[Priv.] Frontera del Bosque y el Desierto
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Rudra era incapaz de estar en la sede del clan. Pronto se elegiría el líder que sustituirá a Shiva para guiar al clan de ahora en adelante y las cosas estaban algo agitadas por el lugar. La joven hermana ya tenia claro que no podría ni plantearse tomar el puesto de su hermana, nadie en el clan la aceptaría con los antecedentes que cargaba y más aun no habiendo heredado el Kekkai Genkai del clan de su padre, sino por lo contrario  haber heredado el de su madre. Sin su padre adoptivo Kozaburo y su hermana Shiva aquel sitio ya no era su hogar.

Y por desgracia su único escape era pasear por la villa pero incluso en la misma muchos recuerdos se amontonaban en ella en múltiples rincones de la aldea. La de bromas, persecuciones y locuras que hicieron de jóvenes por ahí, era casi imposible ir a ninguna parte sin encontrar una estela de recuerdos. La idea de dejar la aldea rondo alguna vez en su mente "Que me ata a este lugar en verdad... Lo he perdido todo..." La joven vagaba por el lugar buscando lugares que no se le hicieran familiares, sin rumbo, sin dirección, solo huyendo a un paso melancólico de los fantasmas del pasado.

Sus pasos se fueron alejando hasta perderse por una de las grutas que ascendían a la superficie por las afueras de la aldea. Conforme avanzaba notaba un ambiente extraño, más fresco y con aire un poco más limpio. Era una sensación extraña pero agradable. La joven iría subiendo tranquilamente por el camino hasta salir a la superficie hacia la luz. Donde encontraría un paisaje que la sorprendería dejándola con los ojos abiertos por unos momentos.

Se trataba de un paraje forestal muy vivo y animado con la flora. Un pequeño oasis en las montañas el cual desconocía por completo. El terreno que normalmente rodeaba la aldea eran montañas rocosas áridas y los bosques se concentraban a los pies de las montañas, pero nunca imagino un paraje así en las afueras de la propia aldea - ¿Es posible que me haya criado toda la vida al lado de un lugar así y no lo supiera? - Comentaría en voz alta sin darse cuenta en lo que comenzaba a dar pasos tímidos por el lugar observando todo con curiosidad.
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— Maldición, esto sí que es un manjar —, exclamó el rubio, incluso entrecerrando la mirada ante el placer que le provocaba probar aquel nuevo bocadillo. Estaba hecho con una masa y una levadura de alta calidad, además de tener un sinfín de ingredientes perfectamente mezclados en su interior. Ni muy pesados ni muy ligeros, era sencillamente genuino. — Por suerte, pedí varios para llevar, será un camino largo.

El chico tenía una pequeña misión en los próximos días, o al menos eso era lo que había llegado a su entorno de trabajo. Nuestro intrépido rubio vagaba por los alrededores de los bosques escondidos y muy bien conservados del País de la Tierra, específicamente en las afueras de la Aldea. Eran zonas muy peculiares que rara vez eran visitadas debido a su dificultad para ser encontradas. Pero claro, nuestro amante de las afueras de la Aldea podía rastrear y encontrar estos lugares como si se tratara de buscar un objeto en su propia habitación. Sin embargo, para mala suerte del rubio, acabó topándose con alguien en uno de los tantos lugares que le gustaba visitar cuando quería disfrutar de comida a solas.

El alto tono de voz utilizado por Rudra puso en alerta a Renji sobre la presencia de alguien más en aquel "oasis". Sin embargo, esto no era necesariamente una mala señal, al menos no inicialmente, ya que podría tratarse de buena compañía o no. — ¡Vaya! Nunca antes me había topado con nadie por aquí... ¿Quién eres? — Como era de esperarse, nuestro rubio desconocía mucho sobre la actualidad de la aldea y consideraba de poca relevancia la mayoría de los eventos que ocurrían en ella, a menos que fueran algo que realmente le afectara a él o a su círculo cercano.

Renji masticaba lentamente sus bocadillos dulces mientras esperaba una respuesta por parte de la desconocida.
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Aquel pequeño bosque era un paraje encantador. Es curioso encontrar tanta vegetación sin bajar de las montañas, normalmente incluso cuando se observan las montañas del país en vistas lejanas son grandes formaciones de roca yermas y carentes de vida que se alzan de forma imponente sobre la tierra.

Rudra habría andando de forma ingenua por el lugar, alzando un poco la voz sin darse cuenta que en el lugar habia alguien siendo importunado por su presencia. Cerca suyo aparecería un joven de cabellos dorados con terminaciones rojizas en sus puntas; un estilo que a Rudra le recordaba un poco a ella, puesto que aunque su cabello era castaño, tambien terminaba en un degradado carmesí hacia las puntas.

- Siento si te he molestado, mi nombre es Rudra - Omitiría el apellido, no es que estuviera atravesando la mejor de las situaciones con su clan en esos momentos - Es la primera vez que encuentro este lugar, necesitaba alejarme un poco de la aldea y metiéndome por agujeros y túneles por las afueras termine encontrando este lugar - Rudra no mastaba un rostro muy alegre, es más se podía apreciar en sus ojos la pena y la melancolía, aun así se esforzaba para que se notara lo menos posible.

- Pero no sabia que habia un sitio tan bonito como este al lado de la aldea oculto entre las montañas... - Diría divagando un poco la mirada en lo que giraba observando el entorno alzando la mirada hasta la copa de los arboles - ¿Tu vienes mucho por este lugar? - No mucho más tarde de aquella ultima pregunta el estomago de Rudra haría un gruñido bastante evidente y sonoro reclamando alimento, lo cual haria que la chica se sonrojara un poco de la vergüenza. Aunque normal, no comía nada desde ayer.
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— Me encanta tu cabello, tienes un estilo genial. — Renji lanzó un cumplido de repente, como si acabara de darse cuenta de las terminaciones precisas del cabello castaño. Su pulgar se levantó hacia la chica mientras le dedicaba una ligera sonrisa. — De todos modos, no me molesta. Después de todo, este lugar es para todos. — Renji masticó un poco más y tragó con dificultad. —... para todos aquellos que lo encuentren, claro está. — Luego, limpió sus manos entre sus pantalones, intentando deshacerse de cualquier residuo posible.

— Rudra...— El rubio se sumió en sus recuerdos por un momento, tratando de recordar dónde había escuchado ese nombre antes, pero no obtuvo ningún resultado. — Tu nombre me suena de algo, pero no sé de qué. — Renji se movió y subió a una de las ramas más fuertes para tomar asiento y continuar la conversación. Allí, escuchó todo lo que Rudra tenía para decir y respondió a cada una de sus intervenciones.

— ¿Y eso? ¿Te pasa algo? Normalmente, la gente no suele alejarse, especialmente ustedes, los capitalinos. — Renji no solía considerarse uno más de la aldea, principalmente debido a su origen y crianza en las afueras, así como en otros entornos a lo largo del País de la Tierra. — En fin, estos lugares son como joyas ocultas en el país, son muy escasos y es difícil conservarlos al estar tan ocultos. — Hizo una breve pausa y extendió la mano hacia un costado, haciendo crecer una pequeña flor en la misma rama donde se encontraba sentado. — Me encargo de darles un poco de vida de vez en cuando, pero es agotador. La actividad de la capital ahoga estos lugares y los va haciendo desaparecer poco a poco. Puedo sentir su dolor... — Explicó sumergido en el tema, mientras su mano derecha acariciaba suavemente la corteza de la rama.

— En fin, sí. Frecuento estos lugares. No soy de la capital en sí, crecí fuera, así que no me acostumbro al bullicio y todo eso. — Hizo un gesto mientras sacaba otra bolsa de comida de entre sus ropas, parecía tener un bolsillo mágico.
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Aquel halago pillo por sorpresa a Rudra. En su vida apenas un par de personas habían dicho cosas positivas sobre su ser o su mera existencia; por lo general en el clan siempre eran miradas de desprecio y palabras hirientes que se clavaban en su ser como cuchillos. De ahí que su hermana se pegara tantas veces con miembros del clan por molestar a su hermana pequeña. Pero esto habia causado que la chica no estuviera preparada para que un desconocido le dedicara un cumplido como ese - Gra... Gracias... El tuyo tambien esta genial - Le diría muy tímidamente mientras su rostro se sonrojaba un poco al mismo tiempo que llevaba su dedo índice hacia su cuello para hacer girar alrededor del mismo un mechón de su cabello como si intentara enroscarlo alrededor de la falange.

Estaba tan absorta en su vergüenza que no termino de escuchar como el joven mencionaba que le sonaba su nombre mientras este escalaba el arbol. Fue el tiempo justo y necesario para que la chica comenzaba a calmar un poco las palpitaciones de su corazón y relajara un poco la rojez de su rostro. Y de hecho seria mucho más fácil de lo que parecía puesto que el siguiente comentario del joven fue como un jarrón de agua fría para la pobre Rudra. Al mencionar si le pasaba algo no pudo evitar pensar en Shiva y en toda su situación - En si no es nada, pero... Toda la ciudad me trae recuerdos que ahora son dolorosos - Pero la conversación estaba abriéndose para tirar por otro lado, así que tomo un poco de ese hilo.

- Lo cierto es que tampoco frecuento tanto la capital - Comentaría Rudra intentando tomar ese comentario sobre los capitalinos - Suelo moverme mucho entre el País de la Tierra y el Viento viajando entre ambas naciones, lo cual es algo triste ya que el paisaje de hecho se vuelve más triste y yermo conforme transaccionamos entre las montañas rocosas al desierto, si ya es extraño encontrar lugares como este por aquí, los oasis por el viento lo son más - Era la visión de Rudra, la cual no estaba nada acostumbrada a ver un entorno verde como ese.

Tras aquellas primeras palabras, el chico haría un pequeño despliegue de sus habilidades, mostrando como era capaz de infundir vida a la vegetación - Es hermoso que tu poder permita dar más vida y fuerza a parajes como este, sin duda una habilidad para regalar vida al mundo - Entonces su semblante melancólico se asentaría en uno algo nostálgico y triste - En cambio mis capacidades son todo lo contrario, la mortal y seca arena que busca arrebatar la vida a su alrededor para extender el desierto más y más hasta acabar con toda la vida - Extendiendo un poco su mano dejaría caer sobre el suelo un poco de la arena metálica que formaba su habilidad - No me extraña que a tanta gente le desagrade. 
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Última modificación: 31-07-2023, 06:54 AM por Renji Tanaka.
Renji levantó su pulgar en dirección a Rudra y dedicó una sonrisa bastante grande, incluso mostraba un poco de comida entre sus dientes. — Hacen falta más cabellos como los nuestros. — añadió.

— Ah, la ciudad. — Suspiró al son del culminar ese comentario. — La ciudad es una basura. Está llena de gente falsa, mundana y solo saben acabar con la naturaleza. — Renji negó un par de veces, parecía compartir ese sentimiento de repulsión hacia la gran Ciudadela de Iwagakure. — Es bueno tomar un poco de aire, además, no hay nada mejor como la naturaleza. Es algo que la Ciudad no podrá replicar nunca. — Sonrió mientras extendía su dedo para hacer crecer una flor a partir de la rama del árbol donde se sentaba, creando otra más además de la anterior...

— Suena como una rutina triste, además de agotadora. — Renji no solía viajar mucho hacia otros Países, podía contar con los dedos de una mano las pocas veces que lo habría hecho a comparación de otros muchos Shinobis y Kunoichis; ciertamente, él prefería estar en su tierra natal lo más que podía. — Sin duda lo es, aunque en ocasiones el peso puede ser un tanto "perturbador". — La palabra no era acertada al sentir de Renji con respecto al comentario sobre sus habilidades; simplemente era la palabra más rápida que se le ocurrió para utilizar.

Para sorpresa del rubio, Rudra también pertenecía a ese grupo de habilidosos Shinobis capaces de manejar una arena extraña, tal y como su gran amigo Arata lo hacía. — ¡Eh! — Se sobresaltó al observar dicha habilidad. — Eres como Arata, ustedes sí que son sorprendentes. — Un solo vistazo fue más que suficiente para emocionar al joven Jounin, quien, cada vez que podía, solía disfrutar de la arena moviéndose sin más y danzando de un sitio a otro, obviamente, bajo la manipulación de su allegado.

— Tengo un amigo con una habilidad similar, deberías conocerlo algún día, aunque su arena es un tanto distinta, creo. — Se encogió de brazos y acto seguido lanzó un bocadillo para la joven Rudra. — ¡Toma! Se ve que no es un buen día, eso te subirá los ánimos. — Espetó con esperanza de poder ayudar a la joven Rudra en su sentir, sin embargo, se mantendría bastante quieto a comparación de sus reacciones anteriores, pues solo quería disfrutar del momento y de los bocadillos que le quedaban.
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