En los confines del mundo [Maestro aprendiz Centyman]
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Kaito Chikamatsu, el joven marionetista con una curiosidad insaciable y una moral cada vez más oscura, había dejado atrás su última misión en busca de nuevos horizontes y oportunidades para adquirir conocimiento y secretos que saciaran su sed de sabiduría. Sus pasos lo llevaron a una tierra remota y accidentada, conocida como el País de los Pájaros, y su destino era la aldea oculta de Ishigakure no Sato.

Este rincón del mundo estaba marcado por su geografía imponente, con picos montañosos que se alzaban majestuosamente por encima del paisaje. Mientras descendía hacia la aldea, Kaito no podía evitar maravillarse ante las minas y explotaciones minerales que caracterizaban la región. Incontables golpes de martillos y carros mineros resonaban a su alrededor, una escena completamente distinta a cualquier lugar que hubiera visitado anteriormente.

A pesar de su pequeño tamaño, Ishigakure no Sato tenía un renombre, incluso en las tierras más alejadas, debido a ser el lugar de origen de destacados mercenarios y cazadores de recompensas. Sin embargo, a los ojos de Kaito, la humildad y el trabajo arduo de sus habitantes contrastaban con esa reputación. Notó la ausencia de guardias y la falta de símbolos de clanes ninja en el paisaje, lo que indicaba que la aldea carecía de una fuerza shinobi lo suficientemente grande como para garantizar su seguridad.

El clima del país era severo, y el invierno lo recibió con temperaturas frías y nevadas que cubrían las tierras con un manto blanco. La belleza de los paisajes montañosos contrastaba con la sencillez de la aldea, creando una atmósfera de tranquilidad y soledad que envolvía a Kaito mientras se acercaba a su destino.

Kaito había llegado a Ishigakure no Sato siguiendo la promesa de un encargo que lo llevó a estas tierras. Con su mochila al hombro, su mirada curiosa y su mente llena de anticipación, se acercó a las puertas de la aldea, listo para explorar este lugar de misterio y oportunidades que lo aguardaba.
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Mientras recorría los alrededores del País de los Pájaros, mis viajes me llevaron de visita por una particular zona poblada, algo que no me esperaba luego de recorrer todo este país, se trataba de un pequeño pueblo, Ishigakure no Sato. A medida que me acercaba a estas tierras remotas y accidentadas, era inevitable no prestar atención un momento a lo lejos y observar lo gigantesco de aquellas montañas.
 
A medida que me acercaba a las accidentadas y remotas tierras del pueblo no pude evitar escuchar el constante sonido de los golpes de los martillos y los carros mineros que llenaban el aire con su sonido, recordándome que esta región era diferente a cualquier otro lugar, una zona minera, donde a pesar de su modesto tamaño, la reputación de Ishigakure no Sato resonaba incluso en las tierras más alejadas, en su medida gracias a sus extraordinarios mercenarios y cazadores de recompensas, sin embargo, esta vez seria distinto, pues no venía preparado para la batalla, más bien solo vendría de paso, el placer de una tranquila caminata con una capucha escondiendo mi rostro de los curiosos haría que mi paso por el lugar fuera justo y preciso.
 
Una vez en el lugar me sorprendió descubrir que la aldea al parecer carecía de guardias y símbolos de clanes ninja que eran características que solían caracterizar a otras aldeas. Esta falta de seguridad shinobi en el paisaje hablaba daba cuenta de lo distinta que era la vida en ishigakure, que para estas fechas tenia un clima frío y nevado de un invierno que lo envolvía, cubriendo la tierra con un manto blanco que realzaba la belleza de los paisajes montañosos.
 
Una vez en el centro de la aldea, me acercaría a una de las tiendas del lugar con la intención de comprar algunas de las provisiones que necesitaba para continuar con mi viaje, esperaba no ser reconocido por nadie y hacer mis compras lo más rápido posible para continuar con mi camino.
||| Pienso || Hablo |||

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Kaito exploró las callejuelas nevadas de Ishigakure no Sato con una mezcla de curiosidad y asombro. A medida que avanzaba, las construcciones de madera y roca continuaban sorprendiéndolo por su singular arquitectura. No había muros ni guardianes en las puertas, y ningún emblema de clan o símbolo de aldea adornaba las calles, lo que hacía que esta aldea ninja se destacara aún más por su singularidad.

El helado frio de la zona entumecía el cuerpo del peliazul acostumbrado al inclemente desirto "Mierda y yo creí que las noches del desierto eran frías" Pensó mientras frotaba sus manos en un inútil intento de calentarlas 

Caminando por las callejuelas nevadas, Kaito notó que, en medio de la aparente simplicidad de la aldea, había un ambiente de esfuerzo y trabajo arduo. Los sonidos de los golpes de martillos y los carros mineros resonaban en el aire, mientras los mineros se afanaban en sus labores bajo tierra. Esa era la vida de Ishigakure, una aldea cuyo corazón latía al ritmo de las minas y las riquezas que extraían de las montañas.

Continuó su exploración hasta llegar al centro de la aldea, donde encontró una plaza principal. En medio de la plaza se erguía una estatua de un minero que sostenía un cristal de roca en sus manos, un símbolo del orgullo y la dedicación de los habitantes de Ishigakure hacia su trabajo. La gente de la aldea parecía amigable y trabajadora, y Kaito se sintió bienvenido en su compañía.

Mientras se movía por la plaza, Kaito notó una pequeña tienda con una colorida lona ondeando sobre la entrada. Decidió entrar para comprar algunas provisiones, pues el ligero abrigo que siempre lo cubria no seria ni de cerca suficiente para protegerlo de las nevadas noches en este sitio y buscar alojamiento para su estancia en la aldea. El interior de la tienda estaba lleno de mercancía diversa: ropajes, herramientas mineras, joyas y artesanías locales que reflejaban la destreza de los habitantes en el tallado de piedra y la creación de hermosos objetos.

El marionetista de ojos rojos se acercó al mostrador, donde un amable comerciante lo recibió con una sonrisa. Mientras Kaito se encontraba frente al mostrador de la tienda, examinando las diversas mercancías expuestas en las estanterías. Un comerciante amable, con una expresión que denotaba experiencia y sabiduría, se acercó a él con una sonrisa cálida.

Tendero: -¡Bienvenido a nuestra tienda! ¿En qué puedo ayudarte hoy, joven viajero?-

Kaito: -Estoy buscando algunas provisiones y un lugar para alojarme durante mi estancia en la aldea. Además, me gustaría conocer más sobre Ishigakure y sus tradiciones-.

El tendero asintió con entusiasmo y comenzó a hablar, compartiendo historias y detalles sobre la vida en la aldea. -Por supuesto, tenemos una selección de provisiones que pueden servirte bien durante tu estadía aquí. Los minerales y las gemas que extraemos son una parte importante de nuestra economía. Nuestros artesanos locales son hábiles en el tallado y la creación de objetos de gran belleza. Si te interesan, puedo mostrarte algunas de nuestras joyas y artesanías-.

Kaito asintió y se sintió atraído por la oferta. -Sí, me gustaría ver algunas de esas joyas y artesanías. Además, cuéntame más sobre la historia de la aldea y cómo es la vida de sus habitantes-.

El tendero continuó hablando, revelando historias sobre el pasado de Ishigakure, la importancia de las minas en la vida cotidiana de la aldea y cómo los habitantes se enorgullecían de su trabajo y su herencia.
 -Ishigakure ha sido durante mucho tiempo un lugar de trabajo duro y dedicación. Nuestros mineros extraen minerales valiosos de las profundidades de las montañas, y nuestras artesanías locales son conocidas por su belleza y calidad. La estatua en la plaza principal rinde homenaje a la labor de nuestros mineros. Además, las joyas y objetos tallados que producimos son apreciados en todo el mundo ninja-.

Kaito escuchó con atención, admirando la devoción de los habitantes de Ishigakure a su oficio y su riqueza cultural, pero su conversación se vio interrumpida por el campaneo de la puerta de entrada, un joven rubio se abria camino dentro de la puerta. -Un segundo joven-. mencionó el tendero mientras se aproximaba a atender al muchacho que estaba entrando.

Mientras el tendero atendía Kaito acercó la mano a algunos de los abrigos en la pared en busca de uno de su estilo
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Las construcciones del lugar me llamaban poderosamente la atención. Cada edificio de madera y roca que pasaba era una verdadera obra de arte en sí mismo, con detalles y diseños que eran completamente nuevos para mí primera visita en el pueblo. La ausencia de muros o guardianes en las puertas y la falta de emblemas de clanes ninja en las calles no dejaba de causarme gran curiosidad, - «Se ve que el imperio no ha llegado del todo a la zona».
 
Mientras me movía por el pueblo, el frío que sentía era simplemente absurdo, quizás uno de los más intensos que había experimentado en el país hasta ese momento. Cada ráfaga de viento cortante golpeaba con fuerza mi ropa la cual a pesar de su grosor no era suficiente como para protegerme de la congelación que me amenazaba en ese momento –«Tsk espero encontrar algo pronto».
 
Después de un rato de moverme por el pueblo y lidiar con el frío insoportable, finalmente encontré una tienda a lo lejos, a la cual sin pensarlo mucho entré rápidamente. El alivio de refugiarme del crudo invierno me hizo sentir agradecido por haber encontrado un lugar cálido y acogedor en medio de la helada aldea.
 
La campana de la puerta sonó al entrar, y un suave calor envolvió mi cuerpo mientras cerraba la puerta tras de mí. No pude evitar notar al dueño de la tienda y a su extraño cliente quien se mantenía en el lugar, no le di mucha importancia y preste más atención a el interior de la tienda la cual estaba decorada con mercancía diversa: ropajes, herramientas mineras, joyas y artesanías locales, todos meticulosamente expuestos en las estanterías. Cada objeto parecía contar una historia y reflejar la destreza de los habitantes en el tallado de piedra y la creación de hermosos objetos.
 
Mientras examinaba las diversas mercancías expuestas en las estanterías, el amable tendero se acercó a mí con una sonrisa. - ¡Bienvenido a nuestra tienda! ¿En qué puedo ayudarte hoy, joven viajero? -
 
Respondí: -“Estoy buscando algunas provisiones para continuar con mi viaje, esperaba que tuviera las cosas en esta lista”
 
 
 
 
Luego de entregar al tendero el papel este asintió con entusiasmo y comenzó a buscar las cosas bastante felices, - “Por supuesto, tenemos una selección de provisiones que pueden servirte bien tu solo espérame aquí-. Atraído por la oferta, asentí y expresé mi interés mientras esperaba observando las artesanías del lugar.
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