un único sello, se concentraría también en la meditación, buscando progresar aún más en el área.
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Las voces y pisadas en búsqueda de entrenamiento iban y venían, los hierros y maquinaria siendo usados para la capacitación muscular no cesaban en ningún momento y aunque algunos de los guerreros no introducidos en la maestría shinobi mostraban cierto interés por el tipo de "preparación" que estaban realizando las dos figuras meditativas, las experiencias pasadas habían enseñado a los gladiadores a nunca cortar la meditación de un shinobi; a fin de cuentas, el primer intento de interrupción ocurrido al inicio del entrenamiento se apoyaba más en la bravuconería de observar a un iniciado que a la propia tarea que estaba siendo realizada. Y para aquellos visitantes que, si estaban instruidos en el control de chakra, aquella escena era tan normal como encontrar un árbol en medio del bosque.

Así pues, tras considerar que era momento de cambiar el planteamiento, Samuru abriría los ojos y despejaría la mente tomando una potente bocanada de aire, con la que casi parecería expirar la energía condensada en su pecho - Muy bien, detengámonos por el momento - Diría en tono relajado, llegando a llamar la atención del muchacho con un leve toque en su frente si es que este resultara tan concentrado en su meditación como para no escucharle - Procura recordar todo lo que tu cuerpo y especialmente tu mente han aprendido de este espacio de meditación para futuras inmersiones en tu circuito de chakra. Estira tu cuerpo y ponte en pie, vamos a cambiar de tercio.

El titiritero se pondría en pie de un único salto desde su posición de piernas cruzadas, casi pareciendo levitar por la forma de impulso tomada durante todo el recorrido - Cuando vallas progresando en la meditación, tendrás que aprender a expandir tus sentidos a todo aquello que te rodea; deberás comprender como sumergirte en el cultivo de tu interior sin perder en ningún momento la percepción de tu entorno. Pero, por ahora, diría que para ser una lección introductoria, ha sido bastante productiva - Samuru sonreiría con cierto matiz de orgullo a su  aprendiz, explicando todo aquello mientras esperaba a que el mismo se "despejara" y se pusiera en pie ante él, comenzando a caminar por la sala de entrenamiento, aparentemente buscando algún tipo de herramienta en la misma - Para acabar por hoy, aunque aún nos queda un rato, vamos a centrarnos en el otro plato de la balanza en el equilibrio del chakra, la energía física. Aprovecharemos la recién adquirida comprensión de tu energía interna y la potenciación del Goyo Kain para, realizando una serie de ejercicios físicos, enseñarte cómo se comporta el chakra en tareas que podrían parecer más "mundanas", tales como la capacitación física o el combate cuerpo a cuerpo - Samuru detendría sus pies y sus palabras ante un armario de equipación, del cual tomaría un par de bokens, lanzando de inmediato uno de estos a su aprendiz.

- Creo que nuestra siguiente tarea te resultará más sencilla - Añadiría en un tono algo más alto mientras continuaba su camino a una sección algo más apartada de aquella sala, cuyo tatami estaba preparado para recibir combates de práctica o calentamiento - Ya he visto cómo te desenvuelves con la espada, así que no quiero que intentes probarme nada. Debes centrarte en atacar sin reservas y percibir la corriente de tu energía interna durante los movimientos físicos que ya tienes tan interiorizados. Y no te preocupes por mí, quizás no sea un experto en kenjutsu... - Diría justo antes de ejecutar dos rápidos cortes en el aire (uno vertical y otro horizontal) a una velocidad y precisión que casi parecían capaces de generar un vacío por sí mismos (90 Destreza) - Pero se defenderme.

Sin mediar más palabras, el titiritero adelantaría su pierna izquierda mirando al frente, acomodaría el pie trasero en posición horizontal al primero unos pies por detrás y se acomodaría en posición defensiva con una postura que, si bien podría aparentar ser algo amateur (no era un maestro del kenjutsu), no debía ser subestimada tras la anterior demostración de dominio armado.
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La andanada de preguntas resultaría en una aprobación de parte de Samuru, algo que decoró las expresiones de Yukine con una felicidad que no hizo esfuerzo alguno por ocultar. El arte que el pelinegro describía como Fuinjutsu llamó en enorme medida la atención del joven albo, una consecuencia que tan solo unos instantes atrás se había encargado de exteriorizar sin miramiento alguno. Como un cánido curioso de un tema completamente nuevo que poseía horizontes aparentemente infinitos, el chico se sentía completamente atraído hacia el prospecto, uno que deseaba conseguir observar hasta los más alejados límites teóricos que se mostraban imponentes en el arte; si bien internamente parecía tratarlo a partes iguales un reto tanto como lo era un juego en el que su meta era amaestrarlo tanto como fuera posible, no significaba que Yukine careciera de la muy necesaria seriedad que debía otorgarse a una disciplina con tantísimas posibilidades, cada una más peligrosa que la anterior. Había sentido en carne propia lo que podía hacer tan solo una de sus técnicas, y estaba expectante en gran medida de lo que desenterraría con el paso del tiempo, la práctica y la experiencia sobre técnicas de sellado. 

La concentración adquirida se vería dispersa de golpe al momento en que su maestro realizó un toque en su frente que llegó a desequilibrarlo levemente por el pequeño sobresalto que dió, siendo que su cabeza se había sumido en la técnica de concentración mucho mas allá de lo que había esperado. Casi como un sueño en pleno día, había buceado tan profundamente de sus pensamientos que requería de realizar una ligera descompresión antes de que su consciente y subconsciente constaran nuevamente de dos estados mentales diferentes. A su despertar, las palabras de su maestro hicieron que inclinara su cabeza ligeramente hacia un costado. -¿Cambiar de tercio?- Preguntó, permitiendo que la duda se manifestara en el color de su voz, incomprensivo de porqué necesitarían moverse para resumir los ejercicios de concentración. ¿Un descanso, quizá? 

Por supuesto, esto no provocó que hiciera caso omiso a las instrucciones dadas; aún en espera por las palabras siguientes, Yukine se levantaría de su posición y empezaría a estirar cada extremidad de su cuerpo como bien fuera posible, notando una clara torpeza en sus movimientos producto de retener la misma posición por remarcable tiempo, un acto que jamás había realizado antes ante la carente necesidad de esto.

La ausencia de una guía, aunque no siendo un obstáculo infranqueable en su aprendizaje, resultó en una educación que se basaba en lo que si podía hacer y un desuso total de lo que no, siendo que su vista se basaba solo en sus propias experiencias y capacidades. Sus palabras, por otro lado, lo hicieron reflexionar. La intención del pelinegro era clara, o al menos eso consideró: Enseñarle a mantener un estado de concentración constante que no se privaba de los sentidos o dependía excesivamente de un método que pudiera distraerlo. Lo había experimentado antes. El estado de flujo, en el que su cuerpo y mente entraban en una sincronía perfecta, y sus extremidades parecían manipuladas por un experto titiritero que guiaba sus movimientos a un marco de tiempo y coordinación imposible. Al menos hablando de un fruto muy avanzado de lo que podía llegar a cultivar en estas sesiones. A falta de mejores palabras, era una sensación perfecta en cada sentido que estaría encantado de aprender a manifestar por voluntad propia. 

Camino a unos pasos por detrás de Samuru, hasta que escuchó un juego de palabras que encendió una chispa en él repentinamente. -¡Oh! ¿Ahora vamos a pasar a la parte física del ejercicio?- Preguntó enérgico, un contraste claro con su anterior actitud enfocada en sus conclusiones internas. Estaba de más decir que, aunque había hecho todo lo posible para seguir la guía de su nuevo maestro, aún se trataba del mismo cachorro de Golden Retriever disfrazado de Shinobi que acumulaba una desenfrenada cantidad de energía cada instante que se quedaba quieto. Y moría por descargar todo el ímpetu que había acumulado. 

Su mano atraparía el Boken arrojado hacia él por reflejo, sujetándolo por la imitación de hoja hecha con madera pero pronto arrojándola hacia arriba hasta que la empuñadura estuvo a la altura de la mano, instante en que le bastó cerrar la mano alrededor de la pieza y asumir una posición de preparación, con la espada frente a él ligeramente inclinada hacia el frente -en esencia, una Chudan no Kamae-. Aunque no era la postura que favorecía para cargar de frente, era una buena primera preparación instintiva que realizaba como practicante de Kenjutsu, además de una posición cómoda para sostener un arma de filo que a su vez mantenía versatilidad. 

-¿Entonces solo debo intentar atacarte mientras me concentro en la sensación interna?- Música para sus oídos. Con la rebosante recuperación de la técnica de sellado haciendo efecto en su cuerpo, le bastaba con cerrar los ojos y enfocar su concentración en su cuerpo para sentir su energía interna circulando. -¡Entendido, maestro!- Respondió finalmente, con un esbozo de sonrisa dibujada en la mitad de su rostro. Observar el veloz movimiento que su maestro hizo con la espada, al punto que bordó la imposibilidad el solo seguirlo con la mirada, tuvo un efecto que ya podía anticiparse en él: Emoción exteriorizada en sus ojos como pequeños brillos.

Cerró sus ojos en un intento de sumirse en su psique nuevamente. Se centró en sentir su chakra circular por todo su cuerpo, la sensación del tatami bajo sus pies, sus brazos lentamente levantando el Boken por encima de su cabeza para pasar a una postura ofensiva, con la Katana posicionándose sobre su cabeza... Y finalmente, en la sensación explosiva de abalanzarse tan rápido como sus límites físicos se lo permitieran en un único ataque, dejando que su fuerza muscular y el reducido peso de la Katana se combinaran en un corte descendente que se dirigiría al Boken contrario -o al pecho si se ignoraba al arma-. Un movimiento simple, predecible inclusive, pero que servía como una excelente referencia: La explosión de energía que cargaba el primer movimiento y la colisión de armas le daría toda la información que podía querer, además de toda la compresión que pudiera necesitar.
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Entrenamiento - Turno 5 | 5

En el mismo instante en que Yukine se posicionó ante su maestro, listo para realizar un ataque eficaz, Samuru entraría en perfecta armonía con su cuerpo, preparado para cualquier ataque con el que quisiera sorprenderlo el joven peliblanco. El enfrentamiento iniciaría lentamente, con la marcada intención por parte de Yukine de comenzar con un corte vertical, estallando el conflicto de manera inmediata y explosiva con la ejecución de aquel primer golpe.

Viendo venir el impacto, Samuru alzaría los puños al cielo, creando una guardia firme en la que el boken, inclinado unos 45° en dirección al suelo, tomaría contacto con el "filo" enemigo con su propia hoja, dejando que la inercia del golpe contra el bloqueo defensivo lo desviara abajo y hacia la izquierda. El estilo de combate del titiritero, siempre más centrado en esquivar o desviar, no dejaría de estar patente en los siguientes bloqueos, lo que a su vez propiciaba un intercambio rápido y eficaz que, paradójicamente, permitiría a Yukine poner a prueba de manera eficaz el entrenamiento propuesto.

- Independientemente de nuestro conocimiento o entrenamiento, el chakra siempre responde a nuestros movimientos físicos, desplazándose a donde toca ¿Puedes notarlo? - Preguntaría con tono tranquilo pese al conflicto, sin dejar de prestar atención a los movimientos del muchacho, cuya habilidad ,más pulida que la suya pese a su propia superioridad física, no debía ser subestimada.

- Como en el entrenamiento de meditación, tu tarea es sencillamente habituarte a sentir su flujo. De igual forma que solo somos capaces de entrenar nuestra respiración en combate una vez comprendemos cómo funciona por si sola; ahora se trata sencillamente de que te acostumbres a detectarlo. Así en el futuro podremos potenciar tu físico mediante el moldeo avanzado. Continúa atacando hasta que no puedas más física o mentalmente.

Una vez terminada su explicación, durante la que no habría dejado de defenderse en ningún momento, Samuru adoptaría una posición un tanto más relajada, con clara disposición a eludir o desviar cada acometida del espadachín que tenía en frente, mientras analizaba cualquier posible mejora visual o técnica que fuera capaz de alcanzar.

Y el tiempo pasaría...
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Al cabo algo más de una hora, para el momento en que Samuru consideró que Yukine estaba cerca del fallo muscular completo, saldría del área de combate con un repentino salto, alejándose cinco metros del peliblanco. Bajando su arma hasta una posición que no resultara amenazante, Samuru se permitiría un par de segundos para recobrar el aliento... Su resistencia estaba suficientemente entrenada como para aguantar horas combatiendo, pero eso no le libraba de agotarse como el más común de los mortales; aunque en ese momento le importaba mucho más el estado de su aprendiz.

- Se acabó, puedes descansar - Con los labios aún separados para tomar algo más de aire, una sonrisa complaciente se dibujaría en su rostro, indicando que el entrenamiento físico acababa en ese punto - Tienes buena técnica con la espada, indudablemente mejor que la mía pese a lo que pueda aparentar. En igualdad de condiciones no sería descabellado que me superaras en combate armado. Espero poder ayudarte a que alcances ese punto - Aquellas palabras, pese a salir de un hombre al que Yukine acababa de conocer ese mismo día, estaban cargadas de una sinceridad indiscutible. Desde el momento en que Samuru había sido aceptado como maestro, su rol había pasado a convertir al muchacho de un diamante en bruto a una joya sin imperfecciones.... Y si por algo era conocido el marionetista, era por ser un perfeccionista - Siéntate, descansa, analiza lo aprendido... Si a partir de ahora te esfuerzas la mitad de lo que lo has hecho hoy física y espiritualmente tu progreso será innegable en poco tiempo. Eso sí, recuerda el equilibrio de tu energía interior, es importante para no frenar tu propio progreso.

Con lo que parecía un sutil gesto de su mano, Samuru enviaría dos hilos de chakra a través del aire para tomar las espadas de entrenamiento, haciéndolas flotar en el aire de vuelta a su armario, sin moverse un solo metro del lugar en que se encontraba parado; misma localización en la que habría comenzado a estirar sus músculos para que no sufrieran de desgaste alguno al día siguiente.

A los pocos segundos, Samuru extraería un par de píldoras de soldado con un toque sutil a uno de los pergaminos que portaba. Lanzaría una al joven en algún momento que le estuviera viendo y se comería la otra de manera inmediata, con el objetivo de potenciar su recuperación de energía - Debería ir pensando en marchar de vuelta a Konoha en como mucho uno o dos días. Una de las muchas desventajas de ser un ninja con afiliación a algún País es que tienes que responder ante demasiadas personas cuando te ausentas; no recomiendo la experiencia - Samuru se permitiría reír por lo bajo ante su propio comentario, ocultando cierta incomodidad al respecto del "enclaustramiento" al que se veía sometido - En cualquier caso, si sigues dispuesto a aceptar mi oferta de empleo y, o, continuar con estas tutelas... Quizás deberíamos tratar tanto la información que querías obtener al respecto de lo primero, como un dilema que me sorprende que aún no hayas sopesado o preguntado. ¿Has pensado donde establecerte en las cercanías? ¿O piensas ir yendo y viniendo?

Nada más empezar a dar consejos al aprendiz, poco después de lanzarle la píldora de soldado y justo antes de empezar a divagar sobre futuros viajes, Samuru se desplazaría con ligereza unos metros alrededor del tatami, hasta detenerse delante de una máquina expendedora. Sin ser muy fan de este tipo de tecnología, pues la tentación de manipularlas siempre le corroía las entrañas, extraería unas monedas de su cartera -La cual parecía haberse manifestado en su mano como por arte de magia- insertando las mismas en el esperpento mecánico, para dejar salir sendas botellas de agua. Tomaría una para si mismo y, volviendo al lado de Yukine, le ofrecería la otra en mano, consciente de que todo el ejercicio debía de haber vuelto a causarle algo de sed.

- Así que tu dirás "Lobo blanco". ¿Hay algo que te retenga en el País del viento...? ¿Algún sitio del que necesites recoger enseres, equipación, familia...? ¿Algún lugar al que te sientas atado? - El marionetista haría una breve pausa, que aprovecharía para abrir su botella y beber parte del contenido de la misma - Piénsalo bien. Decide cuando querrás darme una respuesta definitiva o las preguntas que te gustaría realizar; ya sea ahora o en un par de semanas... Por mi parte estaré por aquí durante un par de días más; y si necesitaras más tiempo para pensar, ya sabes dónde encontrarme. Además, y respondiendo a uno de los problemas señalados hace unos segundos... Tengo contactos que podrían ofrecerte vivienda barata en Ciudad Shukuba; o en el caso de aceptar la oferta laboral yo mismo podría cederte una habitación sin cargo alguno. Claro que, estoy diciendo esto sin saber si viajas solo, es un detalle importante. De todos modos, piénsalo y decide cuando quieres responderme... ¿De acuerdo?
HablaPensamiento | Narración
[Imagen: FirmaSamuru.gif]
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El contacto entre los dos Bokens en su estado actual provocó en toda la extensión de su cuerpo una sensación electrificante, producto de la percepción mejorada de su propio sistema de chakra. Una sensación que en antaño no había experimentado más que en las situaciones mas críticas, cuando un lado primal e instintivo era quien tomaba control de cada fibra muscular para realizar los movimientos necesarios para permitirle a su cuerpo vivir un día más para recontar experiencias. Pero esta vez se sentía... diferente. Lejos de su instinto de supervivencia desconectando su consciencia de la realidad para dictar el rumbo, esta vez podía tomar en cuenta cada cambio y ocurrencia en su interior con nanométrica precisión. Aún en el choque que el albo había perdido, si el tiempo se hubiera paralizado por un único fotograma, una amplia sonrisa que exteriorizaba la anticipación del joven se haría más que evidente.

Cargando con el peso residual de su cuerpo y el impulso adquirido, el exitoso desvío del filo provocó que el ímpetu lo arrastrara hacia delante y hacia el suelo, amenazando con hacer que su rostro se encontrara de frente con el tatami; poseedor de experiencia a raíz de combates previos, no luchó contra el impulso sino que se dejó llevar por él, utilizando todas las físicas condiciones reunidas para hacer un único giro en el suelo -con sus brazos pegados al cuerpo y el filo sobresaliendo por uno de sus costados- que culminaría en él utilizando las susodichas fuerzas para retomar su postura, levantándose y pivotando con su pie derecho adelantado para encarar nuevamente a su maestro, empuñadura en mano y falso filo en dirección del pelinegro. Una reacción que pretendía aprovechar la baja altura relativa para, además, evitar cualquier intento de contraataque en medio de la breve pirueta. 

Asentiría ante la primera pregunta arrojada, complementando poco después. -¡Con claridad! Es... extraña, pero es una sensación con la que me gustaría seguir aprendiendo. Es como si pequeños ríos convergieran y se separaran en mi cuerpo, moviéndose con más o menos prisa según lo que le pida.- Su tono dejaba salir las emociones que corrían por su cabeza, como una andanada de nuevos colores por aprender que drenaban la atención de todos a su alrededor para sí mismos. Emoción en su mas pura e inocente expresión.

Reafirmante de su tarea, Samuru entregó una explicación más condensada al respecto de su razonamiento para el entrenamiento actual, culminando en una única orden que despertó un esbozo de espíritu inquisitivo en el peliblanco; quería probar los límites de las sensaciones en su sistema interno, ver hasta cuán extremo podía arrastrarlas y conseguir entender la sensación de extenuación desde la nueva perspectiva que se le había entregado en bandeja de plata. Por ello, daría cada pizca de energía que aún cargara dentro de sí para conseguirlo. -¡Entendido, maestro!- Comentó, a la vez que sus piernas nuevamente se tensaron para dispararlo hacia el frente, un intento de ataque frontal que cargaba consigo nula intención de contenerse, confiando ciegamente en que su maestro sería capaz de interceptar todas. 


El aluvión de ataques que intencionó hizo que su percepción del tiempo se dilatara y retorciera, hasta el punto que se volvió tan maleable como el agua. Minutos se convirtieron en segundos, y los pocos segundos que paraba para llenar sus pulmones de aire se sentían eternos. Su piel pálida brillaba por el sudor que caía por la extensión de su rostro, su aliento claramente agitado hace tiempo había abandonado el tempo calmado que normativamente intentaba sostener y sus manos entrenadas ya batallaban por mantener la posición del Boken frente a él en un ángulo que no encarara la punta a su maestro. 

Las palabras de su maestro fueron un oasis en medio del desierto, un permiso para detenerse que culminó en sus piernas cediendo hasta que toda su mitad inferior se encontró bruscamente con el tatami y su espada fue liberada de su empuñe, cayendo por gravedad frente a él. Sus manos se colocaron tras él para servir como soportes a su mitad superior, y su respiración hacía cuanto podía para decelerar a un ritmo sano, que intentaba detener el sonido de su corazón latiendo fuerte sobre sus oídos.

Los halagos hacia su técnica con la espada no pasando desapercibidos, provocando que una corta carcajada saliera de entre sus labios, entrecortada por la necesidad de no perder más aire del que ganaba. Tomó una pausa de un segundo que aprovechó para inhalar profundo, reabasteciendo su cuerpo y permitiéndose responder sin entrecortarse. -Gracias, maestro... Desde pequeño ha sido una necesidad, pero siempre he sabido que me falta por... alcanzar la cúspide de la espada. Así que haré todo lo posible por llegar a esa cumbre con tus enseñanzas.- Internamente hubiese gustado de ser mucho más enérgico. ¿Externamente? Sus fuerzas lo habían abandonado hace tiempo, demandándole un necesario descanso antes de regresar a sus actitudes cotidianas. Pero aún conservaba las suficientes energías para asentir a lo que el contrario le instruía y aconsejaba, a modo de indicarle que su carencia de movimiento físico en el resto de su cuerpo implicaba que no escuchara, o que su cabeza se había desvanecido a un lugar más inerte. Desde hoy tendría que tener en cuenta las dos caras de la moneda, y se entrenaría con equivalente intensidad hacia ambas.

Sus ojos consiguieron presenciar de reojo lo que él solo podía asumir como una técnica de Samuru, un ademán de una única mano que hizo flotar las espadas y regresarlas a su sitio de reposo habitual como si de una técnica mental se tratara, ignorante de los hilos que interactuaban con los objetos al carecer de técnicas sensoriales o visuales para ver los pequeños constructos de chakra desplazarse por el aire. Pero por una vez la fatiga era suficiente para ser incapaz de preguntar al respecto, entendiendo que seguramente no conseguiría asimilar la mitad de la explicación por el sonido de sus latidos sobreponiéndose a una similarmente proporcional cantidad de sonidos recibidos por su oído. 

A modo de reflejo, su mano interceptó la pequeña esfera que fue arrojada en su dirección, reconociéndola por el tacto como una de las píldoras revitalizantes que ocasionalmente usaba para recomponerse si lo requería. Y vaya que ahora lo necesitaba. La tragó sin demora, surtiendo efecto con brevedad y empezando a percibir una gradual -pero lejos de completa- reducción de su fatiga general. 

Con suficiente tiempo para recomponerse, se levantó a tiempo para acompañar la risa a tiempo con el pelinegro cuando escuchó la mención al riguroso sistema que tenían las aldeas ninja, aprovechando para colar un comentario bromista en medio. -¿Tan estrictos son en las villas? Casi me hace agradecer ser de pueblo...- Una respuesta que buscó apelar al sentido de humor del procedente de Konoha. -¡Oh, de hecho tengo residencia en el País del Fuego! A una distancia razonable de la villa.- Aclaró, un detalle que antes había mantenido para sí mismo; lejos de por razones propias, era por la persona con la que vivía, una existencia que solo revelaba a quienes podía depositar su confianza de corazón. 

Pausó un momento sus palabras para recibir la botella de agua y dar un profundo sorbo que dejaría el contenedor a media capacidad. Luego, continúo con su explicación. -Llegué al coliseo por recomendación de alguien más, un contacto que recomendaba el lugar como una forma de obtener dinero y donde decía que podría darle uso a mis técnicas con la espada. Imaginé muchas cosas, y aunque las peleas individuales eran una de ellas... Claramente no imaginé lo suficientemente a fondo. Aún no me acostumbro a un ambiente tan... carente de normativas.- Una clara señalización al ambiente gladiatorio del Coliseo Sabakugami, donde era consciente de que podía arrancarle un brazo a alguien y todo lo que escucharía sería un coro vivaz. De la misma forma, bien podía ser él quien mañana perdiera una extremidad.

Una lluvia de preguntas antecedió, las cuales inicialmente contempló mientras su mirada se clavaba en la botella; sopesaba la posibilidad de hablar sobre su hermana, y aunque sintió cierta aversión a comentar al respecto, decidió dejar caer una última barrera defensiva en su interior. -Tengo una hermana pequeña. Enfermiza, necesita medicina regularmente para no empeorar, y todos los médicos que la han visitado solo han podido ofrecer cuidados paliativos. Konoha incluido.- Pausó un segundo, dejando que la mirada melancólica en su rostro pronto mutara a una expresión afable, sonriente inclusive. -Ya estoy más que decidido, no necesito contemplarlo más. Al contrario, hace no mucho aprendí que pensar demasiado las cosas solo sería contraproducente, además de tener mucho buen instinto y aún más suerte para estas cosas.- Rió suave pero sin limitaciones, una muestra de que el sentimiento negativo de hace un momento ya no estaba, no siendo solo un acto de su parte.

-Tomaré tu oferta de un contacto que pueda ofrecerme vivienda barata, estaría bien si puedo encontrar un lugar más cómodo para ella y más cercano para mí. Y con poder recibir una paga constante que pueda permitirnos vivir bien y a ella sana es más que suficiente. No obstante, si puedo permitirme ser egoísta y pedir algo de ti, lo único que necesito sería que buscaras un doctor que pudiera darle un tratamiento médico definitivo. Quiero que ella pueda correr por el jardín y las llanuras por sí sola, sin ayuda, preocupación ni supervisión de nadie. Que pueda ser verdaderamente libre.- Sus palabras cargaban un peso profundo, y la revelación de información que siempre mantenía a un altísimo nivel de secretividad hablaba volúmenes de la cantidad de confianza que depositaba en su maestro. Aun así, no pretendía convertirlo en una escena sentimental narrando su trasfondo. Eso era algo con lo que solo él debía lidiar. -Así que por mi parte, podemos ponernos en marcha ya mismo hacia Konoha. Podría tomar la oportunidad para solucionar mis dudas en el camino de vuelta.- Con ello había dado su visto bueno, dispuesto a servir de compañero de viaje si él no veía inconveniente alguno. 

Iba a tener las manos ocupadas de hoy en adelante, y aun así la expectativa conseguía alimentarse de su sentido de la aventura. Cual pequeño que le habían prometido un novedoso juguete nuevo, no podía esperar a que ya fuera mañana por todo lo que se asomaba sobre el horizonte.
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