El día del reencuentro entre Gojo y su maestro Kon finalmente llegó. Después de haber salido del hospital y comenzar su rehabilitación, Gojo estaba emocionado por volver a ver a su mentor y entrenar nuevamente con él. No tenía idea de lo que Kon tenía preparado para él, pero estaba listo para enfrentar cualquier desafío que se le presentara. Cuando llegó al dojo, encontró a Kon esperándolo con una sonrisa en el rostro. —Gojo, me alegra verte de vuelta en pie y listo para entrenar —dijo Kon con voz amistosa. —Gracias, sensei. Me siento mucho mejor y listo para seguir adelante —respondió Gojo con determinación.
Kon asintió y llevó a Gojo al centro del dojo, donde otro estudiante del dojo los esperaba. Era un joven llamado Ryu, un hábil combatiente y un rival formidable.
—Gojo, te presento a Ryu. Él será tu compañero de entrenamiento para hoy —dijo Kon, señalando al joven.
—Encantado de conocerte, Ryu. Espero que tengamos un buen combate —dijo Gojo con cortesía pero sin ocultar su confianza. Ryu sonrió y asintió con respeto. —Yo también espero que sea un buen combate, Gojo. No te subestimaré, sé que eres un shinobi habilidoso, incluso en tu estado actual. —respondió Ryu. El combate comenzó con ambos jóvenes enfrentándose en el centro del dojo. Los movimientos eran ágiles y precisos, cada golpe y bloqueo demostraba la habilidad y la experiencia de ambos combatientes. —Veo que tu fuerza y destreza han mejorado, Gojo. Pero no te dejes llevar por tu arrogancia —advirtió Kon desde el costado del tatami— Mantén la calma y enfoca tus golpes con precisión. —
Gojo asintió y siguió las indicaciones de su maestro. A pesar de su actitud confiada, sabía que no debía subestimar a su oponente y que debía mantenerse concentrado en el combate.
El enfrentamiento continuó, y ambos jóvenes parecían estar en igualdad de condiciones. Ryu demostró ser un adversario hábil y astuto, y Gojo tuvo que emplear todas sus habilidades para mantenerse a la par. —¡Muy bien, Gojo! Mantén el ritmo y busca las aberturas en su defensa —instó Kon, alentando a su discípulo. Gojo siguió luchando con tenacidad, buscando el momento perfecto para atacar. Cada vez que esquivaba un golpe de Ryu, contraatacaba con rapidez y precisión.
—Eres bueno, Ryu, pero no me subestimes —dijo Gojo, con determinación en sus ojos — Yo también tengo mis cartas bajo la manga. — Ryu sonrió, disfrutando del desafío y la emoción del combate.
—Lo sé, Gojo. Es un honor entrenar contigo —respondió con respeto.
El dojo resonaba con el sonido de los golpes y movimientos ágiles de Gojo y Ryu. Cada uno buscaba una oportunidad para atacar mientras defendían con destreza los embates de su oponente. Gojo desplegaba su habilidad en el taijutsu, moviéndose con agilidad y precisión. Con cada paso, su aura carismática y su determinación inspiraban a quienes los observaban.
Ryu, por su parte, era un oponente formidable. Sus movimientos eran calculados y su técnica era excepcional. Buscaba explotar las debilidades de Gojo y aprovechar cualquier abertura que pudiera encontrar.
Ambos combatientes estaban sudando y respirando con fuerza, pero ninguno mostraba signos de rendirse. Cada intercambio de golpes era intenso, y el dojo estaba cargado de energía.
—¡Vamos, Gojo! ¡No te detengas! —alentó uno de los compañeros de entrenamiento desde el costado. Gojo sonrió, agradecido por el apoyo, pero se mantuvo enfocado en la pelea. Recordaba las lecciones de su maestro, buscando la libertad y la autonomía en cada movimiento.
—No te dejes llevar por el orgullo, Gojo. Mantén la calma y utiliza tu empatía para entender los movimientos de Ryu —indicó Kon desde su posición— Debes adaptarte a su estilo y encontrar la mejor manera de enfrentarlo. — Gojo asintió y tomó las palabras de su maestro en cuenta. Se concentró en cada movimiento de Ryu, intentando anticipar sus ataques y encontrar la mejor estrategia para neutralizarlo. El combate continuó con una serie de rápidos golpes y esquivas. Gojo y Ryu se estudiaban mutuamente, tratando de descifrar las técnicas y debilidades del otro. —¡Muy bien, Gojo! —exclamó Kon — ¡Ahora aprovecha su momento de distracción! — Gojo siguió el consejo de su maestro y, con un movimiento hábil, logró desestabilizar a Ryu y propinarle un golpe certero que lo hizo retroceder.
Ryu se recuperó rápidamente y contraatacó con sus fuerzas renovadas. El combate se intensificó, y ambos combatientes parecían llevarse al límite de sus habilidades. Gojo estaba decidido a demostrar su valía, pero también mostraba compasión hacia su oponente. No buscaba herirlo gravemente, sino más bien superarlo en combate. —Eres fuerte, Ryu. Pero necesitas aprender a controlar tu ira y a mantener la calma en el combate —dijo Gojo, buscando enseñarle una lección valiosa.
Ryu asintió, reconociendo la sabiduría en las palabras de Gojo. —Tienes razón, Gojo. Agradezco tu consejo —respondió Ryu, mostrando respeto hacia su oponente.
Kon asintió y llevó a Gojo al centro del dojo, donde otro estudiante del dojo los esperaba. Era un joven llamado Ryu, un hábil combatiente y un rival formidable.
—Gojo, te presento a Ryu. Él será tu compañero de entrenamiento para hoy —dijo Kon, señalando al joven.
—Encantado de conocerte, Ryu. Espero que tengamos un buen combate —dijo Gojo con cortesía pero sin ocultar su confianza. Ryu sonrió y asintió con respeto. —Yo también espero que sea un buen combate, Gojo. No te subestimaré, sé que eres un shinobi habilidoso, incluso en tu estado actual. —respondió Ryu. El combate comenzó con ambos jóvenes enfrentándose en el centro del dojo. Los movimientos eran ágiles y precisos, cada golpe y bloqueo demostraba la habilidad y la experiencia de ambos combatientes. —Veo que tu fuerza y destreza han mejorado, Gojo. Pero no te dejes llevar por tu arrogancia —advirtió Kon desde el costado del tatami— Mantén la calma y enfoca tus golpes con precisión. —
Gojo asintió y siguió las indicaciones de su maestro. A pesar de su actitud confiada, sabía que no debía subestimar a su oponente y que debía mantenerse concentrado en el combate.
El enfrentamiento continuó, y ambos jóvenes parecían estar en igualdad de condiciones. Ryu demostró ser un adversario hábil y astuto, y Gojo tuvo que emplear todas sus habilidades para mantenerse a la par. —¡Muy bien, Gojo! Mantén el ritmo y busca las aberturas en su defensa —instó Kon, alentando a su discípulo. Gojo siguió luchando con tenacidad, buscando el momento perfecto para atacar. Cada vez que esquivaba un golpe de Ryu, contraatacaba con rapidez y precisión.
—Eres bueno, Ryu, pero no me subestimes —dijo Gojo, con determinación en sus ojos — Yo también tengo mis cartas bajo la manga. — Ryu sonrió, disfrutando del desafío y la emoción del combate.
—Lo sé, Gojo. Es un honor entrenar contigo —respondió con respeto.
El dojo resonaba con el sonido de los golpes y movimientos ágiles de Gojo y Ryu. Cada uno buscaba una oportunidad para atacar mientras defendían con destreza los embates de su oponente. Gojo desplegaba su habilidad en el taijutsu, moviéndose con agilidad y precisión. Con cada paso, su aura carismática y su determinación inspiraban a quienes los observaban.
Ryu, por su parte, era un oponente formidable. Sus movimientos eran calculados y su técnica era excepcional. Buscaba explotar las debilidades de Gojo y aprovechar cualquier abertura que pudiera encontrar.
Ambos combatientes estaban sudando y respirando con fuerza, pero ninguno mostraba signos de rendirse. Cada intercambio de golpes era intenso, y el dojo estaba cargado de energía.
—¡Vamos, Gojo! ¡No te detengas! —alentó uno de los compañeros de entrenamiento desde el costado. Gojo sonrió, agradecido por el apoyo, pero se mantuvo enfocado en la pelea. Recordaba las lecciones de su maestro, buscando la libertad y la autonomía en cada movimiento.
—No te dejes llevar por el orgullo, Gojo. Mantén la calma y utiliza tu empatía para entender los movimientos de Ryu —indicó Kon desde su posición— Debes adaptarte a su estilo y encontrar la mejor manera de enfrentarlo. — Gojo asintió y tomó las palabras de su maestro en cuenta. Se concentró en cada movimiento de Ryu, intentando anticipar sus ataques y encontrar la mejor estrategia para neutralizarlo. El combate continuó con una serie de rápidos golpes y esquivas. Gojo y Ryu se estudiaban mutuamente, tratando de descifrar las técnicas y debilidades del otro. —¡Muy bien, Gojo! —exclamó Kon — ¡Ahora aprovecha su momento de distracción! — Gojo siguió el consejo de su maestro y, con un movimiento hábil, logró desestabilizar a Ryu y propinarle un golpe certero que lo hizo retroceder.
Ryu se recuperó rápidamente y contraatacó con sus fuerzas renovadas. El combate se intensificó, y ambos combatientes parecían llevarse al límite de sus habilidades. Gojo estaba decidido a demostrar su valía, pero también mostraba compasión hacia su oponente. No buscaba herirlo gravemente, sino más bien superarlo en combate. —Eres fuerte, Ryu. Pero necesitas aprender a controlar tu ira y a mantener la calma en el combate —dijo Gojo, buscando enseñarle una lección valiosa.
Ryu asintió, reconociendo la sabiduría en las palabras de Gojo. —Tienes razón, Gojo. Agradezco tu consejo —respondió Ryu, mostrando respeto hacia su oponente.