Kaito exploró las callejuelas nevadas de Ishigakure no Sato con una mezcla de curiosidad y asombro. A medida que avanzaba, las construcciones de madera y roca continuaban sorprendiéndolo por su singular arquitectura. No había muros ni guardianes en las puertas, y ningún emblema de clan o símbolo de aldea adornaba las calles, lo que hacía que esta aldea ninja se destacara aún más por su singularidad.
El helado frio de la zona entumecía el cuerpo del peliazul acostumbrado al inclemente desirto
"Mierda y yo creí que las noches del desierto eran frías" Pensó mientras frotaba sus manos en un inútil intento de calentarlas
Caminando por las callejuelas nevadas, Kaito notó que, en medio de la aparente simplicidad de la aldea, había un ambiente de esfuerzo y trabajo arduo. Los sonidos de los golpes de martillos y los carros mineros resonaban en el aire, mientras los mineros se afanaban en sus labores bajo tierra. Esa era la vida de Ishigakure, una aldea cuyo corazón latía al ritmo de las minas y las riquezas que extraían de las montañas.
Continuó su exploración hasta llegar al centro de la aldea, donde encontró una plaza principal. En medio de la plaza se erguía una estatua de un minero que sostenía un cristal de roca en sus manos, un símbolo del orgullo y la dedicación de los habitantes de Ishigakure hacia su trabajo. La gente de la aldea parecía amigable y trabajadora, y Kaito se sintió bienvenido en su compañía.
Mientras se movía por la plaza, Kaito notó una pequeña tienda con una colorida lona ondeando sobre la entrada. Decidió entrar para comprar algunas provisiones, pues el ligero abrigo que siempre lo cubria no seria ni de cerca suficiente para protegerlo de las nevadas noches en este sitio y buscar alojamiento para su estancia en la aldea. El interior de la tienda estaba lleno de mercancía diversa: ropajes, herramientas mineras, joyas y artesanías locales que reflejaban la destreza de los habitantes en el tallado de piedra y la creación de hermosos objetos.
El marionetista de ojos rojos se acercó al mostrador, donde un amable comerciante lo recibió con una sonrisa. Mientras Kaito se encontraba frente al mostrador de la tienda, examinando las diversas mercancías expuestas en las estanterías. Un comerciante amable, con una expresión que denotaba experiencia y sabiduría, se acercó a él con una sonrisa cálida.
Tendero:
-¡Bienvenido a nuestra tienda! ¿En qué puedo ayudarte hoy, joven viajero?-
Kaito:
-Estoy buscando algunas provisiones y un lugar para alojarme durante mi estancia en la aldea. Además, me gustaría conocer más sobre Ishigakure y sus tradiciones-.
El tendero asintió con entusiasmo y comenzó a hablar, compartiendo historias y detalles sobre la vida en la aldea.
-Por supuesto, tenemos una selección de provisiones que pueden servirte bien durante tu estadía aquí. Los minerales y las gemas que extraemos son una parte importante de nuestra economía. Nuestros artesanos locales son hábiles en el tallado y la creación de objetos de gran belleza. Si te interesan, puedo mostrarte algunas de nuestras joyas y artesanías-.
Kaito asintió y se sintió atraído por la oferta.
-Sí, me gustaría ver algunas de esas joyas y artesanías. Además, cuéntame más sobre la historia de la aldea y cómo es la vida de sus habitantes-.
El tendero continuó hablando, revelando historias sobre el pasado de Ishigakure, la importancia de las minas en la vida cotidiana de la aldea y cómo los habitantes se enorgullecían de su trabajo y su herencia.
-Ishigakure ha sido durante mucho tiempo un lugar de trabajo duro y dedicación. Nuestros mineros extraen minerales valiosos de las profundidades de las montañas, y nuestras artesanías locales son conocidas por su belleza y calidad. La estatua en la plaza principal rinde homenaje a la labor de nuestros mineros. Además, las joyas y objetos tallados que producimos son apreciados en todo el mundo ninja-.
Kaito escuchó con atención, admirando la devoción de los habitantes de Ishigakure a su oficio y su riqueza cultural, pero su conversación se vio interrumpida por el campaneo de la puerta de entrada, un joven rubio se abria camino dentro de la puerta.
-Un segundo joven-. mencionó el tendero mientras se aproximaba a atender al muchacho que estaba entrando.
Mientras el tendero atendía Kaito acercó la mano a algunos de los abrigos en la pared en busca de uno de su estilo