[Auto C] Si la montaña no va a Riku...

Bajo el cielo sereno de Iwagakure, Riku Ashira se preparaba para embarcarse en una misión de vital importancia. La aldea había identificado una serie de cuevas y pasajes en las escarpadas montañas que rodeaban su hogar. Eran como cicatrices en la tierra, testigos del paso del tiempo y de secretos ocultos entre sus oscuros recovecos. La aldea deseaba expandir su conocimiento sobre estas áreas, sabiendo que podrían contener tesoros, recursos vitales o, incluso, una amenaza potencial. Riku, con su determinación inquebrantable, había sido elegido para esta tarea crucial.

El joven shinobi se atavió con su uniforme característico y ajustó el equipo en su espalda. Sintió el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, pero también una anticipación palpable en su corazón. Cada paso que daba hacia las montañas era un paso hacia lo desconocido, hacia la exploración y el descubrimiento. El sol, aún tibio en su ascenso, proyectaba sombras alargadas sobre el terreno rocoso.

A medida que ascendía por las pendientes, Riku se encontró rodeado por las majestuosas montañas, que se alzaban imponentes hacia el cielo. Las rocas rugosas y los senderos angostos eran su camino hacia el interior de las cuevas. Cada paso era calculado, cada movimiento medido. Su entrenamiento le otorgaba la habilidad de moverse con sigilo y determinación, como una extensión de la propia montaña.

Las cuevas se revelaron ante él como bocas oscuras en la piedra, invitándolo a adentrarse en sus profundidades. Riku iluminó el camino con una antorcha, la luz parpadeante bailando en las paredes de piedra desnuda. El aire era fresco y húmedo, impregnado con el olor de la tierra y la roca. Cada paso resonaba en el silencio, como un eco de los siglos que habían pasado en aquel lugar olvidado. Pequeñas gotas caían y retumbaban en las paredes de las distintas cuevas que iba registrando.

A medida que exploraba, Riku tomaba nota meticulosamente de cada detalle. La topografía de las cuevas era variada y compleja, con pasadizos estrechos que se abrían en cámaras expansivas y cavernas profundas. Las formaciones de estalactitas y estalagmitas, como dientes de piedra, adornaban las paredes y el techo, creando una maravilla natural en la oscuridad. Ninguna cueva era igual a la anterior, todas formaciones completamente aleatorias pero al mismo tiempo sincronizadas como el más fino y meticuloso baile de las mariposas.

Sin embargo, no todo era belleza en aquel lugar. Riku también identificó indicios de peligro potencial. Grietas en el suelo, posibles desprendimientos de rocas y corrientes subterráneas que indicaban la presencia de agua. Cada hallazgo era anotado con precisión en su pergamino, una valiosa información que sería crucial para la seguridad de futuras expediciones.

Al emerger de las cuevas, el sol se encontraba en su cenit, bañando las montañas en una luz dorada. Riku miró atrás hacia las cuevas, agradecido por la oportunidad de haber sido parte de esta exploración. Con paso seguro, descendió hacia la aldea, llevando consigo la valiosa información que sería un tesoro para Iwagakure no Sato.

En su regreso a la aldea, Riku entregó su pergamino a las autoridades, brindando a la aldea una muy valiosa fuente de conocimiento sobre las cuevas de las montañas. Aunque su cuerpo estaba fatigado por la jornada de exploración, su espíritu estaba lleno de satisfacción y gratitud por haber sido parte de esa aventura. Sus piernas y brazos dolían de tanto caminar e incluso escalar, aunque gracias a algunos de sus jutsus, las partes más inaccesibles no habían sido tan remotas como para viajeros o curiosos que anduvieran por ahí sin la misma capacidad del control de chakra.

Así, la misión de Riku Ashira en las cuevas de las montañas concluyó, dejando tras de sí un legado de descubrimiento y un recordatorio de la inmensidad y maravilla del mundo que los ninjas juraban proteger.

Última modificación: 17-09-2023, 05:54 PM por Moderador.

MISIÓN FINALIZADA

recompensas

Riku Ashira: 500 Ryos, 10 Reputación y 8PE.

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