[Halloween] - Festival de la Roca
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31 de Jūgatsu/octubre, 15 D.K
Iwagakure, Zona Comercial

[Imagen: halloween-fun-party-anime.jpg]

En el bello Iwa, el día comenzaba templado y el otoño tejía su manto de hojas doradas, anunciando la llegada de un evento tan esperado como misterioso: La Noche de los Espíritus Ninja. La aldea se sumía en una transformación encantada, con faroles de calabaza que titilaban y proyectaban sombras espectrales sobre toda Iwa, aquella novedosa ciudad, caracterizada por sus grandes avances técnologicos, cumplía un rol muy importante en la hora de los "juegos de terror" y "casas del miedo". Los ciudadanos, envueltos en un aire de entusiasmo, decoraban sus hogares con espantapájaros siniestros, murciélagos de papel, telarañas inventadas y demás decoraciones, mientras los niños y adultos se disfrazaban y compartían su alegría. La zona comercial era cubierta por centenares de gente que transitaba los locales con un aire moderno y a la vez curioso, máscaras exóticas y extremadamente tenebrosas salían a relucir, mientras que diversos grupos empezaban la competencia por los dulces.

Los preparativos para la celebración eran evidentes en cada rincón. Los líderes de la aldea habían unido fuerzas para crear un evento sin igual. Puestos de comida ofrecían delicias terroríficas, desde ramen de ojo de dragón hasta dango de araña venenosa. Un laberinto de sustos aguardaba, donde los valientes podrían enfrentarse a apariciones y monstruos ninja.
En el centro comercial de Iwa, el epicentro de la festividad, un escenario vibraba con actuaciones en vivo. Desde teatro de sombras con leyendas espeluznantes hasta demostraciones de técnicas muy innovadoras, el entretenimiento estaba a la orden del día.

El aire puro de alegría, con risas y murmullos emocionados mientras los shinobi se preparaban para una noche de misterio y diversión. La luna llena observaba desde lo alto, y Halloween comenzaba, listo para desencadenar eventos sobrenaturales. Era una noche donde Nueva Iwa se envolvía en la magia de lo desconocido, prometiendo sorpresas, desafíos y Bingos espeluznantes. 

¿Estás listo para sumergirte en la celebración más espeluznante de todas? ¡Prepárate para una noche llena de sorpresas, desafíos y, por supuesto, jutsus espeluznantes en esta celebración de Halloween que nunca olvidarás!

Con esta festividad, les traemos una moneda especial que podrán acumular para conseguir todo tipo de premios, Dulces de Halloween, que  deberán recolectar a lo largo de los diferentes eventos y compartir con el resto de participantes. Además podrán utilizar este tema para compartir con otros usuarios y realizar todos los regalos que queráis, o simplemente salir a relucir aquel disfraz guardado, lo importante será disfrutar y dar caza a los intrépidos monstruos de la noche.

Cita:Reglas Especiales:
  • durante el evento, no existe un mínimo de palabras siempre y cuando no se haga abuso de posts
  • se ganará 2 dulces por postear en el tema oficial y 1 dulce extra por cada pagina que tenga el tema del evento
  • una vez ingresado a un post de evento, se asume que ese día estas ahí y por ende solo podrás participar en ese país
  • la muerte no esta permitida dentro de este tema
  • luego de 48 horas puedes hacer doble post, y dentro de este tema no existen los turnos, puedes saltarte a todos los que quieras por el bien de la trama
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[Imagen: __ado_and_romero_cloud_nine_inc_and_1_mo...280533.jpg]

Una nueva festividad y una joven morena con cicatrices en su rostro se preparaba para salir… no… esto no era lo más estético, sin embargo… bueno… ella debía entender que su nueva vida era esta… que ella ya no era alguien normal, pero, aun así, aun así saldría adelante con una sonrisa, mostrando sus grandes curvas y siendo la más sexy del lugar. ¿Qué acaso un par de cicatrices van a distraer a la gente de ver su gran trasero? Nah, ella seguía teniéndolo.

Un simple body mono cubría su cuerpo, sobre este un top naranjo, al igual que unas medias del mismo color y unos tacones largos en punta, el resto del disfraz lo generaría su cuerpo… y bueno… ese mechón blanco que le quedo en la frente… Muki se veía al espejo, tomaba este mechón con sus dedos y no paraba de pensar… no… - humm… creo que me lo teñiré de rojo… una jovencita como yo no debiese ser canosa, ¿no? Hummmm… ¿cuánto faltara para que vuelva Kumoko?

Aún estaba en casa esta Kunoichi, pero bueno… los preparativos previos a salir suelen ser los más importantes para una mujer…
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The Devil
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Después de tanto tiempo, tomarse un descanso de su rutina habitual se sentía como encontrar un manantial en medio del desierto. Podía dejar todo su equipamiento de lado, bajar su guardia y admirar las estructuras que lo rodeaban. No era la primera vez que estaba en el País de la Tierra ni en la conocida Iwagakure, y esto fue combustible para la sorprendida -inclusive exagerada- reacción de observar el radical cambio que habían fabricado sobre toda la extensión de la aldea, temática a falta de llamarla asombrosa. Desde las residencias más pequeñas hasta los colosales edificios que parecían estirarse infinitamente en dirección a los cielos, por donde fuera que paseara la mirada, los colores naranja y negro dominaban completamente el paisaje, y las decoraciones que simbolizaban la pintoresca temática del mes no se quedaban atrás.

No era difícil contagiarse de las infecciosas vibras que las festividades regalaban en bandeja de plata. Después de todo, el ambiente se había llenado de tal gozo que parecía una escena sacada de un libro de fantasía, justo antes de que el lobo y su séquito apareciera para comerse a los pequeños y arruinar el día a todos... Que pensamiento tan tétrico. Quizá si le hacían falta un buen merecido descanso, como bien le había pedido su hermanita. La misma que, sin avisarle, le había metido un "regalo" en el equipaje de viaje justo antes de partir. Y pensar que se le hacía raro que la mochila se sintiera tan abultada a pesar de no llenar más que unas cuantas cartas y un par de paquetes pequeños, su encargo y razón de estar en Iwa: Correspondencia. Lo que pagara buena moneda siempre era bien recibido, y nunca estaba mal tomar algo que no necesitara de ensuciarse las manos, metáfora o no.

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A juego con la fecha, Yukine vestiría un disfraz de un personaje perteneciente a una serie que hace tiempo había leído, que a su vez era parodia-referencia del monstruo que un científico loco creó de la nada, y trajo a la vida con el poder de un rayo. Bendita lectura que le permitía quemar tiempo en los viajes más extensos. Su rostro ahora estaba decorado con costuras falsas hechas con maquillaje, un gigantesco tornillo que atravesaba su cabeza de lado a lado y unos lentes que no llevaban aumento. Sus ropas, a juego, eran un buso de color café y gris cuyos colores se alternaban por las múltiples costuras que pasaban de lado a lado, mientras que la bata de laboratorio que llevaba sobre esa prenda sí retenía un único color blanco a pesar de incluir las mismas costuras estéticas.

¿Su primer pensamiento?... Que empezaba a hacer hambre. Aunque el centro comercial también le llamaba, un buen lugar para conseguir un recuerdo de la ocasión. ¡Ah! Y quizá el laberinto sería un momento entretenido. Tenía toda la noche para recorrer Iwagakure, y no iba a ahogarse en un vaso de agua.
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El ultimo toque de maquillaje en sus labios daría un pequeño indicio a distraer la mirada de sus cicatrices… y bueno… de aquel injerto de piel que tenia en la cabeza… - si no me hubiese intentado suicidar… - se diría a sí misma, mientras ocultaba este injerto con algo de cabello, pero sin éxito alguno. Sus ojos azules también habían sufrido de aquel golpe, por alguna razón el iris azul de sus ojos se había reventado y ahora eran de color sangre, que atroz… - creo que necesitare encontrar un cuerpo parecido al que tenia… - se volvía a decir, ajustando sus ropas nuevamente antes de salir por la puerta principal – tsk… espero encontrar a los chicos pronto… - dijo, mientras empezaba a caminar hacia el centro de la aldea.


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Si, en esta ocasión, tanto Akami como Kin habían salido previamente a pasear por la aldea, estarían con Kumoko, probablemente en el hombro de Akami… pero bueno, eso es historia para otro cuento. Ahora Muki se dirigía al centro comercial del barrio bajo de Iwagakure.
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Admitía que estaba siendo un poco más consciente de lo que él mismo quisiera admitir con su propio disfraz. Aunque no podía negar ser un visitante frecuente de ésta festividad, o inclusive cualquier otra de las tantas que se celebraban a lo largo de los cinco países, era la primera en la que su hermana menor no le acompañaba al evento y mucho menos le presionaba a asistír a éste... Bueno, al menos en el presente instante, pues sí enfatizó hasta el cansancio que pasara un buen rato en Iwagakure, que se dejara llevar e hiciera recuerdos memorables para él aunque ella no pudiera asistir en su compañía.

Claro, aún estaba la opción de no hacerle caso y mentir una vez regresara a su hogar, pero el alma del peliblanco tenía ese fragmento de Golden Retriever que le hacía imposible inventar versiones diferentes a las reales de los sucesos, siempre que fuesen situaciones de peso ligero y nula consecuencia. Sentía que no debía mentir si no era algo que realmente necesitara una mentira, y eso le arrojaba suficiente sentimiento premonitorio de culpa como para no intentar hacerlo en primer lugar.

No era propio de él ser indeciso, más la propuesta que ponía en la mesa cada atracción turística preparada en la aldea le hacía difícil a su cabeza marcar uno de los destinos como el primero, siempre manteniéndose en un tedioso bucle de "¿Y si este otro sitio me apeteciera más?" que no parecía tener intención alguna de ceder. Hasta él mismo empezaba a pensar de sí mismo como una pésima compañía, aunque la negatividad y el autodesprecio no fuesen lo suyo.

-Si no hay de otra... Mejor decidir pronto y dejar de perder tiempo dudando.- Comentó para sí mismo, sacando una moneda que había dejado suelta descuidadamente en uno de sus bolsillos. Por proceso de selección, había reducido sus opciones a los múltiples puestos de comida y el centro comercial que servía como el eje de la festividad. Y su respuesta final sería... ¡Centro comercial! La hora de la comida podía esperar un tiempo más.

A su llegar, una de sus ideas erróneas se derrumbó: Pensaba que no era posible quedar más enceguecido y asombrado que con las vistas que observó al llegar a la aldea, pero el epicentro del evento demostró en poco que aún podía llegar a mejor. Actuaciones en vivo por donde el ojo recorriera, colores y voces alegres inundaban sus sentidos, y esto era una sensación de ligereza que apreciaría se manifestara mucho más a menudo. Si es que fuera tan simple como tan solo evocarla...

Mares de gente, muchos de ellos con disfraces, hicieron que la mirada del peliblanco paseara múltiples veces por el lugar, cautivado por cada cuál mas creativo que el anterior. Era fantástico ver hasta qué punto podía llegar la creatividad de las personas con el fin de disfrazarse, desde los trajes mas simples pero creativos hasta algunos que llegaban a un hiper-realismo gritando "Me dejé el salario de tres meses en este disfraz". Respetaba el mérito que muchos vertían en este pasatiempo, y llegaría a decir que los envidiaba si no fuera porque sabía la cantidad de tiempo y dedicación que consumía un traje de ese calibre.

Fue en esos momentos que el rabillo de su ojo recibió una vista que por un momento consumió toda su atención. Un disfraz que se mantenía simple, pero que exhibía un realismo sorprendente en muchas de sus decoraciones corporales. Una cabellera roja que no necesitaba esfuerzo para sobreponerse al resto de la multitud, y una iris sangría a juego. No disimuló el girarse a observar a la chica, e incluso pensó en levantar la mano con dedos extendidos en un gesto de saludo si de alguna manera llegaban a cruzar miradas. ¡Ey! Hasta se acercaría a hacer conversación, fuera corta o tendida, si es que la contraria llegaba a corresponder su gesto de alguna manera.
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Había pasado un largo tiempo desde los acontecimientos después de aquella misión dónde Izuku y Senshi se enfrentaron a el Pseudo Jinchuriki Hosshin de las Cenizas. Muchas cosas habían pasado en ese tiempo pues... Saito fue tomado de rehén y sellado dentro de Izuku... Eso le dió un gran indicativo de cómo eran las cosas en realidad... Ichigan no era aquella organización con un objetivo noble como ella creía... Fue capaz de ver de primera mano lo que Izuku era capaz de hacer con tal de quitarse un obstáculo del camino... Y sobre todo... Aquella despreciable ciclope... Haciendo la inocente cuando Izuku la reprendió... Diciendo cosas como "No fue su culpa" y "ella te admira, no la regañes" eran una pijutudes de las buenas.

 Además... Cuando reveló frente a todos que estaba embarazada... ¿Quien le había preguntado? Quizás se había equivocado al entrar a Ichigan... Ya había conseguido lo que necesitaba... Ya tenía aquel poder prometido y ya no había nada que la mantuviera atada a aquel lugar, su decisión fue clara: Dejar Ichigan. Y así fue o bueno al menos durante el tiempo que aquellas semillas crecían en su interior. Pero... ¿Planeaba volver a aquella base? Pues... Ni ella misma lo sabía... No tenía razones para seguir en Ichigan, ya tenía aquello que había buscado en aquella organización, además ella sabía que nadie confiaba en ella. Volver a la base sería lo mismo que ir personalmente a la base enemiga a reafirmar la guerra.

 Bueno... En fin, cosas... Akami se encontraba pasando por su noveno mes de embarazo y justo una extraña festividad bastante curiosa e interesante... Halloween... O noche de Brujas una noche donde las historias de terror son más principales protagonistas. Akami y Kin se encontraban de visita en Iwagakure no Sato, la aldea donde Muki vivía. Pero más que de simplemente visita estaban viviendo actualmente con la morena. Ella se había ofrecido cuidar de Akami durante el trayecto que se suponía que Saito debía cumplir... A nuestra sacerdotisa eso le incomodaba un poco pues... Estaba haciendo que la novia de Saito cuidara de la chica con quién le fue infiel...

 Y como extra, Kin siempre estaba a su lado... Aquel Uchiha incluso la siguió hasta aquí sin juzgarla o menos preciarla... Era alguien de confianza quizás una de las únicas personas en las que podía confiar... Fuera de eso, Akami estaba disfrazada de... ¡Sopresa! Una bruja... Algo irónico si me preguntan. Pues la chica que detestaba que le llamarán bruja... Decidió vestirse de bruja en esta ocasión... Cosas... Akami, Kin, Hasu y Kumoko se encontraban paseando por aquella aldea. Claro Okaeres también estaba presente y un solo vistazo era suficiente para darse cuenta de lo vivido que era el evento...

 La aldea se sumía en una transformación encantada, con faroles de calabaza que titilaban y proyectaban sombras espectrales sobre toda Iwa, aquella novedosa ciudad, caracterizada por sus grandes avances técnologicos, cumplía un rol muy importante en la hora de los "juegos de terror" y "casas del miedo". Los ciudadanos, envueltos en un aire de entusiasmo, decoraban sus hogares con espantapájaros siniestros, murciélagos de papel, telarañas inventadas y demás decoraciones, mientras los niños y adultos se disfrazaban y compartían su alegría. 

 La zona comercial era cubierta por centenares de gente que transitaba los locales con un aire moderno y a la vez curioso, máscaras exóticas y extremadamente tenebrosas salían a relucir, mientras que diversos grupos empezaban la competencia por los dulces.

 Todas y cada una de las atracciones y declaraciones le sacaban una sonrisa o gesto de asombro a la pelirroja mientras paseaban- Esto... Es hermoso... - diría con una pequeña sonrisa mientras caminaban a un paso bastante... Normal pues Akami no se encontraba muy acta para correr que digamos... Era la primera vez que asistía a un evento así pues... Nunca tuvo el tiempo de estar en un festival así, de hecho... Ella solo había asistido a un total de 3 festivales en toda su vida... Y no era porque no quería hacerlo sino que nunca pudo hacerlo.

 Akami y Hasu eran dos caras de la misma moneda pues sus reacciones y expresiones eran las... De unas niñas... Y final ambas lo eran... De una u otra forma... Después de un rato de caminar por la aldea terminaron por sentarse a reposar en una banca en plaza- Oe Kumoko-san... ¿No sabes dónde está Masuta? - pregunto la pelirroja a la arañita posada en su hombro desde que salieron. Akami pudo observar como Kin y Hasu se llevaban bien conversando de diferentes temas... En estos momentos solo una cosa pasaba por la mente de Akami... El futuro de su nueva familia.

 Ahora ella estaba considerando proponerle a Muki que se mudaran a un país más tranquilo... Cómo el país de los campos de Arroz o el país del cobre... Al menos esa era la propuesta que le daría a Muki cuando la mirase ya que según se uniría al grupo hace un rato...

Referencias Visuales
[Imagen: Bl8Jqj5.png]
Narro/Pienso/Hablo/Técnicas
Pasivas
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Por vicisitudes de la vida, Kurosame Hoshigaki se encontraría en La Noche de los Espíritus Ninja en ningún otro lugar más que el País de la Tierra. ¿Cómo habría llegado a ese lugar? El autor resultaba muy perezoso para encontrar una razón digna, pero ahí estaba.

Y así, a horas de la noche, pasearía por el centro comercial de Iwa ataviado de un disfraz muy representativo para él. Para muchos quizás sería vergonzoso ver a un miembro del Consejo Shinobi, un individuo de tan alto prestigio e importancia para su aldea, de actitud seria y formal, pero la realidad era que Kurosame disfrutaba disfrazarse e Iwa quizás era el lugar perfecto para presumir ese gusto por el arte del disfraz; después de todo, nadie lo conocía por aquellas zonas y nadie de la Niebla creería que Kurosame se pasearía por un festival con un traje de cuerpo entero de tiburón; Kurosame simplemente lo negaría a muerte.

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(Este traje pero sin bailar, todavía).
Claramente, al ser natural e instintivamente un tiburón, era claro que el Hoshigaki de cara al mundo prácticamente llevaba un traje de tiburón todos los días, con tan solo nacer con la piel azul y agallas. El secreto es que nadie sabía que él era un Hoshigaki, para muchos sería simplemente un sujeto extraño vestido de tiburón, pero para él, él era un Titiburonrón; un tiburón dentro de un tiburón, la inédita muñeca matrioska del mar.

Y así, pasearía por la aldea, sin saber lo qe le depararía aquella misteriosa y aterradora noche de espíritus.
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La Noche de los Espíritus Ninja era una celebración muy esperada que llegaba cada año de la mano del otoño. En todas las grandes urbes del mundo ninja las calles y las casas se adornaban para la ocasión. Niños y adultos se disfrazaban, algunos con atuendos atemorizantes, otros un poco más divertidos, pero nadie se quedaba afuera y todos aprovechaban el concurrido evento para disfrutar de la comida, los juegos y diversos tipos de entretenimiento. 

Aquella noche Karai Yotsuki se encontraba ahí, participando a su manera. Se había hecho de un atuendo sencillo inspirado en su malcriado gato negro Kōmori, el que dejó en Kumo al cuidado de la vecina que le rentaba el apartamento. El traje consistía en un overol corto y de color negro, cuyo gorro llevaba orejas de gato incorporadas, y aunque tenía un cierre que subía desde el estómago hasta el cuello, Karai lo llevaba abierto revelando que debajo no vestía más que un top muy pequeño que parecía un sostén. En sus manos, guantes negros y mullidos simulaban ser patas de gato y en sus pies calzaba altas botas del mismo color que le llegaban hasta los muslos. Por supuesto, añadió también otro detalle que hacía alusión al pequeño felino, y es que Kōmori era un gatito muy particular: Sus colmillos superiores eran considerablemente más largos que los de un gato estándar, al punto de ser visibles aún teniendo su boca cerrada, y aquella anomalía le daba un aspecto de gato "vampiro". De ahí su nombre Kōmori, que significa murciélago. Y de murciélago eran las pequeñas alitas que colgaban en la espalda del overol. Se había adornado el cuello con un listón negro con cascabel, idéntico al que llevaba Kōmori, y como accesorio complementario arrastraba una gran guadaña, que a decir verdad nada tenía que ver con el gato pero creyó que le daría un toque más "intimidante" a su atuendo.


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Pero ¿qué estaba haciendo Karai en Nueva Iwa, tan lejos de casa?

Su artista favorita, la exitosa cantante y estrella mundial Atsui Pakura, estaba de gira por el continente y daría un concierto allí al día siguiente. La Yotsuki no quería perdérselo por nada de mundo, y por eso viajó varios días antes para llegar con anticipación. De paso, aprovecharía para conocer un poco aquel sitio que nunca antes había visitado y disfrutaría de las celebraciones.

Iba caminando por las calles repletas de gente, mientras comía un exótico dango de araña venenosa y se entretenía observando la originalidad de los atuendos que vestían los transeúntes. Por momentos se detenía en algún puesto o tienda que le llamara la atención, pero pasear en soledad ya comenzaba a aburrirle. Fue entonces cuando notó a la distancia un gran letrero luminoso que le hizo brillar los ojitos: "Karaoke". Como ese tipo de cosas le gustaban mucho, no lo dudó y tras acabarse el dango apresuró sus pasos para acercarse. 

El sitio era una especie de bar al aire libre, con sus mesas y sillas acomodadas alrededor de una tarima pequeña. Allí había micrófonos, parlantes y pantallas, y en una de estas se podía leer un mensaje que alentaba a la gente a participar y cantar, y también se anunciaban premios que serían entregados a lo largo de la noche. Pero aunque a la morena le hacía mucha ilusión desplegar sus dotes artísticos, no se animó a subir a la tarima y prefirió tomar asiento y beber algo primero. Tal vez podría entretenerse observando el espectáculo de alguien más.
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Última modificación: 01-11-2023, 08:13 PM por Senshi.
La importancia de las festividades para Senshi son meras costumbres, la navidad el casi no la celebra y menos días especiales como San Valentín (tremenda depresión le cae esos días), pero una que normalmente se le pasa por alto es Halloween, principalmente porque la famosa noche de brujas no es una costumbre que celebraba antes de ser un asesino, estos días simplemente no tomaban importancia.

En la organización de Ichigan había pasado ya unas cuantas cosas, muy probablemente se había ganado el desprecio de Aiko por proponer el sellado de su hermano, de paso Akami no se había presentado en mucho tiempo a la organización más por la noticia de que estaba embarazada, pero igualmente preñada o no la tendría vigilada y eso hacia en sus tiempos libres rastrear a la pelirroja y saber lo que andaba haciendo, había que recordar que no podía ir a entregar información al imperio ya que el la descubría o simplemente el sello no la dejaría por su reestriccion de no traicionar a la organización.

Al igual que a su alumno Kin, habían sido bendecidos con el sello maldito de Izuku, Akami estaba claro que se unió a la organización por poder, un poder que con una persona como ella era un desperdicio total de chakra, al menos para el asesino quien busca en aquella organización beneficios mucho más... incógnitos y a largo plazo ya que el no es parte de ningún bando y sabía pensar bien sus opciones y ocultar las.

Si, Ichigan está lleno de personas raras y con motivos extraños algo ajenos al bienestar y victoria de la rebeldía, pero ese tema está bien guardado dentro de sus secretos.

Estando en su trabajo habría llegado a la aldea de Iwagakure, no tardaría mucho en terminarlo y se decidiría quedar en tiempo en la aldea siendo una ubicación que estaba convirtiéndose en una de sus favoritas más por su comida, estaría en una tienda degustando un plato de arroz chino, ensalada y carne de rex gracias al dinero que había adquirido en el encargo hecho hace minutos atrás.

-No haz vuelto a la base a vigilarla, no deberías volver?-. Pregunto su hermana, a diferencia de las otras veces había manifestado su boca en la mejilla izquierda de Senshi, para reconfortamiento de ambos hermanos, estaban ubicados en una esquina del local y estaban con un concurso de juegos de azar así que todo mundo estaría concentrado en los participantes y no en el sujeto que de la nada tenía lo que parecía otra boca hablándole. -Nah, voy más tarde déjame disfrutar mi estadía, además nadie debería estar allí a estas horas-. Comento para seguir con su comida.

Estaba viendo a la ventana, hasta que vio en particular una persona desconocida para el, o eso en los primeros minutos de observarla cuando esta persona miro en un ángulo en dónde el asesino pudo verle la cara, se trataba de Akami, la monje, sacerdotisa, gurú, matrialcal no recordaba exactamente su rol en el mundo de la religión. Andaba con otra chica, un lobo y una araña, ella estaba a unos 12 metros del local así que la posible detección que tuvieran estas Invocaciones no iba a ser efectiva con el, al menos eso suponía a primera vista, que fueran Invocaciones.

-Ahoy...que tenemos aquí-. Diría para observar con detenimiento la movilización de la sacerdotisa que parecía que ese vientre estaba por explotarle en cualquier segundo, no habría terminado su comida así que las sobras se las dejo a su salamandra de inventario, que la tenía enrrollada en el torso la cuál devoró las sobras con gran velocidad.

Se dispuso a mezclarse con el resto de personas, que estaban en el público de espectadores dentro del pequeño local, claramente la tendría vigilada ante cualquier por si acaso, siendo prácticamente un civil más para las personas de afuera y que tampoco le podrían ver bien, así que si el lobo pudiera olerlo tampoco sabría de quién se trata al no conocerlo.
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Última modificación: 02-11-2023, 03:52 AM por Kurosame.
Entre fiestas y celebraciones, Kurosame navegaría entre los transeúntes en busca de algo qué hacer; habría pasado por varios puestos de comida y se aprovecharía de unos takoyakis con forma de ojos humanos, los cuales se llevaría muy cuidadosamente a su boca apretando con la aletita de su disfraz los palillos que sujetaban la comida.

Tras pasear un rato, decidiría buscar un lugar para entretenerse y encontraría así el lugar perfecto poco después. Kurosame no era solamente un entusiasta del disfraz, sino a su vez era un entusiasta del canto y encontrar un "Karaoke" era perfecto para aquellas circunstancias. Además, iba disfrazado, así que nadie podría identificarlo en ese momento.

Espera… Esta mujer, ¿Es Atsui? Diría al pasar por la puerta del establecimiento, vería un panfleto de la leyenda y estrella mundial Atsui Pakura, quién participaría en un concierto en Nueva Iwa. No sabía que era una estrella. Ha pasado mucho tiempo desde nuestro viaje. Lo arroparía una ola de nostalgia que lo dejaría en una especie de trance; recordaba como más de una vez, entre tragos, un irritado Shain Pakura les reclamaría por cantar a todo pulmón durante las noches bajo el desierto estrellado.

Fiel creyente del destino, Kurosame sabía que debía alzarse hacia la tarima. Sin vergüenza absoluta, se acercaría a la máquina que le permitiría elegir qué cantar, y buscaría una canción particular que ya tenía en mente. Era una de las tantas que compartiría con Atsui, y cuando Shain no estaba tan fastidiado, incluso hasta él se uniría. Beep-boop, tras elegir la canción subiría a la tarima, completamente confiado de sus habilidades.

Feliz Noche de los Espíritus Nueva Iwa. Esta canción va dedicada a mi querida amiga, Atsui Pakura. ¡Vamos!

Seguramente llamaría la atención de todo el público de aquel bar gracias a su disfraz de Titiburonrón (aunque para el resto seguro solo era de Tiburón). La música iniciaría con unos bongos e instantáneamente Kurosame se vería atrapado por el ritmo de la canción. Tragaría fuerte y apretaría el micrófono con sus aletitas. Breves segundos después daría el inicio de una nueva leyenda.


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Aquí tiene, señorita: Jugo de tripas de zombie.

Uy, ¡Gracias! —sonrió Karai, recibiendo su bebida sobre la mesa.

La pulpa de fruta y el color del líquido burbujeante le daban al trago un aspecto vomitivo. Ahh, pero que rico estaba. Karai lo probó y se reclinó hacia atrás en su asiento, y estiró la piernas para relajar su cuerpo después de tanto caminar con aquellas ajustadas e incómodas botas altas. Luego, mientras revolvía con el popote los hielos que flotaban en la bebida, sus ojos dorados rodaron curiosos por el lugar, inspeccionando a los presentes ya que le divertía mucho la variedad y lo creativo de los disfraces y atuendos. De entre todos, hubo uno sobre el que posaría especialmente su atención, no tanto porque su aspecto le resultara extraño o llamativo si no porque vio que aquel personaje oculto bajo un disfraz de tiburón se subía a la tarima con intenciones de cantar.

Al principio no supo distinguir si se trataba de un hombre o una mujer, pero el interrogante se resolvió tan pronto como habló y de inmediato fue reemplazado por uno nuevo: Aquel sujeto quiso dedicar su canción a Atsui Pakura, llamándola...

¿Amiga? —La Yotsuki levantó las cejas, denotando sorpresa ante lo dicho—. ¿Será que también irá al concierto de mañana? —se preguntó después, y le dio otro sorbo a su bebida. 

Acabó por suponer que se trababa de un simple fan y no le dio mayor importancia a sus palabras. No se imaginaba de ninguna manera que aquel Titiburonrón había sido, en el pasado, compañero de aventuras de la mismísima Pakura.

La morena creyó que al haberle dedicado la canción a su idol seguramente interpretaría algo de su repertorio, pero no fue así. La música empezó a sonar y sosteniendo el micrófono entre sus aletitas el tiburón comenzaría a rapear un tema que Karai jamás había escuchado, ¡pero sonaba muy bien!. Cautivada por el ritmo y por las ganas que la matrioska marina le estaba poniendo a su performance, no pudo evitar mover la cabeza y los pies al compas de la música. Ya le estaban dando ganas de ser la próxima en subir a la tarima para desplegar su talento y, por qué no, hacer un dueto. 

Esperaría a que el tiburón terminara de cantar y festejaría su pequeño show con un enérgico aplauso antes de dejar su mesa, bebida en mano, y acercarse. Entonces, esbozando una gran sonrisa, desde abajo del improvisado escenario le preguntaría:

¿Cantamos una juntos?
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Kurosame en su rapeo celebraría la euforia de estar sobre la tarima, presentándose hacia un público que no lo conocía en una noche particular. Estaba exaltado y eufórico sobre el escenario, quizás embriagado por la nostalgia de recordar los momentos felices que habría pasado con su más querida amiga Atsui Pakura, o quizás el hecho de que, después quince años, un milagro se presentaría ante él y se reencontraría en una playa con aquella quién eternamente sería dueña de su corazón. La leyenda de la matrioska marina persistiría en el corazón y las mentes de los espectadores en aquella noche por el resto de sus vidas. 

¡Gracias, Nueva Iwa! Diría, aleteando desde arriba al público. Varios aplaudirían y alguna atrevida le lanzaría una rosa en el escenario ante el performance del titiburonrón. Era tan solo el principio de una gran noche.

Tras termina la canción, se acercaría una potencial admiradora al escenario, morena con orejas y patitas de gato pero alitas de murciélago. ¿Una Murcielina? O capaz una Garciélaga. Sería la primera impresión del titiburonrón. 

La chica le ofrecería cantar juntos. Nunca antes la habría visto, pero al fijarse más en su apariencia vería a través de ella el reflejo de una joven Atsui Pakura.

Acercaría la aleta zurda hacia la boca del disfraz y la halaría hasta desenmascarar a aquello que yacía oculto entre las fauces del traje de tiburón: un individuo de piel azulada con rasgos muy similares a las de un tiburón; aunque seguramente aquello sería tomado como un disfraz dentro de un disfraz, sin saber que él era un orgulloso representante del clan Hoshigaki. 

Por supuesto, me llamo Kurosame. ¿Y tú? Le revelaría con una cálida sonrisa, e instantáneamente realizaría el error, pero ya era tarde. Demonios, mi identidad. Por suerte nadie más le escucharía. 

Ven, sube. Diría extendiéndole cordialmente la aletita para que la chica se montara al escenario para así compartir juntos el estrellato.
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Mi presencia en las festividades era requerida. No necesitaba ningún disfraz, ya que todo el año era un diablillo rojo que la gente veía y evitaba.

Una bandana roja cubría mi cabeza pero un mechón de cabello caía sobre mi frente, detrás de mi cabeza y mis cuernos sobresalían de la bandana. Con la misma bandana, daba la vuelta a mi cabeza y cubría mi boca y nariz, dejando ver sólo mis ojos. Mis ropajes rojos y mis mangas largas me identificaban como ninja de la aldea, junto con mi bandana ninja, un cinturón que sujetaba mi cintura.

Sin embargo, tenía algunas ventajas respecto a esta labor en estas fechas. Las leyendas que se contaban en el centro de la ciudad era bastante entretenido, las obras de teatro que entretenían a los niños y los teatros de sombras. Los puestos de comida eran bastante frecuentes también, con las delicias típicas del País de La Tierra, como los hongos, peces sin ojos y algunos cereales, los cuales se usaban para empanizar los pescados y hacer comidas tipo témpura.

Tras comprar una crema de champiñones con tocino y pimiento, seguiría vagando por allí, observando los adornos y las festividades.

Unos pocos niños disfrazados de onis y otros de diablitos me recordaban que, incluso tras el racismo, se sentía cierto aprecio por los Onikuma aún.
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Como una pantera negra, el paso firme de aquella morenaza que cotoneaba sus caderas con el boom de las festividades llamaba la atención, algunos transeúntes la saludaban amablemente, varios la conocían por su peculiar forma de ser, varios compartieron copas con ella, varios comieron de la comida gourmet que preparaba en el restaurant, algunos vecinos le daban dulces al pasar, otros le intentaban coquetear, pero al final, simplemente era ella, siendo amable y simpática con todo el mundo como siempre.

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Al llegar a este centro comercial, los fantasmas y calabazas se veían bastante animados decorándolo todo, Muki no pudo evitar hacer referencia de ello, pues ella misma se había disfrazado de calabaza de Halloween. Mientras caminaba por el centro, un joven de pelo blanco le saludo a la distancia, Muki lo dudo un poco, no le conocía de ningún lado, pero no dudo en contestar el saludo con otro y una enorme sonrisa sincera, mientras continuaba su caminar. Atravesó las tiendas y busco algún lugar alejado de las multitudes, suponía que podría encontrarla ahí, paso a un costado de un extraño tiburón azul, le llamo bastante la atención, paso frente a un Karaoke y a varias cosas, hasta que finalmente la vio.

Tras desaparecer con un simple Shunshin no Jutsu, la joven ninja volvería a reaparecer por las espaldas de Akami, totalmente imperceptible para ella, totalmente invisible para todos, excepto para su fiel arañita, quien solo voltearía la mirada para verla y sonreír, y así contestarle a la joven pelirroja – de seguro debió quedarse dormida – diría la arañita, mientras se rascaba la nariz. Si, Kumoko era “esa” clase de sensores que rara vez se tomaba en serio su trabajo…

Muki, sin previo aviso, abrazaría por la espalda a Akami, haciendo a un lado los accesorios aparatosos de su disfraz (si es que lleva sombrero) y posando su mejilla a un lado de la de ella – te encontré – diría, mientras abrazaría su cintura y palparía su abdomen - ¿Cómo estas, linda? – diría, mientras corría una mano hacia uno de sus senos – humm… te han estado creciendo
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- Master of puppets, I'm pulling your strings -
The Devil
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Última modificación: 10-11-2023, 09:09 PM por Tsuneo.
Por supuesto, a Tsuneo no le interesan en lo absoluto las festividades. No le preocupan, no le llaman, no tiene familia o amigos con quien compartirlas. Lo que sí es relevante y absolutamente atractivo para su triste persona es la excentricidad de la bebida y la comida que se presenta en esta época, donde cada fuerza creativa de la humanidad se come la cabeza para elaborar la rareza más original, que se robe las miradas, los aplausos, las sonrisas y también los sobresaltos en la Noche de los Espíritus Ninja. Al ser su tierra natal, el vagabundo deambularía por el distrito comercial de Iwagakure, aunque se preguntaba qué clase de manjares podría tener, por ejemplo, el País del Viento en esta fecha. La vez pasada que cruzó ese territorio terminó intoxicado en tequila y perdido en el desierto, vociferando a la nada su resentimiento contra sus padres perdidos; una experiencia inigualable.

Para no despertar sospechas, tendría que disfrazarse de algo. Allí surge otro problema, pues aquel albino no tiene residencia fija ni muchas pertenencias más que lo puesto, aunque últimamente, gracias a su trabajo de shinobi errante, se ha podido permitir dormir y ducharse en las posadas casi todas las noches, no siendo esta la excepción. Tampoco tiene la creatividad o el entusiasmo para empeñarse en el diseño como lo hacen algunos grandes apasionados de la efeméride, que lanzan el alma en vestirse con la mejor producción. Sin mayor meditación y la verdad, cumpliendo con el deber, Tsuneo eligió lo más a juego que podía de una tienda de disfraces animalescos. Llevaba el mismo abrigo largo y harapiento de siempre, con los mismos pantalones y cinturón, los mismos guantes y las mismas botas, que no se saca por casi nada del mundo, pero además se había puesto unas orejas de ratón blanco, que combinaban naturalmente con sus cabellos níveos. Además, animales de las cloacas y de los suburbios podían sentir alguna afinidad por un sin hogar marginado como él.

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Recorriendo la luminosidad de la ciudad mientras se acababa un gran jarrón de cerveza negra, ambientada temáticamente como si fuera la sangre de algún monstruo o algo así, entre las risas, gritos y música, notó que un bar al aire libre estaba llamando la atención de los transeúntes, y que en su escenario dispuesto para el karaoke se disponía un tiburón parlante y una morena con orejas de gato que le ofrecía cantar. Vaya, los gatos cazan ratones, ¿no? "Qué importa", pensó el vagabundo, "yo vine aquí a emborracharme".
Tsuneo se echó en una de las pocas sillas que aún estaban disponibles y con un gesto llamó a una mesera. Tras un breve vistazo a las opciones, finalmente, decidió que hoy gastaría bien la paga de sus últimas misiones:
Traígame... una jarra de caramelo espiritual.... — Se refería a un ponche de ron dulce frutal y con canela. Ah, ¿y tiene de esto? — Preguntó, mostrando los últimos restos de cerveza negra de su jarra, antes de acabarlos. Parecía ya un poco afectado por sus andadas anteriores.
Sí... ¿Una así...? — Consultó la señorita, algo confundida por las maneras de su cliente.
Sí, por favor.  Afirmó, ocultando el recipiente vacío, ahora inútil, debajo de la mesa. 
Prontamente fue atendido con lo solicitado, disfrutando del balance entre la azúcar del ron y el amargo similar al café de la cerveza. No es recomendable mezclar licores de esta manera, pero para su paladar es absolutamente normal, necesario y merecido.
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Hablo - Pienso - Narro
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Su propuesta para hacer un dueto fue bien recibida. El simpático tiburón llevó una aleta hasta la abertura que era su boca, y vaya sorpresa se llevó Karai al descubrir que debajo de aquel disfraz había otro... ¿tiburón? Por un momento los engranajes de su cerebro se trabaron. 

¿Es un tiburón dentro de otro tiburón? Pero que disfraz tan raro...

Y claro, Karai no tenía idea. Ignorante de la existencia de un clan tan exótico como lo era el Hoshigaki y de la apariencia peculiar que compartían algunos de los miembros de su linaje, pensó que Kurosame simplemente sería una persona normal y corriente que había pintado su piel de otro color. Tampoco le llamó la atención su sonrisa aserrada, y es que después de los disfraces locos que había visto aquel día ya pocas cosas le sorprendían.

Mi nombre es Karai —se presentó después de él, apuntándose a si misma con el dedo pulgar, siempre sonriente. Acto seguido, aceptó la aleta que el tiburón le ofrecía y se subió a la tarima—. Por cierto, buen disfraz. ¿Qué eres? ¿Una matrioska de mar? —rió. No intentaba burlarse, pero la idea de un tiburón dentro de otro tiburón le hacía gracia. Y eso que aún no sabía la verdad.

Ya que Kurosame también parecía ser un fan de la talentosísima Atsui Pakura, Karai decidió escoger una de las canciones que la exitosa morena había compuesto y que habitualmente tocaba cuando abría sus explosivos shows. Supuso que el tiburón, como buen fan, se sabía la letra, pero en cualquier caso podría leerse en las pantallas.

Seguro conoces esta —sonrió, al momento de que la canción elegida comenzaba a sonar. 

Igual de ruidosa y petulante que su idol, no tendría miedo de llamar la atención de todos los transeúntes cantando a los gritos y fingiendo que tocaba la guitarra como si en efecto estuviese dando un concierto de rock para las pocas personas presentes en el bar del karaoke, entre ellos un solitario joven de cabello blanco que lucía en su cabeza orejitas de ratón, y que a simple vista le recordaría a ese amorío fugaz que vivió en Yugakure meses atrás.


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Karai, un placer. La morena aceptaría la aleta que Kurosame le ofrecería. Soy un… una brevedad infinita de suspenso ante el traje más brillante de toda la historia. ¡Titiburonrón! Respondería con una sonrisa orgullosa ante su genialidad. Ante la pregunta, ahora ambos en el escenario, Kurosame se acercaría a Karai y subiendo la otra aletita a la altura del oído de ella, tapándose los rostros, le susurraría. Soy del clan Hoshigaki, ésta es mi piel natural. Azul. Reiría junto a ella porque el chiste de ser una matrioska marina era increíble y cualquiera que hubiese pensando en ese chiste se merecía un aplauso y un premio a la mejor comedia, en este caso la autora, claramente, Karai.

Karai elegiría la canción. Y al siquiera empezar a sonar, aunque no reconocía completamente la música y los instrumentos, pues sí que reconocía el ritmo. Era otra de las composiciones de Atsui Pakura de antaño.

La conozco, claro. ¡La cantaba junto a Atsui! Terminaría diciendo apresuradamente, pues la canción ya habría comenzado.

Al instante Kurosame se metería de lleno en el papel de Estrella de Rock Legendaria y junto a Karai sintonizaría en ritmo y tono. Ella claramente poseía una guitarra aérea, así que Kurosame la apoyaría con un bajo eléctrico aéreo, con la aleta izquierda presionando la trastera invisible mientras que con la diestra halaba y golpeaba las cuerdas.

En los pocos minutos que duraría la canción, ambos cantarían completamente inspirados. Por ese poco tiempo volvería años atrás, como si estuviese cantando con la morena original, ya que Karai transmitía una energía, aunque única para ella, muy similar.

¡Gracias Nueva Iwa! Exclamaría, como si le estuviera hablando a un estadio de miles de personas.

Bajando de la tarima junto a Karai, sus minutos de fama habrían terminado y debía darle la oportunidad a personas con menor talento que el de ellos. Muy buen espéctaculo. Quiso gestionar con la mano extendiendo el índice y el meñique apuntando hacia arriba como si fueran unos cuernos, mientras el anular y el dedo medio se juntaban debajo del pulgar. Desafortunadamente, en su intento fallido la aleta se deformaría un poco, aunque quizás Karai entendería lo que intentaba hacer. Cantar contigo, me recordó a cuando compartía con Atsui muchos años atrás. No sabía que se había convertido en una estrella, pero reconocí la canción de hace muchos años cuando la estaba componiendo.
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Karai no sabía lo que era un Hoshigaki, y a decir verdad tampoco le importaba mucho, así que el comentario sobre la piel azul de la matrioska marina lo pasaría por alto, aunque se rió. Lo que si haría ruido en su cabeza fue eso que dijo sobre el tema que la morena había escogido para el karaoke; Según él, era una canción que solía cantar con Atsui. Pero ¿cómo? No tuvo tiempo de preguntar pues cuando la música comenzó a sonar de inmediato se puso en personaje. Y luego, mientras cantaba, con la emoción del momento todo se le olvidó.

Después de dar su mini show, y satisfecha con despliegue de talento y el espectáculo de instrumentos imaginarios que había montado junto a su compañero tiburón, la Yotsuki ofreció una reverencia al escaso público y bajó de la tarima esbozando una sonrisa triunfal, sintiéndose una rockstar.

¡Eso estuvo genial! —exclamó, dando pequeños aplausos para sí misma. 

Kurosame también parecía contento con el resultado del show e hizo un gesto levantando ligeramente el brazo, pero la morena no lo entendió bien y pensando que le ofrecía un high five chocó su pata de gato contra la aleta de él. Entonces, mientras se alejaban de la tarima, el tiburón volvería a hablar.

Uf, ¡Atsui es más que una estrella! Ella es... Espera ¿qué? —la Yotsuki se detuvo en seco y frenó también el andar de Kurosame, tomándolo por la aletita para retenerlo junto a ella. Él podría notar que la expresión en el rostro de la morena había cambiado, y que sus ojos felinos estaban bien abiertos, expectantes—. ¿Qué dijiste? —interrogó, como si no le hubiera entendido, pero no dejaría tiempo entre sus palabras para que el tiburón le respondiera—. ¿Has visto a Atsui? Q-quiero decir, ¿la conoces? Osea, ¿has pasado tiempo con ella? —balbuceó ansiosa, atropellándose a sí misma con una pregunta sobre la otra—. ¿Entonces no estás aquí por el concierto de mañana? ¿O sí? —Él nunca había dicho que así fuera, pero Karai había sacado su propia conclusión, aunque errónea—. ¿C-Cómo es que la conoces? ¿De verdad son amigos? Por favor necesito que me lo cuentes todo —rogó al final, y jaló de su aleta azul para sacarlo de la escena y llevarlo hasta un lugar donde pudieran conversar sin tanto ruido—. ¿Crees que podrías conseguirme un autógrafo? ¿Una foto? —No consideró en ningún momento la idea de que a lo mejor ponía a Kurosame en un compromiso, o que tal vez no quería hablar mucho de eso. No le dejaría escapatoria. Si ese Titiburonrón no mentía, significaba que era la persona más cercana a Atsui Pakura que Karai conocía hasta el momento. Iba a interrogarlo, quisiera o no.
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Última modificación: 16-11-2023, 01:46 AM por Kurosame.
Atropellado por la retahíla de preguntas, Kurosame tuvo que detenerla. Espera, espe-. Karia lo cogería de la aleta contra su voluntad y lo conduciría a otro lugar, Kurosame intentaría forcejear y resistirse un poco pero la chica era más fuerte de lo que aparentaba. Sin mucha más opción, ya que entendía perfectamente que lo habían secuestrado.

Sí, la conozco. Suspiraría, era claro que Karai era una de esas fanáticas enfermizas que no lo soltaría hasta que revelara toda la información sobre la superestrella.

Somos amigos, o éramos. No sé. No he hablado con ella en muchos años. Respondería seriamente, un poco decepcionado. Atsui era una amiga muy querida para él, pero desde el incidente de la muerte de Shain Pakura, y después de creer haber perdido a Namida para siempre, sin siquiera contar la erradicación de Suna, Kurosame había perdido todo contacto con ella, incluyendo su paradero.

La conocí hace muchos años, tras un afortunado accidente. No quería romper la ilusión al decir que Atsui había tropezado con él mientras ésta se robaba -según recordaba- una botella de vino, y que el vino se desparramaría todo en el suelo. Nos hicimos muy buenos amigos y compartimos mucho tiempo juntos. Sin darse cuenta, estaba sonriendo involuntariamente con tan solo recordarla. ¡Y viajamos por el mundo juntos, visitando todos los Grandes Países! Muchas veces, aunque particularmente en las noches viendo el cielo estrellado, cantábamos a todo pulmón, y muchas canciones las compuso ella misma. La sonrisa se convertiría en una ligera carcajada, porque sabía precisamente que Atsui le gustaba cantar en las noches solo para romperle los huevos a Shain mientras dormía. Pero, después nos alejamos, cosas de la vida. No sé si aún me recordará. Terminaría, hacía mucho tiempo que no la veía, así que lo entendía si Atsui no lo recordaba. Pero… ¡¿Dijiste que mañana daría un concierto?! Diría, de sorpresa llevándose las aletas a la boca.
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Última modificación: 16-11-2023, 07:31 AM por Karai.
Los ojos de Karai brillaron como dos pepitas de oro al escuchar la respuesta afirmativa de Kurosame, aunque se desanimó un poco cuando el tiburón le dijo que llevaba mucho tiempo sin tratar con la Pakura. Él continuó hablando y la Yotsuki esperó a que terminara, pero no porque no quisiera interrumpirlo, si no porque de la sorpresa que se tragó al final se le desencajó la mandíbula. Tuvo que llevarse una mano a la boca para acomodarla.

Entonces... ¿Eres tú? ¡Ah! —chilló—. ¡Eres tú! ¡Oh por todos los cielos! Debes ser tú —La morena se abalanzó sobre el tiburón para intentar ver una vez más el rostro que ocultaba bajo su disfraz. Seguramente él no entendería nada, y con la euforia del momento Karai no se dio cuenta de que estaba siendo impertinente y brusca, además de ruidosa. Todo el que la escuchara gritar se daría vuelta para observar la situación—. ¡Lo leí en una revista! Ella lo contó, el viaje que le cambió la vida antes de ser famosa ¡Con un hombre tiburón! y un tal... Chan, Shen, ¿Chain? —La confusión la hizo detenerse a pensar, pero no por mucho. Si no lo recordaba, entonces no debía ser un detalle tan relevante—. Bueh, da igual, ¡Pero sí eres tú!

Desesperada, Karai obligó al tiburón a sentarse en una de las sillas del bar. Ahora que sabía quien era, no iba a dejarlo ir por nada del mundo. Kurosame podía ser el boleto de oro que la llevara a conocer a la mismísima Atsui Pakura en persona. 

Estoy segura de que ella te recuerda —afirmó, completamente convencida—. ¡Ya sé, ya sé! ¡Deberías venir conmigo al concierto de mañana! ¡Así podrás verla!
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