Pequeño Coliseo
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Un coliseo clandestino era una buena forma de ganar dinero, gloria y prestigio entre el bulgo. Con mi garrote a mi espalda, descendí hasta las partes inferiores, en aquellos barrios pobres más marginados, aislados, dentro de una caverna camuflada como un almacén abandonado. Igualmente, a las autoridades poco les importaba lo que hicieran ahí al ser gente pobre.

-Que recuerdos- dije sonriendo, mientras caminaba hasta ese lugar. Durante mi niñez, me gustaba luchar en los grupos improvisados, clubs de la lucha y mini torneos, en donde luchábamos los niños y preadolescentes. Durante mi estadía en el ejército, conocí este lugar en donde la gente luchaba por dinero.

-Ah, "El demonio de Iwa" ¿regresaste a luchar?- me preguntó un sujeto delgado y casi completamente tatuado, con lentes negros y con cabellera negra larga. Vestía chaqueta negra abierta y tenía perforaciones en las oreja.

-"El perro del Tercer nivel"- le dije sonriendo, dándonos la mano.

-Oh, "El perro", hace tiempo que no me llaman así. Que recuerdos, aún tenía los cinco dedos del pie derecho. Ahora soy "El mercader de dientes", porque vendía los dientes que los luchadores perdían. Para algunos es un amuleto, para otros, pieza de dentadura- dijo el chico.

-Vengo a luchar, a desoxidarme-dije mientras me asomaba al coliseo improvisado.

-Claro, entras ahora mismo-dijo "El Perro".

Esperé un rato, esperando a que terminara el combate en turno. Dos pugilistas se daban puñetazos mientras otros sólamente gritaban al luchador al que habían apostado.

En breve terminaría el combate.

-Entra, "Demonio"-dijo otro chico del coliseo. Lo conocía de vista desde que llegué a ese lugar hace años, pero no convivimos mucho.

Una vez en el cuadrilátero, alcé mi garrote, provocando gritos de euforia.

-Contra "El Demonio" lucharán "El loco del Tercer nivel" y "El Gamberro Cutre"- dijo "El Perro". Un sujeto que hablaba inintelegiblemente, sucio y con cabellos desalineados, armado con protecciones deportivos y bufando como bestia entró al cuadrilátero. El era "El loco". El otro, un sujeto fibroso, lleno de cicatrices y tatuajes, incluso, su tabique se veía chueco debido a un golpe recibido hace tiempo. Él era "El Gamberro Cutre". Después supe que le decían así porque siempre fallaba sus "Trabajos".

En cuanto inició el combate, ambos se lanzaron contra mí. Esquivé al Loco y con un Gouken Ryuu golpeé al Gamberro en el estómago, pero tuve que esquivar un navajazo del Loco.

Arrojé mis kunai hacia ellos. El Loco recibió el arma en su armadura deportiva, mientras el Gamberro sólo pudo girarse, recibiendo un corte en su hombro. El Gamberro sacó sus puños americanos, los cuales tenían una cuchilla que sobresalía a ambos lados del puño.

Ambos se lanzaron al combate, mientras bloqueaba sus ataques con el Kanabo. Concentré chakra en mi Kanabo y luego en mis cuernos, incrementando mi daño y mi fuerza.

Lancé un golpe con el kanabo. El Gamberro usó al Loco como escudo humano, el cual aulló de dolor. Sus protecciones cayeron al piso. Dí una patada Dainamikku, lanzando al Loco 5 metros a un lado, pero el Gamberro aprovechó para lanzarme un puñetazo a mi hombro, regresándome el corte.

Intentó volver a cortarme, pero tras impactar con mi kanabo, sus manos recibieron cortes por los pinchos. Lancé 5 golpes rápidos consecutivos, finalizando con un golpe con ambas manos en su pecho, lanzándolo 5 metros hacia atrás.

En eso, El Loco ya se había levantado y me lanzó su navaja. Luego, recogió del suelo una llave de perico e intentó golpearme con ella, frenéticamente, mientras yo lo bloqueaba con mi Kanabo. Canalicé de nuevo chakra en mis cuernos y chocamos golpes.

Su llave sucumbió ante mi kanabo, o mejor dicho, sus muñecas. El golpe volvió a dar en su pecho. El Gamberro saltó, usando aún al Loco como escudo humano, intentando acuchillarme.

Salté hacia atrás. Realicé mis sellos y lancé una bola de fuego, la cual impactó de lleno al Loco. Aquel sujeto comenzó a correr hacia la gente, hasta que lograron echarle una tela gruesa encima y lanzarle cubetadas de agua.

El Gamberro rápidamente giró sobre la zona mojada, empapándose. Lancé mi bola de fuego, pero él logró hacerse hacia atrás, mitigando un poco el calor con esa agua.

Tras los sellos, crecí las uñas de mis manos y corrí hacia él. Intentó apuñalarme, pero tras cinco golpes rápidos con mis uñas, y un golpe con ambas manos, volví a lanzarlo hacia atrás. Sus manos estaban sangrando.

Canalicé chakra en mis cuernos, y tras lanzar otro golpe con mi kanabo, aquel sujeto intentó protegerse con sus nudilleras, pero sus manos y muñecas resintieron el golpe, cayendo de espaldas mientras gritaba por el dolor. Los médicos normales del coliseo acudieron a revisar al Gamberro, mientras otros trataban de curar al Loco.

-Suficiente, el ganador es "El Demonio De Iwa"- dijo "El Perro", alzándome la mano mientras varios del público me gritaban con furia, aunque otros gritaban de alegría. 

El "pequeño Coliseo" o "El coliseo" era un lugar donde entrenar y ganar algo de dinero y fama. Me gustaba volver a las andadas, y sería un buen recurso para mis futuros entrenamientos.
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Una vez más estaba en esa zona, una zona alejada de la urbe y que se adentraba entre las cavernas. La zona habitacional más cercana era muy pobre, con apenas alumbrado y con construcciones hechas con tablas, láminas y chatarra.

Al ver al demonio caminando, la gente se escondía, otros yacían demasiado perdidos en el alcohol y las drogas como para hacer algo al respecto.

Sin embargo, la bandana ninja imponía más que la mera apariencia. Y me jactaba de ello.

Más allá de la última hilera de casas, en donde la oscuridad era casi absoluta, montones de basura húmeda y con moho formaban un desierto oscuro con obstáculos. Sin embargo, al final de la enorme cámara, se volvía a ver la luz. 

Alumbrándome con mi chakra katon me supe dirigir entre esos escombros, hasta que logré llegar a esa luz, en donde un almacén abandonado y lleno de grafitti, destruido y reparado con láminas y tablas. 

Un par de hombres fornidos y muy curtidos aguardaban en la entrada y, al verme llegar, me dejaron pasar. Ya era conocido en ese lugar.

Nada más entrar, mi amigo "El Perro" se me acercó. Se veía nervioso.

-Llegas justo a tiempo, ese sujeto está acabando con todos los participantes- dijo mi amigo, señalando hacia la arena. Más allá de ese enorme almacén en donde guardaban maquinaria industrial, había un patio con una arena de combate en donde yacían decenas de cuerpos tirados por doquier. Los apostadores lucían furiosos y algunos asqueados.

En medio de la arena, un sujeto de veintitantos años, con múltiples heridas recientes, yacía alzando los brazos y felizmente, aniquilaba a uno de los participantes para proceder a rezar.

-Esto es demencial- le dije.

-¿Vienes a luchar, verdad?- me cuestionó mi amigo.

-¿Quieres que me deshaga de ese?- le cuestioné de vuelta. Él se encogió de hombros.

-Vale, está arruinando el negocio, ya nadie quiere luchar contra él y si ganas, las apuestas sumarán mucho dinero- me dijo mi amigo.

Tras observar al extraño sujeto unos segundos, volteé a ver a mi amigo y acepté.

Rápidamente, mi amigo se dirigió hasta una de las presentadoras, una chica vestida en cuero negro pero que revelaba mucha piel. La chica tomó el micrófono.

-!Tenemos a un nuevo combatiente! !Un demonio de Iwa, una sombra en la cueva se atreve a desafiar al Inmortal!-gritó la chica.

-¿Inmortal?- cuestioné.

Tras poner un pie en la arena, pude ver de cerca sus heridas. Varias eran profundas, y sin embargo, seguía en pie el sujeto.

-¿Un zombie?- cuestioné. Tras la campana, el sujeto corrió con todas sus fuerzas hacia mí, sosteniendo su cuchillo en mano.

Canalicé chakra en mis cuernos y le di un tremendo golpe con mi kanabo, el cual chocó contra su cuchillo. Sus dedos crujieron y dejó caer el cuchillo. Girándome para tomar inercia, volví a darle un golpe en el estómago, lanzándolo contra el suelo de espaldas. 

El sujeto se levantó de un golpe y tan sólo volvió a empujar su hígado dentro de su herida. El "inmortal" tomó cuchillos con su mano y comenzó a lanzarlos contra mí. Con mi Kanabo bloquee la mayoría de los golpes, mientras canalizaba chakra en mi arma, haciendo crecer sus picos.

Tomando una cabeza de un luchador ejecutado, me lanzó la cabeza como proyectil mientras él iba detrás.  Esquivé la cabeza pero antes de que pudiera atacarme con un cuchillo oculto en su boca, le volví a dar un golpe. Se protegió con sus antebrazos, dejándole heridas por los pinchos y con los huesos sentidos por el impacto.

Con una cadena de golpes rápidos, golpeé sus antebrazos rematando con un golpe con ambas manos, empujándolo 5 metros hacia atrás, dejándolo desprotegido por 2 segundos, los cuales aproveché realizando un Gouken Ryuu, sacándole el aire y dejándolo desprotegido por otro segundo. Con un Dainamikku Entorii, me lancé con la pierna estirada hacia él, lanzándolo otros 5 metros hacia atrás.

Aquel sujeto cayó al suelo y tras unos segundos, comenzó a reír. Se levantó riéndose, avanzando hacia una guadaña que yacía clavada en el cuerpo de otra luchadora. Realicé unos sellos y lancé una llamarada desde mi boca, envolviéndole en fuego. 

Tras quitarse del chorro de fuego, un sujeto sin ropas, con la piel achicharrada y sin pelo se abalanzó hacia mí, con su arma en mano. Pero antes de tocarme, abanicó la arena con la curva de la guadaña, lanzándome polvo a los ojos. 

Intenté protegerme con mi arma mientras abría los ojos, lo que me costó un arañazo en el brazo derecho.

-Maldita sea- gruñí, haciendo el Shunshin no Jutsu para tomar distancia. Logré limpiarme los ojos para ver.

Aquel sujeto me buscó con la mirada. Su piel se caía tras las quemaduras pero con un grito de guerra corrió de nuevo hacia mí. Arrojé las bombas de humo enfrente.

El sujeto cortó la nube de humo con su arma, pero al disciparse no vio nada. Volteó a buscarme con la mirada pero no me encontró.

Cerca a él, yacía yo cubierto con una capa que simulaba el suelo. Realicé unos sellos y creé un ratón que se introdujo en el piso. 

Concentré chakra en mis cuernos, incrementando mi fuerza.

Tras quitarme la capa, lancé mi kunai, el cual se clavó en su hombro y, cuando se dirigió a atacarme. La rata salió del suelo frente a él. Tras la explosión a quemarropa, el Inmortal salió volando por los aires, cayendo al suelo. Había soltado su arma tras el ataque que le dejó aturdido.

Corriendo con mi kanabo, salté y en lo que se recuperaba, caí dándole un potente golpe en la cabeza. Las púas se encajaron en su cráneo y el potente golpe ayudó a que éste se abriera. Sólo la piel mantenía medianamente unidos los pedazos de su cráneo.

Sin equilibrio ni forma de "pensar", el Inmortal cayó al piso en donde se quedó descansando. No se pudo mover hasta el final de la cuenta regresiva de la presentadora.

Finalmente, había logrado vencer al "inmortal". Los apostadores aplaudían mientras otros rompían sus boletos de furia.

-Viejo, pensé que nadie lo vencería- exclamó mi amigo. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, dos enormes figuras fornidas entraron a la arena, le pusieron una correa al "inmortal" y regresaron junto a su jefe, un hombre regordete y de baja estatura, quien tras clavarme una mirada asesina, ordenó a sus guardias retirarse.

Había algo extraño detrás de eso, y no lo iba a dejar pasar por alto.
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