D | Limpieza en la Academia
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Transcurrieron varios meses desde la graduación de la academia. Cada uno tomo su camino por separado, se convirtieron en Shinobi y cumplieron un montón de misiones para aficionados, las famosas tareas de menor rango, para algunos eran molestas porque no suponían ningún riesgo, ningún reto ni nada por el estilo. Estás podían constar de tareas fastidiosas como cuidar a un bebe, podar un jardín; O cualquier cosa ridícula que pudiera necesitar algún aldeano. Lavi no era la excepción y también se sentía frustrado porque solo lo tomaran en cuenta para hacer estas encomiendas de bajo nivel, y no era por gusto, solo quería ser reconocido por ser un ninja esplendido y uno de los más fuertes, capaz de hacer muchas cosas brillantes por lo que si continuaba por ese camino no lo reconocerían nunca como tal. Pero tristemente era el camino de los Genin recién graduados, debían superar un numero alto de estas misiones para luego considerarlos como candidatos para trabajos especiales o de mayores riesgos, por lo tanto, no tenía muchas opciones y debía acceder a lo que pedían sus superiores sin más.
 
El pelirrojo llegó al edificio temprano en la mañana. Conocía perfectamente el camino pues durante unos largos años lo estuvo recorriendo cada día desde su casa hasta la puerta y viceversa. Frente al antiguo lugar de aprendizaje del muchacho, quedo absorto mirando desde la puerta hasta el techo, un flashback se reprodujo en su mente porque le traía muy buenos recuerdos. Quizá esa época de su vida fue una de las mejores donde la única preocupación o responsabilidad que tenía era sacar las mejores notas de la clase, molestar a sus compañeros y maestros y vivir cada día. En cambio, ahora tenía muchas otras responsabilidades con mayor importancia en las cuales no podía darse el lujo de equivocarse porque un solo error podía costarle la vida o la vida de cualquier compañero.
 
Respiró profundo y exhalo lentamente por la boca el aire de sus pulmones. El clima era frío, las brisas de aire recorrían su piel haciendo que sus bellos se erizaran a pesar de estar muy bien abrigado. Se acercó hasta la puerta y entró para buscar refugio dentro de las calurosas paredes del edificio. Dentro camino hasta la recepción y saludo a un par de maestros – Buenos días – Dijo y los saludo con una sonrisa en el rostro. Con ciertas personas no se llevaba bien porque les hizo la vida imposible, como había otros que lo recordaban como un alumno ejemplar y le había tomado cariño y lo saludaban con el mismo cariño. – Vengo por el encargo de limpieza, ¿Podrías indicarme dónde puedo conseguir los utensilios, por favor? – Preguntó con total cordialidad. Siempre fue un chico de buenos modales, más si la situación lo ameritaba, y en ese momento le haría falta. La chica detrás del escritorio se ofreció voluntariamente a llevarlo hasta el cuarto de conserjería para que tomara todo lo necesario para comenzar el trabajo. ¿Por qué le tocaba hacerlo? Al parecer el conserje estaba indispuesto, mal de salud, o quizás había pasado la noche anterior bebiendo un poco de alcohol y las copas se le habían pasado de la mano.
 
El ninja se quitó la banda de la frente y se recogió el cabello con una cinta para que no le estorbara, también retiro sus guantes y ambas cosas las guardo en su bolsa para no ensuciarlas porque seguramente tendría que levantar bastante polvo y cuando le tocara limpiar sus manos podían terminar empapadas de agua.
 
Comenzó por su antiguó salón de clases, este le traía un montón de buenos recuerdos. En ese lugar aprendió muchas cosas esenciales para la vida, además de haber conocido a un montón de gente. Dentro del aula primero limpió el pizarrón pues lo dejaron sucio con los escritos del día anterior, una clase sobre el uso de armas ninja, el nivel básico. Con ayuda de un borrador de pizarra se dedicó a borrar todo lo que estaba escrito con tiza blanca y luego fue hasta la ventana para sacudir y terminar de sacar el sucio. En segundo lugar, limpió cada uno de los asientos y los escritorios donde cada alumno iba ubicado, quitando uno que otro papel tirado en el suelo con la escoba, también les pasaba un trapo húmedo con agua y desinfectante para dejar limpio y olorosa la madera. Y por último barrería todo el lugar y luego pasaría el lampazo mojado con agua para terminar de dejar el salón completamente limpió. Y así iría de aula en aula hasta terminar con el trabajo encomendado por sus superiores. La verdad no fue una tarea complicada.
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   MISIÓN FINALIZADA
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